jueves, 31 de mayo de 2018

¿A quién se le ocurre estudiar?


¿A quién se le ocurre eso de estudiar y pretender ser libre?


Eduardo de la Serna



Hace unos días, el cada vez más evidente presidente Macri dijo que quería una buena educación, para que los estudiantes consigan trabajo, ya que van a trabajar el día de mañana en alguna empresa… Esas espeluznantes declaraciones me hicieron “ruido”, porque no sabía (y sigo sin saber) que la educación era para conseguir trabajo. Sin duda que muchos esperan conseguirlo, y bueno es. Pero no me imagino un estudiante de filosofía preocupado especialmente por un trabajo acorde, en el futuro, por ejemplo. Siempre pensé que el estudio ayuda a formarse, a tener mejores armas para defenderse en la vida (y “armas” y “defensa” las uso con toda mala intención y alevosía). Pero, además, nos ilustra el mandatario que ese trabajo será en una empresa. Y no puedo imaginarme cómo relacionar al que puso un consultorio o un estudio (médico, psicóloga, abogado, contadora…) cómo puede ser que no estén en una empresa. Parece que eso de ser emprendedores meritócratas no vale en estos casos.

Pero sigo pensando y recuerdo que año tras año la estigmatización del gremio docente y sus dirigentes (del cual, debo reconocerlo, no tengo la mejor experiencia, sino todo lo contrario) llena las tapas de los diarios y hasta los chistes siempre de mal gusto del ex alumno del Cardenal Newman.

Y recuerdo los dichos del entonces candidato de “¿qué es esto de abrir universidades por todos lados?”, y los dichos del gobernador norteño de la falta de sentido de dar educación al que después vivirá toda su vida como campesino.

Y recuerdo la defensa de la educación paga de los gobiernos o candidatos de derecha en Chile o Colombia, por ejemplo.

Y ahora, la remata (nueva palabra usada con premeditación y alevosía) la inexistente gobernadora María Eugenia Vidal diciendo en el Rotary (¡lógico!) que “todos sabemos” que los pobres no llegan a la Universidad pública. Es verdad que difícilmente los pobres lleguen a la Universidad privada (por más católica que esta diga ser), pero “todos sabemos” que lo que dijo la inepta, es mentira. Pero decir que este gobierno miente es como decir “subir arriba”, “entrar adentro”… es lo que se llama en retórica un pleonasmo.

Pero sí es cierto que “todos sabemos” que la derecha no quiere que los pobres estudien. Es que así tendrían “armas” para “defenderse” de que los “rematen”; y vaya que rematarlos, o esclavizarlos quieren. Eso de la “movilidad social” les resulta intolerable; todo debe quedar en “nosotros”, los que “son como uno”. Si los pobres estudian (¡y lo hacen! ¡y me consta! ¡Y puedo poner ejemplos más que suficientes de eso!) no es que van a trabajar en las empresas de los patroncitos, sino que podrán enfrentar la injusticia, tener “herramientas”, tener vida.

La frase del ignorante que nos gobierna y la inepta gobernadora apunta claramente a sostener el imaginario popular de que “unos nacen con estrella y otros nacen estrellados”, esa suerte de destino inexorable del que no se puede salir. ¡y no se puede! ¡Sin educación no se puede! Por eso ¿qué es eso de dar educación a “esos” si “todos sabemos” que si estudian pueden levantar la cabeza; ¡y hasta son capaces de decirnos que no! Parece que el sí, se puede tampoco vale para estos casos.

Hace muchos años yo tenía un jaulón muy grande con muchos pájaros que volaban libres de stress. Había cantos y sexo en mi jaulón. Y un día me regalaron un canario para ponerlo allí. No volaba, estaba en el piso y se iba muriendo hasta que tuve que entrar al jaulón, tomarlo con la mano y devolverlo a su pequeña jaula donde empezó de nuevo a cantar y recuperar el buen ánimo. 

Parece que esa es la revolución de la alegría que nos quieren ofrecer los que quieren muchos esclavos y pocos amos… ¡Ellos!


La foto que ilustra la nota no tiene casi nada que ver con el texto, pero me pareció significativa y divertida. Es tomada de http://www.fotosparafacebook.com/Gato-enjaulado/1641

martes, 29 de mayo de 2018

¡Sacrilegio!


¡Sacrilegio!




Eduardo de la Serna




Una obra, quizás artística, representaba el Cristo yaciente hecho en una torta de la cual varios de los presentes, el ministro de cultura de la ciudad incluido, comieron. Esto escandalizó al Sr. Cardenal Poli y lo hizo saber en una carta al Jefe de Gobierno de la Ciudad autónoma de Buenos Aires.

Yo he comido tortas con forma de escudo de Boca y no me sentí agrediendo a mi cuadro. Comí tortas con formas diversas. No termino de ver la ofensa (más que en el hecho de que me parecía estéticamente fea).

Pero los pobres son cada vez más pobres, el hambre crece, la desocupación también. La represión a los pobres (como al fotógrafo de la Garganta) es un escándalo. El país se vende al mejor postor (que siempre son amigos de los funcionarios) mientras saquean la vida y la carne de los pobres.

En la eucaristía, los católicos y las Iglesias orientales creemos que comemos el cuerpo fracturado de Jesús y su sangre derramada. Los primeros padres tuvieron que aclarar que no era antropofagia, sino una comida con la mirada puesta en Dios.

En suma, el hecho me resultó menor y hasta desagradable, pero no ofensivo. Ofensivo me pareció la seudo señal de la cruz de Macri; que Gabriela Michetti hablara en el altar en la Jornada de la Juventud; que Martiniano Molina comulgue de manos del obispo.

No puedo menos que recordar a antiguos padres de la Iglesia:

  • El tiempo presente nos ha traído una gran cantidad de gente desnuda y sin techo. Hay una multitud de cautivos frente a la puerta de cada uno. Extranjeros o inmigrantes no faltan, y por todas partes se pueden ver extendidas las manos suplicantes. Para todos estos la casa es el campo abierto, el hotel son los pórticos, las calles y las partes más desiertas de las plazas, habi­tan en las cuevas como búhos y lechuzas. Su vestido son harapos destrozados. Su cosecha es la benignidad de los misericordiosos. Su comida, lo que pueden obtener de alguno que pasa. Su bebida la encuentran en las fuentes, como los animales. Su vaso son las palmas de las manos Su despensa son los pliegues del propio vestido, si no es que está demasiado roto y puede contener todo lo que llevan. Su mesa son sus rodillas. Su cama es el suelo. Su baño, el que Dios dio común y natural para todos: los ríos y las lagunas. Para ellos la vida es errante y salvaje, y no la llevan así desde el principio, sino que los ha sobrevenido por la desgracia y la necesidad.
    ¡Tú que ayunas, atiende a éstos! ¡Sé benigno con estos hermanos que están pasando necesidad! ¡Lo que quitas a tu estómago, ofrécelo al pobre! ¡Que el justo temor de Dios establezca la igualdad! ¡Que la moderación prudente cure las dos enfermedades opuestas: tu saciedad y el hambre de tu hermano! De esta misma forma actúan los médicos: a unos les pres­criben dieta, y a otros les exigen que coman, para que con el aumento de uno y la disminución del otro se conserve la salud de ambos. ¡Presten atención a esta buena exhortación! ¡Que la palabra que ha sido pronunciada abra las puertas del rico! ¡Que el consejo que ha sido dado conduzca al pobre hacia el que posee! ¡Que no sea una simple expresión la que enri­quezca a los menesterosos, sino la palabra eterna de Dios la que les dé casa, cama y mesa! ¡Por medio de una palabra familiar, atiende con tus propios bienes a los que están en la necesidad! [Gregorio de Nisa, sermón I sobre el amor a los pobres]

