jueves, 31 de agosto de 2023

Una nota sobre la Biblia de Jerusalén y sus ediciones

Una nota sobre la Biblia de Jerusalén y sus ediciones

Eduardo de la Serna



«…conviene que se explique aquel mismo texto original que, escrito por el sagrado autor, tiene mayor autoridad y mayor peso que cualquiera versión, por buena que sea, ya antigua, ya moderna; lo cual puede, sin duda, hacerse con mayor facilidad y provecho si, respecto del mismo texto, se junta al mismo tiempo con el conocimiento de las lenguas una sólida pericia en el manejo de la crítica» (Pio XII, Divino Afflante Spiritu 12 [1943]).

 

Se supone que cada nueva edición de un texto pretende mejorarlo, o adecuarlo a los lectores contemporáneos. Pero quisiera mirar – con perspectiva bíblica y de género – tres textos, sencillamente como aporte a una mirada crítica.

 

I.- Gálatas 1,16.

Pablo está refiriendo a su ida a Arabia, la cual no fue consultada con nadie (es decir, se trata de una decisión personal, no consensuada). Allí las diferentes ediciones dicen que este viaje lo hizo:

1ra edición (1966): “sin pedir consejo ni a la carne ni a la sangre”

2da edición (1975): “sin pedir consejo ni a la carne ni a la sangre”

3ra edición (1998): “sin pedir consejo a hombre alguno”

4ta edición (2009):sin pedir consejo a hombre alguno”

5ta edición (2019): “sin pedir consejo a persona alguna”

En este sentido, la edición original francesa dice: “sans consulter la chair et la sang” [lit. “sin consultar a la carne ni a la sangre”]

En griego dice: “ou prosanéthêmen sarkì kaì haímati” [lit. “sin consultar a la carne ni a la sangre”]

Es evidente que “sarx” (= carne) y “haima” (= sangre) se refiere a una persona, “a nadie”, también podría traducirse. Pero veamos otro caso semejante:

Jesús le dice a Pedro en Mateo 16,17 que la revelación (de que Jesús es el Cristo) es de origen divino y no humana:

1ra edición: “no te ha revelado esto la carne ni la sangre”

2da edición: “no te ha revelado esto la carne ni la sangre”

3ra edición: “no te ha revelado esto la carne ni la sangre”

4ta edición: “no te ha revelado esto la carne ni la sangre”

5ta edición: “no te ha revelado esto la carne ni la sangre”

La edición francesa dice: “cette revelation t’est venue, non de la chair et du sang” [lit. “esta revelación, te ha venido, no de la carne y la sangre” …]

En griego dice: “hóti sarx kaì haima ouk apékalípsen” [lit. “la carne y la sangre no te lo revelaron”]

Es decir, la misma fórmula, en el caso de Mateo, mantiene en todas las ediciones el original griego, mientras que no ocurre lo mismo en Gálatas; solamente las primeras ediciones han mantenido la fidelidad al texto griego original “carne y sangre”; las demás – leyendo correctamente, pero sin respetar el texto original – lo interpretan en sentido “humano”, siendo que 3º y 4º usan “hombre, mientras que la 5ª edición, con mayor sensibilidad de género, utiliza “persona”.

 

II.- La llamada a ser pescadores.

Los tres Sinópticos reiteran la invitación de Jesús a los primeros llamados a cambiar de oficio (“pescadores”) por uno análogo. Sin embargo, veamos algún dato en la traducción:

El hecho está narrado en Marcos 1,17, Mateo 4,19 y Lucas 5,10:

1ra edición, en los tres casos los invita a ser “pescador/es de hombres” (la versión de Lucas se encuentra en singular ya que se dirige exclusivamente a Pedro)

2da edición: “pescador/es de hombres”

3ra edición: “pescador/es de hombres”

4ta edición: “pescador/es de hombres”

5ta edición: curiosamente, mientras Marcos y Lucas repiten “pescador/es de hombres” la versión de Mateo afirma “pescadores de personas”

La 5ta edición nuevamente se muestra más sensible a las cuestiones de género, pero no se comprende por qué lo hace solamente en el texto de Mateo y no repite la misma palabra en Marcos y Lucas. Hay que notar, además, que, en el Tercer Evangelio, en griego, aunque el término “pescador” es apropiado, no utiliza el mismo término que en Marcos y Mateo, ya que se refiere a “capturar vivos” (a los peces, en este caso… o mejor, a las personas). El verbo griego tiene la raíz –, es decir “vida” (zôgréô). Este matiz no se logra percibir en ninguna de las traducciones castellanas (la edición francesa dice: “sont des hommes que tu prendras” [lit. “serán hombres los que prenderás”]).

 

III.- Curiosa expresión patriarcal

En el relato en el que Jesús es interrogado por la licitud de divorcio, narrado solamente en Marcos y Mateo (Lucas prefiere, como otras veces, el texto que recibe de Q) Jesús hace referencia al momento creacional (Mc 10,6 y Mt 19,4). Allí no hay variantes en las traducciones de las diferentes ediciones: en todas se dice que al comienzo de la creación Él “los hizo varón y hembra”. Se traduce de ese modo el griego ársen kaì thêly. La fórmula griega se refiere al par masculino y femenino de diferentes especies (por ejemplo, las animales que son introducidas por Noé en el arca, Gen 6,19), también pueden aplicarse a la especie humana, como en Gen 1,27. Suele utilizarse, sacerdotalmente, para hacer una distinción de géneros en la especie de la que se esté tratando: literalmente macho / varón y hembra / mujer.

Ahora bien, en la lengua castellana, generalmente “macho y hembra” suele utilizarse para los animales mientras que “varón y mujer” para la especie humana. La fórmula “varón y hembra” (que, además, se reitera en Gén 5,2), resulta, por lo menos extraña, sino claramente patriarcal. Siendo que la 5ta edición ha insinuado una mayor sensibilidad de género resultan, cuanto menos extrañas, estas traducciones, por lo menos, poco felices (en francés: “homme et femme” [lit. “hombre y mujer”]).

 

Logo de la Biblia de Jerusalén

Los “extranjeros” en la Biblia

Los “extranjeros” en la Biblia

Eduardo de la Serna



Para empezar, señalemos que “extranjero”, del mismo modo que “extraño”, es algo que viene de “afuera” (en latín, extra), y – por lo tanto – cualquier grupo humano reconocerá cosas como propias, y otras cosas como extrañas / extranjeras / como provenientes de fuera. Por supuesto que de ningún modo esto debe entenderse de un modo necesariamente negativo, sino simplemente descriptivo.

También es importante señalar que en todo grupo religioso es frecuente que haya cosas que son para Dios o para los dioses y otras que son para el uso común, y que no es bueno mezclarlas; por ejemplo, hay vestimentas para el uso religioso y otras para el uso cotidiano, hay utensilios, vasos, por ejemplo, para el uso religioso y otros para el uso común. Entonces, una cosa de un ambiente será “extraña” en otro.

