Video con comentario al Evangelio del 5º domingo de Cuaresma C
o también en
Eduardo
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Carta abierta a Santiago Olivera, obispo castrense
Hola, Santiago:
Hace muchos años escribí algunas cosas luego de las infelices y perversas declaraciones de tu predecesor Antonio Baseotto y su – además – pésima lectura del texto bíblico de la piedra y el mar. Celebré que dejara de existir el obispado castrense, pero no podía esperar menos del macrismo que su reinstauración. Y, pareciera, las sandeces vienen con el cargo…
Ya me saturaban algunas de tus declaraciones que pretendían aparentar inteligencia, me causó rechazo tu paseo en helicóptero con la imagen de la Virgen de Luján en tiempos de pandemia, tu paupérrima intervención en el pobre libro La Verdad los hará libres, y tu responsabilidad en que un grupo de jueces aptos para la injusticia visitaran al Papa Francisco… y ahora, para más INRI, como dicen en otras partes, leo tus declaraciones en una radio sanisidrense. En realidad, no me sorprenden, y las tomo como de quien vienen, pero tenemos un problema: sos obispo.
Claro que, como obispo deberías recordar que el Concilio Vaticano II decía:
…el Concilio pretende recordar ante todo la vigencia permanente del derecho natural de gentes y de sus principios universales. La misma conciencia del género humano proclama con firmeza, cada vez más, estos principios. Los actos, pues, que se oponen deliberadamente a tales principios y las órdenes que mandan tales actos, son criminales y la obediencia ciega no puede excusar a quienes las acatan. Entre estos actos hay que enumerar ante todo aquellos con los que metódicamente se extermina a todo un pueblo, raza o minoría étnica: hay que condenar con energía tales actos como crímenes horrendos; se ha de encomiar, en cambio, al máximo la valentía de los que no temen oponerse abiertamente a los que ordenan semejantes cosas (Gaudium et Spes 79).
Imagino que el Concilio no ha de ser de tu agrado, al fin y al cabo, Marcel Lefebvre (obispo excomulgado ¡por Juan Pablo II!) fue bien recibido en estos pagos en los tiempos de eso que vos llamás “gobierno militar” y otros preferimos dictadura cívico-militar con bendición eclesiástica (y ya sabés a qué eclesiásticos me refiero) … Y, que te conste, que, para no provocarte, cité el Concilio y no a Oscar Romero que decía que “una ley inmoral nadie tiene que cumplirla… en nombre de Dios les ordeno… ¡cesen la represión!”.
Y no voy a entrar en temas que me exceden, y parece que a vos no, como los detenidos sin sentencia firme… Sólo te cuento que nadie cree que “a los militares” se los llama genocidas o represores. Eso sí, llamamos genocidas y represores a “esos” militares (sabrás distinguir entre “unos” y “todos”, supongo). Y, como no se podía esperar nada diferente de quienes frecuentan a Cecilia Pando o a Victoria Villarruel, me agota, también, escuchar hablar de verdad “completa”. Es cierto que escuchar que pretendan enseñar historia por parte de quienes no saben el nombre de San Martín, o quienes niegan los acontecimientos de la “Patagonia trágica” y destruyen monumentos o niegan la presencia indígena preexistente en estos territorios resulta, por lo menos, grotesco. Y no queda bien, te lo digo fraternalmente, que en tu monodiscurso repitas una y otra vez algo que pareciera decir que por algo será, en algo andarían, y a lo sumo hubo errores y excesos. Desde tiempos idos cantábamos y repetimos, que “no hubo errores, no hubo excesos…. Etc.” Y, ¿sabés?, leyendo un libro yanqui sobre la literatura apocalíptica, me encuentro esta frase en una nota (y perdoname la cita):
«Los estudios antropológicos sobre el terrorismo de Estado en Argentina, que están en la vanguardia de la investigación científica sobre este fenómeno de una manera más amplia, proporcionan también un recurso importante para la comprensión de la dinámica del terrorismo de Estado en el mundo antiguo».
Resulta que todos saben que acá hubo terrorismo de Estado… todos menos vos y los tuyos.