  • «No es parte de tus bienes lo que tú das al pobre; lo que le das le pertenece. Porque lo que ha sido dado para el uso de todos, tú te lo apropias [lit. “usurpas”]. La tierra ha sido dada para todo el mundo y no solamente para los ricos» [Ambrosio de Milán, De Nabuthe c.12, n. 53: PL 14, 747].
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Puesto que - según me comentaron - mucha gente en diferentes redes sociales se molestó con lo que dije, quiero aclarar:

1. Cada quien tiene sus propias sensibilidades, y tiene derecho a que le hieran o no las mismas. No voy a cuestionar las heridas de cada quien, pero digo que a mí no me hiere lo de la torta, me hiere lo que este gobierno hace con los pobres. Que este gobierno ofende a Jesús es evidente, y lo de la torta, a lo mejor es un buen ejemplo... pero lastima más a Jesús lastimando a los pobres que son los "vicarios de Cristo".
2. Creo que escandalizarse por una torta, y no por las políticas que se "comen" a los pobres me hace acordar a lo que decía Carlos Mugica cuando recordaba que habían salido a defender los templos de las quemas del 55: "estábamos escandalizados de la quema de templos y no de la masacre de templos vivos del Espíritu Santo con los bombardeos en la Plaza de Mayo".
3. Mi comparación con el escudo de Boca fue precisamente provocativa: la torta puede ser simbólica (y por eso se las hace de las formas y modos más diversos). ¿Qué significa "comerla"? Porque pareciera que lo que molestó, más que comerla fue el "cortarla". Y por eso puse el ejemplo de la Eucaristía: ese "pan" es partido, fracturado, quebrado haciendo memoria del cuerpo quebrado de Jesús en la Pasión. ¡y lo rompemos y lo comemos! Pero es comunión, partimos el mismo pan, comemos el mismo pan y somos un mismo cuerpo, repite Pablo (1 Cor 10). 
4. Insisto: comprendo a los dolidos por la torta, pero no comprendo que se duelan por eso y no por la situación de los pobres. Sencillamente, por eso escribí.

E, irónicamente, añadiría:
Durante el mundial con motivo de su cumpleaños, en Rusia hicieron una torta de Messi toda de chocolate. ¿El cardenal Poli protestará ante la FIFA? Los católicos escandalizados por la torta con forma de Cristo ¡exigirán renuncias y excomuniones?
https://www.ole.com.ar/seleccion/messi-torta-chocolate-cumpleanos_0_2039196112.html 


Comentario Cuerpo y Sangre del Señor B

Una comida anticipo del banquete para todas y todos

SOLEMNIDAD DEL SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO - "B"


Eduardo de la Serna




Lectura del libro del Éxodo     24, 3-8

Resumen: Moisés, luego de estar a solas con Dios repite al pueblo las palabras que Dios le ha dirigido y el pueblo confirma su aceptación y obediencia. Esto queda confirmado en una alianza en la que la sangre rocía el altar y el pueblo en señal de comunión.


Yahvé entra en diálogo con Moisés a solas que transmite sus palabras al pueblo. Ese es el marco narrativo del texto que finaliza con un rito de sangre (v.8). El v.9 continúa lo anunciado en v.2 con lo que el texto litúrgico conforma una unidad.

Cuando el pueblo confirma que cumplirá las palabras de Yahvé (se refiere al Decálogo) Moisés prepara un altar (v.4), un grupo de jóvenes prepara holocaustos (parece que todavía no hay sacerdocio), Moisés rocía con la mitad de la sangre y así, ritualmente preparados, lee ante todos el rollo de la alianza. Ante la lectura, el pueblo repite lo que había dicho comprometiéndose a cumplir todo. Dicho esto, con la sangre restante rocía al pueblo confirmando que es la “sangre de la Alianza” que Yahvé hizo con ellos conforme las palabras dichas.

El acento, como se ve, está puesto en las palabras de Yahvé, que se repiten con insistencia en el relato y que el pueblo asegura obedecer (y que finalizan mencionadas como “libro de la alianza”, v.7 y Moisés ha escrito, v.4). Esto es lo que conforma una alianza, alianza que se manifestará en la sangre con la que se rocía tanto el altar, que representa a Dios, como al pueblo. 

Una breve nota sobre la sangre en la Biblia. Para la Biblia la sangre representa la vida (o “el alma”, nefes), y por tanto lo más sagrado de lo humano (o animal). Comer alimento con sangre significa entrar en un ámbito sagrado, por lo cual está prohibido. El contacto con la sangre hace impuro ya que lo sagrado y lo profano se tocan, cosa que no debieran. Es razonable, entonces, que una alianza (berît) con Dios quede confirmada por la sangre. La sangre partida en dos porciones, una para Dios (= altar) y otra para el pueblo sella la comunión que la alianza manifiesta. Alianza -  acotemos – que no es entre iguales, de allí que Dios ponga normas que el pueblo está invitado a obedecer.


Lectura de la carta a los Hebreos     9, 11-15

Resumen: en el contexto del sumo sacerdocio de Cristo, el autor de la carta a los Hebreos insiste en la eficacia de su ofrenda presentada metafóricamente como “sangre” y “tienda” (haciendo referencia a la cruz y la resurrección) y la eficacia perfecta en contraste con los sacrificios antiguos. 


El texto de Hebreos ha de entenderse en el amplio contexto de toda la homilía, pero sería sumamente extenso hacerlo. Veamos simplemente aquello que hace expresa alusión al tema de la liturgia de hoy.

Jesús ya ha sido presentado como Sumo Sacerdote, único y definitivo, pero señala que se ha “presentado” por dos medios eficaces: por la tienda, por la sangre (vv.11-12). Ambas son, evidentemente metáforas y no es sensato leerlas literalmente: no dice que hay una ofrenda de sangre ni que por la ascensión Jesús “entra” en el cielo. Ambas lecturas, frecuentes en un tiempo, han de dejarse de lado. La idea de la sangre alude a la muerte de Jesús, paso necesario para alcanzar la resurrección (cf. 2,9). Jesús supo transformar el hecho sanguinario de su asesinato en una ofrenda de sí. Es evidente que en la cruz no hay ritual, ni ceremonias… hay un crimen que Jesús vivió como ofrenda. La tienda, parece aludir al cuerpo resucitado de Jesús (es importante notar el rol sustancial que la resurrección de Jesús tiene para la referencia sacerdotal en Hebreos). La alusión remite al Sal 110: “siéntate a mi derecha”. Jesús ha transitado el camino para la comunión perfecta con Dios, camino que abre a todos por su solidaridad con sus hermanos.

A continuación remarca el contraste entre los sacrificios antiguos y la ofrenda única de Cristo: la sangre de animales – la sangre de Cristo; obras muertas – espíritu eterno (vv.13-14). La eficacia resalta el valor de la ofrenda de Jesús. Y para ello destaca la importancia de la diathêkê (el término significa disposición, y suele traducirse como alianza o testamento). La nueva “alianza” es – como las ofrendas – infinitamente mayor, “perfecta”, definitiva.


