miércoles, 26 de marzo de 2025

Dos notas breves

Dos notas breves

1. "Argentina, levántate y camina"

2. Aportes eclesiales al discurso de Agustín Laje (y "La verdad los hará libres")

Eduardo de la Serna



1.- “Argentina, levántate y camina”


En más de una ocasión, la Conferencia Episcopal Argentina ha repetido, aplicada a nuestro país, la frase de Jesús: “¡levántate y camina!”; por ejemplo, con motivo del anterior Jubileo: «en estas circunstancias Jesús nos está diciendo una vez más: “¡Levántate y camina!” (Lc 5,23-24)» (CEA, Jesucristo, Señor de la historia, 13 de mayo 2000, 2).

 

Como es sabido, el texto refiere a un diálogo entre Jesús y un grupo de escribas y fariseos a raíz de que algunos le presentan a Jesús a una persona con parálisis. Evidentemente, “levántate” se dice, en este caso, al enfermo y “anda” es el complemento necesario que vuelve patente el milagro (que, en realidad, en este caso, “esconde” el perdón de los pecados). El verbo griego egeirô se usa frecuentemente para referir a una persona dormida, y es sinónimo de otro verbo, anístêmi que puede ser, también, levantarse de un asiento.

 

Cuando en Israel empieza a creerse en la resurrección de los muertos, por ejemplo, se recurre a estos verbos ya que permiten la imagen del acostado / dormido luego despertado / levantado; por ejemplo, en el libro de Daniel: “Muchos de los que descansan en el polvo de la tierra se despertarán, unos para la vida eterna, otros para vergüenza y horror eternos” (Dn 12:2). En este caso utiliza anístêmi y traduce el hebreo qitz (levantarse).

 

Los textos evangélicos conservan, con frecuencia, la ambigüedad entre morir y dormir, y, por tanto, levantarse / despertarse y resucitar.

 

Volviendo al punto de partida, en ocasiones la Argentina postrada parece dormida… en otras, directamente muerta. Pero Jesús nos invita a la esperanza; aún muerta la resurrección está en el horizonte. Pero es un levantarse para ponerse en camino (peripateô). En el texto bíblico, la dirección está indicada: “toma tu camilla y vete a tu casa”; no es un simple caminar, sino hacerlo con una dirección. El que no tiene un destino es un vagabundo, un errante; el que se dirige a un lugar específico es un peregrino.

 

Argentina podría caminar desorientada y sin rumbo una vez que se levante de la postración. Pero – de ser el caso – entonces sólo se acumularía cansancio y la esperanza estaría ausente. En cambio, cuando hay una meta, el cansancio es fructífero, aunque todavía no se haya llegado y se siga “levantado” y “caminando”. Muchos soñamos (y ayer, en la marcha, se olfateaba en el aire) que Argentina se levante y camine… ¡y que vuelva a casa! Ah… y mal que le pese a “ese”, eso de levantarse, despertarse, en inglés se dice “woke”.


2.- Sencillo aporte eclesial al discurso de Agustín Laje


Una de las tantas tonterías y falsedades del video que presentó el gobierno en boca de Agustín Laje, en el que pretendía, decía, contar la “verdad completa” de lo ocurrido en la Dictadura cívico-militar con bendición eclesiástica, se pudo ver en lo que en su discurso señalaba como “el comienzo de la violencia”, la cual, para él, empezó con las organizaciones armadas. 


Como tantos otros pueblos, el nuestro estuvo marcado por la violencia desde sus orígenes. Quizás más unos y menos que otros, pero ciertamente marcado. La conquista, la usurpación de territorios a sus legítimos ocupantes indígenas, obviamente no fue pacífica. Ni al norte, ni al sur. El proceso de independencia, no hace falta señalarlo, tampoco lo fue. Nuestros próceres de aquel tiempo eran generales o cabos (y si abogados, como Belgrano, se lo reconoce como “General”). El proceso constituyente, los conflictos entre unitarios y federales, menos aún. Ya empezado el s. XX la violencia, de una u otra manera, campeaba el territorio. Señalo de modo incompleto algunos ejemplos: los frecuentes golpes militares que abundaron desde 1930, incluso golpes dentro del golpe, como el conflicto entre Azules y Colorados (1962-1963). Entre estos ocupa un lugar central, nunca lo suficientemente valorado, el bautismo de fuego de la fuerza aérea, acompañada de la aviación naval, asesinando argentinos indefensos en Plaza de Mayo el 16 de junio de 1955. El derrocamiento de Perón y la consiguiente proscripción provocaron la resistencia con sus diversos modos y formas. Las guerrillas (me refiero a las peronistas, no a otras) fueron un modo de esto. Y la represión también. ¿Cuándo empezó, entonces, la violencia en la Argentina? (más fácil sería un estudio de cuándo no la hubo).


Señalar que “la violencia siempre es mala” puede ser casi una caricatura. A menos que se sostenga que, en ocasiones, es un mal necesario. Hubiera sido más grato que España aceptara amablemente las independencias de sus territorios en colonias. Pero es evidente que no ocurrió así. Y la lucha por la independencia requirió violencia. Los mismos documentos de la Iglesia católica romana reconocen que en ocasiones, la violencia es justificada.


Señalando esto, me resultó desde el principio, lamentable que en los tres tomos eclesiales “La Verdad los hará libres”, que el mismo Papa atribuye al episcopado argentino (aunque un grupo de personas elegidas coordinadas por la Facultad de Teología de la UCA los haya perpetrado), no tiene ningún análisis serio sobre “la Violencia” y con absoluta y discutible arbitrariedad elige empezar el análisis en 1969 (sic). Si un libro que se autopercibe serio, y casi una última palabra (“la verdad”), no solamente no analiza seriamente la violencia, sino que no propone un acabado análisis de la misma., de sus causas y demás, y propone extrañamente una fecha para el comienzo del análisis, ¿por qué un autopercibido católico, como Laje, no podría hacerlo? Sencillamente un aporte más de "La Verdad los hará libres" a la confusión general (y, lamentablemente, siempre para “el mismo lado”).


Foto tomada de https://commons.wikimedia.org/wiki/File:24_de_marzo._D%C3%ADa_de_la_memoria._71.jpg


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