jueves, 30 de enero de 2025

Agar

Agar

Eduardo de la Serna



Es muy poco lo que nos dicen los textos bíblicos sobre Agar (casi exclusivamente en Gen 16 y un poco en el cap. 21), pero si miramos con atención hay una serie de elementos muy interesantes a tener en cuenta.

De Agar se nos dice reiteradas veces que es “egipcia” (16,3; 21,9; 25,12) lo cual ya es muy significativo; Egipto era el lugar donde el pueblo, los hijos de Abraham, fueron “esclavos” (Ex 2,23; 6,7…), y de esclavitud se trata en este caso.

Pero – como es sabido – además de “extranjera” y “esclava”, Agar es “mujer”. Es decir, Agar “no interesa”, todos deciden por ella sin siquiera consultarla. De hecho, nadie le habla y ella no habla con nadie. Pero, sin embargo, tiene algo que su ama no tiene: fertilidad. Como hizo la primera mujer, Sara le entrega al varón un “fruto prohibido” que cuando “la escucha” (3,17), él “lo toma” (3,6). Pero todo esto en función de dar descendencia a Sara, la estéril.

Sin embargo, si bien se insiste en que es “egipcia” y “esclava” de Sara (16,1.2.3.5.6.8) también se dice que es “mujer” de Abraham (16,3), y en 21,10.12.13 se la califica con otro término hebreo que puede ser traducido por esclava (Ex 20,10), pero también por criada (30,3) o concubina (20,17). Pero, además, por eso, de dar descendencia a Abraham también se afirma que “multiplicará” Dios su familia (16,10) cosa que se dice de ella en primer lugar, y recién más tarde se dirá de Abraham (17,2) y de Isaac (26,4.24); será madre de una “multitud”.

Silenciosa, no tiene injerencia en nada y Sara la entrega y Abraham la toma por mujer (16,2) y cuando ella decide regresar del desierto a pesar de los maltratos de su ama, puesto que Dios le dice que “darás a luz un hijo al que llamarás Ismael” (16,11) finalmente no será ella sino Abraham quien ponga el nombre al niño (16,15). Por su parte, más adelante, será una esclava liberada, pero abandonada a su suerte (= muerte) en el desierto junto con su hijo. El rico Abraham (12,16; 13,2) le da para su sustento solo pan y un odre de agua lo cual parece bastante escaso para el desierto; de hecho, el agua se agotará y la muerte parece inminente. Es que Agar, además, es despedida sin alojamiento futuro. No parece importarle a sus amos.

Pero hay algo que no se señala fácilmente: si bien decimos que nadie le habla a Agar y ella no habla con nadie, esto no es estrictamente cierto: ¡Dios le habla y ella responde! No es la única ocasión en la Biblia en la que Dios no permanece insensible al sufrimiento (Dt 26,7); Agar llora a los gritos su muerte inminente y la de su hijo (21,16) y Dios “escucha” su angustia (21,17) como antes había “escuchado” la aflicción de la mujer ante los maltratos de Sara (16,11); precisamente “Ismael” significa “Dios escucha”, como de hecho se repite en 21,17: “escuchó Dios la voz del muchacho”. Pero no sólo “escucha” el grito de dolor, sino que además Dios dialoga con ella: “¿de dónde vienes y a dónde vas?” (16,8), “¿Qué te pasa, Agar?” (21,17), a Dios ella sí le importa. A este Dios que la tiene en cuenta, Agar le responde en ambas ocasiones, y recibe en ambas también ella una promesa: Ismael “enfrente de todos plantará su carpa” (16,12), “he de convertirlo en una gran nación” (21,18).

Pero por si todo esto fuera poco, Agar “se atreve” a ponerle nombre a Dios: lo llama “él roí” (un término hebreo que significa “Dios que ve”), porque Dios la ha visto (cuando nadie la tenía en cuenta) y ella ha visto a Dios: “¡he visto detrás al que me ve!” (como Moisés más tarde también verá “las espaldas” de Dios, Ex 33,23). Ya sabemos que “dar el nombre” es reconocer una misión, una función, y acá encontramos a una esclava, despreciada, que “se atreve” a ponerle un nombre nada menos que a Dios ya que él sí la ha tenido en cuenta. Dios es el que ve lo que otros se niegan a ver y a oír lo que otros no escuchan.

 

Imagen tomada de https://es.wikipedia.org/wiki/Abraham_despide_a_Agar_e_Ismael

martes, 28 de enero de 2025

Presentación del Señor

El cumplimiento de lo antiguo es el primer paso de la novedad

 LA PRESENTACIÓN DEL SEÑOR

2 de febrero

 Eduardo de la Serna

 



 

Lectura de la profecía de Malaquías     3, 1-4

Resumen: la impureza es algo habitual en tiempos de Malaquías, y lo religioso no es tenido en cuenta, por eso el profeta anuncia un “mensajero” que purificará a los sacerdotes y las ofrendas para que el pueblo pueda ser puro ante Dios.

La profecía de Malaquías (“mensajero de Yah[vé]”) presenta una serie de elementos muy interesantes y debatidos, pero no los señalaremos aquí ya que el texto fue añadido a causa de la fiesta litúrgica de la Presentación del Señor. Dos elementos de este texto son tenidos en cuenta: la purificación de los hijos de Leví, y la ofrenda –en el Templo- agradable a Dios. 

Todo esto viene precedido por el envío de “mi mensajero” (mala’kî) que preparará el camino. Más tarde (v.23) se nos dirá que ese enviado es Elías. En ambos casos se trata de alguien que “prepara”, que viene “antes”, y lo hará con el objetivo de que se viva “según Dios”. No es el caso señalar en detalle que ambos elementos fueron tenidos en cuenta en los Evangelios para hablar de Juan el Bautista visto como un cierto Elías “que ha de venir”. Este “mensajero” tiene que ver con el templo ya que el “Señor, a quien ustedes buscan” vendrá al Templo y con él, el mensajero (mal’ak) de la alianza. A continuación destaca que lo que “viene” en “el Día”, que se presenta como día terrible, será como la lejía, como el fuego, para fundir y purgar. La imagen de la purificación es la que se relaciona directamente con este mensajero que anuncia el Día. Esta purificación empieza en “los hijos de Leví”, es decir, en el sector sacerdotal de Israel. Sólo si los mediadores son “puros” la ofrenda lo será. Será “en justicia” (tzedaqá). Será, entonces, una ofrenda pura como lo fueron las primeras, cuando Judá / Jerusalén no estaba contaminada con la idolatría.

Una nota sobre la pureza: pureza dice relación a “limpieza”. Pero en el mundo antiguo se refiere a “limpio para Dios”. No dice relación necesaria con el pecado, sino con lo ritual. Lo opuesto de puro (o santo) es lo profano, es decir lo que se mueve en la “vida cotidiana” (sea malo o bueno). Algo apto para el servicio divino (para el culto, la oración, la reunión) es algo puro (aunque pueda estar en un contexto de “algo malo”). Por tanto, lo que se supone es una “purificación” como algo necesario para poder participar de lo religioso. Las purificaciones suelen ser rituales, Con determinados ritos queda puro uno que quedó impuro por diferentes razones: por tocar sangre, o cadáver, por ejemplo. El contacto con extranjeros (es decir, los que no son miembros del “pueblo santo” de Dios) también hace impuros, y es un tema importante en Malaquías. Los injustos, los usureros, los que no tienen en cuenta al “hermano” también lo son por no mostrar “temor de Dios” (v.5). Lo habitual en estos tiempos es la sensación que parecen tener los injustos de que Dios está “lejos” y no se entromete en nuestra historia (Mal 2,17; 3,7-8.13.15.18). De esto pretende hacerse cargo de parte de Dios este mensajero anunciado. 

