martes, 26 de noviembre de 2019

Comentario adviento 1A

En nuestro presente, nuestra vida debe testimoniar lo que esperamos


DOMINGO PRIMERO DE ADVIENTO - "A"

Eduardo de la Serna



Lectura del libro de Isaías     2, 1-5

Resumen: Como es frecuente, el profeta espera que en un futuro indeterminado, Dios reinará sobre Israel y sobre toda la tierra, y puesto que todos caminarán a su luz, ya no habrá violencia, ni instrumentos de violencia, sino que todo será paz y los instrumentos de guerra serán transformados en herramientas para el trabajo del campesino.

El título que precede la unidad (v.1) invita a pensar que el libro ha recopilado aquí a modo de colección una serie de palabras (“visiones” puestas por escrito) del profeta en lo concerniente a Judá y Jerusalén. Es posible que de ese modo se hubieran dado unidad en un momento a los diferentes oráculos, aunque luego hayan sufrido añadidos y recortes con el tiempo.

La idea de “días futuros” no necesariamente aluda a lo que conocemos como “fin de los tiempos” y quizás haya que leerlo simplemente como “en el futuro”, aunque también es posible que aluda (en especial al finalizar la recopilación de textos de Isaías y sus discípulos) a un futuro lejano e indeterminado. La idea que guía el pensamiento y el discurso es el concepto de Yahvé rey de Israel, en el anuncio de un reinado universal de paz que nace de la justica. Pero este reinado será universal, no sólo abarcará la tierra de Israel. Yahvé “juzgará” (= gobernará, salvará) a todos los pueblos, no sólo a “Jacob”. Puesto que todos estarán instruidos por Dios, la paz (shalom, término que no se encuentra en la unidad) será una consecuencia obvia y permanente por lo cual ya no serán necesarios los instrumentos de guerra.

El texto de vv.2-4 se encuentra idéntico en Mic 4,1-4a. No es fácil saber cuál es el original, o si se remiten ambos a un elemento común. Especialmente porque ambos profetas son relativamente contemporáneos y predican en una misma región, Judá (es posible que Miqueas lo haya tomado de Isaías, o de una tradición oral que se remita a éste). La paz esperada es tan definitiva que los viejos medios para hacer la guerra se transformarán en instrumentos de trabajo campesino y ya no harán falta entrenamientos militares (“aprender para la guerra”).

La referencia a la peregrinación a Jerusalén es un tema habitual en el que se insiste frecuentemente en el tema de la paz: Sal 46; 48; 76; 87. “Subir” (v.3) es verbo que se utiliza habitualmente para dirigirse a Jerusalén (cf. 7,6; 11,16; 36,1.10; 37,14… cf. Lc 10,30.31). La “Ley” no ha de pensarse en el sentido de la Torá escrita sino de la instrucción que Dios dirige a su pueblo. 

La paz es el tema central, y es más que ausencia de guerras. La lucha por la conquista no tiene sentido ya que es Dios mismo el que conduce a su pueblo. El rey ideal es “príncipe de paz” (9,5-6; 11,6-9). El trabajo pacífico del campesino (Mic 4,4) es una obvia manifestación de la paz reinante. Se invita a toda la “casa de Jacob” a caminar “a la luz de Yahvé”. Pero esto, no ocurrirá todavía.



Lectura de la carta de san Pablo a los cristianos de Roma     13, 11-14a

Resumen: Pablo invita a los romanos a llevar ya desde ahora una vida diferente a la que lleva la sociedad de su entorno. Deben mostrarse distintos porque están ya en un tiempo nuevo, por el espíritu que los introduce en la vida nueva.

Los capítulos finales de la carta a los Romanos son motivo de debate entre los estudiosos. Es que Pablo escribe a una comunidad a la cual no conoce, ni que tampoco lo conoce a él (y en la que hay quienes hablan mal del apóstol diciendo cosas falsas, ver 3,8). A partir del cap. 12 empiezan una serie de exhortaciones, es decir, invitaciones a vivir de determinada manera, dejando aquello que la perjudica o aceptando lo que la beneficia. Esto lo encontramos hasta el cap. 15  donde Pablo empieza a despedirse (los saludos finales se encuentran en el cap. 16 que también es motivo de discusiones). El debate tiene su origen en la pregunta: ¿cuánto sabe Pablo de los romanos, como para dar consejos prácticos y exhortaciones precisas? Algunos afirman que hay datos que Pablo tiene y es a ellos a los que enfrenta; otros –en cambio- piensan que puesto que no sabe mucho de la comunidad, las exhortaciones son genéricas y, en muchos momentos, tomadas de lo dicho en otras cartas. En ese contexto, entre los muchos elementos, encontramos el texto litúrgico de hoy. 

En la unidad literaria anterior (13,8-10) había hablado solemnemente del amor como plenitud de la ley (ver Ga 5,14; 1 Cor 13,4-7), en la perícopa siguiente habla de la “fe” (14,1-15,13).

En esta unidad (13,11-14) el tema principal tiene que ver con cómo deben vivir “hoy” los destinatarios. Toda la perícopa está cargada de temas que se relacionan con el campo semántico del “tiempo” (momento, hora, levantarse del sueño, noche y día, tinieblas y luz, pleno día). Pero evidentemente el acento está puesto en el cómo se debe vivir “ahora”: levantarse, revestirse, caminar (= vivir) respetablemente. Es notable la cantidad de metáforas usadas en la unidad: noche-día, armas, camino, revestirse… Es casi imposible hablar de las cosas más profundas sin recurrir a las metáforas. 

El texto fue leído con frecuencia en un sentido “escatológico”, pero esto no es necesariamente evidente. Sin dudas no se ve la nota de la urgencia, y la imagen de despertar, que se aproxima la hora es coherente con la metáfora del tiempo presente en la unidad. Pero el acento, como decimos, está en la vida que se debe llevar hoy precisamente porque es tiempo de despertar. El verbo caminar (peripatéô) es propio del modo de vida que deben llevar los discípulos (6,4; 8,4; 14,15; cf. 1 Cor 3,3; Ga 5,16…), y lo mismo ocurre con el verbo “revestir” (endúô, vv.12.14; cf. 1 Cor 15,53.54; Gal 3,27; 1 Tes 5,8). La nota escatológica está dada por la vida que “ya” deben llevar los cristianos por haber recibido el espíritu, el don escatológico por excelencia, y que han obtenido en el bautismo. Es decir, Pablo los invita a ser desde ahora lo que un día llegarán a ser (la nota de futuro no tiene temas habituales en la escatología como el “día”, la “venida”, el juicio, la futura resurrección, pero sin dudas alude a un futuro indeterminado que va más allá del presente histórico concreto de la comunidad: “no se configuren con este tiempo”, 12,2). Las imágenes de día y noche, luz y tinieblas, aunque son frecuentes en la literatura apocalíptica no conservan aquí esa connotación sino simplemente la metáfora. Esto está puesto en claro contraste con el modo de vida habitual en la sociedad romana de entonces, algo conocido por todos, un comportamiento caracterizado por las comilonas, borracheras, lujuria y desenfreno, rivalidad y envidia. Los cristianos deben mostrar a la sociedad (“camino con decoro”, v.13; cf. 1 Tes 2,12; 4,1.12) una vida contrapuesta a la celebrada en el Imperio, pero deben hacerlo desde ahora. Ya es el tiempo.

