jueves, 29 de marzo de 2018

De "paso" se trata...

De “paso” se trata

Eduardo de la Serna



Se trata de “paso”. Paso de una situación de muerte a una de vida. Paso, por el mar retirado, de la esclavitud a la libertad. Paso, por la cruz, “de este mundo al Padre”. El mar o la cruz son un “pasillo”, y no es un tema menor, pero no es el tema central. Lo principal es la vida.

Más allá de lo histórico ocurrido, en el caso de Israel, el pueblo celebra la vida. La vida en la tierra, la vida en libertad, la vida en shalom. Y ese paso/vida se vuelve a repetir cientos de veces en su historia. El paso del exilio o cautiverio a la libertad de Babilonia, el paso de la muerte a la vida en la persecución del imperio griego o romano. El paso siempre a la vida que les era arrebatada, por paganos, por cristianos, por nazis o por quien fuere. Y vida reconquistada por la resistencia del pueblo, con el acompañamiento de algunos líderes o lideresas y la guía del “Dios de Israel”.

“En cristiano” también, “bajo el poder de Poncio Pilato” Jesús pasó al Padre. El Dios de Jesús y Dios de Israel le dio la vida que los poderosos le habían quitado, una vida nueva, resucitada. Y también aquí a los seguidores de Jesús, a muchos de los cuales les arrancan la vida, Dios se hace presente regalándoles más y nueva vida. Jesús y los mártires van marcando huellas a seguir en el camino por andar. Son mojones para la vida, dejando atrás la muerte.

La muerte no siempre es violenta, aunque siempre sea dura. La hay “de muchos tipos”. Pero al hablar de este “paso” nos referimos a una situación de muerte que es causada. Egipto y Babilonia son opresores, violentos y asesinos. La vida, entonces, no se experimenta como algo “que allí está”, sino como fiesta, como conquista, como meta. La cruz y el martirio es asesino, violento y cruel. La vida se experimenta como regalo, como celebración, como “llegar a casa” después del dolor.

Pero – como toda celebración – se trata de una suerte de “sacramento”. Celebramos una especie de anticipo. Un mirar la muerte y vislumbrar la más-vida. La muerte que se prepara en la injusticia, la violencia, la mentira, la opresión, la neo-esclavitud, la pobreza, la enfermedad; y la vida que se insinúa en la solidaridad, la memoria y la verdad, el encuentro, la militancia y la esperanza, en la vida compartida. Muerte que tiene rostros concretos, personales o simbólicos desde el Faraón y Pilato a Hitler y Videla, desde “los trabajos forzados” y la “cruz” a los buitres y la esvástica, los falcon verdes y la desocupación. Y vida que también tiene rostros y signos, desde Moisés y Jesús a Luther King y Romero, desde los antiguos mártires a las madres.

Y hoy se trata de “pasar”, de las situaciones de inhumanidad a situaciones más humanas, del hambre a la fiesta, de las situaciones macristas de muerte a la vida en esperanza. Y es esperanza, y no opio, porque sabemos que “se puede”, sí, se puede (valga el lamentable uso y abuso) porque lo hemos vivido. Hemos vivido la paz y la comida, el descanso y el encuentro. Hemos vivido y nos han quitado esa vida. Pero sabemos dónde queremos ir, qué queremos vivir, cuál es el modo. Los que creemos en el camino marcado por Jesús y los suyos tenemos claro que ese sendero no es este camino de muerte y dolor, de individualismo y “mérito”, sino uno de caminar juntos, donde “el otro” cuente, por hermana o por hermano.

Ese “paso” sueño, ese paso “nos deseo”.




martes, 27 de marzo de 2018

Comentario Triduo Pascual

La vida se derrama y debemos distribuirla a todos
Semana Santa – Triduo Pascual “ciclo B”

Eduardo de la Serna

Las lecturas del Triduo Pascual son siempre las mismas. Repetimos lo señalado años anteriores.


Jueves Santo

Lectura del Evangelio según san Juan 13,1-15

Resumen: el lavatorio de los pies a los discípulos muestra visiblemente, en Juan, cómo es el amor que Jesús ha manifestado hasta el extremo. Y cómo es el amor que pretende que tengan entre ellos “los unos a los otros”.

Los estudiosos coinciden en general en que el Evangelio de Juan tiene 2 grandes partes. En 13,1 comienza solemnemente la segunda parte.  La clave parece estar en la llegada de “la hora” anunciada en la primera parte como algo futuro. Y esta hora ha llegado con el “paso” de Jesús de este mundo al Padre. Este “paso” tiene claras connotaciones pascuales (Pascua = paso) aunque la cena de Jesús no sea cena pascual en Juan. Este paso viene marcado por el “amor extremo” a “los suyos”. La unidad literaria parece seguir hasta el v.20 (como el doble “en verdad” del v.21, la frase conclusiva de v.20 y el nuevo comienzo del v.21 lo indican). La característica principal viene dada por el “lavado de los pies”. Esto es propio de los esclavos (ser esclavo y servir son la misma palabra en griego), y la palabra está mencionada en la interpretación que hace Jesús del hecho (omitida en la liturgia, en el v.16).  La negativa de Pedro a ser lavado tiene ese sentido, y esto es algo que será comprendido “más tarde”. Jesús, a continuación, lo explica: es algo que deben hacer “unos con otros”, es la expresión del amor que es verdadero cuando se vuelve “servicio”; ese es el “amor extremo”.

Viernes Santo

Lectura del Evangelio de la Pasión según san Juan 18,1-19,42

Resumen: La pasión según san Juan nos muestra un Jesús siempre soberano, del principio al fin es quien decide “voluntariamente” su situación;  la comunidad de discípulos –representados en su madre y el discípulo amado- están al pie de la cruz y reciben el espíritu, y todo el AT alcanza en Jesús su plenitud.

El relato de la Pasión de Jesús según Juan, que se lee todos los años el Viernes Santo tiene muchas unidades e ideas que son propias de Juan y merecerían ser destacadas. Trataremos se señalar las principales.

Jesús aparece como soberano, él es quien conduce los acontecimientos. Por ejemplo. Él determina que dejen ir libres a sus compañeros ya que lo buscan a él. Con ironía clásica de Juan, ante el “Yo soy” de Jesús (es el nombre divino en Éxodo) caen en tierra, algo característico de los que ven a Dios. Jesús repute dos veces este término, “yo soy”, lo que debe tenerse presente. A continuación Pedro dirá dos veces “no soy”. Por otra parte, como hace otras veces, Juan corrige o precisa datos de los Sinópticos como quien empuñó la espada e incluso el nombre del servidor del Sumo Sacerdote. 

Con nueva ironía, Juan señala que cuando Jesús fue llevado a casa del Sumo Sacerdote, Pedro “y otro discípulo” (no dice de qué discípulo se trata; ¿el discípulo amado? No parece) “siguen” a Jesús. El verbo es irónico porque Pedro ya le había dicho a Jesús que lo seguiría (13,36-37), pero lo seguirá “físicamente”, no discipularmente. De hecho, “no es” (18,17.25). Recién cuando Pedro vaya a dar realmente la vida por Jesús, Él le dirá “sígueme” (21,19). 

Ya en el “pretorio” (Juan no tiene “juicio religioso”, sino sólo un interrogatorio) el rol de Pilato es bastante limitado. Se pasa toda esta unidad “entrando” y “saliendo” ya que los judíos no quieren entrar para poder comer la pascua (18,28; lo que muestra que para Juan la cena de Jesús no fue cena pascual). 

Hay algunas ideas que es bueno destacar. A Jesús no lo van a buscar con “armas y palos” sino con “antorchas, lámparas y palos” (18,3) porque viven en la oscuridad, son “de las tinieblas”; Pilato no sabe qué es la verdad, porque es “de la mentira” (18,38). Esto es importante, especialmente si recordamos que el diablo es “el padre de la mentira” (8,44) y el “príncipe de este mundo” (12,31; 14,30; 16,11) y – no está en la Biblia, pero no es ajeno al dualismo joánico - “príncipe de las tinieblas” (ver Hch 26,18; Col 1,13). Esto dice relación con la afirmación de que “mi reino no es de este mundo” que se suele interpretar como si se separaran en dos niveles las realidades, este mundo, tierra - “no de este mundo”, cielo.  En realidad, en Juan “mundo” es el ambiente adverso a Jesús (por eso el “príncipe de este mundo”). En este mundo –podríamos parafrasear- hay quienes viven (y reinan) según las tinieblas, la mentira y la muerte, y otros viven según la luz, la verdad y la vida. A eso Juan lo llama “estar en el mundo”, “no ser del mundo” (17,11.16). Por tanto, “mi reino no es de este mundo” no refiere al cielo, sino a que no se deja guiar por los criterios del “príncipe de este mundo”. Por ejemplo, si así fuera “mi gente habría combatido” (18,36). El reino que Jesús propone es reino de paz. 