Evangelio según san Marcos     14, 12-16. 22-26

Resumen: En el contexto de la pasión, Jesús come con sus discípulos una comida pascual. En ella interpreta el pan y el vino en clave de su pasión inminente dando entrada a la alianza que sella con los suyos y compartirá en el banquete escatológico.


El contexto del texto, la Última Cena, es el del Evangelio leído el domingo de Ramos. En ese marco, como es propio de su estilo, el autor del Segundo Evangelio presenta un esquema en “sándwich”. En este caso se puede estructurar de este modo:


A.- Relato de la traición de Judas (14,10-11)
   B.- Preparativos de la Cena (vv.12-16)
A’.- Anuncio de la traición de Judas (vv.17-21)
   B’.- Cena (vv.22-25)
A’’.- Anuncio de las negaciones de Pedro (vv.27-31).

Como es evidente – y es típico de Marcos – el acento está puesto en que las negaciones y entrega son producidas por miembros del grupo de “los Doce”, es decir, “uno/s que come/n de su misma mesa” (cf. Sal 41,10); son las escenas del medio, la comida que participa con los que lo negarán-entregarán (escenas de los extremos y centro). Como el texto litúrgico no pretende ubicar el contexto (cosa realizada, como dijimos, en la fiesta de Ramos) sino centrarse exclusivamente en la cena eucarística, se detiene en ella (se añade el v.26 que en realidad es el fin de la cena: “cantados los himnos” y el traslado a un nuevo sitio: “el monte de los olivos”). Tenemos así, dos momentos en el texto:

La Cena está presentada como “comida pascual”, ocurre “el primer día de los ázimos” cuando se mata ritualmente (thyô) el cordero. Los discípulos le preguntan por el lugar de la comida a fin de que el relato (con cierta semejanza a la escena del asno en los ramos, 11,1-7, donde Jesús los envía manifestando saber lo que ocurrirá; ver 1 Sam 10,1-10). Los discípulos “encontraron todo tal como les había dicho” (v.16); entonces “prepararon la pascua”. Seguramente la referencia alude a “almohadones”· ya que era costumbre comer reclinados sobre el costado (v.18). Jesús se encamina hacia su muerte (muerte como la del cordero) sabiendo hacia dónde se encamina.

En la escena de la comida, es interesante notar que los textos han conservado cuatro relatos que en realidad parecieran tener dos orígenes diferentes: Marcos, y Mateo, influido por aquel, que se lo piensa palestinense, y 1 Corintios y Lucas que parecieran tener un origen que se ha supuesto en Antioquía. Un elemento importante que los distingue (no el único) es la palabra ante la copa, que Lucas-Pablo refieren como “nueva alianza en mi sangre” mientras que Marcos-Mateo mencionan como “sangre de la alianza”, frase que parece tomada de Ex 24,8 (primera lectura). 

La comida pascual tiene varios momentos estipulados con bastante precisión en el “seder de pesaj”. El hecho de beber vino (no era frecuente fuera de contextos festivos) se distribuía en cuatro copas, la última de ellos acompañada de una “bendición”. El pan ázimo es partido por el responsable de la celebración y dado a todos los comensales. Luego de una serie de preguntas y respuestas se procede a comer el cordero pascual que ha sido sacrificado en el Templo de Jerusalén. Luego de esto y de la última copa, se canta el final de los salmos que forman el Hallel (Salmos 113-118). Es de señalar que la pascua es una comida de familia (no algo comunitario que se celebra en un templo o sinagoga), y se celebra sólo en Jerusalén, en las casas, de allí la afluencia importante de peregrinos. 

Varios de estos momentos están resaltados en el texto: la sala para la celebración, la fracción del pan ázimo, la copa, el canto de los salmos y – en Pablo y Lucas – se acota que la copa ocurre “después de la cena”). Es interesante que el mismo Jesús que a lo largo del Evangelio resaltó que el discipulado es un nuevo y más perfecto modo de ser familia en la que el abbá de Jesús es Padre y todos son hermanos, celebra la comida de familia con los discípulos. Él ocupará el lugar del padre.

El acento en el texto, es evidente, está puesto en el pan y el vino haciendo desaparecer prácticamente la cena y el cordero. Y sobre este pan y la copa hay palabras interpretativas que aluden a Jesús, y a su muerte inminente: el pan-cuerpo partido, el vino-sangre derramada.

El pan ázimo, frecuente en la liturgia pascual en la que se elimina cualquier rastro de levadura, es partido. La “fracción del pan” (klaô; cf. Jer 16,7) pasa – en el N.T. – a ser representativa de toda la comida eucarística (o en los textos en los que se alude a ella como la multiplicación de los panes, la comida en Emaús o la característica de la primera comunidad: Mc 8,6; Lc 24,30; Hch 2,46; 20,7.11; 1 Cor 10,16. La relación viene dada con el “cuerpo”, que en la mentalidad semítica refiere a toda la persona en cuanto que se comunica [en la mentalidad semítica no se entiende a la persona humana como en partes, por ejemplo, el mundo helénico habla de “cuerpo y alma”, algo incomprensible probablemente para un judío; éstos al destacar un aspecto: cuerpo, carne, alma, corazón, etc… aluden a toda la persona enfatizando un aspecto, en estos casos persona que se comunica, persona que siente, persona que vive, persona que piensa…]. 

El texto, al mencionar la copa afirma que “dio gracias” (una terminología helénica, el judío “bendice”, como se ve en v.22, pero de aquí viene “eucaristía”, dar gracias; el texto es semejante a la multiplicación de los panes en 6,41 y 8,6). Las palabras, en este caso, aluden – como se dijo – al texto de éxodo ya comentado. La idea de “sangre derramada” sin duda hace referencia a la violencia de la muerte (ver Gen 9,6; 37,22; Lev 17,4) pero también puede tener connotaciones litúrgicas (Ex 29,12; Lev 4,7.18.25.30.34…). El derramamiento “por” hace referencia al siervo sufriente (Is 52,13-53,12; ver 53,5-6) para justificar a “muchos” (ver Is 53,11-12). “Muchos” es un semitismo para decir “todos”, la expresión es totalizante y no restrictiva (ver Mc 10,45).

El texto finaliza (“amén”, = “en verdad”) con un dicho escatológico: Jesús no volverá a beber vino hasta que lo beba “nuevo en el Reino de Dios” preanunciando así el banquete definitivo (Is 25,6-8), que recuerda el texto Q: reclinados en el banquete con Abraham, Isaac y Jacob (Lc 13,28-29 / Mt 8,11-12).

La liturgia finaliza con el canto de los salmos, como se dijo, luego de lo cual Jesús se dirige al monte de los Olivos donde continuará el drama de la pasión.


lunes, 28 de mayo de 2018

Me tienen cansado los negros


Me tienen cansado los negros

Eduardo de la Serna



Lo quiero decir de una, sin ningún preámbulo: me tienen podrido los negros.

Lloran en la villa 31 por el bien pegado balazo a Ramiro Ruiz (22) por reclamar que la policía hubiera atropellado a una nena de 4 años.

Se queja Roque Azcurraire porque entraron a patadas a su casilla en la villa 21, manosearon a su hermana, y en la comisaría lo patearon en la cabeza (que tiene lesionada) y le aplicaron un “levantamuertos”.

