Hoy hubo una marcha
Eduardo de la
Serna
Hay una serie de
cosas, festivas o preocupantes que son movilizadoras. Hay ocasiones en las que
hay agrupaciones convocantes y otras en las que, aún a pesar de ello, más multitudes
se sienten convocadas.
Hoy,
agrupaciones del peronismo, por ejemplo, convocaron a una marcha. Primero, por
la mañana para acompañar a Cristina a los tribunales de la corrupción e
injusticia y, luego, ya notificada en su modo arbitrario de detención,
convocados a la plaza del Pueblo. La plaza donde hubo un 17 de octubre y luego
fueron muchos, la plaza del terrorismo un 16 de junio de 1955, la plaza de un 9
de diciembre de 2015 para despedir a alguien a quien se le quería manifestar el
cariño… Pero también mucha, ¡muchísima! Gente fue por su cuenta. Eso es algo
que se ve de solo mirar, de solo caminar. Claro que, hay que reconocerlo, hoy
como algunas veces, como la marcha contra el “2x1”, caminar era difícil. Muy
difícil. Y me refiero a la cantidad impresionante de gente que hubo. Porque, es
sabido que hay marchas a las que se va por solo ir, y por tanto, se puede decir
que la marcha empieza cuando uno llega y termina cuando uno se va. Pero hoy,
los que se iban eran muy pocos, y seguía llegando gente.
¿Qué se veía en
la gente? ¡Como siempre! La alegría de estar juntos, de encontrar miles y miles
de rostros de hermanos y hermanas desconocidos. Se veía gente seria, gente
festiva. Pero – a pesar que podría esperarse, dado lo convocante – no se veía
odio. Es que hemos aprendido que ellos quieren que los odiemos y hacen todo lo
posible para que así suceda. Saber, por ejemplo, que hay más de 400 genocidas
(repito… ¡genocidas!) con prisión domiciliaria y ¡ni uno sólo! tiene tobillera,
revela lo que buscan, tanto los corruptos de la no justicia, como los del poder
político vasallo del económico. Hacen todo lo que está a su alcance para ser
odiados. Pero hemos aprendido que sí así ocurriera, estaríamos “jugando en su
cancha”, con sus reglas. Estaríamos perdidos, porque son muy buenos en eso de
odiar. Es que el odio es muy llamativo; es estruendoso, como las bombas,
penetrante, como la tortura, lacerante, como el hambre. El amor, en cambio,
como el buen fuego, va por debajo, como las raíces o los cimientos. Y en
ocasiones, no se ve hasta que “ahí está”, un árbol o una casa, lugar de sombra
o de cobijo.
Hemos aprendido
– desde Evita, pasando por las Madres y las Abuelas hasta llegar a nuestros
días – que “el amor vence al odio”. Y pareciera que “no hemos amado lo
suficiente”. Porque, en cristiano, y en peronista, el amor es militancia. Y hoy,
una vez más, fuimos convocados a la militancia. A amar más, a mostrar ese amor
a los jubilados, a las personas con discapacidad, a la salud pública, la
educación pública, los científicos… y sin olvidarnos de Gaza, y sin olvidarnos
de Milagro. Es que el amor, porque es militancia no nos deja descansar… Nos
impulsa con esa alegría agotadora que – como hoy, en una marcha – nos pone
frente a otras y otros, nos pone frente a la Patria. Hoy, un pueblo en marcha,
en su plaza y saludando a su dirigenta fue convocado. Y un pueblo en marcha
invita a sospechar que es cierto eso de que más temprano que tarde, ¡vamos a
volver!
Foto tomada de https://infonews.com/el-mensaje-de-cristina-a-una-plaza-de-mayo-colmada-vamos-a-volver.html
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