El beso de Judas
Eduardo de la Serna
El término “beso”, en griego, se dice fílêma, donde está la raíz filía, amor, amistad. El beso es un signo
de la amistad, y puede ser incluso un signo sagrado expresión del amor
religioso (lo que se suele llamar “el beso santo”, que es un saludo en el seno
de la comunidad; Pablo, con frecuencia, invita a los suyos a expresar ese
saludo al finalizar las cartas). Para ser precisos (y a su vez crueles) cuando
Judas dice “aquel a quien yo bese”, el texto griego dice literalmente “a quien
yo ame” (Mc 14,44; Mt 26,48; cf. Lc 22,47, es decir “exprese mi amor”).
Obviamente la intención del hecho es señalar lo terrible del contraste, cosa
que Lucas resalta claramente: “¿con un beso entregas al hijo del hombre?”
(22,48).
Judas conoce bien a Jesús, es uno de sus amigos
cercanos, uno que comparte el tiempo, la mesa y el plato de Jesús, y, por lo
tanto, puede señalarlo sin dudas – especialmente en la noche – a los que lo
buscan para prenderlo. Lo dramático de la escena es el signo elegido por Judas
para “marcarlo” a Jesús. Un signo de amor y amistad se transforma en un signo
de entrega y traición. Para los Evangelios, el hecho fue tan dramático que
Marcos, que quiere resaltar lo dramático de la pasión, nos dice simplemente que
lo entrega sin dar motivo alguno del hecho; Mateo (27,9; influido por Jeremías 12,14
y Zacarías 11,13) destaca que lo hace por dinero; Lucas, seguido por Juan,
indican que Satanás entró en Judas y por eso lo entregó (Lc 22,3; Jn 13,27).
Recién un apócrifo gnóstico, el “Evangelio de Judas” dirá que sólo Judas sabe
que Jesús debe liberarse del cuerpo, que es negativo, y entregarlo a la muerte
es el modo; por eso sólo él es verdadero discípulo de Jesús.
No es evidente el motivo histórico por el que Judas
lo “entrega” (entregar es el verbo usado en casi todos los casos, aunque Lucas
7,52 habla de “traición”). A modo complementario, mientras Jesús, en Mateo, dice
que “a nadie llamen rabbí” (23,7.8) Judas se dirige a Jesús con ese título;
mientras en Lucas, el modelo de discípulo – por caso, Bernabé – es el que
comparte, tanto que teniendo un campo lo vende y entrega el dinero a los discípulos
cf. 5,11.2; 18,22; Hch 4,36), Judas, con el dinero de la traición se compra un
campo con el salario de la iniquidad (Hch 1,18).
Tan dramática es para las primeras comunidades la
acción de Judas, que Mateo compara su muerte con la de Ajitófel, que había
traicionado a David y se ahorca (2 Sam 17,23 / Mt 27,5) mientras que Lucas la entiende como
la muerte de quienes no comprenden la muerte del justo cayendo de cabeza (Sab 4,19 / Hch 1,18;
cf. Lc 23,47).
Ciertamente, decir “Judas” no es, para nada, algo halagüeño
para nadie. La escena, con frecuencia recreada, de Astiz besando a las madres
de Plaza de Mayo en la Iglesia de la Santa Cruz para marcarlas para su
posterior desaparición, recuerda con simpleza a aquel.
Alberto Fernández fue a visitar en su internación a
Milagro Sala, presa política de los gobiernos de Macri y del mismo Alberto. En
la visita, la besó. Hoy Milagro dijo que fue el beso de Judas. Milagro sigue
presa.
Imagen tomada de http://artesacro.org/Noticia.asp?idreg=81376
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