jueves, 29 de junio de 2023

Los pescadores en Israel

Los pescadores en Israel

Eduardo de la Serna



Sabemos que los pescadores son aquellas personas que se ocupan de extraer pescados del agua. Pero no es menos evidente que los hay de diverso modo: con barca o sin ella, con red o con anzuelo, en pequeño grupo familiar o asociados, en el lago o en el mar…

Dejemos de lado la pesca marítima, la cual, salvando la costera, no es nada frecuente en un pueblo que no es marinero como era el caso del Israel bíblico. El lago de Galilea era fuente frecuente de peces, los que, luego eran salados para su conservación; también se pescaba en el rio Jordán (no así en el Mar Muerto). Pedro, que como sabemos, tenía la pesca como oficio familiar, pesca con anzuelo un pez en un relato en el que Jesús quiere reforzar su imagen de “hijo del Dios abbá” (Mt 17,27), pero es frecuente verlo pescando con red (Mc 1,16; Jn 21,6). El verbo pescar no es habitual en el Antiguo Testamento (Is 19,8; Jer 16,16) aunque ciertamente el pescado formaba parte de la dieta de los pueblos cercanos al agua; de hecho, uno de los asistentes a la predicación de Jesús llevaba consigo unos panes y un par de pequeños peces (Mc 6,38.41.43; 8,7). En Jerusalén, una de las puertas de la ciudad es conocida como “la puerta de los peces” (2 Cr 33,14; Neh 3,3; 12,39; Sof 1,10); en el Templo ideal que imagina Ezequiel el agua será abundante, y abundarán los peces (47,9.10). Zebedeo, el padre de Juan y Santiago tiene una pequeña empresa dedicada a la pesca ya que tiene "jornaleros" (Mc 1,29). Un forastero, en la orilla (que los lectores sabemos que se trata de Jesús resucitado, cosa que ignoran los discípulos) les pide pescado a los pescadores de la barca, aunque la tarea había sido infructuosa, sin embargo, al llegar a tierra, lo ven con pan, unas brasas y un pez sobre ellas (Jn 21,5-9).

Puesto que el lago de Galilea es muy extenso, en ocasiones recibe el nombre de “mar” a pesar de no serlo y ser de agua dulce. Una barca (o varias) y redes son el modo frecuente de recolección y trabajo, que solía realizarse de noche (Lc 5,5; cf. Jn 21,3). Como es evidente, y una parábola lo remarca, en la red se recoge todo sin distinción, por lo que, luego se deben seleccionar, por ejemplo, los peces puros de los impuros, que, por no poder comerse, se devuelven al agua (Mt 13,47-48; ver Lev 11,9-12; Dt 14,9-10). Pero durante el Imperio romano, el lago era tenido como “propiedad” del Imperio y, por lo tanto, estos cobraban impuestos altísimos a los pescadores. Fue por eso que, cuando se declara la guerra judía contra Roma (años 66-70 d.C.), los pescadores se aliaran con la ciudad contra los romanos (el tema económico, además del religioso, fue importante en la guerra). Era frecuente, por lo tanto, que los pescadores se asociaran entre sí para poder ayudarse mutuamente en el pago de esos impuestos (Lc 5,7). Además del permiso – pago – para ejercer la pesca, se dice que, por cada carga de camello de pescado seco, el impuesto era de 10 denarios. Por cada carga importada de burro de pescado seco, el impuesto era de 3 denarios, y si se exportaba, era de 10 denarios. Se pagaban también altas tasas por el pescado traído a la ciudad (recordar que un denario era el valor de un jornal).

Hay un elemento interesante en los relatos vocacionales de los primeros seguidores de Jesús; sabemos que ellos eran pescadores, y que Jesús les propone cambiar a ser “pescadores de personas” (Mc 1,16.17), el término griego usado es alieús, pero en Lucas, a pesar de indicar que había dos barcas de “pescadores”, Jesús sube a una de ellas, la de Simón; luego de la escena de una pesca fantástica, invita a Pedro a “pescar personas” pero Lucas cambia el término y ya no utiliza alieús sino zôgréô (término que, por ejemplo, es usado en Núm 31,15.18 en el sentido de “dejar con vida”), que se refiere a capturar, atrapar, pero dejando con vida lo capturado. Ciertamente el sentido metafórico de “atrapar personas” refuerza acá su sentido: el Jesús de Lucas invita a Pedro a atender la vida de aquellos que han sido “pescados”.

Un tema aparte, que aquí solo mencionamos someramente, es la importancia de la barca. Ya hemos señalado que esta es importante para pescar “mar adentro” (Lc 5,4), pero, puesto que Jesús desarrolla su ministerio con frecuencia entre los pueblos y aldeas costeras, es evidente que el traslado por barco es el adecuado y, en este caso, el tema no siempre es la pesca sino en ocasiones se trata de la movilidad. Cuando se hace referencia, por ejemplo, a la barca de Pedro, y esta entendida como “la Iglesia”, se trata de una lectura simbólica usada por algunos escritores posteriores al Nuevo Testamento, pero esta no es precisamente bíblica.


Foto personal

martes, 27 de junio de 2023

Comentario a las lecturas del domingo 13º "A"

 Jesús no se desentiende de los suyos y de cómo son acogidos

Domingo decimotercero – “A”

Eduardo de la Serna



Lectura del segundo libro de los Reyes        4:8-11, 14-16

Resumen: el relato de Eliseo, en medio de otras acciones del profeta, muestra a una mujer importante acogiéndolo hospitalariamente, y la recompensa que recibirá engendrando un hijo.

En el llamado “ciclo de Eliseo” es frecuente encontrar milagros; ningún profeta de Israel es tan portentoso como él en este aspecto.

La hospitalidad – tema importantísimo en el ambiente del desierto – de la mujer (y su marido; es de notar que es ella y no él quien ocupa un lugar preponderante en el relato) no se limita a acogerlo cuando “pasa” sino incluso a edificarle una habitación. La causa es porque se trata de “un santo hombre de Dios” (îsh ’elohîm qadôsh), la mujer es calificada de “gran mujer” (’ishah gedôláh) y en el relato es ella quién lleva la iniciativa, toma las decisiones y actúa en consecuencia.  

No era bueno, en aquel tiempo, quedar como desagradecido, y así quiere obrar Eliseo manifestando su gratitud por haber sido “recibido como profeta” (el tema, al que alude el texto del Evangelio, es el que motiva su incorporación en este día). Guejazí, el criado de Eliseo (que es importante en este capítulo pero actúa de modo negativo en el próximo), que actúa como intermediario en estas unidades, lo pone al tanto de la situación: la mujer no tiene hijos y su marido es anciano. También es interesante notar que no se hace referencia al topos habitual de la “esterilidad” de la mujer (de hecho, el anuncio de que tendrá un hijo no es motivo de júbilo sino de serena incredulidad). Es de señalar que el relato es más extenso y complejo (vv.8-37): en un primer diálogo (por intermedio de Guejazí) Eliseo le ofrece interceder ante el rey o el ejército (lo que revela el status importante del profeta), lo que la mujer declina. El anuncio de un nacimiento se concreta, y el niño nace. Pero enferma y muere (siempre centralizado en la mujer, el marido es más bien “actor de reparto”) por lo que la sunamita va a buscar a Eliseo reclamándole que “no pidió” un hijo, lo cual motiva a Eliseo a devolverle la vida. Esta revivificación del niño es lo central del relato (y paralelo a Elías, 1 Re 17,17-24), pero está omitido en el texto litúrgico solo centrado en “el que recibe a un profeta” y su recompensa.


