Jesús camina a nuestro lado y
estamos invitados a reconocerlo, y a seguirlo
DOMINGO SEGUNDO - "A"
Eduardo de la Serna
Lectura
del libro del profeta Isaías 49, 3-6
Resumen: Un personaje desconocido que se define como “siervo” de Yahvé, y por momentos se identifica con Israel, y en otros en relación a este, aparece como luz de los demás. El grupo que vuelve del exilio se muestra ante los judíos e israelitas dispersos por toda la diáspora como una lámpara que señala los caminos de liberación.
Resumen: Un personaje desconocido que se define como “siervo” de Yahvé, y por momentos se identifica con Israel, y en otros en relación a este, aparece como luz de los demás. El grupo que vuelve del exilio se muestra ante los judíos e israelitas dispersos por toda la diáspora como una lámpara que señala los caminos de liberación.
Se habla con frecuencia de los cuatro (o quizás
más) cantos del Siervo sufriente de Yahvé que se encuentran en el llamado
Segundo Isaías. El texto litúrgico forma parte del segundo de estos “cantos”.
Un personaje desconocido se dirige a los lejanos (“islas” y “pueblos
lejanos”; es posible que con estas imágenes se refiera a los judíos
dispersos por el mundo, por exilio o por cautiverio. Ya hemos conocido algunas
de estas ideas en las páginas anteriores de Isaías (“llamar”, “recordar el
nombre”, cf. 42,6: 45,3.4; 48,12).
La imagen de la protección divina sobre el
personaje se ve en una serie de metáforas: espada, saeta, carcaj, sombra de su
mano y recurriendo a elementos que caracterizan por una parte a los profetas
(la boca, la palabra, el llamado “desde el seno materno”, que relee en primera
persona el texto de Jer 1,5). El siervo es expresamente señalado como “Israel”
(cf. 43,1.21; 44,2.21.24; 45,11). Sin embargo, tiene a su vez elementos
personales (por ejemplo en relación con el mismo pueblo de Israel, v.5) lo cual
invita a pensarlo diferente. Quizás un pequeño grupo (¿los deportados que
regresan?, ¡un “resto”?, ¿los exiliados?) se presente a semejanza del gran
profeta. La alusión en más de una ocasión a “Jacob” y a “Israel” (v.5.6) y
también a otros grupos: “las gentes” (vv.6.7), los “confines de la tierra”
(v.6), y a los adversarios de Israel (dominadores, reyes y príncipes, v.7). Sin
embargo, el contrasto viene dado en que para estos, Israel es “despreciado”,
“abominado”, “esclavo”, mientras que es “valioso a los ojos de Yahvé y mi Dios
ha sido mi fuerza” (v.5). Esta actitud violenta y de rechazo es lo que
caracteriza el sufrimiento del siervo que se irá acentuando en los restantes
cantos; pero este sufrimiento no quedará sin producir un efecto: será
rescatado, se pondrán de pie los reyes y se postrarán los príncipes a causa de
haber sido “elegido”· por Dios, que es leal (v.7). El siervo tiene una misión
liberadora que produce su efecto en Israel. Encontramos elementos reales,
elementos proféticos y de ese modo el siervo será “luz de las naciones”. El
grupo liberado del cautiverio en Babilonia que regresa a su tierra entre
sufrimientos tiene una misión clara para los demás miembros del pueblo de Judá
y de Israel para ser luz y hacer volver.
Primera
carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 1, 1-3
Resumen: con un esquema habitual Pablo da comienzo a la carta a los Corintios. Para ello saluda ecuménicamente a los miembros de la comunidad y los reconoce como miembros del pueblo de Dios.
Resumen: con un esquema habitual Pablo da comienzo a la carta a los Corintios. Para ello saluda ecuménicamente a los miembros de la comunidad y los reconoce como miembros del pueblo de Dios.
Las cartas de Pablo suelen tener todas un esquema semejante (puede verse esquemáticamente lo que hemos señalado al presentar Romanos 1 en http://blogeduopp.blogspot.com.ar/2013/12/comentario-adv4a.html). Digamos brevemente que este viene presentado como:
1.