Pablo invita a los romanos a comprender el tiempo (kairós). Como se sabe hay diferentes términos griegos para decir “tiempo”. Pablo utiliza con frecuencia el aiôn, que remite al tiempo que no cesa, y puede traducirse como “era”, hasta incluso entenderse como “eternidad”. El tiempo “kronos” es el que es entendido de un modo objetivo, y por tanto medible, por eso puede haber un futuro y un pasado. Kairós es el tiempo en sentido subjetivo, es el momento favorable, estipulado, oportuno. En LXX designa también el tiempo fijado por Dios (Is 49,8; Sal 74,3). Este tiempo fuerte (cf. Mc 1,15; Jn 7,6; Hch 1,7; Mt 26,18; Ap 1,3) es una ocasión que es necesario saber acoger. No necesariamente debe entenderse en sentido escatológico sino en coherencia con el tiempo al que el “día” alude en 11bc-12a). Es el tiempo decisivo de cada persona en la medida de su aceptación de Cristo (1 Cor 7,29; 2 Cor 6,2). La hora (hôra) de levantarse del lecho alude al simple paso del tiempo en el sentido de que “es tarde” (cf. Mt 14,15; Mc 6,35) con lo que prepara lo que viene a continuación. Es necesario levantarse para afrontar la novedad presentada como opuesta a “sueño”. Es el tiempo del “ya” y el “todavía no”. La salvación está próxima, “todavía” no está a nuestra disposición (sin que sea evidente en Romanos qué tan inminente es para Pablo este tiempo. La idea de la “proximidad”; vv.11 y 12, eggys/uzô).

A continuación se destaca la metáfora de “despojarse” y “revestirse” en un sentido de una transformación interior. En un primer momento (v.12) es “vestirse” de las armas de la luz, y en v.14 es “del Señor Jesús, Cristo” (a diferencia de 1 Tes 5,8; 2 Cor 6,7 [cf. Ef 6,13-17] Pablo aquí no describe el armamento, quizás porque a continuación lo identificará directamente con Cristo). La metáfora luz-tinieblas, por su parte (Rm 2,19; 13,12; 1 Cor 4,5-6; 2 Cor 4,6; 6,14; 1 Tes 5,5) en Pablo es tomada del estilo literario de la apocalíptica; se mueve en el terreno de la exhortación, en el plano ético.

En v.13 presenta un pequeño catálogo de vicios. Es sabido que estos son habituales en el mundo greco-romano y en el judaísmo de la diáspora, como un modo de señalar aquello del medio ambiente que culturalmente resulta detestable y que –por lo tanto- se debe omitir. En ocasiones está acompañado de catálogos de virtudes, pero aquí no los encontramos. Se trata de tres pares de vicios, el primero (comilonas y borracheras) contrasta con el dominio de sí, el segundo –centrado particularmente en lo sexual, como suele suceder en muchos catálogos de vicios- (sensualidad y desenfreno) y el tercero alude a las relaciones entre los miembros de la comunidad, lo opuesto a la edificación de la comunidad. A esto Pablo va a oponer lo contrario, pero no lo hace señalando expresamente virtudes contrapuestas sino la actitud fundamental: revestirse del Señor… La imagen del revestimiento tiene que ver con la vida cotidiana, pero en un sentido místico, de fusión. La referencia es bautismal (Gal 3,27), pero este bautismo implica un modo de vida (es interesante notar un semejante contraste entre un catálogo de vicios y la referencia al “ahora” comenzado en el bautismo, en 1 Cor 6,9-11), en cierto modo podemos decir que el bautismo da origen al misticismo paulino, y esto tiene implicancias en la vida cotidiana, es al Señor al que se debe servir, no al emperador ni a otro soberano, solamente al crucificado-resucitado.



Evangelio según san Mateo     24, 37-44

Resumen: Con una serie de imágenes con elementos comunes a las expectativas escatológicas Mateo invita a “velar” y “estar atentos” esperando de un momento a otro la venida del hijo del hombre.

Como se sabe, Mateo está compuesto en un cuerpo de cinco grandes discursos, precedido de cinco secciones narrativas. El quinto bloque –el escatológico- presenta un largo discurso que se encuentra en los caps. 24 y 25 (aunque en cap. 23 también es discursivo). En el v.37 (con el que comienza el texto litúrgico de hoy) Mateo abandona a su fuente, Marcos, y sigue al documento Q, aunque la continuidad con éste se prolonga hasta el v.51. 

La novedad comienza con el tema de la vigilancia que acompañará el resto de una pequeña serie de parábolas que preparan las grandes parábolas de Mt 25 (las diez vírgenes y los talentos). De hecho, hay una serie de palabras claves que se repiten con frecuencia en esta unidad: “conocer” (24,36.39.42.43.50; 25,13) “día/s” (24,36.37.38.42.50; 25,13), “hora” (24,36.44.50; 25,13), “venir/da” (24,39.42.43.44.46.48; 25,10.19.27), “hijo del hombre” (24,37.39.44), “vigilar” (24,42.43; 25,13).

En la primera parte del capítulo había indicios de la próxima parusía: los que dirán ser el Cristo, los signos de tribulación a los discípulos y a Jerusalén, serán visible en cielos y tierra, como una higuera (24,3-36), a continuación destacará que será inesperada (24,37-51). Es en esto que empieza a verse como importante la “vigilancia” aunque no se precise en esta parte en qué consiste esta.

Comienza con un paralelo entre  “los días de Noé” y la venida del “diluvio” y la “venida del hijo del hombre”.

El paralelo se ve claramente entre v.37 y vv.38-39:

37«Como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del hombre.
38 Porque como en los días (…) Noé en el arca, 39 y no se dieron cuenta (…), así será también la venida del Hijo del hombre.

Es evidente que el v. 37 presenta el paralelo entre ambos períodos que será explicitado en los versículos siguientes.

El acento no está puesto en que en tiempo de Noé eran pecadores (eso ocurre en otros escritos (ver Is 54,9), lo que el autor destaca es que “no conocían” (ouk egnôsan) lo que les esperaba, y vivían desentendidos de ello: comían, bebían, se esposaban o eran dadas en matrimonio (v.38). El paralelo pone en relación la sentencia de tiempos de Noé con la venida del Hijo del hombre, juicio y parusía se interrelacionan, de ese modo el día del hijo del hombre parece interpretarse como una catástrofe. Pero esto será inesperado y provocará fractura (= juicio) un varón en cada lado (v.40), una mujer en cada lado (v.41). El antagonismo tomado – dejado es habitual en el judaísmo (y la voz pasiva remite a Dios como el que tomará o dejará), cf. v.31. 

