viernes, 29 de septiembre de 2017

Carta abierta a un mafioso

Carta abierta a un mafioso


Eduardo de la Serna



En los últimos tiempos te pusiste de moda. Algo terrible para alguien que hace del ocultamiento su máximo poder. Por todas partes en los discursos oficiales se te nombra, se alude a vos y a tus actos. Es decir, se te debilita. ¿A quién podría extorsionar públicamente un “mafioso”? ¿cómo podría amenazar, sobornar o amedrentar “a la vista”? Lo oscuro, la noche, lo tenebroso es fundamental para que la mafia sea tal. Y te pusieron a la luz. ¡Estás perdido, hermano!


Es cierto que no se te “nombró”, se aludió a “todas las mafias” y se mencionó los lugares de operaciones. Es cierto que faltaron algunos, pero era simplemente ilustrativo. O se aprovechó algún caso resonado de un sindicalista que nadie querría defender para mostrar cómo “las mafias” empiezan a caer. Si fuéramos malignos podríamos sospechar que mencionarlos así, sin nombres, sin pruebas, sin datos es puro márquetin aprovechando que – dada la obvia ignorancia de tu rostro, tu nombre o tu actividad “legal” – cualquiera puede ponerle el nombre que quiera, el rostro que quiera, el dato que quiera. Y – además, seamos sinceros – ¿quién defendería a “la mafia”? Sería como decir “pobreza cero”, “justicia independiente”, “paz mundial”. ¡Sólo un perverso o un psicópata podría oponerse! La cara angelical de la gobernadora (¡excelente actriz, por cierto!) hablando de la mafia “¡me pusieron una bala en mi escritorio!” (algunos recordamos que esa misma policía bonaerense secuestró al secretario de gobierno de otro gobernador y nadie hizo tanto escándalo, ¡en fin!), y el presidente con su sonsonete de pastor electrónico hablando de que “juntos” se “puede” vencer a las “mafias”, aunque – curiosamente – hace todo para que no estemos juntos y pareciera que las “mafias” son todos los que se oponen a él y a sus intereses. Porque – reconozcámoslo – al mencionar a Héctor Recalde se le fue un poco la mano… bueno, y con lo de los jueces y el fuero laboral, ¡también!; bueno… convengamos que los fondos buitres actuaron de manera mafiosa. Y – si de anonimato y chantajes en la oscuridad hablamos – también los trolls son bastante mafiosos. Bueno, la complicidad con los medios de comunicación para que no se diga lo que no conviene y se repique, repita y resuene lo que conviene es bastante oscuro. Y los carpetazos, la complicidad del poder judicial, las cosas hechas en secreto tipo Panamá, Bahamas, Correo, Avianca, Odebrecht, Calcaterra, Niki Caputo, la Anónima, Morales y su imperio jujeño… Bueno, pero no exageremos, son solo ejemplitos. Lo cierto, hermano mafioso que estás “en el horno”. Nadie creerá que la constante referencia a vos es hueca, todos sabemos que existís (los mafiosos, que los hay, ¡los hay!), como la mafia rusa, la mafia china, la mafia siciliana (bueno, esa no tanto porque de allí viene la familia del Capo), la mafia judicial (los laboralistas, no la Corte, por supuesto), y la mafia macrist… ¡ah, no! ¡esa no! En fin… al fin llegó la hora en que se te acabe el poder, aunque todavía no tengas nombre, rostro ni oficio. Estás muy pronto a ser “revelado” (porque cuando caiga este gobierno -que caerá- todos podrán saber que “en todo estás vos”, Mauri).

Imagen tomada de argentinatoday.org

martes, 26 de septiembre de 2017

Domingo 26A

Mejor que decir, es hacer…

DOMINGO VIGESIMOSEXTO - "A"


Eduardo de la Serna




Lectura de la profecía de Ezequiel     18, 24-28


Resumen: confrontando con la teoría de la retribución según la cual Dios pagaría en los hijos los pecados de los padres, el profeta insiste que la retribución de Dios será individual, aunque deja espacio para el cambio de actitud.

El profeta comienza con una crítica a un proverbio que parece habitual ya que también lo encontramos en Jeremía (31,29). En él se intenta transferir a los hijos la retribución por el pecado ya que la experiencia les indica que no siempre “al malo le va mal”. Sin embargo, ambos profetas son conscientes de la injusticia que esto encierra y afirman que Dios no está de acuerdo con ese dicho.

A continuación, Ezequiel señala una serie de párrafos casuísticos (vv.10.14.21.24.26.27) en este caso enmarcado por el cambio de actitud: del “justo” (vv.24.26) pero también del “malvado” (v.27). En ambos casos la “casa de Israel” afirma que “no es justo” el proceder del Señor, quien retóricamente repite la pregunta y pregunta: ¿no es más bien el proceder de ustedes el que no es justo?” (vv.25.29). 

El criterio es precisamente la retribución individual. Pero tanto el justo como el malvado pueden cambiar de actitud asumiendo la contraria, y esto será tenido en cuenta por Dios en el momento de retribuir a uno u a otro.


Lectura de la carta de san Pablo a los cristianos de Filipos     2, 1-11


Resumen: Pablo invita a la comunidad a vivir en su seno de una manera que la debe caracterizar en su seno por la unidad y la humildad.

La segunda parte de esta lectura, el llamado “himno” fue recientemente comentada en la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz. Comentaremos, entonces, sólo la primera parte (que es la lectura breve que se propone). Remitimos a ese sitio para completar el texto.

El texto comienza con un “si algo según” presentando cuatro condiciones que parecen suponer el verbo “vale”, o “cuenta”: si algo la exhortación, si algo la consolación amorosa, si algo la comunión del espíritu, si algo lo entrañable y compasivo… Son términos sumamente importantes, sin duda, y aluden al ámbito divino. Pablo invita a los filipenses a vivir de esta manera sublime. Y a estas cuatro características les propone cuatro invitaciones: un mismo sentir, un mismo amor, con-vivir y sentir (sentir en…). Todas aluden a la vida que Pablo espera en el seno de la comunidad. No sabemos si la situación al interno de la comunidad era de armonía (con lo que Pablo los invitaría a mantenerla) o de una cierta discordia (con lo que los exhorta a abandonarla). Lo cierto es que vivir de esa manera es algo que haría plena la alegría de Pablo.