Remitente/s
2.
Destinatario/s
3.
Saludo de “gracia y paz”
4.
Una acción de gracias (sólo omitida en Gálatas, precisamente a causa del enojo
que Pablo tiene con los destinatarios) que concluye el saludo y a su vez inicia
el corazón de la carta.
Luego lo sigue el “cuerpo” de la carta. Lo que hoy
presenta la liturgia es, precisamente, los tres primeros elementos de este
esquema. Pero aprovechemos esta ocasión para destacar algunos elementos.
La carta presenta como colaborador de Pablo en el
envío de la carta a un tal Sóstenes que desconocemos, lo llama “hermano”, es
decir que se trata de uno que es miembro pleno de la comunidad. Hay otro
personaje con el mismo nombre mencionado en Hch 18,17 pero nada invita a pensar
que se trate de la misma persona.
Pablo se presenta a sí mismo como “llamado a ser
apóstol”, algo que repetirá en 9,1-2. Para Pablo el apóstol es uno que se ha
visto beneficiado con una aparición del resucitado y a partir de ese momento
tiene la responsabilidad de anunciarlo vivo.
El término “Iglesia” (ekklêsía) es sumamente
interesante ya que en la Biblia griega con cierta frecuencia se utiliza para
traducir el hebreo qahal (= asamblea; cf. Dt 4,10; 9,10; 18,16…), por
tanto el pueblo de Dios reunido. Pero a su vez, el término es usado en el
ambiente greco-romano para señalar a aquellos “ciudadanos” que se reúnen y
toman decisiones para el funcionamiento de la ciudad; son súbditos del
Emperador, le deben fidelidad, pero son a su vez importantes en su ambiente. En
este caso, Pablo la está utilizando de un modo contra-cultural para señalar que
hay otra ciudadanía, que no se trata de elites sino de los “llamados” por
Cristo en el bautismo.
Lo que destacará de esta Iglesia son dos elementos:
primero, que han sido “hechos santos” a partir de algún momento (por lo
tanto, antes no lo eran; cf. 6,9-11). El paralelo invita a pensar en el
bautismo. Esta separación invita a los corintios a saber que deben llevar una
vida distinta a la que se vive en Corinto. Son miembros de Cristo, y no
clientes del César. El segundo elemento toma lo dicho y lo resalta: “llamados
a ser santos” (cf. 1,26) y ser –por lo tanto- miembros de la Iglesia (v.9)
en una comunión (koinônía); Israel es un pueblo llamado a ser santo (Ex
23,22; Num 16,3; Jl 2,16; 2 Cr 30,17; Sal 88,6 y es frecuente en Qumrán).
Finalmente Pablo “otorga / desea” la “gracia y la
paz”. Es sabido que el saludo propio del ambiente hebreo es el Salom (que suele
traducirse, un poco incompletamente, por “paz”, en griego eirênê). Los
griegos, en cambio, suelen comunicarse la “alegría” (jaire; cf. Lc
1,28). La alegría y la gracia son palabras semejantes (incluso en castellano
fuera del campo teológico, algo que “causa gracia” se asemeja a la “alegría”) jaire
y jaris. Con el saludo de “gracia y paz” Pablo parece abrir
ecuménicamente el mensaje de sus cartas a todos los miembros judíos y griegos
de la comunidad.
Así, con este (y otros saludos) Pablo se prepara
para comenzar la carta.
+ Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 1, 29-34
Resumen: Juan el Bautista da testimonio de Jesús a sus discípulos y así también a nosotros para que reconozcamos quién es este Jesús que camina en nuestra historia. Una serie de títulos e imágenes con fuerte tradición judía empieza a presentarse, cosa que continuará a lo largo del Evangelio para profundizar en la revelación de Jesús en el Cuarto Evangelio.
Resumen: Juan el Bautista da testimonio de Jesús a sus discípulos y así también a nosotros para que reconozcamos quién es este Jesús que camina en nuestra historia. Una serie de títulos e imágenes con fuerte tradición judía empieza a presentarse, cosa que continuará a lo largo del Evangelio para profundizar en la revelación de Jesús en el Cuarto Evangelio.
