Ironías navideñas
Eduardo
de la Serna
Se acerca la Navidad. Las
góndolas de los supermercados nos lo informan visible y claramente; la luz del
mundo del Mercado nos encandila e impide desviar la mirada; la gaseosa de
siempre, con sus evidentes colores, nos invita a soñar; las publicidades hacen
público lo que el público no alcanzará por falta de meritocracia, pero algo
mágico está llegando.
Un anciano, bien abrigado, con
nieve a los 40º C., nos enseña el misterio y lo inimaginable, con renos
voladores, enanos que trabajan sin salario y un trineo sin trinos en casas sin
chimeneas. ¡Si esto no es magia no sé qué lo sería!
Mientras tanto, en familias,
se prepara – o sueña – con comidas elevadísimas en calorías y vinos dejados a
temperatura ambiente en una mesa al sol. Se escuchan unas campanas sin
campanarios, un jo.jo.jo sin alegría y en los zapatos de los niños que
son pobres por que han sido malos, y por tanto no merecen regalos, que solo los
bendecidos por dios recibirán, algo manifestado en los bienes que los llenan de
paz y alegría, esos zapatos estarán vacíos y, a lo sumo, tendrán un beso de
mamá y/o de papá.
Es verdad que, así como pasó
con esas mujeres que contaron cosas de una tumba, “nos sobresaltaron diciendo
que él vivía”, pero los sabios varones vieron todo como ellas decían, “pero a
él no lo vieron”. “¿Qué salieron a ver?” A lo mejor lo que buscamos está “en
los palacios” elegantemente vestidos. Hace falta tener los ojos muy
distorsionados para creer que “un niño envuelto en pañales” y nacido con olor a
estiércol pueda ser alguien importante. Sólo puede serlo para los padres de una
familia disfuncional, porque “la alegría para todo el pueblo” ciertamente se
encuentra en poder comprar y vender, poder ser incluido en el círculo de la
vida y no rodeados de pastores.
En realidad, es evidente que
Navidad solo hay en el Norte, lo del Sur es solo un remedo… La nieve es de
plástico, los renos de cartón piedra, y “Santa” un señor al que le dan unos
pesos para que sea lo que no es, haga lo que no hará y sonría sin felicidad.
Sólo el Sur puede creer subversivamente que es verdadera una Navidad en un
pesebre y no en el Polo y con un trineo, en un niño y no un anciano, un pueblo
feliz y no un Mercado… Hasta la Navidad nos quieren subvertir estos curas raros;
¡ni las fiestas respetan!
Foto tomada de https://www.alamy.es/imagenes/ni%C3%B1o-pobre-durmiendo.html?page=4&sortBy=relevant
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