Sabiendo que algunos por “rivalidad” (eritheia) predican el Evangelio allí donde Pablo se encuentra prisionero (1,17), les recuerda que nada hagan con rivalidad, y tampoco por vanagloria (kenodoxía; única vez en el NT). El término está conformado por dos palabras, kenos es lo vano, lo nulo, la nada (de allí la kenosis, el anonadamiento) y la doxa es la gloria. Ambos términos los encontraremos sueltos en el “himno”, pero en sentido contrapuesto ya que por su hacerse “nada” (ekenôsen) Dios le dio el nombre para la “gloria” (doxa) de Dios Padre. No se trata de buscar la vana-gloria sino saber que al hacerse nada, Dios recibe gloria al reconocer a su hijo Jesús. Esta kenodoxia (vanagloria) que se ha de evitar (v.3) tiene como contracara la humildad (tapeinófrosyne) que lleva a verse mutuamente a los otros como superiores a [por encima de] nosotros mismos; por lo que se ha de buscar “lo de los otros” antes que lo de “nosotros mismos”. Es en este contexto que propone el descenso de Cristo (kenosis) como algo que debe imitar la comunidad. Si la comunidad debía tener “un mismo sentir” y “sentir en” (fronéô) ahora se le recalca que debe tener los “sentimientos” (fronéô) de Cristo Jesús. Esto es lo que desarrollará a continuación en el himno.



+ Evangelio según san Mateo     21, 28-32

Resumen: con una parábola sencilla Mateo provoca a su auditorio a tomar conciencia que la obediencia al proyecto de Dios viene dada por los hechos y no por las palabras. Y esto queda reflejado en la actitud que frente a Jesús tomaron los desplazados sociales por un lado y la aristocracia por el otro.


Mateo presenta una parábola que sólo él transcribe, aunque se ha dicho que esta pareciera ser el “original” de la llamada del “hijo pródigo”, cosa bastante dudosa ya que en el texto de Lucas el contraste entre los dos personajes está dado por el padre y el hijo mayor, mientras que en este texto está dado por los hijos y su obediencia al pedido del padre.

Como parábola es muy simple, quizás la más sencilla de las que encontramos en el Evangelio. Sin embargo, hay una serie de elementos que parece interesante comentar para enriquecer nuestra comprensión del texto.

En primer lugar, Mateo la inserta entre la controversia por la autoridad de Jesús que le plantean los sumos sacerdotes y ancianos del pueblo (21,23-27) y la parábola de los viñadores homicidas (21,33-46). En cierta manera rompe una lógica del texto de Marcos donde Jesús sí les dice “con qué autoridad” ha obrado, es decir, la del hijo (al que refiere la parábola de los viñadores, cf. Mc 12,6). Además, Mateo añade otra parábola al final de los viñadores (22,1-14) presentando una serie de tres, allí donde Marcos presentaba sólo una. Hay elementos en común entre estas dando la forma de una cierta unidad temática: entre la primera y la segunda el rechazo de las autoridades de la voluntad de Dios, o el envío de servidores en la segunda y la tercera, por ejemplo. Sin dudas la referencia a Juan, el Bautista que marcaba la pregunta de Jesús y la conciencia que los oyentes “no le creyeron” (v.25) parece atraer este texto (v.32).

Es interesante destacar que el padre de la parábola en nada se parece a un padre propio del patriarcalismo de su tiempo, la característica es que es “desobedecido” en ambos casos, sea por decirle sin dudar “no quiero” o sea por “no ir”. No es lo que se espera de un hijo que desobedezca a su padre.

Podemos señalar que –así como lo había destacado Mateo en otra parte, cf. 7,21-27 – la fidelidad a Dios no viene dada por la confesión explícita sino por la práctica (una suerte de ortopraxis por encima de la ortodoxia); puesto que lo que cuenta es la realización de la voluntad de Dios es evidente que la “hizo” el que si bien había dicho “no voy” finalmente fue. 

Un aspecto muy importante en el relato viene dado por el verbo “llegar antes” (proágousin), preceder. Preceder a alguien sin duda es un signo del mayor honor sobre los que vienen detrás. Preceder en el reino es signo del honor mayor, pero la ironía viene dada en el hecho de que para Jesús el esquema se ha invertido una vez más: los ancianos y los sumos sacerdotes estaban en lo más alto de la escala del honor social, mientras que las prostitutas y los publicanos eran lo más bajo, pero sin embargo estos tienen “precedencia” en el reino sobre aquellos. El motivo de esto viene dado porque “le creyeron” a Juan [el verbo se encuentra en aoristo, lo que remite a un momento concreto, es decir a la predicación de Juan y su presentación de Jesús, y su llamado a la conversión, 3,2.11]. 

Un elemento que suele ser pasado por alto parece importante de tener en cuenta: es sabido que Mateo siempre ha reemplazado el término “reino de Dios” que ha encontrado en Marcos por “reino de los cielos”. En este caso, “cielos” es la “morada de Dios”, una manera de aludir a Dios sin nombrarlo para evitar chocar al auditorio ya que nombrar a Dios es algo que se ha de evitar entre los judíos. Sin embargo, es de destacar que en cuatro ocasiones [en algunos manuscritos se agrega una quinta: 6,33] Mateo utiliza “reino de Dios”: una proveniente de Q (12,28), otra de Marcos (19,24) y dos propias de Mateo (una es nuestro texto, la otra es un versículo propio de Mateo en la parábola de los viñadores homicidas, v.43). Es muy probable que de este modo Mateo quiera resultar “chocante” ante su auditorio precisamente por algo que quiere resaltar de un modo muy claro. En este caso, es evidente que la inversión de los valores tradicionales como algo propio del reino es algo que Mateo quiere destacar claramente a su auditorio.


domingo, 24 de septiembre de 2017

El escándalo del pecado

El escándalo del pecado


Eduardo de la Serna



En cierta perspectiva – quizás legalista – se suele entender que un “pecado” es la violación de alguno de los “mandamientos”, y donde dice que algo se debe hacer hemos omitido hacerlo, o hecho lo que se dice claramente “no lo harás”. Podríamos decir que el tema bíblico es mucho más amplio y complejo, y un “pecado” es una “dirección de vida” más que algo que se hace o deja de hacer, pero podemos partir de este elemento.

