Dios no se desentiende de aquello que beneficia a los necesitados
DOMINGO VIGESIMOSEXTO - "B"
Eduardo de la Serna
Lectura del libro de los Números 11, 16-17a.24-29
Resumen: para ayudar a Moisés, Dios envía su espíritu sobre 70 ancianos reunidos en la Tienda. Esto se manifiesta visiblemente incluso sobre dos que no estaban allí. No corresponde a la autoridad censurar aquello que Dios da gratuitamente a quien quiere.
Evidentemente el texto fue escogido para ilustrar la primera parte del Evangelio: el intento de impedir un exorcismo y la negativa de Jesús. En este caso, el intento de Josué de permitir a Eldad y Medad profetizar ya que no se encuentran en la carpa. El texto presenta solamente el encargo divino (vv16-17a) y el momento de la efusión del espíritu de Moisés.
El crecimiento del pueblo (600.000 personas según v.21) y su constante rebeldía hacen que Moisés precise ayuda para establecer la justicia. Debe reunir setenta ancianos (cf. Ex 24,1) y encontrarse con Yahvé en la “Tienda del Encuentro”.
… tomó Moisés la Tienda y la plantó para él a cierta distancia fuera del campamento; la llamó Tienda del Encuentro. De modo que todo el que tenía que consultar a Yahveh salía hacia la Tienda del Encuentro, que estaba fuera del campamento. (Ex 33:7)
El término Tienda del Encuentro es muy frecuente en la Torá: x127 en Ex – Lev – Núm y sólo x2 en Dt (31,14) y x2 en Josué (18,1; 19,51). Anticipa el Templo. El “encuentro” (mo‘ad) señala en espacio o tiempo preestablecido (incluso un monte, o una fiesta). Es allí donde “bajará” Yahvé para encontrar a los setenta ancianos. La idea de que sean Ancianos hace referencia más que a la edad a la experiencia y sabiduría, necesarias para el consejo y el gobierno (ocupan un rol de gobierno o consejo con mucha frecuencia tanto en el AT como en el NT).
En el fragmento omitido Moisés presenta una objeción al encargo de Dios hacia el pueblo rebelde. Pero a continuación comunica la misión. Ya en la tienda Dios toma “algo del espíritu” de Moisés y lo dio a los ancianos. Como una suerte de éxtasis, estos comenzaron a “profetizar”, pero después de hacerlo un rato ya no lo repitieron. Esta manifestación exterior viene a constatar visiblemente la donación del espíritu. A esta especie de éxtasis se hace referencia en 1 Sam 10,10-13; 19,20-24; cf. Jl 3,1-5 y tiene como finalidad crear un clima de fervor y confianza en la presencia de Dios en medio de su pueblo. No se trata de una “profecía” en el sentido de una palabra concreta sobre acontecimientos o personas, sino a manifestaciones que sirven para reconocer la presencia del espíritu de Dios (también se usa el verbo profetizar para aludir a este éxtasis).
Para la Biblia hay una estrecha relación entre la profecía y el espíritu (cf. 1 Sam 18,10; 19,20; Ex 37,9.10; Os 9,7; Zac 7,12).
El texto no dice la razón por la cual dos inscritos en la lista de los setenta, Eldad y Medad, no fueron a la Tienda, pero igualmente el espíritu descendió sobre ellos. El don del espíritu lo tienen estos según el designio de Dios, pero ojalá todo el pueblo lo tuviera, afirma Moisés (v.29), es un ideal para todos. Todos los miembros de la comunidad pueden verse beneficiados del don gratuito de Dios y este no está supeditado al control de la autoridad.
Lectura de la carta de Santiago 5, 1-6
Resumen: Los ricos que no pagan el justo salario a los jornaleros reciben una durísima crítica de Santiago porque el grito de los trabajadores es escuchado por el Dios de la misericordia.
El texto parece tener un cierto paralelo con la unidad anterior ya que ambas comienzan igual: “ahora bien” (4,13; 5,1) pero los destinatarios no son los mismos, y los verbos en futuro son aquí reemplazados por verbos en pasado. El texto es uno de los fragmentos más críticos de toda la Biblia hacia los ricos (comparable a la imposibilidad de ingreso de estos en el reino, como el camello no pasa por el ojo de la aguja, Mc 10,24-25).