Después del prólogo poético, el Evangelio de Juan
comienza su evangelio con un “prólogo histórico”. Así como el prólogo poético
comienza con las mismas palabras del libro del Génesis (“en el principio”), el
prólogo histórico presenta una primera “semana” narrativa en la que “todo”
comienza:
Primer día (v.19)
Segundo día (v.29)
Tercer día (v.35)
Cuarto día (v.43)
Séptimo día (“tres días después”,
2,1)
Como se ve, el texto litúrgico de hoy está formado
por el “segundo día”. El primer día presenta a Juan el Bautista, el segundo,
Juan habla de Jesús, el tercero Juan envía a sus discípulos tras Jesús y en el
cuarto (Juan ya ha desaparecido) Jesús empieza a reunir discípulos junto a él.
Estos discípulos, con Jesús y su madre son testigos del primer signo en Caná el
día séptimo.
Juan Bautista, que no hablaba
de sí mismo (vv.20-21), se vuelve presto para hablar (dar testimonio) de Jesús;
lo cual demuestra que el acento de la misión del Bautista es el testimonio. Por
medio de una serie de títulos se empieza a desarrollar una cristología: Cordero
de Dios (29), preexistente (30), portador del Espíritu (32-34).
La fórmula es común a Jn: un
mensajero de Dios ve a una persona y dice: "(Miren!"; a esto sigue
una descripción que revela el misterio que esconde esta persona (1,35-37;
1,47-51; 19,24-27); tiene sus raíces en el AT (cfr. 1 Sam 9,17).
Ve...
venir: Mirando los Evangelios sinópticos se piensa en Jesús que viene a
bautizarse; la construcción deja suponer que esto ya se ha realizado pero en
Juan no se lo menciona (propiamente hablando, no hay bautismo de Jesús en el
Evangelio de Juan). Jesús viene hacia Juan Bautista cumpliendo lo dicho en Is
40,10, viene para el sí de Dios. Nada nos dice de dónde viene ni a dónde va.
El
Cordero al que se hace referencia sin dudas tiene sentido mesiánico; no es
improbable que provenga de la liturgia de la comunidad joánica: es a partir de
esto que Andrés declara a Simón: "encontramos al Mesías"
(1,41); pero ¿por qué "Cordero"?; no es evidente a qué tipo de
“cordero” se refiere; hay diferentes opiniones (todas con elementos
interesantes, pero ninguna totalmente satisfactoria):
1.- En la apocalíptica judía
el cordero victorioso aniquilará el mal, los lobos... Es la paradoja de la
debilidad que -con Dios- triunfa sobre el mal (TesJos 19,8; Ap 6,10; 7,17;
17,14.
"Las ovejas eran todas blancas, y su lana espesa y pura. todos los que habían perecido y habían sido dispersados... El dueño de las ovejas se alegró muchísimo pues todos eran buenos y habían vuelto a su casa. Vi que depusieron la espada que había sido entregada a las ovejas... Vi que se trasmutaban las especies y se convertían todas en toros blancos..." (Henoc 90,38)
Quizá Juan Bautista saludó a Jesús
como el cordero de la expectativa apocalíptica, suscitado para destruir el mal
(Ap 17,14).
2.- Como Siervo doliente. El
Siervo aparece en 4 cantos del Segundo Isaías. La relación con otros justos del
AT que sufren es normal que fuera hecha en el cristianismo primitivo. Es
probable que el evangelista lo interpretara así. En vv. 32-34 hay dos temas que
pueden referir al Siervo: el Espíritu que reposa sobre él y Jesús como Elegido:
Is 42,1 (cfr. 61,1); la supresión del pecado es característica de los tiempos
mesiánicos; Jesús hace triunfar la justicia y el derecho en una ansiada
victoria escatológica.
3.- Como Cordero pascual.