Se quejan los negros de Bernal oeste porque se niegan a convivir con la basura que está hace solo unos 3 meses. Y – además – se las dan de guapos y las mujeres huyen como ratas cuando ven una ídem del tamaño de un gato.

Se quejan los vagos de la Sarita cuando caen 3 gotas y el agua les entra por todos lados, y porque hace semanas que no pueden bajar la heladera (¡tienen heladera, además!) de arriba de la mesa.

Se quejan los vagos bolivianos (¿alguien vio alguna vez un boliviano trabajador?, ¿eh?) y los paraguayos (¡otros vagos!) porque los dignísimos argentinos borran de la constitución el párrafo que habla de “todos los habitantes del mundo que quieran habitar en suelo argentino”. Convengamos de una vez por todas que no es lo mismo un paraguayito que Benetton, o una boliviana que Lewis. ¡Estos son extranjeros de verdad!

Se quejan los que van a la 9 de julio movidos por la consigna de que “¡La patria está en peligro!” y no se acuerdan que la patria estuvo en peligro antes, cuando casi explota el país con la 125, o cuando asesinaron un fiscal, o cuando estuvimos a punto de ser Venezuela y fuimos salvados primero por un pro-hombre mendocino y ahora por un presidente de excelencia que nos enorgullece.

Se quejan los que argumentan que no pueden pagar las tarifas que antes estaban subsidiadas. Si no las pueden pagar, que no las usen, ya lo dijo con toda sabiduría el ministro.

Se quejan los que no tienen trabajo porque fueron echados por ñoquis. Deberían aprender de una vez por todas que la fiesta hay que pagarla.

Se quejan los que tienen trabajo en talleres (todavía no legalizados hasta que tengamos confianza en el país) y trabajan 12 o 14 horitas, además de otros que fueron forzados a trabajar porque se resistían, de puro vagos que son, olvidando el sabio axioma que ilustraba Auschwitz: “Arbeit macht frei” (el trabajo nos hace libres).

Se quejan los subversivos de La Cámpora, y quiero repetirles el profético grito del super ministro: “¡háganse cargo!”

Se quejan de que no hay remedios para los jubilados, y no quieren recordar que “se robaron todo”.

Se quejan de que “preventivamente” recurrimos al FMI, que ahora es bueno y nos va a ordenar las cuentas y va a ayudar a un país que vuelve al mundo, olvidando que el populismo nos había aislado de las grandes potencias amigas.

Se quejan, se quejan y no dejan de quejarse. Parece el principal deporte nacional en el que quizás seamos campeones mundiales.

Y yo me quiero quejar, porque todavía quedan algunos que pretenden convencer que no estamos en el mejor de los países posibles; afortunadamente son cada vez menos, ya radio del Plata está cerrando, y el grupo Indalo está en terapia. Después vamos por Página 12 y la 750 y podremos estar un poco en paz. El resto lo arreglamos con las redes sociales que son bastante amigables desde Facebook y Twitter y la base de datos del ANSES. Si hasta Clarín nos dice que tiene acceso al Big Data.

Por suerte yo vivo en paz. Que los demás se arreglen. Cada uno a lo suyo. No leo noticias, no veo canales disonantes, y en El Grupo me hablan de lo bien que estamos, aunque haya que arreglar cositas que quedan del desaguisado que nos dejaron las “Kukas” y los choriplaneros. Y si algunas cosas me perjudican, como que en casa dos quedaron sin trabajo, que tengo que andar a oscuras y con frio, que no puedo comprar pan, ni lechuga (la carne es un pretérito pluscuamperfecto), que no me puedo vacunar contra la gripe o que tengo que caminar 15 cuadras para tomar un solo colectivo para ir a buscar trabajo, eso es el sacrificio que vale la pena hacer para tener “un país”. Ver cuánto trabaja el presidente para sacarnos adelante es un orgullo. Lo dijo la eminencia que tenemos por vicepresidenta: “hay que predicar con el ejemplo”.

[y antes de ser insultado por personas sin sentido del humor les aclaro: todo es irónico; si perdemos el humor, fuimos derrotados]

Foto tomada de https://movimientopoliticoderesistencia.blogspot.com.ar/2015/09/negros-esclavos-y-rebeldes.html

sábado, 26 de mayo de 2018

Zaqueo, el cardenal y el saqueo


Zaqueo, el cardenal y el saqueo


Eduardo de la Serna



Viendo los diferentes comentarios, sorpresas, desatinos a raíz de la referencia del cardenal Mario Poli a un tal Zaqueo en el “Te Deum” quisiera hacer una serie de precisiones estrictamente bíblicas y luego algún comentario (no al texto del cardenal, sino a partir del texto bíblico).

El texto escogido se encuentra en el evangelio de Lucas (19,1-10). Comienza con la llegada de Jesús a una ciudad, Jericó, y finaliza con un dicho (un “logion”): “el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido” (v.10). En el v.11 hay un nuevo comienzo, característico de Lucas, aludiendo al viaje de Jesús a Jerusalén, con lo que la unidad queda claramente delimitada. Es razonable que Jesús pase por Jericó (lo señalan también otros evangelios) puesto que se dirige a la ciudad santa para la fiesta de la Pascua.

Algunas precisiones previas:

El nombre, Zaqueo. Evidentemente no tiene nada que ver con el “saqueo” (que quizás, alguno, quiso relacionar al escuchar el texto). Es un nombre que encontramos otra vez en la Biblia (1 Macabeos 2,19). El nombre tiene su origen hebreo en la raíz “zakkay” y significa limpio, inocente. Es conocido, por ejemplo, un famoso rabino de finales del s. I: Yohannan ben Zakkay.

De Zaqueo el texto nos dice dos cosas: que era “jefe de los publicanos” y “rico”. Para el primero, Lucas utiliza una palabra que no encontramos en otros textos helenistas: arjitelônês, jefe de los “publicanos”. Los “publicanos” (en griego telônês) eran propiamente “cobradores de peajes”; el despacho, o mesa de cobranzas se llama telônion (hay una referencia a los pagos en 1 Macabeos 13,39). De estos cobradores sólo se habla en los Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas en toda la Biblia. Es sabido que cada provincia debía pagar a Roma unos impuestos anuales en relación a la población existente (de ahí la importancia de los censos). Cada gobernante (etnarca, tetrarca, Procurador/Prefecto, reyes clientes) debía pagar a Roma, para lo cual tenía en las ciudades o caminos importantes estos cobradores que, a su vez, podían cobrar a su antojo. Para graficarlo: el recaudador de Tal ciudad debe pagar al gobernante X suma anual; si recauda menos debe pagarla de todos modos en su perjuicio, pero si recauda más pasa a sus arcas en su beneficio. De allí que el cobro excesivo era habitual entre los cobradores. Juan el Bautista, por ejemplo, a los cobradores de peaje que le preguntan qué deben hacer para prepararse y dar frutos de conversión les dice: «No exijan más de lo que les está fijado». (Lc 3:13). Este oficio, entonces, especialmente por la capacidad de estafa sin control, es considerado “deshonroso” y pecado. En la escala del honor, tan importante en la cultura de su tiempo, para los judíos, estos cobradores estaban en el escalón más bajo, y eran comparados con las prostitutas (ver Mt 21:31).