 

Lectura de la carta a los Hebreos     2, 14-18

Resumen: La muerte de Jesús es muerte liberadora de los pecados, pero –para el autor de la carta a los Hebreos- es más aun, es indicio de un nuevo sacerdocio que comienza con su resurrección, un sacerdocio totalmente nuevo y único, caracterizado por su credibilidad y misericordia dadas por su “semejanza” a los seres humanos en todo.

La carta a los Hebreos (en realidad una homilía puesta por escrito), como buena predicación, empieza mostrando a Jesús dentro de las categorías tradicionales dando, a medida que avanza el discurso, pasos para poder mostrar la novedad que él quiere señalar: la cristología sacerdotal. El texto litúrgico de hoy concluye esta primera parte tradicional y deja el tema planteado para avanzar. Concluye lo que viene señalando con un “por lo tanto” (oun) dando un sentido liberador a la muerte de Jesús. Una serie de verbos destacan esto: “aniquilar (katargeô, texto casi exclusivamente paulino del NT) al señor de la muerte”, liberar (apallassô, tener autocontrol, no depender de fuerzas externas), expiar (hiláskomai, fuera de aquí, solo en Lc 18,13 en el NT). Pero todo esto está señalado aquí para dar el siguiente paso: en todo esto Jesús se “asemejó” en todo “a sus hermanos”.

Una característica del sacerdocio de Israel es, precisamente, la “separación”. Para poder concretar la “pureza” (ver nota en la primera lectura)  el sacerdote es un “separado” de sus hermanos. Israel es un pueblo “separado” de los demás pueblos; la tribu de Leví es “separada” de las demás tribus; el clan de Aarón es separado de los demás clanes… Lo propio del sacerdocio en Israel son las separaciones para “aproximarse” lo más posible a Dios. La novedad que destaca la carta a los Hebreos es que lo propio del sacerdocio de Cristo es “asemejarse”. Se hace semejante en todo “menos en el pecado” (4,15).

Sin duda esto es una novedad abismal con respecto al sacerdocio antiguo. El único sacerdocio del N.T., el de Jesús, tiene como propio su actitud de “asemejarse”, y su diferencia con el “sacerdocio antiguo” es abismal. Es notable que –para profundizar esta novedad- destacará dos elementos fundantes de este nuevo sacerdocio que desarrollará en lo que sigue de la carta (ya fuera del texto litúrgico de hoy); ser misericordioso y ser creíble. La corrupción de los sumos Sacerdotes era tan seria que la institución estaba totalmente degradada. Su credibilidad era nula, y Jesús es presentado como “creíble” (pistós); pero además, como “misericordioso” (eleêmôn). Si algo caracteriza a la misericordia es “aproximarse” a los “míseros”, a los caídos; todo lo contrario de la separación ritual del sacerdocio antiguo. Esta misericordia se expresa como solidaridad, de allí que la experiencia de la prueba (peirazô, esa prueba liberadora que “expió” los pecados) permite “ayudar” a los que son a su vez “probados” (peirazô). Esta cercanía, semejanza, lo lleva a experimentar la prueba. Nada más lejano de la actitud de separarse de las experiencias difíciles; la solidaridad de Cristo lo lleva a vivirlas y en esa situación de asemejarse, poder ayudar y liberar. La novedad del único sacerdocio de Cristo es tal que nada parecía preverla. De allí que el resto de la carta se dedicará a mostrar su sentido en la Biblia y su novedad absoluta y definitiva.

 

Evangelio según san Lucas     2, 22-40

Resumen: Los padres de Jesús son celosos cumplidores de la Ley de Moisés. Y, cuando corresponde, presentan a Jesús en el Templo. Pero en esto, algo está comenzando. Un varón y una mujer de Dios hablan a todos del niño, y los tiempos nuevos empiezan.

Muchos elementos conforman el relato de la liturgia de hoy. El esquema es sencillo:

1.- Purificación de “ellos” (vv.22-24)

2.- Un varón justo / una mujer justa reconocen al niño (vv.25-35 / 36-38)

3.- Sumario conclusivo (vv.39-40)

El texto es muy complejo e interesante; pero para la celebración de hoy señalaremos solamente aquello que hace a la liturgia del día. El texto comienza y termina con una referencia a que los padres de Jesús actúan conforme a “la Ley” (vv.22.39). Esto es algo importante en Lucas (cf. 2,21.41; cf. Hch 1,12), y precisamente “conforme a la ley” presentan el niño al Señor.

Destaquemos que en el mundo antiguo es propio de las personas religiosas ser agradecidos con la divinidad que nos ha dado sus dones. Precisamente por eso, por ejemplo, se le ofrecen las primeras crías de ganado, o las primicias de la cosecha. Sin embargo, en Israel no se ve con buenos ojos “ofrecer” a Dios el hijo primer nacido; los sacrificios humanos son aborrecidos (aunque hubo algunos casos detestados por la Biblia; 2 Re 21,6; cf. Lev 18,21; Dt 18,10; 2 Re 23,10; Gén 22,1-19). Casi podríamos imaginar la ofrenda de este modo: a Dios se le puede dar lo mismo que se puede comer, como si Dios lo “comiera”. Caso contrario, aquello que no es “puro” para ser alimento no se ha de “ofrecer”, y por tanto se ha de “rescatar”. Es decir, se ofrece algo sustitutivo, como un cordero o un cabrito. Es –fundamentalmente- el caso de los hijos, en este caso de han de presentar una “res menor”, y si no alcanza el dinero para hacerlo presentarán dos tórtolas o dos pichones (Lev 12,7b-8), se los rescata, se le “presentan” a Dios. 

1.- El Evangelio extrañamente informa que es el tiempo de la purificación de “ellos”. No se refiere a la madre, que debe purificarse después de la maternidad, sino de “ellos”; es posible que esté aludiendo a que con la presentación de Jesús ha comenzado el “día” y así “los hijos de Leví” sean purificados porque la ofrenda que se ha presentado en el Templo es perfecta (cf. Mal 3,3, primera lectura). 

2.- Ante esta presentación se acercan al Templo –como es frecuente en Lucas- un varón y una mujer (cf. 13,18-21; 15,4-10; etc.) que hablan públicamente del niño. La “esperanza en la consolación de Israel” y la “esperanza en la redención de Jerusalén” enmarcan la doble escena (vv.25.38). En medio de esta escena Lucas incorpora (como lo ha hecho en otras ocasiones, cf. 1,46-55; 1,68-79; 2,14) un canto que manifiesta la realización de las esperanzas de Israel con la alegría de los “pobres de Yahvé”. 

3.- La escena concluye con un relato sobre el crecimiento del niño, semejante a lo dicho sobre Juan, el Bautista (1,80) que parece a su vez remitir a Samuel: “iba creciendo y haciéndose grato tanto a Yahvé como a los hombres” (1 Sam 2,36).


el video con comentario al Evangelio en

https://youtu.be/OOoZQAZOq6U


Foto tomada de sanchoamigo.wordpress.com

  

viernes, 24 de enero de 2025

Un aporte del profeta Oseas para entender el presente

Un aporte del profeta Oseas para entender el presente

Eduardo de la Serna




Es sabido que el profeta Oseas ha planteado la vida del pueblo al que se dirige como una invitación urgente a optar por Dios rechazando a los ídolos cananeos (particularmente Baal).