Lectura de la carta de san Pablo a los Romanos    6:3-4, 8-11

Resumen: estar sumergidos en Cristo nos hace morir al pasado, morir a la muerte para introducirnos en una vida nueva, un morir al pecado para vivir en la vida de Cristo.

Luego de una importante unidad (1,16-5,11) en la que Pablo quiere destacar a los romanos que aunque “todos pecaron” Dios no descargó sobre ellos su merecida cólera sino que lo hizo con “justicia” (= misericordia) dedica el resto de la unidad teórica a mostrar las consecuencias de esta justicia en los creyentes (5,12-8,39). La lectura de la semana pasada había mostrado que “todos” somos libres del pecado porque “donde abundó el pecado sobreabundó la gracia” (5,20), ahora (cap. 6) quiere mostrar que somos a su vez “libres de la muerte”.

Una serie de elementos propios de la carta dan comienzo a la unidad: “¿qué diremos?” (3,5; 4,1; 6,1; 8,31; 9,14.30) frase (frecuentemente, como aquí, una síntesis de lo hasta ahora señalado que espera una respuesta negativa: “¡de ningún modo!” (v.1). Esto se sintetiza con “¿es que ignoran?” (6,3; 7,1) que también supone una respuesta negativa: ciertamente no lo ignoran. La reflexión incluye un potencial (pues si…, ei gàr, también habitual [13 veces] en la carta).

El texto litúrgico luego de la presentación temática (vv.3-4) omite el “pues, si…” para continuar en “y si...” (v.8) destacando la consecuencia del hecho en la comunidad.

El castellano no permite descubrir fácilmente el juego visual de Pablo: los que fuimos bautizados (= sumergidos) en Cristo Jesús” fuimos sumergidos (= bautizados) en su muerte [es sabido que “bautizar” significa en castellano “sumergir”]. La dinámica muerte-sepultura-resurrección de Cristo nos integra a quienes nos hemos bautizado en Cristo. La imagen de la persona que desaparece de la vista al sumergirse en el agua para el bautismo, y que en ese hecho “muera” el hombre viejo (v.6) permite que al emerger, levantarse (= resucitar) una vida nueva.

Breve nota sobre el “hombre nuevo”. Pablo no habla del “hombre nuevo”, pero sí contrasta el “hombre viejo” con “una vida nueva”. Los discípulos de Pablo, que escribieron Colosenses y Efesios, sí hablan de “hombre nuevo”, pero de “un solo hombre nuevo”, Cristo (Ef 2,15). Estando “en él”, revestidos de él (por el bautismo; Col 3,10; Ef 4,24) se alcanza justicia, santidad y verdad. La imagen de “ser hombres nuevos” es posterior al ambiente bíblico.

Sin embargo, Pablo tiene claro que aunque hayamos muerto al pecado, eso no significa que poseamos un estado definitivo. De allí que señala que “los que hemos muerto con Cristo [el tiempo griego está en aoristo, lo que indica un momento puntual; es decir, nuestro bautismo], creemos que también viviremos [futuro] con Él” (v.8). Esa vida es la responsabilidad del creyente.

“Si hemos muerto con Cristo”, Él murió “de una vez para siempre, de allí el poder de la resurrección que aniquila el “señorío” de la muerte. El juego de palabras y de sentidos es suficientemente claro:

Asi, él murió
al pecado murió para siempre
pero él vive, vive para Dios (v.10)

Es interesante por un lado el doble “él” “murió” (apéthanen, indicativo aoristo) y el doble “él” “vive” (, indicativo aoristo). El primero dice relación “al” (dativo) pecado, muerte para siempre, el segundo dice relación “al” (dativo) Dios.

Una nota sobre “su muerte fue morir al pecado”. Los escritores bíblicos son unánimes en negar pecado en Cristo (Jn 9,16.31; Heb 4,15; 1 Pe 2,22; 1 Jn 3,5), ¿cómo se debe entender esto, entonces? “Dios lo hizo pecado” (2 Cor 5,21), “envió a su propio Hijo de modo semejante a la carne del pecado y con respecto al pecado condenó el pecado en la carne” (Rom 8,3). Al asumir solidariamente la humanidad pecadora, en su muerte dio muerte al pecado. Para siempre.

La conclusión de esta parte es evidente: “así pues ustedes” (houtôs kaì hymeîs) aludiendo, precisamente, a esta muerte y esta vida, como la de Cristo ya que “hemos muerto con” Él. Afirma que debemos “considerarnos:

Muertos al (dativo) pecado
Vivos a (dativo, “para”) Dios

Es precisamente todo lo que se vive a partir del bautismo (indicativo) lo que debemos (imperativo) vivir en consecuencia.

Es importante notar que en Pablo “el pecado” no se trata de algo que se “comete”, no se entiende en nuestro sentido habitual de tal o cual pecado, sino como un “poder” (= señorío) que domina sobre la humanidad, o que ha perdido su capacidad y “autoridad”. No figura en el horizonte paulino la idea de hacer esto o aquello que es o no pecado, sino de vivir sometidos al poder del pecado o ser liberados (por Cristo) de este señorío.

Y todo esto – como es frecuente en Pablo – ha de ser “en Cristo”. “En” como una suerte de espacio “en el que se está” alude precisamente al bautismo (sumergidos “en””) y su consecuencia. Vivir, actuar, ser “en Cristo” es lo propio de los discípulos, de la vida conforme el bautismo, de vivir en los tiempos definitivos y plenos.


+ Evangelio según san Mateo         10:37-42

Resumen: una serie de dichos de Jesús sobre cómo ser discípulos y cómo comportarse con ellos destaca la estrecha relación entre el maestro y los suyos. Dios y su enviado no se desentienden de los discípulos, aunque estos deben caracterizarse por una serie de notas que los ponen en estrecha relación con Jesús.

En el largo discurso a los enviados a la misión Mateo finaliza con una serie de dichos aislados (logia) que parecen no tener relación entre sí, aunque señala que quienes vivan de determinada manera son discípulos mientras que no lo son quienes no lo hacen y qué ocurre con los que reciban o no a los que lo son. Se los puede calificar de “dichos que garantizan la fidelidad”.

+ logion de “amar más” que a la familia;
+ logion de “no tomar la cruz”;
+ logion de la vida perdida o encontrada
+ logion de ser recibidos como recepción de Jesús
+ logion de la recepción de profetas y justos
+ logion de dar de beber

Todos estos dichos suponen una conclusión por lo hecho/dejado de hacer: ese tal “no es digno”, la perderá/encontrará, me recibe, recibe recompensa…

Veamos brevemente:

  •         Un logion doble destaca que no se puede amar más que a Jesús a padre o madre ni a hijo o hija. Quién lo hiciera “no es digno de mí”.
  •      Un logion sobre tomar o no la cruz.
  • Un logion antitético señala el contraste entre quien busca, que perderá y quién pierda que encontrará.
  • Un logion sobre los destinatarios y su relación con Cristo: quien recibe a ustedes me recibe a mí, y ese recibe al que me ha enviado.
  • Dos logia sobre recibir a otro como profeta o como justo y la condigna recompensa de profeta o justo.
  • Finalmente un logion anunciando la recompensa a quien dé de beber un vaso de agua a un pequeño creyente.
Sin embargo, los tres primeros conforman una cierta unidad: “el que” aludiendo a características (activas) que deben tener los que son seguidores de Jesús. Estos son continuados por una triple referencia (pasiva) a “recibir”. La conclusión refiere a los “pequeños” (mikroi), es decir a los miembros de la comunidad de Mateo (18,10.14), los “discípulos”.