Otro elemento a tener en cuenta es que los judíos (que en Juan, como también “mundo” refiere al grupo hostil a Jesús) afirma que “no tenemos más rey que el César” (19,15). Israel es el pueblo que tiene a Dios por rey, pero acá se confirman como “amigos del César” (19,12). 

Pilato lo entrega para que sea crucificado, y el que lleva la cruz es Jesús, no el Cireneo; seguramente como Isaac lleva la leña para el sacrificio (Gen 22,6).

La vestidura de Jesús que se sortearán los soldados no tiene costura, se debe romper para partirla. Jesús viene a provocar unidad que la violencia, la mentira y las tinieblas rompen. 

Juan incorpora una novedad al pie de la cruz, su madre y el discípulo amado. Por un lado, ambos personajes tienen gran carga simbólica en el Evangelio. Lo simbólico es evidente porque es absolutamente improbable que los romanos permitieran a alguien cerca de un crucificado. Por otro lado, llama nuevamente la atención que Jesús a su madre la llame –como en Caná (2,4)- “mujer”. No es razonable mirarlo atendiendo a lo “histórico” como señalando la crudeza del acontecimiento, o el dolor de una madre, sino en la familia que aquí se suscita. Una “mujer” (¿como Eva?) y un “discípulo” ejemplar, “amado”, que la “recibe como suya”.  

Jesús es tan soberano, en Juan, que su muerte ocurre por determinación suya. A la hora de la matanza de los corderos de pascua, sin que se le quiebren las piernas, como a los corderos, y con la última gota de sangre, como a los corderos, con una rama de hisopo, como a los corderos; Juan nos reitera algo que señala desde el comienzo de su Evangelio, y es que Jesús reemplaza en su propia persona todo lo “religioso” de Israel: el Templo, las fiestas litúrgicas, la vid… el cordero pascual. Y al morir “entregó su espíritu”.
Finalmente, a diferencia de los Sinópticos, Jesús es sepultado y embalsamado [ungido con bálsamo en las vendas “según la costumbre judía de sepultar” (19,40)]. En un jardín comenzó el drama (18,1) y en un jardín concluye (19,41).

Domingo de Resurrección:

1ª lectura de los Hechos de los apóstoles 10,34a. 37-43

Resumen: una síntesis del ministerio y pascua de Jesús da pie a la predicación a los paganos, y a que se derrame sobre ellos el Espíritu dando así lugar a la absoluta novedad de la universalidad.

El texto de Hechos es extenso. Y repetitivo. De hecho la liturgia sólo se detiene en lo central y fundamental, pero no está de más mirar la idea principal antes de detenernos en él. Se trata de una unidad cuidadosamente armada por Lucas, presentando los personajes, y repitiendo y explicando las escenas más de una vez. Sinteticemos: una vez las presenta, la siguiente le da su sentido y en tercer momento la explica ante los Doce (10,1-26. 27-48; 11,1-18). ¿Por qué la insistencia? Puesto que el paso que se dará es casi lo contrario a todo lo que se decía en el A.T. y la predicación de Jesús. ¿Cómo se justifica el bautismo a paganos sin exigir nada previo, como la circuncisión, si el AT distinguía judíos de paganos y si Jesús había dicho “no vayan a territorios extranjeros… sólo a las ovejas perdidas del Pueblo de Israel”. El cambio que se dará en esta unidad es tan fundamental, tan decisivo que hace falta dejar bien claro, ¡insistentemente!, que está conducido por el Espíritu Santo (10,19.44.45.47; 11,2.15.16), un éxtasis-visión (10,10.28; 11,5) o por el Ángel del Señor (10,3.7.22.30; 11,13). En el centro de esto se encuentra la predicación de Pedro a los paganos en orden a “escuchar lo que le fue ordenado por el Señor” (10,33) y al decir esto se derrama el Espíritu (10,44) lo que causa que Pedro “mandó que fueran bautizados” (10,48). El texto que nos propone hoy la liturgia es, precisamente, este discurso de Pedro a los paganos contando “lo que sucedió…” (10,37). 

Obviamente no interesa la historicidad de los acontecimientos que es pasible de sospecha (aquí el primer predicador a los paganos resulta “Pedro” y no Pablo, por ejemplo). Vayamos al texto.

El discurso presenta una primera parte “histórica”, comenzando por el bautismo de Juan, el ministerio de Jesús (sintetizado en que “pasó haciendo el bien”, v.39), fue matado y resucitado apareciéndose a testigos elegidos (37-41). Pero esto no finaliza allí (como es característico de Lucas, cf. Lc 24,46-48) y debe continuar con la predicación, por ahora reducida “al Pueblo” (es decir, a Israel; v.42). Es a continuación que dará el siguiente paso cuando el Espíritu se derrame sobre los paganos lo que deja atónitos a los circuncisos al ver que el Espíritu Santo  se derramaba también sobre los paganos (v.45); a esto se lo ha llamado “Pentecostés de los paganos” (quizás un poco simplistamente, pero quizás justo en lo literario de Hechos). La introducción: “veo que Dios no hace acepción de personas” (v.34) y esta conclusión del don del Espíritu – ambas omitidas en la liturgia – son las que le dan sentido a toda la unidad.

Veamos brevemente el discurso: Lucas presenta una síntesis geográfica (en Judea comenzando en Galilea) e histórica (del bautismo a la muerte-resurrección) del ministerio de Jesús. Algunos elementos característicos de la teología de Lucas están señalados: el rol del Espíritu Santo en el ministerio de Jesús, el enfrentamiento con el diablo, el rol de los apóstoles como testigos, señalados como los que comieron y bebieron con él, el mandato de predicar, el rol de los profetas y el perdón. Todo esto – como se dijo – presentado en un marco histórico-geográfico, también característico de Lucas. Estamos –entonces- en una síntesis de la predicación, del “evangelio” de Lucas sintetizado en pocos versículos. De eso se trata este discurso que provoca la aceptación del evangelio por parte de los paganos y desencadena la que probablemente sea la máxima revolución de toda la historia de la Iglesia. Los paganos, despreciados y rechazados en Israel son ahora invitados a integrarse por el bautismo y la aceptación del Evangelio como miembros plenos del pueblo de Dios.

2ª lectura de la carta a los Colosenses 3,1-4

Resumen: La “comunión de los santos” permite que entre Cristo resucitado y la comunidad peregrina haya una relación tan estrecha que ya desde “ahora” vivamos como resucitados.

La liturgia permite hoy la elección de una entre dos lecturas; hemos seleccionado el texto de Colosenses.

Un discípulo de Pablo, pasado ya un buen tiempo, decide enfrentar, como si Pablo lo hiciera, una serie de nuevos problemas. Escribir que el autor es Pablo es una manera obvia de decir “yo soy su discípulo y sé que esto es lo que Pablo les diría si estuviese en este momento”. Uno de los temas – no el principal de la carta, pero si importante – es que la venida de Jesús que se esperaba inminente (ver 1 Tes 4,15-17; 1 Cor 15,51-52) se demora. En este sentido, en el cristianismo de la segunda generación surgen fundamentalmente dos respuestas. Una – patente, por ejemplo, en 2 Pe 3,3-4.8-10 – señala que se demora para dar a todos la ocasión de la conversión; otra, habitual en los discípulos de Pablo como el autor de Colosenses, señala que en cierta manera ya vino, que ya estamos de algún modo resucitados. Podríamos decir que falta “ultimar algunos detalles”. La parte teórica de la carta finaliza en 3,4 ya que en 3,5 saca las conclusiones prácticas de lo dicho para la vida de la comunidad. 3,1-4 aparece como una conclusión teórica de todo lo dicho que es claramente cristocéntrico. Un tema característico de esta carta, y su “parienta” a los Efesios es la idea de que Cristo es cabeza del cuerpo que es la Iglesia. Hay una unión tan profunda entre ambos, como la que tienen el cuerpo y su cabeza (1,18.24; 2,19). Por eso presenta a Cristo como “el primer nacido de entre los muertos” (1,18), los demás seguirán sus pasos. 