Veamos brevemente… es habitual, en las personas, procurar, de un modo u otro, tener garantizada la vida, y, para esto, asegurar el presente y el futuro en la medida de las posibilidades. Tener una buena cosecha y que los ganados se multipliquen asegura, en gran medida, el futuro cercano, al menos hasta la próxima primavera donde ambos volverán a mostrarse generosos o escasos. Tener, además, una buena descendencia asegura tener trabajo garantizado en los campos, y una buena atención en la vejez, según lo indica el mandamiento sobre “padre y madre”. Los dioses de la fecundidad, entonces, suelen tener – en esos ambientes – mucho rating.

En Israel, al norte, gobernaba Jeroboam II, en la primera mitad del s. VIII a.C., un rey durante el que la situación económica era floreciente y la situación social, catastrófica. Un profeta, Amós, denuncia sin ninguna diplomacia, a los ricos y acomodados que se desentienden, o aún más, que provocan un creciente empobrecimiento de la sociedad. Hay ricos cada vez más ricos a costa de pobres cada vez más pobres, como se dice. Contemporáneo a él, surge otro profeta, Oseas. Ciertamente, en su predicción no se desentiende de la situación de los pobres (y los ricos), pero su crítica profética se dirige especialmente en otra dirección. Ve que el enriquecimiento de unos pocos es atribuido por ellos a las bendiciones de Baal, dios de la fecundidad. Y, por ello, muchos han olvidado al Dios del pueblo, Yahveh, “el que está” con ellos en la historia (en las buenas y en las malas, como se dice). Muchos hacen ofrendas a Baal agradecidos por los dones de trigo, uvas, olivos, y rebaños de ovejas y de vacas (ver Oseas 2,10). Israel decía: “Me iré detrás de mis amantes, los que me dan mi pan y mi agua, mi lana y mi lino, mi aceite y mis bebidas” (2:7). Como persona religiosa que es, Oseas sabe, por un lado – y mirando la historia lo ha aprendido – que, al salir de Egipto, en tiempos del desierto, la fecundidad era escasa, o aun, nula. Fue Dios el que lo alimentó con maná o agua de la roca… La falta absoluta de fecundidad fue la ocasión de un encuentro personal y vivo con su Dios; en cambio, cuando la fecundidad proliferaba, el pueblo se olvidó de Dios y abrazó como nuevo “señor” a Baal (Baal quiere decir “señor”). Por eso Oseas denuncia: cuanto más aumentaba su fruto, más aumentaba los altares; cuanto mejor era su tierra, mejores hacía las estelas” (10:1).

Y, si bien en un primer momento Oseas plantea una ruptura de Dios de la relación con Israel, finalmente afirma con enamorada esperanza:

Por eso yo voy a seducirla; la llevaré al desierto y hablaré a su corazón. Allí le daré sus viñas, el valle de Akor lo haré puerta de esperanza; y ella responderá allí como en los días de su juventud, como el día en que subía del país de Egipto. Y sucederá aquel día– oráculo de Yahveh– que ella me llamará: «Marido mío», y no me llamará más: «Baal mío.» (2:16-18)

Entonces dirá: «Voy a volver a mi primer marido, que entonces me iba mejor que ahora.» No había conocido ella que era yo quien le daba el trigo, el mosto y el aceite virgen, ¡la plata yo se la multiplicaba, y el oro lo empleaban en Baal! (2:9-10)

 

Los tiempos de prosperidad, entonces, suelen conllevar la tentación de la idolatría, es decir, del olvido de ese Dios compañero de camino, y atribuir a otros (Baal en su tiempo, otras divinidades - ¿el mercado? – en otras circunstancias) la provisión de beneficios y dones, de bienestar y riquezas. Por eso, para Oseas, “el desierto”, los tiempos de los orígenes, los del “amor primero” son tiempos de conversión, de mirar caminos, de hacer opciones.

Algo semejante dice el libro del Apocalipsis a la primera de las comunidades a las que escribe:

 

Pero tengo contra ti que has perdido tu amor de antes. Date cuenta, pues, de dónde has caído, arrepiéntete y vuelve a tu conducta primera. Si no, iré donde ti y cambiaré de su lugar tu candelero, si no te arrepientes (Ap 2:4-5).

 

La Iglesia de Éfeso dejará de tener su lugar eclesial (candelero) si no cambia de actitud volviendo a los orígenes del amor (a diferencia de lo que ocurre en la iglesia de Tiatira cuyas obras últimas son superiores a las primeras; 2,19).

No son pocas las veces en las que un poco o mucho bienestar hace olvidar los puntos de partida, y hace cambiar sueños y caminos. Israel se sabe pueblo del Dios Yahveh, pero los “buenos momentos” le hacen errar la puntería. El Dios de Israel lo obliga a mirar la alianza del desierto, la alianza en la que reconoce a todos y todas las demás como verdaderos hermanos.

Yahveh tiene pleito con Judá, va a visitar a Jacob, según su conducta, según sus obras le devolverá. En el seno materno suplantó a su hermano, y de mayor luchó con Dios. Luchó con el ángel y le pudo, lloró y le imploró gracia. En Betel le encontró y allí habló con nosotros.

Sí, Yahveh Dios Sebaot, Yahveh es su renombre. Y tú volverás, gracias a tu Dios: observa amor y derecho, y espera en tu Dios siempre. Canaán tiene en su mano balanzas tramposas, es amigo de explotar. Y Efraím dice: «Sí, me he enriquecido, me ha fraguado una fortuna.» ¡Ninguna de sus ganancias se hallará, por el pecado de que se ha hecho culpable! (12:3-9).

 

Pero, eso sí, aunque se olvidara de Dios en la práctica, y se olvidara de los hermanos y hermanas, muchos no dejan de dar culto a Yahveh (sin olvidar los cultos a los Baales; un culto "vacío", ciertamente). Así les denuncia el profeta: “Porque yo quiero amor, no sacrificio, conocimiento de Dios, más que holocaustos” (6:6).

Es habitual que la experiencia de un mayor bienestar haga olvidar lo fundamental (Dios y los hermanos, para la Biblia) y, entonces, distorsione la mirada y atribuya su seguridad para el presente y el mañana (reales o aparentes) a construcciones ficticias (idolátricas). Dios se ha revelado como padre y madre de su pueblo, y su sueño (Jesús lo llama “reinado de Dios”) es que sus hijos e hijas vivan y se relacionen como verdaderos hermanos y hermanas. Una sociedad que se nutre del desprecio, la discriminación, el odio o la indiferencia, del insulto o la avaricia se asemeja a los dioses de tiempos bíblicos que quieren el sacrificio sangriento de sus hijos (ver 2 Re 16,3; 17,17; 21,6; 23,10; Jer 7,31; Ez 16,21…) y no el derecho y la justicia, o el amor mutuo que propone el Dios de Israel.

 

Yo te desposaré conmigo para siempre; te desposaré conmigo en justicia y en derecho, en amor y en compasión, te desposaré conmigo en fidelidad, y tú conocerás a Yahveh.

Y sucederá aquel día que yo responderé – oráculo de Yahveh – responderé a los cielos, y ellos responderán a la tierra; la tierra responderá al trigo, al mosto y al aceite virgen, y ellos responderán a Yizreel.

Yo la sembraré para mí en esta tierra, me compadeceré de «No-compadecida», y diré a «No-mi-pueblo»: Tú «Mi pueblo», y él dirá: «¡Mi Dios!» (2:21-25).