Algunas anotaciones sobre estos dichos de Jesús:

Amar padres / madres / hijos / hijas “más que” a Jesús es algo sumamente razonable en Israel. El amor expreso a los padres está señalado en el mismísimo Decálogo. Jesús se pone a sí mismo por encima de la familia. Lucas utiliza el verbo “odiar” (14,26) pero se trata de un semitismo en el sentido de “amar menos”. Se trata de lo que nosotros llamaríamos una “escala de valores” y Jesús se pone por encima del valor soberano de la familia.

Nota sobre la familia: en general, en los evangelios es habitual la relativización de la familia, lo cual manifiesta un esquema contracultural ante el valor cuasi absoluto de la familia de su tiempo. No se trata de que Jesús no la valore, ciertamente, pero que la ubica en un lugar secundario con respecto a los valores del Reino. Se trata de lo que se ha llamado “fidelidades en conflicto”.

Lo que señala es que quien no valore a Jesús por encima de todo, “no es digno” de él. La dignidad permite recibir a los mensajeros (10,11), y recibir (o no) la paz (10,13). Se deben dar “frutos dignos de la conversión” (3,8) como han de ser “dignos” los invitados a las bodas (22,8). Ser dignos de Jesús es una cierta valuación (precisamente para quienes valoran correctamente el amor primero: a Jesús).

Tomar la cruz y seguir a Jesús (van juntos) supone una identificación con el Maestro. Asumir su proyecto con todas sus consecuencias. En este caso “tomar” es aferrarse, agarrar (lambánô); el verbo habitual es aírô, cargar, asir, aunque Lc 14,27 (y Jn 19,17) utiliza bastazô, en el sentido de arrastrar, tirar; en 23,26 usa férô (cargar, llevar). “Tomar” en este caso no hace referencia a cargarla, ni a arrastrarla sino a hacerla propia, tomar en posesión. Se trata de asumir la cruz y seguir a Jesús.

El contraste entre encontrar y perder es habitual (el texto se repite en 16,25). Lo usa Abraham cuando “regatea” con Dios a fin de evitar la destrucción de la ciudad (Gén 18,28.29.30.31.32). Encontrar algo perdido no autoriza a nadie a apropiárselo (Dt 22,3). En Lc 15 la imagen de lo perdido - encontrado alude a la misericordia de Dios (vv. 8.9.24.32); en este caso se trata de perder / encontrar la “psyjê” (vida, alma), donde “encontrar” ha de entenderse en el sentido de “buscar”. Sin duda se ha de entender en el mismo sentido de lo anterior: Jesús debe estar por encima, ya no de la familia, sino aun de la valoración de la propia “vida”. Así como era imposible amar “más que a mí”, “no es digno de mí”, en este caso se trata de perder la vida “por mi”; la centralidad de Jesús es la clave de interpretación de estos logia.

Luego nos encontramos con los textos que destacan la recepción: la unión entre Cristo y los suyos es habitual en Mateo: Jesús está donde dos o más se reúnen “en mi nombre” (18,20), y aquel que expresamente se había señalado como “Dios con nosotros” (1,23) afirma que no se irá sino que “estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” (28,20). Por otra parte, recibir a Jesús es recibir al Padre que lo ha enviado (cf. Mc 9,37). “Recibir” es acoger a los enviados de Jesús (10,14), como también se acoge a un niño “en mi nombre” (18,5).

De un modo excesivamente repetitivo sintetiza la recompensa de un profeta o de un justo (3 veces cada palabra en sólo medio versículo). La “recompensa” es término agradable a Mateo (x1 en Marcos, x3 en Lucas y x10 en Mateo; x1 en Juan y x1 en Hechos). La recompensa puede ser eterna (5,12) o terrena (6,1.2.5.16). “Profetas” y “justos” son una bina propia de Mateo (10,41; 13,17; 23,29), aquí quizás paralelos.

Dar un “vaso fresco” a los pequeños es hacerlo al mismo Jesús (“tuve sed y me dieron de beber”, 25,35) por cuanto llevan el nombre de discípulos. Nuevamente se alude a la recompensa. Si en la primera parte el acento estaba puesto en el compromiso y modo de ser del discípulo, aquí se destaca la actitud de “otros” frente a ellos, y la toma de partido de Dios, que no se desentiende de sus amigos.


El video son comentario al Evangelio en
https://blogeduopp1.blogspot.com/2023/06/video-con-comentario-al-evangelio-del_26.html
o también en
https://youtu.be/ijhymGQZI8I


Foto tomada de Sputnik Mundo

La posesión del “peronómetro”

La posesión del “peronómetro”

Eduardo de la Serna




En momento de crisis es normal que ocurran diferentes procesos en la búsqueda de la propia identidad. Y, mientras dura la crisis, lo que debiera caracterizar los diferentes momentos es la búsqueda.

Y, para no dar vueltas, ante la crisis del gobierno fallido de Alberto Fernández, es razonable la emergencia de quienes reclaman para sí o para otros la posesión del “peronómetro”, esto es la garantía o seguridad de “dónde está” el verdadero peronismo, en este caso. Es evidente – hoy – dónde no está, pero dónde encontrarlo, es otra cosa.

Recuerdo, allá por el 74, después de la crisis del 1º de mayo, y la plaza semi vacía, que un amigo militante comentaba, que «menos mal que Perón pronunció luego el famoso “mi único heredero es el pueblo”, porque antes, lo que había quedado es “mi único heredero es López Rega”» (seguramente él no lo recuerde, porque necesitó rearmar su vida en el exilio, pero a los efectos el hecho sirve). De herencia hablamos.

Hoy surgen quienes se autoproclaman, o son presentados, como “los únicos herederos”. Debo confesar que me cansan los hijos de la santa Inquisición, prefectos de la Congregación para la doctrina de la fe, que a los cuatro vientos proclaman esto es o esto no es verdadero peronismo (que, “curiosamente”, siempre hace referencia a su propia persona y dónde él está). Para ser precisos, creo que el verdadero peronismo no está ni con Moreno ni con Grabois, ni con Cristina… ¡está en el pueblo! Aunque no ignoro que los modos de expresarse y manifestarse del pueblo son hoy abismalmente diferentes a los del 74. En lo personal, insisto, me agota el “efecto Torquemada” que ostenta Guillermo Moreno, y me resulta tipo payacesco, si no patético o bizarro, el trasporte de los avales de Juan Grabois en un carro de cartonero. Tampoco me siento cómodo con las decisiones tomadas en superestructura ignorando la militancia y las bases. Hace años, muchos, recuerdo en un distrito amigo, que todos los militantes de diferentes corrientes debatían, acordaban, discutían candidatos para su municipio, hasta que “bajó la orden” de instalar a “fulano” que nada de bases tenía, y hubo que “acatar”. Lo de “subordinación y valor” no me causa demasiada gracia, debo reconocerlo. No pretendo que no se decida en los espacios de decisión, eso son, para eso están, pero no acepto que no se escuche a las bases y la militancia, que no se ponga un oído en el territorio. En suma, el oído en el pueblo, del que hablaba Angelelli y repetía Mugica, creo que es imprescindible, al menos, así lo creo. En mi caso, al menos como cura, es en el pueblo donde quiero poner un oído; el otro en el Evangelio. Creo que por esas huellas se indica el camino que quiero seguir.

