domingo, 28 de febrero de 2021

El odio a la vuelta de la esquina

 El odio a la vuelta de la esquina

Eduardo de la Serna




Con mucha frecuencia, para saber a fondo qué significa una palabra, es bueno mirar la contraria. Puede resultar peligrosamente binario, pero no deja de ser útil. Pero, para lograrlo bien, es imprescindible, a su vez, mirar con profundidad el sentido del que es a su vez su antónimo. Podemos decir que lo contrario del odio es el amor, y no estaríamos errados, pero si entendemos bien qué se entiende por amor, por cierto. Si por amor entendiéramos algo meramente sensible, que se siente o deja de sentir ocasionalmente, y hasta frívolamente, si no le descubrimos una profunda carga vital, e incluso “moral” (valga la imagen) tampoco lo tendría el odio. Pasaría a ser algo circunstancial, y hasta razonable, sin valoración alguna, sin una carta ética. En cambio, estamos quienes creemos que el amor es la expresión sublime de la humanidad (y la divinidad), que es vida y dador de vida. Vida plena, y plenamente humana; no me refiero a la biológica. Así, el odio es expresión plena de inhumanidad, es mortal y asesino. Y también de vida plena, no meramente biológica hablamos como matada. El amor remite, sin dudas, a la vida. Y con ella a la felicidad y la alegría, a la paz y la verdad, la justicia y la esperanza. Todo lo contrario, ocurre con el odio. El que odia quiere que lo odiado desaparezca (verbo horrible en nuestra historia), sea física o existencialmente. La destrucción es un propio del odio y de los odiadores. Por eso es muy interesante mirar sus rostros: fríos, indiferentes a veces, con rictus de desprecio en ocasiones, con venas hinchadas, ojos inyectados con frecuencia y discursos de muerte, física o simbólica siempre. Así como hay cientos de palabras que nos remiten al amor, y nos dejan henchido el corazón de solo pensarlas, y más aún de vivirlas, hay también otras tantas – generalmente los antónimos de las anteriores – que envenenan las entrañas, que provocan malestar. Y malquistan.

Y aunque no sea un sino, una carga irremontable, un destino irremediable, hay personas que no hacen o no saben sino odiar. Y, como una garrapata social, se hinchan y alimentan de la vida de otros, crecen y crecen cuanta más vida extraen. Y, como vinchucas también sociales, cagan además de chupar sangre, y le afectan el corazón social a un pueblo con un tripanosoma cruzi para el que no hay vacuna, y no pretenden que la haya. Que haya una sociedad, o parte de ella, enferma y muy enferma les resulta conveniente. No para poder brindarles salud, en la que no creen si no puede pagarse, como todo en lo que creen, sino para que el odio crezca, se multiplique y difunda. El odio se alimenta de odio, lo engendra y multiplica.

En una actitud de diálogo, suelen encontrarse dos (día) personas con opiniones (logos) diferentes. En un encuentro, lo que se pretende, lo primero es entender bien qué es lo que piensa, entiende y sostiene la otra parte. Es el primer paso. Después expresar lo propio para que la otra parte también dé ese paso. En ocasiones, eso no implica cambiar de opinión, pero sí, al menos, entender y respetar, aunque no coincidamos con la otra parte. Sin embargo, a veces, algo se cambia de un lado y/o del otro. El diálogo es una expresión de amor: la otra parte cuenta para nosotros, y no implica perder la propia identidad, ni la propia “opinión”, que seguimos sosteniendo. Es lo contrario del monólogo, en la que uno (mono, ¡y no es ironía!) sostiene y hasta impone su discurso (logos) a todos los demás; sus personas, sus opiniones, sus criterios no cuentan, solo hay “uno”. Después sí, se podrá disfrazar el monólogo odiante de buenos modales, de buena publicidad, o de “no hay otro discurso posible” … Obviamente, pretender día-logar con un mono-logista es un absurdo. Simplemente porque, aunque lo parezca, no habría dos (día), porque para éste, el otro no cuenta.

Basta con mirar las marchas odiadoras a las que nos acostumbran, basta con mirar sus signos mortuorios (insisto que el odio es transmisor de muerte), o escuchar los ruidos de cacerolas vacías y alacenas llenas, para saber que para ellos muchos de nosotros no contamos. Y si pudieran contagiarnos de su odio serían felices; y si no lo logran, nos quieren muertos… o desaparecidos (e insisto en el verbo, porque desde 1983 a la fecha no habíamos visto a nadie que reivindicara la Dictadura, cosa que ahora se ve en casos muy aislados, pero se ve). El odio los cría y ellos se juntan. Perdónenme si elijo quedar del otro lado de su grieta.

 

Foto tomada de http://www.motoreconomico.com.ar/politica-nacional/la-derecha-y-sus-smbolos-de-muerte-la-macabra-instalacin-de-bolsas-mortuorias-en-el-27f

viernes, 26 de febrero de 2021

Monopolio del envenenamiento

Monopolio del envenenamiento

Eduardo de la Serna



Evidentemente el márquetin, a esta altura de nuestro presente, es casi una ciencia. Imagino que una serie interdisciplinar de aportes son las que finalmente lograrán que entre o no al “mercado” (market) un determinado producto. Una campaña mal hecha puede ser un estruendoso fracaso, no sólo económico. Y, no cabe duda alguna, desde hace muchos años, esto se aplica también a los candidatos o a las políticas. Pero, al igual que en la publicidad, en el márquetin no se trata de ofrecer lo que otros necesitan, sino lograr que crean que necesitan lo que nosotros queremos ofrecer; es por eso que todo lo que sería ético, moral o como quiera que se lo llame, es dejado de lado. Ya no se trata, en este caso, de mostrar que determinada/s política/s es la mejor para nuestro presente, sino convencer, aunque sea absolutamente falso, a la mayor cantidad de gente posible que esa política es necesaria. Y única. La falta de escrúpulos, la mentira, la trampa es algo constante. Y más de uno recordará los nombres de Durán Barba y Marcos Peña en Argentina.


Así, por ejemplo, se crean estereotipos de malos/buenos, por ejemplo, recurriendo a un esquema binario al que, algunos, han llamado grieta; blancos o negros y “todos sabemos” que lo negro es malo, malísimo. Así, es evidente, aparecer combatiendo a “los malos” nos hace ver como indispensables, necesarios, fundamentales. Basta escuchar los discursos de Patricia Bullrich para entenderlo. Algo parecido se ve en otras regiones. Así un nefasto presidente latinoamericano se presentó como el gran enemigo del narcotráfico y la guerrilla ligada a tamaño mal, cuando, los que querían ver, sabían que, en realidad, lo que él quería era eliminar toda competencia. Pero el márquetin de “los malos” le permitía mostrarse como de “mano firme y corazón grande” y que muchos lo compraran pudiendo vender su producto en el mercado, o su títere.


Del mismo modo, después que durante décadas y décadas Clarín y La Nación, y hoy su pobre marioneta Carrió, envenenaron las mentes de la sociedad, nada mejor que desviar las miradas y lisa y llanamente acusar al gobierno de “envenenar” a la sociedad con una vacuna, que después resultó la mejor del Mercado. Pareciera que, en realidad, se tratara de celos, o de competencia, pretendiendo tener ellos el monopolio del envenenamiento. Digo “en realidad no”, ya que, ciertamente, resulta que la vacuna no envenena, sino que protege, pero desviar la mirada hacia allí resulta fundamental para vender el producto. Y hoy será envenenamiento, mañana las vacunas VIP, y pasado mañana que Alberto Fernández tiene caspa. La cosa es envenenar ellos y hacer creer que envenena el otro. Para que compren. De que les compremos lo que quieren ofrecernos se trata. Y, debemos decirlo, con distinto envase (packaging se llama) lo cierto es que el producto es siempre el mismo, sin escrúpulos, sin moral, aunque “mueran los que tengan que morir”. Del otro lado de la grieta lo llamamos neoliberalismo, y el contenido es muerte. Lo sabemos.