Los “ricos”, son particularmente importantes en el evangelio de Lucas (mientras el término se encuentra 2 veces en Marcos y 3 en Mateo, lo tenemos 11 veces en Lucas). En Marcos se encuentra en una perspectiva crítica, mientras que en Mateo se añade a José de Arimatea, discípulo de Jesús, como una persona “rica” (27,57). En Lucas, en cambio, la mirada es siempre crítica. Para ser precisos (los evangelios no son “clasistas” en el sentido contemporáneo) el tema principal es “el hermano (y la hermana)”. Por eso en Lucas también es importante la “limosna” (que no son las moneditas que sobran, precisamente): se trata de dar con generosidad y misericordia (éleos, de donde viene “limosna” en griego). Se trata de “vender los bienes y dar limosna” (Lc 12:33). Evidentemente, si un “rico” vende los bienes para dar limosna su situación cambia (deja de ser rico) y cambia la situación de los pobres (también dejan de serlo): “Todos los creyentes vivían unidos y tenían todo en común; vendían sus posesiones y sus bienes y repartían el precio entre todos, según la necesidad de cada uno” (Hch 2:44-45). Es característico de Lucas la idea de que la situación de los pobres cambiará (ver 1,52-53; 6,20.24; 16,19-31).

En el caso de Zaqueo, hay un problema en la traducción. El texto dice: “Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres, y a quien haya defraudado le devuelvo cuatro veces más” (v.8). Por tanto, no es evidente si Zaqueo ya lo hace (y por tanto no es un estafador) o si lo hará a partir de “ahora” que ha encontrado a Jesús. Ambas lecturas son posibles y razonables (el cardenal Poli optó por la primera variante). Zaqueo se quejaría de la discriminación que padece (deshonra) sin merecerlo y Jesús lo reconoce como “hijo de Abraham” a pesar de todo (primera lectura), o bien, Jesús con su visita le concede la conversión (tema importante en Lucas) y entonces cambia su actitud con los bienes y las personas. Es interesante que – en el Evangelio – un capítulo antes, un “importante” (arjôn, como Zaqueo es arjôn-telônês) y “rico” se niega a compartir los bienes y Jesús repite que es más fácil que pase un camello por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de Dios (18,18-23.25) lo cual es, sin duda alguna, algo imposible (mientras sea rico, puesto que si hubiera compartido – limosna mediante – sus bienes con los pobres su situación cambiaría). Volveremos en seguida sobre esto. A continuación, miraré el texto repitiendo en parte lo dicho en otra ocasión:

Jesús está atravesando Jericó, su última escala antes de la tan ansiada llegada a Jerusalén de la que ha hablado toda la segunda parte del Evangelio. 

La multitud (ojlós), que con frecuencia acompaña a Jesús en toda ocasión, especialmente en Lucas, le impide a Zaqueo poder ver a Jesús cosa que él deseaba (“buscaba” ver a Jesús). “Buscar” (zêtô) es frecuente en Lucas, habitualmente con sentido teológico (5,18; 11,10; 12,31; 13,24; 15,8; 17,33; 24,5). El texto acota que “era de baja estatura” sin que nos quede claro quién lo era, si Zaqueo o Jesús; lo cierto es que no podía verlo (como tampoco podía – también en Jericó – el ciego, y entonces para subsanar la dificultad empieza a gritar, 18,38). La higuera silvestre le permite ponerse en alto y verlo pasar. De este modo Lucas presenta la situación que a partir de ahora va a desencadenarse:
  •        Jesús se invita a su casa
  •         La murmuración de los testigos
  •         Reacción o comentario de Zaqueo
  •         Comentario de Jesús
Zaqueo debe bajar “rápidamente” (v.5) del árbol (cosa que hace, v.6). El término es prácticamente exclusivo de Lucas en el NT (Lc x3, Hch x2, 2 Pe x1). Los pastores van “rápidamente” a ver al niño en el pesebre (2,16), Pablo quiere llegar “rápidamente” a Jerusalén (donde empezará su pasión; Hch 20,16), Pablo comentando su pasado dice que Jesús se le aparece diciéndole que se marche “rápidamente” de Jerusalén ya que querrán matarlo (Hch 22,18). 

Jesús le afirma que “conviene” (deî) hospedarse en su casa. El verbo “deî” es muy frecuente en el NT haciendo referencia a la voluntad de Dios. Jesús afirma que “debía” estar en lo de su Padre (2,49), “debe evangelizar el reino” en otras ciudades (4,43), “el hijo del hombre debe” sufrir mucho y ser matado (9,22; también 17,25 y 24,7), los fariseos hacen algo olvidando que hay otras cosas más importantes que “deben” hacer sin olvidar aquello (11,42), el Espíritu Santo enseñará lo que “deben” decir (12,12), el jefe de la sinagoga afirma que en seis días se “debe” trabajar (13,14), y Jesús acota que “debía” desatar a la «hija de Abraham» (como Zaqueo) a la que Satanás había atado (13,16), Jesús “debe” seguir adelante hacia Jerusalén para ser allí matado (13,33), el padre del hijo menor de la parábola afirma que “debía” celebrar la fiesta por haberlo recuperado (15,32), en una parábola enseña que se “debe” orar sin desfallecer (18,1), hay cosas que “deben” suceder antes de la venida de Jesús (21,9), el día de los ázimos se “debe” ofrecer el cordero pascual (22,7), se “debe” cumplir lo escrito sobre Jesús (22,37), el Cristo “debe” padecer para entrar en su gloria, según les dice el compañero de camino a los peregrinos de Emaús (24,26), todo lo escrito en el AT “debía” cumplirse con Jesús (24,44). [nota: estas son todas las veces que “deî” se encuentra en Lucas (que también es frecuente en Hechos), como puede verse, se refiere a lo que es voluntad de Dios]. En suma, Dios quiere que Jesús se hospede en casa de Zaqueo. 

Y esto debe ocurrir “hoy”, término que también es muy importante en Lucas. Los ángeles informan a los pastores que “hoy” ha nacido un salvador (2,11), Jesús comienza su ministerio destacando que la escritura que han oído se “ha cumplido hoy” (4,21), cuando Jesús cura a un paralítico los presentes afirman que “hoy hemos visto cosas maravillosas” (5,26), antes de ser matado Jesús realiza curaciones y expulsa demonios “hoy y mañana” (13,32), y “hoy y mañana” sigue hacia Jerusalén (v.33), Pedro lo negará a Jesús “hoy” antes que el gallo cante (22,34.61) y “hoy” estará con Jesús en el paraíso el llamado “buen ladrón” (23,43). Este “hoy” es el tiempo establecido por Dios, es el día de la salvación. Como los misioneros enviados por Cristo en los capítulos anteriores, Jesús se hospeda en una casa (9,4; 10,7).

La “alegría” con la que Zaqueo recibe (hypodéjomai, el mismo verbo de la hospitalidad de Marta, 10,38 [única vez en los Evangelios]) a Jesús también es característica de Lucas. Es consecuencia de la presencia del Bautista (1,14.58) y fruto de la visita del ángel a María (1,28), la alegría que provoca el nacimiento de Jesús (2,10), es consecuencia de la última bienaventuranza, del rechazo de los hombres (6,23), de tener los nombres escritos en el cielo (10,20). La multitud se alegra al ver el milagro hecho a la «hija de Abraham» (13,17), el pastor se alegra al encontrar la oveja extraviada (15,5.6.9) y el padre al encontrar al hijo perdido (15,32), la “multitud” lo recibe con alegría cuando está llegando a Jerusalén (19,37), aunque en la pasión los que se alegran son los del sanedrín y Herodes (22,5; 23,8; es que Herodes –como Zaqueo- “buscaba ver” a Jesús, y lo ha logrado). Con justicia se lo ha llamado “el Evangelio de la alegría” (Pablo VI lo recordó en su exhortación apostólica sobre la alegría, Gaudete in Domino: “El evangelio de Lucas abunda de manera particular en esta semilla de alegría”. GD 23). Se trata de la alegría como gozo mesiánico. 