El Dios de Oseas, el Dios de Israel y la Biblia es un Dios que nos hace hermanos, un Dios que no quiere ser manipulado, que no quiere que miremos nuestro propio bienestar, provecho y fecundidad sino la vida (derecho y justicia) de todos quienes somos miembros de este mismo pueblo. Nada más ajeno al individualismo y el emprendedurismo; el amor primero, el de la militancia en el despoblado, el del reconocimiento de los caminos de Dios en la aridez y la sequedad del desierto. Dejando a Dios ser Dios y no haciéndonos un dios a nuestra imagen y semejanza, rechazaremos los ídolos del mercado y el individualismo para reconocer sus caminos y siguiéndolos en el encuentro con los que caminan con nosotros, “conocer a Dios”, que es sinónimo de amarlo y amándolo poder edificar una patria de hermanos y un mundo donde quepan todos los mundos.


Imagen tomada de https://lectionaryart.org/2017/05/20/hosea/

 

jueves, 23 de enero de 2025

¡Te voy a ir a buscar…!!!

¡Te voy a ir a buscar…!!!

Eduardo de la Serna



Entre chicos, a veces, especialmente entre los más pendencieros, ocurría, a veces, escuchar “te voy a ir a buscar”. La idea era resaltar que el que lo decía sabía dónde estaba o vivía el interlocutor e iba a buscarlo para “agarrarlo a trompadas”, para “romperle la cara” … Quizás el objetivo era más amedrentar al sujeto, provocarle miedo, ya que la razón evidente de la “búsqueda” no estaba implicada en la intimidación.

Con el tiempo, después de la Dictadura cívico-militar con bendición eclesiástica, la amenaza era comparada con lo que ocurrió con los nazis: “como a los nazis, les va a pasar, a donde vayan los iremos a buscar”, cantábamos (y cantamos). La amenaza, en este caso, tenía un punto de comparación que explicaba el objetivo: los nazis. Es decir, puesto que se había cometido un delito (aberrante, por cierto), se buscaría a los responsables a fin de que fueran sometidos a juicio. La realidad así lo indica: se los ha buscado y sigue buscando, y se los ha sometido a juicio, sin venganza (Madres y Abuelas son un ejemplo internacionalmente evidente de todo esto). Otro problema – ajeno al tema – es la inacción, desidia, cobardía o complicidad del Poder Judicial con esos juicios y sus perpetradores, pero se los busca a fin de conocer la verdad, para conseguir justicia y mantener viva la memoria.

Entonces… ¿en qué sentido – parece – debe entenderse la amenaza del impresentable sujeto que malejerce la presidencia de la Nación? Sus aclaradores perpetuos (por ejemplo, el Jefe de Gabinete, Guillermo Francos y una insulsa y lamentable panelista de C5N) afirmaron que era buscarlos “para debatir”. Ahora bien, seamos claros: ¡nunca!, jamás se ha visto al presidente debatiendo; es más, parece totalmente inhabilitado e incapaz de hacerlo (con la “cintura” de un panelista). Sólo insultar parece saber; como lo hace y con la terminología de un adolescente desaforada y desmesuradamente, reconozcámoslo. En ese caso, sería buscarlos para insultarlos, lo que es más coherente con su habitual incapacidad de relación interpersonal. Si así ocurriera, algunos podrían pensar que “no es tan grave”, si no fuera porque el insulto agresivo del Presidente parece habilitar a grupos y colectivos de desaforados (¡que los hay! ¡y en gran cantidad!) para poner en acto la violencia verbal. El atentado contra Cristina, nunca investigado, como era de esperar en ese mismo Poder Judicial, ¡casta, si las hay!, revela que siempre es posible que alguien “dé un paso más”.

En el patético texto presidencial en cuestión, la frase “los iremos a buscar” no está sola – y ahí está la clave de interpretación, sin dudas – como puede verse:

  •         “no les tenemos miedo”
  •         “los vamos a ir a buscar hasta el último rincón del planeta” (en defensa de la LIBERTAD)

  •         “Zurdos hijos de putas tiemblen”

Y todo esto, nada menos, que a raíz de un gesto evidente y claramente nazi.

Siendo que Milei entiende la libertad como la capacidad de los poderosos de hacer lo que les venga en gana; añadiendo la palabra “miedo” y “tiemblen”, el epíteto “zurdos” (¿los woke son necesariamente zurdos? ¿No es un poco simplista y limitado ese análisis?) a los que califica de “hijos de putas”, no parece demasiado probable que se refiera a un “debate de ideas”, por cierto.

Sería de esperar que quien tiene la máxima responsabilidad de conducción de un país tenga otras actitudes, otro lenguaje, otra posición frente a las diferencias (porque debiera saber que es presidente de “todos los argentinos, argentinas y argentines”); pero – lamentablemente – nos vamos habituando a sus desbordes; e, incluso, viendo como, por ejemplo, en el Congreso o los Gobernadores, los más insultados y ofendidos corren a arrastrarse a sus pies lamiendo sus zapatos o sirviendo de felpudos, con ello pareciera revelarse la “eficacia” de sus expresiones. Parece que ese lenguaje y esas actitudes son los modos de relacionarse adolescentes que tiene el “triángulo de hierro”. Por lo menos triste, además preocupante, y, sobre todo sabiendo que ¡¡¡otro modo de relacionarse es posible!!! El debate, incluso acalorado, el respeto, el encuentro sí es una buena razón para ir a buscar a los que no piensan como nosotros para encontrarnos con un mate o una cerveza y discutir interminablemente, pero con seres humanos, sin epítetos o insultos, para encontrarnos y, al menos, aunque no podamos coincidir, saber que hay quienes no piensan como nosotros y son también nuestros hermanos y nuestras hermanas (ah, ¡y también nuestros hermanes!, perdón por el wokismo; expresamente utilizado).

 

Sara

Sara

Eduardo de la Serna





En la literatura, por tanto, también en la Biblia, hay personajes que no se entienden ni conocen bien sino en relación a otros (Don Quijote y Sancho Panza, por ejemplo, se iluminan mutuamente). Por tanto, mirar a uno sin tener en cuenta al otro sería muy limitante. Esto es doblemente importante de tener en cuenta en los relatos donde hay una mirada patriarcal (es decir, desde “el patriarca”, varón, jefe) para la cual determinados personajes se presentan limitadamente en la medida en que “valen” para el personaje en cuestión. Tal es el caso de tres personajes que se implican mutuamente y todos ellos en función del patriarca Abraham. Nos referimos a Sara, Agar e Ismael. A ellos dedicaremos sendos textos, entonces. Pero reiteramos que es importante destacar que se iluminan mutuamente. Por otro lado, es interesante recordar que en muchos textos bíblicos hay más de una tradición que se integran, como es el caso del momento en que, para evitar su propio maltrato, ante la belleza de Sara, Abraham le hace mentir afirmando que es su hermana (12,10-20; 20,1-18). Sin duda se trata de un mismo texto antiguo narrado con matices diferentes.