Foto tomada de https://rosaliapaz.com/2016/03/25/el-lento-envenenamiento-de-la-vida-parte-ii/

martes, 23 de febrero de 2021

Un tropezón, la caída y la fiesta de pocos

 Un tropezón, la caída y la fiesta de pocos

Eduardo de la Serna



Hace varios años, estábamos con la comunidad en una procesión. Había llovido. Y yo, bromeando, le dije a la gente: “si el cura se resbala y se cae, antes de ayudarlo, pueden reírse, porque si ustedes se resbalan y caen, yo me voy a reír antes de ayudarlos”. Es frecuente que a muchos les cause risa ver a uno que cae. Esto, que no habla demasiado bien de la condición humana (o de algunos, para ser precisos), se potencia en política. No son pocos los que celebran, festejan, alargan y agrandan la caída del otro, especialmente si es un adversario político, especialmente cuando es tratado de enemigo. Tiene aristas comprensibles, no puede negarse, pero en muchas ocasiones, habla más de la bajeza del burlador que de la torpeza del burlado.

La torpeza del Ministro de Salud no debe celebrarse, por más que – casi nadie lo discutiría – haya sido el mejor ministro de Salud en décadas. Y digo “casi nadie” porque lo discutirían los que no dan importancia a que haya un ministerio de Salud, por cierto. Los conocemos. Los hemos padecido. Y todos sabemos qué hubiera pasado en el año que terminó si hubiera estado el macrismo y su “que mueran los que tengan que morir” en el gobierno. Hay hechos o dichos que, lamentablemente, marcan un antes y un después, y lo que se ha llamado “vacunatorio VIP” (tramposamente llamado, digámoslo) no puede pasarse por alto, ni excusarse, ni mirar distraídamente; lamentablemente, el presidente hizo lo debido al pedirle la renuncia. Es verdad que el hecho no es algo “propio” de Argentina: ya se han visto cosas semejantes en Perú, Chile, España, Francia, y en Brasil, con más perversión bolsonarista, añadamos las “vacunas de aire”. Pero tampoco se ha de agrandar el hecho como si todo y en todo fuera trampa. Los nombres que se han publicado no parecen, si excluimos aquellos que es razonable que se hayan vacunado (el ministro de economía, por ejemplo) que sea un número demasiado importante. Es verdad que “uno sólo” ya está mal, pero no es insensato dimensionar el hecho. Porque que uno solo esté mal no significa, ni remotamente, que todo esté mal, como parece querer inocular cierta prensa canalla y cierto sector opositor, no menos canalla. Si un gobierno vacunó primero a los docentes privados antes que a los de la escuela pública, también es discutible, ¿no, Larreta? No es lo mismo, además, informar que “el gobierno difundió la lista de los vacunados en el hospital Posadas” que titular “difundió una lista”, lo que insinúa que hay más… ¿no, Clarín? Y que los países pobres no puedan tener vacunas porque los países ricos las han acaparado, como informa hoy la OMS, es mucho más grave, ¿no, Canadá, EEUU, UE, etc.? Y que estos, todos estos y aquellos, se pretendan presentar como adalides de la verdad, del derecho y la transparencia, no solamente me resulta abominable y grotesco, sino también vomitivo. En lo personal, a ninguno de ellos les reconozco la más mínima autoridad para hablar mirándonos a los ojos.

Es justo que un medio (aun los nefastos) informen de algo que se ha hecho mal, es justo y es bueno que así sea. Pero sería de desear que informen con verdad y justicia (algo que lo que varios carecen absolutamente). Pero, después, cuando se transforma en una operación, lo repudiable aflora. Muestran a Macri diciendo “yo no me vacuné”, ¿cuál sería el mérito, especialmente después que vacunó a 45.000.000 de argentinos? ¡Yo tampoco me vacuné! Estoy anotado y espero mi turno, sencillamente. Cuando me toque, me alegraré, por cierto. Y por ahora me alegra ver que algunos conocidos, docentes, por ejemplo, o adultos mayores, han comenzado a ser citados y vacunados. En lo personal, es eso lo que celebro, no una metida de pata, porque lo que quiero y sueño es vacuna para todas y todos, incluso para los de Cambiemos, aunque la experiencia nos muestre que no han cambiado ni un ápice. Al fin y al cabo, como dice el sabio árabe (Omar Al-Mukhtar): son nuestros adversarios, “no son nuestros maestros”.

 

Foto tomada de https://pxhere.com/es/photo/1118321

Video con comentario al Evangelio del domingo 2º de Cuaresma

 Video con comentario al Evangelio del domingo 2º de Cuaresma




también puede verse en

https://youtu.be/BXVO8CtZaEw

Eduardo

Comentario cuaresma 2B

 Escuchar al profeta Jesús en medio del conflicto

DOMINGO SEGUNDO DE CUARESMA - "B"
Eduardo de la Serna 



Lectura del libro del Génesis     22, 1-2. 9-13. 15-18

Resumen: El texto, más allá de su prehistoria, muestra a Abraham que es presentado por el relato como un modelo de obediencia a los proyectos y propuestas de Dios, sean estas las que fueren.


Muchas cosas pueden decirse de este relato de lo que se ha llamado “el sacrificio de Isaac”. Se ha visto – probablemente con razón – como un relato en el que se justifica teológicamente la negativa a los sacrificios humanos, algo frecuente en el ambiente de Israel y también en Israel por influencia de los pueblos (ver Lev 18,21; 20,2-5; Dt 12,31; cf. 2 Re 16,3). La proliferación de la descendencia de Abraham queda justificada por su fidelidad en este contexto.

De todos modos ya en v.1 se nos indica el sentido del texto: Dios quiere “probar” a Abraham. De este modo los lectores están invitados a conocer la fidelidad del patriarca a los designios de Dios, por más crueles que estos fueren. Lo que esto significaría para Abraham queda reforzado por el triple lazo afectivo mencionado por Dios en el llamado: “tu hijo, tu único, al que amas” (v.2) luego reforzado en el diálogo donde la relación “padre” e “hijo” es resaltada (vv.6-8).El relato es llevado hasta el clímax ya que solos Abraham y su hijo, levantado el altar el niño es atado sobre la leña y estira la mano con el cuchillo. Es en el “último minuto” que Dios “provee el cordero”. 

La promesa de descendencia ya se había destacado, lo que revela una vez más las fuentes múltiples de las que se nutre el relato de génesis (12,2; 15,5; 16,10).

Es probable que la referencia a Isaac como “el amado, el único” que puede influir en dicho divino sobre Jesús en el Evangelio sea la causa de su incorporación en la liturgia.



Lectura de la carta de san Pablo a los cristianos de Roma     8, 31b-34

Resumen: comenzando un himno conclusivo Pablo refuerza su confianza en que “nadie” puede separar de Dios a sus amigos.


En varios domingos anteriores se ha ido viendo el maravilloso cap. 8 de la carta a los romanos. En este caso, lo que se ha llamado un “himno”, que comienza en v.31. En todo él se pregunta por “quién”. ¿Quién contra nosotros? (v.31), ¿quién acusará? (v.33), ¿quién condenará? (v.34), ¿quién nos separará? (v.35) finalizando con la seguridad de que “ni la muerte ni la vida ni los ángeles ni los principados ni lo presente ni lo futuro ni las potestades ni la altura ni la profundidad ni otra creatura alguna podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús” (vv.38-39).