Mientras el Siervo es una figura, el Cordero pascual es real; el simbolismo
pascual es frecuente en Jn (19,14; la referencia y la cita de Jn 19,36 es de Ex
12,46; Nu 9,12 pero también Sal 34,21 que refiere al justo que sufre, cfr.
8,29; 16,32 y Zac 12,10); en el Apocalipsis (que es de la escuela joánica)
junto al Cordero aparece el tema pascual (en 5,6 es degollado; 15,3 el canto de
Moisés es el del Cordero; 7,17 y 22,1 es fuente de agua viva; 5,9 su sangre es
de rescate). Pero el cordero pascual no era un sacrificio. Pero si los
cristianos ven a Jesús como Cordero, sí vale decir que este Cordero los quita.
De todos modos empezaba a unirse a este tema: es sacrificado por sacerdotes, y
se daba importancia a su sangre... Cuando los cristianos compararon a Jesús con
este cordero pascual, no dudaron en usar lenguaje de sacrificio (1 Cor 5,7). En
1 Pe 1,18-19 se dice que los cristianos fueron rescatados por una sangre como
de cordero sin mancha.
No se ve motivo para negar
que quiera hacer ambas alusiones. Ambas son coherentes con la cristología de
Juan (¿y de 1 Pe? cfr. 2,22-25= Is 53,5-12). No es imposible que a esto se unan
ecos de Juan Bautista referidos al cordero apocalíptico.
4.- Puede, igualmente,
referir a los sacrificios de Israel, de comunión, de reconciliación... al
sacrificio cotidiano en el Templo (Salmos de Salomón 8,28). En el tiempo de la
esperanza, Israel debe renovar cotidianamente su lugar existencial frente a
Yahvé. La promesa es realidad con la presencia del Mesías, el pecado fue
redimido (Is 40,2), con Jesús, por tanto, Dios otorga la plenitud del perdón a
Israel y al mundo. Jesús no es una nueva víctima, es por quien Dios interviene
reconciliando al mundo. La esperanza de Israel, ¿no llega a su fin?
5.- Otras opiniones: uso de
Jer 11,19 (¿diferente de Is 53?); cordero del sacrificio (Ex 29,38-46) o del
pecado (Lev 4,32) [explicaría por qué quita el pecado del mundo; pero eran más
frecuentes el toro o el macho cabrío]; otros lo refieren al chivo expiatorio
(Lv 16,7ss); la referencia a Moisés como cordero (Targum de Jerusalén) y la
referencia a Isaac: "Dios proveerá el cordero" 22,8 son importantes si
tenemos en cuenta los paralelos Jesús/Moisés y Jesús/Isaac (cfr. 3,16 y Gn
22,2; 19,17 y Gn 22,6. De todos modos, algo nuevo ha comenzado entre Dios y los
hombres, una nueva economía de salvación.
Pero este cordero es “de Dios”: ¿calcada de Siervo de Yahvé o cordero
pascual dado por Dios?
Y
el cordero quita (presente; ¿con valor de futuro?). En LXX, airein
relacionado al pecado equivale a afiénai, perdonar (cfr. Ex 28,38; 34,7;
Nu 14,18; 1 Sam 15,25; Sal 32,5; 85,3; Mi 7,18). Pero, ¿quién quita? ¿el
Cordero-de-Dios o Dios? Puede ser “de” en sentido de “dado por”, es el Cordero
que Dios da para quitar el pecado.
El pecado está en singular (cfr. 1 Jn 3,5 en plural; 1 Sam 15,25; 25,28 LXX)
refiere a la condición pecaminosa. En 1 Jn 1,7; 2,2; 4,10; 5,6 debemos pensar
que se trata de una muerte expiatoria vicaria. No es el pecado en el
mundo sino del mundo, por lo que debemos pensar en la cruz. Parece
referir a la desaparición del pecado al final de los tiempos: cfr. Ez 36,25-28;
37,23-28; Za 13,2; Is 11,9; 1QS 4,20-21; ApBar 63,1-4; 1 Jn 3,5. Pero Juan
Bautista no habla de los pecados de los seres humanos sino del
pecado del mundo. Su misión es vencer el imperio del pecado. La hamartía
(pecado) alcanza su profundidad escatológica en la anomía (1 Jn 3,4), el
mundo separado de Dios. Refiere a un sacrificio (cordero) nuevo y superior a
todo (es común en Jn que todas las instituciones de "los judíos"
sean superadas en Jesús: 2,19; 4,21; 5,17.39.47; 6,4; 10,1; 13,34).
