miércoles, 30 de octubre de 2019

Un paso más en un análisis post electoral


Un paso más en un análisis post electoral


Eduardo de la Serna



Antes de esbozar una nueva reflexión, quiero destacar algunas breves.

  1.       La ley argentina dice que uno triunfa en las elecciones sin necesidad de segunda vuelta si supera el 45% de los votos o si, superando el 40% tiene una diferencia de más del 10% sobre el segundo. Quiero señalar que no estoy de acuerdo con eso. Es la ley, y se debe aceptar, pero – hipotizando - ¿qué pasaría si uno logra 45,1% y el segundo 44,9%? No habría segunda vuelta y la diferencia es solamente de 0,2% (que, además, en caso de polarizaciones se reduce a la mitad ya que el no-voto a uno se cuenta como voto al otro). Pero es la ley aceptada por todos y sabida.
  2.      Tampoco estoy de acuerdo que, ahora pareciera que, el poder judicial empieza a fallar en sentido contrario a como lo hacía hace unos meses. Es verdad que los Medios ayer hablaban de su independencia y hoy hablan de complicidad. Y ninguna de ambas lo es realmente. Quisiera un poder judicial que manifieste claramente su estricta dependencia de “la justicia” y condene a los/el/la culpable/s y absuelva al/la/los inocente/s sea bien o mal recibido por la sociedad. Y que una “ola” me guste y que aborrezca la contraria no sea el sentido que tienen los fallos judiciales. Pero creo que la mediocridad es una característica constitutiva de buena parte del poder.


Claro que tampoco me alegra que me manipulen, y que empiecen a hacer públicos los resultados cuando “cargaron” el 95% de los votos de Córdoba y el 20% de los votos del conurbano me resulta detestable. Es sabido que “la docta” es una isla, feliz de creerse importante y distinta. Despreciable, mirando desde otra óptica. Y que cada vez se parece menos al país del que, pareciera, no quiere formar parte. Por supuesto que es su derecho votar a quien los cordobeses quieran, pero es también el mío despreciarlos.

A la hora de conocer los resultados del escrutinio, es sensato esperar a los datos definitivos para que el análisis sea más mesurado. A los que todavía son gobierno, los creo capaces de todas las mentiras, las trampas, las abominaciones, las repugnancias imaginables. Puesto que al ya pronto expresidente no le creo nada, no le creo a su súbita conversión en “demócrata que asegura la transición”, no le creo su cara de “tolerante”. Estoy convencido que sabiendo que estaban derrotados supo que, cargando tramposamente los datos, y pareciendo “un demócrata” (sería su primer acto de gobierno en ese sentido) puede tener sobre vida política (con el siempre servicial aporte de los Medios, no amigos, sino cómplices), caso contrario, debería enterrar sus sueños, su ego y sus caprichos (esos mismos que tanto mal nos hicieron durante casi ya 4 años) [y de paso señalo que tampoco le creo a Carrió que abandone la política… sería demasiado bueno para ser cierto]. Cuando estén los datos definitivos, entonces, podremos opinar mejor. Escuchar a algunos, a esta altura cómicos opinadores, solo merecen más desprecio aún (“empate técnico”, “el ganador es Macri” y demás sandeces).

Uno de mis primeros golpes a tierra en democracia fue, cuando recién llegado a Florencio Varela, fui a comprar a un almacén y una señora reclamaba por el regreso de los militares. “A mi no me pasó nada” decía. Afortunadamente su opinión es tan aislada y solitaria como su propia neurona (los votos de Gómez Centurión lo manifiestan; en mi mesa en Varela salió último con ¡3 votos!). Obviamente era una migrante italiana. Pero logró sacar lo peor de mí en mis sentimientos. Y supe, ¡y sé, desde entonces!, que hay una repugnante franja social que no tiene ninguna solidaridad, ninguna empatía, ninguna humanidad frente al dolor de lxs otrxs (debo decir que desprecio el “ónfalocentrismo” de algunos, de ónfalos, ombligo).

Alguien me decía que es normal que muchos miren sus propios beneficios. Y lo entiendo si se trata de pan, de trabajo, de salud, de la vida y felicidad de sus hijos. ¿Cómo no voy a entender que alguien vote a favor del/x candidatx que le asegure (o prometa) mejor trabajo, salud… ¡vida! Pero cuando se trata de “mi campito” desinteresado del sufrimiento de los pobres, pues no tengo duda ninguna: lo aborrezco. Y no creo que tenga que pedir disculpas por pensar como cristiano…

En suma: espero los datos para tener claro qué parte de la población argentina se ha manifestado totalmente desinteresada, indiferente y despreocupada de los jubilados, los pobres, los desocupados, los que padecen enfermedades de la pobreza, desinteresados de los hermanos, hermanas y hermanes de la Patria Grande, cuántos son realmente los seres repugnantes que viven mi mismo suelo y de los que quisiera estar lo más lejos posible. En suma, no está mal saber quienes sueñan con ser hermanos y hermanas de los demás, mientras otros sueñan con seguir comiendo su carne, y brindando por ser un poco más ricos o cómodos También de esto se trata ser cristiano.



Foto tomada de https://elintransigente.com/politica/2019/10/27/mira-en-vivo-y-en-directo-de-forma-online-el-festejo-desde-el-bunker-de-alberto-fernandez-y-cristina-kirchner/

martes, 29 de octubre de 2019

Comentario evangelio 31C

Hospedar a Jesús en casa provoca un cambio de corazón


DOMINGO TRIGESIMOPRIMERO - "C"



Eduardo de la Serna



Lectura del libro de la Sabiduría     11, 22-12,2

Resumen: Dios se manifiesta como “poderoso”, pero su poder se manifiesta en la “misericordia”. Precisamente por eso, ama a “todos” y de todos espera arrepentimiento cuando se han apartado de sus caminos.

El libro de la Sabiduría es sumamente crítico de Egipto ya que está escrito allí, y confronta la sabiduría judía con la greco-egipcia de Alejandría. En el final de la obra presenta una serie de antítesis entre la obra de Dios y el pasado egipcio (“jugando” entre el pasado de tiempos del éxodo y el presente de tiempos del autor). En ese contexto muestra el “poder” de Dios (11,17.21) manifestado en el “mundo” (vv.17.22), pero invita a los “hombres” (11,23; 12,8) que “pecan” (11,23; 12,2) a abandonar ese camino (11,23; 12,2) ya que tiene “compasión” (11,23; 12,8) [notar cómo se repiten las palabras clave conformando el marco del relato]. 