Sin duda el acento está en señalar la firmeza de la relación de amor entre Cristo-Dios y los creyentes. Firmeza dada porque “Dios está por nosotros” (v.1). Pero esto es la conclusión de todo lo que viene diciendo (“Ante esto...”, v.1) en los párrafos anteriores; el evangelio de la salvación, la justicia de misericordia, la redención gratuita obtenida por la sangre de Cristo, la pura fe del creyente a semejanza de la de Abraham, la reconciliación con Dios, la aniquilación del poder del pecado, la incorporación a Cristo, la donación del Espíritu…

Puesto que" Dios está (en ese sentido ha de entenderse el “si Dios está”, cf. 4,2; 5,10; 6,5; 8,10.17). El “Dios con nosotros” es una expresión de confianza en Él. Es evidente que “sin Él” todo aquello anunciado es algo posible y muy probable, pero “en Dios”, “nadie” puede separarnos… (cf. Sal 27,1; 56,12; 118,6). 

La referencia al padre que no perdonó ni a su hijo también (obviamente en primer lugar alude al Padre y su hijo Jesús, cf. 3,25; 4,25) remite a la escena de Abraham e Isaac (primera lectura) releído en clave mesiánica. Lo que dará son “todas las cosas” (la plenitud de los bienes salvíficos, cf 4,13; 8,17).

En el segundo y tercer “quién” se refiera a Dios en cuanto juez (“acusar”, “condenar”) pero como uno que “justifica” (5,1).el “acusador” es una figura que remite al “fiscal” y – más tardíamente -  a satán (ver comentario al Evangelio de 1 cuaresma “B”). Los creyentes son presentados como “elegidos” lo que refiere en general a los israelitas o al pueblo de Israel. Es imposible “acusar” a aquellos a quienes el Dios juez “ha justificado” (cf. Is 50,8). Y, ¿quién podría “condenar” si el Hijo a la derecha del Padre “intercede por nosotros”?  (en 8,26 se afirma que “el espíritu intercede por nosotros”) mostrándose como una suerte de abogado defensor.


Evangelio según san Marcos            9,2-10

Resumen: Una escena estratégicamente puesta por Marcos luego del anuncio de la pasión de Jesús y de los suyos revela a Jesús en continuidad superadora de Elías y Moisés como el profeta esperado en el que la comunidad debe confiar en medo del conflicto.

El relato de la Transfiguración en Marcos está ubicado estratégicamente. Jesús no sólo acaba de comunicarle a los suyos que lo van a matar (8,31-32a) sino que ante el malentendido que esto provoca en los suyos, manifestado por Pedro (8,32b-23) preocupado por lo anunciado, le(s) afirma: “no sólo a mí me van a matar”, «si alguno quiere seguirme (= ser mi discípulo) tome su cruz y sígame» (8,34). El escándalo llega hasta el fondo. Pero la muerte no tendrá la última palabra. Es en este contexto donde Marcos pone la transfiguración que tiene interesantes contactos con la resurrección. Podemos imaginarla como un relámpago en medio de la noche. Esto, de lo que un grupo selecto acaba de ser testigo, es anticipo de lo que “viene” acompañado con el escándalo de la cruz. Sin embargo (a modo de gozne) Jesús finaliza esta referencia a la cruz señalando que “entre los aquí presentes” muchos no padecerán la muerte “hasta que vean venir con poder el reino de Dios” (9,1). De eso empezará a hablar el relato.

La escena está estructurada concéntricamente:

A.- Jesús solo con los discípulos (9,2)
      B.- Transfiguración (9,2-3)
            C.- Elías – Moisés – Jesús (9,4)
            C’.- Jesús (“ti”) – Moisés – Elías (9,5-6)
      B’.- Sentido de la Transfiguración (“este es…”) (9,7)
A’.- Jesús solo con los discípulos (9,8)

La referencia a “Pedro, Santiago y Juan” no es menor en Marcos. Son – con Andrés – los primeros llamados (1,16-20), los mismos que acompañaron a Jesús a su primer milagro, la curación de la suegra de Simón (1,29), ellos tres los mismos que son testigos de la resurrección de la hija de Jairo (5,37), son los mismos (nuevamente con Andrés) los que escucharán de boca de Jesús el anuncio de la destrucción de Jerusalén (13,3), y son – finalmente – los que acompañarán un paso más delante de los demás, a Jesús en Getsemaní (14,33). Pero son, asimismo, los que manifestarán su desconcierto cuando Jesús anuncie su pasión (Pedro en 8,33; Santiago y Juan en 10,35). El discipulado no viene dado, parece, por la cercanía o por la escucha privilegiada, sino por la fidelidad en el camino de Jesús, como el ciego de Jericó (10,52) o como Simón, de Cirene (15,21).

El relato presenta una importante cantidad de paralelos con la tradición de Moisés: “seis días” (cf. Ex 24,16), tres compañeros (Ex 24,1.9) ascenso a la montaña (Ex 24,9.12-13.15.18; 34,4), vestidos resplandecientes (Ex 34,29), Dios se revela en una nube (Ex 24,15-16.18), una voz desde la nube (Ex 24,16) paralelos que se refuerzan más aún en textos para-bíblicos (Filón de Alejandría por ejemplo). Sin embargo no hay que detenerse excesivamente en estos paralelos ya que también hay otros: Adán y José, por ejemplo. 

En Marcos el monte (óros) es el lugar donde Jesús convoca a los discípulos a su seguimiento (3,13), o un espacio donde Jesús se retira a rezar (6,46). En este caso se aclara que es un “monte elevado”. La referencia a que se trata del monte Tabor no solamente es un dato legendario, sino que resulta improbable ya que había allí un destacamento militar. De todos modos, evidentemente, no es esto lo importante. El término “transfigurar” (metamorfoô) fuera de este relato (en Mateo y Marcos, Lucas lo reemplaza diciendo que su “rostro fue otro” [9,29]) se encuentra también en Pablo:


«Mas todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, nos vamos transformando en esa misma imagen cada vez más gloriosos: así es como actúa el Señor, que es Espíritu». (2Cor 3:18)

«Y no se acomoden al mundo presente, antes bien transfórmense mediante la renovación de su mente, de forma que puedan distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto». (Rom 12:2)

Como se ve, en ambos casos se trata de un cambio profundo interior a semejanza de Cristo. 

El acento está puesto en los vestidos a los que califica de resplandecientes, brillantes. Se acota que es blanco (término que sólo se repite en 16,5 aludiendo al joven en el sepulcro que anuncia a las mujeres que el crucificado ha resucitado) como no puede blanquearlas batanero o tintorero alguno (cf. 2 Re 18,17; Is 7,3; 36,2: el “campo del tintorero”). En el A.T. Dios blanquea al pecador que se acerca a Él: Sal 51,9; Is 1,18; cf. Ap 7,14). 

A “ellos” (no a Jesús solamente) se les aparecieron Elías y Moisés. Es interesante el orden, indicio de que no pretende – Marcos – resaltar a Moisés (como por ejemplo diciendo “la Ley y los Profetas”, cosa que sí parece resaltar Mateo). Es muy probable que lo que se esté intentando es destacar dos grandes profetas de Israel, y la preeminencia de Elías se deba a las motivaciones que señala el diálogo final acerca de la resurrección y los tiempos finales (que la trasfiguración anticipa).

