Las volteretas de la historia
Eduardo de la Serna
La primera vez que visité la “Casa Azul”, el museo de Frida Khalo
en la ciudad de México, hubo algo que me resultó desconcertante. Y durante años
no lograba encontrar una respuesta.
Es sabido que tanto ella como Diego Rivera fueron parte del comité
de recepción de León Trotsky en su exilio mexicano. De hecho, él y su esposa
viven un tiempo en casa de Frida hasta que finalmente se mudan en las
cercanías, siempre en el barrio mexicano de Coyoacán. Sin exagerar se puede
decir que Trotsky fue el “jefe político” de Frida y de Diego. Es sabido,
también, que después de un primer atentado, del que formó parte el otro gran
muralista, David Sequeiros, del que Trotsky sale ileso, finalmente es asesinado
pocos meses después con una pica en agosto de 1940 [su asesino, Ramón Mercader,
luego es condecorado en secreto
como Héroe de la Unión
Soviética con la Orden de
Lenin y la Medalla de Oro].
Esto llevó a Frida y Diego a viajar por un tiempo a los Estados Unidos, donde
ella aprovechó para ser tratada médicamente. Era su segundo viaje, puesto que
en el primero (década del 30) pudieron desarrollar ambos allí su arte, y Frida
aperada por primera vez, siendo Diego financiado por un buen tiempo por la
Fundación Ford.
Aquí mi pregunta: evidentemente Stalin, responsable del asesinato
de Trotsky era un fenomenal enemigo de Frida, aunque hubiera habido quienes
sospecharon de ella tras el crimen y el atentado anterior. Pero, ¿cómo es
posible que, ya deteriorada, la genial Frida pintara (en 1954, año de su muerte)
uno más de sus autorretratos y este ¡con Stalin!
El contexto, sin duda, aporta la respuesta. Tras la segunda gran
guerra, especialmente a partir de Yalta, el rol de Stalin fue central,
especialmente para el (los) partido comunista. Tanto que Stalin, uno de los
mayores criminales del s. XX fue dos veces nominado para el premio nobel de la Paz
(1945 y 1948; lo que, a la vista de la historia de los premios, no hubiera sido
extraño que ocurriera). El “apóstol de la paz”, Koba, como era llamado, debía
ser exaltado, y Frida, fiel al verticalismo del partido, “artesana del
comunismo”, así lo hizo. Basta, para entender bien el ambiente, ver los discursos
del Secretario General del Partido Comunista Argentino Victorio Codovilla reflejado
en Esta es la guerra de los pueblos (1942).
La fidelidad a la propaganda del partido hizo que Frida diera una
fenomenal voltereta simbólica y terminara apoyando a su enemigo Stalin.
Sólo con este background puedo entender a Patricia Bullrich
condenando la represión en Formosa. aunque ella nos ha acostumbrado a volteretas
casi sistemáticas en su historia.
Imagen tomada de http://espina-roja.blogspot.com/2015/03/autorretrato-con-stalin-de-frida-khalo.html
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