Aclarado esto, es bueno recordar que Israel sabe que tiene una alianza con Dios: “yo seré su Dios, ustedes serán mi pueblo”. Y entonces, muchas cosas que hacen otros pueblos no deben hacerse en Israel ya que son “extrañas”. No se dice – por lo menos, no siempre – que se trate de cosas malas, sino de cosas que son “extrañas” (esto es de acá, esto es de allá, y no deben mezclarse). Cuando se destaca, con frecuencia, que “no se debe” hacer ciertas cosas (incluso a veces se usa el término “abominable”, que sería como nuestro “asco”, como cuando afirmamos que determinada comida nos da asco, a pesar de saber que es muy apreciada “fuera” de nuestro ambiente), no deben hacerse tatuajes (que eran marcas en el cuerpo que identificaban a algunas tribus, por ejemplo; Lev 19,28), no se deben usar “ropas extranjeras” (Sof 1,8), etc. Es decir, para una mentalidad litúrgica, cada cosa debe estar en “su lugar” y no se deben mezclar, son “extrañas”, del mismo modo que cuando Israel pide un rey “como el que tienen los demás pueblos” olvidando que Israel “no es como los demás pueblos” … Israel, entonces se ve como un pueblo “santo” (es decir “de Dios”) y ve a los demás pueblos como “extraños”, y “no deben mezclarse”.

Ahora bien, esta actitud frente a lo extraño / extranjero llevó en muchas ocasiones a una actitud de desprecio y rechazo de todo eso. Es decir, lo extranjero ya no era visto como algo meramente extraño sino como algo malo, algo negativo. Y en la Biblia encontraremos muchos textos en este sentido.

Precisamente por eso, también, hay textos donde se enseña a mirar a lo extranjero y los extranjeros con otra mirada diferente. Encontraremos, por ejemplo, en el libro de Rut, una extranjera, de Moab, una mujer que es modelo de fidelidad a la alianza y a las leyes de Dios que muchos de Israel, que debieran respetarlas, no lo hacen. Encontraremos en la historia de Jonás un pueblo enorme y adversario emblemático, Nínive, que se convierte en su totalidad (hasta los animales) con solo empezar a escuchar la predicación del profeta. Y encontraremos textos donde se señala que llegarán días en que los pueblos vecinos reconocerán al Dios de Israel y Jerusalén será una ciudad de puertas abiertas.

Entrando en el Nuevo Testamento, es interesante que, en un primer momento, Jesús destaca que él no viene para los extranjeros, sino para “las ovejas perdidas del pueblo de Israel” (Mt 15,24), pero empiezan a surgir una serie de elementos (una mujer sirofenicia amplía la mirada de Jesús; un centurión romano revela mucha fe, unos magos de oriente adoran al niño…) que llevan a las primeras comunidades, especialmente después de la resurrección, a descubrir los nuevos caminos por los que Dios los conduce, y ampliar la predicación a todos los pueblos para que se incorporen al “Israel de Dios”, como se autopercibe la primitiva Iglesia (Gal 6,16).

Con dificultades al comienzo, con más entusiasmo después (y a veces también con perspectivas negativas, como la posición anti-judía que llevó a algunos en la Iglesia a una mirada donde ahora los judíos eran tenidos por “extraños / extranjeros”) las comunidades cristianas, con Pablo como ejemplo significativo, se dirigen a todos invitándolos a ser parte de un pueblo de Dios, que renueva su alianza y nos abre a todos las puertas, un pueblo donde “nadie se sienta extranjero”, sino hermano y hermana, como la “nueva Jerusalén” del Apocalipsis donde ya no hay lámparas, porque siempre es de día, ya no hay Templo, ya no hay puertas cerradas porque todos son parte del pueblo de Dios.

 

Imagen tomada de https://www.alamy.es/figura-roja-de-un-hombre-en-una-multitud-de-personas-extrano-llamativo-diferente-especial-infectado-con-la-amenaza-de-propagacion-de-una-pandemia-colectivo-i-image388040396.html

miércoles, 30 de agosto de 2023

Debo confesar que no me molesta tanto que Milei insulte al Papa

Debo confesar que no me molesta tanto que Milei insulte al Papa

Eduardo de la Serna



Con comprensible enojo, o molestia, o dolor hay muchos y muchas que han manifestado razonable preocupación por los dichos de Javier Milei sobre el Papa. Pero, la verdad, a mí no me molesta tanto. Y aclaro:

Los dichos, ocurrieron hace muchos meses, cuando Viviana Canosa era casi la jefa de prensa del libertario. No está de más preguntarse por qué molestan ahora y no ayer. ¿O es que molestan porque es potencialmente presidenciable? Sería extraño.

Escuchar la entrevista completa no es menos extraño. Simplemente ha manifestado una ignorancia supina. Hablar de la “silla de Pedro”, o del Estado Vaticano como “la casa de Dios” no es sino una sorprendente manera de expresarse de algo que ignora. Aunque, en realidad, hablar de que Milei “ignora” es hablar de él mismo, porque manifiesta a todas no-luces su incompetencia.

No solamente debe gritar e insultar (en este caso al Papa) como una manera de evitar cualquier debate o diálogo, sino que nadie intentaría siquiera corregirlo en un error para no recibir a su vez otra catarata. Si, en lugar de decir “sagradas escrituras” dice “excrituras” (y que, además, no parecen “sagradas” para él, lo que está en su derecho, pero no se entiende, entonces, por qué las califica de ese modo), reitera su ignorancia.

Y los usos de dos citas bíblicas, una de Samuel (mal citado) y otra del Evangelio de Lucas merecerían una clara reprobación de un estudiante en cualquier instituto, aun de primera iniciación bíblica.

Por tanto, que ese determinado sujeto se manifieste a los gritos e insultos a toda aquella persona que ejerza la libertad de opinar distinto a lo que él hace, no parece ni respetuoso de la libertad (salvo la propia) ni amigo de sensatez alguna. ¿Debería ofender semejante engendro?

Pero, resulta que ese tal fue votado, ¡muy votado! Y sería sensato preguntarnos por qué lo fue. ¿Qué provocó semejante reconocimiento de gran parte del electorado? ¿Qué causó la aceptación de alguien que ya había dicho lo que dijo? Dichos luego relativizados en clara manifestación de la sensatez del llamado “teorema de Baglini” (por el que se hizo conocido el diputado radical, al afirmar que cuantas más posibilidades de acceso al poder tiene un político más modera este sus palabras). 

Ahora bien… ¿no piensan aquellos escandalizados y escandalizadas decir nada por las ofensas violentas, agresivas y mortales que significan todos los dichos (incluso los reiterados post-PASO) que perjudican a los y las pobres de la tierra? Su famoso slogan “no vine a conducir corderos sino a despertar leones” puede resultar muy dinamizador para quienes se autoperciben felinos, pero no demasiado beneficioso para los millones de corderos. Los débiles, las víctimas de la sociedad, los pobres, los descartados, los marginados, es decir, para aquellos a los que el dicho considera “corderos”, no solamente no parece que se pretendiera ningún tipo de beneficio, sino que, para peor, no tienen otro destino sino el de ser alimento de la manada de leones despiertos. 

