martes, 31 de marzo de 2020

Pensar nuestra situación actual desde el Apocalipsis


Pensar nuestra situación actual desde el Apocalipsis


Eduardo de la Serna



Los fundamentalismos suelen recurrir a lecturas “a la letra”, y – para ellos – el Apocalipsis resulta un texto ideal para crear miedos. Los miedos suelen engendrar seguimientos ciegos.

Pero señalemos algunas cosas previas antes de entrar en un texto que puede aportarnos elementos para la reflexión:

  1. La literatura apocalíptica (no hay “un” apocalipsis, sino que hay cientos. El “apocalipsis” es un modo de escribir en un tiempo concreto de persecución, de angustia y desazón, un tiempo en el que la muerte está “a la vuelta de la esquina”.
  2.  Los apocalipsis tienen una serie de elementos comunes: ante la muerte inminente, Dios no se ha desentendido de su pueblo y está allí.
  3. Los apocalipsis suelen recurrir a imágenes que, en ocasiones, se parecen más a sueños que a profecías. Y en ellos, es frecuente que se mueva entre extremos: bien-mal, vida-muerte, verdad-mentira… Y para estas imágenes, los animales y los colores suelen ser significativos.
  4. Una característica de los apocalipsis es mirar e interpretar “el fin” (no se refiere a una debacle mundial, sino “al fin del mundo tal como está”). Para ello suele haber un intérprete (habitualmente un ángel) que se dirige a un personaje importante (Daniel, Henoc, Baruc… o Juan) interpretando lo que está ocurriendo y lo que ocurrirá.
  5. Pero al señalar lo que ocurrirá no se refiere a las diferentes cosas que irán pasando sino a que, finalmente, Dios intervendrá en favor de sus amigos.



En el “Apocalipsis de Juan” se señalan siete cosas que tienen a su vez siete elementos: siete cartas a siete iglesias, siete copas, siete visiones... Después de una gran visión, en una gran liturgia todo se dispone para que se abra un libro (un rollo) que está sellado con “siete sellos” (obviamente recién cuando se abra el séptimo es que el rollo podrá abrirse). La apertura de los primeros cuatro rollos provoca la aparición de cuatro caballos (los cuatro jinetes). El número 4 en la literatura apocalíptica denota universalidad (4 elementos, 4 puntos cardinales…).

Veamos, ahora la emergencia de estos cuatro jinetes con sus caballos:

Vi al Cordero que abría el primero de los siete sellos y oí a uno de los cuatro vivientes que decía con voz de trueno: Ven.Vi un caballo blanco y a su jinete con un arco; le pusieron una corona, y salió vencedor para seguir venciendo.Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo viviente que decía: Ven.Salió un caballo color fuego; al jinete le encargaron que retirase la paz de la tierra, de modo que los hombres se matasen. Le entregaron una espada enorme.Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer viviente que decía: Ven. Vi salir un caballo negro y su jinete llevaba una balanza en la mano.Oí una voz que salía de entre los cuatro vivientes: Se vende una ración de trigo, por una moneda de plata y tres raciones de cebada también por una moneda de plata; pero no hagas daño al aceite ni al vino.Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto viviente que decía: Ven.Vi salir un caballo amarillo; su jinete se llama muerte y los acompaña el que representa el reino de la muerte. Les han dado poder para matar a la cuarta parte de los habitantes del mundo, con la espada, el hambre, la peste y las fieras. (Ap 6:1-8)

Hay muchos elementos en debate en esta parte. No entraremos en eso.

¿Quién es el caballo blanco? Algunos piensan que se trata de Jesús resucitado (ver 19,11) pero la imagen de los “cuatro” parece que debe entenderse a todos en el mismo nivel. No se trataría, entonces de uno que enfrenta a los restantes tres. Lo que tiene en su mano es un arma de Guerra: un arco. La imagen de “vencer” en Apocalipsis es ambigua; por ejemplo Jesús y los suyos son “vencidos” (11,7; 13,7) pero Jesús y los suyos serán a su vez “vencedores” (5,5; 12,11; 17,14; 21,7) por lo que señalar que este jinete “salió como vencedor para seguir venciendo” no es fácl de señalar a quién se refiere. La imagen de los caballos y los colores parece tomada de Zacarías 6,1-7). Parece tratarse, entonces de “la Guerra”, así, sin más.

El segundo caballo, con una espada enorme y de color rojo fuego. El color de la sangre. Lo que hace el jinete es quitar de la tierra “la paz” porque se trata de la violencia. Al quebrarse la paz, los seres humanos se degüellan entre sí (como Jesús es “cordero degollado” en cap. 5,6.9.12).

El tercer caballo, negro (quizás la oscuridad) presenta un relato más extenso con una nueva palabra que salía de entre los Vivientes. Si el primero tenía un arco y el segundo una espada, este tiene una balanza. Se trata de la justicia. Es frecuente en los profetas la balanza tramposa para estafar a los pobres (ver Os 12,8; Am 8,5; Mi 6,11; cf. Ez 45,10…). Lo que dice la voz puede ser una indicación de lo que debiera ocurrir (cosa muy dudosa) o – más bien – una crítica de lo que está ocurriendo. Se trata del valor injusto que se cobra al trigo y la cebada. Un denario es un jornal; lo que cobra un trabajador por un día (¡12 horas!) de labranza, cosecha, etc (ver Mt 20,2). Cobrar el precio de un jornal entero por un litro de trigo, o tres de cebada es un robo. Recordemos que, por ejemplo, el pan de cebada es el pan de los pobres (cf. Jn 6,9). El precio cobrado por “la injusticia” es entre 10 y 12 veces más caro que lo habitual. Por ejemplo, en una época de carestía total, así dice Cicerón:

En efecto, como le estaba permitido tomar cereal para su granero en virtud de un senadoconsulto y de leyes, y el Senado había estimado el cereal en cuatro sestercios el modio [8,75 litros] de trigo en grano y dos el de cebada, ése, tras haber añadido la partida de cebada al total del trigo, llegó a una tasación con los agricultores de tres denarios cada modio de trigo. (Cicerón, Verrinas III, 81)

Pero, a la vez que cobran exorbitantemente la comida de los pobres, no modifican los precios de lo que podemos llamar “clases medias” (las categorías son nuestras; es evidente que no se puede hablar de ese modo aludiendo al mundo antiguo). El aceite y el vino son artículos usados, pero no de primera necesidad (es lo que lleva el samaritano y con lo que limpia al herido; cf. Lc 10,34). Los precios de estos productos más suntuarios no son modificados por la injusticia.