Esto es lo que da razón a la primera frase del texto de la liturgia que es ciertamente sorprendente: “han resucitado con Cristo”. No es “resucitarán” sino ya lo han hecho (en griego es un aoristo, lo que significa que es algo que ha ocurrido en un momento concreto y preciso del pasado). Es típico de Pablo, y acá lo repite su discípulo, señalar una tensión entre la realidad (indicativo) y lo que se debiera (imperativo). Acá la tensión es que puesto que ya estamos resucitados, debiéramos buscar lo de arriba. El Jesús de Juan afirmaba que es “de arriba” (8,23), y al dirigirse a Dios Jesús levanta los ojos para arriba (11,41). Arriba refiere claramente al cielo (ver Hch 2,19), de allí viene la “Jerusalén de arriba” (Ga 4,26) y desde “arriba” Jesús llama a Pablo para un premio (Fil 3,14). De hecho, el versículo siguiente contrasta lo de arriba con lo de la “tierra”, arriba está Cristo sentado a la diestra de Dios. También en Ef se afirma que Jesús está sentado a la derecha en los cielos (1,20). La imagen es tradicional (ver Mt 26,64; Mc 14,62; 16,19; Hch 2,34; 7,55.56 [aunque en estos vv., está “de pie”]; Heb 8,1; 1 Pe 3,22). Como claramente lo destaca Hch 2,34, el texto es una alusión al Sal 110,1 que es un Salmo que canta al rey como “virrey” de Dios. El cristianismo primitivo, como lo señala la abundancia de veces en que es citado, recurrió a este texto para manifestar el cumplimiento de las escrituras en la resurrección de Jesús y su lógica “ausencia” posterior. 

Buscar lo de arriba, aspirar a lo de arriba, son evidentemente un paralelismo. Aspirar no es preciso, el verbo fronéô es también pensar, sostener y es casi exclusivamente paulino (x26 de las que x22 en Pablo [10 en Fil y 9 en Rom], una en Mt, Mc y Hch, y acá en Colosenses).  Hay dos textos paulinos que hacen más claro el sentido: 


Efectivamente, los que viven según la carne, desean [fronoûsin] lo carnal; mas los que viven según el espíritu, lo espiritual” (Rom 8,5) y 
“algunos se comportan como enemigos de la cruz de Cristo, cuyo final es la perdición, cuyo Dios es el vientre, y cuya gloria está en su vergüenza, que no piensan [fronoûntes] más que en las cosas de la tierra. (Fil 3,19). 


En ambos casos, lo que se ambiciona es vivir según la novedad que trajo Cristo, o – por el contrario – vivir como si no hubiera tocado nuestra existencia. No se trata – entonces – de llevar una suerte de “vida espiritual” o “celestial” sino a sacar todas las conclusiones que la vida “en Cristo” supone para nuestra existencia. Por eso afirmará que “hemos muerto” y “nuestra vida está oculta” en Dios, es decir “a la derecha de Dios”. 

Por cuanto ya estamos con Cristo en Dios, cuando Cristo vuelva – como hemos señalado, lo que ocurrirá sin la tensión de las primeras comunidades, por cuanto ya estamos con él – la venida será menos “espectacular” que lo que parecía en un primer momento. Y junto con él apareceremos los que ya estemos con él. “Nuestra vida” está oculta – como Cristo – junto a Dios; pero él aparecerá, y ya es “vida de ustedes” (v.4) y “ustedes aparecerán en gloria” (ver 1,27). 

Resucitados con él, escondidos con él, aparecerán como él, en gloria como él… la unión entre el Cristo glorioso y el cristiano es tan estrecha para el discípulo de Pablo que casi pareciera que ya no hay nada que esperar, sólo toca vivir aquello que ya somos.

+ Evangelio según san Juan 20,1-9

Resumen: Los signos de la resurrección están presentes y allí deben los discípulos amados aprender a “creer sin ver”.

Con un cambio cronológico Juan da comienzo a una nueva unidad, “el primer día de la semana”, es decir el “domingo”. La escena nos presenta una mujer sola que va al sepulcro. No va con otras a ungirlo porque en Juan Jesús sí fue ungido, por tanto no espera que alguien le corra la piedra; seguramente – como es habitual – va al sepulcro a llorar y lamentarse. Con mucha verosimilitud se ha propuesto que el rol de las mujeres en torno a la tumba, con sus cantos y llantos haciendo memoria del muerto parece haber sido el punto de partida de la proclamación y anuncio del Evangelio. Nada se dice de que María Magdalena, que ya la habíamos encontrada al pie de la cruz con otras mujeres y el discípulo amado (19,25), se haya asomado a la tumba ni lo que vio pero en el mensaje a Pedro y al otro discípulo les dice que “se han llevado al Señor y no sabemos (¡plural!) dónde lo han puesto”. Aquí desaparece de la escena la Magdalena hasta v.11 donde está llorando (¿por el duelo?), se asoma al sepulcro (¡ahora sí!) y ve dos ángeles. Ellos y luego Jesús, que se le aparece, le preguntan por qué llora desencadenando una nueva escena. Siendo que esta finaliza con María yendo a contar a los discípulos lo que ha visto, pareciera que el redactor del cuarto Evangelio expresamente adelantó la escena de Pedro y el discípulo amado por algún motivo teológico (que señalaremos). Es decir, los vv.3-10 parecen adelantados de su lugar original, y la razón parece estar en el rol que juegan tanto Pedro como el discípulo Amado en el Evangelio de Juan. 

María no va a “los discípulos” sino sólo a Pedro y el discípulo amado y ellos “salen” (v.3) hacia el sepulcro, “corren” (v.4). La escena está construida de modo sencillo: van, llegan y vuelven. Obviamente el centro temático está en lo que ocurre en la tumba. 

Veamos. Se dice que corren ambos, pero hay una diferencia entre ambos. El discípulo amado corre más rápido, ve el interior de la tumba, no entra. Espera a Pedro. Pedro se demora más, “lo sigue”, entra al sepulcro y ve las vendas y el sudario. Nuevamente entra en escena el discípulo amado, que ahora entra y “vio y creyó”. Concluye con una referencia a “la Escritura” (sin citar el texto de referencia) y la resurrección. Finalmente (omitido en la liturgia), vuelven a casa.

La construcción, como se ve es muy sencilla, pero hay elementos interesantes a tener en cuenta.

Pedro y el discípulo amado. Salvo en la escena de la cruz, el discípulo amado, el héroe de la comunidad joánica, está junto a Pedro. Pero siempre aparece como más cercano a Jesús que Pedro (de hecho es “el amado” por Jesús), en la cena es el que está junto a Jesús, no Pedro (13,23-25), es el que en la pesca le dice a Pedro que el que está en la orilla “es el Señor” (21,7), y cuando Pedro ha confesado 3 veces a Jesús que lo ama, del discípulo se dice que “permanece con Jesús hasta su vuelta” (21,22). En este caso, corre más rápido, “ve y cree”. En general se piensa que la comunidad de Juan, que se remite al discípulo amado, corre cada vez más el riesgo de sectarizarse, se distancia cada vez más de todos los grupos – incluso cristianos – del entorno. Entonces un redactor quiere evitar toda ruptura definitiva poniendo a su héroe en relación amable con el héroe de otras comunidades, Pedro. Es verdad que el discípulo amado es más, pero hay otras ovejas que no son de este rebaño, hay otras comunidades con las que estamos en comunión, al fin y al cabo también aman a Jesús. Es cierto que 3 veces lo negó, pero 3 veces le confesó su amor, aunque “nuestro héroe” permanezca fiel hasta el final. Aquí parece estar la primera razón del adelantamiento del texto que hemos señalado. Los primeros en acercarse al misterio de la Pascua son Pedro y el discípulo amado, y ambos entran al sepulcro y creen en la escritura (notar el plural, a pesar del singular anterior, que diremos).