En lo personal, me parece que “saltar” a raíz del insulto al Papa se asemeja a un “si a mí no me tocan, no digo nada”. Y, eso, se parece bastante a corporativismo. No me gusta nada, ni un cachito, lo que dijo del Papa, pero son los dichos propios de un ignorante e intolerante. Pero las propuestas, las consecuencias sociales, económicas, de salud, de educación, de política internacional y tantas otras que solo sumirán en más y más pobreza a las víctimas sistemáticas (“corderos”, al decir del que se pretende “jefe de la manada”), eso sí resulta preocupante. Demasiado. Porque el insulto, en realidad, no afecta al insultado; el golpe, en cambio, lastima al destinatario. Duele. Y, si de evangelio hablamos, no parece demasiado “cristiano” permanecer indiferente al dolor de los pobres, pero es – lamentablemente – comprensible la ofensa al pastor.


Foto tomada de https://curiosfera-animales.com/como-cazan-los-leones/

martes, 29 de agosto de 2023

El judaísmo en la política

El judaísmo en la política

Eduardo de la Serna



Parto del interesante artículo, hoy, en Página 12, de Damián Setton, sobre Milei y el judaísmo. Pero quiero mirar otro aspecto, no sé si complementario, o algo así.

Con alguna frecuencia, Milei, que constantemente quiere ocultar su enorme ignorancia, con citas o palabras no usuales, hizo referencia a tradiciones judías. No sólo las citadas en el artículo. Por ejemplo, en una de sus más que escasas participaciones (casi incunables) en el Congreso, hizo referencia al libro bíblico del Éxodo llamándolo por el nombre judío (welle shmôt), aunque a continuación dijo “Biblia” y no Tanaj, como hubiera debido. Y hay otros muchos elementos que no es necesario referir.

Quizás se debiera indicar, para un gran número desconocedor, que, propiamente hablando, “el judaísmo” no existe, sino que hay “judaísmos”. Una característica permanente de la tradición judía es su pluralismo. Por tanto, más que mirar “el judaísmo” de tal o cual sujeto, sería oportuno conocer a qué corriente del judaísmo adhiere. Y, además, tener claro, que es razonable no adherir a una corriente, o a más de una, sin que eso signifique rechazo de otras corrientes judías. Rechazar “el judaísmo de Milei” no significa, sin más, rechazar el judaísmo (o “los judaísmos”).

Creo que, lamentablemente, en Argentina, hay, en general, un profundo desconocimiento, casi caricaturesco (si no fuera tan preocupante) de lo judío (“los judíos mataron a Jesús” me dijo, sin dudarlo, un vecino semanas pasadas). Y, es evidente, que se pueden mostrar (se suele hacer) un par de judíos detestables para confirmar la crítica, sin percatarse que, del mismo modo se podrían mostrar cincuenta católicos romanos en la misma línea de pensamiento o de acción.

En suma, en lo personal, no me preocupa en lo más mínimo la cercanía de determinado personaje a una corriente judía; sí me puede preocupar a cuál corriente es que se aproxima. Y lo mismo diría (digo) cuando de una confesión cristiana se trata. Videla se confesaba católico, para ser precisos. Etty Hillesum era judía. El rabino Bergman es – obviamente – judío, monseñor Novak, católico… Marshall Meyer era judío, Angelelli católico. Y así se podría seguir, mencionando personas maravillosas de un lado y detestables del otro en ambas corrientes (y en otras, por cierto, también: el obispo Pagura era metodista, Alfredo Bravo era ateo). 

En lo personal, celebro que haya una cierta apertura a mostrar públicamente que no es un “dictum”, un dogma, aquello de que “la religión es opio del pueblo”; pero lamento que sea justo “ese judaísmo” el que es mostrado. Decenas de judíos y judías no merecen parecer identificados con eso. 

Lamentablemente, una cierta “pereza de TicToc” hace que el análisis de cada cosa, tan necesario para pensar la realidad, ofrecer caminos y dar pasos, lentos y duros quede en el permanente “debe” social… Siempre es más fácil usar el “todos” que analizar: todos los políticos, todos los curas, todos los judíos… A lo mejor, el primer paso para salir de la crisis, el más urgente, pero quizás el más difícil, sea salir de la pereza… Al fin y al cabo, algunos creemos que de los siete “vicios (mal llamados “pecados”) capitales, la pereza es el más grave. Podría explicarlo, pero “tengo fiaca”.


https://historia.nationalgeographic.com.es/a/menora-candelabro-sagrado-judaismo_18212

Comentario al Evangelio del domingo 22º "A"

 El contraste con Pedro es camino de discipulado

DOMINGO VIGESIMOSEGUNDO - "A"




Eduardo de la Serna




Lectura del libro del profeta Jeremías     20, 7-9

Resumen: En un texto dirigido a Dios, Jeremías se lamenta del mensaje terrible que debe pronunciar al pueblo, y responsabiliza a Dios por haberlo engañado y arrastrado violentamente a esa misión.



En el libro del profeta Jeremías hay una serie de textos autobiográficos a los que con frecuencia – y quizás no demasiada precisión – se los ha llamado “Confesiones”, inspirado el título en san Agustín. Son, en realidad, un progresivo lamento a Dios por la situación violenta que padece el profeta a causa de su ministerio (cf. 11,18-12,6; 15,10-21; 17,12-18; 18,18-23; 20,7-18). Puesto que su anuncio es muy duro (se aproximan amenazantes los babilonios y Jeremías anuncia “destrucción” y “terror” como castigo de Dios por haber abandonado su alianza) él es sumamente criticado, maltratado y en ocasiones se busca su muerte. Podemos decir que en su vida, Jeremías la pasa muy mal, y esto es por “culpa” de Dios que lo ha llamado como profeta a anunciar desolación. Es en este contexto donde ha de leerse el texto litúrgico.

El lamento de Jeremías, en este caso, se encuentra en 20,7-18 y en la liturgia se lee sólo la primera parte.