A ver… sos obispo castrense (y aunque pareciera un oxímoron, algunos creen que no lo es); entonces podés ser más castrense que obispo, o más obispo que castrense. Vos elegís. Pero, si elegís ser obispo, acordate que el Evangelio está antes que nada, y, además, el Evangelio tiene sus preferidos, y, estos, ¡no llevan uniforme!
Pbro. Dr. Eduardo de
la Serna
Foto tomada de https://aica.org/noticia-pandemia-la-virgen-de-lujan-en-helicoptero-para-bendecir-a-los-argentinos
Aarón, el hermano sacerdote
Eduardo
de la Serna
A lo largo de estas páginas,
en las que intentamos presentar diferentes personajes bíblicos, hemos
pretendido mostrar qué dice la Biblia (o algún libro bíblico) sobre ellos. No nos interesa tanto detenernos en el personaje histórico. Esto último sería mucho más
complicado y no parece lo principal. La Biblia no es un libro de historia, sino un libro en la historia. Esto que acá
señalamos es particularmente importante para referirnos a Aarón. Un personaje
con muchos matices según los diferentes autores. Aquí trataremos de presentar
los principales.
Hay algunos elementos que son muy importantes de tener en cuenta antes de dar un paso más. Primero, que la Biblia no es un libro, sino un conjunto de muchos libros (“Biblia” en griego quiere decir, precisamente, libros). Muchos libros con muchos autores que tienen diferentes miradas, diferentes enfoques, diferentes ideologías. Por eso, por ejemplo, podemos ver textos donde Aarón es mirado desde una perspectiva crítica y otros en los que se lo presenta de un modo notablemente positivo, como veremos. Por otro lado, es importante también tener presente que en Israel hay diferentes tribus (descendientes de los 12 hijos de Jacob), y los descendientes de Leví (los levitas) conforman todos ellos una familia sacerdotal (ver Ex 4,40). Es decir, no hay sacerdocio en Israel fuera de los levitas. Pero dentro de la tribu de Leví la familia de Aarón conforma un “clan” donde hay un sacerdocio de mayor estatus (más tarde de este clan provendrá el Sumo Sacerdote, algo que empieza a existir en Israel bastante más tarde).
Así encontramos, por un lado,
a Aarón ligado a la construcción de un Becerro
de Oro, emblema de la idolatría en el desierto (casi un “pecado original”
en el nacimiento de Israel, Ex 32), y también su confabulación con Miriam
contra Moisés (Núm 12) pero por otro lado, él y su hijo son presentados como
modelo de sacerdocio (Ex 28-29; Lev 8-9), pero, a su vez, – curiosamente – hay
escritos que dan importancia al sacerdocio, pero no hacen mención a Aarón y su
familia (1-2 Re; Ez). Es interesante, también, que hay momentos en que se nos
presenta detenidamente a Moisés y hay silencio sobre Aarón (a pesar que en
otros lados aparece como su vocero, ver Ex 4). ¿Cómo se entiende esto?
Sin duda, en el comienzo del
pueblo y la reflexión de su historia, los escritores de este tiempo procuran
profundizar la figura de Moisés, el conductor y liberador, el que le da al
pueblo una especie de “constitución” (los Mandamientos) y que debe enfrentar –
a veces en soledad – los muy diferentes conflictos que se le presentan al
pueblo en su trayecto a la libertad. Pero con el paso del tiempo, especialmente
cuando los nuevos dominadores sobre Israel (los babilonios, los persas, los
griegos) han destruido la monarquía (ya no hay reyes, aunque se espere que
“algún día” los habrá) la figura principal pasa a ser el sacerdote (y entre
ellos uno que será “sumo”). En este caso, entonces, el modelo para los autores
de estos tiempos pasa a ser Aarón, el hermano de Moisés (2 Cro 5,29; Dt 32,50),
el que puede entrar en el Templo (6,34); sólo los “hijos de Aarón” y no el rey
pueden quemar incienso (2 Cro 26,16-21). En los libros del Éxodo, Levítico y
Números encontramos la mayor cantidad de menciones a Aarón. Y la mayor parte de
estas fue escrita por grupos sacerdotales por lo que la mirada es
particularmente positiva con ellos: son “ungidos” (Ex 30,30-31), pueden usar vestimentas
sacerdotales (Ex 28,3-43), son ordenados (Ex 29,9.35) y consagrados (Ex 29,1).