 "Es imperioso que la mayoría de ellos (los jóvenes) que se proclaman cristianos, con una oreja puesta en el Evangelio que nos traza un programa de vida duro, exigente, heroico, y con la otra puesta en el pueblo, en los grasas y los descamisados por los que Evita quemó su vida, brinden su aporte generoso e indispensable a este proceso histórico que debe culminar con la desaparición del gran pecado de nuestro tiempo: la explotación del hombre por el hombre" (Carlos Mugica, en Una vida para el pueblo, J. Vernazza (comp.) eds. Lohle - Lumen, Bs As 1996, p. 161). 


Foto tomada de https://www.eldiarioweb.com/2019/10/se-reactivo-el-peronometro/ 

lunes, 26 de junio de 2023

viernes, 23 de junio de 2023

¿Quién persigue a la Iglesia?

¿Quién persigue a la Iglesia?

Eduardo de la Serna



Hace muchos años, en un programa de radio me consultaron, a raíz de las declaraciones de un obispo argentino X, sobre si yo creía que había una persecución contra la Iglesia (porque se había denunciado a un obispo por abusos sexuales, que hasta el Vaticano investigaba); yo respondí que sí, que yo creía que había una persecución contra la Iglesia en Argentina, encabezada, precisamente, por el obispo X.

Valga esta irónica anécdota para reflexionar brevemente sobre la real o supuesta persecución a la Iglesia en algunas regiones. Ante todo, quiero señalar que, evidentemente, y sin ninguna duda, no se trata de algo bueno. No es bueno ser perseguidos, pero tampoco es bueno ostentar una persecución cuando esta no es tal. Si un cura roba (o abusa de menores), por ejemplo, “DEBE” ser perseguido por la ley y la justicia en orden a ser sancionado y condenado; no se trata en ese caso – nada improbable, lamentablemente – de una persecución a la Iglesia. Cuando hablamos de persecución a la Iglesia nos referimos a la que a esta le ocurre “por ser Iglesia” (es análogo, y valga la comparación, a la violencia de género… se hace referencia no a la persecución, por ejemplo, de una mujer delincuenta, sino a la que le ocurre por ser mujer… ¡que las hay! ¡y vaya que las hay!).

Y no está de más recordar que en los primeros siglos en la Iglesia, ante las persecuciones por ser cristianos y cristianas, lo que muchos escritores pudieron señalar es que dicha persecución era generadora de más vida en las comunidades. Esto fue resumido en la famosa frase de Tertuliano (+ 220 d.C.): “la sangre de los mártires es semilla de cristianos”. Hoy se ha dicho, sabiamente, que muchos que fueron matados, en realidad “fueron sembrados”; la idea es la misma.

Insisto que no es bueno, ni deseable, que nadie sea perseguido (y peor aún, asesinado) por aquello que cree, piensa o dice (aunque al “decir” pueda haber delitos, en cuyo caso, entramos en otro terreno), pero – y aquí mi pregunta: si alguien, y a miembros importantes de la Iglesia me refiero, dicen y muestran cosas que en nada se parecen al Evangelio, ¿no están ellos mismos “atentando” contra el Evangelio?

    ·         Si algunos curas, religiosos u obispos se exhiben siempre cerca de los ricos y lejanos a los pobres;

    ·         Si algunos curas, religiosos u obispos muestran su cercanía con políticas o políticos ajenos a la vida y esperanza de los pobres;

    ·         Si algunos curas, religiosos u obispos se muestran cómplices o callados ante los aberrantes casos de abusos sexuales;

    ·         Si algunos curas, religiosos u obispos se muestran cercanos a dictaduras o autoritarismos, o críticos de propuestas – aunque no sean “cristianas” – que beneficien a las víctimas, a los vulnerables (o vulnerados);

Si esto, o cosas del estilo ocurren, ¿podemos criticarlos abiertamente, cuestionarlos y eventualmente denunciarlos? Creo que no se los debería perseguir por ello (salvo – ya se ha dicho – en caso de delitos) pero sí creo que nadie hace más por “perseguir a la Iglesia” que esos tales. Y, de paso una pregunta central: ¿la persecución contra la Iglesia, solamente ocurre cuando se confronta con obispos o curas? Cuándo se confronta con los pobres (bautizados, para no ser acusados de relativismo), cuando se “persigue” a laicos (salvo en los casos de super-laicos o numerarios, que es otro tema), ¿no importa tanto? Porque si de “persecución a la Iglesia” se trata, deberíamos pensar en “toda la Iglesia”, no en los jerarcas, ¿no?

Debo confesar – por aquello de que “el que se quema con leche ve una vaca y llora”, como afirma un dicho de mi país, que cuando escucho decir que en Tal lugar se persigue a la Iglesia, y lo que se muestra es la confrontación de un gobierno con obispos, tiendo a dudar que lo que esos tales obispos afirman sea realmente como lo dicen (e insisto, por si hiciera falta, rechazo quie sean "perseguidos" ellos por eso; pero creo que la "persecución a la Iglesia" es otra cosa). Si los cristianos pobres son perseguidos, ahí entramos en otro terreno. Ver un obispo, dizque perseguido, con un rosario, una custodia, o de rodillas en oración, me provoca más rechazo por ese tal obispo que por los supuestos perseguidores, y pienso “dónde estaban”, desde qué “lugar” hablaban Rutilio Grande, Oscar Romero, Enrique Angelelli o Carlos Mugica, por decir algunos. Cuando los vea hablar “desde el lugar del pobre”, les creeré; entre tanto, me reservo el lugar de la duda (es lo que han provocado).