Dios no actuó contra los egipcios con violencia, antes bien, en su “poder” actuó con misericordia a fin de que cambien de actitud. La idolatría que los caracterizaba hubiera merecido un castigo mayor, pero Dios sólo envió animales insignificantes para hacerlo (ranas, tábanos, mosquitos). La creación goza de armonía, manifestación de su poder expresado en la misericordia. Y en el castigo a los egipcios (recordando las plagas del éxodo) Dios no quiso mostrar su poder, sino su compasión. El amor de Dios a “todos” es el motor de su obrar y de toda la creación.

Ante la grandeza de Dios, los seres humanos son comparados con algo insignificante como un grano de polvo en una balanza o una gota de rocío sobre la tierra. Sin embargo a “todos” los ama Dios (1,13-14; 2,23-24; 11,24) y se compadece de “todos”. De allí que a “todos” dé la ocasión del arrepentimiento (v.23). Precisamente por ese amor, es que no aniquila a los pecadores dándoles la oportunidad de convertirse. Dios ama la vida (cf. 1,16-2,24). El poder de Dios se caracteriza por su misericordia y esa misericordia lo lleva a la justicia para no castigar a quien no lo merece. Cuando Dios queda “liberado” de la imagen del “castigador”, reemplazada por la imagen de la “misericordia”, el autor puede pasar a la siguiente unidad.


Lectura de la segunda carta de san Pablo a los cristianos de Tesalónica     1, 11-2, 2

Resumen: Un discípulo de Pablo quiere alertar a la comunidad, que está preocupada por quienes afirman que la Segunda Venida de Jesús es inminente, que eso no es así, y que quienes lo hacen los están engañando con aparentes manifestaciones del espíritu e incluso aludiendo a cartas del mismo Pablo.


Un discípulo de Pablo quiere profundizar y corregir malos entendidos causados por la primera carta a los Tesalonicenses que se la ha leído de modo distorsionado. La Venida de Jesús es –en ambas cartas- el tema central. Con una oración, ruega por los destinatarios para que su vida sea coherente con aquello que esperan. Pero no basta con el deseo humano, necesitan contar con la intervención de Dios, por eso “Pablo” la pide; no hay manera de que por la fuerza meramente humana “Jesús sea glorificado” (1,12). 

La mala interpretación de que la venida de Jesús era inminente es lo que “Pablo” quiere desmontar. No es claro quienes, pero algunos en la comunidad han insistido en ello. Los que lo hacen remiten al espíritu, lo afirman e incluso aluden a una carta de Pablo (acá no es evidente si se trata de una mala interpretación de 1 Tesalonicenses, o a una carta falsa, aunque lo primero es bastante probable), pero lo cierto es que esa aparente inminencia de la venida causa temor e inquietud en la comunidad y el autor quiere calmar los ánimos.


Evangelio según san Lucas     19, 1-10


Resumen: Jesús se encuentra con un hombre importante y rico, y se hospeda en su casa. Esto provoca la murmuración de todos, pero Zaqueo ha “recibido” a Jesús y eso se manifiesta en la disponibilidad de sus bienes y su actitud hacia los pobres. Así, la salvación ha llegado a su casa.


Jesús está atravesando Jericó, su última escala antes de la tan ansiada llegada a Jerusalén de la que ha hablado toda la segunda parte del Evangelio. 

Como ya hemos señalado, los publicanos eran personas despreciadas para la mentalidad judía. Su oficio, “cobrador de peajes” permitía el robo y la estafa sin control alguno. Ciertamente, el jefe (arjitelônes) de los publicanos (telônes) era más despreciado aún. Zaqueo lo era. Lucas agrega que además era “rico”, lo que nos recuerda que recientemente un “importante” (arjôn) y también “rico” se niega a dar bienes a los pobres (18,18-23). 

La multitud (ojlós), que con frecuencia acompaña a Jesús en toda ocasión, especialmente en Lucas, le impide a Zaqueo poder ver a Jesús cosa que él deseaba (“buscaba” ver a Jesús). “Buscar” (zêtô) es frecuente en Lucas, habitualmente con sentido teológico (5,18; 11,10; 12,31; 13,24; 15,8; 17,33; 24,5). El texto acota que “era de baja estatura” sin que nos quede claro quién lo era, si Zaqueo o Jesús; lo cierto es que no podía verlo. La higuera silvestre le permite ponerse en alto y verlo pasar. De este modo Lucas presenta la situación que a partir de ahora va a desencadenarse:

  •        Jesús se invita a su casa
  •         La murmuración de los testigos
  •         Reacción o comentario de Zaqueo
  •         Comentario de Jesús

Zaqueo debe bajar “rápidamente” (v.5) del árbol (cosa que hace, v.6). El término es prácticamente exclusivo de Lucas en el NT (Lc x3, Hch x2, 2 Pe x1). Los pastores van “rápidamente” a ver al niño en el pesebre (2,16), Pablo quiere llegar “rápidamente” a Jerusalén (donde empezará su pasión) (Hch 20,16), Pablo comentando su pasado dice que Jesús se le aparece diciéndole que se marche “rápidamente” de Jerusalén ya que querrán matarlo (Hch 22,18). 

Jesús le afirma que “conviene” (deî) hospedarse en su casa. El verbo “deî” es muy frecuente en el NT haciendo referencia a la voluntad de Dios. Jesús afirma que “debía” estar en lo de su Padre (2,49), “debe evangelizar el reino” en otras ciudades (4,43), “el hijo del hombre debe” sufrir mucho y ser matado (9,22; también 17,25 y 24,7), los fariseos hacen algo olvidando que hay otras cosas más importantes que “deben” hacer sin olvidar aquello (11,42), el Espíritu Santo enseñará lo que “deben” decir (12,12), el jefe de la sinagoga afirma que en seis días se “debe” trabajar (13,14), y Jesús acota que “debía” desatar a la «hija de Abraham» a la que Satanás había atado (13,16), Jesús “debe” seguir adelante hacia Jerusalén para ser allí matado (13,33), el padre del hijo menor de la parábola afirma que “debía” celebrar la fiesta por haberlo recuperado (15,32), en la parábola enseña que se “debe” orar sin desfallecer (18,1), hay cosas que “deben” suceder antes de la venida de Jesús (21,9), el día de los ázimos se “debe” ofrecer el cordero pascual (22,7), se “debe” cumplir lo escrito sobre Jesús (22,37), el Cristo “debe” padecer para entrar en su gloria, según les dice el compañero de camino a los peregrinos de Emaús (24,26), todo lo escrito en el AT “debía” cumplirse con Jesús (24,44). [nota: estas son todas las veces que “deî” se encuentra en Lucas (que también es frecuente en Hechos), como puede verse, se refiere a lo que es voluntad de Dios]. En suma, Dios quiere que Jesús se hospede en casa de Zaqueo. 