El cuarto caballo es de color verdoso. Quizás se trate del verde que se va apagando cuando el pasto es cortado (algunos, por eso, traducen amarillento). Este tiene expresamente un nombre: ¡muerte! Detrás de él va el Hades (el lugar donde “duermen” los muertos). Nuevamente el Apocalipsis recurre al número cuatro: la cuarta parte de la tierra es dominada por la muerte y cuatro “agentes” la llevan a cabo: la espada (como el segundo caballo), el hambre (como el tercero) y la peste (así traducen muchas biblias, aunque el griego dice “thanatos” que es muerte) y las fieras. La muerte campea, pero no es total, solo una cuarta parte.

A partir de la escena de los cuatro caballos / jinetes, el relato cambia su estructura. Los dos primeros sellos suscitan acontecimientos y se deberá esperar (con un largo paréntesis del cap. 7) la apertura del séptimo y último sello. Pero no podemos menos que anotar algunos elementos.

La situación crítica, propia de la literatura, muestra que hay una serie de conflictos que se desatan sobre los seres humanos: guerras, violencias, injusticias y muertes. Pero, ciertamente, nada de esto está en el plan de lo querido por Dios y es contra esto que se invita a los lectores a confrontar. Ciertamente el principal adversario es el imperio romano contra el que se escribe el libro en su totalidad. Y con él todos los imperios. Es Roma la causante de guerras, violencias, injusticias y muerte. Pero también lo son todos aquellos que hacen suya la causa de Roma.

Y entre estos, no se puede menos que tener presentes a los responsables de la injusticia en los precios desentendiéndose de los alimentos necesarios y fundamentales sin preocuparse por los precios de lo suntuario (cf. 18,11-15). Si (a ojo) calculamos un litro de trigo como un kilo de harina y un jornal en $ 1000, cualquiera entendería que cobrar $ 1.000 el kilo de harina más que un robo es un genocidio. Eso mientras no se modifican los precios de lo que los pobres no pueden comprar (la alimentación de los pobres en ocasiones no era sino pan y algo de vegetal o frutal que pudieran conseguir; el vino era prácticamente inaccesible y propio de banquetes).

Valga esta reflexión para aquellos que, desde su situación de poder, son capaces de despedir trabajadores o suspenderlos, o aumentar los precios sin justificativo alguno. No hice sino pensar en ellos al escribir esto. Con desprecio, debo señalarlo. Con mucho des-precio.



Comentario domingo de Ramos A

Bendito el que viene en el nombre del Señor

DOMINGO DE RAMOS - "A"

Eduardo de la Serna



Como se dijo al referirnos a la celebración de los Ramos del ciclo “C”, las lecturas en esta celebración hablan por sí mismas. La homilía o los comentarios no suelen ser extensas, cuando los hay. Las dos lecturas previas al Evangelio de la misa son las mismas cada año, mientras cambia el Evangelio (este año se lee san Mateo). Por tal motivo, con respecto a los Evangelios diremos algo breve tomando lo propio de Mateo en cada uno, y sobre las otras lecturas añadiremos brevemente algo a lo dicho el ciclo anterior.


Evangelio según san Mateo     21, 1-11

Resumen: Señalando –como es frecuente en él- el cumplimiento de las Escrituras, Mateo presenta a Jesús realizando antiguas expectativas de Jesús como “rey”, “hijo de David”, “humilde”, que entra en Jerusalén para traer la salvación.



La llegada de Jesús a Jerusalén tiene, en Mateo, algunas características propias muy interesantes. Mateo sigue bastante fielmente a Marcos en esta escena, aunque agrega o quita algunos elementos.

El envío de dos discípulos a buscar un “asna” (hembra) con su cría, contrasta con Marcos (y con él Lucas, y también Juan) que refieren a un asno macho (cf. Mc 10,2; Lc 19,31; Jn 12,14). Esto provoca en el texto una mayor semejanza con el texto de Zacarías 9,9 al que expresamente aludirá a continuación.


La “hija de Sión” es una formulación con semejanza a “hijo de(l) hombre”. Obviamente el hijo de un hombre será un hombre; es una manera semítica de decir “ser humano”. La “hija de Sión” (construcción habitual en la Biblia hebrea, 34x de las que salvo 2 todas ocurren en la literatura profética y de lamentación) es Jerusalén, sus habitantes, su pueblo. Sin embargo, el texto de Zacarías al que Mateo alude no es exacto, ya que añade (modificando la primera parte) una cita de Isaías dando nuevo sentido al texto. Veamos:


Is 62,11
Zac 9,9
Mt 21,5
Miren que Yahvé hace oír hasta los confines de la tierra: «Digan a la hija de Sión:
Mira que viene tu salvación; mira, su salario le acompaña, y su paga le precede.

¡Exulta sin freno, 
hija de Sión, grita de alegría, hija de Jerusalén!
He aquí que viene 


a ti tu rey: justo él y victorioso,
humilde y montado en un asno, en un pollino, cría de asna.


Digan a la hija de Sión:




He aquí que tu Rey viene a ti,
humilde y montado en un asna y un pollino, hijo de jumento.


Como se ve, la referencia a la “hija de Sión” el texto se asemeja a Isaías, con lo que a quien se debe “mirar” es a aquel que trae la salvación. Luego, recurriendo a Zacarías, alude a la montura. Como puede verse en este último, el texto está construido en claro paralelismo: 


A.    ¡Exulta sin freno, hija de Sión,

A'.    grita de alegría, hija de Jerusalén!

He aquí que viene a ti tu rey: justo él y victorioso, humilde y

B.    montado en un asno,

B'.    en un pollino, cría de asna,


Es este paralelismo final que Mateo pareciera tomar para hacer referencia a que Jesús entra en Jerusalén montado en “¡ambos!” animales. Es sabido que Mateo suele duplicar personajes: los endemoniados son dos, los ciegos son dos (mientras que en su fuente, Marcos, se trata de solo uno)… Quizás porque un mínimo de dos son necesarios para ser testigos de un acontecimiento. En este caso, entonces, los dos asnos serían involuntarios testigos del cumplimiento de las Escrituras, algo que –como se sabe- es particularmente frecuente e importante en Mateo. 