Foto tomada de https://www.religiondigital.org/america/Nicaragua-orteguista-paises-persiguen-cristiana_0_2571942783.html

Cierre de listas y listejas

Cierre de listas y listejas

                                                                                                                    Eduardo de la Serna 



Estamos a horas del cierre de listas definitivas para las elecciones primarias (PASO), de las que luego serán oficializados – si superaran las normas limitantes, por cierto – candidatos o candidatas de las distintas fuerzas. Como puede verse, en la breve lista que acompaño, hay candidatxs que provienen del mundo político y los hay que provienen del mundo del espectáculo, confirmando el “éxito” del experimento comenzado por Carlos Menem con “Palito” Ortega, Carlos Reutemann, Daniel Scioli, ya que elimina un primer paso indispensable y necesario que es “instalar” candidatxs en “conocimiento” popular. También es curioso cómo, fracasada evidentemente, la derecha macrista en el pasado gobierno, los candidatos de su espacio político eligen correrse más a la derecha (incluso, alguno acusado de “tibio” por su opositora interna, elige un “durísimo” como vice para “mostrar” que “tibio no es” (y habría que ver si la represión jujeña no le sirvió a tal efecto). También existen quienes quieren mostrarse flotando, como corchos políticos, como quienes están más allá “del bien y del mal”, tanto en el radicalismo neuropolítico como en el justicialismo neo-albertista. Y, a su vez, también es evidente que, fracasado, el socialdemodesarrollismo, otro grupo ha elegido mostrar su “paladar negro”. Y dejo de lado, aquí, a los diferentes sectores de la izquierda que en esto (o mejor, en esto también) muestran su coherencia mostrando siempre un costado político. No debería dejar de ser sintomático, curioso y divertido – si no fueran tan temibles darían risa, dice en Nano – las listas de periodistas, comunicadores, panelistas y otros del género que siempre gritan a los cuatro vientos su independencia de todo color político, pero cuando incursionan en las arenas tales todos y todas resultan en el mismo lado, con los matices del caso.

  •          Maximiliano Guerra
  •          Hugo Moyano
  •          Mayra Arena
  •          Luis Petri
  •          Miguel Ángel Pichetto
  •          Juan Manzur
  •          Carolina Piparo
  •          Gerardo Morales
  •          Marcela Pagano

Con ironía se me permita notar algunos nombres que estarían faltando

  •          Viviana Canosa
  •          Alfredo Casero
  •          Juan Carlos Blumberg
  •          Alfredo Astiz
  •          Alfio Basile
  •          Marcelo D’Alessio
  •          Marcelo D’Alessandro
  •          Marcelo Gallardo

Por cierto, y no debemos ignorarlo, deben añadirse a todo esto, aquellos espacios políticos no electivos. Espacios notablemente superiores, que han permitido, al repetir un tal “Chiche” (que todavía nos debe unos cuantos desaparecidos, perseguidos o torturados por su paso atlántico), que alguien dijera, referido a los anteriores, “cargo menor”. Y, añadamos, algunos supremos impunes, que mañana decidirán como mascotas del anterior. Pero de estos quizás mañana podamos liberarnos (porque de ser libres se trata, que no demás no importa nada, al decir del grande entre los grandes) cuando haya un presidente y cuando se gobierne para el pueblo, porque de pueblo (= “demos”) se trata, ¿no?


jueves, 22 de junio de 2023

Pensando el “Diluvio Universal”

Pensando el “Diluvio Universal”

Eduardo de la Serna



Todos hemos escuchado hablar del “arca” (¿qué es un arca? ¿por qué no una “barca”?) de Noé en la cual el Patriarca, junto con su familia, introduce parejas de todos los animales a fin de salvarlos de la destrucción inminente de la que está informado por Dios mismo. A partir de esto, se desata una lluvia torrencial en la que todo queda sumergido y, por lo tanto, todo muere. Finalizado el diluvio, ¡40 días!, cuando vuelve a aparecer “lo seco”, los animales vuelven a ser dejados a su arbitrio de modo que “todo vuelva a comenzar”.

Haciendo una lectura "historicista" podríamos formularnos decenas de preguntas:

  •         ¿Cómo es posible que quepan tantos animales distintos en una sola nave?
  •          ¿Cómo hizo una sola familia para juntarlos?
  •          ¿Cómo se los alimentó dentro de la “caja”?
  •          ¿No había vegetales allí? si todo había muerto, ¿cómo se reprodujeron árboles y plantas al finalizar el diluvio?
  •          ¿Había dinosaurios en ese lugar?
  •          ¿Cómo se evitaba que, los carnívoros, se comieran unos a otros? ¿O eran “vegetarianos”?
  •          ¿Cómo se hacía con las aves voladoras?

Y pueden surgir muchas preguntas más.

El problema comienza cuando a un relato, que no pretende serlo, se lo lee de un modo histórico; entonces surgen los problemas, y las respuestas insólitas e inverosímiles, es decir fundamentalistas.

Para empezar, notemos algo curioso, el termino hebreo tebah, que solemos traducir “arca” (que es también cesta, caja) se encuentra 28 veces en la Biblia hebrea, 26 de ellas referidas a Noé, las dos restantes hacen referencia a la cesta empetrolada con la que Moisés es salvado de las aguas (Ex 2,3.5) en Egipto, es decir, nuevamente referido al agua, a sobreviviente, a vida… cuando se habla, por ejemplo del "arca de la alianza" se utiliza otro término hebreo ('arôn) que es también un canasto, cofre o incluso un ataúd. En este espacio nos interesa la primera.

Notemos, también, que en casi todas las culturas suele haber memoria de grandes inundaciones que anegaron “toda la tierra” (es decir, todo lo que se puede ver), en la que no parece haber diferencia entre cielo y agua y no se vislumbra horizonte alguno. Por los datos de los que disponemos, en cambio, no hay constancia de ninguna inundación “universal”, lo que sería algo muy distinto.

Cuando la élite judía es llevada cautiva a Babilonia (entre los años 597 a 537 antes de Cristo), allí escucha un relato de un diluvio (algo fácil de imaginar en la región plana y anegable) y de un grupo salvado de la catástrofe. Allí el que construye una nave es Guilgamesh, pero – dejando de lado la importante y obvia referencia en aquel relato a los dioses babilónicos propios del lugar – ambas narraciones se asemejan notablemente. Como es razonable en la Mesopotamia, las maderas, para asegurar la impermeabilización son, también, empetroladas. Entonces, exiliados en ese lugar, los judíos, evidentemente, lo tomaron, pero para “judaizarlo”: ahora se trata del dios Yahvé (se han eliminado al máximo posible todos los mitos divinos babilónicos), de Noé, al que se califica de “justo, íntegro y que caminaba con Dios” (Genesis 6,9) … En el relato babilónico el diluvio (¡7 días!; obviamente, como los 40 días del relato bíblico, debe tenerse en cuenta el valor simbólico de los números y no tomarlo como algo cronológico) ocurre porque los dioses así lo han decidido, sin motivo, e incluso luego se desesperan por lo que hicieron; en cambio, en el relato bíblico, el drama ocurre a raíz de que “la tierra se llenó de violencias” (Gén 6,11) por lo que, en el fondo, lo que Dios hace es volver la tierra al estado caótico de antes de la creación. Las compuertas que habían separado firmemente (= firmamento) “las aguas de arriba y las de abajo” (1,7), ahora se abrieron (7,11) y todo volvió a ser “caos y confusión” (1,1), pero – como ocurrirá más adelante con el caso de Moisés – Dios vuelve a comenzar su persistente apuesta por la vida y la justicia.

Aparentemente, en el texto que tenemos en la Biblia (Génesis 6-9) se mezclan, en un solo texto, más de un relato, porque hay repeticiones y algunos elementos diferentes entre sí, pero, evidentemente hay aspectos fundamentales que se quieren destacar (por supuesto que, además, como siempre, un texto debe ser leído atentamente en su contexto, pero hay a su vez otros textos con otros elementos, otros pensamientos, otras teologías que también se deben considerar). Por ejemplo, 

  • Jesús hace referencia dos veces a Noé, pero para destacar que sus contemporáneos no se percataron de lo que se aproximaba, la destrucción (Lc 17,26-27). 
  • La carta a los Hebreos destaca la fe de Noé (Heb 11,7)
  • la Primera Carta de Pedro compara el diluvio y los salvados del agua con el bautismo (1 Pe 3,20-21) y 
  • la Segunda de Pedro resalta al patriarca por su justicia ente un mundo pecador (2 Pe 2,5). 

