martes, 29 de agosto de 2023

El judaísmo en la política

El judaísmo en la política

Eduardo de la Serna



Parto del interesante artículo, hoy, en Página 12, de Damián Setton, sobre Milei y el judaísmo. Pero quiero mirar otro aspecto, no sé si complementario, o algo así.

Con alguna frecuencia, Milei, que constantemente quiere ocultar su enorme ignorancia, con citas o palabras no usuales, hizo referencia a tradiciones judías. No sólo las citadas en el artículo. Por ejemplo, en una de sus más que escasas participaciones (casi incunables) en el Congreso, hizo referencia al libro bíblico del Éxodo llamándolo por el nombre judío (welle shmôt), aunque a continuación dijo “Biblia” y no Tanaj, como hubiera debido. Y hay otros muchos elementos que no es necesario referir.

Quizás se debiera indicar, para un gran número desconocedor, que, propiamente hablando, “el judaísmo” no existe, sino que hay “judaísmos”. Una característica permanente de la tradición judía es su pluralismo. Por tanto, más que mirar “el judaísmo” de tal o cual sujeto, sería oportuno conocer a qué corriente del judaísmo adhiere. Y, además, tener claro, que es razonable no adherir a una corriente, o a más de una, sin que eso signifique rechazo de otras corrientes judías. Rechazar “el judaísmo de Milei” no significa, sin más, rechazar el judaísmo (o “los judaísmos”).

Creo que, lamentablemente, en Argentina, hay, en general, un profundo desconocimiento, casi caricaturesco (si no fuera tan preocupante) de lo judío (“los judíos mataron a Jesús” me dijo, sin dudarlo, un vecino semanas pasadas). Y, es evidente, que se pueden mostrar (se suele hacer) un par de judíos detestables para confirmar la crítica, sin percatarse que, del mismo modo se podrían mostrar cincuenta católicos romanos en la misma línea de pensamiento o de acción.

En suma, en lo personal, no me preocupa en lo más mínimo la cercanía de determinado personaje a una corriente judía; sí me puede preocupar a cuál corriente es que se aproxima. Y lo mismo diría (digo) cuando de una confesión cristiana se trata. Videla se confesaba católico, para ser precisos. Etty Hillesum era judía. El rabino Bergman es – obviamente – judío, monseñor Novak, católico… Marshall Meyer era judío, Angelelli católico. Y así se podría seguir, mencionando personas maravillosas de un lado y detestables del otro en ambas corrientes (y en otras, por cierto, también: el obispo Pagura era metodista, Alfredo Bravo era ateo). 

En lo personal, celebro que haya una cierta apertura a mostrar públicamente que no es un “dictum”, un dogma, aquello de que “la religión es opio del pueblo”; pero lamento que sea justo “ese judaísmo” el que es mostrado. Decenas de judíos y judías no merecen parecer identificados con eso. 

Lamentablemente, una cierta “pereza de TicToc” hace que el análisis de cada cosa, tan necesario para pensar la realidad, ofrecer caminos y dar pasos, lentos y duros quede en el permanente “debe” social… Siempre es más fácil usar el “todos” que analizar: todos los políticos, todos los curas, todos los judíos… A lo mejor, el primer paso para salir de la crisis, el más urgente, pero quizás el más difícil, sea salir de la pereza… Al fin y al cabo, algunos creemos que de los siete “vicios (mal llamados “pecados”) capitales, la pereza es el más grave. Podría explicarlo, pero “tengo fiaca”.


https://historia.nationalgeographic.com.es/a/menora-candelabro-sagrado-judaismo_18212

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