Sara es la mujer de Abraham, el padre de la promesa de que Dios se elegirá de él un pueblo. Pero hay un obstáculo aparentemente insalvable: Sara es estéril. ¿Cómo podría Dios darle una numerosa descendencia a Abraham si su mujer no puede engendrar hijos? Pero Dios (o su mensajero, que es casi lo mismo) le repite cuatro veces que será padre (Gen 12,2; 15,4; 17,4; 18,10). Esto provoca por un lado la “risa” de Abraham (17,15-17), ¿cómo sería eso posible?, y más tarde, la “risa” de Sara (18,12) que lo escucha detrás de una cortina. La esterilidad (que para la mentalidad antigua era siempre de la mujer) era vista como una no-bendición, una vergüenza pública y las mujeres lloraban por ello o hacían lo imposible (promesas u ofrendas, por ejemplo, como es el caso de Ana: 1 Sam 1,10-11) para subsanarla. El tiempo soñado, ideal, es aquel en el que no haya ni mujeres, ni ganado ni tierra estéril (Dt 7,14; 2 Re 2,19). Lo cierto es que Sara, ante su esterilidad, le entrega a Abraham su esclava Agar para que engendre (16,2) y – como había hecho Adán con Eva (3,6) – él la escucha (3,17) y la toma. Es decir, no deja que sea Dios el que da la respuesta, sino que se adelanta ella a encontrar la solución. Pero cuando Agar queda embarazada, Sara siente que ella la “mira” mal (ver 1 Sam 1,6) y se queja a Abraham quien la deja obrar. Sara la maltrata, de modo que la esclava huye al desierto (como también Moisés, y luego Israel, huyen de Egipto, Ex 2,15; 14,5). Por sugerencia de un enviado de Dios ella regresa con su ama y finalmente nace el hijo, Ismael (16,15).

En este contexto es que Dios reitera la promesa y ocurre la “risa” de Sara. Aquí tenemos dos elementos interesantes: por un lado, Dios les cambia el nombre a Abram por Abraham y a Saray por Sara (17,5.15). Para el mundo antiguo el nombre indica una misión con lo cual Dios confirma la promesa cambiándoles a ambos el nombre. El otro elemento es que Dios reacciona a la “risa” de Sara (no a la de Abraham) pero le pregunta a él por qué se “ríe” ella. La mujer responde mintiendo: “no me he reído” (18,13-15). Finalmente nacerá el hijo de ambos, y su nombre será “Isaac” (21,3) que significa “él ríe”. Ante este nacimiento Sara afirma que "Dios me ha dado de qué reír; todo el que lo oiga reirá conmigo." (21,6). La “risa” que en un primer momento era de burla o de duda, se ha transformado en risa de alegría.

Pero no todo es paz en el hogar, y un día los dos niños están juntos y Sara ve al “hijo que Agar la egipcia había dado a Abraham, riendo con su hijo Isaac” (21,9) y nuevamente se queja ante el patriarca pidiéndole que la despida (como Dios despidió a la primera pareja del jardín de Edén; 3,24), algo a lo que él accede de mala gana (21,11). Parece que Sara no quiere que Ismael también “ría”, lo cual – a sus ojos – es algo que sólo corresponde (como la promesa) a Isaac.

Es poco lo que sabemos en adelante, pero nos encontramos con Abraham en Berseba (22,19), en cambio Sara está en Hebrón (23,2), Isaac no puede hacer duelo por su madre (24,67) mientras Abraham se une con Queturá con la que tiene otros seis hijos (25,1-2). Todo indica que se han separado, pero Sara ya ha cumplido la misión de dar descendencia al “patriarca”. Por eso será “madre de reyes (el nombre “Sara” significa princesa, ver 17,16). Como se ve, Abraham parece estar en un rol superior, de mero garante del hogar, mientras que Sara ocupa un lugar de “ama de casa” de esa familia patriarcal donde ella maneja la casa y Abraham se lo permite. Para el texto, lo que importa es que la promesa se va desarrollando porque “Dios escribe derecho con renglones torcidos”, pero el clima en el hogar no parece el ideal.


Imagen de Abraham y Sara creada con IA https://www.freepik.es/imagen-ia-premium/abraham-sara-tienda-biblia-ornamento-antiguo-generate-ai_92181566.htm

miércoles, 22 de enero de 2025

Breves… caminos

Breves… caminos

Eduardo de la Serna



Algunos “breves” de estos días me invitan a “pensar en voz alta” (es decir, a escribir, sic) …

 

    1.     “Fui salvado por Dios para…” (D. Trump).

Voy a suponer que creo que realmente lo que ocurrió fue un auténtico atentado… Hay cosas que así me hacen creerlo, pero otras me llevan a la duda. Quizás haya ocurrido ese tal atentado y haya sido aprovechado por su campaña electoral, siempre eficaz… Y también voy a suponer que ocurrido el atentado haya sido Dios el que impidió el magnicidio (¿eso implica también suponer que Dios impidió que saliera la bala contra Cristina, o sólo vale para unos casos y no para otros?). Tenemos, entonces, que Dios salvó a Trump, pero ¿es don Donald el exégeta del obrar divino? Suponiendo, repito, que Dios lo salvó… ¿por qué lo hizo? A lo mejor, sencillamente, porque quiere evitar muertes que pueden suscitar conflictos mayores; o a lo mejor para darle una “segunda oportunidad” de hacer las cosas bien; o a lo mejor para que aprenda que la violencia no conduce por buenos caminos; o a lo mejor una invitación a que tenga “mejor puntería” política; o a lo mejor Dios lo salvó para que renuncie, mostrándole que la vida es frágil; o a lo mejor… Es decir, las razones por las que Dios lo habría salvado son incontables, pero Donald “sabe” lo que Dios le quiso decir al salvarlo. ¡Curioso!, por lo menos, curioso. Si no pedante, soberbio y hasta blasfemo.

 

    2.     El saludo nazi de Elon

Musk, que ya había dicho que estaba bien alentar un golpe de Estado en Bolivia para quedarse con el litio, que apoyó a la ultraderecha alemana, saludó extendiendo su brezo derecho. ¡Curioso saludo! Cualquiera sabe, en Argentina, por ejemplo, que levantar el brazo izquierdo con el puño cerrado tiene implicancias ideológicas, cualquiera sabe que levantar la mano con los dedos en “V” también las tiene, y que levantar los pulgares poniendo cara de idiota también… No son gestos inocentes. Y, en el mundo entero, cualquiera sabe que levantar el brazo derecho extendido con la mano abierta hacia abajo “algo” significa. “Algo” perverso, preocupante e ideológicamente grave, ¡muy grave! Pero un “algo” que hoy, en ciertos lugares, no es “políticamente incorrecto” sino “un gesto inocente”. En otros lugares, sonó y suena como un grito de alerta (y de espanto).

 

    3.     El tuit de Milei

A partir del “gestito de idea” de don Elon, el impresentable presidente argentino superándose a sí mismo, publicó un “tuit” (no sé cómo de dice algo ya no de Twitter sino de “X”) violento, grosero y servil. Don Javito entiende que la “batalla cultural” (contra lo que llama “wokismo”) tiene en Musk un egregio catequista, uno de los “hombres más importantes de la Historia”, afirmó. Compañero de camino de Donald, Musk ha encontrado en Argentina quien le lama las botas mientras, sin necesidad de un Golpe de Estado, se queda con el litio, que Argentina también tiene, como Bolivia. Pero, además, como es propio de su vocabulario excelso, el presidente no deja grosería por decir, amenazando e insultando constituyéndose, así, en el “gran exégeta” mundial no sólo del “gesto” de Musk, de cuál es la “verdadera” libertad (¡y cual no!), y de la mismísima Historia, sino también del sentido de las palabras (o quizás – piensan otros – sea prudente excluir al “Cardenal Copello”, como ayer al “Cardenal Newman” [¿habrá otros “cardenales” en gateras?], como escuelas a las cuales no es razonable enviar a los hijos).