Juan dice que “detrás de mí”: ¿es espacial? En ese caso se refiere al
discipulado; para los rabinos es propio del discípulo que el discípulo vaya
detrás (Mc 1,17.20; 8,34; Lc 14,27)] ¿o es temporal?; el paralelo con v.27
parece referir al tiempo. ¿Y el "delante"? puede referir a
superioridad, o a que Jesús pasa a ser Maestro; el que -en cuanto Palabra-
puede decir la voluntad de Dios. El motivo es su dignidad que está más allá de
todo lo concebible.
"Existir
antes" alude a la preexistencia (cf. 1,1) Palabra preexistente que aporta
la plena revelación de Dios.
La preexistencia (cfr. 8,58;
17,5). El texto tiene paralelos en la tradición sinóptica y, por tanto, encaja
con la tradición a Juan Bautista. El problema radica en la tercera expresión: "existía
antes que yo". Puede partir de una polémica con los seguidores de Juan
Bautista: Juan Bautista vino primero y eso indicaría mayor rango (cfr. Gn
48,20). El Bautismo de Juan Bautista no se asocia al perdón de los pecados
(como sí en Mc 1,4) sino en revelar al que va a venir. Los judíos hablan de 7
(o 6, según las tradiciones) cosas que existen desde antes de la creación: la
Torah, la penitencia, el Gan-Edén, el gehinnom (la Gehena), el trono de gloria,
el Templo y el nombre del Mesías. Es una preexistencia en la mente de Dios, no
"real". En la apocalíptica, el Hijo de hombre aparece como
preexistente (Hen 39,7s; 52,9; 62,7; cfr. 4Esd 13,26. 52ss)
"Antes de que se creara el sol y las constelaciones, antes de que se hicieran los astros del cielo, su nombre fue invocado ante el Señor de los espíritus... Por eso fue elegido y escogido junto a él antes de crearse el mundo y por la eternidad" (Hen 48,3.6;).
Juan
bautiza “con agua”; descubriendo quien es Jesús, Juan Bautista descubre más
plenamente su propia misión. El espíritu señala a Jesús y, asimismo, hace
posible el nuevo bautismo.
“He
visto” (en tiempo perfecto: perdura en sus efectos); implica que el Espíritu
permanece todavía. El doble "he visto" refleja la profecía (Is 40,5).
Supone la acción del bautismo sin mencionarla. Hay una evolución desde Mc, a
Lc, que la menciona tangencialmente y Mt que trata de explicar el por qué. Hay,
de todos modos vestigios de la tradición: la paloma, el Espíritu, el
reconocimiento de Jesús como Hijo... Juan Bautista no lo conocía (v.31a) pero
puede manifestarlo porque "ha visto".
La
referencia a la paloma que se posa sobre él alude al descenso del
Espíritu.
"...el Señor levantará un nuevo sacerdote sobre quien las palabras del Señor serán reveladas. Efectuará sobre la tierra el juicio de la verdad muchos días. Su estrella se levantará en los cielos como un rey ...los ángeles de la gloria de la presencia del Señor lo llenarán de gozo. Los cielos se abrirán y del templo de la gloria descenderá sobre él santificación... El espíritu de entendimiento y santificación permanecerá sobre él en el agua..." (Testamento de Leví 18,2-11)
cumpliendo así el anuncio de
Is 11,2; 61,1; Jesús no lo recibe para cada caso (como es el caso de los
jueces) sino de una vez para siempre. El testimonio, que será tan importante en
Juan, llega a través de Juan Bautista (en 5,33-35 se lo nombrará entre los que
testimonian a favor de Jesús. La teofanía (descenso del Espíritu, voz del
cielo) es más sencilla que en los Sinópticos. Pero, de todos modos, es
coincidente que el descenso del Espíritu lo señala como instrumento singular de
Dios (Is 11,2)
"Luego de esto, se levantará una estrella de Jacob en Paz; un hombre surgirá como Sol de justicia de mi posteridad, caminando con los hijos de los hombres en dulzura y justicia, y en él no se encontrará pecado. Los cielos se abrirán sobre él depositando el espíritu como bendición del Padre Santo. El pondrá el espíritu de gracia en ustedes, y ustedes serán hijos en verdad y caminarán en el primero y el último de sus decretos" (Testamento de Judá 24,1-3).