Y esto debe ocurrir “hoy”, término que –lo hemos dicho en otra ocasión- es muy importante en Lucas. Los ángeles informan a los pastores que “hoy” ha nacido un salvador (2,11), Jesús comienza su ministerio destacando que la escritura que han oído se “ha cumplido hoy” (4,21), cuando Jesús cura a un paralítico los presentes afirman que “hoy hemos visto cosas maravillosas” (5,26), antes de ser matado Jesús realiza curaciones y expulsa demonios “hoy y mañana” (13,32), y “hoy y mañana” sigue hacia Jerusalén (v.33), Pedro lo negará a Jesús “hoy” antes que el gallo cante (22,34.61) y “hoy” estará con Jesús en el paraíso el llamado “buen ladrón” (23,43). Este “hoy” es el tiempo establecido por Dios, es el día de la salvación. Como los misioneros enviados por Cristo en los capítulos anteriores, Jesús se hospeda en una casa (9,4; 10,7).

La “alegría” con la que Zaqueo recibe (hypodéjomai, el mismo verbo de la hospitalidad de Marta, 10,38 [única vez en los Evangelios]) a Jesús también es característica de Lucas. Es consecuencia de la presencia del Bautista (1,14.58) y fruto de la visita del ángel a María (1,28), la alegría que provoca el nacimiento de Jesús (2,10), es consecuencia de la última bienaventuranza, del rechazo de los hombres (6,23), de tener los nombres escritos en el cielo (10,20). La multitud se alegra al ver el milagro hecho a la «hija de Abraham» (13,17), el pastor se alegra al encontrar la oveja perdida (15,5.6.9) y el padre al encontrar al hijo (15,32), la “multitud” lo recibe con alegría cuando está llegando a Jerusalén (19,37), aunque en la pasión los que se alegran son los del sanedrín y Herodes (22,5; 23,8; es que Herodes –como Zaqueo- “buscaba ver” a Jesús, y lo ha logrado). Con justicia se lo ha llamado “el Evangelio de la alegría” (Pablo VI lo recordó en su exhortación apostólica sobre la alegría, Gaudete in Domino: “El evangelio de Lucas abunda de manera particular en esta semilla de alegría”. GD 23). Se trata de la alegría como gozo mesiánico. 

Ya hemos señalado que la “murmuración” (diagoggyzô) es el comentario negativo ante el enviado de Dios (Ex 15,24; 16,2.7.8; Núm 14,2.36; 16,11; Dt 1,27Jos 9,18; sólo Sir 31,24 no lo es) y sólo se encuentra en Lucas en el NT: 15,2 y aquí v.7. Su raíz, goggyzô suele tener el mismo sentido aunque hay más excepciones (Jue 1,14; Jdt 5,22; Sal 59,16…). Pero también tiene ese sentido en el NT (Lc 5,30; Jn 6,41.43.61; 7,32; 1 Cor 10,10 cf. Mt 20,11; y Lc 7,34.39). La rebeldía del pueblo de Dios contra el Señor y sus enviados queda manifiesta, en este caso en el rechazo al hecho de que Jesús haga aquello que “debe” hacer y que provoca “alegría” en el destinatario de su visita. 

Como también hemos señalado en otras ocasiones, el escándalo está dado porque Jesús va a casa de “pecadores”. Esto implica que Jesús es “como ellos” (cf. 15,2; ver también Hch 10,28). El rechazo al pecador (y publicano) Zaqueo se extiende ahora a Jesús en la murmuración.

Frente a esta actitud de los testigos (“todos”, lo que implica “toda la multitud” y también los discípulos) Zaqueo interviene; y llama a Jesús “señor” (cf. 7,13.19; 10,1.39.41; 11,39; 12,42; 16,8; 17,5-6; 18,6; 22,61). La traducción de los dichos de Zaqueo no es sencilla por lo que fundamentalmente pueden hacerse dos interpretaciones, Veamos literalmente el texto:

“Mira, la mitad de mis bienes, Señor, a los pobres doy y si a alguno defraudé devuelvo el cuádruple” (v.8).

Como se ve, los verbos están en presente (doy, devuelvo) por lo que pareciera que estamos ante algo que Zaqueo habitualmente hace (notar que el nombre Zaqueo significa “el que es inocente”). La lectura tradicional los presenta en futuro (daré, devolveré) entendiendo que esto es algo que Zaqueo realizará a partir de “hoy”. 

En el primero de los casos, la queja de Zaqueo es que es tratado como pecador por la gente, pero que en realidad él no lo es, sino que por el contrario es un hombre justo: dar bienes a los pobres para Lucas es característico de la justicia (6,30-31.38; 11,41; 12,33; 16,9; 18,22.29). El segundo de los hechos de Zaqueo puede entenderse como “si me doy cuenta que defraudé a alguien…” (cf. Ex 22,2-3; Lev 6,15-26; Núm 5,6-7); si el texto afirma que Zaqueo hace esto habitualmente, entonces el contraste con el hombre rico de 18,18-23 es más marcado aún; el rico se marchó “triste” (18,23), Zaqueo lo recibe “con alegría”. 

En la segunda de las opciones posibles, estamos ante un cambio de actitud (en cuyo caso, el contraste con el rico está dado en su actitud frente a las riquezas). La disposición ante los bienes es manifestación evidente de la disposición del corazón. 

La casa de Zaqueo es ahora lugar de “salvación”, otro tema característico de Lucas: sôtería (salvación) sólo se encuentra en Lc (1,69.71.77 y aquí, y en una versión de Marcos 16,8) en los Evangelios; el verbo “salvar” es más frecuente (Mt x15; Mc x15; Lc x16;  Jn x6; y está frecuentemente ligado a los milagros, p.e. “tu fe te ha salvado”). Zaqueo también es «hijo de Abraham».

Jesús, ha venido a “salvar”, a llenar de alegría la casa por la oveja perdida encontrada, o la moneda recuperada (15,7.10) porque eso es “voluntad de Dios”. Esto es así, en caso de que se entiendan los verbos en sentido futuro; si se los comprende en sentido presente, probablemente lo que está señalando Jesús es que del mismo modo que la mujer (¡otra vez un varón y una mujer en paralelo en Lucas!) es reconocida por Jesús como «hija de Abraham» Zaqueo también lo es. Aunque todos lo desprecien, Zaqueo es un miembro del pueblo de Dios y para él también vino Jesús (cf. 1,55; 3,8; ver Hch 3,25). Pero se debe notar que Jesús le habla a Zaqueo afirmando que “este (= Zaqueo) también es…” con lo que ahora el discurso se dirige a los “todos” que habían murmurado.