Los mandamientos están ejemplificados en el llamado “Decálogo” (los Diez Mandamientos, que la catequesis eclesiástica ha deformado un poco, especialmente centrándose en lo sexual); también podríamos recordar los “tres mandamientos” aymaras: Ama Killa, Ama Lluya, Ama Quella (no robarás, no mentirás, no seas flojo), o los cuatro “mandamientos” de la ética mundial propuesta por Hans Küng:
  1. Compromiso con una cultura de la no-violencia y de respeto a toda vida: la antigua regla: “¡No matarás!” Dicho positivamente: “Respeta la vida”.
  2. Compromiso con una cultura de la solidaridad y con un orden económico justo: el antiguo mandamiento: “¡No robarás!” Dicho positivamente: “Obra con justicia y honradez”.
  3. Compromiso con una cultura de la tolerancia y con una vida en veracidad: la antigua exigencia: “¡No mentirás!”. En otras palabras: “Habla y actúa desde la verdad”.
  4. Compromiso con una cultura de la igualdad de derechos y de camaradería entre hombre y mujer: la antigua máxima “¡No harás mal uso de la sexualidad!”. En forma positiva: “Respétense y ámense los unos a los otros”.
Esto nos lleva a señalar que pareciera que en general, en gran cantidad de culturas, hay una serie de valores que se han de respetar y que la violación de los mismos constituye un delito o – religiosamente hablando – un pecado.

Debemos destacar que – mirando los mandatos bíblicos – no es prudente entenderlos desde una manera simplista:

Por ejemplo, “mentir” es un término muy confuso; llevado al extremo podríamos decir que mentir en un juego – como el “truco” en los naipes, que prevé que eso se haga – sería un pecado, lo cual es absurdo. El texto lo relaciona con el “falso testimonio” lo cual implica a un tercero: “yo soy testigo que fulano es inocente / o que mengano es culpable” lo cual implica sanciones o penas que se sostienen por ese testimonio que es falso. Lo grave está en que perjudica al hermano. O también “robar” es confuso, ya que no hay demasiada defensa de la “propiedad privada” en el Israel bíblico, pero sí ocurre que a veces los poderosos “corren los mojones” de los campos del pobre, o le prestan a usura, o incluso se apoderan de los deudores a fin de esclavizarlos a ellos o a sus familias; así le “roban” su libertad y su dignidad de hermano. Podemos decir que el “Decálogo” es un código de normas que tienen como objetivo primordial que Israel viva y se descubra a sí mismo como un “pueblo de hermanos”. Y el pecado es lo que atenta contra ello.

Con el avance de las ciencias sociales, viniendo más a nuestros días, se ha podido hablar de “violencia institucionalizada”, de “pecado social” o de “situaciones de pecado”. Así monseñor Romero, al recibir el doctorado Honoris Causa por la universidad de Lovaina, definió al pecado como “lo que dio muerte al Hijo de Dios y da muerte a los hijos de Dios”.

Los documentos de Medellín, al hablar de “Justicia” afirman: “Esta falta de adaptación a la idiosincracia y a las posibilidades de nuestra población, origina, a su vez, una frecuente inestabilidad política y la consolidación de instituciones puramente formales. A todos ellos debe agregarse la falta de solidaridad, que lleva, en el plano individual y social, a cometer verdaderos pecados, cuya cristalización aparece evidente en las estructuras injustas que caracterizan la situación de América Latina” y enseguida acota que Dios “en la plenitud de los tiempos, envía a su Hijo para que hecho carne, venga a liberar a todos los hombres de todas las esclavitudes a que los tiene sujetos el pecado, la ignorancia, el hambre, la miseria y la opresión, en una palabra, la injusticia y el odio que tienen su origen en el egoísmo humano”.

Al hablar de la “Paz” reitera: “Al hablar de una situación de injusticia nos referimos a aquellas realidades que expresan una situación de pecado”.

Al hablar de los “Sacerdotes” insiste: “Esto exige en todo sacerdote una especial solidaridad de servicio humano, que se exprese en una viva dimensión misionera, que le haga poner sus preocupaciones ministeriales al servicio del mundo con su grandioso devenir y con sus humillantes pecados; e implica también un contacto inteligente y constante con la realidad, de tal modo que su consagración resulte una manera especial de presencia en el mundo, más bien que una segregación de él”.

Al hablar de la “Pobreza en la Iglesia” destaca que “La pobreza como carencia de los bienes de este mundo es, en cuanto tal, un mal. Los profetas la denuncian como contraria a la voluntad del Señor y las más de las veces como el fruto de la injusticia y el pecado de los hombres”. La Iglesia debe ser pobre ya que así “Denuncia la carencia injusta de los bienes de este mundo y el pecado que la engendra”.

En nuestro reciente mensaje a la sociedad, los curas señalamos (cito la frase exacta):
Matar de hambre, desamparo o indiferencia al pobre es un pecado. Votar un gobierno que asfixia a los pobres, creemos que también lo es.
Algunos y algunas de buena voluntad (no me refiero a los centenares de trolls, mercenarios o fundamentalistas que inundan las redes sociales a los que nada que se diga por más razonable que sea les serviría) vieron con preocupación esta frase. Es más, ni siquiera la primera parte, la segunda es la incómoda. “Creemos” es la clave, un análisis prudencial, una mirada “desde” los pobres es la que nos lleva a hacer esa afirmación; no se trata de ponernos en un pedestal doctrinal, sino una invitación a mirar desde los pobres. “Este sistema mata” repite el Papa Francisco, ¿puede un cristiano, con su voto, avalarlo o ser indiferente a eso? Es eso lo que hemos señalado. “Invitar” a votar contra la muerte y la pobreza, la mentira y la indiferencia no parece demasiado exagerado; de eso se tratan los mandamientos.