Pedro, que toma la palabra como “portavoz” de los presentes alude a tres “carpas”, por lo que se ha pensado que el contexto es la fiesta judía de las tiendas. De todos modos, aunque así fuera, no es el tema que Marcos intenta destacar. Es bueno no mezclar lo que puede haber ocurrido históricamente (que no es el caso investigar aquí) de lo que Marcos quiere predicar(nos). La referencia a las vestiduras que remite – como se dijo – también a Adán, que antes de la caída tenía vestiduras resplandecientes en algunas tradiciones judías:


«Y el Señor Dios hizo a Adán y su mujer túnicas de pieles (‘or), y los vistió (3, 21). En la Torá de R. Meir encontró escrito: ‘Vestimentas de luz’ (or): esto se refiere a las prendas de Adán, que eran como una antorcha [derramaban resplandor], ancho en la parte inferior y estrecha en la parte superior. Isaac el Viejo dijo: Ellos eran tan suaves como una uña y tan hermosa como una joya. R. Johanan dijo: Eran como las vestiduras de lino fino que vienen de Bet-seán. Prendas de piel que significan aquellas que son más cercanas a la piel. R. Eleazar dijo: Estas eran de piel de cabra. R. Joshua dijo: De piel de liebres. R. José b. R. Hanina dijo: Era una prenda hecha de piel que es lana. Resh Lakish dijo: Era de lana circasiana, y fue utilizada [después] por niños primogénitos. R. Samuel b. Nahman dijo: Eran hechas de la lana de camellos y la lana de las liebres. Prendas de piel significa de los que se produce a partir de la piel» (Genesis rabba 20,12).


De este modo la referencia a “qué bueno es estarnos aquí” podría estar haciendo alusión a una suerte de sentirse en el paraíso.

También un texto del apócrifo de Henoc nos pone en un marco semejante:


«En esos días me arrebató una tormenta de viento de la faz de la tierra y me puso en el borde de los cielos. Allí tuve otra visión: la morada de los santos y el lecho de los justos (…) En esos días vieron mis ojos al Elegido por la justicia y la fe, en cuya vida habrá justicia, y los justos y elegidos serán innumerables ante él por toda la eternidad. Vi su morada bajo la égida del Señor de los espíritus, y todos los justos y escogidos resplandecían ante él como luz de fuego, y sus bocas estaban llenas de bendición, y sus labios alababan el nombre del Señor de los espíritus. La justicia ante él no se agotaba, ni la verdad cesaba junto a él. Allí quise morar, y deseó mi espíritu tal mansión, donde ya tenía parte, pues así me fue asignada ante el Señor de los espíritus». (1 Henoc 39,3-8)


El Evangelio aclara que Pedro no sabía “qué responder”, pero no habiendo pregunta podemos suponer que se refiere a que no sabía cómo responder al acontecimiento. La razón es el temor reverencial (ékfoboi). Así continúa un tema característico de Marcos que es la incomprensión, particularmente de los discípulos ante la realidad de Jesús que precisan una palabra que clarifique su constante malentendido (v.7).

La “nube”, la “sombra” y la “voz” remiten a las teofanías (cf. Ex 34,29-30; 40,38) con lo que se prepara la intervención de Dios a los testigos. La voz repite las mismas palabras que “una voz de los cielos” dijo en el bautismo de Jesús (1,11) aunque allí dirigida a Jesús (“tú”) y aquí a los testigos, (“este es”), el “hijo”, y se acota: “¡escúchenlo!”, que es lo que se debe hacer con el “profeta” semejante a Moisés (Dt 18,15). Escuchado esto, “de pronto”, súbitamente se encontraron solos con Jesús. Lo que se debía decir ya estaba dicho, la voz que ahora hay que escuchar, la nueva voz profética para los seguidores de Jesús es la suya propia, ya no la de los grandes profetas. 

La escena finaliza con Jesús “solo con ellos”. Una comunidad, como la de Marcos, que vive inmersa en una situación de conflicto y muerte (“tome su cruz”) es llamada por Jesús en “un monte” para “estar con él” (3,14). Así como Dios protegió a Moisés y Elías, y protegió a Jesús resucitándolo, ahora nos reitera el autor que los discípulos están “con Jesús”, él no los deja solos, incluso en momentos en que no saben qué decir por el miedo (9,6; 13,11).

El relato finaliza con el diálogo entre Jesús y Pedro, Santiago y Juan (vv.9-13). El texto litúrgico se interrumpe en v.10. Hay aquí algunos elementos a tener en cuenta brevemente:

Hay una relación entre la transfiguración y la resurrección, como se ha insinuado. En cierto modo esta escena es una suerte de “anticipo” de la resurrección.

Ellos “observan este pedido” a diferencia de lo que hacen tantos que cuando Jesús manda callar no resisten y hablan a todos.

Sin embargo ellos no comprenden “qué significa eso de resucitar de entre los muertos”. Es probable que lo supieran; el acento no está en qué significa “resucitar” sino la resurrección “del hijo del hombre” ya que en general la creencia en la resurrección era popular. Se esperaba para el “final de los tiempos” (“aquel día”, Dan 12,2) la resurrección; pero si el “hijo del hombre” iba a resucitar y ellos estarían vivos sin duda es algo desconcertante para sus expectativas.

El diálogo luego continúa en ese sentido (acerca de Elías) pero está omitido en la liturgia.


Foto tomada de www.1zoom.me

domingo, 21 de febrero de 2021

Vacunagate

 Vacunagate

Eduardo de la Serna




Ya se ha comentado la actitud de ciertos eclesiásticos de aprovechar su situación de poder para acceder a la vacuna contra el Covid-19. Es evidente que se mezclan una serie de elementos que no se pueden olvidar. Las vacunas llegan muy limitadamente, lo que es sensato en una pandemia. En poco tiempo se espera que haya suficientes para toda la población mundial, lo que es – sin duda alguna – imposible. A eso ha de sumarse, en muchos casos, el hastío, y – peor aún – el temor. Especialmente cuando se ve o conoce gente cada vez más cercana que ha enfermado, que la ha transitado muy mal, o incluso que ha muerto. Sin duda que todo eso no ha de minimizarse. Pero, y acá el Estado, debe haber una escala de criterios, los cuales se han de respetar. El riesgo de muerte, por ejemplo, en base a datos estadísticos serios, es, razonablemente, uno de ellos. Y prioritario. Por eso, luego de vacunar al personal de salud, se han optado por los adultos mayores que son los que más riesgo tienen.

El aprovechamiento de contactos, o relaciones desde el poder o las influencias, es ciertamente grave. Es olvidar, o desentenderse, que vivimos en una sociedad. Y que, por tanto, formamos parte de ella, no somos “el ombligo”. Insisto, que ya he señalado los casos de España y Perú, y no me extrañaría que hubiera otros.

Los casos que se han hecho públicos en Argentina merecen un breve comentario. No parecen haber sido eclesiásticos (aunque… insisto… dudo) sino personas con contactos. No es menos grave en el hecho, aunque eso de que “el buen pastor da la vida por las ovejas” no forma parte de lo normativo de los “influyentes”. Pero no voy a dejar de lado que la oposición vio la oportunidad para pegar, incluso donde no es justo hacerlo. Lo cual revela su calaña, por cierto. Porque no le importa ni las vacunas ni los vacunados o no, sino que solo le importa sembrar más odio, que es donde pueden recoger tempestades. Se ha incluido en la lista mediática a personas que debían recibirla (y no ha de extrañarnos que en los próximos días se lo siga incrementando). Curioso, insisto, que ayer insistían en que debíamos salir, que esto era una infectadura, luego que se quería envenenar a la población, y ahora, en lugar de celebrar que han envenenado a los amigos, se protesta porque el envenenamiento no fue en otra dirección. Curiosamente, además, la denuncia incluyó a un directivo del principal poder opositor el cual lo desmintió. Siendo que todos sabemos que éste miente, no veo por qué deberíamos creerle en esto.

Pero esto no es algo propio de nuestro país. Ya se ha dicho que en Francia se ha vacunado Nicolás Sarkozy, que no es de edad o salud de riesgo, por ejemplo. En todas partes se cuecen habas, dicen.