Como ocurre con la llegada de Jehú (2 Re 9,13) la gente extiende sus mantos en el suelo mientras exclaman: Hossaná (ver Sal 118,25-26: “por favor, ¡salva!”, dirigido a Yahvé; oración que se pronuncia “desde la casa de Yahvé”, [que es a donde Jesús se está dirigiendo, v.12], algo que ocurre en una “procesión”, con “ramos en (la) mano”, v.27). Jesús, además es llamado “hijo de David” (v.9) con lo que las escrituras se siguen cumpliendo. 


Los habitantes de Jerusalén, ante esta entrada se preguntan formulando el interrogante fundamental de la cristología del Nuevo Testamento: “¿quién es este?”; esto lo hacen con gran conmoción (como la que habrá en toda la tierra cuando Jesús muere, 27,51: “tembló la tierra”; y los guardias “tiemblan” ante el ángel del Señor en la resurrección, 28,4). Las multitudes (ojloi), en cambio lo reconocen como “profeta”. Jesús ya había insinuado que lo es (13,57; cf. 23,37), y ya sabíamos que las multitudes (ojloi) lo tenían como tal (14,5; 21,46). Sin embargo, aunque cierta, la confesión de fe de Jesús como profeta es limitada (en Mateo, en Lucas es tema principal) como se ve en 16,14-16; las escrituras que se están cumpliendo lo revelan como el “salvador”. Al hacer expresa referencia a Zacarías, Jesús –que es visto como rey (2,2; 27,11.37.42; cf. 25,34.40)- se aclara de qué realeza se habla, se trata de un rey “humilde” (praûs, cf. 5,5; 11,29).



Lectura del libro del profeta Isaías     50, 4-7

El tercero de los llamados Cantos del Siervo de Yahvé (aunque la palabra “Siervo” aquí no es usada, por lo cual algunos no lo cuentan entre estos cánticos) ubica al poeta como un sabio (“lengua de discípulo”, v.4, “oído abierto”, v.5), como alguien que debe educar al que “anda en tinieblas” (v.10) y comunicar al cansado una palabra de aliento (v.4). Las agresiones e insultos de “otros” (vv.6-7) no le impiden anunciar aquello que debe comunicar como sabio. 


El texto está armado en cuatro estrofas comenzadas por “el Señor Yahvé” (vv.4.5.7.9). Yahvé es el maestro que genera un discípulo ejemplar, maestro a su vez. Y como Yahvé (40,28-31) debe confortar a los fatigados. La primera estrofa está centrada en el tema del discípulo (enmarcada por los términos lengua  / palabra, oído /escuchar y la repetición de “despertar” (“palabra despierta”, “despierta el oído”, v.4). Retomando la idea, la segunda estrofa da un paso más: los sufrimientos. Esto fue tomado particularmente por Mateo (26,67 y 27,30, las escupidas a Jesús). Vv. 7 y 9 comienzan con “el Señor Yahvé me ayuda” (cf. 41,8-13) lo que contrasta con los verbos “ser confundido” y “quedar avergonzado” (cf. 41,11; 45,16.17; 50,7; 54,4). El lenguaje, a partir del v.8 es judicial, pero aquí finaliza el texto litúrgico.



Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Filipos     2, 6-11


El himno, probablemente conocido por Pablo tiene un doble movimiento de descenso y ascenso (como se ve en el esquema). La idea principal para los lectores es “tener los sentimientos de Cristo”, por tanto repetir la escena de “descenso”. Dios, el sujeto del momento de “exaltación” también dará a los suyos. 


Para la liturgia del día, el acento está puesto en la frase “y muerte de cruz”, que los autores que consideran el texto un himno prepaulino, afirman que se trata de un añadido de mano del mismo Pablo. La obediencia y la humildad (la clave del obrar de Cristo que la comunidad debe repetir) llegan hasta el extremo de la cruz.





Pasión según san Mateo     26, 3-5. 14-27, 66


El relato de la Pasión tiene algunos elementos propios de Mateo que destacaremos brevemente:


Un elemento interesante es la presentación de la figura de Judas: éste lo entrega por dinero (26,15; a diferencia de Marcos donde lo entrega sin motivo, 14,10-11) y se suicida (ahorcándose, como lo hace en 2 Sam 17,23 Ajitófel que había traicionado a David); incluso es el único que a Jesús lo llama “rabí” (26,25.49) a pesar que Jesús había dicho a que “a nadie llamen rabí” (23,8); aunque hay que resaltar que Judas devuelve el dinero y dice que Jesús es "inocente", Jesús le dice “compañero” (v.50; hetaîros en realidad se dirige a alguien con quien se tiene una relación –no necesariamente de amistad, puede ser ocasional-, cf. 20,13; 22,12 [las restantes veces que se encuentra el término en el NT]).


El relato de la Eucaristía (= Mc) “sangre de la alianza”, (remite a Ex 24,8 a diferencia de Lucas y Pablo donde se remite a Jer 31,31: “nueva alianza”); probablemente estos remitan a una tradición antioquena, mientras Mateo a una tradición palestinense.


Jesús no envía 12 legiones de ángeles para que se cumplan las escrituras (v.54); cf. 56 (“escrituras de los profetas”).


Jesús en el templo estaba “sentado” (kathézomai, v.55); el gesto puede ser la actitud del maestro (cf. Lc 2,46; cf. Mt 23,2) pero también la del juez (Mt 19,28; 25,31, pero aquí usa kathizô). El responsable del interrogatorio es “Caifás” (vv.3.57; sólo Mateo y Juan lo mencionan por su nombre en las escenas de la Pasión).


Mt omite que los 2 testigos no coincidían (Mc 14,59), ante el dicho de la destrucción del Templo le preguntan. Mt refuerza que Caifás dice que Jesús “blasfema” (2x, v.65). 