Los vv.2-3 aluden a los bienes que los ricos poseen: riqueza, vestidos, oro y plata, y tesoros. Es habitual que los términos oro y plata aludan a la fortuna (Is 60,9; Ap 18,12), incluso divinizados (Sab 13,10). Los vestidos – ya lo vimos en la carta domingos pasados – son expresión visible de la riqueza (2,2; cf. 1 Pe 3,3). Las tres expresiones de la riqueza “están” (presente) deterioradas: la riqueza, podrida; los vestidos, apolillados; el oro y la plata, oxidados (no interesa aquí que estos no se oxiden, el sentido es metafórico y alude a la pérdida de las riquezas). El sentido del presente es escatológico, “estos días son los últimos” (en esjátais hêmerais).
¿Por qué ocurre esto? Los terratenientes debían pagar el jornal a los que trabajaron los campos, pero éstos retuvieron el salario (v.4). Esto provoca que las víctimas “griten” (krázô) y estos “alaridos” (boê) llegaron a oídos del Señor sabaôth. Si las víctimas gritan Dios las escucha porque no permanece indiferente al dolor (Ex 22,22; Núm 11,2; Jue 3,9.15; 4,3); los alaridos de Israel maltratado suben a Dios (Ex 2,23; en realidad a un padre se le conmueven las entrañas los gritos de su hijo herido, Sir 30,7). Lo que hacen estos ricos terratenientes es exactamente lo contrario a lo señalado en la Ley (Dt 24,14-15), el salario de los trabajadores es vital (y retenerlo es asesino, como dirá).
Los ricos se desentienden – a diferencia de Dios – de la suerte de los pobres, y entonces el final escatológico se hace presente (verbos en pasado): vivieron con lujo, se llenaron de placeres, están hartos, llenos o saciados (cf. Ez 16,49; 1 Tim 5,6) como se llena el animal preparado para la matanza (cf. Hch 8,32; Rom 8,36). La imagen sin duda es durísima: no sólo pierde todo aquello que constituían sus “bienes” sino que además la suerte que les espera es dramática.
Todo esto es expresado como “condena y muerte del justo”. Si bien algunos autores piensan que se haría alusión a “Santiago, el justo”, resulta totalmente fuera de lugar en este contexto. Ya sabíamos que los ricos “oprimen y arrastran a los tribunales” a los pobres (2,6) y esto es comparado con el mandamiento “no matarás” (2,11). Esto es algo que es habitual en los ricos que en los tribunales tienen los jueces de su lado y a su favor. El criterio con que deberían guiarse es la misericordia, que “es superior al juicio” (2,13).Ya lo había afirmado el Sirácida: quien quita el pan de la boca de los pobres es un “hombre sanguinario” (34,21).
En realidad, el importantísimo tema de los pobres (y los ricos) en Santiago parece influido por el Eclesiástico (ya se ha comentado el valor sapiencial de esta “carta”). “No prives al pobre del sustento” (4,1), “no apartes tu rostro del pobre” (4,4) “Hay quien es débil, necesitado de apoyo, falto de bienes y sobrado de pobreza, mas los ojos del Señor le miran para bien, él le recobra de su humillación” (11:12); “los pobres son presa de los ricos” (13,19); “La oración del pobre va de su boca a los oídos de Dios, y el juicio divino no se deja esperar” (21:5); el Señor “no hace acepción de personas contra el pobre, y la plegaria del agraviado escucha” (35:13).
La voz dura de Santiago ha de verse en una cierta consonancia con la voz de los profetas (Am 8,4-8; Miq 6,10-11), el Dios de la Biblia es un Dios atento al dolor de los pobres y sumamente parcial en su favor y en contra de los opresores e injustos.
+ Evangelio según san Marcos 9, 38-43. 45. 47-48
Resumen: Marcos presenta una serie de temas aparentemente inconexos. En el primero señala que se ha de buscar el bien de los demás, y eso es estar “del lado de Jesús”, y en el siguiente que las autoridades deben cuidar la fe de los que tienen una fe limitada.
El texto evangélico presenta dos escenas que aparentemente no tienen relación entre sí. De hecho esta unidad de Marcos presenta varias escenas que parecen unidas por un criterio fundamental: el Reino supone una inversión contracultural de los principales valores sociales. Hay que notar que la ausencia de los vv.44 y 46 se debe sencillamente a que son un añadido de la Vulgata, pero no se encuentran en los mejores manuscritos.