Pero yo me quiero detener en otro aspecto que, en lo personal, me escandaliza mucho más. Nunca he logrado, en uno de mis frecuentes fracasos, que se acepte que estamos colonizados en una mirada sumisa: cuando me decían que en los sistemas comunistas la gente no se puede ir del país, yo coincidía con el dicho, pero – agregaba – en los sistemas capitalistas tampoco, porque no puede pagarlo. Pero como el dinero está aceptado como del “orden normal”, está naturalizado, mi planteo no fue aceptado. Y, en la misma línea, si bien es grave (lo hemos dicho) que haya quienes aprovechen sus influencias para conseguir la vacuna, pareciera que no es gravísimo que haya quienes la pueden conseguir porque pueden pagarla. El caso de Canadá, que compró vacunas para 4 o 5 veces su población me resulta escandaloso y merecería el repudio internacional. Pero “la pagaron”, mientras que África, Asia, el este europeo, América Latina no puede pagarla (o no tanto) y entonces, se demorará lo que deba. Al fin y al cabo, “¡que mueran los que tengan que morir!” como dijo el innoble. Y me pregunto si no es aún más indignante... Porque si el nuncio de Perú se vacunó, le quitó la vacuna a uno o una que la necesitaría. Porque hay 350.000.000 de personas que quedaron sin vacunarse, porque Canadá se abasteció de sobra (según el censo de 2019). Y lo mismo ha de decirse de otros lugares, valgan estos de (mal) ejemplo. Y de dimensionar las cosas como parece sensato hacerlo. Si no, como se ha dicho, nos escandalizaremos por unas 5000 vacunas, y no de los parques eólicos, los servicios eléctricos, las autopistas, las centrales eléctricas y demás “minucias” … porque parece que, si se roba, es grave cuando se roba en pequeño, pero es razonable si se roba “a lo grande”. Tan razonable que en Comodoro Py los aplauden.

 

Imagen tomada de http://andreagavio.com/poesia-poderoso-caballero-es-don-dinero-de-quevedo/

sábado, 20 de febrero de 2021

No somos perfectos… hacia allí vamos

No somos perfectos… hacia allí vamos


Eduardo de la Serna



En su fascinante carta a los Filipenses, Pablo se enfrenta con que, en la comunidad, se han introducido, o infiltrado, grupos que enseñan algo diferente a lo que él había enseñado. Pablo sabe que los filipenses no les harán caso, pero quiere reforzar la argumentación (cap. 3).


Lo que los infiltrados pretenden es que la propuesta de Pablo no es “ortodoxa” y para gozar de las bendiciones de Israel, hay cosas que no pueden faltar (particularmente la circuncisión). Pablo, entonces, se ve en la necesidad de defenderse mostrando que él era una suerte de campeón de todo eso, pero que al haber “alcanzado” a Cristo, todo eso, que él valoraba tanto, ahora es – para él – como un excremento. A continuación, juega con las palabras, mostrando que él, que fue perseguidor, fue a su vez perseguido por Cristo. Y, para escándalo de muchos, recurre a las imágenes gimnásticas, especialmente la de una carrera. Y, acá el tema, deja claro, que no lo ha alcanzado, pero corre para alcanzarlo. Que tiene claro que él no es, ni nosotros somos, perfectos (teleioi) pero que debemos serlo. Hay, como se ve, una tensión, entre lo que somos y aquello hacia lo que corremos, lo que debiéramos ser, o hacia lo que tendemos. Pero, y esto lo resalta, lo que somos, además, no es nuestro mérito, nuestro esfuerzo, nuestro cumplimiento de la ley, sino nuestra confianza, fidelidad en Cristo. En un nuevo juego de palabras dice que no alcanzó la meta ni la perfección, pero espera alcanzar a Cristo como Él, a su vez, lo alcanzó. Pero luego afirma que entender esto nos transforma en “perfectos”.


Los filipenses son la comunidad preferida de Pablo (“mi gozo y mi corona”, 4,1), pero no ignora que la vida de fidelidad al proyecto de Dios es una tensión, una carrera, un tender a una perfección (= plenitud). Sería por lo menos ingenuo, entender que la fidelidad al proyecto de Pablo implica vivir definitivamente la fidelidad. De hecho, el esquema mental habitual en el Apóstol está reflejado por una tensión entre el indicativo y el imperativo, que se puede expresar de este modo: “somos santos, seamos santos” (ver 1 Cor 5,7), es decir, hay una realidad que ya hemos adquirido por la fe, pero no siempre, no frecuentemente, vivimos coherentemente con ella. Y es hacia eso que debemos tender. La vida es, así, una carrera hacia la meta, es una dirección.


Esta tensión, que a veces se ha llamado, entre un “ya” y un “todavía no” marca una dirección. Pero, y acá mi tema final, “excremento” sería creer que no hay una dirección hacia la que correr, quedarse en el “no hay nada más”. Pero también falso sería entender que “ya” estamos, que ya somos perfectos. Y si esto vale para la vida creyente, imagino que también ha de tenerse en cuenta en otros órdenes de la vida. La política, por ejemplo. 


Foto tomada de https://www.caracteristicas.co/atletismo/

jueves, 18 de febrero de 2021

Una Iglesia “desde arriba” y otra “desde abajo”.

 Una Iglesia “desde arriba” y otra “desde abajo”.


Eduardo de la Serna



Pensar y obrar es, o debe ser, constitutivo de la Iglesia. Es sensato que el obrar esté motivado por un pensamiento que le dé sustento. Una acción “pastoral” debería estar nutrida de una “teología pastoral”. Por supuesto que hay muchas y diferentes teologías, y por eso hay diferentes pastorales. Es sensato. Y bueno, en la medida en que las teologías sean sensatas y buenas.

En teología, por ejemplo, en el tema “trinitario” se ha hablado de una Trinidad económica y de una Trinidad ontológica… Es decir, mirar el tema de la Trinidad desde lo que se dice de ella (ontológica) o cómo vamos, de a poco, accediendo al tema (económica). Es decir, una es una mirada “desde arriba” (ontológica) y otra una mirada “desde abajo” (económica). No es a esto a lo que me quiero referir, aunque, sin duda, no es ajeno a ello. Por lo que sabemos, desde Karl Rahner a nuestros días, los trabajos sobre la Trinidad empiezan mirando “desde abajo” para ir llegando a lo que, más adelante (los Concilios, por ejemplo) decimos sobre la Trinidad.

Que en muchos lugares la Iglesia Católica Romana es “un poder” difícilmente es algo que pueda discutirse. Ciertamente lo es más en algunos lugares que en otros, y en algunos la situación es dinámica, y si bien ayer fue poder hoy no lo es tanto, y no es fácil saber si volverá a serlo o se habrá perdido definitivamente. Hay dos términos que son ambiguos y quisiera muy brevemente precisarlos: “poder” y “autoridad”. Ambos pueden entenderse positivamente, negativamente o incluso de un modo variado. Aquí entiendo poder como una instancia “poderosa”, como una entidad (poder ejecutivo, cuarto poder…) mientras que “autoridad” lo entiendo como credibilidad, (no como que “es” autoridad, sino que su palabra “tiene” autoridad por ser creíble la persona en cuestión). Lo señalo porque creo que en algunos lugares la Iglesia tiene/es poder; en otras tiene/es autoridad. Es cierto que en ocasiones estos se mezclan. De ahí la ambigüedad señalada.