Ver y creer: el tema es central en Juan, y es lo fundamental de la escena. No hay apariciones del resucitado (esas vendrán a continuación en el evangelio), sólo hay una tumba vacía y vendas. De Pedro se dice que “vio”, del discípulo amado que “vio y creyó”. Veamos brevemente. En el relato se usan 3 verbos griegos diferentes, al llegar el discípulo amado “ve (blépô) las vendas en el suelo”; luego Pedro “miró (teôréô) las vendas en el suelo y el sudario… no junto a las vendas sino plegado en un lugar aparte (quizás para insinuar que no se trata de que el cadáver fue robado)”; finalmente, al entrar el discípulo amado “vio (oráô) y creyó”:

  • El primer “ver” (blépô) es también observar. Es lo que hizo María en el v.1: “vio la piedra quitada”. Lo encontramos x17 en Juan, de las que x9 en el relato de la curación del ciego (cap.9). Como es propio en Juan, allí se mueve en dos niveles: se alude claramente a la visión física (“ahora veo”) pero refiriendo a un ver distinto, aludiendo a la fe, como se ve en el v.39: Y dijo Jesús: «Para un juicio he venido a este mundo: para que los que no ven, vean; y los que ven, se vuelvan ciegos»”. Es, entonces, un ver que prepara la fe.
  • El segundo “ver” (teôréô) (x24 en Juan) es más bien físico; en el relato del ciego, se aplica a los vecinos que “veían” al ciego mendigando; sin embargo se usa también para “ver los signos” (2,23; 6,2; 7,3), sin embargo, algunos “ven” al Hijo y “creen” (6,40) y estos serán resucitados “en el último día”, porque “el que me ve, ve al que me envió” (12,45), pero al despedirse a Jesús no lo verán, como el mundo no ve al espíritu, aunque los discípulos sí lo verán (14,17.19).
  • Finalmente el tercer uso (oráô) es el más común (x82). En el relato del ciego lo encontramos al principio (v.1, Jesús lo vio) y al final (v.37) “ese que has visto” que es el momento culminante de la fe del ciego. Ya en el discurso del pan de vida este verbo se relaciona estrechamente a “creer”: “le dijeron: ¿Qué señal haces para que viéndola creamos en ti?” (6:30), “me han visto y no creen” (6,36), el que “ve” a Jesús, “ve” al Padre (14,9), “afirma que no lo “verán”, y Jesús declara bienaventurados a “los que no han visto y han creído” (20,29). Esto nos permite suponer que no parece haber demasiada diferencia entre los tres, aunque el tercero está más estrechamente ligado a “creer”.

Los su parte “creer” es quizás la palabra principal (o una de ellas) de todo el Evangelio (x98). Todo él se escribió “para que crean” y “creyendo tengan vida” (20,31). Decir que el discípulo amado “cree” es decir que alcanza la vida. Amor – vida – creer (es interesante que en Juan no aparece jamás el sustantivo, “fe”) constituyen el todo. Y lo interesante es que es de este discípulo que se afirma que “cree”, y sin ver sino los signos de la resurrección (las vendas y la tumba vacía). “Ve” lo mismo que Pedro, pero “ve y cree”. 

Siendo que para esto se ha escrito el Evangelio, siendo que se declaran felices a los que creen sin haber visto, y siendo que el discípulo amado – ejemplo del verdadero discípulo – cree sin ver sino los signos de la resurrección, el relato nos desafía a creer con los signos (de los tiempos) y así tener la misma “vida” (que es vida divina).

Dibujo tomado de https://www.youtube.com/watch?v=MWmsvN_vmG8

domingo, 25 de marzo de 2018

Toda... ¡toda!


Toda… ¡toda!

Eduardo de la Serna


  • La vida de los niños no nacidos en los vientres de las madres bajo tortura, ¡vale!
  • La vida mentida de los niños nacidos con identidad cambiada, ¡vale!
  • La vida arrojada al mar en vuelos dopados, ¡vale!
  • La vida desarticulada bajo la picana, ¡vale!
  • La vida sepultada como N.N., ¡vale!
  • La vida violada encapuchada, ¡vale!
  • La vida desordenada de los que comen en comedores, ¡vale!
  • La vida ninguneada de los jubilados, ¡vale!
  • La vida de los enfermos con remedios negados, ¡vale!
  • La vida desesperanzada de los desocupados, ¡vale!
  • La vida empobrecida de los argentinos, ¡vale!
  • La vida negada de Santiago, Nahuel y Facundo, ¡vale!
  • La vida de los 30.000, ¡vale!
  • La vida de las víctimas del gatillo fácil, ¡vale!
  • La vida de los “pibes chorros”, ¡vale!
  • La vida de qom y mapuche, ¡vale!
  • La vida de los injustamente encarcelados, ¡vale!
  • La vida de los que crecen y viven bajo la mentira de los Medios, ¡vale!
  • La vida de los exiliados, ¡vale!
  • La vida de las víctimas de los palos y los gases, ¡vale!
  • La vida digna y plena de los LGTBIQ, ¡vale!

La vida… ¡vale! ¡¡¡Es cierto!!!

PS. Y sin duda debe completarse...
la vida de las víctimas de trata... la vida de las madres y sus hijos en talleres clandestinos... la vida de los nuevos esclavos... la vida de las víctimas de femi(ni)cidios o por la violencia de género... la vida de las víctimas de la pederastia....


foto tomada de http://osmance.blogspot.com.ar/2010/03/sala-tortura.html



viernes, 23 de marzo de 2018

Memoria, verdad y justicia (24 de marzo de 2018)


Memoria, verdad y justicia contra el terrorismo de Estado



Una vez más – con motivo de la “noche oscura de la dictadura” – estamos invitados a hacer memoria, a vivir verdad y luchar por la justicia. Una vez más esa memoria nos pone ante la muerte que se adueñó de nuestra patria, pero también queremos tener ante nuestros ojos la vida que resiste y quiere decir su última palabra.

Sabemos que la historia es nuestra creación, la gestamos en un proyecto y la recreamos en nuestro presente. Mirar la historia es comprender nuestro presente, y – como lo hacemos año a año – queremos detenernos para conmemorar, para llorar y celebrar, hacer duelo y fiesta.

La dictadura cívico eclesiástica militar – ya lo recordaba Rodolfo Walsh – buscó principalmente desmontar una matriz productiva con movilidad social e implantar un modelo económico de valorización financiera, endeudamiento y especulación. Y lo hizo a sangre y fuego. Ese mismo modelo económico vuelve a instalarse hoy. Pero ya no precisa aquellos medios violentos y puede hacerlo a tinta y video. Es que ese modelo de muerte, de exclusión, de descarte y genocidio una y otra vez, como en los ‘90 y como en el presente, persiste en volver para que la tierra de todos, sea sólo de unos pocos.

Pero también, disimuladamente, la muerte, la violencia, la persecución política siguen presentes, aunque los medios las maquillen como “nuevas doctrinas” (Chocobar, Bullrich, Irurzun). Es la misma que sacia su sed con la sangre de Santiago, Rafael, Facundo y tantos otros. Con asesinatos con balas de la patria que se vuelven contra ella, y con la vergonzosa complicidad del poder ejecutivo, que califica de héroes a los que matan por la espalda – aún niños – y del poder judicial que sólo parece juzgar (y mentir) lo que le ordena el poder real. Es la misma que cuelga nuevos cuadros de presas y presos políticos, encarcelados sin condena y – más irrisorio aún – sin proceso ni delito. Es la misma justicia que da por terminados temas que en otras partes del mundo escandalizan y derivan en renuncias de funcionarios por tener dinero en el exterior escondido en cuentas offshore. En nuestro caso, desde funcionarios menores, ministros, amigos presidenciales y hasta el mismo presidente y su hermano, tienen guaridas fiscales.

La dictadura cívico eclesiástica militar pudo implantar un modelo socio-económico, desaparecer compañeras y compañeros, establecer vergonzosas relaciones internacionales, porque gozó de impunidad. La misma impunidad de la que goza la actual democracia de baja intensidad, con la complicidad legislativa para abusar de los DNU, la cooptación del poder judicial, cada vez más revulsivo, y el monopolio de la comunicación y sus medios.