La conclusión sobre la venida del “hijo del hombre” a buscar y “salvar” lo perdido (y su paralelo con Lc 15,3-32; cf. 5,32) parece –de todos modos- invitar a leer el texto en el sentido tradicional, es decir que la llegada de Jesús a casa de Zaqueo provoca en él un cambio de actitud. De todos modos, el reconocimiento de Zaqueo como “hijo de Abraham” y la referencia a su casa (vv.5.7.9) muestra una vez más en Lucas a un Jesús que se aproxima a los rechazados de la sociedad. Zaqueo “buscaba” (v.3) ver a Jesús, pero Jesús lo ha visto (v.5) y ha venido para “buscar y salvar” a Zaqueo (v.10).


Foto tomada en el municipio autónomo zapatista San Pedro Polhó, Chiapas.

lunes, 28 de octubre de 2019

Una primera mirada post-electoral


Una primera mirada post-electoral


Eduardo de la Serna



Hoy no puedo menos que hacer una primera apreciación de los resultados electorales de anoche. Primera y rápida. Seguramente con elementos a pulir, miradas a ampliar y aspectos a rumiar más.

Para empezar, creo que Macri hizo una buenísima elección. Lamentablemente. Reconozco que me asusté un poco, aunque había campanas que me decían que no me preocupara (la cara de Frigerio, por ejemplo). Pero hay que señalar que entre el deseo y la realidad muchas veces hay un largo trecho. Enorme en este caso. Por las atrocidades y por la destrucción que provocó el macrismo me resulta incomprensible no ya ese porcentaje sino simplemente que alguien los vote. Pero no podemos ignorar el fenomenal aparato de propaganda del equipo presidencial. Son buenos en eso. Muy buenos. Además, no podemos ignorar varias cosas:

A). Hay una poderosa desinformación en una enorme porción de la sociedad. ¡Enorme! Me parece bastante probable que una vez que se hayan ido, cuando ya no esté la utilería que ha rodeado al gobierno, y todos puedan ver la destrucción en casi todos los órdenes de la vida social, que la mirada empiece a cambiar (además de la tendencia de muchos a estar “con el ganador”). En suma, creo que este 40% empezará a bajar con el ejercicio del poder (aunque la prensa hegemónica seguirá mintiendo y ocultando sistemáticamente. Es lo que saben hacer. Y también son buenos en eso. Para ellos, cuatro años, u ocho, no es demasiado).

B). Hay un núcleo duro al que no sé si llamar “anti-peronista”, “gorila”, “individualista” o qué, pero los votos de Santa Fe, Córdoba y Mendoza, sumados a los de Entre Ríos y San Luis me resultaron dolorosos. No por votar de una o de otra manera sino por desinteresarse de la suerte de los pobres. De los otros. De la Patria. En cambio, de la Ciudad de Buenos Aires no voy a hablar; no esperaba otra cosa. ¡Gracias Fito!

C). Hay comunicadores, a los que cada vez me cuesta más llamar “periodistas”, a los que espero de todo corazón que la audiencia les haga saber su disconformidad. Hay pésimos analistas (pero no todos tienen por qué ser buenos en eso), los había contentos o molestos ayer, pero mi sentido común me dice que 7,5% de diferencia no es “empate técnico” en ninguna parte, a menos que yo sea un alienígena recién llegado de Chile.

D). Creo que ayer fue un día de fracaso para las “boca de urna”. Estruendoso. Al menos los que me fueron llegando resultaron muy lejos de la realidad. Sirvieron para calmar ansiedades, pero no para saber la verdad. No son buenos en eso, debemos reconocerlo.

E). Es evidente que el triunfo de ayer hubiera sido imposible sin la unidad del peronismo. Y eso incluyó bastantes sapos que hube, hubimos, de tragar. Varios que estaban en el escenario de los festejos anoche. Es de esperar que los encargados del manejo de la cosa pública sepan ponerlos en su lugar (bromeando pensaba para más de unx en una lejanísima e insustancial embajada en alguna isla perdida).

Este era el paso que había que dar. Además de ser notoria la falta de peso mínimo en los restantes candidatos (incluso Lavagna [6,2%] fue casi una sombra, por no mencionar los tres restantes los cuales, sumados, no alcanzaron al tercero). Estoy tentado de ahondar mi idea de que Bolsonaro con sus bravuconadas y el pueblo chileno en sus protestas también fueron un cierto aval para el triunfo de “les Fernández”, aunque, lamentablemente, creo que, a los votantes del macrismo, en general, no les importa nada “el otro”.

En suma, estoy celebrando. Cautamente. Porque tengo claro que va a ser lento, difícil y que los poderosos (porque es evidente que el presidente no tiene “el poder” sino sólo una porción de este) pondrán palos en la rueda, exigencias y – si es el caso – lograrán que insustanciales clasemedieros salgan a protestar con cacerolas de teflón. Pero toca prepararse para empezar. Afortunadamente Macri ya fue. Vidal también.

miércoles, 23 de octubre de 2019

Carta abierta a una ministra desmemoriada


Carta abierta a una ministra desmemoriada


Eduardo de la Serna Obarrio etc…



Señora ministra:

En estos momentos estoy en una tensa calma… no sólo por las añoradas elecciones del próximo domingo, en las que espero intensamente que todo lo que se anuncia sea una realidad, sino también pensando en nuestros hermanos de Bolivia, y la diferencia entre las mesas llenas y la Mesa vacía, en nuestros hermanos de Bogotá que el domingo también podrán elegir entre ser humanos o seguir la dolorosa inhumanidad que hace tanto comenzaran, y nuestros queridos hermanos chilenos que amagan con querer sacarse de encima 30 años de pinochetismo constitucionalizado… Escribo esto escuchando música (no sólo el Perro lo hace), canta uno de mis cantautores preferidos, un chileno al que la leyenda dice que le cortaron las manos en un estadio. ¿Le suena todo esto? Quizás si despejara un poco los vahos de los lácrimógenos, el gas pimienta y la violencia pueda recordarlo. La memoria es importante (como la verdad y la justicia, pero es otro tema y no quiero que sienta que la estoy agrediendo).