Este paralelo entre un acontecimiento ocurrido y uno por ocurrir es el que motiva el llamado a la vigilancia (verbo que aparece aquí por primera vez en Mateo, cf. 24,43; 25,13; 26,38.40.41; x6 en Mc, x1 en Lc y x1 en Hch). La imagen del ladrón que entra sorpresivamente en la casa es habitual en la expectativa apocalíptica (1 Tes 5,2.4; 2 Pe 3,10; Ap 3,3; 16,15), su paralelo en Lc 12,39 nos hace saber que es tomada del texto Q. El ejemplo retoma la idea de “estar preparado” en referencia a la venida “del hijo del hombre” que es el tema que articula la unidad. Estar preparado es paralelo, entonces, de vigilar. El verbo ya lo encontramos en 22,4.8 con la cena “preparada” en la parábola (lo mismo en 25,10).



miércoles, 20 de noviembre de 2019

El lado wiphala de la vida

El lado wiphala de la vida


Eduardo de la Serna



En la lucha feminista he escuchado hablar, entiendo que maravillosamente, de imágenes como las trenzas, o un telar. La lucha en colectivo, me parece entender, es la clave. Y saber que una (o uno) aporta, pero no es sin las (los) otras (os).

En estos momentos, y ante declaraciones desafortunadas, y sin cuestionar a quien las pronunció porque no estar de acuerdo en esto de ninguna manera significa no valorar sus miles de aportes de ayer y los que hará mañana, se me ocurre pensar que el feminismo es una lucha que hay que dar. Sin duda ninguna. Pero también es cierto que hay otras luchas impostergables. Creo que todas las luchas liberadoras son las que constituyen la trenza o el telar. Y una lucha, aislada de las otras, no es propiamente la que yo quisiera dar. Se ha dicho con frecuencia, en ciertas luchas, que a veces hay que dar un paso atrás para después dar dos para adelante. Y, en ocasiones, hay luchas que tienen en cuenta una parte de la trama y no otra. Hay luchas por una causa que, por ejemplo, encuentran el momento apropiado para darse, ¡y deben darse! Y son parte del todo de la trenza. Y, en ese momento, con frecuencia, otras luchas no se dan; no porque no cuenten, no porque no sean valoradas, sino porque “el todo es superior a la parte”. El todo, por ejemplo, de la lucha de un país por su dignidad, su libertad, su vida, hace que, en ocasiones, determinadas luchas queden para otro momento. Nadie “baja banderas”, nadie “renuncia” a sus ideales, sueños y utopías. Simplemente, cuando se trenza una parte, no se trenza otra. Pero el todo trenzado es lo que cuenta, es a lo que se apunta, lo que se pretende. Sería demasiado binario entender que sólo una lucha es el todo. Y sería binario, criticando lo binario, paradójicamente.

Y me permito otro ejemplo. Salvo la bandera blanca, que puede ser de rendición, o armisticio, o “pausa”, las banderas suelen tener colores. Dicen que la Wiphala no es una bandera (porque no representa bandos sino un todo); pero lo cierto es que no habría wiphala sin colores. Cada color la constituye. Si todo fuera un solo color, no sería wiphala. Y cada color atraviesa la wiphala; pero para serlo, debe permitir que otros colores también la atraviesen. Y así, sabiamente atravesada, puesta en alto, la wiphala es signo de un todo, de un Tahuantinsuyo. Me resulta un poco miope una bandera monocolor, me resulta un poco torpe ver una realidad compleja, que no nos permite medias tintas, como la boliviana de hoy, pretender un análisis o una autocrítica que no tenga en cuenta el todo, el golpe y las muertes, el desprecio de un pueblo y el avasallamiento de su dignidad. ¿Qué hay cosas que corregir, revisar y rechazar? Siempre. En todo. Pero el todo, hoy, es el pueblo boliviano, los pobres, los indígenas… Mañana empezaremos otra trenza.


Imagen tomada de https://www.facebook.com/sudestadarevista/posts/2554589421244921

martes, 19 de noviembre de 2019

¿Es con todos? Un problema con los sapos


¿Es con todos? Un problema con los sapos


Eduardo de la Serna



Una de las cosas que le cuestiono a cierta izquierda, o a cierto feminismo, es cuando “la parte se cree superior al todo”. Cuando una idea / ideología / utopía / proyecto (bueno, buenísimo, excelente o maravilloso) se vuelve incapaz de encontrarse con un todo, con un proyecto global. Puedo estar bastante, algo, muy o totalmente de acuerdo con muchos de esos, pero con frecuencia los veo con tan poca capacidad de diálogo, de renunciar, de equilibrar, de tolerar que su fundamentalismo (o su principismo) se me hace difícil de encontrarme. De encontrarnos.

Algo de eso leí sobre el nada-feminismo de Evo Morales (que supongo verdadero) pero el problema es que Jeanine es mujer… ¿Y? los sueños y proyectos, los pobres, campesinos e indígenas ¿no tienen nada que decir?

Y paso a lo que me provoca la reflexión: ya hemos comentado decenas de veces sobre los sapos (y hasta escuerzos) que a veces nos toca tragar en nombre de la indispensable unidad. “Es con todos”, se repite. Pero ¿siempre es así? ¿Con todos es así?

Y me remito a los evangelios. Jesús quiere reunir a “todo Israel”, el “pueblo de Dios disperso”, etc. Pero lo cierto es que “no todos” lo reciben. Y ahí hay una punta para la reflexión. La única forma de que el proyecto de Jesús sea universal es que llegue a los últimos, los pobres, los rechazados, los desvalorados por “muchos”. Es ahí donde se entiende la opción de Jesús por los pobres, los publicanos y pecadores, las mujeres y los niños, etc. Desde los últimos para todos. “Es con todos”, repite Jesús. El problema es que hay algunos que se creen “puros” (= santos), y que de ninguna manera aceptan juntarse (comer con) los “pecadores”, los impuros. Esos tales no aceptan que “esos” sean sus hermanos. Son tan “fieles y perfectos” que, como el hijo mayor de la parábola se niegan a participar de la fiesta porque no reconocen al que ha vuelto como su hermano (“ese hijo tuyo”). O como el rico, invitado a la fiesta de la fraternidad compartiendo sus bienes con los pobres, que se retira entristecido porque “tenía muchos bienes” … Tenía bienes, pero no quiso tener hermanos. Con esos no, dijo con su rechazo al Evangelio.

Es con todos, repiten, pero no deja de ser cierto que hay ciertos (y quizás bastantes) que se niegan terminantemente a compartir su vida y sus bienes, sus caminos y sus mesas con los que desprecian, con los que no sienten que sean sus hermanos. En ese caso (¡y es tan actual! basta con mirar Bolivia) el proyecto puede ser “con todos”, pero no es menos cierto que “con esos no” es un estribillo que los que se creen superiores, puros, o ¡hasta santos!, repiten constantemente.

Es con todos salvo con aquellos que se niegan a considerarnos hermanos. Pareciera que para algunos el “todos” es cuando “estoy yo” y preferentemente “no están esos”. No es cuestión de “razas” o de clases, de buenos y malos o de puros o impuros, es entender que desde los pobres se verá si es de y para y con todos o no. Todos, todas y todes aquellxs que quieren que los pobres sean el centro, sean el “test de la totalidad”, serán bienvenides. Con todes los que quieran pensar, militar y hablar desde el lugar del pobre son bienvenides aunque ayer no nos hayamos encontrado. Los pobres son el lugar del futuro y de la patria nueva que soñamos. Todes.