“Bautizará
con Espíritu Santo”, no coincide con los Sinópticos: Mt y Lc hablan de
"con Espíritu Santo y fuego" (cfr. Is 4,4: fuego como purificación
destructiva). El espíritu es considerado purificador (Is 32,15-18; 44,3-5; Ez
36,25-27; Jub 1,23; 4 Esd 6,26; TestJud 24,3; 1QS 4,20s). Juan Bautista comprende
que su actividad prefigura el verdadero bautismo. El suyo es un acto de
conversión y renacimiento en las simbólicas aguas del Jordán; Juan Bautista
está anticipando la afirmación de que para entrar al Reino hace falta renacer
del agua y el Espíritu. Y es Jesús mismo quien es la fuente del Espíritu para
los creyentes; sobre él permanece, él lo da (3,5.34; 7,38-39; 14,16; 20,22).
Pero Juan va a referir a un nacimiento (3,5), el bautismo que eleva a la
condición de hijos de Dios (1,12). Sólo el que viene de lo alto (3,31) puede
hacer nacer de lo alto (3,6-8). El Mesías aportará el don por antonomasia, el
Espíritu (3,34; 6,63; 7,37-39).
“He
visto...” es “he dado testimonio” (el tiempo es perfecto y por tanto la acción
persiste); su testimonio, valedero para siempre, es estable, se basa en el ver.
Algunos manuscritos leen
“elegido” y muchos otros dicen “hijo”. Resultaría extraño que cambiaran
"Hijo" por "Elegido", mientras que lo contrario es probable
(cambiado en la discusión contra los adopcionitas).
Un texto de Qumrán refiere
"elegido" a un personaje providencial:
"todos sus cálculos sobre él fracasarán, aunque la oposición de todos los vivientes será grande. ... sus proyectos, porque él es el elegido de Dios. Su nacimiento y el soplo de su aliento sus proyectos existirán por siempre" [4QMess aram (4Q534) o 4QNoé I,10].
Aunque Dios eligió a muchos,
la referencia a Is 42,1 recuerda la relación bautismo-Siervo (cfr. 1 Hen 49,2;
50,5).
"En aquel día, mi Elegido se sentará en el trono de gloria..." (1 Hen 45,3
La referencia es al Siervo,
sobre quien reposa el Espíritu.
Relacionándolo con el Prólogo
y la conclusión se atribuye a Juan Bautista la plenitud de inteligencia del
misterio. La frecuencia del verbo "ver" invita a releer: a los ojos
de Juan Bautista el Espíritu permanece en Jesús quien, dada la palabra de Dios,
bautiza en Espíritu. El testigo concluye: es Hijo de Dios; rey de Israel,
delegado de Yahvé, manifestado en términos de filiación (Sal 2,7). Juan
Bautista continúa hablando el lenguaje del AT. Juan Bautista puede no haber
pasado la perspectiva accesible a sus oyentes, pero Juan Evangelista incluye
toda otra perspectiva La referencia a la "voz", a pesar de su
paralelo sinóptico tiene una diferencia: no es, aquí, una voz del cielo, sino
la de un hombre; es un acontecimiento revelador, el testigo, de no saber pasa a
anunciar la palabra divina. La fe lo transforma en la más íntimo de su ser.
Foto
tomada de www.antenamisionera.org
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