Las burlas a Jesús condenado –como también es propio en los relatos de la Pasión en los restantes Evangelios- se asemejan a la actitud de los “enemigos” de los salmistas en los cantos del “justo que sufre” o del Siervo Sufriente de Isaías (primera lectura); ver también “dieron de beber… hiel” (27,34; Sal 69,22); “tuercen los labios, moviendo la cabeza” (27,39; Sal 22,8), “confió en Dios… que lo salve” (27,43; Sal 22,9; Sab 2,13.18). De hecho, el texto del Salmo 22 (“Dios mío, por qué me has abandonado” es más explícitamente citado por Mateo ya que se lo presenta en hebreo (Marcos lo había puesto en arameo): “Elí, elí, ¿lemá sabactaní?” (27,46).


A Pedro lo interrogan 3 diferentes personas. Mt especifica el modo galileo de hablar (v.73; Marcos 14,66-71 presenta dos personas interrogándolo: la criada es la que lo menciona como discípulo la primera y segunda vez; y en la tercera los presentes dicen “eres galileo”, Mateo precisa que lo saben por su “modo de hablar”). 


Barrabás es llamado “Jesús Barrabás” reforzando el contraste (v.16.17) como se ve en la pregunta de Pilato. Sin duda así planteado, el texto pone en más duro contraste la actitud de los espectadores ante dos “Jesús” diferentes. 


La mujer de Pilato “sueña” (v.19; el término “sueño” –ónar- es exclusivo de Mateo en la Biblia: 1,20; 2,12.13.19.22 e indica la comunicación de un mensaje por parte de Dios), y afirma que Jesús es “justo”. El término es habitual en Mateo (x17), José es “justo” (1,19), el término es paralelo a “buenos”, y opuesto a “pecadores” (5,45; 9,13; 13,49; 23,28; 25,37.46) e incluso a veces es paralelo a “profeta” (10,41; 13,17; 23,29). Claramente es sinónimo de “inocente” (23,35).


Las autoridades judías “persuaden” (peíthô es persuadir, convencer, llevar a confiar o creer) a la gente (ojlos, v.20) para que pida por Barrabás. La “gente” (multitud, muchedumbre) en general tiene una actitud positiva ante Jesús (al que tienen por profeta, como se dijo en el comentario más arriba). De allí que necesiten ser convencidos.


Lo probablemente más importante dentro de lo propio de Mateo es el hecho de que aquí Pilato se lava las manos (vv.24-25) y “el pueblo” (laos) acepta la inocencia de Pilato aceptando la sangre “sobre” ellos. El lavado de manos –a diferencia de lo que suele destacarse- no es un desentenderse. La sangre derramada violentamente “cae” sobre el responsable. Y Pilato quiere dejar claro que él no es responsable, sino que lo es el “pueblo”, cosa que este acepta.


Nota sobre Pilato, la sangre y el pueblo. Probablemente no haya texto que sea más evidente de la teología de todo el Evangelio de Mateo que este. En tiempos del Evangelista, dos grupos se disputaban ser los “herederos” del Israel bíblico: los fariseos y los cristianos. Mateo – que se dirige a una comunidad donde hay una comunidad judía muy importante - y los cristianos son evidente minoría (= “pequeños”) destaca por doquier que las Escrituras se han cumplido, que Jesús realiza en sí mismo lo esperado de grandes personajes bíblicos (Moisés, David…). Aquí encontramos al mismo “pueblo” (ciertamente “instigado” por las autoridades) haciéndose cargo de esta muerte. Haciendo suyas las palabras de Isaías sabe que a este “pueblo” se le ha embotado el entendimiento (13,15), conducidos por los “fariseos” (recordar lo dicho sobre los fariseos de tiempos de Mateo) “este pueblo me honra con los labios pero su corazón está lejos de mí” (15,8); eso “se les quitará el reino de Dios para dárselo a una nación (ethnê; usado generalmente para referirse a los no judíos) que rinda sus frutos” (21,43). La teología principal de Mateo radica en presentar a la Iglesia como el “nuevo Israel” (o el verdadero, a diferencia de la propuesta del fariseísmo rabínico de su tiempo). Eso es lo que quiere señalar este texto. Lamentablemente este párrafo, descontextualizado, fue usado para alentar un antijudaísmo que llevó a los cristianos a las más graves perversiones contra “nuestros hermanos mayores”, los judíos. Nada de eso (como la acusación de “deicidio”, asesinos de Dios) se justifica en este texto.


Ante la muerte de Jesús, Mateo aclara que la tierra tembló, etc... (vv.51-52) “al ver esto” (v.54) el centurión y los que estaban con él lo reconocen como “el Hijo de Dios” (v.54). Lo que Marcos había presentado como una invitación a creer sin signo alguno, Mateo lo modifica en un “cumplimiento de las escrituras”.


  • «¿No se estremecerá por ello la tierra, y hará duelo todo el que en ella habita, subirá toda entera como el Nilo, se encrespará y bajará como el Nilo de Egipto? Sucederá aquel día– oráculo del Señor Yahveh– que yo haré ponerse el sol a mediodía, y en plena luz del día cubriré la tierra de tinieblas». (Am 8,8-9)
  • «Cuando las estrellas del cielo y la constelación de Orión no alumbren ya, esté oscurecido el sol en su salida y no brille la luz de la luna, pasaré revista al orbe por su malicia y a los malvados por su culpa. Haré cesar la arrogancia de los insolentes, y la soberbia de los desmandados humillaré. Haré que el hombre sea más escaso que el oro fino, y la humanidad más que metal de Ofir. Por eso haré temblar los cielos, y se removerá la tierra de su sitio, en el arrebato de Yahvé Sebaot, en el día de su ira hirviente». (Is 13,10-13)
  • «Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra se despertarán, unos para la vida eterna, otros para el oprobio, para el horror eterno». (Dn 12,2)

Muchas de las cosas que se aguardaban para “el fin del mundo”, para “el día de Yahvé” ocurren con la muerte (y resurrección, v.53) de Jesús. Ya no se trata de un creer sin signos (Marcos) sino del cumplimiento de las Escrituras (lo que –como se ha dicho- es característico de Mateo).