Así, las fuerzas de seguridad están descontroladas por el discurso de mano dura y gatillo fácil que baja del poder ejecutivo. Cualquier cosa le puede pasar a cualquiera, sin que sea juzgado. Y puede que su asesino sea recibido y aplaudido en la Casa Rosada. Los (¿ex?) periodistas repiten lo que sea, a cambio de una jugosa pauta publicitaria (¿el nuevo nombre del soborno?), exhibiendo su impudicia sin que nada se corrija o sancione. La economía del país, cada vez más endeudada como en la dictadura, y los pobres cada vez más pobres, también como entonces. Soportamos la sistemática burla cínica oficial que se desentiende de la realidad e inventa una fantasía diciendo sin ningún pudor que la pobreza y la inflación están bajando, que el trabajo está aumentando, que los jubilados mejoran sus ingresos…

Hacer memoria del pasado 24 de marzo de 1976 es militancia del presente. Es sostener la firme determinación de que el ayer no sea hoy, para tener mañana.

Por eso miramos con una cierta esperanza la entrega de los libros de los bautismos realizados en la capilla de la ex ESMA, aunque repudiamos las lamentables declaraciones del obispo castrense, Santiago Olivera, burlándose caricaturescamente de las banderas de memoria, verdad y justicia, vaciándolas de contenido y reviviendo viejos demonios.

Miramos con esperanza las movilizaciones populares, tanto las que reclamaron contra la ley de saqueo previsional en el pasado diciembre, la marcha de los trabajadores y los gremios en febrero, y la de las mujeres el pasado 8 de marzo. El gobierno intenta distraer a la población con cortinas de humo, apoyado en un discurso mediático alienante y divorciado de la realidad. Pero el malhumor social y la conflictividad laboral van en aumento. En la calle se percibe el descontento, el dolor, el deterioro del consumo, el salario y el trabajo. Cientos de miles de personas han marchado desde diciembre hasta marzo haciendo oír su reclamo que el presidente y sus ministros peligrosamente se niegan a escuchar.

Miramos con esperanza que, a pesar de la campaña deplorable del gobierno y la prensa para otorgar prisión domiciliaria a los genocidas, del desfinanciamiento y desarticulación de espacios de memoria e investigación, y de sentencias repudiables, como la aplicación del beneficio del cómputo del 2x1 para los represores que la Corte Suprema de Injusticia no ha modificado claramente, todavía haya tribunales que persistan en mantener viva la memoria y ejercer justicia. Celebramos las cárceles comunes – no domiciliarias – para los genocidas.

Miramos con esperanza éste y cada 24 de marzo, porque vemos que la vida sigue vigente. Y levantamos una vez más la bandera de los Derechos Humanos para conseguir verdad, hacer memoria y conquistar justicia. Es lo que creemos que hoy nos exige el Evangelio de Jesús, nos pide el Dios de la Vida y nos impulsa el espíritu de la verdad.


Grupo de curas en opción por los pobres
24 de marzo de 2018



Imagen tomada de http://lamosquitera.org/2017/03/24/1976-24-de-marzo-2017/memoria-verdad-justicia-2/

martes, 20 de marzo de 2018

Domingo de Ramos B

Un rey abandonado se manifiesta como Hijo
DOMINGO DE RAMOS - "B"

Eduardo de la Serna



Evangelio según san Marcos 11,1-11

Resumen: el “rey” Jesús entra en la ciudad de un modo humilde realizando así lo anunciado por los Salmos y los profetas.

Con su característica simpatía por las cosas presentadas de a tres, Marcos hará referencia a “tres” días de Jesús en Jerusalén. Por otra parte, su frecuente utilización del estilo de “sándwich” atrae elementos que – a su vez – iluminan lo incluido en ellos. En este caso, es evidente que la importancia está puesta en el “tercer día” donde se despliega la mayor parte de las escenas. Veamos esquemáticamente esto:

1.- Primer día en Jerusalén (11,1-11)
2.- Segundo día: escena de la higuera (11,12-14) – visita al Templo (11,15-19)
3.- Tercer día: escena de la higuera (11,20-26) – visita al Templo (11,27-33)

Las escenas de la higuera “encierran” la expulsión de los vendedores del Templo. Pero a su vez concatenan los tres días ya que el primero Jesús “ve todo en derredor” en el Templo (11,11), en el segundo actúa en consecuencia expulsando los vendedores (11,15-19) y en el tercer día los sacerdotes y escribas le preguntan “¿con qué autoridad haces esto?” (11,18), es decir la expulsión de los vendedores.

El centro temático del primer día – que es lo que atrae la lectura al día litúrgico que se celebra – es la entrada de Jesús a la ciudad. 

La escena tiene las siguientes partes:

1.- llegando a Jerusalén, Jesús envía dos discípulos a buscar un burro (vv.1-7)
a.- Jesús manifiesta saber lo que encontrarán
b.- se destaca que el burro nunca ha sido montado
c.- Jesús previene la posibilidad de una pregunta (obvia)
d.- Se concreta lo previsible y autorizan a llevar el burro
2.- Montado en un burro Jesús se dirige a la ciudad (vv.8-10)
a.- los presentes “alfombran” el camino
b.- grito “bíblico” (Sal 117,25-26) de los asistentes
3.- Conclusión: Jesús entra en la ciudad, mira y se retira (v.11)

Señalamos a continuación brevemente algunos elementos, sin profundizarlos, para detenernos especialmente en el tema central:


  • + Las ciudades que preparan la entrada en Jerusalén tienen nombres que pueden ser a su vez simbólicos: “Betania”, es “casa de los pobres” (beit – anî; anî es “pobre” y “humilde”, lo que se dice en Zac 9,9 del rey victorioso “y humilde” que entra montado en un burro en la ciudad); “Betfagué” es “casa de los higos” (recordar la escena de la higuera que se presenta a continuación).
  • + El término griego “pôlos” suele traducirse por animal joven (sin indicar la especie y comprensible por el contexto), o también un caballo. Es el mismo término usado en Zac 9,9 LXX y por el contexto y la pequeña ciudad es probable que refiera a un asno. No es infrecuente que se haga referencia al asno como montura real (ver Gen 49,11).
  • + El hecho histórico subyacente es interesante, pero no es el tema central del texto. Pero no deja de ser interesante que Jesús “expresamente” elija entrar no a pie (ni en un carro como es propio del “triunfo” romano) sino en un “burro” aludiendo probablemente al texto de Zac 9,9 (que expresamente citan Mateo y Juan). Así alude a la tradición real de Gen 49,11 y a la “humildad” (‘anî) de Zac 9,9.
  • + Jesús manifiesta cierta aptitud profética aludiendo a lo que encontrarán. Esto es frecuente en Marcos (cf. 14,12-16). La referencia a que está “atado” remite a Gen 49.
  • + Que no haya sido montado nunca puede aludir a Num 19,2; Dt 21,3; 1 Sam 6,7. Allí se alude a una “vaca roja” que se utilizará para ver “qué dice Dios”. Ésta no ha de haber sido utilizada por los humanos. Es decir, lo que será usada para fines sagrados no ha de haber tenido usos profanos. También puede aludir a Zac 9,9 donde se dice que el “asno” (hypozugíon) es un “nuevo / joven animal” (pôlos néon).
  • + Que le digan a quienes preguntaren por qué desatan el asno que “el Señor tiene necesidad” de él puede implicar que para el lugar, Jesús es reconocido (y quizás explicar por qué sabe que hay un asno atado).
  • + Cuando el (sanguinario) rey Jehú es proclamado rey “cada uno se apresuró a tomar su manto y lo colocó a sus pies sobre el empedrado” (2 Sam 9,13).


En una suerte de procesión la gente grita “hossaná” (remite al hebreo “por favor, salva” del Sal 118,25) sin ser traducido (quizás porque así fuera usado en varias comunidades). Así lo dice el Salmo:


«No, no he de morir, que viviré, y contaré las obras de Yahveh; me castigó, me castigó Yahveh, pero a la muerte no me entregó. ¡Ábranme las puertas de justicia, entraré por ellas, daré gracias a Yahveh! Aquí está la puerta de Yahveh, por ella entran los justos. Gracias te doy, porque me has respondido, y has sido para mí la salvación. La piedra que los constructores desecharon en piedra angular se ha convertido; esta ha sido la obra de Yahveh, una maravilla a nuestros ojos. ¡Este es el día que Yahveh ha hecho, exultemos y gocémonos en él! ¡Yahveh, por favor salva! [hôsiah-na] ¡Ah, Yahveh, da el éxito! ¡Bendito el que viene en el nombre de Yahveh! Desde la Casa de Yahveh los bendecimos. Yahveh es Dios, él nos ilumina. ¡Cierren la procesión, ramos en mano, hasta los cuernos del altar!» (Sal 118:17-27)

Siguiendo la idea del Salmo, pero no citándolo, la multitud alude al “reino de nuestro padre David” (v.10). No se refiere expresamente a Jesús como rey, pero el contexto alude a ello.
La nueva referencia al “hosaná” “en las alturas” remite al Sal 148,1. Quizás para Marcos en vv.9 y 10 más que “salvar” hosaná sea entendido como una oración para la que Jesús es el objeto. 