En los Evangelios encontramos dos versiones distintas de un dicho semejante que son llamativas. Jesús dice en un texto que está en Mateo y Lucas: “el que no está conmigo, está contra mí” (Lc 11,23; Mt 12,30); se trata de un contexto en el que lo han acusado de estar poseído por Belzebú. El problema es que al hacer esa acusación los responsables le ponen obstáculos en su anuncio del reino, le están impidiendo “hacer el bien”. Pero en Marcos 9,40 dice que “el que no está contra nosotros, está por nosotros” precisamente cuando algunos intentan impedir que otro que no está con Jesús haga el bien. Ese “hacer el bien” tiene – en estos casos, y en otros – que ver con las expulsiones de demonios (como consta en ambos casos), que lamentablemente entre nosotros tiene lecturas hollywoodescas, pero interesantes connotaciones de liberación, de levantar de la alienación, de mostrar que hay otro mundo posible en el ambiente de Jesús. Y ese otro mundo posible es el reino, precisamente; en clara contraposición a los que excluyen, rechazan u oprimen, como el imperio de turno. Es decir, la aparente contradicción de los dichos no es tal si miramos el tema central: el bien a los oprimidos, “hacer el bien” como dice en otra parte. Jesús se para en ese lado, en el de los que buscan hacer el bien. Pero el problema en ambos casos son los “otros”, los que se oponen a ese “hacer el bien”. Y esos son los que – en este caso – reciben críticas duras de parte de Jesús, tanto que llega a decir que no tendrán perdón, por impedir obrar al Espíritu de Dios (3,29).
El texto de la piedra de molino (lit. “piedra de asno”) se encuentra en los tres evangelios llamados Sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas). Se señala una relación entre la piedra y el escándalo a los pequeños. En Marcos, después del segundo anuncio de la pasión, que culmina, como el anterior, con la frase “si alguno quiere” (8,34; 9,35; ver 10,36.43), Jesús ejemplifica el dicho poniendo un niño (paidíon) destacando que debería ser “recibido” (9,37). Los niños (paidíon) vuelven a estar en el centro en la unidad 10,13-17, aunque en este caso, para que Jesús los toque. En el centro de estas dos unidades se ubican una serie de perícopas sin relación evidente, las cuales son presentadas en la liturgia.
Mientras las primeras parecen marcadas por la frase “el que...” (vv.37.41.42) en v.42 la frase comienza con “y el que...”, comenzando los siguientes párrafos con “y” (vv.42.43.45.47) repitiéndose en 10,1 con un cambio de escena “y... va a la región de Judea...” La unidad vv. 37-41 está marcada por la referencia al “nombre”, mientras que vv.42-49 lo está por “escandalizar”.
Los cuatro “y” muestran en los tres últimos un esquema paralelo con un miembro del cuerpo (mano, pie, ojo) que sea “ocasión de pecado” (skandalizê), “más vale” (lit. “es mejor”) “que la gehenna”. En los tres casos, se refiere a miembros que los hay por pares señalando que es mejor estar con uno en “la vida” - “el reino de Dios” (con lo que en el paralelismo es evidente que une reino de Dios y vida) que con los dos en la gehenna. El primero, también comienza con el verso “escandalizar” (skandalizê). La unidad culmina con un logion referido a la sal (v.50), preparado por la relación entre ésta y el fuego del v.49. Dado el uso tanto del fuego como de la sal en los sacrificios (Núm 31,22; Lev 2,13) puede referir a la purificación del discípulo, lo que sería coherente con el resto de la unidad. La referencia final a tener paz sirve de conclusión a la referencia con que había comenzado la unidad: “¿de qué discutían por el camino?” (9,33).