 

    4.     La obispa episcopaliana

En el “oficio religioso” de la asunción presidencial de Trump, fue llamativo lo dicho por Mariann Edgar Budde, obispa de la Iglesia Episcopaliana de Washington. Ella pidió “piedad” (mercy) por los grupos LGTBIQ+ y por los migrantes. Quizás la palabra “piedad / misericordia / compasión” no haya sido la mejor, pero quisiera destacar una serie de elementos que me resultaron muy positivos:

    A.    Una mujer en el púlpito (¡y obispa!)

    B.    Alguien que se atreve a hablar “en nombre de Dios” (si Donald puede hacerlo, ¿por qué no ella?)

    C.    Alguien que habla en favor de las víctimas del sistema que el “todopoderoso” allí presente (y no en el altar, sino en un banco) engendra; en este caso, el colectivo LGTBIQ+ y los Migrantes, que en su inmensa mayoría no son delincuentes (recordando que Trump habló de “millones y millones de migrantes delincuentes”). [Algunos creemos que también hay millones y millones de nortestadounidenses” delincuentes, por ejemplo]

    D.    La reacción de Trump, frente a este discurso,  fue negativa, lo cual – para muchos – es algo positivo. Es decir, no le dijo “te cortaste el pelo”, sino que le marcó un camino “en nombre de Dios” … No llegó al punto de decirle “en nombre de Dios te ordeno”, como hizo Monseñor Romero, pero fue más – mucho más – avanzado que un Te Deum en la Catedral porteña.


    5.     Mussolini ¿ha vuelto?

Además de todo lo ideológico que envolvió el fascismo italiano, los gestos y actitudes histriónicos del Duce eran sumamente llamativos (si no fueran tan peligrosos darían risa, diría Serrat). Basta con mirar discursos mussolinianos, las actitudes al terminar un párrafo que esperaba aplausos u ovaciones, la cruzada de brazos con el mentón en alza y demás “payasadas” para notar que Trump parece remedarlo; lo ideológico, aparte (que también). Un Mussolini gringo es una novedad. Preocupante novedad.


    6.     El FMI

Ya el impresentable Mauricio Macri, cuando volvió a someter a la Argentina a los mandatos y decisiones del Fondo Monetario Internacional, nos quiso hacer creer que “ahora” (sic, ¿cuándo?, ¿desde cuándo?, ¿por qué?, ¿en qué?, ¿cómo?) era “bueno” para luego repetir lo mismo de siempre (empezando con los jubilados, por cierto); nos han sometido a decisiones políticas, sociales y económicas que no podemos sino aceptar sumisamente… Y ahora, después de haberlo insultado – como es su costumbre – el presidente celebra alegremente que el FMI ha avalado las políticas económicas argentinas (sic) y que se empieza a preparar un nuevo préstamo (sometimiento, lo llaman en otros lados). Es decir, una cadena que ata a los futuros gobiernos, sean del signo que fueran, por décadas. Lo que no entendí es eso de “viva la libertad” y de que esta “avanza”.


    7.     Nieta 139    

En medio de la oscuridad, un relámpago iluminó la noche y mostró el camino (y también el camino por el que no andar, por cierto). Noemí Beatriz y Daniel Alfredo fueron sumidos en la más oscura de las noches, la de la desaparición forzada, ¡que existió!, y todos los caminos conducían a la nada. Ramón, su hijo lo repetía; “Nosotros en La Plata buscamos a esta hermana, muchísimo. Y pensamos que habíamos agotado todas las instancias y que era un caso cerrado. Y sin embargo las Abuelas nos demuestran 139 veces que nunca es la última esperanza”. Y la hija de Daniel y Noemí fue “dada a luz” otra vez. Para muchos, ahora ella (a la que no conocemos por su nombre y la seguimos llamando “hermana 139”), ¡ahora sí!, empieza el camino de la verdadera libertad.

Con ella sí gritamos “¡Viva la libertad!” Ella nos muestra, repitiendo a Ramón, que cuando no vemos futuro, cuando creemos que “ya no hay camino”, posemos saber que "Lo más oscuro de la noche es antes del Amanecer", que “Otro Mundo es Posible ¡Un Mundo Donde Quepan Todos Los Mundos!”, como repiten los zapatistas. La nieta / hermana 139 nos hace saber, ¡una vez más!, que la esperanza es hermana de la vida.


Foto tomada de https://viviragradecidos.org/una-verdad-muchos-caminos/

martes, 21 de enero de 2025

Video con comentario al Evangelio del domingo 3° C

Video con comentario al Evangelio del domingo 3°C


o también en

https://youtu.be/QYAEuOZ7Ss0

Eduardo

Domingo 3C

El Mesías de los pobres canta la liberación

DOMINGO TERCERO – “C”


Eduardo de la Serna



Lectura del libro de Nehemías          8, 2-4a. 5-6. 8-10

Resumen: el pueblo entero se reúne para escuchar la solemne lectura de la Ley, el texto que los identifica como “pueblo santo de Dios”. Esta lectura recibe un solemne “amén” por parte del pueblo que celebra su identidad.

El libro de Nehemías narra la consolidación del judaísmo luego del regreso del exilio babilónico por parte de la élite que había estado cautiva. Esto supone una serie de hechos desde edilicios (reconstrucción de las murallas) hasta militares (enfrentamiento de los enemigos). El libro de Nehemías debe leerse junto con el de Esdras para una mejor comprensión. En este caso, y sin dudas, es uno de los momentos centrales de la obra, se leerá ante todo el pueblo (varones, mujeres y todos los que tienen uso de razón, lo que parece excluir a los niños) el libro de la Ley. 

Todo indica que es en este tiempo en que lo que se conoce como la Torah, la Ley (el Pentateuco) termina de darse forma, por lo que podemos decir que el texto que da identidad al pueblo es leído para que los participantes encuentren aquí su sentido como pueblo. La crisis que había significado el exilio requiere dar respuesta a la pregunta por la propia identidad. Se suele decir, con bastante veracidad que esto constituye el nacimiento del judaísmo. 

Los gestos son solemnes (el pueblo se pone de pie para escuchar la lectura) y luego de bendecir a Yahvé “con las manos en alto” y un doble “Amén”, se postra en tierra. El texto parece tener un añadido en el v.7 omitido en el texto litúrgico (con una lista de nombres, como en v.4b, también añadido) en el que se menciona una larga lista de levitas pero donde se remarca que el pueblo está de pie (no es claro, entonces si está de pie o postrado rostro en tierra).

Pero Esdras no se limita a la lectura ya que “aclara e interpreta” para que “se comprendiera” la escritura (y quizás también traducir, ya que el texto está escrito en hebreo y el pueblo probablemente hablara arameo). Esdras es presentado como un escriba. Esta tarea es destacada en seguida (y en el añadido de v.7) como ministerio de Esdras y “los levitas”.  Pero precisamente por esta lectura es que se invita al pueblo entero al gozo (no hacer duelo ni llorar), a comer comidas de fiesta (manjares grasos, bebida dulce) e incluso compartirlo con el pobre porque es día de “la alegría de Yahvé”. Esta alegría de Dios en la lectura de la Torah es la fortaleza del pueblo. La lectura continúa con la celebración de la fiesta de las tiendas (vv.13-18), la fiesta más importante en Israel. 


Lectura de la primera carta de san Pablo a los Corintios       12, 12-14. 27

Resumen: recurriendo a la metáfora del cuerpo y los miembros, Pablo destaca la importancia del respeto a la diversidad - especialmente de los débiles - en la búsqueda de la unidad.

El tema del cuerpo es muy importante en la carta a los Corintios hasta el punto que alguno ha propuesto – de modo muy razonable – que allí radica uno de los temas principales del conflicto interno de la comunidad (particularmente un conflicto entre los sectores de la élite, las clases altas de la comunidad y la gran mayoría pobre).

