Zaqueo, el cardenal y el saqueo
Eduardo de la Serna
Viendo los diferentes comentarios, sorpresas, desatinos
a raíz de la referencia del cardenal Mario Poli a un tal Zaqueo en el “Te Deum”
quisiera hacer una serie de precisiones estrictamente bíblicas y luego algún comentario
(no al texto del cardenal, sino a partir del texto bíblico).
El texto escogido se encuentra en el evangelio de
Lucas (19,1-10). Comienza con la llegada de Jesús a una ciudad, Jericó, y
finaliza con un dicho (un “logion”): “el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que
estaba perdido” (v.10). En el v.11 hay un nuevo comienzo, característico de
Lucas, aludiendo al viaje de Jesús a Jerusalén, con lo que la unidad queda
claramente delimitada. Es razonable que Jesús pase por Jericó (lo señalan también
otros evangelios) puesto que se dirige a la ciudad santa para la fiesta de la
Pascua.
Algunas precisiones previas:
El nombre, Zaqueo. Evidentemente no tiene nada que
ver con el “saqueo” (que quizás, alguno, quiso relacionar al escuchar el
texto). Es un nombre que encontramos otra vez en la Biblia (1 Macabeos 2,19). El
nombre tiene su origen hebreo en la raíz “zakkay”
y significa limpio, inocente. Es conocido, por ejemplo, un famoso rabino de
finales del s. I: Yohannan ben Zakkay.
De Zaqueo el texto nos dice
dos cosas: que era “jefe de los publicanos” y “rico”. Para el primero, Lucas
utiliza una palabra que no encontramos en otros textos helenistas: arjitelônês, jefe de los “publicanos”. Los
“publicanos” (en griego telônês) eran
propiamente “cobradores de peajes”; el despacho, o mesa de cobranzas se llama telônion (hay una referencia a los pagos
en 1 Macabeos 13,39). De estos cobradores sólo se habla en los Evangelios de
Mateo, Marcos y Lucas en toda la Biblia. Es sabido que cada provincia debía
pagar a Roma unos impuestos anuales en relación a la población existente (de
ahí la importancia de los censos). Cada gobernante (etnarca, tetrarca,
Procurador/Prefecto, reyes clientes) debía pagar a Roma, para lo cual tenía en
las ciudades o caminos importantes estos cobradores que, a su vez, podían
cobrar a su antojo. Para graficarlo: el recaudador de Tal ciudad debe pagar al
gobernante X suma anual; si recauda menos debe pagarla de todos modos en su
perjuicio, pero si recauda más pasa a sus arcas en su beneficio. De allí que el
cobro excesivo era habitual entre los cobradores. Juan el Bautista, por
ejemplo, a los cobradores de peaje que le preguntan qué deben hacer para prepararse
y dar frutos de conversión les
dice: «No exijan más de lo que les está fijado». (Lc 3:13).
Este oficio, entonces, especialmente por la capacidad de estafa sin control, es
considerado “deshonroso” y pecado. En la escala del honor, tan importante en la
cultura de su tiempo, para los judíos, estos cobradores estaban en el escalón
más bajo, y eran comparados con las prostitutas (ver Mt 21:31).
Los “ricos”, son particularmente importantes en el evangelio de Lucas (mientras
el término se encuentra 2 veces en Marcos y 3 en Mateo, lo tenemos 11 veces en
Lucas). En Marcos se encuentra en una perspectiva crítica, mientras que en
Mateo se añade a José de Arimatea, discípulo de Jesús, como una persona “rica”
(27,57).
En Lucas, en cambio, la mirada es siempre crítica. Para ser precisos (los
evangelios no son “clasistas” en el sentido contemporáneo) el tema principal es
“el hermano (y la hermana)”. Por eso en Lucas también es importante la “limosna”
(que no son las moneditas que sobran, precisamente): se trata de dar con
generosidad y misericordia (éleos, de
donde viene “limosna” en griego). Se trata de “vender los bienes y dar limosna”
(Lc 12:33). Evidentemente, si un “rico” vende los bienes para dar limosna su
situación cambia (deja de ser rico) y cambia la situación de los pobres (también
dejan de serlo): “Todos los creyentes vivían unidos y tenían todo en común;
vendían sus posesiones y sus bienes y repartían el precio entre todos, según la
necesidad de cada uno” (Hch 2:44-45). Es característico de Lucas la idea de que
la situación de los pobres cambiará (ver 1,52-53; 6,20.24; 16,19-31).