Como se ve, en el Nuevo Testamento, el tema cambia de enfoque, cosa que también caracterizará a los escritos cristianos de los siguientes siglos (el tema del bautismo será frecuente). Evidentemente, y esto es lo principal, no interesa acá si ocurrió o no un improbabilísimo hecho histórico sino una serie de elementos que lo conforman: la vida conforme al proyecto de Dios, el estar atentos a los signos de los tiempos y no descuidados ante el porvenir, y nunca olvidar que Dios es Dios de vida y siempre la pretende para sus hijos e hijas (y para la integridad de la creación).


Imagen tomada de http://www.buenanueva.net/biblia/resBib/RB-6-moises.html

martes, 20 de junio de 2023

Boca, ojos y oídos

Boca, ojos y oídos

Eduardo de la Serna



Son harto conocidas las imágenes de los tres monos tapando con sus manos boca, ojos y oídos. El sentido resulta evidente, aunque siempre – como suele ocurrir con las imágenes y los símbolos – se pueden añadir nuevos.

También es sabido que se solía afirmar (entiendo que hoy esto se ha relativizado, pero no es a eso a lo que apunto) que los sentidos son cinco: olfato, vista, tacto, oído y gusto. Se refiere a los modos por lo que las personas recibimos información. Pero, curiosamente, en cierto modo, también aluden, tres de ellos, al oído, la boca y las orejas como las de los monos.

Me permito tomar estos dos elementos para una breve reflexión…

Quienes más de una vez hemos recibido, como partes de un todo, gases lacrimógenos sabemos como perforan los ojos y el olfato. Obviamente, el objetivo es hacer llorar. ¡Y vaya si lo logran! También es sabido que todo pueblo y cultura tiene sus olores (y hedores, al decir de Rodolfo Kusch), los olores de sus climas y flores, de sus comidas y fuegos.

Quienes hemos tenido la ocasión de viajar hemos podido sentir los fríos y calores de las regiones, pero también los ritmos y tambores, el calor de los hogares, y recuerdo a Marcela, conocida de Chile, sorda, que ama ir a bailar porque la atraviesan los ritmos, aunque no escuche las músicas.

En esos mismos viajes, también hemos podido saborear con mayor o menos placer o gusto comidas y bebidas, culturales muchas de ellas además de simple nutriente.

Y hemos podido ver paisajes. Paisajes que constituyen esas mismas culturas con sus pampas interminables, sus montañas imposibles, sus lagos que no acaban, sus arroyos y toda la belleza, de desiertos o selvas con su vida o su falta de ella.

Y hemos oído sus músicas, sus cantos, la entonación de sus palabras, y la voz cálida o firme, las palabras y sus metáforas. Los ruidos de las ciudades o el silencio de los paisajes, el baile de los ríos o el viento atravesando quebradas.

La vida se puede gozar o disfrutar, celebrar o, precisamente, ¡vivir! Pero, muchas veces, hay quienes buscan que no veamos, no escuchemos, no hablemos… Entusiastas discípulos de los “pacos” chilenos, luego repetidos por el ESMAD de Iván Duque, ahora resulta que la represión dispara a los ojos; para que nunca más veamos, o no queramos ver.

Con gas pimienta quieren combatir la irritación popular con sobredosis irritante.

Y, para más, la prensa “nacional” muestra A, y la sobremuestra, para que no veamos B, habla de A, nunca de B y no oímos nunca de B sino solo de A. Y de A deformada, por cierto.

Pocas cosas más parecidas, hoy, a los tres monitos que, al modo como nos trata la prensa hegemónica, a fin de que no veamos, no escuchemos y, por tanto, callemos. Con lo diferente que sería poder oír los gritos y los tiros, ver los piquetes y los aborígenes y empleados estatales reclamando, oler los recalentados de las ollas populares y de los gases, sentir el miedo y la rabia, gustar la amargura de la mentira y el desprecio… Ver, oír, oler, cantar pueblo, precisamente.

Es verdad que hay quienes prefieren no ver, no oír, no hablar. Desde “la otra vereda”, a esa preferencia, solemos calificarla de un modo no amable. Valga, simplemente, decir acá que somos muchos los que queremos hablar después de haber visto y oído. Ya inventarán, estos violentos, algún tipo de disparo a la lengua; por ahora, cegarán a algunos, pero, aunque haya de los “peores ciegos”, no impedirán que vea un pueblo que quiere ver, que oiga y que haga oír su voz. Y ojalá estos gritos ensordezcan a los “peores sordos”.


Foto tomada de https://www.pexels.com/es-es/foto/figuras-de-tres-monos-sabios-134403/

Comentario a las lecturas del domingo 12 "A"

 La fidelidad al proyecto de Dios lo tiene a él mismo de garante

DOMINGO DUODÉCIMO – “A”

Eduardo de la Serna



Lectura del profeta Jeremías                 20:10-13

Resumen: la predicación de Jeremías lo lleva a enfrentar momentos conflictivos por los que el profeta se lamenta ante Dios. Pero – como ocurre frecuentemente – el lamento no está exento de una clara confianza en que Dios intervendrá en favor del suplicante.

El texto litúrgico corresponde a un fragmento de lo que algunos han llamado las “Confesiones de Jeremías”, título inspirado en San Agustín, y con frecuencia releído en esa clave. Veamos brevemente esa serie de textos antes de introducirnos en el que hoy la liturgia nos propone para – a su vez – releer el texto del Evangelio del día.

El profeta Jeremías recibe un llamado en un momento muy conflictivo de la historia de Israel. El poderoso ejército babilónico se aproxima y la pregunta “¿dónde está Dios?” es fundamental para el pueblo. Aparecen falsos profetas señalando que Dios no abandonará a su pueblo y los babilonios “no pasarán”. Pero Jeremías se ubica “en otro lado” y lo que dice es que el ejército enemigo es “castigo” de Dios por haberlo abandonado, que son enviados por Dios y se debe reconocer ese hecho. Obviamente será acusado por muchos – y es el texto de hoy – de “traidor a la patria”, de “hereje”, de falso profeta porque Dios no permitirá que a su pueblo le ocurra nada malo, al fin y al cabo es el “pueblo elegido”. 

Una breve nota sobre los “falsos profetas”. Puesto que el profeta es aquel que habla de parte de Dios a un grupo concreto en un tiempo concreto señalándole “esto dice Dios”, resulta en la práctica imposible discernir si se trata de un verdadero o un falso profeta. Señalar que “el tiempo lo dirá” resulta casi sádico cuando de muerte o destrucción se trata. Sin duda muchos eligen creer lo que les agrada, o lo que desde una pobre teología prefieren aceptar; en este caso, que “Dios no permitirá” que Jerusalén sea destruida. En el caso concreto de Jeremías, el criterio que él propone para reconocer un verdadero de un falso profeta, es si anuncia o no “la paz” (14,13-16). Insistimos que en este caso concreto (y por esto – ciertamente – no es válido en otras ocasiones o para otros profetas) si anuncia la paz se trata de un “falso profeta” ya que no es eso lo que Dios le ha enviado decir sino por el contrario anuncia “atropello”, “devastación” (20,8). El conflicto concreto de Jeremías con “falsos profetas” será uno de los temas centrales del libro. El pueblo, los dirigentes, la corte elegirán creerles a éstos con lo que Jeremías será cuestionado, agredido y perseguido, incluso intentando darle muerte. Este es el marco de las “Confesiones”.