En este caso, la imagen del cuerpo y los miembros es utilizada – como es frecuente en el ambiente griego, por ejemplo entre los estoicos – para destacar la unidad y la diversidad. De un ambiente semejante se nutre Pablo al hacer referencia al cuerpo y los miembros que, en este caso, son “de Cristo”.

El acento en el Apóstol es destacar que ningún “miembro” existe para sí mismo, y ninguno es exclusivo. Todos están en función del cuerpo. Incluso destacará (omitido en el párrafo litúrgico) que ninguno puede decir a los demás que no lo necesita, y tampoco ninguno ha de sentirse innecesario movido por la soberbia de otros. Incluso, destaca, los más débiles son indispensables, los menos deshonrosos los tratados con mayor honor. Quienes se creen más importantes (los que hablan lenguas, en este caso) deben hacer sentir a sus hermanos más débiles como los más importantes y sentirse ellos mismos al servicio de todos.

Señalemos, antes de dar un paso más, que Pablo no está hablando de “cuerpo místico de Cristo” (ese es tema de San Agustín), sino de la metáfora del cuerpo para señalar que estamos unidos a Cristo (“místicamente”), al Cristo vivo. Tampoco que “Cristo es la cabeza de su cuerpo que es la Iglesia” que es tema de las deutero-paulinas (Colosenses y Efesios). Nos movemos en el terreno de la metáfora.

A continuación Pablo cita un texto bautismal que es conocido en la comunidad adaptado a la situación. El mismo texto lo reiterará poco tiempo después al escribir a los gálatas. Veamos breve y esquemáticamente:

Como la pregunta es por los espirituales, Pablo habla del bautismo en el espíritu; en Gálatas, como el tema es “la fe en Cristo”, el acento es haber sido “bautizados en Cristo”. En Gálatas se destaca la unidad por eso destaca que “ya no hay” mientras que en Corintios remarca la comunidad, por eso unos “y” otros están en función del “cuerpo” que les da unidad. En Gálatas – quizás influenciado por temas que anteriormente había tocado en Corinto (ver 1 Cor 11,2-16) añade que tampoco hay “varón y mujer” (ver Gen 1,27). La conclusión en Gálatas vuelve a la unidad “en Cristo” y en Corintios al Espíritu que “todos” hemos “bebido” (recordar que el espíritu a veces supone metáforas líquidas: es derramado, bebido, es agua…).

Asumiendo las imágenes del cuerpo y los miembros que revelan la necesidad del respeto a la diversidad y el valor de los débiles, el texto litúrgico retoma la referencia al cuerpo y los miembros  que da conclusión a esta parte del debate de Pablo con los “espirituales”.


Lectura del evangelio según san Lucas        1, 1-4; 4, 14-21

Resumen: el comienzo del ministerio de Jesús, reforzado por la presencia del Espíritu destaca que Jesús es el Mesías de los pobres y anuncia que su situación cambiará. Dios no permanece indiferente ante el sufrimiento.

Claramente el texto litúrgico presenta dos unidades diferentes: el comienzo de todo el Evangelio de Lucas y – saltando toda la infancia, referencia al Bautista, bautismo y tentaciones (que fueron lecturas en las semanas pasadas) – el comienzo del ministerio público de Jesús.

Lucas comienza su obra de un modo solemne, destacando su carácter “histórico” al estilo de las historiografías antiguas y en un griego excelente. El texto aparece como dirigido a un tal Teófilo del que desconocemos su identidad. Algunos han pensado que se trata de un personaje “simbólico” (teo-filos significa “amigo de Dios” con lo que el texto estaría dirigido a “todos los creyentes”), otros que se trata del “patrón” de una comunidad concreta a la que “Lucas” se dirige. 

Como puede verse en los textos que acompañamos, el vocabulario de Lucas es convencional:
“Considero, excelentísimo Epafrodito, haber demostrado suficientemente, por intermedio de los libros de las Antigüedades, a los que los han leído, que nuestro pueblo judío es antiquísimo, que tuvo origen propio y en qué forma llegó a habitar el país que tenemos en la actualidad. (…) sin embargo, puesto que observo que muchos dan crédito a opiniones malévolas, expuestas con ánimo perverso, y que no admiten lo que he escrito sobre nuestra antigüedad (…) he considerado escribir brevemente sobre el particular, tanto para rebatir la malevolencia y los dichos falsos de los detractores, como para corregir la ignorancia de los demás y para que todos se informen de nuestra antigüedad, si es que desean conocer la verdad. En lo que voy a decir utilizaré aquellos testigos que, entre los griegos han sido reputados dignísimos de crédito y conocedores de la antigüedad…” (Flavio Josefo, Contra Apión 1,1)
“Filócrates: Puesto que el informe de la entrevista que tuvimos con Eleazar, el Sumo Sacerdote de los judíos, es de interés; porque te gusta mucho escuchar con todo detalle el contenido y objeto de la embajada me he propuesto exponértelo con claridad, consciente de tu ansia de saber. En efecto, lo más grande para el hombre es ‘aprender y recibir siempre algo’, bien sea por narraciones históricas o por propia experiencia…” (Carta de Aristeas a Filócrates 1,1).

El esquema es sencillo: “puesto que” (vv.1-2 [motivo, lo hecho por “otros”]) “yo hago” (v.3 [objetivo principal, hecho de Lucas]) “para qué” (v.4 [propósito, finalidad]).

La “narración ordenada” (diêgêsis) en el vocabulario de Lucas (8,39; Hch 12,17) se utiliza en un sentido kerigmático, se trata de una “predicación”. Lucas no utiliza el sustantivo Evangelio (sí el verbo "evangelizar") por lo que diêgêsis parece aquí su sinónimo. Lo que “narrará” son las cosas que se han cumplido (plêroforêô), como las escrituras (cf. 4,16-21; 22,37; 24,25.27.44-47). El sentido es muy diferente al historiográfico, es creyente, refiere al obrar de Dios en la historia humana. Los “testigos oculares” (autóptês) no son suficientes, se requieren también los “ministros” (hypêrétês) de la palabra. El “orden” (kathexês) puede ser variado. Temático, cronológico, lógico, pedagógico… En Hch 11,4 Pedro explica “en orden” lo ocurrido, lo que parece indicar un orden lógico antes que cronológico. La próxima escena (en la sinagoga de Nazaret) nos mostrará que el orden no ha sido cronológico sino según una lógica teo-lógica de Lucas. Conocer la “seguridad” (asfaleia), la firmeza (cf. Hch 5,23) refiere a la solidez que da estar fundada en las promesas de Dios.

El texto litúrgico pasa al comienzo de la vida pública de Jesús. Como se dijo más arriba, el orden es teo-lógico más que crono-lógico: dice que Jesús hace la lectura “según su costumbre” y nunca nos ha narrado eso más que en el sumario de v.15, y los testigos le piden a Jesús que haga lo que oyeron decir que “hizo en Cafarnaúm” (v.23) pero Jesús nunca ha estado en Cafarnaúm (recién irá en v.31). Sin dudas Lucas ha puesto aquí este texto por su carácter kerigmático. Es lo primero que dice y hace Jesús, es una suerte de “programa de vida y predicación de Jesús” según Lucas.