Por su parte, la “murmuración” (diagoggyzô) es el comentario negativo ante el enviado de Dios (Ex 15,24; 16,2.7.8; Núm 14,2.36; 16,11; Dt 1,27; Jos 9,18; sólo Sir 31,24 no lo es) y sólo se encuentra en Lucas en el NT: 15,2 y aquí v.7. Su raíz, goggyzô suele tener el mismo sentido, aunque hay más excepciones (Jue 1,14; Jdt 5,22; Sal 59,16…). Pero también tiene ese sentido en el NT (Lc 5,30; Jn 6,41.43.61; 7,32; 1 Cor 10,10 cf. Mt 20,11; y Lc 7,34.39). La rebeldía del pueblo de Dios contra el Señor y sus enviados queda manifiesta, en este caso en el rechazo a que Jesús haga aquello que “debe” hacer y que provoca “alegría” en el destinatario de su visita. 

El escándalo está dado en que Jesús va a casa de “pecadores”. Esto implica que Jesús es “como ellos” (cf. 15,2; ver también Hch 10,28). El rechazo al pecador (y publicano) Zaqueo se extiende ahora a Jesús en la murmuración.

Frente a esta actitud de los testigos (“todos”, lo que implica “toda la multitud” y también los discípulos) Zaqueo interviene; y llama a Jesús “señor” (cf. 7,13.19; 10,1.39.41; 11,39; 12,42; 16,8; 17,5-6; 18,6; 22,61). La traducción de los dichos de Zaqueo no es sencilla por lo que fundamentalmente – como se dijo más arriba – pueden hacerse dos interpretaciones, Veamos literalmente el texto:

“Mira, la mitad de mis bienes, Señor, a los pobres doy y si a alguno defraudé devuelvo el cuádruple” (v.8).

Como se ve, los verbos están en presente (doy, devuelvo) por lo que pareciera que estamos ante algo que Zaqueo ya hace (notar que el nombre Zaqueo significa “el que es inocente”). La lectura tradicional los presenta en futuro (daré, devolveré) entendiendo que esto es algo que Zaqueo realizará a partir de “hoy”. 

En el primero de los casos, la queja de Zaqueo es que es tratado como pecador por la gente, pero que en realidad él no lo es, sino que por el contrario es un hombre justo; dar bienes a los pobres para Lucas es característico de la justicia (6,30-31.38; 11,41; 12,33; 16,9; 18,22.29). El segundo de los hechos de Zaqueo puede entenderse como “si me doy cuenta que defraudé a alguien…” (cf. Ex 22,2-3; Lev 6,15-26; Núm 5,6-7); si el texto afirma que Zaqueo hace esto habitualmente, entonces el contraste con el hombre rico de 18,18-23 es más marcado aún; el rico se marchó “triste” (18,23), Zaqueo lo recibe “con alegría”. 

En la segunda de las opciones posibles, estamos ante un cambio de actitud (en cuyo caso, el contraste con el rico está dado en su actitud frente a las riquezas). La disposición ante las riquezas es manifestación evidente de la disposición del corazón (“donde está tu tesoro, está tu corazón”, Lc 12:34). 

La casa de Zaqueo es ahora lugar de “salvación”, otro tema característico de Lucas: sôtería (salvación) sólo se encuentra en Lc (1,69.71.77 y aquí, y en una versión de Marcos 16,8) en los Evangelios; el verbo “salvar” es más frecuente (Mt x15; Mc x15; Lc x16; Jn x6; y está frecuentemente ligado a los milagros, p.e. “tu fe te ha salvado”). Zaqueo también es «hijo de Abraham».

Jesús, ha venido a “salvar”, a llenar de alegría la casa por la oveja perdida encontrada, o la moneda recuperada (15,7.10) porque eso es “voluntad de Dios”. Esto es así, en caso de que se entiendan los verbos en sentido futuro; si se los comprende en sentido presente, probablemente lo que está señalando Jesús es que del mismo modo que la mujer es reconocida por Jesús como «hija de Abraham» Zaqueo también lo es. Aunque todos lo desprecien, Zaqueo es un miembro del pueblo de Dios y para él también vino Jesús (cf. 1,55; 3,8; ver Hch 3,25). Pero se debe notar que Jesús le habla a Zaqueo afirmando que “este (= Zaqueo) también es…” con lo que ahora el discurso se dirige a los “todos” que habían murmurado.

La conclusión sobre la venida del “hijo del hombre” a buscar y “salvar” lo perdido (y su paralelo con Lc 15,3-32; cf. 5,32) parece –de todos modos- invitar a leer el texto en el sentido tradicional, es decir que la llegada de Jesús a casa de Zaqueo provoca en él un cambio de actitud. De todos modos, el reconocimiento de Zaqueo como “hijo de Abraham” y la referencia a su casa (vv.5.7.9) muestra una vez más en Lucas a un Jesús que se aproxima a los rechazados de la sociedad. Zaqueo “buscaba” (v.3) ver a Jesús, pero Jesús lo ha visto (v.5) y ha venido para “buscar y salvar” a Zaqueo (v.10).

Algunas reflexiones:

Sea cual fuere la lectura que se considere preferible del texto (repito: ambas posibles y razonables) lo cierto es que la relación con las riquezas y con los hermanos y hermanas será la clave de la recepción de Jesús y la llegada de la salvación. Sin duda alguna, solo si un rico comparte sus bienes con los pobres, y particularmente si restituye el cuádruple en caso de estafa, sólo en ese caso se habrá encontrado con Jesús. Un modelo, un proyecto, o una economía de acumulación o un sistema que se desentienda de los pobres, en nada se asemeja al evangelio ni al proyecto de Jesús. Un modelo que beneficia a los ricos y somete a los pobres, sin duda alguna, es contrario a la “salvación” que Jesús quiere otorgar a todos los que son capaces de reconocer a los pobres como hermanos (y hermanas).

Un “Te Deum” es algo bastante anacrónico, por cierto, aunque si de dar gracias a Dios se trata no está mal pedir o agradecer a Dios desde las distintas confesiones religiosas presentes en la “Patria” / “Matria” y no solamente desde una perspectiva católico-romana, especialmente teniendo en cuenta que gran parte del gobierno, empezando por el presidente, legítimamente, no confiesan la fe católica. Pero si de dar gracias a Dios se trata, no está mal saber de qué daríamos gracias (y de qué deberíamos pedir perdón). En lo personal, y desde mi mirada parcial, ante el presidente de la república y su gabinete, además de miembros de otros poderes, no sería lo dicho por el cardenal lo que yo diría, particularmente. Quizás hubiera sido sensato pedirle perdón a la Patria/Matria por lo que están haciendo con ella, y su particular desentenderse del hermano (y la hermana), algo absolutamente obvio en un modelo individualista que invita a ser emprendedores meritócratas. Quizás hubiera sigo grato a mis oídos escuchar palabras claras y precisas y no un lenguaje siempre ambiguo que no molestó al auditorio. Pensando en obispos como Oscar Romero, pronto a ser canonizado, o Angelelli, quizás prontamente beatificado, me duele la distancia entre estos y aquel en el lenguaje. El gobierno afirma haber quedado satisfecho con la homilía: ¡mala señal! (a menos que sea eso lo buscado por el cardenal, algo siempre posible).