En el caso de Zaqueo,
hay un problema en la traducción. El texto dice: “Mira,
Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres, y a quien haya defraudado
le devuelvo cuatro veces más” (v.8). Por tanto, no es evidente si Zaqueo ya lo
hace (y por tanto no es un estafador) o si lo hará a partir de “ahora” que ha
encontrado a Jesús. Ambas lecturas son posibles y razonables (el cardenal Poli
optó por la primera variante). Zaqueo se quejaría de la discriminación que padece
(deshonra) sin merecerlo y Jesús lo reconoce como “hijo de Abraham” a pesar de
todo (primera lectura), o bien, Jesús con su visita le concede la conversión (tema
importante en Lucas) y entonces cambia su actitud con los bienes y las
personas. Es interesante que – en el Evangelio – un capítulo antes, un “importante”
(arjôn, como Zaqueo es arjôn-telônês) y “rico” se niega a compartir los bienes
y Jesús repite que es más fácil que pase un camello por el ojo de una aguja que
un rico entre en el reino de Dios (18,18-23.25) lo cual es, sin duda alguna,
algo imposible (mientras sea rico, puesto que si hubiera compartido – limosna
mediante – sus bienes con los pobres su situación cambiaría). Volveremos en
seguida sobre esto. A continuación, miraré el texto repitiendo en parte lo
dicho en otra ocasión:
Jesús está atravesando Jericó, su última escala antes de la tan ansiada
llegada a Jerusalén de la que ha hablado toda la segunda parte del
Evangelio.
La multitud (ojlós), que con frecuencia acompaña
a Jesús en toda ocasión, especialmente en Lucas, le impide a Zaqueo poder ver a
Jesús cosa que él deseaba (“buscaba” ver a Jesús). “Buscar” (zêtô)
es frecuente en Lucas, habitualmente con sentido teológico (5,18; 11,10; 12,31;
13,24; 15,8; 17,33; 24,5). El texto acota que “era de baja estatura” sin
que nos quede claro quién lo era, si Zaqueo o Jesús; lo cierto es que no podía
verlo (como tampoco podía – también en Jericó – el ciego, y entonces para
subsanar la dificultad empieza a gritar, 18,38). La higuera silvestre le
permite ponerse en alto y verlo pasar. De este modo Lucas presenta la situación
que a partir de ahora va a desencadenarse:
- Jesús
se invita a su casa
- La
murmuración de los testigos
- Reacción
o comentario de Zaqueo
- Comentario
de Jesús
Zaqueo debe bajar “rápidamente” (v.5) del árbol (cosa que hace,
v.6). El término es prácticamente exclusivo de Lucas en el NT (Lc x3, Hch x2, 2
Pe x1). Los pastores van “rápidamente” a ver al niño en el pesebre
(2,16), Pablo quiere llegar “rápidamente” a Jerusalén (donde empezará su
pasión; Hch 20,16), Pablo comentando su pasado dice que Jesús se le aparece
diciéndole que se marche “rápidamente” de Jerusalén ya que querrán
matarlo (Hch 22,18).