Foto pública del beato Enrique Angelelli, mártir


Comentario domingo 34C

Un señor que reina en la misericordia


DOMINGO TRIGESIMOCUARTO - "C"
SOLEMNIDAD DE CRISTO, REY

Eduardo de la Serna




Lectura del segundo libro de Samuel     5, 1-3

Resumen: David –que ya era rey del sur, es elegido ahora rey del norte con lo que se unifica la región. Pero esto no nace de la ambición de un hombre, sino de la decisión de los “ancianos” y la voluntad de Dios. David pasará a ser entonces el rey modelo, y más tarde el “padre” del futuro Mesías.

Por más que en cierto modo el libro de Samuel (y los que conforman toda la “gran historia deuteronomista”) son libros “históricos”, no es menos importante notar que no es el o los acontecimientos históricos lo que nos interesa comentar. La historia –por más “maestra de vida” que sea, al decir de Cicerón- no es “palabra de Dios” (no en el sentido bíblico). Es decir: no nos interesa en este momento –aunque ciertamente es un tema muy importante, pero también sumamente debatido por los historiadores y arqueólogos contemporáneos de las diversas escuelas- el “David de la historia”, sino lo que, partiendo de los hechos históricos, un (o unos) autor le dice a la élite de su pueblo cuando está por regresar del exilio en Babilonia. Podríamos resumirlo –un poco simplistamente- de este modo: hemos caído muy bajo por culpa de la idolatría (comenzada por Salomón), distinto hubiera sido si hubiéramos seguido fieles como David. Ahora que vamos a empezar de nuevo, ¿qué vamos a hacer? Es por esto que muchos personajes, incluso los mismos David y Salomón son exagerados (aunque sin disimular virtudes y defectos) a fin de presentarlos como modelo y anti-modelo del proyecto a comenzar. David es el rey ideal, “hacer en todo como David” es lo correcto, lo que se pretende, y si lo hubiéramos hecho no habríamos perdido la tierra prometida, no se habría destruido el Templo, etc.

En el texto de la lectura forma parte del largo acceso de David a ser rey de todo Israel, sur y norte. La muerte de Saúl desencadenó la sucesión, y el hijo de éste, Isbaal (literalmente varón de Baal, lo cual será cuestionado más tarde cambiándole el nombre por Isboset, hijo de la vergüenza), es nombrado rey en Israel, el norte. El sur, en cambio, elige por rey a David (2,1-4a). Una serie de conflictos y política interna, con varios asesinatos incluidos finaliza con el crimen de Isbaal y la decisión del norte de nombrar, también a David, rey de su territorio (unos siete años y medio después de ser nombrado en el sur, según el texto, cf. 2,11; 5,5). Sin duda este nuevo nombramiento real hace que todo “Israel”, sur y norte quede unificado y el territorio sea importante (desde Dan hasta Berseba, cf. 3,10). Pero todo esto no nace de la ambición de un hombre sino de una firme decisión de Dios que lo ha escogido (5,2; cf. 3,10). Nunca Israel tuvo un territorio tan extenso –siempre siguiendo los textos bíblicos- y esto se debió a que Dios estaba con David y éste le fue fiel. Salomón, en cambio, empezó a entregar y perder tierras (ver 1 Re 9,10-14). Para consolidar el reino, y promover la unidad entre las dos regiones, a continuación (5,6-12) David tomará la ciudad de Jerusalén (a medio camino entre ambas partes) a fin de establecer allí la "ciudad del rey”, y –luego- el Templo, que él no hará sino su hijo. Lo importante es que los ancianos en representación del norte, y David en representación del sur hacen ahora una alianza, y la hacen ante Yahvé. El pueblo está unido y Dios es testigo.

Sin dudas la imagen de David rey, de quién el Mesías sería heredero, según algunas corrientes,  es tenido en cuenta por la liturgia para poner el texto en la fiesta de “Cristo Rey”.



Lectura de la carta de san Pablo a los cristianos de Colosas     1, 12-20
 
Resumen: dado que algunos en Colosas han interpretado la persona de Cristo como uno de los ángeles, el autor de la carta intenta destacar –y el himno introductorio lo presenta claramente- la primacía fundamental de Cristo ya desde la creación, y luego en el acontecimiento reconciliador de la creación entera.

Para comenzar con esta carta que se leerá durante algunas semanas, destaquemos algunos breves elementos introductorios que conviene tener presentes.  Es muy probable que esta obra no sea compuesta por Pablo sino por un discípulo, transcurrido bastante tiempo y –probablemente- habiendo ya desaparecido el Apóstol. Hay muchos indicios que nos invitan a esta conclusión, como temáticas que indican el paso del tiempo, y respuestas que también parecen propias de nuevas realidades y una mayor “organización” eclesial. 

El texto que se propone en la liturgia es un gran himno introductorio, donde encontramos presentados algunos elementos que se desarrollarán más extensamente –o más claramente- en el cuerpo de la carta. 

Algunos autores proponen que el himno comienza en realidad en v.12, pero es posible que vv.12-14 sean una suerte de conclusión de lo anterior e introducción al himno, es decir, un pasaje de transición con elementos comunes a la acción de gracias y oración inaugural (1,3-11) y al himno (1,15-20). 

Tenemos un texto primitivo, quizás no paulino, de origen litúrgico, con interesantes reminiscencias a los textos sapienciales bíblicos y para-bíblicos (Qumrán incluido), incorporado por el autor para ilustrar lo que desarrollará a continuación. Es interesante ver cómo está estructurado el himno para ver cómo despliega su pensamiento el autor:

1.- Él es… (hos estin) […] Primogénito (prôtotokos) v.15

2.- pues en él (hoti en auto) todas las cosas (ta panta) en cielos y tierra v.16

3.- todo por él y para él (panta di autou kai eis auton) v.16

1.- Él es… (hos estin) […] Primogénito (prôtotokos) v.18

2.- pues en él (hoti en auto) toda la plenitud (pan ta plêrôma) v.19

           3.- por él… y todo para él (kai di autou… ta panta eis auton) en la tierra y los                              cielos v.20

Esto nos muestra dos estrofas construidas de modo semejante, la primera poniendo el centro en la creación (v.15.16 formando inclusión) y la segunda en la reconciliación (v.20; también presentada como pacificación). 

El tema de la primera estrofa es el papel de Cristo en la creación. Puesto que pretende destacar la preexistencia y su relación con la creación, el autor recurre a imágenes propias de la literatura sapiencial: Pr 3,19; 8,22-31; cf. Sab 7,22; 9,2-4. 

Pablo hablaba de los seres humanos como “imagen” de Dios (cf. Rm 8,29; 1 Cor 11,7; 15,49; 2 Cor 3,18) pero también lo dice de Cristo (2 Cor 4,4); es imagen (eikôn, de donde viene nuestro término “ícono”). El término remite frecuentemente a los ídolos (cf. Mc 12,16p; Rm 1,23) pero en la carta lo volvemos a encontrar en referencia a Cristo (el Hombre Nuevo) “imagen” del Creador (3,10).

