sábado, 12 de agosto de 2023

Violencia buena o mala… según me beneficie

Violencia buena o mala… según me beneficie

Eduardo de la Serna



Es evidente que, en la calentura, en medio de la vorágine, es habitual no pensar y actuar “como salga”. Y eso: “no pensar”, es aquello de “ganancia de pescadores”.

Ante una campaña en la que nadie – o casi nadie, para evitar criticar alguna no muy evidente excepción – invitó a pensar, es obvio que lo principal es sobrevivir. ¡Sobrevivamos! Después vemos… Piquetes por acá y por allá, muertos por allá y por acá… ¡Sobrevivamos! ¿Pensar? Esa te la debo.

Una notita sobre las FARC

Es evidente que, en Argentina, poco y nada se sabe de las FARC (propiamente FARC-EP). Si hasta la pitonisa inefable hablaba de la presencia de armados de las FARC en el 2001. Y en otras ocasiones también se mentó su sombra. Ahora, como resulta que Facundo Molares participó unos 15 años de la guerrilla de las FARC no está tan mal que lo maten. Ya sabemos que el mejor enemigo es el enemigo muerto.

En Colombia, desde los 60-70 surgieron un número importante de grupos armados, los más importantes, no los únicos, eran el M-19, el ELN y las FARC-EP. Como era normal, entonces, los diferentes grupos pretendían o bien la toma del poder, para implantar un nuevo gobierno o lograr, por lo menos, unos cambios sustanciales de la sociedad. Notemos, entonces, que desde la primera mitad del s. XX en Colombia regía un acuerdo bipartidista de alternancia entre Liberales y Conservadores prácticamente inamovible. Fue, por ejemplo, a raíz de esta inmovilidad que luego de mil intentos el cura Camilo Torres Restrepo se incorporó a las guerrillas.

El cambio de sociedad, para muchos, no sólo era conveniente sino, además, urgente. Necesario. Es evidente que grupos que están en la clandestinidad precisan financiación (para mantenerse, sustentarse, armarse), con lo que diferentes operativos eran frecuentes. Eran tiempos en que, en muchísimos países, se veía clara la necesidad y urgencia de un cambio de gobierno y sistema, y florecieron las guerrillas. Hace muchos años, un participante en una charla que yo estaba dando me preguntó por mi supuesto parentesco con el “Che” Guevara. Y me dijo, preocupado, “Pero el ‘Che’ Guevara mató gente”, a lo que yo le respondí “¿Y San Martín, no?” Un buen, sensato, mesurado, desapasionado debate sobre la violencia siempre es necesario, ciertamente. Dentro de estos financiamientos, las guerrillas recibían apoyo desde el exterior. Es sabido, y razonable.

Pero en 1989, con la caída del Muro de Berlín, muchas cosas cambiaron. Y ese financiamiento mermó hasta desaparecer. Es el momento en el que algunas guerrillas, para financiarse, recurren a secuestros interminables en el tiempo, y a la venta de droga. El M-19 ya se había desmovilizado, y a muchísimos de sus ex militantes los habían asesinado desarmados, mostrando claramente que la sociedad necesitaba urgentemente cambios. Para muchos (y el gobierno especialmente) seguía vigente lo del mejor enemigo, el enemigo muerto.

Fueron tiempos en que más de la mitad del territorio colombiano estaba en manos de las guerrillas y, entonces, con debido asesoramiento israelí y yanqui, se comenzó el contrataque. Las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), debidamente financiadas, pertrechadas y sostenidas empezaron una contramasacre. El territorio empezó a recuperarse, pero no para devolverlo a sus antiguos ocupantes, sino para que las mismas AUC se lo apropiaran (es sensata la pregunta, por ejemplo, si un ex presidente colombiano atacaba a las FARC por ser ‘narco-guerrillas’, como decía, o si lo hacía para combatir a la competencia). Comenzó la etapa de los desplazamientos forzados. Con la situación así, “equilibrada”, (gobierno, empresarios, medios de comunicación) se ocuparon de la desmovilización. Pero no todos veían la conveniencia de hacerlo… les había ido bien. Los jefes habían sido extraditados (para que no dieran información) y así nacieron lo que se llamó “Bandas Criminales”, que son paramilitares con otro nombre. Las guerrillas resistían en sus territorios, bastante menguados, por cierto. Más de una vez se intentó llegar a acuerdos de paz, pero, actitudes inconvenientes de uno u otro lado, y, sobre todo, encontrar el modo de evitar que se repitiera la masacre del M-19 hacían muy difícil los intentos y los avances.

La debilidad de las FARC-EP y la firme decisión del presidente Santos de conseguir el premio Nobel de la Paz condujeron, con tropiezos, a la firma de los acuerdos de Paz en 2016. Salvo un grupo de disidentes, las FARC-EP acataron la desmovilización, el desarme y la incorporación, en todo caso, al sistema político (y no faltaron los asesinatos de desmovilizados, por cierto). Pero eso no implicó, por ejemplo, el desarme de muchos ex miembros de las AUC. A modo de mero ejemplo, es útil recordar el asesinato del presidente de Haití (2021), a manos de sicarios colombianos y el reciente asesinato del candidato presidencial ecuatoriano Fernando Villavicencio, también a manos de sicarios colombianos. Ese ambiente permite, al menos, vislumbrar, por qué quienes pretendían un justo y necesario cambio social en Colombia, se tomaron bastante tiempo, prudencial tiempo, en acatar el también necesario y urgente reclamo de Paz.

En suma, decir, desde Argentina, que Facundo Molares estuvo en las FARC suele ser más un dicho apto para confundir que un interesante elemento que permite conocer a una persona y su militancia política.

La violencia en la campaña

Es lamentablemente eficaz en manejo de los sentidos que suele ejecutar el grupo dominante. Cuando un hecho de muerte les aporta valor agregado, allí se suman: Cromagnon, para empezar. Pero si es Time Warp, la disimulamos; la tragedia de Once, ¡suma!, el ARA San Juan, lo tapamos, el suicidio de Nisman, ¡lo disfrazamos!, la muerte de Juan Pablo Kukoc en manos del policía Chocobar ¡vamos!, la muerte de Facundo Molares ¡infarto!, la muerte de Marcela ¡al ataque!, la muerte de Morena, ¡culpa de Kicillof! Y sigamos con Lucas González, Santiago Maldonado, Rafael Nahuel, y tantos, y tantos más.

Quizás si pensamos, analizamos, miramos, evaluamos, al menos evitemos la ganancia de pescadores, es decir, de ¡ser pescados!


Imagen tomada de https://conceptodefinicion.de/violencia/

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