Mateo destaca algunos elementos más que no señalaremos: es recurrente la presencia de la madre de los de Zebedeo (v.56), se destaca que José de Arimatea es discípulo (v.57) y que el sepulcro donde Jesús es puesto es “nuevo” (v.60). Sólo una anotación conclusiva –propia de Mateo- como es de esperar en este evangelio: los guardias en el sepulcro (vv.62-66). Seguramente algunos “judíos” de tiempos de Mateo insistirían, ante el anuncio de la resurrección por parte de los discípulos, en que si el cuerpo no se encontraba en el “sepulcro nuevo” se debió a que el cuerpo fue robado. En este lugar Mateo presenta a los guardias de los que –más adelante- afirmará que fueron sobornados por los sumos sacerdotes (los mismos que “incentivaron al pueblo” a pedir la liberación de Jesús Barrabás). El conflicto entre los miembros de la comunidad de Mateo y los judíos del fariseísmo rabínico son característicos en este momento dramático de la narración. Y Mateo lo destaca claramente.

Foto tomada de www.elmercurio.com.ec

domingo, 29 de marzo de 2020

Una reflexión (más) sobre los Medios


Una reflexión (más) sobre los Medios


Eduardo de la Serna



Dicen que los periodistas deberían chequear la información recibida, buscar las máximas fuentes independientes posibles (un mínimo de tres), y escuchar opiniones diferentes a fin de formarse una opinión lo más razonable posible a la hora de informar sobre “los hechos” de los que deben comunicar. Después llegará la hora del análisis, que es el siguiente paso.

Un gran problema, en tiempos de redes sociales, es que pareciera que todo lo anterior queda en un segundo plano y lo que importa es el ¡ya! La “noticia” debe ser publicada lo antes posible (y – por supuesto – antes que la competencia). Si después queda demostrado que algo o mucho no es cierto, pues la catarata de información que hay, sobre todo, se ocupará de taparlo. Son contados (¡contadísimos!) los periodistas con un mínimo de honestidad intelectual como para decir “me equivoqué” o cosas por el estilo (ni siquiera echando la culpa a las fuentes, lo que sería característico: “la culpa es del otro si algo me sale mal”, canta Serrat).

El siguiente paso, la interpretación, es razonablemente parcial. Porque depende de la ideología del intérprete. siempre. En todo. No existe medio de comunicación que no tenga ideología, y todos (¡todos!) miran “la realidad”, los datos, desde su propia mirada (“las cosas se reciben al modo del recipiente”). El problema viene dado, en muchas ocasiones, cuando sobre el tema que debe interpretar, el intérprete “no sabe”. Todos somos ignorantes de más cosas de las que sabemos. Y cuando los periodistas “hablan sobre todo” simplemente en la mayor parte de las cosas, dicen mal, ¡mienten! (consciente o inconscientemente, puesto que el dato y la interpretación a partir del dato, son falsas).

Señalo un par de ejemplos, para ilustrar esto: sobre temas religiosos (eclesiales) creo que los periodistas que pueden escribir con seriedad son contados con los dedos de media mano. Analizar “la Iglesia” en clave política, o corporativa es muy parcial, y con frecuencia falso. Pero es así como suele mirarla la inmensa mayoría. Por ejemplo, en la Argentina hay miles de curas cercanos a los pobres. Algunos (sólo algunos) de esos curas se (nos) han (hemos) juntado. Los criterios han sido pastorales, sociales, políticos, históricos, personales… Así (en su origen por motivos de pastoral local) nacen los “curas villeros”, así (en su origen por motivos históricos) nacemos los “curas opp”. Dos grupos diferentes, con historias diferentes. Nadie dice “conflicto”, ni “distancia”, ni “oposición”, sino “diferentes”. Nada debería entenderse desde el conflicto por decir que somos diferentes, pero hasta el hartazgo cuando habla uno o unos de un grupo se lo suele confundir con otro. Nadie (casi) nunca (casi) chequea nada.

En nuestro reciente encuentro con el presidente (viernes 27) fuimos convocados y lo que intentamos fue llevar a los oídos oficiales la voz de los pobres (antes se decía “ser voz de los que no tienen voz”). No pedimos nada ni ofrecimos nada. Pero el comunicado oficial (no sabemos quien lo hizo) informó que “los curas ofrecieron sus parroquias”, cosa que en ningún momento hicimos (no se entienda que estamos diciendo que “no la ofrecemos” … digo que “no la ofrecimos”. No fuimos a eso). Pero salvando contados casos, los medios informaron que los curas (villeros, dijo más de uno) “conversaron sobre la situación en los barrios carenciados del conurbano bonaerense y la puesta a disposición de las parroquias en el marco del aislamiento social preventivo obligatorio dispuesto…” Por lo que sabemos (si es que cabe creer a la información) eso fue hablado en la reunión con el presidente y los “curas villeros” (miércoles 25) no en la que tuvimos nosotros, los opp.

Por supuesto que también se ha de tener en cuenta el “informante”: por ejemplo, es evidente que Clarín, La Nación e Infobae (además de sus amigómplices del resto del país) presionan por dos cosas: el fin del aislamiento obligatorio (el criterio que argumentan es económico en un bolsonarotrumpismo explícito) y la declaración del “estado de sitio” para poder reprimir ferozmente a cualquier pobre que reclame. Si un surfer, o un Vicentin viola la cuarentena es distinto: es “nuestro”. Clarín no tiene a nadie que analice temas religiosos con la mínima seriedad necesaria; en La Nación hay quienes pueden hacerlo (no implica que lo hagan… por ejemplo, uno de los curas villeros más conocidos, “Toto”, es hermano de un columnista de la “tribuna de doctrina”). Otros medios (con infinita menos capacidad de “llegada”) tienen otras ideologías. Lo que no quiere decir que sus informaciones sean más precisas. Muchos se limitaron a repetir el comunicado oficial sin consultar con alguno de los opp presentes en la reunión, por ejemplo.

Señalo todo esto, que no es demasiado importante, porque es lo que me toca “de cerca” y pienso, si así actúan en un caso, ¿qué impedirá que actúen también así en todos los demás? Las ideologías los sustentan, en todos los casos. Ciertamente es fundamental conocerla para que nos permeen lo menos posible, aunque (Göbbels dixit) “algo queda”. Además del “aporte” de nuestra propia ideología, por cierto (y el peligro constante de creer que algo “es” porque “me gusta” que sea… a eso suelen llamarlo “posverdad”). A lo mejor, es bueno aprovechar la “cuarentena” para mirar más de un informante (diferente, claro) para aprender a leer. No es poco el beneficio.