La “inocencia” de Zaqueo, reflejada en su nombre (sea esta habitual o novedad desde el encuentro con Jesús) se refleja expresamente en su actitud con sus bienes hacia los pobres y los defraudados y “saqueados”. Los bienes en el extranjero, en Panamá, Bahamas, y demás “infiernos fiscales” sin duda son un buen “sacramento” de la perversión de un modelo antievangélico. La conversión es posible, sin duda. La actitud del gobierno frente a los bienes y los pobres sin duda reflejará y refleja la cercanía o distancia con el proyecto de Jesús, con ese “otro mundo posible” (sí, señor presidente, “sí, se puede” otro mundo, otro modelo, otro país); pero para eso, deberá reconocer a los pobres (y las pobres) como hermanos y hermanas y cambiar las políticas. Totalmente. Y, disculpe usted, “no le veo uñas de guitarrero”.


Foto tomada de http://www.mamassuperheroes.com/blog/ser-desprendido/

martes, 22 de mayo de 2018

Comentario Santísima Trinidad B

La Trinidad es también un proyecto de vida eclesial

SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD – “B”


Eduardo de la Serna




Lectura del libro del Deuteronomio     4, 32-34. 39-40

Resumen: el obrar de Dios con Israel debe llevarlo a reconocer no sólo este accionar, y la unicidad de Dios (“no hay otro”) sino también a obrar en consecuencia respetando sus mandamientos.


Desde 1,1 Deuteronomio presenta un largo discurso de Moisés que se interrumpe en 4,41 donde se narra la reserva de ciudades de asilo en medio de la tierra, En 4,44 comenzará un nuevo y larguísimo discurso. El texto litúrgico, entonces, lo encontramos en el primer discurso que tiene diferentes partes. Con la frase “Y ahora, Israel…” comienza una parte en esta unidad (ver 1,40; 2,13..). En 4,1 se destaca el contraste entre Israel y otras naciones (gôy), algo que se repite (vv.6.7.8.27.34.38), y del mismo modo se contrasta al Dios de Israel, Yahvé con “cualquier otro Dios”; así el obrar de Yahvé en vv.1-5 contrasta con “qué Dios”, “qué nación”, en v.7, o vv.19-25 en contraste con los dioses-ídolos de v.28, el obrar de Dios es fascinante en vv.28-31 y es incomparable v.32 porque ningún pueblo y ningún dios (vv.33.34) actúa como Dios con Israel (v.35.37) por lo que Israel debería reconocerlo y actuar en consecuencia.


El exclusivo obrar de Dios con Israel (vv.32-38) será el motivo por el cual se espera que Israel actúe en consecuencia (= mandamientos, vv.39-40). A ningún pueblo le habló dios desde el fuego del Horeb como a Israel (v.33), a ningún pueblo liberó de la opresión egipcia como a Israel (v.34). Al experimentar esto, Israel debe saber que Yahvé es “su Dios”, el único (vv.35.39), “no hay otro fuera de él” [sin duda este tema de la unicidad de Dios así resaltado es el motivo de la elección de este texto en la fiesta litúrgica]. Pocas veces se dice tan claramente que no hay otros dioses (porque una cosa es “sólo a él darás culto”, es “un dios celoso”, lo que no niega la existencia de otros, y muy otra es afirmarlo como aquí: “no hay”); recién tenemos que remontarnos a algunos profetas para encontrar afirmaciones tan claras (Is 44,6; 45,5.14.20-22). Es el amor (’ajab) el que ha motivado el obrar de Dios para con su pueblo (4,37; aquí por primera vez en Dt, en total x22) y la elección (bajar, también aquí por primera vez en Dt, de un total de x31). Lo que se destaca es que el obrar de Dios no está motivado por nada que Israel tenga o haga (ver 7,7), sino por pura iniciativa divina. Pero esta elección gratuita ha hecho que Israel sea “propiedad de Dios” (cf. 7,6; 14,2).




Lectura de la carta de san Pablo a los cristianos de Roma    8, 14-17

Resumen: El bautismo sumerge a los creyentes en Cristo de tal manera que se unen al espíritu de Jesús. De ese modo, la plenitud de la filiación de Jesús y su relación filial y confiada con el Dios Padre se comunica a la comunidad y es testimonio de la propia filiación.


El capítulo 8 de la carta a los Romanos es la conclusión de toda la primera gran parte de la carta. Allí, luego de destacar que gracias a la plena unión con Cristo (= gracia) somos libres del pecado, de la muerte y de la ley finaliza destacando que esto ocurre por la donación plena del espíritu, el don escatológico por excelencia. El contraste viene dado entre el vivir según la carne (v.12) a un obrar “con el espíritu”. 


Con esta idea comienza el fragmento que la liturgia hoy nos presenta sobre “los que se dejan guiar con el espíritu de Dios” (v.14). Al recibir el espíritu se produce una suerte de fusión de todos los espíritus con el espíritu de Dios. Muy probablemente Pablo tenga en mente la imagen bautismal. Al sumergirse todos son/están “en Cristo”, y son “hijos en el Hijo”, usando palabras de Agustín. Esta filiación adoptiva es algo propio de Israel (huiothesía; cf. 8,23; Gal 4,5; ver Ef 1,5): de Israel “es la adopción filial, la gloria, las alianzas, la legislación, el culto, las promesas, y los patriarcas; de los cuales también procede Cristo según la carne, el cual está por encima de todas las cosas, Dios bendito por los siglos. Amén” (Rom 9,4). Precisamente por hijos, somos herederos. Israel al salir de Egipto se dirige al “monte de tu herencia” (Ex 15,17), a la tierra que hereda (Dt 12,9) porque “la porción de Yahvé fue su pueblo, Jacob la parte de su herencia” (Dt 32,9), el rey es “jefe de la herencia de Dios” (1 Sam 10,1)… Pero al ser hijos por estar unidos a Cristo, “son descendencia de Abraham, herederos según la promesa” (Gal 3,29).



La unión (bautismal) con Cristo, el hijo de Dios, hace a los creyentes ser adoptados también ellos como hijos. El contraste viene dado al destacar que “no han recibido el espíritu de esclavos” para volver al temor. El contraste hijos-esclavos fue usado con mucho provecho por Pablo en Gal 4,1-7 (esta unidad es muy semejante al texto de Romanos que comentamos) para resaltar la llegada del tiempo establecido por el padre para percibir la herencia. 


Pablo había dicho que nadie puede decir “Jesús es Señor” si no tiene el espíritu de Dios (1 Cor 12,3), ahora señala que la oración confiada que se dirige a Dios como “Abbá – Padre” es un testimonio de la unión de nuestro espíritu con el espíritu de Jesús y, por tanto, de que somos verdaderamente – como él – hijos de Dios.