Siempre supe que cometí errores. Creo que también mis compañeros. Pocos hoy estamos vivos para saberlo, y mantener nuestros sueños en pie. Claro que también sé, y sabemos, que hubo y hay quienes reniegan no sólo de medios sino también de fines. O peor… ¡Mucho peor! Y aquí empieza mi sorpresa. ¿No es curioso que en lugar de rechazar una muerte (o varias) ahora aplauda o “nos explique” otras muertes, como las provocadas por los que ayer combatía? Y ya no sólo explicar y aplaudir las muertes de Santiago y Rafita, abrazar a Chocobar, sino hasta justificando los crímenes en Chile. ¿Tanta culpa tiene que exorcizar? Tantos elogios a las fuerzas, tanto deseo que todos tengan – tengamos – miedo al ver alienígenas robotizados (robocopes autóctonos) me hacen pensar. ¿No se le ocurrió, en cambio, empezar terapia? Digo, porque así podrá elaborar todo lo que le pesa y no afectar a todo un pueblo, y – peor aún – a miles de compañeras y compañeros con los que ayer compartía sueños. Dejar de ser “Cali” para pasar a ser “Pato” no es el problema. Evidentemente. El problema es el Pato que está siendo… ¿Será que tanto pesa el apellido (o los apellidos)? Eso del inconsciente colectivo también puede elaborarlo si va por ese lado… No necesita irse hasta los favores devueltos por Roca a sus familiares en la campaña al desierto para desentenderse de Santiago y Rafita, por ejemplo. Es cierto que en todos los campos de batalla puede aparecer un traidor. Y cerca suyo, hace tiempo, parece que lo vivió de cerca más de una vez. Pero no necesita imitar esos ejemplos para sanar sus heridas. Es que no se trata de usted, se trata de todos. De nosotros. De un “pueblo” (¿se acuerda cuando usaba esa palabra?). “El derecho de vivir en paz”, canta Víctor. Porque, y permítame que se lo aclare… no es lo mismo “descansar en paz” que “vivir en paz”. Esto último es lo que queremos, y usted, y sus nuevos amigos, insisten en no permitírnoslo.


Foto tomada de http://cosecharoja.org/patricia-bullrich-de-montonera-ministra-de-seguridad/

martes, 22 de octubre de 2019

¿Cuánto más vamos a soportar estos alienígenas que quieren comer un gato?


¿Cuánto más vamos a soportar estos alienígenas que quieren comer un gato?


Eduardo de la Serna



Reconozco que hay cosas que me cuestan mucho entender. Es evidente que los sentires, las expresiones culturales y las vivencias profundas de “otros” no son fáciles de comprender. No es fácil poner en palabra las experiencias vitales o existenciales más profundas. La gran mística y mártir judía Etty Hillesum, cuando hablaba de los campos de concentración, Westerbork y Auschwitz, decía que para explicar tanto horror haría falta un poeta. ¡Y uno muy bueno!, refuerza. Es así que desde mi ignorancia se vuelve muy difícil, si no imposible, comprender lo que está pasando en Chile. Nada parecía indicar que esto iba a ocurrir. Si hasta les habían dejado claro a “los cabros” que se vayan porque “no prendió”. Y de golpe, en el país más ordenado, prolijo y equilibrado de América Latina “pasaron cosas”. Y siguen pasando cosas.

Desconozco lo que ocurre, por no tener la lucidez de Cecilia Morel, que como buena orientadora familiar “orienta” la reflexión y a la gran familia chilena, nos explica que se trata de una invasión alienígena. Complementando con lo dicho por su amadísimo esposo Sebastián, sabemos que se trata de una guerra. ¡Y estamos muy lejos del 4 de julio!, que es cuando nos liberan… ¡Es de esperar, entonces, que los pacos estén preparados para esto tan difícil! Los que pudimos ver cargando televisores LED en una camioneta de carabineros seguramente lo han hecho para poder seguir en tiempo real los pasos de la invasión.

Pero lo que no logro entender es por qué los alienígenas insisten en perjudicar nuestros países latinoamericanos. No les bastó con asesinar al probo fiscal Nisman cerrando las puertas interiores que sólo ellos pueden atravesar; no les bastó con introyectar la mono-neurona coja del dizque presidente del Brasil para poner sus palabras en boca de este en las Naciones Unidas; no les bastó con impulsar indígenas ecuatorianos a las calles o con disfrazarse de monja uribista para reclamar la no-justicia del derechista de centro, tirano democrático. No, no les bastó, y ahora invaden a nuestro hermano trasandino (teniendo en cuenta que los argentinos somos trasandinos para los chilenos, por cierto). Pero menos mal que hay personas lúcidas de uno y otro lado de la cordillera. No nos olvidamos que en Chile hay mapuche, y sabemos cuán terroristas estos son (ya fueron ellos los que llevaron a Santiago a su propio suicidio para perjudicar a nuestros “pacos” locales). Por suerte, además, el equilibrio encarnado que ostenta el candidato oficial a la vicepresidencia nos ilustra que estos alienígenas simulan nacionalidades venezolanas y cubanas. Ya nos aclarará la pitonisa, ausente por oración por la Patria, que viajaron en un buquebús. Y la mejor prueba de que lo hicieron, acotará el fiscal Deltan Dallagnol, es que no figuran sus nombres en las listas de pasajeros, como no figura el nombre de Lula en la compra del departamento. Por suerte hay gente que sabe poner esto en palabras claras y distintas y podemos entender cosas tan complicadas. La senda está trazada, y, seguramente, mañana Joaquín lo hará público. Santoro está ocupado.

Foto tomada de http://cuandofuimoslosmejores.com/la-serie-alf/alf-y-el-gato/

Comentario domingo 30C

Dios no discrimina a las personas, y la prueba es su trato con los pobres

DOMINGO TRIGÉSIMO - "C"



Eduardo de la Serna




Lectura del libro del Eclesiástico     35, 12-14. 16-18

Resumen: En el encuentro de la humanidad con Dios es habitual que el culto sea vacío, y la vida no sea coherente con lo que Dios pretende. Pero Dios no se deja sobornar, y es justo. No hace injusticia en favor de los poderosos mirando la gloria de los ricos, sino que es justo con el pobre.