Abruptamente Marcos presenta al “rey Jesús” entrando en la ciudad y el templo. Algunos lo han proclamado rey, algo que con ironía Marcos repetirá en 14-15 (evangelio del día). Pero Jesús se retira de la ciudad para pernoctar en “Betania”. Así finaliza el primer día.


Lectura del libro del profeta Isaías     50, 4-7

Resumen: tomando uno de los llamados “cantos del Siervo sufriente de Yahvé” la liturgia presenta al sufriente como un discípulo ejemplar de Yahvé.


El texto constituye el llamado “tercer canto del Siervo de Yahve”. Aunque los cantos están en debate en cuanto a época, autores y destinatarios (se ha propuesto, por ejemplo que es el canto de dolor de los que regresan de Babilonia al no ser acogidos por los que residen en la tierra) el texto está incorporado en la liturgia a la luz de los relatos de la Pasión y las torturas padecidas por Jesús en las instancias previas a la cruz.

El tercero de los “Cantos del Siervo de Yahvé” (aunque la palabra “Siervo” aquí no es usada, por lo cual algunos no lo cuentan entre estos cánticos) ubica al poeta como un sabio (“lengua de discípulo”, v.4, “oído abierto”, v.5), como alguien que debe educar al que “anda en tinieblas” (v.10) y comunicar al cansado una palabra de aliento (v.4). Las agresiones e insultos de “otros” (vv.6-7) no le impiden anunciar aquello que debe comunicar como sabio.
El texto está armado en cuatro estrofas comenzadas por “el Señor Yahvé” (vv.4.5.7.9). Yahvé es el maestro que genera un discípulo ejemplar, maestro a su vez. Y como Yahvé (40,28-31) debe confortar a los fatigados. La primera estrofa está centrada en el tema del discípulo (enmarcada por los términos lengua / palabra, oído / escuchar y la repetición de “despertar” (“palabra despierta”, “despierta el oído”, v.4). Retomando la idea, la segunda estrofa da un paso más: los sufrimientos. Esto fue tomado particularmente por Mateo (26,67 y 27,30, las escupidas a Jesús). Los vv. 7 y 9 comienzan con “el Señor Yahvé me ayuda” (cf. 41,8-13) lo que contrasta con los verbos “ser confundido” y “quedar avergonzado” (cf. 41,11; 45,16.17; 50,7; 54,4). El lenguaje, a partir del v.8 es judicial, pero aquí finaliza el texto litúrgico.


Lectura de la carta de san Pablo a los cristianos de Filipos     2, 6-11

Resumen: Pablo invita a la comunidad a vivir en su seno de una manera que la debe caracterizar en su seno por la unidad y la humildad.

El himno, probablemente conocido por Pablo tiene un doble movimiento de descenso y ascenso (como se ve en el esquema que presentamos). La idea principal para los lectores es “tener los sentimientos de Cristo”, por tanto repetir la escena de “descenso”. El segundo movimiento, el de ascenso – “exaltación” tiene como sujeto a Dios, anunciando lo que él también dará a los suyos, a los que “tengan los sentimientos de Cristo”. 

Para la liturgia del día, el acento está puesto en la frase “y muerte de cruz” que los autores que consideran el texto un himno prepaulino afirman que se trata de un añadido de mano del mismo Pablo. La obediencia y la humildad (la clave del obrar de Cristo – descenso – que la comunidad debe repetir) llegan hasta el extremo de la cruz. 

Mirando atentamente el texto descubrimos los dos movimientos mencionados, uno de descenso (hacerse nada) y otro de exaltación (“por eso Dios…”). El primero, movimiento desde la forma de Dios a la forma de esclavo finaliza en la muerte, “¡y muerte de cruz!”. El segundo, caracterizado por la donación del nombre excelso (el nombre de Dios) culmina en la proclamación de Jesús como “¡señor!” Sin embargo, el acento está puesto en la primera parte (dice que tengan los sentimientos de Cristo y estos están marcados por el movimiento de descenso); el otro movimiento es obrado por Dios que exalta a Cristo “por eso” (por su abajamiento). Este abajamiento está marcado por dos acciones: la humildad y la obediencia (a Dios). Lo cual es claramente contracultural en una colonia romana como era Filipos. Esas dos acciones (que enmarcan el relato, en los vv.3 y 12) son lo que se debe buscar para tener los mismos sentimientos de Cristo hasta la cruz. El resto es obra de Dios elevando a Jesús -en la resurrección, por cierto- hasta la altura divina.

A esta comunidad Pablo le propone el descenso de Cristo (kenosis) como algo que debe imitar. Si la comunidad debía tener “un mismo sentir” y “sentir en” (fronéô) ahora se le recalca que debe tener los “sentimientos” (fronéô) de Cristo Jesús. Esto es lo que desarrollará a continuación en el himno.



Es interesante notar el movimiento de ascenso que Dios provoca. Este está marcado por el “nombre”. Dios le da el “nombre sobre todo nombre” (el nombre de Dios) que se une aquí al “nombre de Jesús”. Dios ha “elevado” a Jesús de modo tal que de él se dirán cosas que se afirman exclusivamente de Dios: “se doblará toda rodilla”… La referencia a “toda rodilla” y a “toda lengua” están tomadas del himno claramente monoteísta de Is 45,14-25 (ver v.23) donde se destaca que “Yahvé salva” a diferencia de los dioses de los pueblos que “no pueden salvar” (no está de mal recordar que el nombre “Jesús” significa “Yahvé salva”). La acción elevadora de Dios a Jesús lo pone a la misma altura divina hasta el punto de ser reconocido como “Señor”, como se decía de Dios mismo; y en eso Dios mismo él se manifiesta (gloria).

La acción descendente de Jesús de humildad y obediencia hasta el extremo de la cruz, en el paso de la forma de Dios a la forma de esclavo, provoca que Dios (“por eso”) lo exalte hasta la misma altura divina y reciba el mismo nombre divino con el que Dios recibe gloria y Jesús es reconocido por “toda lengua”.


Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos     14, 1-15, 47

Resumen: todo el Evangelio está preparando este momento. Jesús, crucificado, ahora sí puede ser proclamado como Hijo de Dios. Sin signos que lo ameriten: solo la cruz.

El relato de la Pasión de Jesús en Marcos está cargado de elementos propios que permiten vislumbrar una serie de elementos propios de la teología de este evangelista y señalar así el centro de su mensaje. 

El texto tiene una serie de escenas que presentaremos brevemente:

1.- Introducción informando la decisión de ejecutar a Jesús (14,1-2)
2.- Paréntesis con la Unción en Betania (14,3-9)
3.- “Sandwich” con la defección de algunos “de los Doce” y la Cena Pascual (14,10-31)
4.- Jesús en el Monte de los Olivos (14,32-42)
5.- Captura de Jesús y huida de los discípulos (14,43-52)
6.- Juicio religioso (14,53-65)
7.- Negaciones de Pedro (14,66-72)
8.- Juicio político (15,1-15)
9.- Camino a la cruz y crucifixión (15,16-28)
10.- Burlas al crucificado (15,29-32)
11.- Muerte de Jesús (15,33-39)
12.- Testigas y sepultura (15,40-47)

Veamos los elementos principales:

1.- Un elemento que se ve claramente en todo el relato es la intención de Marcos de ser provocador de sus lectores, de resultar paradojal. La introducción nos informa que los grandes adversarios de Jesús todo a lo largo del Evangelio (sumos sacerdotes y escribas) estaban buscando prenderlo engañosamente, con fraude, y matarlo. La suerte de Jesús ya está echada. Pero (¡y aquí lo paradojal!) “no durante la fiesta” a fin de evitar el tumulto. El lector puede quedar tranquilo porque Jesús pasará tranquilamente la fiesta, “pero” sabemos que no fue así. “Algo” ocurrió de modo que los sacerdotes y escribas pudieran “prenderlo y matarlo” durante la fiesta sin “alboroto del pueblo”. Marcos prepara el terreno para cumplir su objetivo.