Dibujo tomado de https://www.otromundoesposible.net/posverdad-medios-de-comunicacion-y-conflictos-de-intereses/

miércoles, 25 de marzo de 2020

¡¡¡Estamos perdidos!!!


¡¡¡Estamos perdidos!!!


Eduardo de la Serna



Voy a suponer, por un momento, que estoy viviendo en Utopía. Casi, casi, una suerte de eso que algunos llaman “Paraíso”. Claro, somos humanos, y por tanto frágiles. Pero el Estado utópico nos brinda todos los medios para vivir en armonía, en paz. En alegría utópica. Todo funciona a la perfección. Los encuentros interpersonales son siempre fiesta. Pero… pero un día entra un pelotudo. Sea en un Buquebús, con tablas de Surf o volviendo de visitar a su novia/o/e, y ¡listo! ese castillo de naipes se vino abajo como ante un estornudo.

Pero no estamos en Utopía. Estamos en un país donde cuando un hospital se provee de mascarillas y alcohol en gel, “alguien” los roba. Estamos en un país donde la gente se enoja porque tiene que hacer fila de autos donde no debería estar. Estamos en un país lleno de “vivos” aunque arrastren la muerte.

Vuelvo a suponer que el gobierno (y no puedo sino imaginar con espanto qué pasaría si estuviera “el otro”, el que quitó el ministerio de Salud, el que haría lo de Piñera o Bolsonaro), imagino que todas las medidas son las correctas, imagino que todas las decisiones se llevan a cabo, que se está previendo porque sabemos todos que lo peor está por venir, todo es exactamente lo que “debe ser”. Pero entra el pelotudo. ¿Cómo se puede hacer? Porque, curiosamente, ese pelotudo, es el mismo que pide pena de muerte al que te afanó un celular, el mismo que pide mano dura, el mismo que grita “salvemos las dos vidas”, pero que a mí no me molesten, no me pongan límites. Es el mismo que dice “tu libertad termina donde empieza la mía”, pero la mía no termina nunca.

Quizás mañana se encuentre un remedio o una vacuna contra el Covid-19, pero desde Arturo Jauretche aprendí que no hay vacuna contra el medio pelo. Creo que estamos perdidos.


Dibujo tomado de Pagina 12, 14 de marzo 2020

martes, 24 de marzo de 2020

Comentario cuaresma 5A

La fe y la vida definitiva van de la mano


DOMINGO QUINTO DE CUARESMA - "A"

Eduardo de la Serna




Lectura de la profecía de Ezequiel     37, 12-14

Resumen: Como un montón de huesos sin vida, “Israel” se siente abatido en el exilio; Dios lo hará “subir” de las tumbas para llenarlos de vida y volverlos a reconstituir como su pueblo. Para ello por la palabra del profeta les infundirá su espíritu.


La elite de Israel se encuentra en cautiverio en Babilonia. El pueblo (en realidad, la élite, hay que recordarlo, aunque como es habitual la élite se ve a sí misma como “toda la casa de Israel”, v.11) se percibe a sí mismo como “muerto”, como “un campo de huesos secos”. En una de sus múltiples visiones, Ezequiel contempla un montón de huesos y el texto alude a la “resurrección de Israel”.


El texto comienza con “la mano de Yahvé” (cf. 1,3; 3,14.22; 40,1: es propio de las visiones del profeta) que lleva a Ezequiel a una ribera (v.1; también ligada a las visiones de Ezequiel: 3,22-23; 8,4) y finaliza con el dicho característico: “oráculo de Yahvé” (v.14). En v.15 comienza una nueva unidad: “la palabra de Yahvé me fue dirigida”. El texto litúrgico es la conclusión de toda esta escena. La clave que motiva todo está dada por los dichos de “los huesos”: “Ellos andan diciendo: Se han secado nuestros huesos, se ha desvanecido nuestra esperanza, todo ha acabado para nosotros” (v.11). Como ya se vio en 20,32 y 33,10 los ánimos del pueblo los abruman, el peso de las culpas los aplasta. Creen que ya todo está perdido y desaparecerán como pueblo terminando como uno más de los demás pueblos de la tierra. Israel ya no será. La sensación ante la visión es la de una “nueva creación” (cf. 36,26-28). El sentido de todo esto está dado porque Yahvé “conoce” (îd‘, verbo que se repite insistentemente en la escena: vv.3.6.13.14) e Israel “sabrá” quién es Yahvé. Pero para eso debe “entrar” en ustedes el espíritu que da vida. “Entrar” también es frecuente en la escena (bô’, vv.5.9.10.12) finalizando con la “entrada” anunciada en la tierra de Israel, y también lo es “subir (‘lh, vv.6.8.12.13) pues como “sube” la carne sobre los huesos, subirán de las tumbas (como “subieron” de Egipto, Ex 3,8.17…). La relación entre las situaciones de “Israel” en Egipto e “Israel” en Babilonia es un tema que será teologizado con frecuencia y servirá para repensar el regreso a la tierra. También es recurrente el verbo “profetizar” (nb’, vv.4.7.9.12) en el sentido de pronunciar una palabra de parte de Dios, y también de convocar (al “espíritu”). Finalmente es clave el término “espíritu” (rûah, vv.1.5.6.8.9.10.14; cf. 11,19; 36,26 siempre asociado a la vida) aquí usado en todos los sentidos variados que el término tiene en hebreo: el soplo / aliento de vida hace revivir los huesos, pero a él se dirige el profeta: “¡ven!” (v.9) quizás aludiendo a los vientos, y finalmente refiere al “espíritu de Yahvé” (v.14), es este espíritu de Dios el que da sentido al pueblo y su existencia y futuro. Como en Ez 36,16-38 se alude a la regeneración del pueblo que se siente abatido; como en Gen 2 la creación del cuerpo requiere un segundo momento: la donación del espíritu. El pueblo no puede ni tiene existencia sino por acción de Dios (“tú lo sabes”, v.3). Israel es incapaz de vivir, de “subir a su tierra” y a su Dios, sin la iniciativa y obrar divinos.