El ser humano suele estar convencido que a Dios se le agrada (o se consigue de él lo que pedimos) cuando le damos culto. Sea este el culto que fuere, es una convicción firme que el encuentro con la divinidad se produce en ese tiempo y lugar sagrado. Los profetas –en especial los del pre-exilio- insisten vehementemente que a Dios lo que le agrada es que se haga su voluntad de vivir “el derecho y la justicia”. Y que el culto sin ese presupuesto es un “culto vacío”. En esa misma tradición ben Sirá (el hijo de Sirá, autor del libro conocido como Eclesiástico) dedica una perícopa al encuentro con Dios (34,18-35,24). Allí habla de las “ofrendas de los injustos” (34,19), la ofrenda a costa de los bienes de los pobres (v.20), el ayuno, la purificación y la oración del que vuelve a hacer lo mismo, no tiene valor (vv.25-26), lo que cuenta es cumplir la voluntad de Dios y eso es el verdadero sacrificio (35,1-3). El sacrificio del justo –en cambio- es aceptado por Dios (vv.5-6). Las ofrendas del injusto son como un “chantaje” a Dios (v.11). 

En un paralelo constante, el autor compara las obras de justicia o injusticia con las ofrendas agradables o desagradables para Dios:

hecho real
Es comparable a
quitar a los pobres para ofrecer sacrificio.
20 es sacrificar un hijo delante de su padre
21 El pan de la limosna es vida del pobre,
  el que se lo niega es homicida;
le quita el sustento,
22 mata a su prójimo quien
quien no paga el justo salario
derrama sangre.
El que observa la ley
hace una buena ofrenda,
el que guarda los mandamientos
ofrece sacrificio de comunión,
el que hace favores
es como el que ofrenda la mejor harina,
el que da limosna
ofrece sacrificio de alabanza.

Es la vida la que cuenta, y esa vida es comparable al culto ya que es allí donde el ser humano se encuentra con Dios. Pero no ha de entenderse –a diferencia de lo que por momentos parece poder concluirse de los profetas- que ben Sirá desprecia el culto. Todo lo contrario (de hecho si es que el autor no es un sacerdote, al menos se mueve en ambientes sacerdotales) es defensor del culto e insiste en él, pero –eso sí- pretende que este sea bien hecho (35,1-10).

Es precisamente en este contexto donde –continuando con lo anterior, el Sirácida empieza a hablar de Dios (y es el texto litúrgico de hoy). 

Comienza señalando que Dios es “juez”, pero que a diferencia de los malos jueces que son parciales en favor de los poderosos, es un Dios que no mira la gloria (doxa) del rostro (prosôpon) de nadie. El criterio habitual para ver si un juez es justo o no, es su actitud frente al pobre, de allí la insistencia del relato en el pobre (vv.13.17), el huérfano (v.14) y la viuda (vv.14.15) cf. Ex 22,21-23; Dt 24,17-18; Pr 23,10-11; Zac 7,10. El clamor de ellos llega hasta Dios y les hace justicia. 

que el Señor, su Dios, es Dios de dioses y Señor de señores; Dios grande, fuerte y terrible, no hace acepción (lit. “se maravilla ante el rostro”, prosôpon) ni acepta soborno, hace justicia al huérfano y a la viuda, ama al emigrante, dándole pan y vestido. (Dt 10:17-18)

Dios no acepta soborno (2 Cr 19,7; Job 34,19; Sab 6,7) y se manifiesta claramente como imparcial, que no hace distinción.

Es interesante que siguiendo la misma línea de pensamiento, el Sirácida pasa de lo personal (pobre, huérfano y viuda) a lo social (los justos, los despiadados, los poderosos, las naciones violentas; v.18-24).

Sin dudas la primera parte del texto elegido es la que ha motivado su selección por la liturgia, especialmente al resaltar que Dios no hace distinción en contraste con el fariseo del Evangelio que sí las hace. Lo interesante es que en la referencia frecuente en la Biblia en esa característica de Dios es que el modo de “evaluar” ese dicho, se empieza por los pobres (Sal 109,38; 140,13; Is 11,4). Lo lamentablemente habitual es que los jueces favorezcan a los poderosos, a los ricos, a los que tienen “rostro altivo”, y Dios se muestra totalmente diferente (y espera que los jueces de su pueblo obren de esa manera; cf. Dt 1,17; 16,19; Sal 82,2; Pr 24,23; 28,21; 31,9; Sir 24,1; Mal 2,9), y también debe hacerlo el rey (Sal 72,4), y para mostrarlo empieza con la actitud ante los desposeídos. Esto no implica que se deba ser injusto en favor del pobre (Lev 19,15) pero ciertamente esto no es lo habitual en los jueces. Es por eso que el mismo Sirácida afirma:

No te empeñes en llegar a ser juez, no sea que no puedas extirpar la injusticia, o te dejes influir del poderoso, y pongas un tropiezo en tu entereza. (Sir 7:6)



Lectura de la segunda carta de san Pablo a Timoteo     4, 6-8. 16-18

Resumen: El discípulo de Pablo comienza su despedida dando a la carta forma de Testamento. Da testimonio de su fidelidad aun en la muerte inminente, y manifiesta a su sucesor, Timoteo, que aunque son muchos los que lo han abandonado, Dios ha permanecido junto a él y permanecerá a su lado.

La carta a Timoteo está concluyendo y “Pablo” se despide de su amigo, colaborador ¡y sucesor! A diferencia del resto de la carta, aquí no encontramos elementos y consejos “pastorales” sino una verdadera despedida que le da a la carta aspecto de “Testamento”. Es por eso que la liturgia omite los vv.9-15 donde el texto tiene una coloración más personal (abandono de compañeros a Pablo, consejo que Timoteo vaya donde él y le lleve unos pergaminos que ha olvidado junto con un abrigo…) y los saludos finales (vv.19-22).

El autor sabe que Pablo ya ha muerto y hace una lectura sobre eso.  Por eso en los versículos anteriores hablaba de lo que Timoteo debe hacer (4,1-5), el ministerio de Pablo pasa a la siguiente generación, de allí que “ahora” Pablo debe desaparecer de la escena. Las imágenes de la muerte habían sido usadas por Pablo: libación (Fil 2,17), competencia (1 Cor 9,27), carrera (1 Cor 9,24; Fil 3,12). La situación de abandono, los personajes y regiones tiene una cierta relación con el abandono sufrido por Jesús (Mc 14,50), pero como lo hace Jesús, los perdona (Lc 23,34; cf. Hch 7,60).. 

