jueves, 23 de enero de 2025

Sara

Sara

Eduardo de la Serna





En la literatura, por tanto, también en la Biblia, hay personajes que no se entienden ni conocen bien sino en relación a otros (Don Quijote y Sancho Panza, por ejemplo, se iluminan mutuamente). Por tanto, mirar a uno sin tener en cuenta al otro sería muy limitante. Esto es doblemente importante de tener en cuenta en los relatos donde hay una mirada patriarcal (es decir, desde “el patriarca”, varón, jefe) para la cual determinados personajes se presentan limitadamente en la medida en que “valen” para el personaje en cuestión. Tal es el caso de tres personajes que se implican mutuamente y todos ellos en función del patriarca Abraham. Nos referimos a Sara, Agar e Ismael. A ellos dedicaremos sendos textos, entonces. Pero reiteramos que es importante destacar que se iluminan mutuamente. Por otro lado, es interesante recordar que en muchos textos bíblicos hay más de una tradición que se integran, como es el caso del momento en que, para evitar su propio maltrato, ante la belleza de Sara, Abraham le hace mentir afirmando que es su hermana (12,10-20; 20,1-18). Sin duda se trata de un mismo texto antiguo narrado con matices diferentes.

Sara es la mujer de Abraham, el padre de la promesa de que Dios se elegirá de él un pueblo. Pero hay un obstáculo aparentemente insalvable: Sara es estéril. ¿Cómo podría Dios darle una numerosa descendencia a Abraham si su mujer no puede engendrar hijos? Pero Dios (o su mensajero, que es casi lo mismo) le repite cuatro veces que será padre (Gen 12,2; 15,4; 17,4; 18,10). Esto provoca por un lado la “risa” de Abraham (17,15-17), ¿cómo sería eso posible?, y más tarde, la “risa” de Sara (18,12) que lo escucha detrás de una cortina. La esterilidad (que para la mentalidad antigua era siempre de la mujer) era vista como una no-bendición, una vergüenza pública y las mujeres lloraban por ello o hacían lo imposible (promesas u ofrendas, por ejemplo, como es el caso de Ana: 1 Sam 1,10-11) para subsanarla. El tiempo soñado, ideal, es aquel en el que no haya ni mujeres, ni ganado ni tierra estéril (Dt 7,14; 2 Re 2,19). Lo cierto es que Sara, ante su esterilidad, le entrega a Abraham su esclava Agar para que engendre (16,2) y – como había hecho Adán con Eva (3,6) – él la escucha (3,17) y la toma. Es decir, no deja que sea Dios el que da la respuesta, sino que se adelanta ella a encontrar la solución. Pero cuando Agar queda embarazada, Sara siente que ella la “mira” mal (ver 1 Sam 1,6) y se queja a Abraham quien la deja obrar. Sara la maltrata, de modo que la esclava huye al desierto (como también Moisés, y luego Israel, huyen de Egipto, Ex 2,15; 14,5). Por sugerencia de un enviado de Dios ella regresa con su ama y finalmente nace el hijo, Ismael (16,15).

En este contexto es que Dios reitera la promesa y ocurre la “risa” de Sara. Aquí tenemos dos elementos interesantes: por un lado, Dios les cambia el nombre a Abram por Abraham y a Saray por Sara (17,5.15). Para el mundo antiguo el nombre indica una misión con lo cual Dios confirma la promesa cambiándoles a ambos el nombre. El otro elemento es que Dios reacciona a la “risa” de Sara (no a la de Abraham) pero le pregunta a él por qué se “ríe” ella. La mujer responde mintiendo: “no me he reído” (18,13-15). Finalmente nacerá el hijo de ambos, y su nombre será “Isaac” (21,3) que significa “él ríe”. Ante este nacimiento Sara afirma que "Dios me ha dado de qué reír; todo el que lo oiga reirá conmigo." (21,6). La “risa” que en un primer momento era de burla o de duda, se ha transformado en risa de alegría.

Pero no todo es paz en el hogar, y un día los dos niños están juntos y Sara ve al “hijo que Agar la egipcia había dado a Abraham, riendo con su hijo Isaac” (21,9) y nuevamente se queja ante el patriarca pidiéndole que la despida (como Dios despidió a la primera pareja del jardín de Edén; 3,24), algo a lo que él accede de mala gana (21,11). Parece que Sara no quiere que Ismael también “ría”, lo cual – a sus ojos – es algo que sólo corresponde (como la promesa) a Isaac.

Es poco lo que sabemos en adelante, pero nos encontramos con Abraham en Berseba (22,19), en cambio Sara está en Hebrón (23,2), Isaac no puede hacer duelo por su madre (24,67) mientras Abraham se une con Queturá con la que tiene otros seis hijos (25,1-2). Todo indica que se han separado, pero Sara ya ha cumplido la misión de dar descendencia al “patriarca”. Por eso será “madre de reyes (el nombre “Sara” significa princesa, ver 17,16). Como se ve, Abraham parece estar en un rol superior, de mero garante del hogar, mientras que Sara ocupa un lugar de “ama de casa” de esa familia patriarcal donde ella maneja la casa y Abraham se lo permite. Para el texto, lo que importa es que la promesa se va desarrollando porque “Dios escribe derecho con renglones torcidos”, pero el clima en el hogar no parece el ideal.


Imagen de Abraham y Sara creada con IA https://www.freepik.es/imagen-ia-premium/abraham-sara-tienda-biblia-ornamento-antiguo-generate-ai_92181566.htm

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