Puede ser que algunos se sintieran incómodos por el “tono” o el “modo” del mensaje; no está mal tener presente que la realidad y la vida (y muerte) de los pobres, y los cada vez más empobrecidos por este sistema que mata es bastante más dura que el tono elegido. Y si sirve para sacudir modorras, despertar conciencias o estar alertas ha logrado su objetivo. No parece que fuera distinto el rol de los profetas en los tiempos bíblicos, y el profeta Jesús no parece haber sido demasiado “diplomático” cuando de defender a los pobres o los despreciados se trataba.



Imagen tomada de Enlace Judío

jueves, 21 de septiembre de 2017

Ante las próximas elecciones legislativas (Curas OPP)

Ante las próximas elecciones legislativas



Nos acercamos a las elecciones de medio término en el contexto de una situación muy delicada para el país. En nuestras Cartas al Pueblo de Dios y otras comunicaciones a la opinión pública, hemos abundado en descripciones acerca de las características del gobierno de Cambiemos, de las consecuencias ya visibles de sus políticas de corte neoliberal conservador, de su perfil autoritario que ha debilitado notablemente el estado de derecho.

Después de dos años, es largo el elenco de acciones reprobables: represión violenta a la protesta social y abusos de autoridad de las fuerzas de seguridad, protección a los capitales más que a los ciudadanos, promesas incumplidas, mentiras y falsedades permanentes, presos políticos, un desaparecido, persecución a quienes piensan distinto, aumento de la pobreza, desempleo, un insostenible endeudamiento que hipoteca el futuro, la especulación financiera, la desindustrialización, la entrega de nuestra soberanía.

Nos preocupa e indigna especialmente un rasgo cada vez más visible de este gobierno: no asume la función social del Estado y su necesario rol cohesionador. Expresiones del presidente o sus ministros y medidas de gobierno, están dirigidas contra los sectores más débiles o populares a quienes se les causa un visible perjuicio y sufrimiento, en especial porque son pisoteados sus derechos.

La lista sería interminable. La quita de miles de pensiones por discapacidad, la reducción de medicamentos gratuitos de primera necesidad entregados por el PAMI a los jubilados, el recorte de un programa histórico que brindaba asistencia técnica a pequeños y medianos productores y que excluye del beneficio a más de diez mil familias que viven en situación de vulnerabilidad, el desguace de las políticas de salud y la falta de medicamentos, los aumentos injustificados y delirantes de las tarifas de los servicios, el aumento de la mortalidad infantil. Estos casos sólo sirven de muestra. A esto debemos agregarle el gran ajuste y la extrema precarización laboral anunciadas para después de las elecciones.

Frente a esta coyuntura, como cristianos, sabemos que el resultado de estas elecciones puede confirmar o revocar el rumbo elegido por el gobierno, influyendo a su favor o en su contra en la relación de fuerzas, fortaleciendo o debilitando su poder político. Un gobierno que maltrata así a su población, y vive construyendo falsedades, es un gobierno que le da la espalda a los preferidos de Dios. Matar de hambre, desamparo o indiferencia al pobre es un pecado. Votar un gobierno que asfixia a los pobres, creemos que también lo es. Sin ningún temor o prejuicio sostenemos firmemente que un cristiano no puede darle el voto a un gobierno como éste, que multiplica las ayudas fraudulentas a sus amigos, facilita las ganancias de los ricos y condena a los pobres a la marginalidad y lo hace a la luz del día con mentiras y desparpajo.

Están en juego dos modelos antagónicos de país. Un país injusto y dependiente, que concentra la riqueza en una minoría o un país con la gente adentro, distributivo, soberano e inclusivo. La política no es una varita mágica ni una práctica purista, pero sigue siendo una herramienta imprescindible para forjar el destino de la sociedad y organizar la vida en torno a la dignidad, la libertad, los derechos humanos y la convivencia pacífica y solidaria.

Como cristianos y como curas, caminando a la par del pueblo, invitamos a votar contra este gobierno, contra la agresión a los pobres y vulnerables, contra el secuestro del futuro. Nos inspiramos en los amigos de Jesús, como el querido Santo Cura Brochero. En 1912, enfermo de lepra, casi ciego, escribe antes de las primeras elecciones legislativas en las que se aplicó la Ley Sáenz Peña de voto secreto y obligatorio. Militante del Partido Radical, alternativa popular frente al Partido Conservador, Brochero escribe sin dudar que Cárcano, el candidato conservador es “el hombre más funesto y contrario al bienestar y felicidad de los habitantes del Oeste” (carta 449) “los que votan por Cárcano van contra la felicidad y facilidades de los habitantes del Oeste” (carta 448, 26/9/1912) mientras que “votando por los candidatos que dará el Partido Radical buscan su felicidad, su engrandecimiento, el de la Provincia, y aún el de la Nación entera” (carta 451, 4/10/1912)

Inspirados en él, pues, y buscando la felicidad del pueblo y de los pobres creemos, sin dudarlo, que “no se puede ser cristiano y neoliberal”, como decía el recordado obispo Esteban Hesayne. Y exhortamos a nuestros hermanos a votar en consecuencia. “Los pobres, no pueden esperar”.

Mientras nos encaminamos a esta crucial elección del 22 de octubre, nos seguimos preguntando: ¿Dónde está Santiago Maldonado?


Curas en la Opción por los Pobres
Septiembre de 2017


foto tomada de Noticias Iruya.com

miércoles, 20 de septiembre de 2017

Resucitar (a Nisman)

Resucitar…


Eduardo de la Serna



Para los cristianos, la resurrección de Jesús es el punto de partida de nuestra fe. Si no resucitó “somos los más imbéciles delos hombres”, “vana es nuestra fe”, dice san Pablo. Es que la resurrección revela el sentido de la muerte (muerte entendida como “palabra” y “resurrección” entendida del mismo modo): Dios dice… ante la violencia imperial, ante el silencio impuesto por “el poder de Poncio Pilato”, Dios se reserva una palabra distinta, palabra de vida.

