No me pienso vacunar
Eduardo de la
Serna
La realidad es
dolorosa. Siempre. Y siempre es especialmente más dolorosa para los mismos. Y es
importante tener los ojos bien abiertos, para que “no me sea indiferente”. Hay
muchos que se han inmunizado frente al dolor de los demás. Particularmente
aquellos que – además – son responsables de ese dolor. Porque seamos claros, una
gran parte del dolor de hermanxs nuestros es dolor provocado o causado. Y no
pienso vacunarme frente al dolor. También me duele (aunque el dolor de la
solidaridad no es como el dolor de la pasión), y no me alegra que duela. Pero
es lo que elegí, es donde quiero estar: sensible ante el dolor de mis hermanxs.
Hay
insensibilidad por falta de empatía, hay insensibilidad por indiferencia, hay
insensibilidad por sadismo. Y si pienso en la actualidad de las declaraciones
de Cambiemos (en sus tres ramas, ciertamente: PRO, UCR y CC, o cuatro ramas, sumando
la prensa) mi mirada frente al dolor de otros se transforma en rabia; no sólo
ante la insensibilidad, la mentira, el odio, sino, además, por mirar cara a
cara a los causantes.
Hubo cuarentena
y hablaron de “infectadura”, de comunismo, de atentado contra la libertad, y
llamaron sistemáticamente a violarla organizando marchas, diciendo que el
coronavirus no era importante, y directamente reclamando que “muera el que
tenga que morir”.
Celebraron
cuando los infectados diarios pasaron la barrera de los 10.000 y señalaron que
eso revelaba el fracaso de la cuarentena (que ellos habían invitado a romper),
y empezaron casi como a festejar cada muerto soñando que con algún tipo de
cuentas Argentina subiera al podio de los peores.
Alentaron todo
tipo de encuentros sociales, desde la compra-venta, los espectáculos o
deportivos y sobre todo la educación (la misma que ellos, siendo gobierno,
boicotearon, aniquilaron, bastardearon, desfinanciaron); parecía que ahora les
importaba. O hacían como si...
Los que dejaron
vencer millones de vacunas, se negaron a inaugurar hospitales, degradaron a
Secretaría el ministerio de Salud, dejaron pudrirse 22 ambulancias recién
compradas, cuestionan al ministro de salud y hasta proponen juicio político por
hacer y deshacer en medio del caos de una enfermedad inesperada y desconocida.
Y ahora, porque
de otro modo el odio no les permite respirar ni vivir, cuestionan la llegada de
las vacunas del instituto Gamaleya. Obviamente (ideológicamente) esperan la
llegada de la vacuna de Pfizer, aunque sea más cara y con más complicaciones
para su distribución (por ejemplo, debe estar a – 70 ºC). Incluso titulan “admirados”
la llegada de las vacunas Pfizer a Chile (10.000 dosis) y boicotean la llegada
de las vacunas Gamaleya a la Argentina (300.000 dosis). Y, por supuesto,
alientan la campaña de no vacunación, temor, sospecha y mentira. Siempre y todo
mentira.
A lo mejor sería bueno que el estado vacune gratuitamente (con las vacunas que consiga) a casi toda su población; que los que no quieran vacunarse no se vacunen, y entre esos que “mueran los que tengan que morir”, o que ellos compren la vacuna que quieran darse. Pero ellos, lamentablemente, no se harán cargo, no se condolerán, no sufrirán por los enfermos y nuevos enfermos. No pienso vacunarme contra la insensibilidad, y prefiero seguir sufriendo los dolores de mis hermanxs. De estar vivo se trata.
Foto tomada de https://www.ambito.com/informacion-general/vacuna/contra-el-coronavirus-10-preguntas-clave-n5124637
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Cualquiera puede comentar y no será eliminado, aunque no este de acuerdo con lo dicho, siempre que sea respetuoso (caso contrario, será borrado). Pero habitualmente no responderé los comentarios, ni unos ni otros, para no transformar este blog en un foro. De todos modos, podrán expresar su opinión.