Una nota sobre el término “abbá”. El término es arameo, y dice “padre” desde una perspectiva cargada de respeto y de confianza. El término sólo se encuentre x3 en el N.T. (x2 en Pablo, en nuestro texto y el paralelo de Gálatas que hemos señalado, 4,6 y una vez en los Evangelios, en el relato de la Pasión, Jesús en Getsemani, Mc 14,36). Siendo que Jesús hablaba arameo, y que en todas las oportunidades en que se dirige a Dios lo hace llamándolo “Padre” (la única excepción es en la cruz citando el Salmo 22: “Dios mío, Dios mío…”) lo más probable es que las comunidades hayan conservado el término arameo porque fue usado por Jesús. [Otro término arameo conservado es “maran athá” (o, menos probablemente “marana thá”, cf. 1 Cor 16,22: “¡el Señor viene!”]. El término abbá no existe en ningún caso que conozcamos en oraciones para dirigirse a Dios (sí hay algunos textos en los que se usa “padre mío” en hebreo, ’abî, por ejemplo en Qumrán). También esto es indicio de que Jesús ha de haberlo usado frecuentemente e invitado a los suyos a hacerlo también. El Dios que Jesús revela es un padre con el cual estamos invitados a relacionarnos afectiva y confiadamente.


Sin duda la mención de las tres personas de la Santísima Trinidad son las que provocan la inclusión de este texto en la liturgia aunque Pablo al hablar del espíritu no parezca estar pensando en una “persona” sino en un don. El don de Dios por excelencia en los tiempos escatológicos.



Evangelio según san Mateo     28, 16-20

Resumen: Jesús resucitado se encuentra con los Once en Galilea. Allí pronuncia el último discurso del Evangelio enviándolos de un modo misionero. Pero les garantiza que él estará siempre en medio de los suyos acompañándolos.



El texto evangélico es el final del evangelio de Mateo. Propiamente hablando no hace referencia a la Trinidad aunque encontremos una fórmula trinitaria. Toda la larga unidad anterior estaba constituida por tres escenas en torno al sepulcro:


1.    Las mujeres (María Magdalena y la otra María; cf. 27,61, seguramente la madre de Santiago y José, cf. 27,56) van al sepulcro [28,1-8]. El ángel les dice: “Y ahora vayan enseguida a decir a sus discípulos: «Ha resucitado de entre los muertos e irá delante de ustedes a Galilea; allí le verán.» Ya se los he dicho” (28,7);

2.    Las mujeres se encuentran con Jesús que les dice: «No teman. Vayan, avisen a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán». (28,10)

3.    Los sumos sacerdotes sobornan a los soldados (28,11-15)


La escena con la que concluye en Evangelio es precisamente el encuentro de los discípulos (a los que Jesús llama “hermanos”) en Galilea (cf. 26,32). Mateo acota que el encuentro ocurre en un “monte”, que “Jesús les había indicado”. La importancia de los montes en Mateo es fácilmente notable: en un monte ocurre una tentación (4,8), en un monte Jesús comienza sus enseñanzas (5,1), Jesús ora en un monte (14,23), sigue enseñando y sanando desde un monte (15,29), en otro se transfigura (17,1) y finalmente en uno se encuentra resucitado con los “hermanos” (28,16).


La resurrección ha provocado un encuentro, y los que ven al resucitado lo “adoran” (prosekynêsan). En la tentación Satanás le pide ser adorado a cambio de los reinos del mundo y su gloria (4,9) y Jesús les dice que a Dios se ha de “adorar y sólo a él se dará culto” (4,10). Sin embargo, en el Evangelio son varios los que se postran ante Jesús: un leproso (8,2), un magistrado (9,18), los discípulos en la barca (14,33), una mujer cananea (15,25), la madre de los hijos de Zebedeo (20,20) e incluso las mujeres ante el resucitado (28,9). Sin embargo, aquí algunos todavía “dudan” (distázô). Este verbo se encuentra sólo una vez más en el NT, Pedro duda al caminar sobre las aguas manifestando así su “poca fe” (Mt 14,31). A pesar de lo que están viendo, algunos manifiestan su poca fe ante el resucitado. Esto motiva una última intervención de Jesús en el Evangelio:


Jesús reconoce que “me ha sido dado” (la voz pasiva indica que Dios se lo ha dado; el aoristo indica un momento preciso: ¿se lo ha dado en la resurrección?) “todo poder” (exousía) en el “cielo y en la tierra” (es decir, en todo el mundo). Ese poder se manifiesta en la enseñanza de Jesús (7,29), en su capacidad de perdonar pecados (9,6), en la expulsión de los vendedores en el Templo (21,23). Con la autoridad de su palabra los envía a “hacer discípulos” (el verbo, mathêteúô se encuentra una vez en Hechos -14,21- y luego solamente en Mateo: 13,52; 27,57; 28,19) a “todas las naciones” (ethnê), en el Evangelio se refiere a los paganos (4,15; 6,32; 10,5.18; 12,18.21; 20,19.25; 21,43; 24,7.9.14). Aunque la invitación a “todas las naciones” parece – en este contexto – incluir también a los provenientes del judaísmo. La Iglesia –tema importante en Mateo- es una nueva nación (ethnê) que debe dar frutos (21,43), que debe reconocer con fe a Jesús en los que tienen hambre, sed, frio… (25,32). 


Este “hacer discípulos” se concretizará en el bautismo. Parece provenir de la comunidad de Mateo la novedad de bautizar “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” ya que el cristianismo de los orígenes, por lo que sabemos, bautizaba en el nombre de Jesús (cf. Hch 2,38; 8,12.16; 10,48; 19,5; cf. 1 Cor 1,13.15; lo que no quita que la formulación trinitaria tenga elementos paulinos, cf. 1 Cor 12,4-6; 2 Cor 13,13). La importancia que este Evangelio tuvo en los comienzos del cristianismo (probablemente por la importancia a la identidad propia de los cristianos, que da el Evangelio de Mateo) influyó en que esta fórmula característica del bautismo se impusiera luego en la Iglesia universal. 


Al hacer discípulos deben “enseñar” (didáskontes) a guardar (ver 19,17; 23,3) lo que ha “mandado” (entéllô, de donde viene entolê, mandamiento; aunque en el Evangelio es sólo una cosa la que Jesús “ordena” y es no contar la transfiguración hasta la resurrección, 17,9; sin embargo, el uso es bíblico: Ex 7,2; 29,35; Dt 1,41; 4,2…). Este mandato misionero es la clave de toda esta unidad, la Iglesia no es un grupo cerrado en sí misma sino una comunidad que debe salir de sí hacia los otros. “Enseñar” y “bautizar” se encuentran ambos en participio presente, quizás bautizar y enseñar a hacer lo mandado por Jesús constituye el modo en que los discípulos “harán discípulos” a todos los pueblos.


El Evangelio culmina con una imagen clave de todo el libro. Desde el comienzo sabemos que Jesús es “Dios con nosotros” (1,23). Jesús dirá que “está” en medio de dos o tres que se reúnen en su nombre (18,20), que está en los pobres, hambrientos, sedientos, enfermos, presos… (25,40.45), en los discípulos (10,40), ahora afirma que estará “hasta el fin del mundo” en medio de los suyos (28,20). El Jesús de Mateo no se va (en ese sentido, no “asciende”) sino que está siempre en medio de los suyos.





Dibujo tomado de www.smangelrica.org