Resurrección no es volver a “esta” vida (eso sería la “revivificación”, como la de Lázaro, para usar un ejemplo); Jesús suspende la muerte “hasta nuevo aviso”. La resurrección para los judíos y cristianos, marca la llegada del “fin de los tiempos”, de una “nueva era” en la que la vida vence definitivamente a la muerte. La resurrección de Jesús es la primera de una lista que nos incluye. Por eso, simbólicamente, estamos llamados a vivir como resucitados, por ejemplo. La resurrección tampoco es una “vida en la memoria” (vive en el alma de su pueblo). Sin duda que la memoria es clave, pero lo es en cuanto revela, hace vivo.

Como era de esperar en estos tiempos caóticos y electorales, Nisman “ha resucitado”. No porque alguien intentara revivir un personaje (dejo de lado lo que quizás sientan algunos de sus cercanos y amigos, si los tuviera); no importa su vida (deplorable por cierto), lo que importa – eso es lo que se resucita, simbólicamente, aunque la resurrección durara unos pocos días – es la imagen de su oposición con el gobierno anterior. Importa la imagen de que pueden haberlo matado (comandos kurdos-iraníes, entrenados en Venezuela con financiamiento mapuche y con tecnología en teletransportación aportada por Corea del norte, quizás). Y si pudieron haberlo matado, los medios ya tienen claro cómo direccionar la imagen hacia una sola persona, la conocemos.

Resulta curioso que antes que empezara la nueva y sospechosa (y sospechada) pericia, la prensa hegemónica ya hubiera informado cuál sería el resultado. Tanta impunidad implica que ni siquiera importa un mínimo de credibilidad. Lo que importa es la posverdad.

En estos tiempos, donde el juez civil Andrés Guillermo Fraga desvinculó a Mauricio Macri de los Papamá Papers, donde un ministro (el que se elija, vale para prácticamente todos) hace lo que quiere, ilegalidades al por mayor, sin que ni un fiscal amague con investigarlo y donde hay un desaparecido y presos políticos, en estos tiempos creerle a un peritaje de Gendarmería es una elección. Alguien puede elegir creerle, “mentime que me gusta”. Pero en mi caso, que se me perdone, pero creer en la resurrección de Nisman me resulta tan creíble como el ahogo de Santiago Maldonado, la independencia del poder judicial de Jujuy, la "dulzura" de Vidal o que Macri es ingeniero.


Foto tomada de https://es.123rf.com/photo_31452617_la-luz-al-final-del-tunel-tumba-la-salvacion.html


martes, 19 de septiembre de 2017

Domingo 25A


La desconcertante gratuidad del Dios de Jesús
DOMINGO VIGESIMOQUINTO – “A”



Eduardo de la Serna



Lectura del libro del profeta Isaías     55, 6-9

Resumen: el duro exilio está finalizando. Yahvé anuncia el retorno, pero el pueblo debe buscar a su Dios, dejando de lado los dioses de los pueblos, y dejarse conmover por la palabra que el profeta le dirige.


El profeta había comenzado su texto invitando a los sedientos y a los que no tienen dinero a recibir sus dones (Is 55,1-3, ver 1ª lectura del domingo 18 A) sugiriendo que la sabiduría consiste en escuchar el mensaje del profeta y regresar a la reconstrucción de Jerusalén donde se cumplirá lo anunciado a David. Pero el único apoyo que tienen para creer radica en la confianza en la “palabra” de Dios, ya que las instituciones visibles de Israel (el rey, la tierra, el templo) han desaparecido. Esa palabra “cumple” aquello para lo que fue enviada (ver Is 55,10-11, 1ª lectura del domingo 15 A). 


En este caso, como es frecuente en varios profetas el acento está puesto en que Yahvé está cerca (ver Am 5,4; Os 10,12; Is 9,12; 31,1; Jer 10,21; 29,13). Siendo que el tema se encuentra también en Jeremías, Deuteronomio y Crónicas (cf. 2 Cr 12,14; 14,3.6; 16,12; 19,3; 22,9; 26,5) parece tratarse de un tema común ante el fin del exilio. 



Dt 4:29
Jer 29:13-14
Is 55:6
Desde allí buscarás a Yahveh, tu Dios; y le encontrarás si le buscas con todo tu corazón y con toda tu alma.
Me buscarán y me encontrarán cuando me soliciten de todo corazón me dejaré encontrar de ustedes (– oráculo de Yahveh–; devolveré sus cautivos, los recogeré de todas las naciones y lugares a donde los arrojé– oráculo de Yahveh– y los haré tornar al sitio de donde los hice que fuesen desterrados).
Busquen a Yahveh mientras se deja encontrar, llámenle mientras está cercano


Esa búsqueda – cosa extraña en el Segundo Isaías – se manifiesta con connotaciones morales y utiliza el verbo “perdonar”. Esto implica abandonar los otros dioses (notar la fuerza de “nuestro Dios”, v.7). «Y, en efecto, ¿hay alguna nación tan grande que tenga los dioses tan cerca como lo está Yahveh nuestro Dios siempre que le invocamos?» (Dt 4:7).


Sin embargo, esta cercanía de Dios con su pueblo se contrapone a la distancia impresionante entre los planes de Dios y los planes de los oyentes. Esto queda diagramado de un modo concéntrico donde se resalta la distancia:


A.- Mis pensamientos no son sus pensamientos

   B.- Ni sus caminos son mis caminos

      C.- Porque cuanto más altos son los cielos que la tierra, así son más altos

   B’.- Mis caminos que sus caminos

A’.- Y mis pensamientos más que sus pensamientos.



Pero estas palabras y planes – como se ve en vv.10-11 – son de salvación, de vida y de alegría.



Lectura de la carta de san Pablo a los cristianos de Filipos     1, 20b-26

Resumen: Pablo se encuentra en prisión. Y quiere calmar la angustia de la comunidad filipense diciéndoles que no conoce su suerte, pero que si muriera Jesús sería glorificado, pero que es probable que continúe vivo para seguir predicándoles el Evangelio.


Pablo se encuentra en prisión, y su situación parece desesperante a los ojos de los filipenses. Pablo intenta, entonces, calmar su angustia. Ellos han enviado a Epafrodito para acompañar a Pablo en sus necesidades. No interesa en este caso el lugar de la prisión, pero no parece distante de Filipos vista la fluidez de la comunicación que se percibe en la carta (probablemente se trate de una prisión en Éfeso). 