2.- Narrativamente Marcos inserta un texto que pareciera crear “suspenso”. Nada tendría que ver con el drama, aunque algunos elementos lo recordarán. Una suerte de “paréntesis” a fin de dejar “caer” la información de que la muerte sellada todavía ha de esperar. Jesús se encuentra en Betania (lugar que parece el elegido para pernoctar al ir a Jerusalén: 14,2; cf. 11,11). Allí, ante todos (a la mesa en casa de Simón el leproso) una mujer innominada derrama un frasco de perfume puro “de nardo” sobre la cabeza de Jesús quebrando el frasco, quizás como señal de urgencia. En Juan 12,3 esto lo hace María, hermana de Lázaro en casa de estos, pero unge los pies de Jesús no es conveniente pretender “concordar” los relatos; la intención es teológica en todos los casos). El precio estimado es de 300 denarios (recordar que un denario es un jornal). El comentario alude a que podría haberse dado este dinero a los pobres. Y a continuación Jesús interpreta el acontecimiento, motivo por el cual se encuentra insertada aquí esta escena en el Evangelio:

Destaca, por un lado, [1] que “pobres tendrán siempre con ustedes” algo evidente en Betania (“casa de los pobres”, como se dijo más arriba). El tema, además, alude a Dt 15,11 donde la presencia de los pobres es vista como un compromiso de fraternidad con ellos. Por otro lado [2] interpreta la unción como un “anticipo del embalsamamiento” de la sepultura de Jesús (es interesante recordar que Jesús no será embalsamado, y cuando las mujeres van a cumplir este cometido el cuerpo ya no se encuentra en el sepulcro). Finalmente [3] Jesús anuncia que lo que esta mujer ha hecho “dondequiera que se anuncie el Evangelio, en el mundo entero, se hablará de lo que ella ha hecho para memoria suya”. Curiosamente, como se dijo, su nombre permanece (androcéntricamente) en el anonimato.
El tema central, sin duda, alude a la sepultura. El clima de muerte continúa aunque aquí solamente como un “anticipa”.

3.- El “sándwich”, característico de Marcos, es evidente:

a) Traición de Judas
b) Preparativos de la Cena
a’) Anuncio de la Traición de Judas
b’) Cena
a’’) Anuncio de las negaciones de Pedro

Quienes defraudan a Jesús, llevando hasta el quicio la incomprensión de su camino que vienen manifestando desde el comienzo de la segunda parte del Evangelio, son “uno de los Doce”, uno “que moja conmigo en el mismo plato” en la comida pascual.

a) La Traición de Judas resulta escandalosa en el Evangelio: no ocurre por dinero (Mateo), ni porque “entró Satanás” (Lucas, Juan). No hay motivación para hacerlo; simplemente ocurre. Para reforzar el escándalo Marcos continuamente resalta que era “uno de los Doce”. La alegría de los sumos sacerdotes es comprensible: ahora sí pueden ejecutarlo en un momento “a solas” sin tumulto del pueblo y entonces matarlo durante la fiesta. El escándalo crece.

b) Los preparativos de la cena destacan una serie de elementos. Los discípulos le preguntan dónde hacer los preparativos. La comida pascual es “comida familiar” pero ya sabemos en Marcos que para Jesús el discipulado constituye una familia nueva por la que vale la pena renunciar a la antigua y dejar todo.

Como había hecho con el asno en su entrada en la ciudad, Jesús sabe proféticamente, lo que los discípulos verán al llegar y que ocurre “según les había dicho”. La frase “el Maestro dice…” (en la entrada en la ciudad es “el Señor lo precisa…”) invita a pensar que Jesús ya es conocido en la ciudad (y quizás también en esos lugares concretos). Se prepara la pascua.

a’) Como corresponde a los banquetes, comen recostados. Allí Jesús anuncia la “entrega” de Judas. No hay (sí en Mateo) anuncio de quién es el destinatario de la frase, pero “¡más le valdría no haber nacido!” El acento está puesto en que esto lo realiza “uno de los doce”, uno “que moja conmigo en el mismo plato”. 

b’) La cena pascual presenta al encargado de la misma (el padre de familia, habitualmente) dando una interpretación sobre el pan y la copa. En este caso – nuevamente introduciendo cada vez más claramente el escándalo de la muerte que se avecina – interpretada como un pan partido y como sangre derramada. El término “alianza” (diathêkê; no es muy frecuente en el NT si excluimos la carta a los Hebreos, donde se encuentra x17; en los Evangelios sólo en Lc 1,72 fuera de los relatos eucarísticos) está tomado de Ex 24,8 donde el pueblo confirma ante Moisés la alianza que está dispuesto a cumplir. “Entonces tomó Moisés la sangre, roció con ella al pueblo y dijo: «Esta es la sangre de la Alianza que Yahveh ha hecho con vosotros, según todas estas palabras»”. 

a’’) La liturgia pascual finaliza cantando los salmos del Hallel (Salmos 113-118). Luego Jesús se dirige a una propiedad (Getsemaní) en el Monte de los Olivos. Judas sabe que Jesús suele dirigirse a ese lugar. Jesús anuncia un “escándalo” general a la luz de textos de Zacarías (que serán bastante frecuentes en la Pasión: entrada en un burro (Zac 9,9), expulsión de vendedores (14,21), el traspasado (Jn 19,37 // Zac 12,10): heriré al pastor y se dispersarán las ovejas” (13,7). La frase de Pedro afirma que no se escandalizará, y Jesús anuncia las negaciones. Pero en el medio de la escena Jesús anuncia su resurrección diciendo (como lo recordará el joven en el sepulcro) que los precederá en Galilea. Las escenas de “tres”, tan propias de Marcos comienzan a multiplicarse: Pedro negará “tres” veces “antes que un gallo cante dos veces”. Probablemente se refiera a un dicho popular en el sentido de “antes que amanezca” (no es evidente que hubiera gallos en Jerusalén). La frase de Pedro de que eso no ocurrirá es reforzada por que “todos” también afirman que no se escandalizarán. 

4.- Jesús en el Monte de los Olivos (14,32-42)

Nuevamente la escena se presenta de a “tres”: “tres” grupos: los discípulos, Pedro-Santiago y Juan (tres) y Jesús solo. Jesús se aproxima a estos “tres” veces y los encuentra dormidos. El grupo privilegiado (Pedro, Santiago y Juan) una vez más es resaltado, pero una vez más no se encuentran conforme a los acontecimientos (duermen después que Jesús tres veces había insistido en la importancia de velar: 13,34.35.37). Como portavoz del grupo Jesús se dirige a “Simón”. Extrañamente, al final les dice que “ahora sí pueden dormir y descansar”. “El que me entrega” está cerca.

La oración de Jesús (que no pudo ser escuchada por nadie) se dirige a Dios utilizando – por única vez en los Evangelios – el arameo “abbá”, un término que denota respeto y afecto y que suele traducirse por “padre”, aunque debería reforzarse lo afectivo. No consta en ningún texto en el que alguien se dirija a Dios como “abbá” (sí hay algunos donde se utiliza el hebreo “abî”, padre mío, por ejemplo en Qumrán; pero nunca abbá).

5.- Captura de Jesús y huida de los discípulos (14,43-52)

“Judas, uno de los Doce” se presenta para entregarlo. Marcos quiere reforzar el “escándalo” y Jesús (a quien muy posiblemente conocieran) es “entregado” con un “beso”. Les encarga que lo prendan con “cuidado”. La resistencia por parte de “uno de los presentes” (¿discípulo? Juan precisará que se trata de Pedro, pero Marcos ni siquiera señala que se trata de discípulo. De hecho no hay más elementos: ni reprimenda de Jesús, ni menos aún milagro de curación). La frase de Jesús de por qué no lo detuvieron en el Templo ya había quedado aclarada en la introducción: para evitar el tumulto. Jesús, sin embargo, da otra interpretación: “para que se cumplan las escrituras”.