En el libro del Levítico se profundizan los criterios y modos como deben vivir
Aarón y sus hijos, sean estos en casos matrimoniales, o incluso para sus sepulturas
(21,7.11); el acento está puesto en la “consagración de sus manos” (Núm 3,2-3)
ya que sólo Aarón y sus hijos son sacerdotes (Núm 3,10; 17,5).
Así encontramos, entonces,
textos más antiguos que son críticos con Aarón (incluso en Dt 9,15-16 Dios está
enojado y decide eliminarlo y sólo la intercesión de Moisés le salva la vida)
siendo el Becerro de Oro (Ex 32,4.25; Dt 9,15-16) el ejemplo más importante,
pero no el único (Núm 12,1-8). Aunque – es de señalar – en estos casos no se
destaca lo sacerdotal de Aarón (como tampoco en Mi 6,4 donde se destaca lo profético).
Sin duda, entonces, la profundización, motivada por los acontecimientos
históricos que padece el pueblo de Israel la llevan a ahondar una nueva mirada,
sacerdotal, en la figura de Aarón, al que – para reforzar la continuidad con el
pasado – se lo presenta destacadamente como hermano de Moisés. Con mucha
frecuencia la Biblia procura mostrar que, en los diferentes momentos
históricos, de felicidad o de opresión, de fidelidad o de miserias, Dios se
hace presente en la historia de su pueblo para marcar caminos. Y lo sigue
haciendo.
Imagen tomada de https://es.wikipedia.org/wiki/Aar%C3%B3n
Dos notas breves
1. "Argentina, levántate y camina"
2. Aportes eclesiales al discurso de Agustín Laje (y "La verdad los hará libres")
Eduardo de la Serna
1.- “Argentina,
levántate y camina”
En más de una
ocasión, la Conferencia Episcopal Argentina ha repetido, aplicada a nuestro
país, la frase de Jesús: “¡levántate y camina!”; por ejemplo, con motivo del
anterior Jubileo: «en estas
circunstancias Jesús nos está diciendo una vez más: “¡Levántate y camina!” (Lc
5,23-24)» (CEA, Jesucristo, Señor de la historia, 13 de mayo 2000, 2).
Como
es sabido, el texto refiere a un diálogo entre Jesús y un grupo de escribas y
fariseos a raíz de que algunos le presentan a Jesús a una persona con
parálisis. Evidentemente, “levántate” se dice, en este caso, al enfermo y
“anda” es el complemento necesario que vuelve patente el milagro (que, en
realidad, en este caso, “esconde” el perdón de los pecados). El verbo griego egeirô
se usa frecuentemente para referir a una persona dormida, y es sinónimo de otro
verbo, anístêmi que puede ser, también, levantarse de un asiento.
Cuando
en Israel empieza a creerse en la resurrección de los muertos, por ejemplo, se
recurre a estos verbos ya que permiten la imagen del acostado / dormido luego
despertado / levantado; por ejemplo, en el libro de Daniel: “Muchos de los que
descansan en el polvo de la tierra se despertarán, unos para la vida eterna,
otros para vergüenza y horror eternos” (Dn 12:2). En este caso utiliza anístêmi
y traduce el hebreo qitz (levantarse).
Los textos
evangélicos conservan, con frecuencia, la ambigüedad entre morir y dormir, y,
por tanto, levantarse / despertarse y resucitar.
Volviendo al
punto de partida, en ocasiones la Argentina postrada parece dormida… en otras,
directamente muerta. Pero Jesús nos invita a la esperanza; aún muerta la
resurrección está en el horizonte. Pero es un levantarse para ponerse en camino
(peripateô). En el texto
bíblico, la dirección está indicada: “toma tu camilla y vete a tu casa”; no es
un simple caminar, sino hacerlo con una dirección. El que no tiene un destino
es un vagabundo, un errante; el que se dirige a un lugar específico es un
peregrino.
