Tabitá, una discípula
Eduardo de la Serna
En el libro de los Hechos de los apóstoles, después
de mostrar el encuentro del perseguidor Saulo con Jesús resucitado y su
posterior acceso a la fe, se sigue hablando de Pedro, aunque, lentamente éste irá
dejando su lugar a Pablo quien será el personaje central de la segunda parte de
la obra. Ahora se menciona que Pedro cura a un paralítico en Lida (9,32-35) lo
que culmina con numerosas “conversiones al Señor” (v.35). Pero cerca de allí, en
Jope muere una discípula y Pedro es convocado de urgencia. El apóstol resucita
a la mujer y “muchos creyeron en el Señor” (v.42). Como puede verse, el tema
central del libro es destacar cómo va “creciendo” la fe en Jesús en la región.
Pero veamos brevemente algo de esta discípula que mereció que enviaran “dos
hombres” a buscar a Pedro y pedirle que “no tardes en venir” (v.38).
El nombre arameo de la mujer es Tabitá, y el autor
indica su traducción: “que quiere decir Dorkás” (v.36). Dorkás es
un vocablo griego que significa “gacela”, un pequeño animal de la familia de
los ciervos. El término – por el modo habitual de usar estos “sobrenombres” – puede
aludir a alguien que era una esclava, pero no es necesariamente así, lo cierto
es que se indica que ella era “rica en buenas obras y en limosnas” (ambos
términos son muy importantes en la obra de Lucas). En seguida se destaca que las viudas lloran esta
muerte y le muestran a Pedro las túnicas y mantos que Tabitá/Dorkás hacía
(v.39). Evidentemente el acento del texto está puesto en que las “buenas obras”
que realiza Dorkás se tratan de “vestir al desnudo”, atender a las viudas (lo
que es una suerte de “diaconado” en Hch 6,1).
El
cuerpo de la muerta se encuentra depositado en la estancia superior. Elías y
Eliseo también resucitarán un muerto que se encuentra depositado “arriba” (1 Re
17,19; 2 Re 4,21), ambos
profetas, además, quedan a solas con el muerto y piden a Dios por la vida del
difunto (en Hechos 20,7-12 también Pablo resucita un muerto, también "arriba", v.8). Evidentemente el
libro de Hechos quiere señalar que, del mismo modo que Jesús repite (y supera)
a Elías y Eliseo (ver Lucas 4,25-27), también Pedro y Pablo lo hacen. Pero, en
este caso particular, se trata de alguien que es atendido a pedido urgente de la
comunidad, especialmente de las viudas (que en la Biblia son ejemplo típico de
personas desamparadas, como lo son también los huérfanos). Así, Tabitá es
presentada como cristiana ejemplar (no dice que ella fuera viuda). “Den en limosna lo que tienen y todas las
cosas serán puras” (Lc 11,41), “den limosna y háganse un tesoro inagotable en
el cielo” (Lc 12,33). Esa es la “riqueza” de Tabitá, sus “buenas obras” (la atención a las viudas es un tema muy importante en
las comunidades cristianas de tiempos de Hechos de los Apóstoles; ver 1 Timoteo 5,1-16).
Pero hay un tema que no podemos descuidar. En aquellos tiempos, los filósofos o los rabinos solían tener “discípulos”, pero no existe la posibilidad de que alguien sea “discípula”, por eso el término no se usa en la lengua griega de entonces y no existe en arameo. Y acá lo interesante: “algo” de la vida de Tabitá (sin duda su compartir la vida y los bienes con los pobres) la hizo acreedora de que Lucas “inventara” una palabra inexistente y nos dice que ella era “discípula” (v.36). Así, algo que ya se insinuaba en María Magdalena y sus compañeras en Lc 8,3 (una diakonía y servicio con los bienes) y un discipulado femenino. Pero no debemos descuidar algo importante: para los Hechos de los Apóstoles, el servicio a los pobres (y no los títulos o las etiquetas), a los desprotegidos de la sociedad es los que nos constituye en verdaderos discípulos. Y discípulas; en Hechos hay otras mujeres en semejante situación, "Tabitá no estaba sola".
Pintura tomada de https://es.wikipedia.org/wiki/Tabita#/media/Archivo:Raising_of_Tabitha.JPG
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