Jesús le afirma que “conviene” (deî) hospedarse en su
casa. El verbo “deî” es muy frecuente en el NT haciendo referencia a la
voluntad de Dios. Jesús afirma que “debía” estar en lo de su Padre
(2,49), “debe evangelizar el reino” en otras ciudades (4,43), “el
hijo del hombre debe” sufrir mucho y ser matado (9,22; también
17,25 y 24,7), los fariseos hacen algo olvidando que hay otras cosas más
importantes que “deben” hacer sin olvidar aquello (11,42), el Espíritu
Santo enseñará lo que “deben” decir (12,12), el jefe de la sinagoga
afirma que en seis días se “debe” trabajar (13,14), y Jesús acota que “debía”
desatar a la «hija de Abraham» (como Zaqueo) a la que Satanás había
atado (13,16), Jesús “debe” seguir adelante hacia Jerusalén para ser
allí matado (13,33), el padre del hijo menor de la parábola afirma que “debía”
celebrar la fiesta por haberlo recuperado (15,32), en una parábola enseña que
se “debe” orar sin desfallecer (18,1), hay cosas que “deben”
suceder antes de la venida de Jesús (21,9), el día de los ázimos se “debe”
ofrecer el cordero pascual (22,7), se “debe” cumplir lo escrito
sobre Jesús (22,37), el Cristo “debe” padecer para entrar en su gloria,
según les dice el compañero de camino a los peregrinos de Emaús (24,26), todo
lo escrito en el AT “debía” cumplirse con Jesús (24,44). [nota: estas son todas las
veces que “deî” se encuentra en Lucas (que también es frecuente en
Hechos), como puede verse, se refiere a lo que es voluntad de Dios].
En suma, Dios quiere que Jesús se hospede en casa de Zaqueo.
Y esto debe ocurrir “hoy”, término que también es muy importante
en Lucas. Los ángeles informan a los pastores que “hoy” ha nacido un
salvador (2,11), Jesús comienza su ministerio destacando que la escritura que
han oído se “ha cumplido hoy” (4,21), cuando Jesús cura a un paralítico
los presentes afirman que “hoy hemos visto cosas maravillosas”
(5,26), antes de ser matado Jesús realiza curaciones y expulsa demonios “hoy y
mañana” (13,32), y “hoy y mañana” sigue hacia Jerusalén (v.33),
Pedro lo negará a Jesús “hoy” antes que el gallo cante (22,34.61) y “hoy”
estará con Jesús en el paraíso el llamado “buen ladrón” (23,43). Este “hoy”
es el tiempo establecido por Dios, es el día de la salvación. Como los
misioneros enviados por Cristo en los capítulos anteriores, Jesús se hospeda en
una casa (9,4; 10,7).
La “alegría” con la que Zaqueo recibe (hypodéjomai, el
mismo verbo de la hospitalidad de Marta, 10,38 [única vez en los Evangelios]) a
Jesús también es característica de Lucas. Es consecuencia de la presencia del
Bautista (1,14.58) y fruto de la visita del ángel a María (1,28), la alegría que
provoca el nacimiento de Jesús (2,10), es consecuencia de la última
bienaventuranza, del rechazo de los hombres (6,23), de tener los nombres
escritos en el cielo (10,20). La multitud se alegra al ver el
milagro hecho a la «hija de Abraham» (13,17), el pastor se alegra al
encontrar la oveja extraviada (15,5.6.9) y el padre al encontrar al hijo perdido
(15,32), la “multitud” lo recibe con alegría cuando está
llegando a Jerusalén (19,37), aunque en la pasión los que se alegran son los
del sanedrín y Herodes (22,5; 23,8; es que Herodes –como Zaqueo- “buscaba
ver” a Jesús, y lo ha logrado). Con justicia se lo ha llamado “el
Evangelio de la alegría” (Pablo VI lo recordó en su exhortación apostólica
sobre la alegría, Gaudete in Domino: “El evangelio de Lucas
abunda de manera particular en esta semilla de alegría”. GD 23). Se trata
de la alegría como gozo mesiánico.
Por su parte, la “murmuración” (diagoggyzô) es el
comentario negativo ante el enviado de Dios (Ex 15,24; 16,2.7.8; Núm 14,2.36;
16,11; Dt 1,27; Jos 9,18; sólo Sir 31,24 no lo es) y sólo se encuentra en Lucas
en el NT: 15,2 y aquí v.7. Su raíz, goggyzô suele tener el
mismo sentido, aunque hay más excepciones (Jue 1,14; Jdt 5,22; Sal 59,16…).