Nota sobre la gehenna: La gehenna es originalmente una referencia al valle de Hinnûm, donde originalmente se realizaban sacrificios humanos (ver Jer 7,31; 19,4-5; 32,35) y continuamente se quemaba basura, de allí que se utiliza metafóricamente en sentido de castigo (ver Jer 7,29-34), particularmente escatológico, especialmente en los escritos apócrifos:
“Vi allí a las huestes de los ángeles castigadores, caminando y tomando azotes de hierro y bronce. Y pregunté así al ángel de paz, que iba conmigo: -¿Contra quién van éstos recogiendo instrumentos de castigo? Me dijo: -Cada uno para sus elegidos y predilectos, para que sean arrojados al abismo profundo del valle. Y cuando se llene ese valle de elegidos y preferidos suyos, se agotarán los días de su vida, y los de su ruina serán desde entonces incontables”. (1 Enoc 56,1-4)
Los textos de Jeremías son unidos a textos de Isaías (como 66,24; precisamente el texto citado en Mc 9,44). Por esto la Gehenna es usada metafóricamente en los Oráculos Sibilinos como referencia al juicio por fuego:
“Eran pesados y de gran talla; sin embargo, fueron a parar a la terrible morada del Tártaro, prisioneros de ataduras irrompibles, para pagar su pena en la gehenna de violento y devastador fuego incansable” (I,100-103);
o por el 4º libro de Esdras:
“El lago de los tormentos aparecerá y opuesto a él estará el lugar del sosiego; será manifestado el horno de la gehenna y en contraposición a él, estará el paraíso del regocijo” (4 Esd 7,36).
Como se ve, la metáfora hizo desaparecer la referencia al lugar físico, quedando como imagen de castigo escatológico.
Los dichos de Jesús se ubican en el género literario “exhortación” que frecuentemente incluyen una conclusión en forma de amenaza. Sin embargo, la primera de las imágenes, precisamente por no ser semejante en el paralelismo a las siguientes tres (los miembros del cuerpo), debe analizarse separadamente de las otras. Precisamente, Mt 18,7 le añade una conclusión en forma de “ay” antes de continuar con los ejemplos de menor a mayor de los miembros causantes de escándalo (“ay” tomado de la fuente de dichos [la fuente literaria que Mateo comparte con Lucas] ver Lc 17,1). La unidad, por otra parte, aparece en contraste con la anterior: mientras en la primera se señala la recompensa a los que reciben a los niños (“recibe al que me ha enviado”, 9,37), en esta se anuncia lo que les espera a los que hagan tropezar a los pequeños, a los que impidan que lleguen a la vida/salvación.
En los cuatro casos del escándalo Jesús señala que “es mejor” (kalón estin) utilizando el estilo que se ha llamado “de menor a mayor”, lo que es evidente en el caso de las tres últimas.
Evidentemente, en la imagen escatológica, lo que se ponen en la mira son los dos extremos ciertamente escatológicos: entrar en la vida / reino de Dios y ser arrojado en la gehenna; en este sentido podríamos parafrasear que es preferible estar limitados en la vida que plenos en la muerte.
Sin embargo, el primer dicho no mira a sí mismo, sino el bien de los pequeños (mikrôn). ¿Quiénes son estos pequeños? en un primer momento podría pensarse en los niños, a los que aludió en 9,36-37 y volverá en 10,13-16, pero como hemos dicho el término es otro (paidíon), y además en este caso se añade “pequeños que creen” (Mateo añade todavía “que creen en mí”). Parece referirse entonces a algunos que no son valorados dentro de la comunidad del evangelista, a los que se da mal ejemplo; parece referirse a los estratos socialmente más elevados frente a los “pequeños creyentes”, y se pone la imagen de un castigo terrible señalando que esta imagen sería preferible a lo que le aguardaría escatológicamente a los que escandalizan. Ciertamente la imagen pretende sacudir la conciencia para provocar un cambio de actitud. El texto se refiere, evidentemente a cosas que ocurren al interno de la comunidad cristiana, no al externo de la misma.
El primer dicho (v.42), con una frase irreal expresa con imágenes drásticas las consecuencias que golpean a quien induce a abandonar la fe (apostatar). La referencia al escándalo refiere al hecho actual con connotaciones escatológicas que provoca “confundir en la fe”, “caer en la trampa”, y por lo tanto se ven privados de la vida.
Se puede decir que es mejor la muerte y el exterminio que robar la fe a otro. La forma recuerda las palabras de Jesús sobre Judas: ‘más le valiera a tal hombre no haber nacido’ (Mc 14,21). No se trata de sentencias inapelables, pero son palabras que pintan la terrible realidad de un hecho. No se debe olvidar – además – que “el mar” es – bíblicamente – con mucha frecuencia el lugar-morada de los demonios, lo que reafirma el sentido escatológico del dicho.
Es frecuente en el judaísmo contemporáneo esa imagen:
“es más grave hacer pecar a un hombre que matarlo, porque el que lo mata no lo hace abandonar dos mundos, mientras que quien lo hace pecar lo expulsa de este mundo y del mundo futuro” (Sifré sobre Dt 23,8).