Los “Tronos, dominaciones, Principados y Potestades” forman parte del “todo creado en cielos y tierra”. No es evidente a qué se refiere ya que en 2 Pe 2,10; Jds 8 se refiere a personajes terrenos. El trono (thrónos) es con frecuencia un asiento (cf. Mt 5,34; 19,28…) y jamás se encuentra en Pablo ni en sus discípulos fuera de aquí. El señorío (kyriótês) fuera de este texto y en 2 Pe y Jds lo volvemos a encontrar en Ef 1,21, un texto que parece influido por Colosenses. Los “principados” (arjê, por tanto también principio,comienzo) los encontramos en Rom 8,38 que parece contrapuesto (por el contexto) a ángeles, en 1 Cor 15,24 junto con “poder y dominación”, son destruidos por Jesús que está por encima de ellos (Ef 1,21) al final de la historia; se manifiesta a ellos y potestades en la Iglesia (Ef 3,10) que son “fuerzas del mal” (Ef 6,12). Jesús es el “principio” (Col 1,18), la “cabeza” de todo “principado y potestad” (2,10) y despojados por Cristo (2,15). Las potestades (exousía, por tanto también poder, derecho, libertad) en Rom 13,1.3 se refiere a las autoridades romanas, como se dijo, son adversarios de Cristo (1 Cor 15,24; en Ef 2,2 tienen que ver con el “príncipe” (arjontes) del poder y espíritu que actúa en los rebeldes; 3,10; 6,12; en Col 1,13 es “poder de las tinieblas”; cf. 2,10.15). Como se ve, en general se refiere a fuerzas supra-humanas, con frecuencia ángeles que obran el mal. En este caso, luego de haber señalado que todas las cosas fueron creadas “en él”, señala un par de merismos (construcción retórica que expresa la totalidad señalando extremos opuestos: cielo-tierra; visible-invisible) y concluye señalando la creación de estas fuerzas a las que la “herejía colosense”, contra la que el autor reacciona, parecen fuerzas rivales de Cristo, o “complementarias”.

Una nota sobre la “herejía de Colosas”: La angelología fue muy desarrollada en el judaísmo tardío; incluso empieza a proliferar una suerte de culto a los ángeles que será combatido en el N.T. (cf. Col 2,18; Heb 1,5.13). Pareciera que algunos en Colosas, ante la importancia dada a Cristo por los cristianos lo han puesto como “un gran ángel” o algo semejante. De allí la insistencia del autor en relacionarlo con la Creación, y como que “todo” fue creado “en él, por él y para él”, es “el primero en todo”, y “en él reside la plenitud de Dios corporalmente” (2,9; cf. 1,19) e incluso los “derrota”.

Como dijimos, la referencia a antes que todo, alude a los textos sapienciales de la sabiduría. El himno presenta a Cristo como preexistente, otro reflejo de la especulación sapiencial del judaísmo helenístico.

En la segunda estrofa, se destaca que Cristo es “la cabeza del cuerpo, la Iglesia (v.18; cf. 2,19). Muchos autores suponen que «la Iglesia» altera la idea de Cristo como cabeza del cuerpo cósmico, y que sería un añadido a un texto primitivo. Pero el tema “cabeza del cuerpo, la Iglesia” es un tema importante en Col (1,24.27; 2,17.19; 3,15 y en Ef 1,23; 4,15- 16; 5,23). En los escritos auténticos de Pablo la imagen del cuerpo es usada como metáfora de la Iglesia (1 Cor 6,15; 10,16-17; 12,12-27; Rom 12,4-5); en este caso no se trata de una “imagen como un cuerpo” sino del mismo cuerpo de Cristo (tampoco de un “cuerpo místico”, por cierto) lo cual significa un avance con respecto a Pablo.

Una nota sobre la escatología de Col (y Ef): como se sabe, Pablo espera para un tiempo relativamente cercano la venida de Jesús (cf. 1 Tes 4,15-17; 1 Cor 15,51-52). Sin duda que Pablo fue evolucionando en este sentido, especialmente cuando empieza a ver la muerte suya cercana como algo posible. Pero no parece –en este caso- que Pablo piense que Jesús demorará su venida sino que él adelantará su partida. Con el paso del tiempo, la demora de esta venida de Jesús fue un tema interesante para los cristianos. ¿Por qué se demora? Mientras algunos autores (emblemáticamente 2 Pe 3,3-10) destacan que se demora expresamente a fin de dar la ocasión de la conversión; otros (y Colosenses es un ejemplo de ello; también Efesios o el evangelio de Juan) señalan que nosotros en cierta manera ya entramos en este ámbito escatológico. Eso se verá claramente en Ef 2,6 donde “nosotros” ya estamos resucitados, sentados en los cielos “en Cristo”. En este sentido, la imagen de la cabeza y el cuerpo sirve en cierta manera para remarcar esta tensión entre lo que se ha llamado frecuentemente el “ya, pero todavía no”.

Señalar que Jesús es el principio parece ser un juego de palabras entre arjê, principio, referido a la preexistencia y al rol de Cristo en la creación, y arjê, «principado» que hemos señalado. Es paulina también la idea de Jesús como el primogénito de entre los muertos (cf. Rom 8,29; 1 Cor 15,20) en obvia referencia a la resurrección de Jesús y su estrecha relación con la de la humanidad.

Al señalar que en él reside la plenitud parece una versión abreviada de lo que dirá en 2,9: “en él reside la plenitud de la divinidad corporalmente”. Los que piensan en un himno primitivo no paulino, lo relacionan con la plenitud de poder en la creación. 

Pero el objetivo es la “reconciliación” (apokatallasô, término que sólo se encuentra en Colosenses 1,20.22 y Efesios 2,16; Pablo utiliza simplemente katallassô, cf. Rom 5,10; 2 Cor 5,18.19.20; cf. 1 Cor 7,11) que es sinónimo de “pacificar” (única vez en el NT; y sólo una vez en el AT griego, Pr 10,10). Lo que se reconcilia es “todo”, lo que se pacifica (por la sangre de su cruz) es también “todo” expresado en el merismo “tierra y cielos” (v.20).


+ Evangelio según san Lucas    23, 35-43


Resumen: Jesús en la cruz recibe las burlas de los que están cerca. Pero no todo es negativo en ese ambiente de sufrimiento. El pueblo simplemente mira, y más tarde, se manifestará arrepentido; y uno de los malhechores reconoce la inocencia de Jesús y le pide que lo “recuerde”, a lo que Jesús le otorga la “salvación” que las burlas reclamaban.

Siguiendo a Marcos, Lucas presenta las burlas de tres grupos a Jesús (es sabida la predilección de Marcos por el “tres”): en Marcos eran los que pasaban (15,29-30), los sumos sacerdotes y escribas (vv.31-32a) y finalmente “también lo injuriaban los que estaban con él crucificados” (v.32b). Lucas, en cambio, modifica un poco su fuente y añade un episodio que le es propio, el del llamado “buen ladrón”. Para empezar, los primeros que se burlan son los “magistrados” (23,35b), luego serán los soldados (vv.36-37). El pueblo, en cambio estaba mirando (v.35a) y se retira golpeándose el pecho en señal de arrepentimiento (v.48). La burla de los crucificados es reemplazada por la burla de sólo uno de ellos y el reconocimiento de la justicia de la pena propia y la inocencia de Jesús por parte del otro. No es improbable que haya una cierta conexión con las tres tentaciones al comienzo del ministerio de Jesús en el desierto. 

