domingo, 4 de julio de 2021

Un 4 de julio

 Un 4 de julio

Eduardo de la Serna



Hace muchos años, 45, para ser precisos, en el seminario nos despertaron con la noticia de una masacre ocurrida en una Iglesia del barrio de Belgrano. La parroquia San Patricio, de los padres palotinos, había sido escena – una vez más – de la barbarie genocida del terrorismo de Estado. Curas y seminaristas empezaron el lunes su peregrinación a esa comunidad, pero yo me dirigí a casa de mi tía Susana. Es que ese mismo día se había enterado de la desaparición de su hijo Juan, mi primo, de quien ya, hacía días, no sabía nada. Es que un mes antes, el 4 de junio, otra comunidad religiosa había sido, también, diezmada: los asuncionistas, donde Juan había estado. Esta ocurrió en La Manuelita, partido de San Miguel. Juan ya no estaba en la comunidad, pero “curiosamente” el mismo día fue (y sigue) desaparecido, él, su amiga Namba (Pepe, su compañero logró salvarse) y con ella Lucía, la hija de ellos, luego recuperada.


La Masacre de San Patricio, como con justicia se la ha llamado, fue extraña. La acusación de los curas-seminaristas de ser MSTM (del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo) ciertamente era falsa. No solamente porque el MSTM hacía años que ya no existía, sino porque si alguno de ellos podía ser cercano a lo que fue el MSTM, no todos lo eran. Pero pedirle análisis, criteriosidad, sensatez o lógica a la dictadura es como pedirle empatía al macrismo. Lo cierto es que los cinco curas y seminaristas fueron masacrados. No hacía falta ser analista para saber de dónde provenían las balas, aunque no supiéramos el origen con precisión. Por eso, ya desde entonces, fue escandaloso para muchos de nosotros que el obispo Leaden, hermano de una de las 5 víctimas, fuera ese mismo año a la ESMA a hacer confirmaciones. Quizás hasta le haya dado la comunión al asesino de su hermano (siempre que no estuviera divorciado, por supuesto).


Mientras tanto, en Ciudad Gótica, ayer, hoy y mañana, un selecto grupo de periodistas, políticos, jueces y personas de bien, se dirigen no muy lejos, allá en Palermo, a una Embajada a celebrar. No sé quiénes serán los que hoy se emocionarán ante el maravilloso espectáculo de los canapés, mientras esperan con ansias que el número de muertos por el Covid llegue al mágico número de 100.000 y poder participar de lo que Mugica llamó “el júbilo orgiástico de la oligarquía”, haciéndose los escandalizados por los muertos que ellos provocaron, alentaron o acompañaron. Quizás hoy brindarán por Pfizer, y por Manes, aunque quizás esta vez Patio no vaya disfrazada ni de vaquera ni de presidiaria, y lamentarán otra vez la ausencia del otrora siempre presente Claudio Bonadío, tan servicial él.


Pero acá, de este lado del partido, muchos seguimos esperando justicia. Por los asuncionistas y sus amigos y amigas, por los palotinos, y por los 30.000. Aunque en una embajada insistan en que ese número es falso y un ex presidente lo repita (como siempre repite lo allí propalado). Porque con esos 30.000 también empezó una pandemia, el neoliberalismo, que entre hambre, desocupación y desesperanza provocó bastantes más muertes que las provocada por el Covid que los turistas nos trajeron.

 

Foto tomada de https://www.laizquierdadiario.com/Mafalda-y-el-palito-de-abollar-ideologias





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