Lo primero que afirma el profeta, en un texto dirigido a Dios (por tanto entramos en un nuevo horizonte ya que habitualmente en los textos proféticos es Dios el que habla por intermedio del profeta) es que Dios lo ha “seducido” (petitanî). El verbo indica un uso de la fuerza hacia una víctima, particularmente sexual (cf. Ex 22,15; Job 31,9) pero también se dice del engaño (Dt 11,16; Sal 78,36; Pr 1,10; que también puede ser sexual, cf. Jue 14,15; 16,5) como por ejemplo el de los falsos profetas (1 Re 22,19-23; Ez 14,9). El verbo vuelve a encontrarse en v.10 y allí la connotación parece nuevamente sexual aunque en este caso de dice no de Dios sino de parte de los enemigos. El verbo “agarrar” (hazaq) también se utiliza en el sentido de violencia sexual (Dt 22,25; 2 Sam 13,11; Pr 7,13). El culpable de esta violación al profeta es Dios que le ha encargado profetizar contra el pueblo. Y es precisamente ese pueblo el que ejerce violencia contra el profeta. A la violencia se agregan las burlas. El profeta quisiera no tener que predicar ya que no es agradable lo que debe decir, pero no puede callar. El texto presenta, así, un Dios engañador (en otra de las “confesiones” lo ha llamado “espejismo”, 15,18) en quien no es posible confiar que no es mejor que los “amigos” de Jeremías, quienes lo traicionan. La angustia del profeta es total y parece estar dirigiendo a Dios su lamento desesperado con la intención de moverlo a actuar en su favor. Su crisis interior se manifiesta puesto que siente en su propio interior incapacidad de callar aquello que debe decir a su pueblo de parte de Dios. El contenido de la predicación, que realiza a los “gritos” y con “clamor” (gritos de angustia) es “violencia” y “destrucción”. 

El Dios que se manifiesta como “fuego que consume” (Ex 24,17; Dt 4,24; 9,3; Is 33,14) recibe en Jeremías esa imagen hablando de su palabra (Jer 5,14; 23,29). Y ese fuego está encendido en su corazón (la sede de las decisiones) y prendido en los huesos, en su más profunda interioridad. Imposible librarse.



Lectura de la carta de san Pablo a los cristianos de Roma     12, 1-2

Resumen: comenzando la parte final de la carta a los Romanos, Pablo los exhorta – como un sacrificio – a una vida que no se amolde al tiempo, sino que sepa vivir plenamente la novedad del Evangelio.



Como muchas de las cartas paulinas, después de una primera parte “teórica”, o doctrinal, le sigue una parte “práctica”, parenética. Es frecuente que esta esté introducida por el verbo “exhortar” (parakalô) (cf. 2 Cor 10,1; Fil 4,2; Ef 4,1; 1 Tes 4,1). Sin embargo, cabe una pregunta, en esta ocasión – que los diferentes autores disienten al responder – siendo que la comunidad romana es una comunidad que Pablo no ha fundado, que no los conoce ni lo conocen, esta es ¿qué autoridad afirma Pablo tener con los romanos para exhortar a un modo de vida concreto?, ¿qué conoce realmente Pablo de los romanos como para aconsejar o exigir un comportamiento concreto? Es probable que aquello a lo que el apóstol exhorta sea a un comportamiento más bien general, como consecuencias evidentes de todo lo que ha venido diciendo (y que en algunos momentos parece inspirado en lo que ha dicho en las cartas anteriores, teniendo en cuenta que romanos es la última carta de Pablo). Propiamente hablando parakalô tiene una serie importante de significados: exhortar, animar, pedir, invitar, solicitar, consolar, dar coraje, confortar… pero de ninguna manera es “mandar”, “exigir”, “conminar” u “obligar” (de allí también el vocativo “hermanos”, muy frecuente en las secciones exhortativas de las cartas); el lenguaje es igualitario. Es la actitud de un padre o una madre (cf. 1 Cor 4,14-15; 2 Cor 6,13; 12,14-15; Gal 4,19; 1 Tes 2,7.11; cf. Flm 8-9). Si Pablo ha hablado de la gracia (Rom 1-11) ahora hablará de la “gracia en acto”. 


La invitación a ofrecer “los cuerpos” debe entenderse – como en 6,13 – en el sentido de ofrecerse a sí mismos (cf. 1 Cor 6,20; Fil 1,20). Y esta auto-donación de sí se presenta como “sacrificio [thysían] vivo [zôsan], santo [hagían] y grato [euarestón] a Dios. El sacrificio, habitualmente animal (el verbo tiene su raíz en el humo aludiendo a la parte de la ofrenda que se quemaba para los dioses). Pablo jamás hace referencia a la muerte de Cristo como “sacrificio”, pero lo utiliza – como aquí – para aludir a la vida de los cristianos (cf. Fil 2,17; 4,18). Aquí lo califica de vivo (lo cual es una contradicción ya que el sacrificio es muerte), santo y grato a Dios. Esta vida así entendida es presentada como “liturgia espiritual” (logikên latreias). El término griego “logikós (cf. 1 Pe 2,2) puede entenderse como algo “conveniente” (en relación a Dios, como es el caso; el término viene de logos y puede significar “razonable”). La latría es propiamente servicio a Dios (no necesariamente litúrgico, cf. 1,9). Pero este servicio es calificado de “logikós”, el cristiano está llamado a vivir su vida de un modo razonable con la fe y la gracia de las que Pablo ha hablado en los capítulos anteriores. 
  
Para ejemplificar esto, Pablo recurre a dos elementos, uno negativo (no se conformen) y uno positivo (transfórmense). “Conformarse” es un verbo raro (solo aquí y en 1 Pe 1,14), refiere a tomar un molde, un esquema preestablecido (sysjêmatizô) y tiene connotación moral, es configurarse según un modelo que, en este caso, se evalúa negativo, y se refiere a “este tiempo” (aiôn). Este tiempo, en este caso, no se refiere a un elemento temporal sino a un modo de vivir “de los contemporáneos” (cf. 8,18; 2 Cor 4,17). Al estar “en Cristo” el cristiano pertenece a un “nuevo tiempo” (cf. 8,1-2; 2 Cor 5,17; Gal 6,15).

A continuación presenta la misma idea pero desde una mirada positiva. Transformarse mediante la renovación de la mente. Si no se ha de “conformarse” al tiempo, se ha de “transformarse” (metamorfousthe) en un cambio fundamental, una re-novación (anakainôsis) que se supone continua, de toda la vida. La “mente” (nous) es importante – y frecuentemente se encuentra junto con logikós – y Pablo la había usado en 11,34 citando Is 40,13 donde el término hebreo ruah (= espíritu) fue traducido al griego por “nous”, mente; Pablo habló de la “mente de Dios”, la interioridad de Dios, el modo de juzgar divino y de ver la historia. En este caso eso permitirá reconocer (dokimazô, juzgar, evaluar, saber reconocer o distinguir lo verdadero de lo falso) “la voluntad de Dios” (cf. 2,18; Fil 1,10). Siendo que Pablo – en toda la carta – confronta con la Ley, no referirá a esta como “la voluntad de Dios”, cf. 1 Tes 5,21: “examínenlo (dokimazô) todo y quédense con lo bueno”. Los tres elementos que se afirmaron del sacrificio se replican aquí: lo bueno, lo que le agrada (se repite allí y aquí), lo perfecto. Lo “bueno” (único de los tres con artículo) parece ser lo que atraerá los demás (cf. 12,9.17.21; 13,3.4). Lo perfecto (teleios) alude precisamente al nuevo tiempo, cf. 1 Cor 2,6; 13,10; Fil 3,15). Es precisamente a esta plenitud de vida a la que exhortará a sus lectores. 