En los países de tradición católica casi hegemónica, la Iglesia es (o era, quizás en Argentina, por ejemplo) un poder. Y, por tanto, podía o puede conseguir cosas “desde arriba”, desde una relación de poder a poder. Y aquí quiero entrar de lleno en tema: las vacunaciones clandestinas de obispos en España, o del Nuncio Apostólico en Perú, son obvias actitudes desde el poder (“puedo”). Pero, creo, esas actitudes le restan autoridad a la Institución, pierde credibilidad. Y valga esto, también, para otros modos de relación: tengo contactos con… y me relaciono desde allí. Por tanto, puedo conseguir cosas que, si no fuera desde el poder, no podría conseguir, sea para beneficiar a otros, o sea para beneficiarme a mí. Es evidente que una Iglesia “desde abajo” no “podrá” conseguir esos beneficios, ni para sí, ni para otros. Le tocará esperar los mismos tiempos de los pobres. Por tanto, por caso, no podrá vacunarse hasta que no sea su turno. O no podrá conseguir vacunas para otros. Es evidente que no es lo mismo cuando desde arriba se consiguen cosas para otros que cuando se consiguen para sí, pero ambos casos revelan una concepción de una Iglesia que se relaciona desde el poder. Los casos de vacunaciones clandestinas (en Perú han hablado de “vacunagate”) son particularmente escandalosos. Algún obispo incluso logró la vacunación de su hermana y su cuñado. El Evangelio [y lo ha repetido el Papa en Fratelli Tutti (e tutte, añadimos)”] nos invita a mirar, pensar y vivir “desde abajo”, y a los pastores los llama a arriesgar su vida por su pueblo (= ovejas). Nada más ajeno que aquel que se vacunó, con lo que les restó una vacuna a otros y no esperó el turno cuando le tocara. No es solamente una actitud de indignación (irremediable, porque no puede darse marcha atrás, aunque algunos obispos españoles, en expresión de la poca vergüenza que les quedaba, renunciaron a darse la segunda dosis). Mi planteo es eclesial. Es casi irónico escuchar que algunos hablan, desde “adentro”, de que hay quienes combaten la Iglesia. En lo personal, creo que pocos, si alguien, hacen más mal a la Comunidad eclesial que los malos testimonios de Evangelio, sea con las vacunas, sean con las relaciones con el poder, sea con la complicidad en estos u otros casos. La falta de credibilidad (autoridad) de la Iglesia argentina en muchos, ¡muchísimos!, lugares, creo que sin duda se debe a que como poder no ha estado donde se esperaba que estuviera, en la Dictadura cívico-eclesiástico-militar, o en el enfrentamiento de leyes en los que se paró como poder ante la sociedad sin escucharla, sin oír sus gemidos y clamores. Así perdió autoridad, y con ella la oportunidad de que su palabra quiera ser escuchada, se la busque por nutritiva, se la mire por referente. La historia de la Iglesia abunda en casos de uno y de otro criterio. No está de más mirar bien abajo, para que no ocurra que, dentro de 500 años, alguien arriba pida perdón, y quizás, sin demasiada convicción.

 

Foto tomada de https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-56101527

martes, 16 de febrero de 2021

El sentido de la muerte

 El sentido de la muerte

Eduardo de la Serna



La vida, y, por tanto, la muerte, no tienen un sentido. Por eso algunes la orientan en una y otres en otra dirección. Pero sí podemos darle un sentido, es decir, dirigirlos hacia un modo de vida, hacia una razón. De allí la clásica frase que, por lo que sé, pertenece al gran Helder Cámara: “quién no tiene una razón para morir, no tiene una razón para vivir”.

Podemos afirmar, además, que la dirección que uno imprima a su vida no necesariamente es la que otres reciben. Un ejemplo evidente es entender que yo puedo disfrutar el sentido que doy a mi vida, pero que ese tal sentido, perjudica, o trastorna la vida de otres. Esto es algo, en muchísimas ocasiones normal. Por ejemplo, en el amor. Uno puede amar a cierta persona, y, eso provocar, desazón en otras por no ser elegidas… Sin duda, lo que solemos llamar “realización”, en un primer momento, vendrá dado por la concreción de la dirección que cada quién imprime a su vida. Es decir, yo puedo sentir que mi vida ha alcanzado un sentido, pero ese tal puede no ser celebrado por otros.

Valga esta introducción para entender ciertas vidas. Y ciertas muertes. Especialmente vale para las vidas públicas. Alguien que se ha dedicado a la política, por caso, es de esperar que realiza su sentido en la medida en que ha alcanzado, en mucho, o en parte, la felicidad de su pueblo. Por supuesto que puede haber quienes finjan celo político, pero – en realidad – su meta es concretar negocios, enriquecerse, lograr fama o poder (lo hemos experimentado en nuestro pasado inmediato)… Pero, por el objetivo aparente, puede, de todos modos, evaluarse por el logro público o no.

La reciente muerte del ex presidente, senador, gobernador Carlos Menem, puede pensarse en esta clave, sin duda. La falta de congoja popular, evidentemente “algo dice”. Obviamente, es lógico, que muchos de sus antiguos compañeros, aliados (“cómplices” diría alguno) y sus familiares se entristezcan. También es lógico que oficialmente se haga un cierto reconocimiento protocolar. Pero, resulta evidente, que el neoliberalismo, que se introdujo por la fuerza en un gobierno dictatorial y genocida, y no se sostuvo, necesitaba entrar “popularmente”, para lo que fue necesaria la traición. [En un segundo (o tercer momento, el macrismo) fue necesaria la mentira y el odio.] Pero, en lo personal, nada de esta muerte me entristece. Ciertamente no me alegra, ni la celebro. Pero entristecerse, o dolerse, es otra cosa. Murió uno que destruyó las raíces más profundas de la solidaridad, la justicia social, la vida y el futuro con esperanza de un pueblo. Uno aplaudido por Alsogaray y abrazado con Isaac Rojas, nada menos. Alguien reconocido por Mirtha, Malena, Domingo Felipe, obviamente, y muchos, muchísimos otros innombrables. Murió impune uno que hace patente la falta de justicia (o la justicia direccionada y manipulada, que, en este caso, es lo mismo). Los organismos de Derechos Humanos, ciertamente, no harán duelo, como sí lo harán los genocidas y sus familiares. Se podría hacer una larga lista de hechos lamentables de su gobierno, ¡muy larga!; simplemente valga a modo testimonial ver la lista de quienes lamentan su muerte y la de quienes sólo cuestionan su paso por la función pública. Y mirando los nombres, es evidente de qué lado elijo quedarme.


Foto tomada de https://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Bandera_de_Argentina_a_media_asta.jpg

Video comentando el Evangelio del 1er domingo de Cuaresma

 Video comentando el Evangelio del 1er domingo de Cuaresma



también puede verse en


Eduardo

Domingo Cuaresma 1B

 Jesús confronta y vence las fuerzas del anti-reino

DOMINGO PRIMERO DE CUARESMA - "B"

Eduardo de la Serna



Lectura del libro del Génesis     9, 8-15

Resumen: Dios establece con Noé y todos los vivientes una alianza unilateral por la que se compromete (= promesa) con toda la tierra a no repetir el diluvio.


Un número importante de la élite judía se encuentra cautiva en Babilonia y allí debe profundizar su fe que corre el riesgo de quebrarse. En ese contexto profundizará la alianza con Dios (la cual ha quebrantado, y por eso ha perdido la tierra y ha sido conducido al exilio). Esta alianza, por otra parte, suele tener elementos que la visibilicen (la circuncisión [Gén 17,9-14], el sábado [Ex 31,12-17], las reglas de pureza, por ejemplo). En el relato litúrgico (que en realidad continúa hasta v.17) se remarcan las ideas de “alianza” (vv.9.11.12.13.15.16.17) y “señal” o “signo” (vv.12.13.17) que es el “arco” (vv.13.14.16). Tres  veces se resalta la importancia de la palabra divina insistiendo con “Y dijo Dios” (vv.8.12.17). El arco sirve de señal, y esta sirve para que Dios “recuerde”. No se refiere al olvido divino, sino al campo semántico de la “promesa”. En este sentido, se trata de una alianza que podemos calificar de “unilateral” ya que no supone una “contrapartida” de parte de la humanidad, como sí ocurre en las otras mencionadas…

El esquema es evidente:

a.- esta es la señal de la alianza que pongo… todo ser viviente (v.12)
b.- mi arco iris… señal… alianza entre yo y la tierra (v.13)
c.- ver el arco iris… recordaré mi alianza… “toda carne” (v.14-15)
c’.- no habrá otra vez diluvio para “toda carne”
b’.- estará el arco iris… recordar… alianza entre Dios y todo viviente (v.16)
a’.- esta es la señal de la alianza que establecí… toda carne (v.17)



Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro     3, 18-22

Resumen: La muerte y resurrección de cristo es plenamente solidaria con la humanidad, del presente, el futuro e incluso del pasado. Y esta solidaridad se alcanza gracias al bautismo.