La unidad comienza en v.12 (“quiero que sepan, hermanos…”) donde dará información sobre su situación. Esta ha servido para que Cristo sea predicado ((vv.12-14), sea cual fuera la motivación de los predicadores (vv.15-18a). Ocurra lo que ocurriere, Cristo se manifestará (vv.18b-20). 


Aquí (v.20) Pablo no destaca su seguridad de que será absuelto en el juicio ante los tribunales, sino que ocurra una u otra cosa, de todos modos “Cristo será glorificado”. 


A partir de v.21 va a desarrollar lo que acaba de decir: tanto morir como vivir es mirado desde una perspectiva positiva. Vivir implica seguir anunciando el Evangelio de Cristo (“mi vida es [anunciar a] Cristo”, v.21), y eso es “más necesario para ustedes” (v.24), es “trabajo fecundo” (v.22) y por otro lado, la muerte es “ganancia”, encontrar a Cristo definitivamente.

Es evidente que Pablo tiene una mirada “cristiana” de la muerte: para los judíos, en un primer momento, la muerte era precisamente la ausencia de Dios: “los vivos son quienes te alaban” (cf. Sal 6,6; 88,11-12; Is 38,11) aunque, más lentamente al comienzo y más decididamente más tarde va surgiendo una cierta confianza en un “más allá” (Sal 16,8-11; 48,15; 73,23-25) hasta que finalmente –en varios grupos- surge la idea teológica de la “resurrección” (entendida, en un primer momento, como un volver a esta vida actual de nacer, crecer, reproducirse y morir…; cf. 2 Mac 7; Dn 12,2). Es la resurrección de Cristo la que da a sus seguidores un paso más en la concepción, es un “paso” a un encuentro con Dios y con Cristo. Es cierto que Pablo espera que eso ocurrirá pronto (ver 4,5 y también 1,6.10; 2,16). Para ser precisos, es evidente que Pablo, que en un primer momento esperaba estar vivo cuando Jesús llegara (ver 1 Tes 4,15.17; 1 Cor 15,51) a partir de su experiencia de cautiverio (cf. 2 Cor 1,8 que es probablemente la misma experiencia de prisión a la que alude en Filipenses) cree posible estar muerto cuando Jesús venga. Es decir: no es que se demore en venir, sino que Pablo probablemente ya no esté vivo. Pero, sea una u otra cosa, lo cierto – y es el tema en la carta – Pablo sabe que Jesús “será glorificado”, sea en la predicación sea en su muerte a causa del Evangelio.



+ Evangelio según san Mateo     19, 30--20, 16

 
Resumen: Mateo presenta una parábola que sólo se encuentra en su Evangelio. El relato es creíble y habitual – como suele ocurrir – hasta el desenlace sorpresivo. Como el propietario, Dios manifiesta un obrar gratuito, que no se guía por el pago, sino que lo sobrepasa manifestando su bondad que supera – sin anularla – la justicia.


La parábola que se lee hoy en la liturgia es exclusiva de Mateo, y la clave de interpretación la da la fórmula con la que el texto comienza y concluye sobre los últimos y los primeros. La narración, expresamente nos dirige hacia allí cuando intencionalmente el propietario dice al administrador (v.8) que empiece a pagar comenzando por los que llegaron últimos (es evidente que nada ocurriría narrativamente si hubieran cobrado primero aquellos que fueron los primeros en llegar ya que no se habrían enterado del pago a los últimos, y no se habría desencadenado el diálogo con el propietario, que es el objetivo del texto). 


Para comprender algunos detalles que ilustran la parábola es importante tener en cuenta que es frecuente que los que ofrecen su trabajo se ubiquen en lugares públicos con sus instrumentos de trabajo a fin de ser contratados (previa discusión sobre el pago que suele ser extensa). El horario de trabajo suele ser de 12 horas, desde las 6 de la mañana a las 6 de la tarde. El día se divide en tercios (hora tercia, 9 de la mañana; sexta, las 12 del mediodía; hora nona, las 3 de la tarde y sorprende la undécima, que es una hora antes de concluir: las 5 de la tarde). El pago – jornal – es un denario que es lo que se calcula que utiliza una “familia tipo” para vivir ajustadamente un día, y ha de pagarse al terminar la jornada (Lev 19,13; Dt 24,15). «Te daré como sueldo una dracma [moneda griega igual al denario romano] por día, y en lo demás tendrás el mismo trato que mi hijo”. (Tob 5:15). Se calcula que 12 litros de trigo costaban entre 3 y 4 denarios, lo mismo que un cordero; mientras un buey costaba 100; evidentemente como salario no era abundante.


El despliegue de la salida del propietario en distintos momentos a buscar trabajadores (horas tercia, sexta, nona y undécima) pretende crear el clímax narrativo del contraste entre los primeros [primera hora] y los últimos [hora undécima]; de hecho es de notar que los demás han desaparecido del relato y sólo cuentan aquellos. También es interesante notar que el tema no plantea una cuestión de “justicia” ya que el término se repite dos veces: “les pagaré lo que sea justo” (v.4) y “no te hago injusticia” (v.13). El término “justo” es frecuente en Mateo (x17, frente a x2 en Mc y x11 en Lc) y hace referencia a la fidelidad a la ley; y se dice tanto de José (1,19) como de Jesús (27,19), de Abel (23,35) o es paralelo de “profetas” (10,41; 13,17; 23,29) y es lo opuesto a “malo” (13,49), “injusto” (5,45) o “pecador” (9,13). “Hacer injusticia” es un verbo que sólo aquí se encuentra en Mateo (cf. Lc 10,19, adikeô), y el sustantivo también se encuentra una vez en Mateo en contraposición a “justos” (5,45; es más frecuente en Lucas, x9 y Hechos, x10. Ambos términos son frecuentes en Pablo). También es interesante el término “acordar / ponerse de acuerdo” (en un denario) que se repite al comienzo y al final (vv.2.13, symfonéô), y también lo habíamos encontrado cuando dos “se ponen de acuerdo” en la tierra y lo que pidan lo conseguirán del Padre del cielo (18,19). El propietario fue justo ya que pagó a los primeros según lo convenido. 