Evangelio según san Mateo     16, 21-27

Resumen: dirigido primero a Pedro, en contraste con aquel que es “piedra” fundamental, se le señala que es como Satanás, alguien que impide a Jesús seguir el camino de Jesús poniéndose delante. Luego, a los discípulos, se del dice que para serlo verdaderamente, no solamente se ha de seguir a Jesús, sino que se ha de negarse a sí mismo, y evaluar sensatamente el valor de la propia vida.



Hemos comentado la primera parte de este texto con cierto detalle en un artículo bíblico sobre “Pedro” que se encuentra en nuestro blog (http://blogeduopp.blogspot.com.ar/2014/06/pedro-en-los-sinopticos.html). Presentamos aquí los elementos principales y remitimos allí para los que deseen más detalles.

Este texto ha de leerse en paralelo antitéticamente con el evangelio de la semana pasada (“tú eres Pedro…”) ya que se complementan mutuamente. Es esquema es evidente:


Reacción de Pedro a lo dicho por Jesús
Sobrenombre dado a Pedro
Comparación con una piedra
Lo que inspira a Pedro 
Lo que no inspira a Pedro
Tú eres 
el Cristo…
Tú eres Pedro…
Sobre esta piedra edificaré…
(te ha revelado) “sino” mi Padre que está en los cielos
No te lo ha revelado la carne ni la sangre (= seres humanos)
Lejos de ti, Señor, esto no te sucederá
Satanás
Escándalo eres para mí
(tus pensamientos) “sino” de los seres humanos
Tus pensamientos no son los de Dios
 


El rol de Pedro en la Iglesia, del que hablaba el Evangelio de la semana pasada, le había sido dado porque Pedro se dejó inspirar por Dios, de allí que fuera proclamado “bienaventurado” y la metáfora de la piedra es la de una piedra sobre la que se edifica. Pero en este caso – y sin duda, la figura de Pedro va en ambas direcciones – no se ha dejado inspirar por Dios sino por sus propios pensamientos, y en este caso es una “piedra de tropiezo”. La frase “¡quítate!”, “¡vete!” (hypage) es la misma que Jesús le dirigió al diablo en las tentaciones (4,10). 

Obviamente la referencia a Satanás es metafórica, le dice “quítate de mi vista” (o “vete detrás de mí”, vade retro) con lo que se lo invita a tener la actitud del discípulo, que camina detrás del maestro y no ponerse delante impidiendo el camino de Jesús, que es camino a la cruz. 

Entonces” Jesús se dirige a todos proponiendo un criterio diferente a aquel que guía a Pedro: “tomar la cruz”, que es – evidentemente – lo que lo ha movilizado a hablar, con criterios humanos. Eso es lo que ha de hacer quien “va detrás” de Jesús, quien lo sigue (y no quien se pone delante). No sólo Jesús será matado (es interesante que no dice que será en la cruz) sino que la cruz es lo que debe cargar quien quiera ser discípulo. 

El término “negarse” (aparnéomai) se encuentra sólo una vez en la biblia griega en un contexto de rechazo a la idolatría (Is 31,7) y fuera de eso, solamente en los sinópticos, pero generalmente referido a las “negaciones” de Pedro (26,34.35.75). Pedro es – en este caso -  todo lo contrario de lo que acá Jesús afirma, es quien niega a Jesús, no quien se niega a sí mismo, Pedro niega la cruz.

La segunda parte del texto es bastante semejante a Marcos. Parecieran una serie de dichos de Jesús agrupados en torno a un mismo argumento: seguir a Jesús. Los que tengan el compromiso de seguir a Jesús (“si alguno quiere”) deben “negarse a sí mismo”, “cargar”, “seguir”. El seguimiento de un maestro que se encamina cada vez más de cerca a la muerte es el destino que espera a sus discípulos. 

Salvar la vida y perderla y – luego – ganar y perder el mundo o el alma / vida es un paralelismo antitético evidente. Te trata de evaluar lo que vale más, de arriesgar o perder la vida y quedar o no fuera de la vida que Jesús trae. Ganar la vida es ser capaces de arriesgarla. Se trata de un encontrar inesperado, un descubrimiento. Perder o encontrar la “psyjê” (alma vida) no ha de entenderse en sentido dualista, propio del mundo griego. Se trata de la vida misma. El “mundo” (no ha de entenderse en sentido joánico en el que se trata de un ambiente perverso y adverso a Jesús) aquí es lo que aparece como aquello que impide al discípulo seguir a Jesús. El sentido es escatológico.



El video con comentario al Evangelio en
https://youtu.be/XqvPSJrNlqQ
también lo podés ver en
https://blogeduopp1.blogspot.com/2023/08/video-con-comentario-al-evangelio-del_28.html

jueves, 24 de agosto de 2023

Una desafiante creatividad económica en el Israel bíblico

Una desafiante creatividad económica en el Israel bíblico

Eduardo de la Serna



Es evidente que los tiempos bíblicos y los actuales son totalmente diferentes, y, obviamente, por eso cientos de cosas que allí se afirman, se exigen, se prohíben son impensables en nuestros días (por ejemplo, nadie hará que toda la comunidad mate a su propio hijo por ser desobediente, cf. Dt 21,18-21), pero distinto es tener en cuenta los criterios que allí se siguen para seguirlos oportunamente. Del mismo modo, poco sentido tiene, si alguno, pedir a la Biblia respuestas a temas contemporáneos, impensables ayer.

En lo económico, por supuesto, también hay aspectos en la Biblia entre los que es muy interesante mirar con atención lo que se llama el Jubileo, el “año jubilar”. Pero para notar más claramente aún lo desafiante que esto significa, miremos primeramente el entorno. Evidentemente, todo rey administra la economía de su reino, y los hay de muy diferentes modos. Si los pobres abundaran, y murieran por las calles, y estos fueran muchos, la sociedad no lo toleraría. De alguna manera un rey debe hacer algo. Sociedades mayoritariamente campesinas, que en ocasiones rondan el 90%, se ven afectadas por distintas circunstancias: una sequía, por ejemplo, una plaga de langostas, el paso de un ejército depredador por la región, las cuales, ocasionalmente, provocan una gran crisis económica en un gran número de habitantes. Si, además, hubiera perezosos, que no ponen atención a la siembra y la cosecha, la cosa no sería diferente. Y, en estos casos, por cierto, aumentan exponencialmente los endeudamientos (con todo lo que eso significa para los pobres y para los ricos). Cuando el número de los empobrecidos es excesivo, y las consecuencias sociales son evidentes y graves, en ocasiones ocurre que por decreto, algunos reyes sancionaran la total abolición de las deudas. Ya nadie debe nada a nadie, ya nadie es acreedor de nadie. Todo empieza de nuevo. Y hay paz social. Evidentemente, porque de una monarquía se trata, el rey puede decidir eso o no y – como suele ocurrir con las decisiones – beneficia a unos y perjudica a otros, pero – en este caso – el rey lo hace por un bien superior: la paz social. Ahora bien, la eficacia de estas medidas viene dada por lo imprevisto: no está programado, no está siquiera esperado, y se realiza al arbitrio (poderoso, por cierto) del rey (que, además, podría no hacerlo), y lo hace muy ocasionalmente (pueden pasar siglos en ocasiones, sin que se haga nada del estilo en algunas regiones).