La conclusión (vv.11-14) explica el sentido de todo: Israel será “re-creado”, “levantado”, “vivificado”, pero esto es signo de la presencia de Yahvé en medio suyo, no hay Israel sin Yahvé.


Lectura de la carta de san Pablo a los cristianos de Roma     8, 8-11

Resumen: Mirando de manera contrapuesta la “carne” y el “espíritu” Pablo se refiere a dos modos de vivir de la persona. El creyente en Cristo está invitado a dejarse conducir por el espíritu de Dios y no por la debilidad humana que le impide agradar a Dios y a los hermanos.



La carta a los Romanos está terminando toda su primer gran unidad dedicada a mostrar los efectos de la gracia en los creyentes. El gran efecto (ya preparado en la carta a los Gálatas, que muchos autores ven como una gran inspiradora de la carta a los Romanos) es la libertad. El creyente es libre a diferencia de los que están sometidos a sus propias (in)capacidades o a la misma Ley (caps. 1-3). Pero no es libre por su propia fuerza sino por la gracia de Dios. Esta nos “sumerge” «en Cristo» y por tanto hemos abandonado el ámbito de la debilidad (= carne) para dejarnos conducir por la fuerza de Dios en nosotros (= espíritu). Sin ese espíritu, ciertamente, recaeríamos en la incapacidad que nos impide vivir según Dios, “en Cristo”. “No pueden” (ou dynantai, v.8, cf. v.7). El contraste es evidentemente entre la “carne” y el “espíritu”, se trata de dos mundos, dos horizontes. La carne es expresión de nuestra propia incapacidad, mientras que el espíritu es “de Dios”, sólo quien tiene el espíritu de Dios puede “agradar a Dios”, es decir: vivir conforme lo que Pablo ha enseñado (1 Tes 4,1), buscando agradar a los hermanos (Rom 15,1-3), a todos (1 Cor 10,33) por Dios (cf. Gal 1,10). 


Aquellos que en el Bautismo han recibido el espíritu ya no están “en la carne”, el espíritu “habita” en ellos (8,9.11; ver 1 Cor 3,16). Sin ese espíritu, el que “habita” es el pecado (7,17.20), “nada bueno habita en mí” (7,18) [el verbo habitar, enoikéô, es exclusivamente paulino en el Nuevo Testamento]. 


Este contraste entre carne y espíritu se refleja en otro contraste: pecado - justicia, muerte - vida (v.10) [notar que lo que muere es el “cuerpo”; no dice “carne”. Es importante evitar toda lectura platónica o helénica para no malinterpretar estos términos de la antropología paulina]. La muerte ha entrado en el mundo como consecuencia del pecado (5,12), la vida ha reinado a causa de la justicia: “En efecto, si por el delito de uno solo reinó la muerte por un solo hombre ¡con cuánta más razón los que reciben en abundancia la gracia y el don de la justicia, reinarán en la vida por un solo, por Jesucristo!” (5:17). La vida que los “cuerpos mortales” recibirán de parte de aquel que “resucitó a Jesús” es dada por mediación de ese espíritu de Dios que habita en nosotros (v.11).


Evangelio según san Juan     11, 1-45

Resumen: El último de los signos de Jesús es dar vida a Lázaro. Un diálogo con Marta, su hermana, sobre creer, da sentido a que la fe permite acceder a una vida definitiva de la que Marta es modelo para los lectores del Evangelio.



El último de los siete “signos” de Jesús muestra la plenitud de sentido de la revelación de Jesús, en Juan: Jesús es y da la vida a la humanidad, sin embargo, los seres humanos, a causa de esto deciden “darle muerte” (11,53). 


Como las unidades anteriores, el texto es muy complejo. Veremos algunos elementos antes de mirar el sentido fundamental del relato.

  • Jesús se ha ido lejos de donde solía estar ya que “querían prenderlo” (10,39), por eso fue donde Juan bautizaba “y se quedó allí” (10,40). Por eso es que cuando –más tarde- decide ir a Betania los discípulos le dicen que “hace poco querían apedrearte” (v.8) y por tanto concluyen, “vayamos a morir con él” (v.16).
  • Anacrónicamente dice en 11,2 que “María era la que ungió al Señor con perfumes…” algo que ocurrirá recién en 12,3-8. Es posible que Juan haya adelantado esta escena para darle (o profundizar) sentido de “unción para la sepultura” a lo realizado por María, con lo que es coherente con la unción en Mc 14,3-9 (aunque allí se trata de una mujer innominada).
  • Decir que Jesús “amaba” a Marta, a su hermana y a Lázaro (v.5), o que “a quien tú quieres está enfermo” (v.3) llevó a algunos a afirmar que el discípulo amado sería Lázaro. Expresamente el autor del cuarto Evangelio omite el nombre y debe mantenerse ese anonimato voluntario.
  • El clásico “malentendido” joánico está dado con el uso de “despertar” a Lázaro (el juego entre “dormir” y “morir” es frecuente, cf. Mc 5,39) pero también con el doble sentido de la palabra “vida” (como veremos).
  • La frase de las hermanas, “si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano” (Marta, v.21; María v.32) puede entenderse como reproche, pero también –y parece preferible- un simple comentario, “¡qué pena que no estabas, sino seguro que Lázaro no moría!”. El comentario de Marta añade: “Pero aún ahora sé que cuanto pidas a Dios, Dios te lo concederá” (v.22) no parece que deba entenderse como confianza en que puede resucitarlo (por el diálogo que sigue a continuación, vv.23-24).
  • La confianza de Marta en que Lázaro “resucitará en la resurrección, el último día” (v.24) es coherente con la teología farisea.
  • La presencia de testigos es repetida con cierta insistencia ya que serán los que desencadenarán la conclusión (vv.19.31.33.36.37.45-46).
  • De María y de los judíos se afirma que “lloraron” (klaíô, vv.31.33) mientras que de Jesús se utiliza otro verbo (edákusen, v.35). Es posible que este, que también puede traducirse por “lagrimear”, denote tristeza pero no desesperanza.
  • Es muy frecuente en Juan que ante Jesús se produzca una “división” (7,43; 9,16; 10,19), en este caso, en v.45, al ver el signo “muchos” creen en él, mientras que en v.46 algunos fueron a contar a los fariseos. Puesto que deciden darle muerte (v.53) nuevamente Jesús debe esconderse retirándose a “una ciudad llamada Efraim” (v.54).
  • El hecho de Jesús es calificado, como es habitual (17x), de “signo” (v.47, sêmeia) por Juan. Los signos son un hecho que “esconde” otra cosa mucho más profunda del mismo tipo, así como el pan, la luz, son “más” que simple pan o luz, sino que Jesús mismo ilumina y sacia las realidades más profundas del ser humano. Se puede decir que lo que se ve (el signo) es en realidad como una suerte de cáscara de algo más profundo (lo significado). Pero sólo se puede llegar a esa profundidad cuando se ve el hecho como signo (6,26), sino, los espectadores se quedan con la “cáscara” sin descubrir nada más. Esa profundidad, como es característico en Juan, es Jesús mismo, visto como el que sacia, el que ilumina… Algo habitualmente expresado (en la profundización del discurso) por el uso de “yo soy” (yo soy el pan, yo soy la luz del mundo… esa luz, ese pan que ustedes ven es signo de que Jesús ilumina y sacia). Por eso los signos están dirigidos directamente a que los que los ven puedan “creer”. “Para que crean” es que se dan los signos. Lo que los testigos pueden vislumbrar es la gloria (doxa) de Jesús. Por eso ante el primer signo se afirma claramente: “este fue el primero de los signos… así manifestó su gloria y creyeron” (2,11).
  • La conclusión del Evangelio lo afirma claramente: «Jesús realizó en presencia de los discípulos otros muchos signos que no están escritos en este libro. Estos han sido escritos para que crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengan vida (zôê) en su nombre». (Jn 20:30-31). La vida es el objetivo, y a esto se llega al creer, y se llega a creer al descubrir los signos y ver en ellos la gloria de Jesús.