El término traducido por “amigo” (etaîre) se encuentra solamente tres veces en el Nuevo Testamento, todas en Mateo. Puede traducirse también por “compañero” y siempre es dicho de un modo positivo (en Eclo 37,2.4.5; 40,23 se encuentra en paralelo con otro término que indica amistad: filós). Sin embargo, en Mateo parece poner cierta distancia – no pareciera conflictiva – entre quien la pronuncia y su destinatario (cf. 22,13; 26,50), quizás en el sentido de uno ligeramente superior.


La conclusión del propietario alude al “ojo malo” (ver 6,23) que en Sir 14,8 se dice de la envidia [latín: in-vidia]: afirma que “malo es el de ojo envidioso, que vuelve su rostro y desprecia a los demás”. Nuevamente encontramos el contraste que habíamos visto entre (ojo) malo y (propietario) bueno (cf. 5,45).


Como es habitual en las parábolas, estas expresan en lo general algo que “todos” saben y reconocen, pero en la que ocurre algo que suscita la pregunta o el desconcierto. Y como es también habitual, la escena no concluye, de modo de poner a los oyentes ante la respuesta que cada uno ha de dar.


Más elementos que permiten profundizar el relato: Sin duda se trata de una hacienda media y no una grande, en cuyo caso lo habitual es el propietario ausente en la gran ciudad, y que queda a cargo del administrador. Es el mismo propietario el que sale en búsqueda de los trabajadores jornaleros. Por otra parte, en el mundo antiguo con frecuencia era preferible recurrir a jornaleros que a esclavos, especialmente en determinados trabajos. Si estos enfermaran, o incluso murieran el amo debía procurar lo necesario, cosa de la que se desentendía en caso del jornalero. De allí que – especialmente para trabajos en zonas difíciles como pantanos, o zonas anegadas, era habitual utilizar jornaleros. Algo semejante en caso de trabajos ocasionales como la vendimia, que solamente se realiza unas pocas semanas en el año.


Por otra parte, es interesante que la economía campesina se vio sumamente perjudicada en tiempos de Herodes Antipas. El campesinado se vio obligado a abastecer con sus productos a la población y corte de la nueva ciudad de Tiberíades (en homenaje a Tiberio). Si antes los pequeños campesinos – especialmente gracias al trueque, que era el modo habitual de comercialización entre ellos – se abastecían con sus productos intercambiando con los vecinos. La llegada de la burocracia el pago en moneda, los impuestos, y un cierto uso de la fuerza. Esto termina forzando a los campesinos a producir sólo aquello que será comprado por la ciudad, con el consiguiente perjuicio económico (y más tarde, la pérdida de la tierra). Todo esto genera una gran desocupación (y la consiguiente abundancia de “jornaleros”).


No se pretende – en la parábola – presentar algo totalmente comprensible (como que se acercan las lluvias y ha de finalizar pronto la vendimia, por lo que se precisan muchos jornaleros y eso provoca la gratitud del propietario) sino que se busca provocar sorpresa en el auditorio. Tampoco pretende responder a la pregunta sobre quiénes son los de la hora undécima, si perezosos que se despertaron tarde o – ante la abundancia de jornaleros – a gente que realmente no fue contratada. El relato se detiene en la hora undécima (rompiendo el esquema de horas “tres – seis – nueve”) y en el diálogo con los parados. Lo que importa es preparar el terreno para el desenlace sorprendente.


Para comprender la necesidad del jornal, lo que se espera del administrador y cómo era la situación de los jornaleros es interesante tener presente este texto:


… “dado que estas tierras exigen un gran trabajo, se han acostumbrado a hacer partícipes a sus mujeres de los padecimientos que implican estos trabajos. Al trabajar por un salario, codo con codo, hombres y mujeres, ocurrió en nuestros días un hecho insólito y sorprendente, que afectó a una mujer en particular: Estaba encinta y trabajaba al lado de los hombres por un salario, y en el momento en que le sobrevinieron los dolores del parto, se dirigió en silencio hacia unos arbustos. Allí dio a luz, y envolviendo al niño con hojas, lo escondió; luego se reincorporó al trabajo emprendido y soportó su padecimiento, sin dejar que se trasluciera nada de lo que había pasado. Y cuando el recién nacido se puso a llorar y se hizo manifiesto el suceso, el capataz no pudo en modo alguno persuadirla a dejar el trabajo; no se liberó de su sufrimiento hasta que el que la había contratado se apiadó de ella y, tras darle la paga, la eximió de sus obligaciones” (Diadoro de Sicilia, s.Iº, libro IV, 20).

Es interesante a su vez, comparar la parábola con un texto del Talmud de Babilonia: allí se nos cuenta que Rabí Bun bar Hiyya murió joven. Como es frecuente en la literatura bíblica, surge la pregunta del porqué de la muerte prematura del justo. Así, Rabí Ze’era cuenta a sus discípulos una parábola: 

«un rey contrató a muchos trabajadores, a las dos horas pasó a ver a los obreros, y viendo, tomó a uno de la mano y habló con él, paseándose, hasta el atardecer. Pero a la hora de recibir el jornal, éste recibió lo mismo que todos los demás. Esto provocó que los otros murmuraran “trabajó dos horas y le has pagado el jornal entero”. El rey respondió: “con esto no les hago ninguna injusticia: este trabajador ha realizado en dos horas más que ustedes en todo el día”... del mismo modo, R. bar Hiyya realizó en 28 años más que algunos doctores encanecidos en 100 años».


Como puede verse, la parábola de Jesús pretende destacar la gratuidad del obrar de Dios (es un “evangelio en esencia”, se ha dicho). No es el “pago” al obrar humano, sino la gracia la que cuenta. En ciertos sectores la “gratuidad” causa alguna “molestia”, quizás porque no logran quebrar el esquema de la “justicia” (que es el esquema en el que se mueve la parábola del Talmud de Babilonia). Es interesante notar que en el texto, la “gratuidad” no reemplaza la justicia (“no soy injusto…”) sino que la supera. Puede decirse que la gratuidad “disuelve” la justicia porque la presupone, pero la lleva “más allá”. Ser “bueno” (“tomas a mal que sea bueno…”) no puede hacer olvidar la “justicia” (“habíamos acordado en un denario…”) pero sí puede – gratuitamente – ir más allá, hasta lo sorprendente. No es “derecho” del “bueno” no pagar lo justo, lo “acordado”, pero sí puede pagar de más a los que “nadie ha contratado” a fin de que puedan recibir lo necesario para vivir.