Pero también tiene ese sentido en el NT (Lc 5,30; Jn 6,41.43.61; 7,32; 1 Cor
10,10 cf. Mt 20,11; y Lc 7,34.39). La rebeldía del pueblo de Dios contra el
Señor y sus enviados queda manifiesta, en este caso en el rechazo a que Jesús
haga aquello que “debe” hacer y que provoca “alegría” en el
destinatario de su visita.
El escándalo está dado en que Jesús va a casa de “pecadores”.
Esto implica que Jesús es “como ellos” (cf. 15,2; ver también Hch
10,28). El rechazo al pecador (y publicano) Zaqueo se extiende ahora a Jesús en
la murmuración.
Frente a esta actitud de los testigos (“todos”, lo que implica
“toda la multitud” y también los discípulos) Zaqueo interviene; y llama a Jesús
“señor” (cf. 7,13.19; 10,1.39.41; 11,39; 12,42; 16,8; 17,5-6; 18,6;
22,61). La traducción de los dichos de Zaqueo no es sencilla por lo que
fundamentalmente – como se dijo más arriba – pueden hacerse dos
interpretaciones, Veamos literalmente el texto:
“Mira, la mitad de mis bienes, Señor, a los pobres doy y si a alguno
defraudé devuelvo el cuádruple” (v.8).
Como se ve, los verbos están en presente (doy, devuelvo) por lo
que pareciera que estamos ante algo que Zaqueo ya hace (notar que el nombre
Zaqueo significa “el que es inocente”). La lectura tradicional los
presenta en futuro (daré, devolveré) entendiendo que esto es algo que
Zaqueo realizará a partir de “hoy”.
En el primero de los casos, la queja de Zaqueo es que
es tratado como pecador por la gente, pero que en realidad él no lo es, sino
que por el contrario es un hombre justo; dar bienes a los pobres para Lucas es
característico de la justicia (6,30-31.38; 11,41; 12,33; 16,9; 18,22.29). El
segundo de los hechos de Zaqueo puede entenderse como “si me doy cuenta que
defraudé a alguien…” (cf. Ex 22,2-3; Lev 6,15-26; Núm 5,6-7); si el texto
afirma que Zaqueo hace esto habitualmente, entonces el contraste con el hombre
rico de 18,18-23 es más marcado aún; el rico se marchó “triste” (18,23),
Zaqueo lo recibe “con alegría”.
En la segunda de las opciones posibles, estamos ante un
cambio de actitud (en cuyo caso, el contraste con el rico está dado en su
actitud frente a las riquezas). La disposición ante las riquezas es
manifestación evidente de la disposición del corazón (“donde está tu tesoro,
está tu corazón”, Lc 12:34).
La casa de Zaqueo es ahora lugar de “salvación”, otro
tema característico de Lucas: sôtería (salvación) sólo se
encuentra en Lc (1,69.71.77 y aquí, y en una versión de Marcos 16,8) en los
Evangelios; el verbo “salvar” es más frecuente (Mt x15; Mc x15; Lc
x16; Jn x6; y está frecuentemente ligado a los milagros, p.e. “tu fe te
ha salvado”). Zaqueo también es «hijo de Abraham».
Jesús, ha venido a “salvar”, a llenar de alegría la casa por la
oveja perdida encontrada, o la moneda recuperada (15,7.10) porque eso es “voluntad
de Dios”. Esto es así, en caso de que se entiendan los verbos en sentido
futuro; si se los comprende en sentido presente, probablemente
lo que está señalando Jesús es que del mismo modo que la mujer es
reconocida por Jesús como «hija de Abraham» Zaqueo también lo es. Aunque
todos lo desprecien, Zaqueo es un miembro del pueblo de Dios y para él también
vino Jesús (cf. 1,55; 3,8; ver Hch 3,25). Pero se debe notar que Jesús le habla
a Zaqueo afirmando que “este (= Zaqueo) también es…”
con lo que ahora el discurso se dirige a los “todos” que habían
murmurado.
