¿Hablar desde el poder o hablar desde el pueblo?
Eduardo
de la Serna
Hace muchos años, en una
reunión del CELS, Damián Loreti comentaba que estaban debatiendo una posible
Ley de Medios, y que había sectores del poder que decían que “no era tiempo”,
no se “puede debatir estos temas en año pre electoral”. Claro, en Argentina
cada dos años hay “años pre electorales” y cada otros dos años alternados hay “años
electorales”. Es decir, la ley no debía debatirse nunca.
Cuando el gobierno habló de
debatir la reforma del poder judicial (así, con minúscula) salieron los
sectores del poder a decir que no era tiempo de hacerlo ya que la situación era
preocupante entre lo económico y la pandemia. El tema – urgente y necesario – ahí
quedó, en los eternos cajones de los poderes públicos.
Ahora, el presidente y algunos
sectores del gobierno dijeron que habría que debatir el uso recreativo de la
marihuana, y un cura (en todo su derecho de opinar) se manifestó en desacuerdo.
Y La Nación (es decir, el poder) tituló que “La Iglesia” rechazó la propuesta
de debatir. El argumento, el de siempre, es que “no es tiempo”, para empezar. Y
no está mal preguntarnos ¿cuándo es tiempo de dar este o cualquier otro debate?
Y, ¿quién decide que es tiempo de hacerlo? ¿la “Iglesia”? Es curioso que siempre
es "la Iglesia" cuando es a favor de los poderosos, y, por ejemplo, somos
“los curas K” cuando decimos algo contrario a lo que el poder ha decidido; del
mismo modo que es "la justicia" cuando están de acuerdo con lo que
dice un juez, mientras que es "el juez X [o directamente "X") el
que condenó / absolvió” diferente a lo que el poder quiere, desea, ordena…
En lo personal no tengo una opinión
formada, y por eso me resulta interesante que se debata, por ejemplo, el tema
de la legalización de la marihuana para uso recreativo. Así se puede escuchar a
unos y otros que con sensatez (lo que es de esperar… aunque si ocurre como en el
debate por el aborto, eso no suele ocurrir en ciertos casos) darán opiniones o
presentarán argumentos en favor o en contra de la pertinencia. Pero, en lo
personal, no espero que sea “la Iglesia” (y menos un fulano, por más mediático
que sea) quien decida y habilite “el tiempo”. Por supuesto que, como “cualquier
hijo de vecino”, el cura Fulano, el obispo Mengano, o el diácono Perengano
tienen todo el derecho del mundo de opinar, y no está mal, además, escuchar con
atención a aquellos que tienen (o tenemos) más o menos contacto con las
realidades duras de nuestro presente. Pero, siempre teniendo claro (1) que no
somos delegados de nadie, porque nadie nos ha delegado; (2) que yo puedo decir
algo de lo que ocurre en mi barrio, algo, también, pero menos certeramente, de
lo que ocurre en los barrios donde hay curas amigos, pero, si de una norma
legal hablamos, se trata de pensar el país entero, y no un barrio, una villa,
un pueblo… Pero no espero que desde el poder se vean apoyados por otro poder (=
la Iglesia) para clausurar o impedir debates. Eso de silenciar voces porque “el
silencio es salud” ya lo hemos vivido. Y no nos fue bien; fue “cuando se
callaron las iglesias”, creo recordar.
Foto tomada de https://www.perfil.com/noticias/columnistas/errar-es-humano-pero-en-este-diario-resulta-grave.phtml
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