Los términos “viña”, “jornal”, “señor de la viña” (que reemplazará al “propietario” en v.8) hacen –a los lectores – pensar en “algo más”. La viña recuerda a Israel, el “señor” a Dios… Los oyentes / lectores saben que se trata del obrar de Dios.


¿Alude a la crítica de los fariseos de que Jesús dispense “amistad” a los publicanos y pecadores? (ver 9,11; cf. Lc 15,29-30; Jon 4,2) expresada en la inversión de los valores entre los primeros y los últimos. En este caso, “los últimos” refiere a aquellos que se sienten llamados (por Jesús) en un segundo momento, después de haber sido frecuentemente rechazados por los “justos”. Pero también – al menos en la etapa final de Mateo – puede aludir a los paganos que se incorporan a la comunidad del reino, la “Iglesia”, el pueblo (“viña”) a gozar de los beneficios de Dios después que durante tanto tiempo Israel haya estado “aguantando el peso del día y el calor”, y estos sólo “trabajan una hora”. La gratuidad, como criterio del obrar de Dios, sigue resultando desconcertante.




miércoles, 13 de septiembre de 2017

Los puntos que llevan a la perversión

Los puntos que llevan a la perversión

Eduardo de la Serna



Dice la ecuación matemática que por dos puntos pasa una recta y sólo una recta. Es evidente y no precisa demostración. Si de curvas se tratara podría haber cientos de ellas, pero hablando de rectas no hay sino una posibilidad.

Si tomamos como dos puntos de nuestra historia reciente la existencia de presos políticos y de una desaparición forzada no cabe sino una recta. Hay una línea que las une. De Milagro Sala y sus compañerxs presos políticos a la desaparición de Santiago Maldonado no cabe sino una línea. Una línea que además se une con otros puntos: endeudamiento extremo, empobrecimiento, sumisión internacional a los dictados imperiales, desocupación masiva, represión... Son todos puntos que unen la misma línea recta, la comenzada en 1976, aunque ya preparada en el rodrigazo y la Triple A. Es una línea que tiene que ver con una dirección, un proyecto. De eso se trata: de un proyecto. Un proyecto que decía que daba lo mismo fabricar acero que caramelos y benefició a Arcor, que decía que los Graiver eran tesoreros de los Montoneros y entregaron Papel Prensa a sus amigos, que benefició y beneficia a la sociedad rural, la misma que nunca benefició a la Patria, un proyecto que decía que había países perversos con los que no debíamos relacionarnos, hasta el punto de salir de los Países no Alineados... Claro que fue un proyecto que, obviamente, no lo vivieron en sus orígenes una inmensa mayoría de jóvenes y adultos menores. Los mismos que protestan por el 2x1, los mismos que participan de los actos los 24 de Marzo reclamando Memoria, Verdad y Justicia o participan de la marcha por Santiago Maldonado, pero que no han sabido ver que ese punto se une con otro punto, el económico. Una sociedad que supo ilustrar que el “nunca Más” por los Derechos Humanos es una batalla, pero no supo mostrar que ese Nunca Más incluye (en realidad es causado por) un modelo económico. Otro punto de la misma recta.

Milagro Sala y Santiago Maldonado son dos banderas, pero no pueden ser “solamente” dos banderas. Primero porque son personas, víctimas de una recta perversa que nos atraviesa. Pero además, porque esa recta tiene un origen y un destino que es de muerte, empobrecimiento y desolación. No saber ver que ambos son puntos de una recta quizás sea algo que les es funcional. Que no se quieren ver causas y efectos.

Algunos creemos que lo que une nuestros puntos, lo que da dirección a nuestras vidas son otros puntos: los pobres, la justicia, la memoria, la verdad, la esperanza. La vida, en suma. No podemos pensar una vida que no sea en función del “otro”, porque la vida es con otros y para otros. Y no me refiero a “la casa” por aquello de que “la caridad bien entendida empieza por casa” que puede ser una excelente excusa para no salir de la casa al encuentro de esos otros, las víctimas de la muerte y el genocidio. Ese otro es el que da sentido al “amor” (¿puede haber un amor sin “otro”?) ¿Existe algo más claramente militante que el amor? La actitud constante de comprometer la vida, arriesgarla en favor del otro, algo que caracteriza el corazón del Evangelio (“no hay amor más grande que arriesgar la vida por los amigos”), es precisamente el amor, ese amor militante. Sin duda es cierto que “la patria es el otro”, porque la vida tiene sentido en función de esos otros. Solo el individualismo egoísta, el que se mira a sí mismo, el que elige los “emprendedores” o la “meritocracia” en lugar de la igualdad, la fraternidad no entiende que no somos sin “otros”. Si los otros son los amigos y las familiares (y sus empresas) no parece que se haya entendido de qué trata Jesús cuando pone en el centro al rechazado o despreciado. Si los pobres no están en el centro, sencillamente no está en el centro Jesús, ya que “los vicarios de Cristo” son los que tienen hambre, o sed, o están desnudos y estamos invitados (compelidos) a socorrerlos para hacerlo con el mismo Cristo.


El que pide limosna al borde del camino, los que no pueden sino hacer “changas” también son “emprendedores”. Y no se trata de alentar a que fabriquen cerveza artesanal o sean pilotos de drones, no se trata de invitarlos a la resignación. Se trata de que hay otras rectas, otros destinos, otros proyectos que se parecen mucho más al de Jesús. Sencillamente uno que mire a los caídos al borde del camino y arriesga su situación y sus bienes para socorrerlos y para hacerles llegar la mano amiga del Dios hermano, el abrazo solidario de la Iglesia samaritana y el abrazo fuerte del ‘otro’ compañero.

Dibujo tomado de http://mueralainteligencia.com/wordpress/wp-content/uploads/2013/03/justicia-e-igualda2.jpg