El primer contraste con Marcos viene dado por la actitud del “pueblo” (láos) que estaba “mirando” (theôrôn), no “burlándose”. Esta actitud es neutra, pero –como se dijo- enseguida hablará de “espectáculo” (v.48) y el consiguiente arrepentimiento. Es notable la diferencia entre el pueblo y sus dirigentes (arjontes). Como antes los fariseos (16,14), estos ridiculizan a Jesús.

En el comienzo del ministerio de Jesús le dicen “Médico, cúrate a ti mismo” (4,23), la actitud no ha cambiado. Es verdad que “ha salvado a otros” (7,50; 8,48; 17,19; 18,42) e incluso es reconocido como “Salvador” (2,11; Hch 5,31; 13,23). Pero sabemos que hay una estrecha relación entre la salvación y la fe (“tu fe te ha salvado”) mientras que la burla pretende un auto-beneficio. Como la “confesión de Pedro” que afirmaba que Jesús es el “Mesías de Dios” (9,20), lo repiten los magistrados, y añaden “el elegido” algo que es afirmado en la Transfiguración (9,35). Las tres burlas en Lucas ponen el acento en la salvación que Jesús debía procurarse a sí mismo (vv. 35.37.39). 

Lucas, que había omitido las burlas crueles de los soldados en las torturas en el pretorio (ver 22,63-65, donde dice “los varones”) añade aquí una burla de los soldados. La oferta de vinagre (ver Sal 69,22) siendo una alusión menos evidente que en Mc 15,35-36 quizás refuerce la burla puesto que Jesús había dicho que ya no beberá “del producto de la vid” hasta llegado el reino (22,18). La burla explícita, no sólo retoma el reclamo de auto-salvación, sino que toma también el dicho de la “inscripción” (epigrafê) sobre la cruz: “el rey de los judíos” el cual se mencionará inmediatamente. Este “cartel” es algo habitual en los castigos romanos. Cuando el historiador romano Suetonio cuenta las perversiones de Calígula, por ejemplo dice:


“Durante una comida pública en Roma, habiendo arrancado de un lecho un esclavo una hoja de plata, mandó en el acto al verdugo que le cortase las manos, se las colgase al cuello y lo pasease así por todas las mesas con un cartel que dijese la causa del castigo”. (Suetonio, Vida de Calígula 32,2)
Los cuatro evangelios coinciden en el título en el epígrafe con ligerísimos matices. Es razonable la pregunta de por qué Pilato (si fue él) pone la referencia a Jesús, “rey de los judíos” si es que lo ha considerado inocente (notar que a la pregunta que le formula acerca de si lo es realmente, Jesús afirma que sí, y entonces Pilato dice que no encuentra “ningún delito en este hombre”, 23,3-4.14-15.22). ¿Le coloca un cartel indicando que es ejecutado sin delito alguno? ¿Se trata de una burla? ¿O quizás un llamado de atención a cualquiera que intentara algo semejante afirmando que cualquiera que intente mostrarse como “rey” le espera condena del estilo? 

Uno de los malhechores lo insultaba (eblasfêmei), y a la común referencia a la auto-salvación añade lógicamente la propia. Irónicamente, uno de los “malhechores” sí será salvado, pero no descendiendo de la cruz, sino permaneciendo en ella e invocando la memoria salvadora de Jesús.

La presencia del pueblo solamente mirando (es decir, no burlándose) y la del “buen ladrón” ha permitido a Lucas mostrar que no todo lo ocurrido en el calvario es negativo. La insistencia en el tema del perdón a lo largo de todo el Evangelio llega aquí a su máxima expresión. No solamente hay una cadena de personas que reconocen la inocencia de Jesús, comenzando por Pilato, siguiendo por Herodes, ahora el malhechor y concluyendo con el centurión que lo reconoce “justo”. Pero además, en la larga escena de la Pasión encontramos diferentes momentos de curación y perdón, desde la oreja del servidor del Sumo Sacerdote, hasta el perdón “porque no saben lo que hacen” de aquellos que lo crucifican.  

La respuesta del otro –la gran novedad de Lucas en la escena de las burlas al crucificado- alude al “temor de Dios” que es una actitud religiosa de respeto reverencial. Expresamente señala la inocencia de Jesús (la cuarta vez que se hace en la unidad, cf. las referencias a la inocencia en boca de Pilato recién señaladas). Expresamente afirma que Jesús “no ha hecho nada fuera de lugar” (átopon). La condena “justa” (v.41) de los dos malhechores, y la misma condena (krima) del inocente Jesús se presentan en claro contraste. Justicia que vuelve a ser reforzada al reconocerlo el centurión como un “justo” (v.47). 

Recordar” no se trata de un acto mecánico de la memoria, sino de “hacer presente”, “traer a la memoria” (cf. Gen 9,15; 19,29; Ex 2,24; 6,5; Neh 9,17; 2 Sam 18,18; Ez 21,28; 29,16; 33,13; Tob 1,12; 2,2). No hay unanimidad en los manuscritos sobre el dicho del “buen ladrón”: Para simplificarlo puede entenderse como “cuando llegues a (eis) tu reino” o “cuando llegues con (èn) tu reino”; en el primero se trata de la entronización de Jesús como Mesías, en el segundo de la venida de Jesús como poder de rey (se puede decir que el primero se trata del reino, el segundo del reinado). De todos modos, la idea de “llegar al reino” es una buena traducción de ambas variantes, teniendo en cuenta el griego popular de la época. La historia de José y los dos malhechores encarcelados con él en Egipto parece influir en esta escena: “a ver si te acuerdas de mi cuando te vaya bien” (Gen 40,14), paralelo que se refuerza más aun viendo cómo lo relee Flavio Josefo: por ejemplo, el servidor que será “colgado” (40,19) para Josefo será “crucificado” (anastauroô).

Son pocas las veces en las que alguien se dirige a Jesús llamándolo por su nombre: 4,34; 8,28; 17,13; 18,38; cf. Mc 1,24; 5,7; 10,47, se trata de personas que precisan “salvación” (es bueno recordar que “Jesús”, abreviatura de Yehoshua, significa “Yahvé salva”). 