El texto está muy bien estructurado (aunque continúa hasta el v.30) veamos:

A.- Vino a Nazará

B. Sinagoga
                   C.- se levantó
                          D.- le entregaron el rollo
                                 E.- lo desenrolló
                                            X.- lee el texto del profeta
                                 E’. enrolló
                          D’. devolvió el rollo
                    C’. se sentó

       I.     Todos admirados

  f. Muchas viudas…     en Israel… tiempos de Elías…  pero a ninguna… enviado…    sino a Sarepta (= extranjera)
  f’. Muchos leprosos… en Israel… tiempos de Eliseo… pero a ninguno… purificado… sino Naamán (= extranjero)

        II.    Todos se llenaron de ira

      B’. Sinagoga

A’. Se marchó

Puesto que el texto es – como se dijo – programático, veamos los elementos principales:

El texto comienza con un sumario donde se informa que Jesús era “alabado”, su “fama”, las noticias sobre su persona y ministerio crecían  (4,37; 5,25; 7,17) en la zona. Y que “enseñaba” (algo frecuente en Jesús, (17x en Lc) en las sinagogas (6,6; 13,10; o en el Templo: 19,47; 21,1.37), lo que es “alabado por todos” (4,22; 8,25; 9,43; 11,27; 13,17; 19,48).

No sabemos con certeza el desarrollo de la liturgia sinagogal de tiempos de Jesús (poco más adelante – luego de la caída de Jerusalén (70 dC) – sí habrá una mayor estructuración; aunque el texto debe entenderse en tiempos de Lucas). Lo que parece es que el encargado de la sinagoga lee la Tora y luego alguno de los presentes puede leer un texto de los profetas (no sabemos tampoco si ya estaban preestablecidos los textos a leer o se trata de una lectura azarosa). Por tanto no es evidente si Jesús elige el texto, si se trata del correspondiente al sábado aquel o si se trata de coincidencia. Lo cierto, y es el tema central (particularmente por tratarse de lo “primero” que hace-dice Jesús en el evangelio), es que el relato nos señalará el “cumplimiento de las escrituras”, de “esta escritura concreta”.

Es interesante otra las diferencias entre el texto de Isaías y el texto que Lucas propone:

Isaías 61,1-2 (LXX)
Lucas 4,18-19
El espíritu del Señor está sobre mí
El Espíritu del Señor está sobre mí,
por cuanto que me ha ungido
para evangelizar a los pobres
me ha enviado, a sanar los corazones rotos
porque me ha ungido
para evangelizar a los pobres
me ha enviado
proclamar a los cautivos liberación
a proclamar a los cautivos liberación
y a los ciegos devolver la vista
y a los ciegos devolver la vista,

para dar la libertad a los oprimidos
llamar el año favorable del Señor,
proclamar un año aceptable del Señor.
y día de venganza / recompensa


Como se ve hay interesantes matices a tener en cuenta:

Lucas sigue insistiendo en la presencia del espíritu (algo que marca el comienzo del ministerio de Jesús desde el Bautismo: 3,22; 4,1.14). 

Jesús, el “ungido” (mesías, “cristo”) en Lucas es “ungido para evangelizar a los pobres”. Notar la diferencia con Isaías: allí es “ungido”, “enviado a anunciar buena nueva”, mientras que Lucas señala “ungido para evangelizar a los pobres”. Jesús es el mesías (= Ungido) de los pobres. 

El cautiverio (aijmálôtos) es sin dudas algo terrible que no ha de espiritualizarse. El texto de Isaías lo confirma (sólo aquí en el NT); lo mismo hay que decir de los “oprimidos” (thraúô, también solamente aquí en el NT). A ambos grupos se les anuncia la “liberación” (áfesis, que también puede traducirse por “perdón” aunque ciertamente no es aquí que convenga utilizarlo (Lc 1,77; 3,3; 24,47; Hch 2,38; 5,31; 10,43; 13,38; 26,18). Sin duda que en Lucas siempre significa “perdón” pero no hay que descuidar que aquí se está citando a Isaías. La otra vez que “afesis” se utiliza en este profeta invita expresamente a no leer el término en sentido “espiritualizado”: “el ayuno que yo quiero es dar libertad a los quebrantados (thraúô)”; en Jer 41,8.15.17 se refiere expresamente a la liberación de los esclavos. 

La vista los ciegos, que no se encuentra en el texto hebreo (salvo que “abrir a los cautivos” se refiera – como es posible – a la vista en el sentido de los ojos libres de poder ver el sol luego del cautiverio). Pero en Lucas, la vista a los ciegos parece tener un “plus” de sentido: los ciegos se encuentran en el texto Q que parece inspirar el texto que comentamos: 
Llegando donde él aquellos hombres, dijeron: «Juan el Bautista nos ha enviado a decirte: ¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?» En aquel momento curó a muchos de sus enfermedades y dolencias, y de malos espíritus, y dio vista a muchos ciegos. Y les respondió: «Vayan y cuenten a Juan lo que han visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia a los pobres la Buena Nueva; ¡y dichoso aquel que no halle escándalo en mí!» (7:20-23).

Y también los encontramos en una unidad propia de Lucas: “Cuando des un banquete, llama a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos” (14:13) y en la parábola que lo acompaña: «Regresó el siervo y se lo contó a su señor. Entonces, airado el dueño de la casa, dijo a su siervo: «Sal en seguida a las plazas y calles de la ciudad, y haz entrar aquí a los pobres y lisiados, y ciegos y cojos.» (14:21). Como se ve, los ciegos se encuentran en paralelo a los pobres, y se celebra que su situación cambiará: los ciegos verán, los pobres tendrán “buenas noticias” (= evangelización). 

El evangelizador de los pobres celebra que el espíritu lo ha ungido para proclamar el cambio de situación en la vida (terrible) de los pobres, lo mismo que ocurrirá en la de los ciegos y los cautivos. Y – obviamente – si la buena noticia de los ciegos es que verán, y los cautivos serán liberados, la buena noticia para los pobres es que dejarán de serlo. El tema es central en Lucas a lo largo de su Evangelio (y Hechos), por lo que es razonable que Lucas lo ponga en el “discurso programático”. E insistimos que no se ha de espiritualizar la realidad de los pobres de Lucas (no se refiere a “pobres de espíritu”, sino a personas que tienen “malas noticias” a las que el “mesías de los pobres” les anuncia que su situación cambiará.

Este cambio de situación en el texto de Isaías se concreta en el año jubilar, el “año favorable” (notar que Lucas omite la referencia a la venganza, lo cual es indicio de su evangelio de la paz). El “año favorable” sólo se encuentra en los dos textos que comentamos (Isaías y Lucas) pero en la Biblia es llamado “año de liberación” (áfesis, de perdón) al año jubilar (cf. Lev 25), el año en que se perdonan las deudas económicas, se liberan los esclavos, se rescata la tierra y devuelven las prendas.

Es interesante que Jesús termina el texto allí y se sienta. Lucas señala que “todos los ojos en la sinagoga estaban fijos en él” (“fijar la vista” es propio de Lc en el NT: 2x en Lc 10x en Hch y sólo 2x en Pablo en la misma unidad: 2 Cor 3,7.13). La palabra esperada de Jesús es sumamente simple, pero muy importante en Lucas: “hoy se ha cumplido ante ustedes esta escritura que han oído”. Sin duda el acento está puesto en el “hoy” que es término frecuente en Lucas (2,11; 5,26; 12,28; 13,32.33; 19,5.9; 22,34.61; 23,43). No se trata de cualquier “hoy”, es “el día de la salvación”, el “hoy” de Dios. Al comenzar su ministerio Jesús, “todos verán la salvación de Dios”. Hoy se cumple la escritura del tiempo de liberación y el mesías de los pobres celebra la vida nueva que trae, anuncia e inaugura.


Dibujo tomado de doroteiasprovsul.com.br