La sorpresiva novedad en Israel, que se presenta en Levítico 25, es el “año jubilar”, y esto no ocurre por decisión de monarca alguno, ni al arbitrio de uno o negación de otro, sino que es una “ley” en Israel, ley de Dios. Cuando ocurre el “año jubilar” todas las deudas son condonadas. Y esto ocurre cada 49 años (7 x 7).

Señalemos algunos criterios fundamentales que ayudan a entender esto y que son particularmente propios de Israel:

La tierra. Se trata de “la tierra prometida”, Dios mismo ha otorgado a cada tribu, a cada clan una tierra que es “de Dios para ellos”. La tierra no se puede vender, por lo tanto… ni tampoco apropiar (es, por ejemplo, lo que ocurre con Nabot cuando el rey quiere comprarle una tierra: “¡Dios me libre de cederte la herencia de mis padres!”; 1 Re 21:3). Por eso, por ejemplo, si uno debe dar en prenda su tierra por deudas, lo que en realidad entrega son las cosechas, y cuando las cosechas pagan la deuda, la tierra vuelve a su antiguo propietario.

El pobre. Es indispensable comprender que, en Israel, todo judío es verdaderamente un hermano (no aplica, antiguamente, a las mujeres, por eso no es “hermana”, ya que estas son tenidas como propiedad de un varón, sea el padre, sea el esposo). Por eso, si por deudas, uno debiera ser esclavizado, nuevamente, no se esclaviza a la persona sino el jornal. Cuando, por los trabajos, el esclavo hubiera pagado lo adeudado, este debe ser liberado; o bien la deuda debe - si se pudiera - ser pagada por el familiar más cercano.

Ahora bien, la gran novedad no viene dada por ambos criterios exclusivamente. Porque en ambos, de alguna manera, las deudas son saldadas, por lo que no habría “injusticia”. Para una mejor comprensión de la novedad, pongamos un ejemplo:

Supongamos que cada 50 años hay Jubileo, por ejemplo, los años 50 y 100… 1950, 2000, 2050, etc. Se trata de años fijos, no de años a partir de lo adeudado; entonces, en el año 2050 habrá jubileo y todo queda condonado. Ahora bien, ¿y si mi deuda, de tierra o de personas, fuera tomada en el año 2049? Pues al año siguiente debe (¡debe!) ser perdonada. Lo cual rompe el criterio antiguo de lo imprevisto de la condonación decretada por el rey. ¿Quién aceptaría una gran deuda que no cobrará, si se aproxima el año jubilar? Acá es donde “interviene Dios”. ¡Él se hace garante de la liberación, él “paga” la deuda de los pobres y los confiscados, los esclavos y los despojados!

Señalemos que esta es la ley de Dios, pero con mucha frecuencia no es obedecida… sea porque no se presta a otros ante la proximidad del año jubilar, sea porque no se libera las tierras o los esclavos. Para más exigencias, por ejemplo, la normativa divina deja claro que al liberar al esclavo se lo debe hacer llenándolo de bienes (si no fuera así, obviamente no pasaría mucho tiempo antes que volviera a caer en la esclavitud). No es acá el caso de ver la reacción de Dios ante los desobedientes, o de los profetas… simplemente pretendemos notar el criterio. Este va más allá de la “paz social” (aunque la incluye, ciertamente), es un criterio de “familia” (de clan), es el año de gracia del Señor. El bien supremo no es económico (que sería con el que se guía quien es incapaz de “prestar” a su “hermano” porque se aproxima la fecha de las condonaciones, o de quien desobedece la ley de Dios (ironicemos, es la diferencia entre la ley de Dios y mi ley).

Pero, obviamente, no podemos ignorar que esto es válido solamente en el seno de Israel, ya que cuando este está sometido por diferentes imperios, un no judío tiene todas las posibilidades de apropiarse de tierras o de esclavos sin ninguna excepción. Pero, al menos, los judíos, en su vida y sus criterios, están llamados a vivir de esta manera. No podrán impedir que los romanos, por caso, se apropien de tierras o de esclavos, pero ellos, con otros hermanos están obligados a hacer lo que Dios exige a los suyos.

No podemos ignorar, tampoco, que, en el Evangelio de Lucas, Jesús empieza su ministerio señalando que se cumple “hoy” lo dicho por el profeta:

«El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido para que evangelice a los pobres; me ha enviado a anunciar a los cautivos la libertad y a los ciegos recuperar la vista, me ha enviado para a los oprimidos poner en libertad, para proclamar el año agradable al Señor» (4:18-19).

El ministerio de Jesús es un constante jubileo para alegría (evangelio, = buena noticia) de todos los oprimidos, anuncio que la Iglesia debe continuar celebrando y proclamando (Mc 16,15). La vida de los pobres, y vida plena, es el criterio fundamental también del Evangelio, y la actitud de Jesús frente a las deudas no hace sino reflejarlo (“perdona nuestras deudas, como nosotros perdonamos a los que nos deben”).

 

Foto tomada de https://atlasdelabiblia.wordpress.com/ano-jubileo/

martes, 22 de agosto de 2023

Comentario a las lecturas del domingo 21º "A"

 Jesús elige un encargado para continuar su tarea en el reino

DOMINGO VIGESIMOPRIMERO - "A"



Eduardo de la Serna





Lectura del libro del profeta Isaías     22, 19-23

Resumen: Ante la realidad de un mal administrador de la casa del rey, Dios le dirige una palabra  afirmando que será exiliado a pesar de todo el boato que se ha preparado, y será reemplazado por Elyaquim en quien Dios tiene confianza, y tendrá la responsabilidad de tener un cargo casi real permitiendo o impidiendo acceder al rey.


A partir del capítulo 21 encontramos una serie de oráculos de Isaías a diferentes países o regiones introducidos todos con la misma fórmula: “Oráculo sobre / contra / en” (21,1.11.13; 22,1; 23,2). En 22,15 se interrumpe con otra habitual fórmula profética: “Así dice el Señor Yahvé” dando comienzo a otra unidad. De este modo, Isaías debe pronunciar una palabra de parte de Dios a Sebná, mayordomo, encargado del palacio (v.15). Palabra que culmina en 23,1 con un nuevo “oráculo”. En realidad, es continuación del oráculo anterior – al palacio de Jerusalén – con la diferencia de que este es personal, al mayordomo de este palacio, el encargado de la casa. 