Hoy” es sumamente frecuente en Lucas (como se ha visto en varias ocasiones): 2,11; 4,21; 5,26; 13,32.33; 19,5.9; 22,34.61, es el momento preciso de la salvación, de la intervención de Dios. ¿Qué significa “paraíso”? En el NT sólo lo volvemos a encontrar en 2 Cor 12,4 y en Ap 2,7. Ap 2,7 alude expresamente a que allí se encuentra “el árbol de la vida” (cf. Gen 2,9); el texto de 2 Cor parece aludir al “séptimo cielo”. La mayor parte de las veces que el término se encuentra en el AT griego la referencia es también al jardín que Dios preparó a la primera pareja (Gen 2,8). Es habitual en la mentalidad escatológica judía que los tiempos ideales futuros se piensen semejantes a como fueron los tiempos ideales de los orígenes; de allí que un/el paraíso es visto como tiempo ideal: 

Cuando haya consolado Yahveh a Sión, haya consolado todas sus ruinas y haya trocado el desierto en Edén y la estepa en Paraíso de Yahveh, regocijo y alegría se encontrarán en ella, alabanza y son de canciones”. (Is 51,3)

Así se pueden ver también en varios textos apócrifos:

  • Fiel es el Señor con los que le aman de verdad, con los que aceptan su corrección, con los que caminan cumpliendo sus mandatos en la Ley con que ha ordenado nuestra vida. Los santos del Señor vivirán por ella para siempre, el paraíso del Señor y el árbol de la vida son sus santos…” (Salmos de Salomón 14,1-3)
  • En ese día serán asignados los dos monstruos, el femenino llamado Leviatán, para morar en el abismo del mar sobre las fuentes de las aguas, y el masculino denominado Behemot, que ocupará con su pecho el desierto inmenso llamado Dendayn, al oriente del Paraíso donde moran los escogidos y justos, donde fue recibido mi antepasado, el séptimo varón desde Adán…” (1 Henoc 60,7-8)
  • Él (el mesías sacerdotal) abrirá ciertamente las puertas del paraíso y apartará de Adán la espada amenazante. A los santos dará a comer el árbol de la vida, y el espíritu de la santificación estará sobre ellos. Él atará a Belial y dará poder a sus hijos para pisotear los malos espíritus. El Señor se regocijará en sus hijos y pondrá sus complacencias en sus amados para siempre…” (Testamento de Leví 18,10-14; aunque esta obra es vista por muchos autores como un escrito de gran influencia cristiana o con añadidos cristianos). 

El “buen ladrón” ha recibido el solemne “amén” de Jesús asegurándole su participación (“salvación”) en el hoy escatológico y presente a la vez, así participará del reino al que Jesús se encamina. Así como a los que han “perseverado en las pruebas” les dispone “un reino” (22,29-30). Entrar en la gloria (Lc 24,26), y entrar en el reino, ¿son semejantes? (cf. Dt 7,13-14) ¿Hay alusión a la venida de Jesús (= parusía) como a la que se alude al decir “venga tu reino” (11,2)? Sin dudas los lectores de Lucas saben que en el “hoy” de la cruz, Jesús “entró” en su reino y arrastró consigo al ladrón que sabe reconocerlo.




Cuadro tomado de www.enbetel.org



lunes, 18 de noviembre de 2019

Regurgitar


Regurgitar


Eduardo de la Serna



Es habitual en varias especies animales que las crías reciben de sus padres y madres el alimento regurgitado. Las aves, por ejemplo, van a buscar comida abundante y, ya llenos, vuelven al nido donde los pichones se alimentan de lo que sus padres ya han procesado. Es normal: todavía son pequeños, no pueden volar, no pueden cazar, no pueden proveerse su propio alimento.

Otras especies, como la humana, por mamíferos, maman; pero luego, antes de estar preparados para el alimento sólido reciben de sus padres y madres una suerte de “papilla” hasta que estén aptos para abastecerse de comida sólida.

Lamentablemente, con frecuencia, esto que ocurre con la alimentación, ocurre con excesiva frecuencia también con la información. Es habitual que recibimos regurgitado lo que los hegemónicos nos quieren dar. Y, con preocupante pereza, muchas veces no hay una firme decisión de buscar otro alimento nutritivo. Recibimos lo que deciden que nos alimenta (o desnutre, porque quizás desnutridos nos quieran), y regurgitan la información que se dignan darnos (y – obviamente – no recibimos la que eligen negarnos).

Mirando la prensa hegemónica (es decir la que “naturaliza” los sentidos que quieren que demos a la realidad sin que nos alimentemos de otras fuentes para procesar nosotros mismos la información) creo que vomitan. Hasta el punto que, con frecuencia, escuchar o recibir algo diferente suele “caernos mal” (no estamos acostumbrados). Sólo cuando nos hemos habituado a una alimentación variada, plural, que combine lo que nosotros elegimos comer y de lo que elegimos alimentarnos, habremos elaborado nuestra dieta. Caso contrario, ¡antes!, sólo nos alimentaremos con lo que regurgiten los que debieran nutrirnos.
Es notable ver la cantidad de mentiras (lisas y llanas mentiras), medias (o un cuarto de) verdades, títulos tendenciosos, análisis falsos (con “alimentadores” con cara de sabios doctores dietólogos que nos explican por qué debemos comer esto y por qué no aquello otro que “nos va a hacer mal”). Es verdad que una gran parte de la sociedad se alimenta sólo de lo que regurgitan La Nación, Clarín y sus secuaces. Es de esperar que sean cada vez más los que elijan su propio alimento, su variedad, que sean críticos de lo que les dan masticado y, una vez que sepan mirar se den cuenta, sencillamente que lo que presentan como un plato exquisito es en realidad ¡un asco!


Foto tomada de https://www.alamy.es/ciguena-blanca-regurgitar-la-comida-a-los-pichones-en-el-nido-ciconia-ciconia-alsacia-francia-image282025952.html

sábado, 16 de noviembre de 2019

Mi primera experiencia en Bolivia


Mi primera experiencia en Bolivia

Memoria de un viaje “iniciático” (1987)


Eduardo de la Serna



Yo venía de dos situaciones difíciles: para empezar, la dictadura cívico-eclesiástico-militar que me había provocado un “exilio interno” del que fui saliendo muy lentamente (simbólicamente, y por una serie de acontecimientos suelo pensar recién en 1996 como el “fin” del exilio) y también la experiencia – que hoy veo muy críticamente – del Seminario en el que fuimos fomateados, y mis primeros años de cura (1981). Cuando finalmente me autorizaron a dejar la arquidiócesis de Buenos Aires para ir a Quilmes (1987), antes de llegar hicimos, con un grupo variado, un viaje a Bolivia: entramos por Villazón rumbo a Oruro (allí visitamos muchas comunidades campesinas, en torno al santuario de Quillacas), fuimos a Cochabamba, La Paz y al santuario de la Virgen de Copacabana. Recuerdo, incluso, irónicamente, que celebramos y brindamos en La Paz el 11 de febrero porque ese día el cardenal Aramburu cumplía 75 años y debía presentar su renuncia. Estando en Oruro recuerdo, también, la fiesta de la ciudad, la fascinante homilía crítica del obispo y el acompañamiento, después, a recuperar la radio campesina que Banzer había expropiado. Fuimos con la gente de las Comunidades Eclesiales de Base de Oruro (fue mi primera experiencia de CEBs, de las que sólo había oído hablar o había leído). Podría contar anécdotas varias de este viaje, pero no es el caso. Hay dos elementos que me interesan resaltar.

En la recuperación de la radio, entre sikus, erkenchos y zampoñas, al llegar al lugar también llegaron los mineros:

“-Eduardo, prepara la cámara, llegaron los mineros” me dijo el animador de las CEBs.
“¿Y?”, le pregunté desde mi ignorancia absoluta y desconocimiento…
“-Ay, Eduardo… - me respondió casi perdonándome – mineros… ¡dinamita!”

Al rato apareció el ejército, lacrimógenos y demás. Pero me llamó la atención que no nos cercaron (estábamos en mitad de cuadra). Bastaba con poner un retén cada esquina y no teníamos salida.