La libación es derramar líquido en honor a la divinidad. En el AT, si bien la mayor parte de las veces se trata de ofrendas a los ídolos (Ex 30,9; Os 9,4; Jer 7,18; 19,13; 39,29; 51,17.19.25; Ez 20,28), también se ofrece a Dios (Gen 36,14; Ex 25,29; 37,16; Núm 4,7; 28,7; 2 Sam 23,16 / 1 Cr 11,18; Sir 50,15). Las imágenes deportivas tomadas del gimnasio, aunque resultaban escandalizantes en el entorno judío, eran usadas por Pablo con frecuencia, seguramente para llamar la atención. La “hora” (kairos) de la partida (analysis), entendida como metafóricamente opuesta a llegada. Luego concluye Pablo con una nueva imagen: la corona que espera al que llega a la meta o vence en la batalla. El juez de la competencia, “el Señor”, le dará la corona. Pero no corona de laurel o de oro sino “de justicia” con lo que supone la plenitud (en 1 Cor 9,25 Pablo la llamó “corona incorruptible”). Pero –como es propio en el contexto en el que Pablo ya no está, sino que continúan sus sucesores, esa corona no es sólo a él sino también “a todos los que hayan esperado con amor su manifestación”.

El contexto parece judicial y Pablo aparece como escribiendo entre la primera (v.16) y la segunda etapa del juicio.  Aunque abandonado por todos, Dios no lo ha dejado a su suerte. La referencia al Sal 22 lo demuestra: el salmista en la angustia clamaba a Dios que no esté lejos (v.2) que corra en su ayuda, que libre su vida de la espada, y recurre para ello a imágenes animales (perro, león, búfalos, vv.21-22). Mientras el Salmo pedía la ayuda de Dios, el Pablo de los últimos momentos reconoce que “fui librado” (la voz pasiva remite, una vez más, a Dios como aquel que libra; pero el verbo en aoristo remite a un momento concreto en el que fue librado) “de la boca del león” (v.17). Dios lo ha salvado y conducido. Esto no excluye su muerte, pero la referencia explícita es al “reino celestial”. En la segunda carta a Timoteo, la referencia al reino tiene clara connotación a una escatología futura (4,1.18), ligado a la “gloria” (v.1) y a los cielos (v.18).


Evangelio según san Lucas     18, 9-14

Resumen: Jesús presenta una nueva parábola, y expresamente se dice a dónde “apunta” la narración: para confrontar con quienes te tenían por justos y despreciaban a los demás. Para ello presenta una imagen absolutamente identificable para sus interlocutores y la oración de ambos. Sin embargo, Dios –a quien la oración va dirigida- reconoce que justo es el inesperado porque Dios ve las cosas de otro modo.

Las “parábolas de dos personajes” – ya lo hemos dicho en otras ocasiones – suelen presentar dos actitudes antagónicas invitando al oyente a tomar postura por una de ellas. Es el caso de la del padre y el hijo mayor, o la del rico y el pobre Lázaro, por ejemplo. En este caso encontramos un fariseo y un publicano, dos tipos de personajes absolutamente conocidos por los oyentes. 

Es muy importante tener en cuenta (y vale para otros muchos textos, o casi todos) que uno es el sentido que dio Jesús en la parábola, si debiéramos remitirla a él, y otro el sentido que Lucas quiere darle. Hay elementos, en este caso, donde son evidentes los añadidos de Lucas. Aunque es muy importante ver el sentido que dio Jesús y lo desafiante que representa, en este caso (por la liturgia especialmente) nos detendremos en lo que Lucas dice (más allá, entonces, de si representa al “fariseo histórico” o no, o si la introducción y conclusión no parecieran remitir al original de Jesús).

Como la parábola de la semana pasada, el texto señala expresamente el objetivo del relato: los “que se tenían por justos y despreciaban a los demás” (es importante notar que puesto que esto está dicho por Lucas no se refiere a “judíos” sino a “cristianos”; se dirige a sus lectores y trata de evitar una actitud ante los demás). Siendo así, el eje de la parábola estaría en el “te doy gracias” y “porque no soy como los demás ni como ese”. Pero veamos el texto con cierto detalle. El verbo “despreciar” (exouthenéô) es exclusivamente de Lucas y Pablo en el NT (Lc 2x, Hch 1x, Pablo 8x). 

Como es habitual en Lucas, el Templo es lugar de oración (1,9; 19,46; 24,53; Hch 2,46; 3,1; 22,17).

Los fariseos eran una importantísima “secta” en Israel. Es evidente que hay que distinguir – a nivel histórico - entre los fariseos de tiempos de Jesús y los fariseos de tiempos de los Evangelios ya que en este tiempo la vieja “secta” se ha convertido en el grupo hegemónico y exclusivo. Con todos los cuidados del caso podemos afirmar que en tiempos de la redacción de los evangelios todos los judíos son fariseos, mientras en tiempos de Jesús no era así la cosa. Pero no es necesario entrar en este tema en esta oportunidad, son las actitudes de los dos personajes lo que cuentan. El fariseo es un personaje reconocido socialmente como modelo de persona religiosa y justa ante Dios. Los oyentes saben bien que es verdad lo que el fariseo de la parábola dice que hace. Así obra un fariseo. Y este, hace mucho más que lo que está mandado. Esto les daba una enorme credibilidad ante la sociedad. Por esto, lo que los fariseos dicen es algo sumamente atendido por los judíos en general (Mt 12,2.24; 15,12; Jn 7,48; 11,24). 

En este caso, por ejemplo, el ayuno estaba mandado hacerlo una vez al año (Lev 16,29-31; Núm 29,7) mientras que este ayuna dos veces por semana (ver 5,33); el diezmo debía ser de algunas entradas solamente (Dt 14,22-29), mientras que este da el diezmo “de todo”. Por eso puede decir con razón que no es “ladrón, injusto o adúltero”. Y – en suma – que no es como los “demás”, ni como “ese publicano” (la animosidad de los fariseos por los publicanos es evidente en 5,30; 7,34; 15,1). El ayuno es propio de la piedad judía (2,37) y – según Hechos – continuó en la Iglesia primitiva (13,2-3; 14,23) aunque parece evidente que Jesús no lo practicaba (5,33, donde además se muestra que no hacerlo es algo también propio de los discípulos de Jesús; comparar con Mc 2,16). Es interesante que el tratado sobre el ayuno de la Misna (Taanit) dice que no se imponen ayunos empezando por los jueves para “no provocar alza de precios” (Tah’ 9; tiene que ver con la cercanía con el sábado) pero se prevé hacer ayuno lunes y jueves siempre a modo privado. Del mismo modo, el tratado sobre los diezmos (Demay) señala la diferencia entre los “compañeros” (jaber) y los “demás”, las personas “incultas” (Dem 2,2). En ambos casos, como se ve, el fariseo se presenta a sí mismo haciendo más de lo que está mandado, es “de estricta observancia”.