Lo que se dice de él es que edifica y labra para sí mismo y no para “otros” (= el pueblo), y lo hace en la altura de la roca. Lo que afirma que Dios le hará, en una clásica construcción hebrea, repite el lanzamiento y la recolección (podría imaginarse como que “lanza lanzadera y recoge recogiendo”, a modo simplemente ilustrativo). Las traducciones utilizan – para visualizar esto – imágenes de pelotas, peonzas o – casi podría imaginarse – como una suerte de yo-yo. La imagen de que esto ocurrirá en un “amplio espacio”, en un “allí” distinto del “aquí” donde habla parece decirle a Sebná que su castigo radica en que morirá “allí”, en un lugar lejano al “aquí” donde se había preparado una tumba para sí mismo. El sepulcro, entonces, que estaba preparando con dedicación no será utilizado por él. Incluso “allí” irán sus “carrozas gloriosas”, la ostentación – característica de las clases dirigentes – no le servirá de nada y será pisoteada. 

A partir de v.19 (donde comienza el texto litúrgico) Yahvé habla en primera persona ,concluyendo a su vez lo anterior, “bajando a Sebná de la altura” donde se había puesto. 

Aquel día”, en este caso el del rechazo (y exilio) del “encargado” Dios lo reemplazará con “mi siervo” Elyaquim. Lo “llamará” (lenguaje vocacional, cf. 42,6; 45,3; 49,1). Los términos que se utilizan para hablar de este nuevo “encargado” tienen elementos reales: “padre”, “trono”, “gloria”, “casa (= dinastía, familia) de su padre”.

Curiosamente, los vv.24-25 (omitidos en el texto litúrgico) parecen desmentir todo lo dicho de Elyaquim. Si el marco histórico es el inmediatamente anterior al exilio en Babilonia – como es posible – puede pensarse que el anuncio del personaje no siempre es coincidente con lo que realmente él hará en la historia, y su consiguiente rechazo por parte de Dios por la infidelidad. 

Una de las cosas que se afirman de Elyaquim – y es el motivo de su inclusión en el texto litúrgico – es que sobre su hombro tendrá “la llave de la casa de David”. Si bien puede interpretarse literalmente, parece preferible entender que el buen “encargado del palacio” (que Dios espera sea bueno, aunque es posible que no lo haya sido, como vimos) es encargado por el rey para administrar las “audiencias”; él decide quién entra y quién no a la vista del rey. Sin duda es un puesto de enorme confianza por parte del rey, y también de poder por parte del encargado ya que puede impedir el ingreso de alguien a quien él – y no el rey – desee.



Lectura de la carta de san Pablo a los cristianos de Roma     11, 33-36

Resumen: En un texto cargado de alusiones al Dios insondable de la Biblia, Pablo hace referencia a la incapacidad de comprender que tienen los seres humanos del obrar de Dios en la historia, como el modo que Israel ha tenido en el rechazo del Evangelio y la invitación a pensarlo  - y confesarlo – como su obrar salvífico en la historia.
  

Pablo concluye todo el bloque 9 – 11 y a su vez presenta un breve texto que tiene sentido en sí mismo. Se trata de un canto exultante a la sabiduría divina incapaz de ser medida con criterios humanos. 

“Señor, mi Señor, ¿quién comprenderá tu juicio? ¿Quién investigará la profundidad de tus caminos? ¿Quién puede discernir lo majestuoso de tus senderos? ¿Quién puede discernir lo incomprensible de tu inteligencia? ¿Quién de aquellos que han nacido ha jamás descubierto el principio o el fin de tu sabiduría?" (2 Baruc 14,8-10)

Si bien los contextos son muy diversos, el punto de partida es el mismo: ¿quién puede comprender – es lo que concluye Pablo – las razones por las que Israel ha rechazado al enviado de Dios y la gracia que Dios nos da en Cristo, de lo que trató en los caps. 9 – 11?
Esto concluye con una doxología (un canto a la “gloria” [= doxa] de Dios). 

A lo que se alude es a la “profundidad” (bathos, cf. Rm 8,39; 1 Cor 2,10; 2 Cor 8,2), lo que indica algo inaccesible. La “profundidad de la riqueza” parece estar señalando la riqueza inconmensurable (cf. 2,4; 9,23). La sabiduría y conocimiento (sofías kaì gnôseôs) se refieren a las que Dios tiene, no de conocer “a Dios”, ciertamente. Pablo ha contrastado en 1 Cor 1,21.24; 2,7 la “sabiduría de Dios” y la “sabiduría del mundo”. Por el contexto, como se ha dicho, se refiere a la sabiduría de Dios manifestada en la historia de Israel y de los paganos. La segunda parte presenta en paralelo la insondabilidad de los juicios (krímata, juicios, sentencias; cf. Sal 18,22-23; 36,7; 105,7; 119,39.43.175; se trata de las decisiones operativas de Dios) e inescrutabilidad de los caminos (cf. Sal 9,26; 95,10; 145,17) de Dios. Lo que Pablo está cuestionando es la incapacidad humana para comprender los designios de Dios en la historia.

La siguiente unidad está inspirada casi literalmente en Isaías (el texto griego):

Is 40,13 (hebreo)
Is 40,13 (griego)
Rom 11,34
¿Quién midió el espíritu (la ruah) de Yahvé? Y ¿qué hombre le enseñó su consejo?
¿Quién conoció la mente (nous) del Señor? Y ¿quién le dio instrucción como consejero (symboulós)?
¿Quién – entonces – conoció la mente (nous) del Señor? ¿Quién se hizo su consejero (symboulos)?

Se trata de dos obvias preguntas retóricas que suponen una respuesta negativa: ¡nadie!; pero a su vez una conclusión implícita: Dios no necesita de nadie que lo asesore, no admite rivales (en el texto de Isaías, evidentemente alude a un conflicto con los dioses babilónicos. Pablo indica que pretender conocer la mente del Señor significaría conocer sus caminos, su proyecto (cf. Sal 33,11; Is 40,8; 46,10), pero Dios es tan grande que es imposible que podamos conocerlo (cf. Job 36,26). 

Con una cierta coloración que remite a escritores estoicos (como Marco Aurelio) y a otros textos del N.T. aluden al poder divino sobre todas las cosas y, por lo tanto, también sobre la historia. La conclusión doxológica alude a todo esto haciendo referencia a Israel y los demás pueblos en su marco histórico y salvífico. Y esto concluye con el litúrgico “Amén” como respuesta de un colectivo visto como una bendición.

 
 
Evangelio según san Mateo     16, 13-20

Resumen: a diferencia de lo que afirman los hombres sobre Jesús y su ministerio, en nombre de los discípulos Pedro lo reconoce como Mesías, hijo de Dios y Jesús lo elige como piedra sobre la que edifica una nueva comunidad.

Hemos comentado este texto en detalle en un artículo bíblico que se encuentra en este blog (http://blogeduopp.blogspot.com.ar/2014/06/pedro-en-los-sinopticos.html). Presentamos aquí los elementos principales y remitimos allí para los que deseen más detalles.