Argentina
podría caminar desorientada y sin rumbo una vez que se levante de la
postración. Pero – de ser el caso – entonces sólo se acumularía cansancio y la
esperanza estaría ausente. En cambio, cuando hay una meta, el cansancio es
fructífero, aunque todavía no se haya llegado y se siga “levantado” y
“caminando”. Muchos soñamos (y ayer, en la marcha, se olfateaba en el aire) que
Argentina se levante y camine… ¡y que vuelva a casa! Ah… y mal que le pese a
“ese”, eso de levantarse, despertarse, en inglés se dice “woke”.
2.- Sencillo aporte eclesial al discurso de Agustín Laje
Una de las tantas tonterías y falsedades del video que presentó el gobierno en boca de Agustín Laje, en el que pretendía, decía, contar la “verdad completa” de lo ocurrido en la Dictadura cívico-militar con bendición eclesiástica, se pudo ver en lo que en su discurso señalaba como “el comienzo de la violencia”, la cual, para él, empezó con las organizaciones armadas.
Como tantos otros pueblos, el nuestro estuvo marcado por la violencia desde sus orígenes. Quizás más unos y menos que otros, pero ciertamente marcado. La conquista, la usurpación de territorios a sus legítimos ocupantes indígenas, obviamente no fue pacífica. Ni al norte, ni al sur. El proceso de independencia, no hace falta señalarlo, tampoco lo fue. Nuestros próceres de aquel tiempo eran generales o cabos (y si abogados, como Belgrano, se lo reconoce como “General”). El proceso constituyente, los conflictos entre unitarios y federales, menos aún. Ya empezado el s. XX la violencia, de una u otra manera, campeaba el territorio. Señalo de modo incompleto algunos ejemplos: los frecuentes golpes militares que abundaron desde 1930, incluso golpes dentro del golpe, como el conflicto entre Azules y Colorados (1962-1963). Entre estos ocupa un lugar central, nunca lo suficientemente valorado, el bautismo de fuego de la fuerza aérea, acompañada de la aviación naval, asesinando argentinos indefensos en Plaza de Mayo el 16 de junio de 1955. El derrocamiento de Perón y la consiguiente proscripción provocaron la resistencia con sus diversos modos y formas. Las guerrillas (me refiero a las peronistas, no a otras) fueron un modo de esto. Y la represión también. ¿Cuándo empezó, entonces, la violencia en la Argentina? (más fácil sería un estudio de cuándo no la hubo).
Señalar que “la violencia siempre es mala” puede ser casi una caricatura. A menos que se sostenga que, en ocasiones, es un mal necesario. Hubiera sido más grato que España aceptara amablemente las independencias de sus territorios en colonias. Pero es evidente que no ocurrió así. Y la lucha por la independencia requirió violencia. Los mismos documentos de la Iglesia católica romana reconocen que en ocasiones, la violencia es justificada.
Señalando esto, me resultó desde el principio, lamentable que en los tres tomos eclesiales “La Verdad los hará libres”, que el mismo Papa atribuye al episcopado argentino (aunque un grupo de personas elegidas coordinadas por la Facultad de Teología de la UCA los haya perpetrado), no tiene ningún análisis serio sobre “la Violencia” y con absoluta y discutible arbitrariedad elige empezar el análisis en 1969 (sic). Si un libro que se autopercibe serio, y casi una última palabra (“la verdad”), no solamente no analiza seriamente la violencia, sino que no propone un acabado análisis de la misma., de sus causas y demás, y propone extrañamente una fecha para el comienzo del análisis, ¿por qué un autopercibido católico, como Laje, no podría hacerlo? Sencillamente un aporte más de "La Verdad los hará libres" a la confusión general (y, lamentablemente, siempre para “el mismo lado”).
