Sara
Eduardo de la Serna
En la literatura, por tanto, también en la Biblia,
hay personajes que no se entienden ni conocen bien sino en relación a otros
(Don Quijote y Sancho Panza, por ejemplo, se iluminan mutuamente). Por tanto,
mirar a uno sin tener en cuenta al otro sería muy limitante. Esto es doblemente
importante de tener en cuenta en los relatos donde hay una mirada patriarcal
(es decir, desde “el patriarca”, varón, jefe) para la cual determinados
personajes se presentan limitadamente en la medida en que “valen” para el
personaje en cuestión. Tal es el caso de tres personajes que se implican
mutuamente y todos ellos en función del patriarca Abraham. Nos referimos a
Sara, Agar e Ismael. A ellos dedicaremos sendos textos, entonces. Pero
reiteramos que es importante destacar que se iluminan mutuamente. Por otro lado, es
interesante recordar que en muchos textos bíblicos hay más de una tradición que
se integran, como es el caso del momento en que, para evitar su propio
maltrato, ante la belleza de Sara, Abraham le hace mentir afirmando que es su
hermana (12,10-20; 20,1-18). Sin duda se trata de un mismo texto antiguo
narrado con matices diferentes.
Sara es la mujer de Abraham, el padre de la promesa
de que Dios se elegirá de él un pueblo. Pero hay un obstáculo aparentemente
insalvable: Sara es estéril. ¿Cómo podría Dios darle una numerosa descendencia a
Abraham si su mujer no puede engendrar hijos? Pero Dios (o su mensajero, que es casi
lo mismo) le repite cuatro veces que será padre (Gen 12,2; 15,4; 17,4; 18,10).
Esto provoca por un lado la “risa” de Abraham (17,15-17), ¿cómo sería eso
posible?, y más tarde, la “risa” de Sara (18,12) que lo escucha detrás de una
cortina. La esterilidad (que para la mentalidad antigua era siempre de la
mujer) era vista como una no-bendición, una vergüenza pública y las mujeres
lloraban por ello o hacían lo imposible (promesas u ofrendas, por ejemplo, como es el caso de Ana: 1
Sam 1,10-11) para subsanarla. El tiempo soñado, ideal, es aquel en el que no haya ni mujeres,
ni ganado ni tierra estéril (Dt
7,14; 2 Re 2,19). Lo cierto es que Sara, ante su esterilidad,
le entrega a Abraham su esclava Agar para que engendre (16,2) y – como había
hecho Adán con Eva (3,6) – él la
escucha (3,17)
y la toma. Es decir, no deja que sea Dios el que da la respuesta, sino que se
adelanta ella a encontrar la solución. Pero cuando Agar queda embarazada, Sara
siente que ella la “mira” mal (ver 1 Sam 1,6) y se queja a Abraham quien la deja
obrar. Sara la maltrata, de modo que la esclava huye al desierto (como también Moisés, y luego Israel, huyen de Egipto,
Ex 2,15; 14,5). Por sugerencia de un enviado de Dios ella regresa con su
ama y finalmente nace el hijo, Ismael (16,15).
En este contexto es que Dios
reitera la promesa y ocurre la “risa” de Sara. Aquí tenemos dos elementos
interesantes: por un lado, Dios les cambia el nombre a Abram por Abraham y a
Saray por Sara (17,5.15). Para el mundo antiguo el nombre indica una misión con
lo cual Dios confirma la promesa cambiándoles a ambos el nombre. El otro
elemento es que Dios reacciona a la “risa” de Sara (no a la de Abraham) pero le
pregunta a él por qué se “ríe” ella. La mujer responde mintiendo: “no me he
reído” (18,13-15). Finalmente nacerá el hijo de ambos, y su nombre será “Isaac”
(21,3) que significa “él ríe”. Ante este nacimiento Sara afirma que "Dios me ha dado de qué
reír; todo el que lo oiga reirá conmigo." (21,6). La “risa” que en un
primer momento era de burla o de duda, se ha transformado en risa de alegría.
Pero no todo es paz en el hogar,
y un día los dos niños están juntos y Sara ve al “hijo que Agar la egipcia
había dado a Abraham, riendo con su hijo Isaac” (21,9) y nuevamente se queja ante el patriarca pidiéndole que
la despida (como Dios despidió a la primera pareja del jardín de Edén; 3,24), algo a lo que él accede de mala gana (21,11). Parece
que Sara no quiere que Ismael también “ría”, lo cual – a sus ojos – es algo que
sólo corresponde (como la promesa) a Isaac.
Es poco lo que sabemos en adelante, pero nos
encontramos con Abraham en Berseba (22,19), en cambio Sara está en Hebrón
(23,2), Isaac no puede hacer duelo por su madre (24,67) mientras Abraham se
une con Queturá con la que tiene otros seis hijos (25,1-2). Todo indica que se han
separado, pero Sara ya ha cumplido la misión de dar descendencia al
“patriarca”. Por eso será “madre de reyes (el nombre “Sara” significa princesa,
ver 17,16). Como se ve, Abraham parece estar en un rol superior, de mero
garante del hogar, mientras que Sara ocupa un lugar de “ama de casa” de esa
familia patriarcal donde ella maneja la casa y Abraham se lo permite. Para el
texto, lo que importa es que la promesa se va desarrollando porque “Dios
escribe derecho con renglones torcidos”, pero el clima en el hogar no parece el
ideal.
Imagen de Abraham y Sara creada con IA https://www.freepik.es/imagen-ia-premium/abraham-sara-tienda-biblia-ornamento-antiguo-generate-ai_92181566.htm
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Cualquiera puede comentar y no será eliminado, aunque no este de acuerdo con lo dicho, siempre que sea respetuoso (caso contrario, será borrado). Pero habitualmente no responderé los comentarios, ni unos ni otros, para no transformar este blog en un foro. De todos modos, podrán expresar su opinión.