Precisamente nos encontramos ante un signo (la vida de Lázaro) pero un signo que esconde algo que debe ser creído: que Jesús es (“yo soy”, v.25) “la resurrección y la vida”. Jesús le afirma a Marta que “si crees, verás la gloria de Dios” (v.40; cf. v.4). El verbo “creer” (tan importante en Juan, 98x) se encuentra 9x veces en la unidad, y es particularmente importante en el diálogo de Jesús con Marta que ocupa la parte centrar de la escena: “el que cree en mí, aunque muera vivirá” (v.25) “¿Crees esto?” (v.26), “Yo creo…” (v.27). 


Es interesante notar que en Juan se utilizan fundamentalmente dos términos griegos para hablar de la vida. Psyjê (10x) destacando que esta vida se puede “entregar” o “perder” (10,11.15.17; 12,25; 13,37.38; 15,13) y también zôê (36x). Esta zôê es vida “eterna” (3,15.16.36; 4,14.36; 5,24.39; 6,27.40.47.54.68; 10,28; 11,25; 12,50; 17,2.3) es resucitada (5,29), es una vida dada por Jesús, por tanto alude a “otro nivel” de vida, a la vida divina. Jesús es vida y resurrección, y creer en él permite recibir de él esa vida que él da. Es esta vida a la que Marta accede al creer; de hecho, la confesión de fe de Marta es la misma “para” la que se escribe el Evangelio: que Jesús es / tú eres el Cristo, el Hijo de Dios” (v.27), y que –como se dijo- da vida (zôê). Por eso el que cree, aunque muera (vida humana) vivirá (vida divina); el que vive (vida divina) y creeno morirá jamás (muerte definitiva) (vv.25-26). 


En este sentido podemos decir que si bien Lázaro es el beneficiario de la vida (humana), Marta es la que –por la fe- alcanza la vida plena que Jesús trae. Lázaro es signo (la cáscara) de una vida nueva y plena –divina- que Jesús trae a “el que cree”, como Marta.




Foto tomada de cpcr-caldes.blogspot.com

lunes, 23 de marzo de 2020

Carta abierta al presidente Alberto Fernández

Carta abierta al presidente Alberto Fernández



Estimado Alberto:

Antes que nada, perdóname si te molesta que te tutee. Nace de la militancia, del ser compañeros y hasta de la edad. Pero de ninguna manera es una falta de respeto. Espero que se entienda.

Como no nos conocemos personalmente, te cuento dos cosas muy breves, para que sepas quién te escribe: soy cura, y vivo en barrios populares. Pertenezco al Grupo de Curas en Opción por los Pobres (que no somos lo mismo que los “curas villeros”). En mi caso, estoy en Bernal Oeste. En segundo lugar, soy de los muchos que te votaron, y que hoy volvería a votarte. No porque creo que sea lo ideal, ni lo que sueño, pero siempre me enseñaron que “lo mejor es enemigo de lo bueno”.

El motivo de mi carta es, “sencillamente”, el momento de gravedad que nos toca vivir. A todos nos llegan miles de cosas. Y muchas terminamos creyéndolas, hasta que resultan ser falsas. No hace falta que elenque las que he recibido. Obviamente no tengo ningún criterio para afirmar o cuestionar las medidas que se están tomando. Me pueden gustar o no, pero eso no debería importarle a nadie. Si es mejor esto o aquello, si tal medida se tomó a tiempo, o apresurada o tardíamente, no tengo ninguna capacidad para saberlo. Toca confiar que se decidirá lo mejor de acuerdo a nuestras posibilidades. E incluso, puede ser que ustedes se equivoquen. Es normal que así sea. 

Lo único que me parece fundamental en estos momentos es que no pierdan la calma. Que puedan tomar decisiones, algunas con firmeza, pero siempre sin perder la calma. Es verdad que ver las filas de los que se “van de vacaciones”, los que suben a un Buquebús o actúan convencidos que nadie les puede poner o imponer criterios desde una mentalidad clasemediera, a veces nos saca de quicio. Ojalá con ustedes no lo logren. Después que pase “la tormenta” tengo un montón de propuestas, algunas muy políticamente incorrectas, pero en estos momentos solo abrazarte a la distancia y hacerte saber la cercanía y compañía de muchos, muchas y muches.

Eduardo de la Serna