Foto tomada de https://commons.wikimedia.org/wiki/File:24_de_marzo._D%C3%ADa_de_la_memoria._71.jpg
Una fiesta para los despreciados
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Peter Brueghel, Fiesta de bodas (1567) |
Éxodo Acontecimiento Josué 14,21-27 Paso milagroso del mar / río 3,14-17 12,43-51 importancia de la circuncisión para participar de la pascua 5,2-9 12,1-20 Celebración litúrgica de la pascua 5,10-12 16,14-16 Alimentación con el maná (principio y fin) 5,12 14,19 El ángel del Señor 5,13-15 3,5 Descalzarse en tierra sagrada 5,15
Breves de una marcha no breve
Eduardo de la Serna
Habitualmente, cada 24 de marzo, mi rutina, al
llegar a la marcha, es la misma: ¡caminar! Voy de la Plaza de Mayo a la 9 de
julio y vuelvo, una o dos veces… Suelo ir solo, y, en ocasiones, encontrar conocidos.
Mi idea es ver. Sencillamente ver (o ver y escuchar) … ver los atuendos de la
gente, ver las actitudes, gestos, sensaciones, escuchar comentarios o cantos…
Me sirve para “tomar el pulso”.
Por ejemplo, y lo he señalado en muchas otras
ocasiones, me llena de esperanza ver la cantidad de jóvenes (los que,
obviamente, no padecieron la Dictadura cívico militar con bendición eclesiástica).
Y – debo señalar – hoy me llamó la atención no sólo la cantidad de jóvenes sino
también de niños y niñas. Obviamente eso significan muchas cosas: en primer
lugar, que hablamos de familias. Es una familia la que elige ir a la Plaza, no
una agrupación. En segundo lugar, lo educativo que eso significa. Por cierto, no
sabemos de qué se habla en esas casas, pero sí que el solo hecho de marchar, ¡dice!
Y dice algo muy claro, concreto y preciso. Y ver niños (¡muchos!) con pañuelos
blancos, con camisas que gritan ¡Nunca Más!, dice mucho. El gobierno lo llamará
“adoctrinamiento” (y otras cosas más), pero es con el ejemplo que se comunica
sabiduría, vida y experiencia. Conocimiento.
Otra cosa que me llamó la atención es que no
recuerdo en marchas anteriores tanta expresión futbolística. Camisetas o ropa
referida a clubes de fútbol eran notablemente abundantes. Y, creo que es
significativa, además, muchísimas con la imagen de Maradona. Esto último
ciertamente revela rebeldía, revela una franca oposición a un modo negociado de
ver el fútbol, revela un lugar donde se quiere estar parado. Y lo primero, creo
que es evidente una reminiscencia al miércoles fatídico de la marcha a los
jubilados (Beatriz Blanco, ¡presente!).
También me llamó la atención ver muchísima gente
“armada”: muchísimas cámaras fotográficas. No gente munida de peligrosos
celulares, sino cámaras listas para disparar. La memoria de Pablo Grillo
ciertamente no estaba ausente (y visible).
Si, como dije, en las marchas suelo caminar
para mirar, debo manifestar mi disconformidad con los espacios ocupados por “La
Poderosa”. Ya estamos habituados, en todas las marchas, a sus cosas creativas,
a veces hasta geniales, participativas, extraordinarias. Entonces se junta
muchísima gente lo que me hace difícil caminar y debo detenerme (también yo
para mirar y aplaudir).
Notables los cantos que se repetían con insistencia:
el de “Milei, basura” y “el que no salta, votó a Milei” sonaban y resonaban.
Algunos volvieron (que yo recuerde después de mucho tiempo), ciertamente
reciclados: “traigan al gorila de Milei… que este pueblo no cambia de idea…” Y,
sobre esto, me permito una nota breve: conmemorando hoy la Dictadura, creo que
no es exacto decir que “Milei es la dictadura” aunque sea Dictatorship
frendly. Ciertamente hay represión cruel, un mismo modelo económico, una
casi ausencia de los poderes legislativo y judicial, pero no es preciso decir
que lo sea. Lo que no quita que sea fascista, que sea autoritario, perverso,
nefasto y el peor gobierno de nuestra historia democrática, pero quienes hemos
vivido y padecido la dictadura hemos vivido momentos muy diferentes a los que
estamos viviendo (lo cual no implica que también con Milei digamos “¡nunca más!”).