Conforme a lo dicho por Jesús, “todos” huyen abandonándolo. El caso extremo (exclusivo de Marcos) se da en un joven (neaniskós) que lo sigue cubierto con una sábana (sindóna). Cuando lo detienen deja hasta la sábana huyendo desnudo. Algunos han querido ver aquí una suerte de “firma” del autor presentándose como testigo y avergonzado, pero nada parece indicarlo, y nada autoriza expresamente esta atribución. El acento, propio del intento “escandalizador” de Marcos es reforzarlo mostrando que “hasta desnudos” huyeron abandonando a Jesús (recordar que la desnudez es expresión de la vergüenza en el mundo bíblico). Por otro lado, este joven contrasta ciertamente con el joven (neaniskós) vestido con ropaje (stolên) blanco que comunica a las mujeres la resurrección, y la sábana (sindóna) que José de Arimatea compra para envolver el cadáver de Jesús y sepultarlo.

6.- Juicio religioso (14,53-65)

El detenido es conducido (en horarios nocturnos que, según la Misna, hace inválido un interrogatorio y juicio) donde se reúnen sumos sacerdotes, escribas y ancianos (tres grupos). Preparando la siguiente escena se informa que también Pedro los sigue de lejos.

Para dar entidad a la farsa de juicio (recordar que la sentencia de muerte ya estaba dictada) se precisan testigos. El texto destaca que no los encuentran; incluso hay falsos testigos pero no concordaban. La condena es imposible en este contexto. El Sumo Sacerdote, entonces, lo interroga directamente. La pregunta directamente es si “es el Cristo”, “el Hijo del bendito”. Curiosamente, el mismo Jesús que todo a lo largo del Evangelio había “mandado callar” sobre este tema es quien habla y quien da los argumentos necesarios para la condena. “¿Qué necesidad tenemos ya de testigos?”. “Todos juzgaron que era reo de muerte”, lo cual era algo sabido por los lectores del Evangelio. Las burlas al condenado refuerzan el clima de escándalo que Marcos quiere crear influido por Is 50,6.

7.- Negaciones de Pedro (14,66-72)

Nuevamente un “tres”, en este caso, las negaciones de Pedro. Pero el acento en Marcos se nota en la gravedad cada vez mayor de la actitud de Pedro: primero “niega y se desentiende, en un segundo momento “lo negaba de nuevo”, pero ante la tercera oportunidad “insultos (anathematizein) y juramentos (omnúô)” marcan el escándalo que Marcos quiere resaltar en un momento cumbre. El uso del tres sirve para ahondar la gravedad del hecho. Pero Pedro manifiesta su angustia “llorando” (no se hace referencia a arrepentimiento, el llanto es sinónimo de angustia).

8.- Juicio político (15,1-15)

El texto da un pequeño paso cronológico y señala que “al amanecer” (prôí) que es lo que ocurre poco después del “canto del gallo” (cf. 13,35). Atado, Jesús es conducido ante Pilatos. Comienza, entonces, un nuevo juicio, el político. 

La primera característica es el silencio de Jesús (quizás influido por Is 42,2; 53,7: el siervo sufriente de Yahvé que “como oveja que ente los que la trasquilan está muda, tampoco él abrió la boca”).

La escena de Barrabás, evidentemente colocada para – nuevamente resaltado por Marcos – mostrar que se prefiere la liberación de un homicida a la libertad de uno que “ningún mal ha hecho”. El contraste no puede ser más terrible. La “multitud” actúa “incitada” por los sumos sacerdotes motivados por la “envidia”. La envidia es la causa de la entrada de la muerte en el mundo, “a causa de la envidia del diablo” (Sab 2,24), de hecho esta “no tiene nada que ver con la sabiduría” (Sal 6,23). Nuevamente, las autoridades actúan de determinado modo por causa a la multitud (15,15), en este caso “entrega a Barrabás”.

9.- Camino a la cruz y crucifixión (15,16-28)

Las burlas continúan lo comenzado en 14,65. Nuevamente la referencia invita a referirse al Siervo sufriente de Isaías (golpes, escupidas…). Jesús – como corresponde – es llevado fuera (de la ciudad) para ser crucificado. Es interesante recordar que este suplicio solía concretarse en las puertas de la ciudad a fin de que todos pudieran verlo. No sólo a modo de escarmiento y advertencia ante quien osara algo semejante en un eventual futuro, sino también para reforzar el deshonor y humillación del condenado. 

No se dice (sí en Juan) que Jesús lleve el palo horizontal de la cruz (que era el que llevaba el que sería crucificado, con un cartel colgado al cuello indicando la causa y con el objeto de sufrir el escarnio público). Se incorpora a Simón de Cirene. Él lleva la cruz, como buen discípulo. Tanto que es el padre de “Alejandro y de Rufo” dos conocidos por los destinatarios del Evangelio.

Al llegar al sitio le ofrecen una bebida de vino mezclado con mirra (¿narcotizante? ¿Destaca que Jesús conscientemente escoge el camino que está transitando?). La referencia a las suertes de los vestidos constituye la primera referencia al Salmo 22 que será un marco narrativo que acompaña el desenlace. Dos salteadores se encuentran a su derecha e izquierda. Jesús está llegando a su meta y no están allí Santiago y Juan, que habían afirmado – como Pedro - que serían capaces de beber la copa de Jesús (10,38-40), reforzando el escándalo, están “dos salteadores”.

10.- Burlas al crucificado (15,29-32)

Nuevamente de a tres se resaltan las burlas al crucificado (los que pasan, los sumos sacerdotes y los que estaban con él crucificados). Remitiendo nuevamente al Salmo 22, la burla de los que pasan es “menear la cabeza”. La alusión a la destrucción del Templo recuerda los falsos testigos del juicio religioso. Los dos primeros aluden a que no es capaz de “salvarse a sí mismo”.

11.- Muerte de Jesús (15,33-39)

Tres horas después el texto señala una oscuridad sobre la tierra, pero no parece destacar más que el acento puesto en la absoluta soledad del crucificado. Jesús está sólo en la cruz, abandonado de todos. Y – nuevamente aludiendo al Salmo 22 – destaca que incluso es abandonado por Dios. El texto: “Dios mío, Dios mío…” constituye la única vez en todos los evangelios donde Jesús no se dirige a Dios como “padre”.

Salmo 22
Marcos 15
se reparten entre sí mis vestiduras y se sortean mi túnica. (v.19)
Le crucifican y se reparten sus vestidos, echando a suertes a ver qué se llevaba cada uno. (v.24)
todos los que me ven de mí se mofan, tuercen los labios, menean la cabeza: (v.8)
Y los que pasaban por allí le insultaban, meneando la cabeza (v.29)
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? ¡Lejos de mi salvación la voz de mis rugidos! (v.2)
A la hora nona gritó Jesús con fuerte voz: «Eloí, Eloí, ¿lema sabactaní?»,– que quiere decir–«¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?» (v.34)

La confusión con Elías es muy comentada. Los judíos asistentes sin duda conocen el Salmo, pero la referencia a la venida de Elías es valorada como expectativa mesiánica.

El velo del templo se rasga – como el cielo en el bautismo – con lo que Jesús vuelve a darle un nuevo sentido. Pero la muerte de Jesús no viene acompañada de signo alguno. Por eso resulta paradojal (una vez más en Marcos) que “viendo que había muerto de esa manera” es que el Centurión lo reconoce como “Hijo de Dios”. La fe sin signos que la rodeen, sin manifestaciones que aparentemente la justifiquen es lo que cuenta. Es la máxima confesión de fe, aquella para la que el Evangelio fue escrito (1,1). Todo el evangelio concluye en esta escena. Jesús es hijo, pero no en los milagros y exorcismos, sino en la cruz.

12.- Testigas y sepultura (15,40-47)

Tres mujeres seguían y servían a Jesús. Son verdaderas discípulas, en contraste con lo que Pedro, Santiago y Juan han manifestado en su huida. Todos los varones han abandonado a Jesús como él mismo lo había señalado. 

Sin discípulos cerca, uno del Sanedrín, quizás “amigable”, (pero no se dice discípulo) reclama el cuerpo. La muerte ha ocurrido verdaderamente por lo que “en una sábana nueva” Jesús es envuelto y sepultado. Las mujeres observan. El desenlace se aproxima.