La conclusión sobre la venida del “hijo del hombre” a buscar y
“salvar” lo perdido (y su paralelo con Lc 15,3-32; cf. 5,32) parece –de
todos modos- invitar a leer el texto en el sentido tradicional, es decir que la
llegada de Jesús a casa de Zaqueo provoca en él un cambio de actitud. De todos
modos, el reconocimiento de Zaqueo como “hijo de Abraham” y la
referencia a su casa (vv.5.7.9) muestra una vez más en Lucas a un Jesús que se
aproxima a los rechazados de la sociedad. Zaqueo “buscaba” (v.3) ver a
Jesús, pero Jesús lo ha visto (v.5) y ha venido para “buscar y salvar” a
Zaqueo (v.10).
Algunas reflexiones:
Sea cual fuere la lectura que se considere preferible del texto (repito:
ambas posibles y razonables) lo cierto es que la relación con las riquezas y
con los hermanos y hermanas será la clave de la recepción de Jesús y la llegada
de la salvación. Sin duda alguna, solo si un rico comparte sus bienes con los
pobres, y particularmente si restituye el cuádruple en caso de estafa, sólo en
ese caso se habrá encontrado con Jesús. Un modelo, un proyecto, o una economía
de acumulación o un sistema que se desentienda de los pobres, en nada se
asemeja al evangelio ni al proyecto de Jesús. Un modelo que beneficia a los
ricos y somete a los pobres, sin duda alguna, es contrario a la “salvación” que
Jesús quiere otorgar a todos los que son capaces de reconocer a los pobres como
hermanos (y hermanas).
Un “Te Deum” es algo bastante anacrónico, por cierto, aunque si de dar
gracias a Dios se trata no está mal pedir o agradecer a Dios desde las
distintas confesiones religiosas presentes en la “Patria” / “Matria” y no
solamente desde una perspectiva católico-romana, especialmente teniendo en cuenta
que gran parte del gobierno, empezando por el presidente, legítimamente, no
confiesan la fe católica. Pero si de dar gracias a Dios se trata, no está mal
saber de qué daríamos gracias (y de qué deberíamos pedir perdón). En lo
personal, y desde mi mirada parcial, ante el presidente de la república y su gabinete,
además de miembros de otros poderes, no sería lo dicho por el cardenal lo que
yo diría, particularmente. Quizás hubiera sido sensato pedirle perdón a la
Patria/Matria por lo que están haciendo con ella, y su particular desentenderse
del hermano (y la hermana), algo absolutamente obvio en un modelo
individualista que invita a ser emprendedores meritócratas. Quizás hubiera sigo
grato a mis oídos escuchar palabras claras y precisas y no un lenguaje siempre
ambiguo que no molestó al auditorio. Pensando en obispos como Oscar Romero,
pronto a ser canonizado, o Angelelli, quizás prontamente beatificado, me duele
la distancia entre estos y aquel en el lenguaje. El gobierno afirma haber quedado
satisfecho con la homilía: ¡mala señal! (a menos que sea eso lo buscado por el
cardenal, algo siempre posible).
La “inocencia” de Zaqueo, reflejada en su nombre (sea esta habitual o
novedad desde el encuentro con Jesús) se refleja expresamente en su actitud con
sus bienes hacia los pobres y los defraudados y “saqueados”. Los bienes en el
extranjero, en Panamá, Bahamas, y demás “infiernos fiscales” sin duda son un
buen “sacramento” de la perversión de un modelo antievangélico. La conversión
es posible, sin duda. La actitud del gobierno frente a los bienes y los pobres
sin duda reflejará y refleja la cercanía o distancia con el proyecto de Jesús,
con ese “otro mundo posible” (sí, señor presidente, “sí, se puede” otro mundo,
otro modelo, otro país); pero para eso, deberá reconocer a los pobres (y las
pobres) como hermanos y hermanas y cambiar las políticas. Totalmente. Y,
disculpe usted, “no le veo uñas de guitarrero”.
Foto tomada de http://www.mamassuperheroes.com/blog/ser-desprendido/