Las notas autobiográficas (las “Confesiones”) revelan un “crescendo” que pasa de una simple queja (11,18-12,6), una crisis en su relación con Dios (15,10-21) que se agrava (20,7-9) hasta un lamento desesperado (20,14-18)… Nuestro texto, como se ve, se encuentra entre las dos últimas.

Los que antes eran amigos del profeta, con los que antes estaba en “shalôm” (v.10), ahora quieren su humillación. Esperan su tropiezo para abusar de él (el verbo “pth” puede tener connotaciones sexuales, se trata de una “seducción” con abuso, es el mismo que se encuentra en 20,5; ver Ex 22,15, aunque en general se ha de leer como “engaño”). Lo cierto es que los que antes lo “saludaban” (Shalom) ahora buscan su caída para vengarse de él. Obviamente el cambio dice referencia a la predicación del profeta. 

Sin embargo, Jeremías sabe que si él ha hablado es de parte de Dios, por lo que sabe – desde el comienzo de su vocación – que Dios está con él (1,8). El problema es que esa presencia divina cada vez se experimenta menos, a causa de la creciente hostilidad que padece. Pero sabe que no podrán con Dios “soldado poderoso” y experimentarán – confía – una serie importante de tribulaciones: tropezarán, no vencerán, se avergonzarán, fracasarán con un “sonrojo eterno e inolvidable”. 

Esta confianza del profeta se transforma en oración dirigiéndose ahora a él con el estilo de las lamentaciones, o súplicas. 

Se dirige (repitiendo lo dicho en la primera “confesión”, 11,20) a “Yahvé Tsebaôt”, Dios “de los ejércitos” al que califica de “examinador justo”, que mira atentamente “las entrañas y el corazón”, es decir, los sentimientos y las razones. Es frecuente en las lamentaciones el uso de atributos divinos antes de pedir lo que la situación difícil amerita; en este caso pide ver cómo Dios se “venga” de ellos, “porque” (en hebreo, , muy habitual en los lamentos) a Él le confió, le “descubrió” el litigio (la causa; término que también encontramos en otra “confesión”, 15,10). 

Como es frecuente en las lamentaciones o súplicas, esta finaliza con un canto de esperanza confiada; el autor “sabe” que Dios hará algo y lo celebra anticipadamente: en este caso invita a los “oyentes” / lectores en un paralelismo sinónimo a “cantar” / “alabar” a Dios (v.13.a). ¿El motivo? Porque () “ha salvado”. El “liberó” (el verbo nzl se puede traducir como “salvar”, “liberar”) la “vida” (nefesh) del “pobre” (’ebîôn) de las manos de los malvados (es decir, los que buscan el mal del profeta).


Lectura de la carta de san Pablo a los cristianos de Roma     5, 12-15

Resumen: en un doble contraste entre dos personajes únicos, Adán y Cristo y sus accionares contrastantes, ese obrar tuvo repercusiones –ciertamente también contrastantes- en “todos”. Pecado y gracia, muerte y vida se presentan como las consecuencias y como el presente por el cual los creyentes en Cristo han logrado vencer todo pecado y sus consecuencias.

El presente texto (aunque en aquel caso hasta el v.19, se ha comentado el 1er domingo de Cuaresma del ciclo A, repetimos aquí lo dicho)

Es muy probable que en el texto que la liturgia nos propone comience la segunda parte de la sección “teológica” de la carta a los Romanos. Pablo ha dedicado la primera a mostrar que “todos” (paganos y judíos) han pecado. Y puesto que todos han pecado, Dios tiene motivos suficientes para descargar sobre “todos” su ira, pero sin embargo, ha preferido descargar su “justicia” (= compasión, su cercanía y misericordia), y “todos” son hechos justos por la fe en Cristo. Luego de señalar esto, la carta empieza a mostrar los efectos que tienen sobre la humanidad ésta “justicia por la fe”. La primera de estas consecuencias es que el creyente es liberado del pecado, y lo explica.

El texto presenta claramente un contraste antitético entre “un solo hombre” y otro “solo hombre”, y los efectos de la obra de uno y otro sobre “todos”. Veámoslo esquemáticamente:

“un solo hombre”
Adán
Cristo
Acción de ese hombre
Pecado | delito      | desobediencia
Gracia        | obediencia
Efectos sobre “todos
Muerte | condenación |  pecadores
Justificación | justos

El texto, como se ve está marcado por un doble contraste, por un lado entre Adán y Jesús (presentado aquí como una suerte de “anti-Adán”) y por otro lado entre “uno” y “todos”. Siendo Adán el “primero”, su accionar actúa sobre “todos”; siendo Cristo “el primer resucitado”, también su “gracia / obediencia” actúa sobre “todos”. El accionar del primer hombre está marcado por tres términos sinónimos: pecado, delito o desobediencia, mientras que el obrar de Cristo está marcado por sus contrarios: gracia y obediencia. Obviamente, lo mismo ocurre con los efectos sobre “todos”. Muerte y vida son las antítesis fundamentales: “reinó la muerte”, “reinarán en vida” (v.17), “reinó el pecado” (pasado aoristo, un hecho puntual y concreto), “reinaría la gracia” (subjuntivo aoristo, también referido a un momento concreto; v.21).

El texto fundamentalmente pretende señalar la realidad superadora de Cristo, el pecado ya ha sido derrotado, ha perdido su capacidad de reinar. 

En v.12 el texto suele entenderse “ya que todos pecaron”, “por cuanto todos pecaron”… El griego utiliza una contracción “ef ’hô” que puede traducirse de diferentes maneras. La Iglesia católica romana ha tomado de aquí el tema del llamado “pecado original” especialmente a partir de san Agustín que lee de este modo a Pablo que a su vez relee Génesis. 

Este contraste entre dos “un solo hombre” no es sin embargo un mero “positivo – negativo” ya que el hecho Cristo supera absolutamente el hecho Adán cosa expresada en la frase de v.20: “donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia”. 

La humanidad entera (“todos”) pecaron, pero por la “fe en Cristo”, ahora “todos” son hechos justos por Dios, todos tienen vida, reinan, y el pecado ha perdido ya y definitivamente toda su fuerza sobre “todos”.


+ Evangelio según san Mateo   10:26-33

Resumen: Mateo afirma a su comunidad que vivirá persecuciones violentas, pero la invita a “no temer” ya que Dios mismo la acompañará y podrá – con su ayuda – predicar a todos la buena Noticia de Dios.