“- Es que saben que los indígenas son pacíficos, pero si los rodean ¡avanzan! y los tendrían que matar” me dijo el que a esa altura ya era mi catequista.

Al volver a Buenos Aires, y ya empezando mi nueva experiencia eclesial quilmeña, entré en una maravillosa crisis eclesial. El seminario nos había formateado eclesiocéntricamente. La obediencia era la virtud casi principal (hasta una vez, un superior, en una misa dijo ante todo el seminario “prefiero equivocarme con el superior antes que acertar sin él”; nadie respondió ante ese desatino). “El que obedece nunca se equivoca” repiten los eclesiólatras. Y una cosa que descubrí, al ver la Iglesia boliviana, es que la Iglesia es un movimiento, un pueblo, y que los obispos, por ejemplo, también deben ser obedientes a la Iglesia, porque “no son la Iglesia”. Y que es posible (y lo habíamos experimentado) que hubiera obispos que no fueran obedientes. Y – en ese caso – no era al obispo sino a la Iglesia a la que debíamos obediencia. La dictadura había sido un ejemplo excelente de todo eso. La Iglesia no es un gallinero sino una mesa compartida.

Desde ese entonces siento que tengo una deuda con Bolivia, con su Iglesia, con su gente.

Cuando hoy veo “otra Iglesia” en Bolivia, o mejor, otra jerarquía, me lleno de dolor, “la Iglesia que Juan Pablo nos legó”, parafraseamos. Gente amiga (de esos lugares) me volvió a abrir los ojos: la jerarquía tenía gran credibilidad por sus acciones sociales, sus ONG, su cercanía con el pueblo, en especial los sufrientes. Pero resulta que vinieron gobiernos que tuvieron más acciones sociales, más cercanía, empezaron procesos de justicia y la jerarquía quedó descolocada. Pareciera una cuestión de competencia (acoto yo). La jerarquía perdió poder. Y en lugar de aplaudir, acompañar y eventualmente, (desde los pobres) criticar, se posicionó en “la vereda de enfrente” (o grieta, si se quiere).

Y, para peor, avanzan las Iglesias electrónicas. Nueva competencia religiosa, entonces. Y esto se ve por doquier, no solamente en Bolivia. Y resulta más triste todavía ver cierta jerarquía que prefiere quedar cerca o junto a los fundamentalismos a la hora de cerrar todas las puertas, antes que abrirse a la novedad, al disenso, al debate… a les diferentes. Y acá aparece la Biblia, leída – expresamente – como “la Iglesia” dice que no hay que leerla. Y otra vez pretendo ser fiel a “la Iglesia” y no a los jerarcas que se abroquelan en sus miedos.

Bolivia me enseñó a ver la realidad de Bolivia hoy, y también la de Chile, la de Brasil, Venezuela, Colombia, Ecuador y también de la Argentina. ¿Cómo no estarle agradecido?



foto tomada de https://mundo.sputniknews.com/america-latina/201911121089295308-marchas-en-defensa-de-la-bandera-indigena-wiphala-tensan-proceso-politico-en-bolivia/

viernes, 15 de noviembre de 2019

El sentido de las palabras


El sentido de las palabras


Eduardo de la Serna



Todos sabemos que las palabras “pesan”. Los que saben les ponen nombres raros, como performativo, y cosas semejantes. No quiero entrar en eso, sino simplemente en el sentido. Porque todes sabemos que una palabra sacada de contexto, vaciada de sentido, o mal entendida dice cosas distintas a las que se quieren decir.

Podemos poner el ejemplo de la palabra “DIOS”. Tengo amigos que me dicen “yo no puedo creer en un dios que hace esto o aquello”. El tema es que yo tampoco creo en ese dios, pero sí creo en Dios. El tema es con qué llenamos el término Dios, porque decirlo lo decimos todos (hasta los ateos para afirmar que no creen). Diferentes grupos religiosos darán distinto sentido al término “Dios” (o dioses/as), y una creencia sería adherir a ese sentido. Es decir, no solamente creo que existe un dios (o diosa, o dioses/as) sino que, además, y por encima de todo, creo que Dios es de una manera, se manifiesta de una manera, quisiera que nos relacionemos con él de una manera. Entonces, muchos podremos decir “dios” pero no estamos diciendo lo mismo. Lo que hagamos o digamos de nuestra relación con Dios manifiesta cómo es ese dios y – por lo tanto – podremos decir que creemos o no en ese mismo dios. No se trata tanto de afirmar que creemos que “existe/n dios/es/as” como sí, además, reconocer que es/son de determinada manera. Si dios es un sanguinario que reclama sangre, un sádico que se complace en ver los sufrimientos de sus “hijos”, sinceramente quiero ser ateo de ese dios. Incluso hasta podemos rezar el mismo “Credo”, pero no estamos diciendo lo mismo. y vale, por ejemplo, para términos como “todopoderoso”, “creador”, “Iglesia católica”, etc. Muchos decimos las mismas palabras, pero los sentidos son diferentes, y a veces ¡hasta contrapuestos!

Algo semejante vale para la palabra “BIBLIA”, que se ha puesto de moda en estos días. Lamentablemente. Parece que muchos la reconocemos como “palabra de Dios”, pero decimos cosas contrapuestas. Yo creo que es “palabra de Dios”, pero no creo que Dios (o un ángel) haya “dictado”, que al abrirla salga una suerte de luz o una paloma inspiradora. Creo que Dios ha caminado, y camina con su pueblo, y lo acompaña, y lo cuestiona e interpela, alienta y sostiene. Y lo hace por medio de “amigos” como lo fueron tantas mujeres y varones de la historia que fueron dejando hablar y obrar a Dios. Creo que se aplica a ellos lo que Abraham Herschel dice de los profetas: personas con gran “syn-pathia” [sentir-con] con Dios y por tanto sienten lo que Dios siente: alegría, dolor, rabia, tristeza, fiesta… ante lo que ocurre con su pueblo en la historia. No creo, entonces, en una Biblia que no muestre ese Dios en el que creo. Serían las mismas palabras, pero no creo que sean “palabra de Dios” (porque no creo en ese dios). La Biblia nos muestra cómo es su Dios; y la Biblia cristiana, en continuidad, cómo es el Dios que Jesús nos revela. Un dios (o una biblia) que discrimine indígenas o signos, que rechace culturas o comunidades, una biblia que condene u oprima no me resulta “palabra de Dios”, sino que han vaciado de sentido, adulterado el sentido, “profanado” el sentido del encuentro de un Dios de vida, con sus amigos. No creo en ese/cualquier dios; no creo que ese dios hable en ninguna palabra simplemente porque no creo que exista. 

Creo en un Dios que nos dirige su palabra, en la Biblia y en la historia, y en esa palabra nos sale al encuentro para que encontremos siempre mejores caminos de vida, nunca de opresión y de muerte, que encontremos hermanas y hermanos, nunca seres despreciables, satánicos o abominables, y que encontremos a otras y otros con sus culturas, sus fiestas, sus expresiones para aprender, encarnar, y humildemente dialogar con ellos para juntos encontrar más y mejor vida para todxs.


Imagen de A. Pérez Esquivel tomada de http://www.adolfoperezesquivel.org/?page_id=76