El inicio de la unidad litúrgica ya fue comentado el Domingo 6 de Pascua (ciclo A). Lo repetimos y seguimos el desarrollo del texto.

Murió “una vez” (hápax) indica la consecuencia definitiva de su obra salvadora (“por los pecados”) de modo que no es necesario nada más (tema habitual en Hebreos, x8). Lo absoluto de su muerte enseña el “extremo” del amor de Jesús al que los cristianos se encuentran llamados.

Por nuestros pecados”: el sentido de la muerte “por” es un tema característico en el primer cristianismo (1 Cor 15,3; Gal 1,4; Heb 10,12; 1 Jn 2,2; 4,10). La salvación que trae ha derrotado la fuerza del pecado de un modo universal.

Es “justo”, algo que en la carta aparece ligado al cumplimiento de la voluntad de Dios (2,23; 3,12.18) como se ve en el paralelo. Por otra parte, la relación con el “Justo” sufriente de Isaías 53 (frecuente en 1 Pe, cf. 1,18-21; 2,21-25; 3,18-22) revela un sentido “cristológico”.

Muerto en la carne y vivificado en el espíritu alude a la muerte violenta que otros le infligen (ligada a “sufrir”) y la “vivificación” que el espíritu le provoca, en este caso referida a la resurrección. “Fue matado” - “fue vivificado”, en lo que el “espíritu de Dios” juega el rol principal lo que, dado el paralelo con los cristianos “sufrientes” anuncia la concreción de la esperanza en la vida definitiva.

Todo esto tiene como finalidad “conducirlos a Dios” (v.18); el acceso a Dios ha quedado abierto, la comunión con Cristo lleva a la comunión con Dios (4,13; 1,8; 2,4).

La acción vivificadora se remonta a los tiempos originarios del pasado llegando incluso hasta Noé, el primer acontecimiento vivificador narrado en la Biblia. De este modo, el anuncio de Cristo no sólo se dirige a los lectores de la carta (presente) y los potenciales lectores posteriores (futuro) sino también en solidaridad con los que han muerto (pasado), los que están en las regiones inferiores de la tierra, donde duermen los muertos, “infiernos”). Algo contrapuesto a lo que dirá la tradición rabínica:

La generación del diluvio no tendrá parte en el mundo futuro ni estará en pie durante el juicio porque está escrito: mi espíritu no juzgará al hombre eternamente. No tendrán pues, ni juicio ni espíritu…” (Misna, Sanhedrín 10.3).

Cristo así es visto como vencedor definitivo de la muerte por su muerte y resurrección (“también” a ellos, los “espíritus encarcelados”, v.19). Los efectos de vida de la pascua trascienden los límites de la historia. Y todo esto debido a la paciencia (makrothymía) de Dios. Estos que fueron salvados son imagen de los que hoy reciben el bautismo y experimentan la salvación. Los ayer salvados prefiguran la salvación definitiva de hoy que ha tenido lugar por la resurrección. No conviene leer este texto a la luz de la tipología patrística que relaciona el diluvio y el bautismo ya que aquí son presentados de modo contrastante (diluvio como muerte, bautismo como vida). 

La conclusión, característica del cristianismo primitivo, donde Cristo es presentado a la derecha de Dios en una lectura del Salmo 110 (cf. Rom 8,34; Col 3,1; Heb1,3; 10,12; Mc 16,42), pero omitiendo la idea de “hijo”, con lo que Cristo parece estar a la misma altura de Dios.


Evangelio según san Marcos     1, 12-15


Resumen: El evangelio presenta las tentaciones de Jesús en el desierto presentándolo como un “nuevo Adán”, y el comienzo de la predicación de Jesús destacando que Dios quiere reinar en medio de nuestra historia.

El Evangelio del día tiene dos partes muy delimitadas: las tentaciones en el desierto (vv.12-13) y una presentación sumaria de la predicación de Jesús (vv.14-15). Esta segunda parte ya fue comentada hace poco (domingo 2º). Aquí la repetimos luego de comentar la primera parte.

Podemos decir que el Evangelio presenta brevemente tres escenas introductorias luego del título (v.1): una presentación de Juan, el Bautista (vv.2-8), Juan bautiza a Jesús (vv.9-11) y las tentaciones en el desierto (vv.12-13). Luego de esto, comienza a desplegar el ministerio de Jesús a quien Marcos presenta como “Buena Noticia”. Para esto comienza con un pequeño sumario (vv.14-15) y el llamado de los primeros acompañantes en su ministerio (vv.16-20). El texto litúrgico, como decimos tiene la tercera parte de la introducción y la primera del cuerpo evangélico.

1) Las tentaciones en el desierto son muy diferentes a las presentadas en Mateo y Lucas (tomadas del documento Q) donde las encontramos presentadas en tres tipos de intervenciones del diablo y sus respectivas respuestas de Jesús. Todo esto, además, es precedido del hambre causado por no comer nada durante 40 días. Nada de esto es dicho por Marcos que señala que Jesús fue tentado “durante los cuarenta días” (y no al término de estos). El acento no está puesto en la tentación para determinados pecados sino en el conflicto entre Jesús y Satanás.

El “espíritu” que Jesús acaba de recibir en el bautismo es el que lleva (ekballô) a Jesús al desierto. Como es frecuente en Marcos, utiliza un tiempo presente (presente histórico) con obvio sentido pasado. Elías también es presentado en el desierto durante 40 días y es alimentado por un ángel (1 Re 19,5-8). Pero también Adán fue tentado por “satanás”, y encontramos una serie de elementos que nos remiten a esto en los escritos apócrifos:

En la “Vida de Adán y Eva” latina, llamada también apocalipsis de Moisés encontramos: Expulsados del paraíso, Adán y Eva no encuentran alimento digno, sino sólo comida para “animales y bestias”. Adán propone: “Lloremos en presencia del Señor Dios que nos hizo y mortifiquémonos con una gran penitencia de cuarenta días por si el Señor Dios se compadece y nos suministra algún recurso para vivir” (4). Adán se dirige al Jordán y se sumerge; Eva lo hace en el Tigris, allí se dirige Satanás y la tienta por segunda vez. Adán le dice: “¿cómo te dejaste seducir por tu adversario, el que nos apartó de la morada del paraíso y de la alegría espiritual? Eva, al oír esto, cayó en la cuenta de que el diablo la había seducido persuadiéndola que saliera del rio…” (9-11).

En la versión griega de la “Vida de Adán y Eva” el diablo habló a la serpiente convenciéndola de lograr que Adán “sea arrojado del paraíso por medio de su mujer”, “conviértete sólo en un instrumento mío y yo hablaré por tu boca una palabra para que puedas engañarlo” (16). Entre tanto, antes del pecado, Adán y Eva vivían en armonía con los ángeles (17).

El mismo texto de Génesis afirma que Adán vivía en buena relación con los animales (2,19-20).

