Pido perdón
Eduardo de la Serna
Ver las noticias de que en el
episcopado argentino recibieron a una serie de organismos defensores de la
dictadura, y que el twitter del obispado castrense cataloga de “presos
políticos” a los encarcelados por crímenes de lesa humanidad me revuelve las
tripas. Pero eso es un problema personal. Estoy en esta institución “santa y
pecadora” y debo bancarme estas cosas. Pero esas son cosas que no tienen por
qué bancarse los que no son parte de la Iglesia, o los que apostataron de ella.
Cosas que los ofenden y les recuerdan las heridas más graves de nuestra
historia y de sus vidas.
Muchas veces dijimos que el “pedido
de perdón” que en su momento esbozaron los obispos argentinos había sido
insuficiente, y con tufillo a mentiroso. Y actitudes como estas no solamente lo
confirman, sino que también lo reafirman. El episcopado argentino, en su
inmensa mayoría apareció como cómplice de la dictadura hasta el punto que ha
habido quienes hablaron de dictadura cívico-eclesiástico-militar. Y yo lo he
hecho. Y lo seguiré haciendo.
Y como soy parte de esta
Iglesia me veo en la obligación de pedir perdón. Perdón una y mil veces por la
complicidad de mi “familia” en el genocidio, y perdón también ahora, por
recibir a los apologistas de la muerte. Puedo pensar que la reunión fue pedida,
pero no entiendo que no se haya comunicado antes a los organismos de Derechos
Humanos y que no sea pública la conclusión de esa reunión en la que se debiera
haber exigido en nombre de Dios los datos que la sociedad entera reclama: dónde
están los desaparecidos, quiénes tienen a los niños apropiados y con qué
identidad están, quiénes dieron las ordenes para las desapariciones, torturas,
violaciones, secuestros, robos, ejecuciones clandestinas. Una vez más la
Iglesia jerárquica aparece a los ojos de la sociedad como cómplice del
genocidio, y nos deja pegados a ellos a quienes nos creemos en la vereda de
enfrente de esa grieta.
Por eso lo reitero: ¡pido perdón!
A mis amigos/as que estuvieron desaparecidos/as, a los que estuvieron
exiliados, a los/as que fueron perseguidos, sospechados, espiados, amenazados,
a los que temieron por su vida, a los/as niños/as apropiados/as… Y a los que no
siendo amigos los conozco por haber compartido algún encuentro o momento, o
simplemente por estar del mismo lado en muchas luchas. Repudio que en el
episcopado hayan recibido a apologistas de la muerte, y la declaración de los
detenidos y justamente encarcelados como “presos políticos”. Un país con presos/as
políticos/as como el actual merecería obispos férreos militantes de la vida (y
no me refiero a los 9 meses intrauterinos y ya no más), luchadores por la
justicia y la verdad, constructores de memoria, artesanos de la paz.
Lamentablemente no es eso lo que nos muestran, no es eso lo que la sociedad ve,
y es eso lo que tantos y tantas repudian. Repudiamos avergonzados.
Foto del obispado castrense
Como dice Eduardo Galeano en Memorias del Fuego, el socialismo es mucho mas que la Rusia Stalinista y el cristianismo es mucho màs que la Inquisiciòn. Si uno no tiene tantas culpas, no hay que pedir tanto perdòn. Uno no es solamente en lo que cree; uno cree en algo, y ademàs es.
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