Cuando “el otro” no existe
Eduardo de la Serna
Es
casi divertido, si no fuera trágico, que hablen de república los que no hacen
sino burlarse de ella, aquellos para los que la cosa-pública [res-publica]
no cuenta porque no es privada. Y el tema es demasiado grave como para pasarlo
por alto.
Porque
la educación que cuenta, la salud que cuenta, para algunos, solo es la privada,
y la pública hay que degradarla a su mínima expresión (o degradarla de
ministerio a secretaría por caso; o negar las universidades y los hospitales de
la provincia).
Porque
los territorios no cuentan para todos sino solo para hacer negocios
inmobiliarios, y llenar la ciudad de gentes sin casas y casas sin gente como
bien dice Miriam Bregman.
Porque
el trabajo de un periodista no importa y se puede impunemente arrancar,
mancillar y tirar al piso mojado su instrumento de trabajo (curioso acto
reflejo con el cubo de C5N estando el de TN al otro lado, y ¡Macri no es zurdo!).
Porque
se puede manipular el poder judicial llevándolo a su más patética expresión de
sumisión y dependencia, todo en el provecho personal o el de los aliados
(amigos ya sería otra cosa).
Porque
con total impunidad pueden figurar como candidatos un ex intendente que llenó
de basura el municipio, un concejal en cuyo poder se encontraron 52 caños
robados por el precio de varios millones de dólares, una diputada responsable
de la muerte de miles de niños por colecho, habituada a denuncias insustanciales,
una amiga (o algo así) de un pseudo-abogado y espía procesado y con prisión
preventiva, un y una nada amigos de René Favaloro, un maleante de la palabra o
las redes sociales que ensucia todo lo que toca porque no es pelota de vóley… y
se podría seguir. Interminablemente seguir.
Y
no se trata de las propuestas políticas (insustanciales o inexistentes), se
trata de la actitud evidente para la cual las otras y los otros no existen más
que para capturar sus votos, o para robarles su identidad y hacerlos figurar
como aportantes.
Y
no se trata del discurso fácil y pegadizo de que no van a cobrar más que apenas
de la dieta legislativa… que me recuerda cuando Macri modificó el estatuto del
Club Boca Juniors en el que solo quien podía responder con sus bienes podía ser
presidente (es decir, sólo él). La política para los que tienen dinero o sus
lacayos… esos que nunca, pero ¡nunca!, han hecho ni pensado ni buscado ni pretendido
nada para los que ellos mismos victimizan, desprecian, o esclavizan. Ya sabemos
lo que pasa cuando ellos (y para ellos) gobiernan (o manejan).
Ah…
y lograron instalar una palabra como “mala palabra” para aquellos que buscan al
menos algo para los otros: ¡populismo! Es decir, ¡si alguien pretende algo, o
mucho o todo para “los otros” es un populista y si solo se mira a sí mismo es
un republicano! Curioso uso del lenguaje, curiosa manipulación de las palabras,
curiosa miseria. Pero es sabido que el que tiene busca siempre tener más. Y
más. Y más. Eso de que “como es rico no necesita robar” que una pobre
conductora televisiva instaló y otros/as repitieron es una ofensa… Ofensa
porque significa que los pobres habitualmente roban; ofensa porque estamos
habituados a que los ricos roben, mucho, bastante, habitualmente, frecuentemente…
Y, para peor, porque la experiencia de 4 años nos ha mostrado la falacia.
Falacia que siguen repitiendo los que se benefician de las migas que caen de la
mesa de los señores…
Se
trata de mirar a los/las/les otros/a/es… A los que en cristiano se llama “prójimos”;
se trata de buscar el bien común; se trata de política, no de negocios. Pero
pretender que entiendan es (como decía mi viejo) “pedirle Pérez a los Olmos”. Y
todos sabemos que los Macri, los Larreta, los Vidal jamás serán Pérez.
Foto
tomada de https://sdejesucristo.org/diez-formas-de-amar-al-projimo/
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