Siguiendo en lo principal a Marcos, Mateo presenta a Jesús en Cesarea de Filipo (territorio extranjero) preguntándoles a sus discípulos quién dicen “los hombres” que es él. La respuesta que dan lo presenta en un rol importante, profético, pero incompleto. A la lista de Marcos (“Juan el Bautista, Elías o uno de los profetas”, 8,28) Mateo añade “Jeremías”. A la respuesta de Pedro (“eres el Mesías / Cristo”, 8,29) Mateo añade “el hijo de Dios viviente”. La principal novedad de Mateo radica en el largo dicho de Jesús a Pedro a consecuencia de esta confesión. Y también a diferencia de Marcos – que con esta confesión concluye toda la primera parte de su Evangelio – en Mateo el texto continúa en los vv.21-23 (que serán parte del Evangelio de la semana próxima) contrastando esta actitud positiva de Pedro, inspirado por Dios con otra negativa, inspirándose en sí mismo y recibiendo en ambos casos una metáfora referida a la piedra: piedra fundamental para edificar, en este caso; piedra de tropiezo en la otra.

Como se dijo, los dichos de “los hombres” (anthropoi) reconocen en Jesús un enviado de Dios a semejanza de los antiguos profetas. Siendo que la “teología oficial” judía afirmaba que ya no había más profetas hasta “el día” en que Dios decidiera “reconciliarse” con su pueblo, ver en Jesús un profeta sin duda es indicio de que se le reconoce un importante lugar en la historia, pero – por la repregunta – algo incompleto, tanto para el mismo Jesús como para los discípulos en nombre de quienes Pedro toma la palabra. La incorporación de Jeremías no es fácil de entender en este párrafo (cf. 2,17; 27,9) pero siendo un profeta caracterizado por el sufrimiento y el rechazo, y – también – por su actitud crítica al Templo, hacen posible que radique aquí la incorporación que Mateo hace de este profeta (cf. 2 Mac 15,14-15). Señalemos que obviamente las voces no piensan que Jesús sea una suerte de “reencarnación” de estos personajes antiguos, sino alguien en quién sus capacidades están actuando. Los lectores de Mateo, por ejemplo, ya sabemos que Juan el Bautista no ha comprendido bien el ministerio de Jesús (11,2-3) o que Jesús es bien distinto de Elías (17,3; mientras Juan el Bautista es comparado con él, 11,13-15),

A la confesión tradicional, “el cristo” (cf. 1,17; 2,4; 11,2; 22,42; 26,63 aunque aquí es la única confesión de fe – propiamente hablando – como “Cristo” del Evangelio) Mateo añade “el hijo de Dios” que es la confesión realizada por los discípulos cuando Jesús camina sobre las aguas y Pedro con él (14,33). Los discípulos – además – ya habían sido felicitados (13,16) y se había afirmado que ellos habían recibido una revelación de Dios (11,25-30). No es muy distinto de lo que el Sumo Sacerdote interroga a Jesús si es (27,37.40.42.43). La imagen de “dios vivo” es característica del A.T. (Dt 5,26; Jos 3,10; 1 Sam 17,26.36; 2 Re 19,4.16; Sal 42,2; 84,2; Is 37,4.17; Jer 10,10; 23,36; Dn 6,20.26; Os 1,10).

La referencia especial a Pedro es novedosa, y exclusiva de Mateo. Pedro (cuyo nombre ya conocíamos, 4,18; 10,2) recibe una interpretación del sentido del nombre, y como piedra sobre la que se edifica (por tanto una edificación sólida, cf. 7,24). La Iglesia (sólo se encuentra en esta unidad – Mt 14-18 –y nunca más en todos los evangelios) es un término novedoso para un evangelio (además de que en el resto del NT siempre se trata de “Iglesia/s de Dios”, sólo aquí de Cristo, “mi iglesia”). El grupo de Jesús, para Mateo, se estructura en una comunidad eclesial (no parece aludir al Templo, o al nuevo Templo reconstruido; cf. 27,40) que se edifica sobre la roca-Pedro. 

Por Yahvé son asegurados los pasos del hombre; él se deleita en su camino: aunque tropiece no caerá pues Yahvé sostiene su mano. Su interpretación se refiere al Sacerdote, el Maestro de Justicia, a quien Dios escogió para estar ante él, pues lo estableció para construir por él la congregación de sus elegidos y enderezó su camino en verdad” (4QpPsa [comentario a los Salmos en Qumrán] 3,15-15)

La referencia a las “puertas del Hades” se presta a diferentes interpretaciones. Por ejemplo, ¿no prevalecerán contra la Iglesia o no prevalecerán contra la roca (= Pedro)? El Hades (= Sheol) es el lugar de los muertos, y la imagen de la puerta alude a que una vez cerradas esas puertas ya no hay retorno. Probablemente, entonces, se refiera a que la Iglesia tiene la tarea de rescatar a los prisioneros de la muerte abriendo las puertas del reino (notar en contraste entre las puertas del Hades y las llaves del reino). 

A continuación sobre este rol de Pedro se afirman dos cosas. Para  empezar, el tema de las llaves (ver lo dicho más arriba al comentar Isaías 22, primera lectura). Algo semejante se afirma en el apócrifo hebreo de Henoc:

a Henoc… le confié todos los tesoros y depósitos que tengo en cada cielo, encomendándole las llaves de cada uno de ellos. Lo hice príncipe sobre todos los príncipes, servidor del trono de la gloria, y lo coloqué sobre los palacios de Arabot para que me abriera sus puertas y junto al trono de gloria para exaltarlo y arreglarlo” (Hen [hebr.] 48C 3-4)

Las llaves están en función de un reinado, y Pedro es comparado con un mayordomo del reino (no ha de entenderse en el sentido de “cielo”, ya que este reino es “en la tierra”; es allí donde la Iglesia desempeñará su ministerio y donde debe continuar la predicación y hechos de Jesús). En 23,13 Jesús (es decir, Mateo) cuestiona a los escribas y fariseos por impedir entrar al reino a “los hombres”. Los discípulos de Jesús deben tener exactamente la actitud contraria. 


La referencia a atar y desatar, se dice también de los discípulos en general (18,18, que es el mismo contexto donde vuelve a aparecer el término “Iglesia” –v.17 – por única vez en los cuatro evangelios). Es la Iglesia, edificada sobre Pedro la que debe ayudar a “los hombres” a entrar en el reino. 


Sin embargo, es necesario recordarlo, esto es así ya que Pedro ha sabido dejarse conducir por Dios, cosa que no hará en la unidad que viene a continuación.

El video con comentario al Evangelio
en https://youtu.be/QlTqiZWS3Qs
o también en
https://blogeduopp1.blogspot.com/2023/08/video-con-comentario-al-evangelio-de.html

Foto tomada de lampuzo.wordpress.com