En las escalinatas de la Catedral (abierta a la
gente) un grupo puso una muestra de “Mártires de la Iglesia católica”. En otras
se precisaba: “desaparecidos, perseguidos y mártires de la Iglesia Católica. Y
debo confesar que me llamó la atención. Siendo que ante mucha gente hay una
imagen de que la Iglesia fue cómplice de la Dictadura, no está mal recordar que
también hubo laicos, laicas, religiosos, religiosas, curas y obispos víctimas
de esa dictadura… Ahora bien – para ser precisos, y para empezar – no solamente
los desaparecidos son víctimas de la Dictadura… los asesinados también lo son,
los exiliados también, los que fueron detenidos a Disposición del Poder
Ejecutivo Nacional, también, los niños apropiados o los nacidos en cautiverio
(hayan recuperado su identidad o no) también lo son… Y no se pueden olvidar los
exilios internos, los quebrados, las víctimas psicológicas… Las víctimas de la
dictadura fueron incontables; ¡no solo los 30.000! (¿se entiende, Laje? ¿se entiende,
Espert?). Ahora, siendo este el caso, no se entienden muchos de los nombres presentes
o los nombres ausentes en la muestra de la Catedral. A modo meramente
ilustrativo: si se hizo mención de Daniel de la Sierra, ¿por qué se omitió a
Jorge Goñi? La referencia al gran obispo Devoto, no explica las ausencias de
Novak, Hesayne y De Nevares, ¿no? Carlos Mugica (de cuyo martirio no tengo la
más mínima duda, y su asesinato por la Triple A) ¿tiene que ver con la
Dictadura? ¿Qué hace José Villagra en la lista? Faltan Pepe Tedeschi y Pancho Soares,
¿por qué? En la referencia al “Proyecto Belén” ¡justo omiten a Mónica Mignone!
(¡tanto que debieron añadirla con marcador!). Y no hay referencias a los curas (¡y
no solamente curas!) que debieron ir al exilio, que debieron dormir fuera de
sus parroquias, que recibían amenazas sistemáticas… Y, sinceramente, no creo
que sea inocente, la ausencia de Francisco Jalicz y Orlando Yorio; esta me
resulta escandalosa (¿escondiendo complicidad?).
Lo cierto es que en la marcha de hoy hubo una
impresionante cantidad de gente. ¡Mucha! La marcha se hacía más lenta para
caminar, con paradas interminables, a medida que se acercaba la hora estipulada…
Y, hablando de cantidad, es casi insufrible, cuando se acerca esta fecha tener
que escuchar a los negacionistas que “no fueron 30.000”. Hoy, para peor, marcha
precedida por un video espeluznante de Agustín Laje. Video que no merece ser
contestado porque sería darle entidad. Sólo señalo para terminar: ¡no hubo una
guerra!, fue Terrorismo de Estado y ¡son 30.000!
Foto tomada de https://www.tiempoar.com.ar/ta_article/una-marea-de-gente-se-volco-a-la-calle-contra-el-negacionismo-del-gobierno/
Video con comentario al Evangelio del 4º domingo de Cuaresma C
o también en
Eduardo
¡El persistente pecado de eclesiolatría!
Eduardo de la Serna
Hace tiempo conocí a Françoise Marie Léthel, carmelita, ¡gran teresianista!; serio y profundo y, cosa que no siempre se ve, responsable
y meticuloso en el trabajo con los textos.
Él me hizo conocer a Juana de Arco (francés él,
y amigo de Teresa de Lisieux ¡no podía ser de otra manera!); incluso – gracias a
él – pude acceder al texto de todo el juicio (injusto, por cierto) a que ella
fue sometida… ¡y sentenciada! Es sabido que la condena fue articulada por la Facultad
de Teología de París (la misma que poco más de un siglo antes condenaba también a la hoguera a Margarita
Porete (1 de junio de 1310), y la misma que lamentaba la tradición de Francisco
de Asís: “París, París, ¡que matas a Asís!” Pues bien, el juicio, por lo tanto,
tuvo toda la apariencia de ser teológico, aunque en lo profundo fuera político:
el contexto de la guerra de los 100 años entre Francia e Inglaterra (a la que
la facultad de teología parisina adhería) ciertamente debe tenerse en primer
lugar en un análisis que pretenda ser acabado.