El contexto, como se ve, remite a la lectura del texto de Adán en estos tiempos (es distinta la lectura que se hace hoy del mismo texto de Génesis [por ejemplo, en estas lecturas el machismo es evidente], pero lo que acá interesa es cómo se leía el texto en tiempos de Marcos). Hay dos elementos que señalaremos someramente: (1) Marcos parece señalar la importancia de la “nueva creación” en el comienzo de su Evangelio (1,1-15). (2) el texto tiene también un claro tinte anti romano. El evangelio escrito en el contexto sea de la “guerra judía” o la “persecución” de Nerón (los dos contextos posibles de la redacción del Evangelio) remiten a “Roma” como agente de Satanás. El contraste entre la “paloma” y el “águila imperial” en el Bautismo también es una posibilidad que merece ser tenida en cuenta. De todos modos el acento se encuentra, aquí, en el contraste entre Jesús y el tentador que pretende apartarlo del camino de Dios. Seguramente aquí debe encontrarse el  sentido de la frase “fuerte” de que el Espíritu “empujó” a Jesús al desierto para ser tentado. Allí Jesús debe vencer (no es casual que el verbo “empujar” – ekbállô – es el verbo que usa Marcos con frecuencia para señalar que Jesús “expulsa” demonios). 

Otro tema que parece estar subyaciendo el relato es la tentación de Abraham (que parece influida en el relato de Satán y Dios ante Job, como diremos), además de recordar que “hijo amado” se dice expresamente de Isaac (Gen 22,2):
Llegó el príncipe Mastema y dijo ante Dios: -Abraham ama a su hijo Isaac y lo prefiere a todo. Dile que lo ofrezca en holocausto sobre el altar y verás si cumple esta orden. Entonces sabrás si es fiel en todo tupo de pruebas. Sabía el señor que Abraham era fiel en las tribulaciones, pies lo había probado en su tierra con la miseria, lo había probado con riqueza de reyes, con su mujer, cuando le fue arrebatada, con la circuncisión y con Ismael y su esclava Agar, cuando los despidió. En todo cuanto lo probó lo halló fiel, sin que su espíritu se impacientara ni retrasara el cumplimiento de nada, pues era fiel y amante de Dios” (Jubileos 17,16-18). 

Finalmente, un texto del Testamento de Neftalí nos recuerda muchos elementos que encontramos en el texto:
“Si obran bien, hijos míos, nos bendecirán los hombres y los ángeles, y Dios será glorificado entre los gentiles por medio de ustedes. El diablo huirá de ustedes, las fieras les temerán y los ángeles estarán con ustedes” (8,4).
Una nota sobre “Satanás”. El término se encuentra fundamentalmente en el libro de Job (caps. 1 y 2) y en Zacarías 3,1-2. En todos estos casos se trata de un miembro de la corte celestial que tiene la función de acusar. Una suerte de fiscal. Sólo en 1 Cr 21,1 aparece en otro sentido. En los textos anteriores se encuentra con artículo: hasatan mientras en 1 Crónicas parece un nombre. Es en la demonología tardía, post bíblica (especialmente en la apocalíptica) donde adquiere una personificación importante y será “el adversario”. “Satanás” se encuentra además en un dicho en el Sirácida (21,27) y fuera de aquí solamente en el Nuevo Testamento. Como es propio de la apocalíptica recibe una serie de nombres:
Y fue arrojado (ballô) el gran Dragón, la Serpiente antigua, el llamado Diablo y Satanás, el seductor del mundo entero; fue arrojado (ballô) a la tierra y sus Ángeles fueron arrojados (ballô) con él”. (Ap 12:9)

2) Después de presentar a Jesús tentado en el desierto comienza, de un modo sumario la predicación de Jesús. Nos encontramos con dos partes bien marcadas (que se repetirán esquemáticamente otras veces en toda la primera parte del Evangelio (1,14-8,30): se presenta el ministerio de Jesús (vv.14-15) y se hace referencia al grupo de discípulos (vv.16-20).

El arresto de Juan motiva el movimiento de Jesús hacia Galilea. Es posible, pero no viene al caso, que Jesús formara parte de los discípulos de Juan y ante el arresto de su maestro decidiera volver a su tierra. De todos modos, lo que importa en el texto es que en Galilea Jesús “proclamaba” (kêryssôn) el “Evangelio de Dios” (v.14). El v.15 destaca cuál es el contenido de esta proclamación, lo que constituye las primeras palabras de Jesús en todo el Evangelio. Los términos son demasiados importantes, todos, como para pasarlos rápidamente. Aunque no sea el caso extendernos aquí; veamos: «El tiempo [kairòs] se ha cumplido [peplêrôtai] y el Reino de Dios [basileía tou theou] está cerca [êggiken]; conviértanse [metanoeite] y crean [pistéuete] en la Buena Nueva [euaggeliô]».

El griego tiene especialmente dos términos para decir “tiempo”. Uno, jronos, se refiere al tiempo que transcurre, que es medible (“cronómetro”), el otro es el tiempo señalado, esperado, anunciado, el kairòs. Se refiere, en este caso al tiempo que Dios ha establecido para intervenir (reinar) en medio de los suyos.

Lo que se dice es que este tiempo establecido se ha “completado”, “llenado”, ha alcanzado su “plenitud”. 

Precisamente por eso, algo se ha “acercado”. El término puede ser temporal, como en este caso, o espacial. Judas “se acerca” (14,42), la pasión es inminente. En este caso lo que “está cerca” es el Reino de Dios.

Para recibir este reino es preciso la “conversión”. El término necesita ser aclarado ya que es bastante diferente a la comprensión habitual en nuestro tiempo. La “metá-noia” está conformada por dos términos: la “noia” (“paranoia”) es la mente, la actitud mental. La “metá” es lo que viene después. Se trata, entonces de cambiar la mentalidad, asumir una nueva actitud, emprender una nueva dirección.

Creer no se trata de algo meramente “racional”, sino de hacer propio algo (viene unido a la nueva mentalidad), afirmarse en, hacerse fuerte- Creer es poner las raíces, es edificar la vida sobre algo. En este caso, en la “buena noticia”, el “evangelio”.

El “evangelio” es un término sumamente conflictivo. Para el imperio romano (y es bueno recordar que Marcos está escrito en este contexto, y –además – muy probablemente a una comunidad en Roma) la “buena noticia”, el “evangelio” es el nacimiento (o la ascensión al trono) del nuevo Emperador, o también los triunfos militares del ejército romano. Es este caso, el texto hace una clara referencia contra-cultural: el reino, el evangelio, el hijo de Dios han de “creerse” en otro lado muy diferente al que Roma “proclama”. Ya en 1,1 Marcos nos destacó que la Buena Noticia es reconocer a Jesús como “Mesías e Hijo de Dios”. De eso se trata lo que ha de ser creído por los destinatarios. 

Pero la clave de todo radica en el “Reino de Dios”. El término es sumamente importante. Es casi el monotema de Jesús. El término “reino” ciertamente tiene su origen en el mundo político. Con frecuencia se prefiere “reinado” para destacar que lo que se resalta es la acción de reinar. En algunas situaciones, en determinados momentos “Dios está reinando”. Eso es lo que se aproxima. Un rey reina en el tiempo y espacio en el que se realiza su voluntad (en ese sentido “venga tu reino” y “hágase tu voluntad” son sinónimos). Pero este “reinado” es inseparable de cómo es el que reina. Puede tratarse de un déspota, un tirano, un genocida… o un padre. En ese sentido, no podemos olvidar que el Dios que Jesús afirma que empieza a reinar es “padre” (= abbá). Dios reina allí donde se realiza su voluntad de ser padre, lo que es inseparable de la fraternidad y sororidad que Jesús quiere destacar. La actitud de Jesús se acercar a todos y todas a Israel, de comer con pecadores, de bendecir niños, de valorar a las mujeres y centrarse en los pobres muestra que Dios reina allí donde los despreciados, los últimos son puestos en el centro. Un reino que – es cierto – todavía no ha llegado en plenitud, pero que en muchos momentos, gestos o actitudes está presente en nuestra historia.


Foto tomada de www.portaluz.org