Ocasos
Eduardo de la Serna
Como tantas cosas, el cristal o el lugar desde donde
se mira algo puede aportar diferentes miradas o perspectivas. Un ocaso puede
ser hermosísimo. En lo personal me fascinan los atardeceres en la pampa
argentina.
Pero, desde otra mirada, el ocaso es la ida de la
luz, la siesta del sol. Son fascinantes los mitos de muy diferentes culturas,
en especial las heliocéntricas, en referencia a los ocasos, el enrojecimiento
sanguinolento del horizonte y la oscuridad en la que se despiertan todos los
fantasmas y las apariciones o audiciones de sombras o aullidos.
Pero, y acá el tema, con frecuencia se habla del “ocaso
de…” en un sentido dramático, y no está mal mirar el tema, aunque sea
brevemente. Se refiere, por cierto, a alguien o algo que brilló y entra en una
etapa de penumbra. Si lo hiciéramos en clave mito, sería algo normal y mañana
todo volvería a empezar (salvo cuando ocurren esos fenómenos desarticulantes
que son los eclipses). Y en estos días, he visto que – especialmente en
Argentina – se habló del ocaso de…
+ algunos han hablado del ocaso del papado de
Francisco. Especialmente después de la operación de colon. No tengo elementos
para afirmarlo o negarlo, pero (los años tienen consecuencias en la vida y el
cuerpo) se ve que muchos ya empiezan a descorchar espumantes, otros a elaborar
el duelo y (¿los más?) a hacer cálculos para ver cómo quedar bien parados con el
sol que venga. Este ocaso implica evaluaciones, o balances. Y, nuevamente, será
según el cristal con que se mira. Hay quienes han hablado de un papa nefasto,
otros del papa de la primavera. En lo personal, como no he visto cambios
fundamentales, ambas me parecen exageradas. Pero, lo cierto, hay quienes ya
hablan de ocaso del papado.
+ algunos hablan del ocaso de Tinelli, un
exitosísimo conductor de TV que marcó las últimas décadas con éxitos resonantes.
El criterio, en ocasiones, es el rating, lo cual puede ser bastante limitado. Si
se hablara de los contenidos, creatividades, aportes, algunos malvados diríamos
que nació “ocaseado”. Es cierto que pareciera que, o se reinventa urgentemente,
o mañana – porque la TV no se caracteriza por la humanidad – puede ser
reemplazado por cualquiera que aporte lo que a esta la alimenta: ¡dinero!
+ algunos hablan del ocaso de Margarita Stolbizer,
una ¿ex? política. En mi apreciación personal, otra “ocaseada”. Una política
que siempre fue la nada misma, que buscó cobijarse a las sombras de una
psicópata y un juez pistolero. Y desde allí creer que era alguien políticamente
trascendente. Ya hace años que, incluso amagó con retirarse, pero parece creer
que puede seguir iluminando cuando es evidente que no da ni para “estrella
fugaz” en el horizonte político.
+ también se escucha hablar del ocaso de Mauricio
Macri. Se ve que todo lo que toca se ha transformado en una suerte de “mancha
venenosa”, y cualquier cosa que lleve su sello parece que debe ocultarse (hasta
el nombre de la alianza) para poder simular que tienen algo nuevo que proponer.
Aunque ni “cambio” parecen querer ofrecer. La sola mención de su nombre (o
apellido, hasta para su primo, hasta para su hermano… no el “testaferro”)
parece que pretende evitarse, y – para ellos – desear que si hubiera “segundo
tiempo”, este será con “cambio” en el equipo (que seguirá con la misma
camiseta, obviamente).
Seguramente se podría seguir aludiendo a personajes
en el ocaso de su vida, su carrera, sus propuestas, sus imágenes. Y, sin duda
alguna, como dije, muchos amamos los atardeceres en la Pampa. Claro que el
ocaso de Macri no significa el ocaso del macrismo (ya dijo Leopoldo Moreau que
Rodríguez Larreta es igual que Macri solo que se despierta más temprano). En lo
personal sueño con una primavera eclesiástica, que no veo que Francisco haya
llevado a cabo. No me interesa en lo más mínimo los ocasos de Tinelli y
Stolbizer, y sueño, espero, celebraré el ocaso definitivo del neoliberalismo.
Simplemente porque deseo fervientemente que para nuestro pueblo “salga el sol”.
Foto personal de San Miguel del Monte, febrero 2021
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