Dentro de los cinco bloques narrativos y discursivos, en los caps. 8 y 9, Mateo ha señalado la fuerza que tiene en sí mismo el Reino y se manifiesta en una serie de milagros (narración). Luego se dirige a los discípulos para invitarlos a predicar y obrar lo mismo (discurso). Sin embargo, el cap. 10 tiene una primera parte sencilla en la que los discípulos pueden esperar aceptación o rechazo mientras que, a partir de v.16 la situación y el conflicto se agravan (ovejas-lobos, entregarán, azotarán, entregar a la muerte, persecución, etc…). Todo indica que se está refiriendo a la comunidad de Mateo, en la cual el conflicto crece.

Dentro de este bloque, el texto litúrgico toma un fragmento. Éste tiene dos partes muy claras:
  • La primera comienza y termina por “no les tengan miedo” (10,26.31); también en v.28.
  • La segunda presenta un refrán antitético conclusivo (10,32-33).
Obviamente, el miedo que invita a no tener remite al conflicto desatado sobre la comunidad.
Breve nota sobre el conflicto en el Evangelio de Mateo: sin duda parece importante distinguir – como en los restantes evangelios – aquello que el texto afirma que Jesús dijo a sus oyentes, de aquello que el evangelista dice a sus oyentes. No parece que el conflicto figure dentro de lo que Jesús dice a los enviados a predicar; sí parece algo propio de tiempos de Mateo. En tiempos del evangelista, cuando en muchos ambientes judíos se refuerza una cierta unidad en torno al fariseísmo rabínico, se rechaza a todos los que llamándose judíos no son tenidos por tales (como los “nazarenos”; = cristianos). Es interesante notar el fragmento que, luego de la caída de Jerusalén en el año 70, se añadió a la oración tradicional de las 18 Bendiciones, o Šemoné Esré:
No haya esperanza para los apóstatas. Y destruye pronto el reino de la tiranía en nuestros días, y perezcan los nsrm (= nazarenos, = cristianos) y los minim (= herejes) en un instante. Sean  borrados del libro de la vida y no queden inscritos con los justos (12)
Ese es el marco del conflicto de la comunidad de Mateo con los “fariseos”, que los “azotarán en las sinagogas” (10,17).
El primer “no teman” (v.26) alude, expresamente, a que Dios no se desentiende de aquellos a los que ha llamado; a quienes no debe temerse – no señalados – refiere ciertamente a los perseguidores. El Siervo de Dios, en Isaías, también ha escuchado “no temas”: 35,3-4; 41,9-10. Se ha de revelar lo que estaba escondido presentado en un cuádruple contraste:

  • Encubierto   ---->   descubierto
  • Oculto          ---->   saberse
  • Oscuridad    ---->   luz
  • Al oído         ---->   en los terrados
Esto que se ha de “descubrir/saber” en “luz/terrados” remite a la buena nueva de Jesús. En la próxima unidad – aquí anticipada – Mateo contrastará lo oculto y lo revelado (del mismo modo que Marcos contrastaba un adentro y un afuera), ver 13,10-17. Los discípulos son quienes conocen algo que Jesús les ha manifestado en una cierta privacidad, pero para que lo divulguen en todas partes sin temor.
El segundo “no teman” (v.28) hace hincapié en la violencia desatada: “pueden matar”, pero no pueden acabar con la “vida” (psyjê). La “geenna” es un término extraño. Se encuentra solamente 12x en la Biblia, solamente en el NT y, salvo Sant 3,6 solamente en los sinópticos: 3x en Mc [en la misma unidad], 1x en Lc [texto semejante al que comentamos] y ¡7 veces! en Mateo. Parece ser un lugar, asociado a veces con el fuego al cual se es arrojado a modo de castigo. Algunas traducciones han utilizado aquí “infierno”. Fuera de estos textos sólo se lo encuentra en un escrito apócrifo:
Las naciones te envidiarán pero no podrán nada contra ti, dice el Señor. Mis manos te cubrirán de modo que tus hijos no vean la Gehena” (2 Esdras 2,29)
Es muy probable que el término remita al valle de Hinnom donde en tiempos antiguos se sacrificaban niños (Jer 7,31; 19,4-5; 32,35; ver 2 Re 16,3; 21,6; 2 Cro 28,3; 33,6). Lo cierto es que se trata de un lugar abominable. Cuando en el período posterior al Antiguo Testamento, se comenzó a recurrir a imágenes de juicio terrible para los adversarios de Dios las imágenes de abismo, aguas o fuego sirvieron para ilustrar el castigo. Así se llega a la “Gehena”, un espacio preexistente de un fuego inextinguible. Sin embargo no se hace referencia a los “tormentos” de la Gehena, o a Satanás en relación a ella. Estos serán reflexiones posteriores que “enriquecerán” la metáfora.
A continuación el texto presenta la figura de un pajarito. Pueden venderse, en este caso 2 pájaros por 2 ases, mientras en Lucas 12,6 se trata de 5 pájaros por 2 ases. El “as” es la 1/16 parte de un denario (que equivale a un jornal). Dejando de lado la inflación, o la posibilidad de diferentes precios según los lugares, el acento está puesto en el poco valor de estos pajaritos y ¡sin embargo! Dios se ocupa de ellos.
El texto en griego es extraño, dice literalmente que ningún pajarito caerá a tierra “sin vuestro padre” (áneu toû patròs hymôn). Aparentemente alude al control de Dios de los acontecimientos, aun los menores. Ya en 6,26 se había dicho que “ustedes” valen más que “las aves” (ver Sal 84,4).

De la imagen de las aves se pasa a la de los pelos de la cabeza, algo que es frecuente en el ambiente bíblico (1 Sam 14,45; 2 Sam 14,11; 1 Re 1, 52; Lc 21,18; Hch 27,34), aunque no se afirma que no caerán sino que “están contados”. La conclusión remite a lo aquí dicho en el tercer “no teman” (v.31)
El tercer “no teman” (v.31) se expresa con el contraste de “cuánto más” al que ya hicimos referencia. Precisamente por esto el temor es algo que no tiene razón de ser.
Mateo concluye, como se dijo, con un dicho antitético:
  • Quien me confiese ante los hombres… lo confesaré ante mi Padre que está en los cielos (v.32)
  • Quien me niegue ante los hombres… lo negaré ante mi Padre que está en los cielos (v.33)
No es la primera vez que Jesús establece en Mateo un paralelo entre lo que ocurre “ante los hombres” y lo que ocurrirá “ante Dios”, el ejemplo del perdón es claro (6,12; 16,19; 18,18.35; ver 5,16). Ya se señaló frecuentemente la preferencia de Mateo por señalar al Padre que “está en los cielos”.
Sin embargo, en esta conclusión la imagen no parece definitiva: la “negación” de Pedro (única otra vez en la que Mateo usa el verbo “negar”; 26,70.72) lo manifiesta. En este caso, entonces, la confesión o negación no parece aludir a la imagen del juicio definitivo que está patente en la idea de la Gehena y los tres “no teman” (especialmente los dos finales). La confesión o negación alude a la fidelidad de la comunidad ante las dificultades que “los hombres” puedan provocarles y la invitación a mirar desde el Dios del reino, la vida de discípulos a que se nos ha llamado.

Video con comentario al Evangelio en 
https://youtu.be/cWknRfhl8a0
o también en
https://blogeduopp1.blogspot.com/2023/06/video-con-comentario-al-evangelio-del_19.html



Foto tomada de La Rancherita del Aire