Pues bien, Juana, que había comandado
exitosamente el ejército a un triunfo militar, había humillado a la “pérfida
Albión”, y eso, no podía dejarse pasar sin consecuencias. Juana, escuchando sus
“voces” no escuchaba la voz altiva de “la Iglesia”.
El contexto eclesial es interesante de tener en
cuenta. En el concilio de Basilea (1431), plena época del conciliarismo,
«Torquemada informa de que, en Basilea, los padres se arrodillaban a las
palabras del credo “et in unam sanctam Ecclesiam…” (S. de Eccl, I.20)»[1]
En ese contexto, marcado además por un cierto auge del clericalismo, Juana es
juzgada teniendo todas las de perder: mujer, iletrada, laica, y francesa…
La comunidad eclesiástica, que
debería representar el Cuerpo místico, deviene un colectivo sin corazón ni
cabeza, sin referencia viva a la cabeza que es Jesús y al corazón que es el
Espíritu Santo, donde cada uno abdica de su responsabilidad personal, de su
conciencia. Por falta de caridad, el poder eclesiástico se degrada en
clericalismo, es decir en voluntad de poder afirmada de un modo abusivo contra
una laica.[2]
Y esto lleva a Léthel a una cruel conclusión:
Puesto que se afirma el carácter esencialmente
laico de Juana y de su misión, este clericalismo universitario aparece,
entonces, con una excepcional nitidez. Hay una extraordinaria inflación eclesiológica
que conduce a una “eclesiolatría”.[3]
Es sabido el desenlace: la acusación definitiva
de obrar en contra de “la Iglesia” y Juana afirmando que se somete a la “Iglesia
triunfante” (lo que la lleva a relativizar a la “Iglesia militante” ya que para
ella “es imposible” (y lo repite tres veces el 31 de marzo de 1431 en el
juicio) revocar “lo que Nuestro Señor le ha indicado en sus revelaciones”.
Cuando le reiteran la obediencia al papa, cardenales, arzobispos, obispos y
presbíteros de la Iglesia, responde afirmativamente, pero “primero servir al
Señor”. Inclusive, cuando Juana acepta quitarse ropas de varón, y las tropas
inglesas simulan una violación, logran que vuelva a ponérselas, atentando así contra
la “ley natural” que afirma que esas ropas son propias de varones[4].
Y es esta definitiva desobediencia a la Iglesia la que provoca su posterior
asesinato el 30 de mayo.
Pero sería poco serio creer que esta “eclesiolatría”
constituye una rara excepción en la larga historia de la Iglesia. Se pueden señalar
casos del pasado, por cierto (el caso y determinación del final de las beguinas
ciertamente es también un buen ejemplo … y no es ajeno a esto que, nuevamente
se trate de laicas, mujeres que confrontan con “la teología”); pero también
casos del presente. No es sensato que se hable más de la Iglesia que de Jesús,
del Papa que de la Biblia, dice el papa Francisco (E.G. 38) lo cual es,
ciertamente, indicio de que así ocurre. Pero mientras parezca más importante el
“Magisterio” que la “Palabra de Dios”, mientras “la Biblia” no esté en primer
lugar en la vida eclesial, evidentemente la eclesiolatría sigue vigente.
Evidentemente, ¡de Juana de Arco no hemos aprendido nada!
[1]
Y. Congar, Eclesiología. Desde
San Agustín hasta nuestros días (Historia de los dogmas III. 3cd) Madrid: BAC
1976, 192.
[2] F. M. Léthel, Connaître l’amour du
Chist qui surpasse toute connaissance. La théologie des saints, Venasque: ed. du
Carmel 1989, 342.
[3]
Léthel, Connaître l’amour 348.
[4] 27
de febrero; 3 de marzo; 28 de
marzo: “ley divina y natural”; Procés de Condamnation de Jeanne d’Arc, Societé
d’histoire de France, Paris: Libraire C. Klincksieck 1960, pp. 75.95.192
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