El publicano, en cambio, era un emblemático modelo de corrupción. Estaba en lo más bajo de la escala social (no económica, por cierto). Podríamos decir que era el “cobrador de peaje”, para los cruces de caminos, o la entrada en las ciudades. En la escala piramidal, el rey o gobernante debía pagar a Roma una suma elevada de impuestos, los encargados de las ciudades debían pagar al gobernador, los jefes de los publicanos al “intendente”, y los publicanos al jefe de publicanos. Cada uno tenía una suma fija que pagar (de allí los censos, por ejemplo, para saber con más precisión la cantidad que se adeuda), y si lo recaudado no alcanzaba el responsable debía ponerlo de su cuenta, mientras que lo que obtuviera de más le quedaba en su provecho. Este cobro arbitrario y sin control hacía de los publicanos la figura emblemática de lo deshonroso, lo corrupto, el “pecador” (es interesante que con mucha frecuencia publicanos aparecen juntos con “pecadores”, Mc 2,15.16p; Mt 11,19 / Lc 7,34; Lc 15,1 es decir, en textos de Marcos, textos de Q y textos propios de Lucas). 

La actitud física de ambos contrasta también: el fariseo se siente con dignidad como para permanecer “de pie” mientras que el publicano está “lejos”, “no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo”. Los dos comienzan la oración del mismo modo: “¡oh Dios!” (ho theos). Se dice que el fariseo oraba “interiormente” (pros eautòn, lit. hacia sí mismo), y esto puede entenderse de diferentes maneras: en un sentido de monólogo (propio de las parábolas de Lucas, una oración interior), o en sentido negativo, sea que rezaba “a él” (es decir, no a Dios; lo que resulta extraño siendo que “oh Dios” es como empieza), o también mirándose a sí mismo (y al publicano). La primera posibilidad resulta más probable por el contexto y lo habitual en Lucas. La referencia a que no es “como los demás” (lo que fue señalado en la introducción) muestra el carácter elitista que el fariseo cree tener. La actitud del publicano de “golpearse el pecho” en Lc (23,48) es la actitud del arrepentimiento y clama por “expiación” (hilásthêti; cf. Heb 2,17 [sólo aquí en el NT; cf. Dt 21,8. Se asemeja a “borrar”, ver Sal 24,11; 64,4; 77,38; 78,9]; ver Lc 17,13). La diferencia entre ambos es obvia, la lista de cosas que el fariseo reconoce “no ser” se sintetizan en lo que el publicano reconoce ser: un pecador. Pero además, no habla de sí en referencia a otros, como hace el fariseo, sino en referencia a Dios, clama por “expiación”. 

La parábola presenta a los oyentes dos situaciones reconocidas y fácilmente identificables. Y no dice más. Sólo presenta la oración de ambos en el Templo. Nadie debía sorprenderse, pero la conclusión que saca Jesús de la presentación resulta inesperada. El verbo “justificar” es claramente paulino (23x, y no es frecuente en los Evangelios fuera de Lucas [2x en Mt], 5x en Lc y 2x en Hechos). Los dos personajes y sus dos actitudes reconocibles terminan con una conclusión inesperada y sorprendente. Sin embargo, hay que señalar que la traducción del párrafo no es fácil en griego par’ ekeinon (y todas las variantes son posibles): “este bajó a su casa justificado ‘más bien que’ el otro”; pero también ‘junto con el otro’ y hasta ‘gracias al otro’. En esta opción la idea sería que el publicano fue justificado por las obras “exageradas” del fariseo (algo también señalado en la segunda opción), la primera (uno sí, el otro no) es la más frecuente y es la que parece razonable en el texto de Lucas (repetimos que es posible que en el dicho de Jesús, dirigido a otro auditorio, por ejemplo, el significado sea – al menos un poco – diferente).

La razón de todo, finalmente, Lucas la pone en un dicho “errante” “el que se ensalce será humillado y el que se humille será ensalzado” (Mt 23,12; Lc 14,11). El texto en Mateo se encuentra en el contexto de los “escribas y fariseos” que buscan los primeros lugares, mientras los discípulos de Jesús (“ustedes”) no deben pretender ni usar títulos honoríficos o de superioridad como “rabbí”, “padre” o “preceptor”. La otra perícopa de Lucas (14,11) la encontramos en la renuncia a escoger los primeros lugares en los banquetes. En ambos casos se trata de los que se creen, o se hacen presentar a sí mismos, como superiores a los demás. 

No hay que descuidar, finalmente, que en ambos casos Jesús recurre a una “voz pasiva” que implica a Dios, es decir “Dios ensalzará / humillará” al que se humille / ensalce a sí mismo. Dios ve las cosas de modo inverso a como las vemos los seres humanos, para Dios la realidad es bien diferente. La parábola se dirige a quienes creen “ser justos” mientras que Dios justificó (hizo justo; la voz pasiva, una vez más, remite a que es Dios el que da la justicia) precisamente al “otro”, (al “demás”), al despreciado, al que el fariseo tenía por “injusto” (v.11); sobre esto ya lo había adelantado el texto de Lc 16,14-15:

«Estaban oyendo todas estas cosas los fariseos, que eran amigos del dinero, y se burlaban de él. Y les dijo: «Ustedes son los que se la dan de justos delante de los hombres, pero Dios conoce los corazones de ustedes; porque lo que es estimable para los hombres, es abominable ante Dios».

Los lectores de Lucas ya sabíamos que los publicanos “reconocieron la justicia de Dios” al recibir el bautismo de Juan, cosa que no hicieron los fariseos (7,29-30; cf. 3,12; 5,27.29.30; 7,34; 15,1) mientras que los fariseos se “justificaban a sí mismos” (10,19; 16,15; ver 5,21.30.33; 6,2.7; 7,39; 11,38-39.42.43.53; 12,1; 13,31; 14,1-3; 15,1-2; 16,14; 17,20). Lucas – entonces – muestra insistentemente que el modo en que la sociedad ve a unos y otros no es como Dios los ve. Ya sabíamos que si el fariseo dice no ser rapiñador (arpages), por su parte Jesús había dicho que los fariseos están llenos de “rapiña” (arpagês; 11,39).y si éste afirma no ser “injusto”, Lucas nos aclara que los fariseos eran “amigos del dinero” (filargyroi, 16,14). El publicano, en cambio, reconoce su situación, no tiene nada “que aportar” y por tanto reconoce su necesidad de que Dios sea el que actúe. 

No está de más una vez más alertar contra una lectura anti-judía de la parábola. Lucas se refiere (al mostrar las dos actitudes) a dos actitudes que pueden tener los miembros de su comunidad (= cristianos), no a actitudes de los judíos de tiempos de Jesús; para descubrir esto último habría sido oportuno ver el sentido que Jesús le dio al relato, pero eso es algo que excede nuestra intención en este espacio.