Si es “nuestro”, ¿está bien (o no está tan mal)?
Eduardo de la Serna
Me inspira esta nota un tuit irónico de Pedro Brieger, a partir de la decisión de Biden de profundizar las sanciones a Cuba, señalando que si el presidente yanqui se entera de las masacres, desplazamientos y mercenarios colombianos que matan presidentes “se enoja e invade”. Obviamente Biden lo sabe, y obviamente no dice nada. Como ya lo señalé en otro texto, hay marchas y contra marchas en todo el mundo en estas semanas, pero, para algunos, sólo importan las de Cuba. Y acá recuerdo el famoso dicho de Franklin Delano Roosevelt que calificaba a los tiranos de “hijo de puta”, pero cuando le mencionaron a Tacho Somoza, dictador en Nicaragua, afirmó, suelto de cuerpo, “si, pero es nuestro hijo de puta”. Acá me surge esta reflexión acerca de la diferente mirada que solemos tener cuando es “nuestro” o cuando es de “los otros”.
Algo señalaba hace unas semanas cuando la desafortunada frase de Alberto Fernández sobre los barcos, y la importante repercusión que tuvo, siendo que la misma frase – y en un ambiente más “peligroso” – había pronunciado Mauricio Macri y nadie dijo nada. El tema de lo que se ha llamado la “doble vara” es precisamente eso. Y, cuando no se puede simular, resulta que no está tan mal, o que “no es lo que parece”, o bellezas del estilo… Entonces, el envío de armas a Bolivia y la colaboración en el golpe de estado en ese país tiene todos los aditamentos del “nosotros – ellos”. Evo era un dictador, Añez ¡no! Las armas son legales, los votos ¡no! Y podríamos seguir en otras partes: las manifestaciones críticas a Iván Duque son “saqueo – bloqueo – tumulto”, mientras que la represión, muertos, desaparecidos, violadas/os, enceguecidos son “legítima defensa”. Las marchas en Cuba son “un pueblo hastiado”, las que hubo en Chile, Bolivia, Colombia, Argentina (por no citar las de Europa, porque “ellos” siempre hacen todo bien…) esas son “planificadas” por los peligrosos comandos kurdos – mapuches – venezolanos, que matan fiscales, e incluso enfrentan a la gendarmería con armas peligrosísimas como serruchos, destornilladores y ¡hasta una pala! (eso se dijo, no es una exageración irónica).
Lamentablemente,
estamos tan habituados a “matar” todo lo de los otros y defender a ultranza lo
que es nuestro que el encuentro se vuelve bastante complicado. Y así, ese grupo
que sólo ha logrado poder mencionando o simulando dolor ante los muertos, ahora
repite en sus discursos a Cromagnon, Once y hasta algún lenguaraz se atreve a
mencionar a los desaparecidos sin lavarse antes la boca y los compara con los
muertos – que ellos incentivaron – a causa del Covid (señalemos que no se
atrevieron a decir que los 100.000 muertos eran como 100.000 fiscales
asesinados porque matemáticamente no parecía práctico). Si en lugar de eso se
dedicaran a buscar por todos los medios alentar a que se vacunen (los que ellos
convencieron de no hacerlo), si se dedicaran a buscar conseguir más vacunas
(las que ellos denunciaron como veneno), si se dedicaran a insistir en usar
barbijos (los que ellos quemaron) o guardar las distancias (que ellos violaban
en cada marcha por un falso conflicto entre libertad e infectadura) … si
hicieran eso, todo sería más fácil para todos. Porque - y este es el punto,
creo – ser oposición no es “oponerse”, sino oponerse a lo que no está bien, o no
es lo suficientemente bueno y proponer alternativas razonables y mejores…
Y,
además, no defender lo indefendible. La política económica, la política de
salud, la política de educación, la política internacional de Cambiemos /
Juntos por el Cambio / Juntos (tache lo que no corresponda) fue realmente deplorable,
y resulta por lo menos absurdo (o algo peor) escucharlos cuestionar hoy la inflación,
el manejo de la pandemia, de la educación y la política internacional del
actual gobierno (reconozcamos que algunos, quizás más lúcidos, eligen no
hablar, no mencionar su pasado, e incluso no hacer presente en discursos ni listas
ni en actos a ninguno de aquellos (aunque alguna ex bonaerense siga presente). Es curioso…
una vez el ex presidente, que reposa reposadamente en reposera suiza, después
de 2 años de gobierno dijo que debía ser evaluado “a partir de ahora”; ¿con qué
derecho? ¿con qué criterio? Aunque, reconozcámoslo, como a partir de entonces la situación no
fue diferente, la evaluación que evaluó “la gente” no lo evaluó bien... o, para
decirlo con sus geniales palabras no duranbarbeadas ni marcospeñadas: “no
lograron lograr ese logro”. En esa misma línea, cuando se los escucha decir “en
estos dos años” como si antes no hubiera habido nada, como si no se viniera de “cosas
que pasaron”, como si un 10 de diciembre fuera un punto de partida absoluto.
Claro
que esto no significa que las cosas no felices, o negativas, del actual gobierno
sean buenas porque son “nuestras”. Se sabe que en política con frecuencia es
necesario “tragarse sapos”, pero, por lo menos, es bueno saber y señalar que lo
son. Y tratar que, con buenos aditivos, condimentos, acompañamientos y otras cosas,
se logre que al menos parezcan sabrosos; porque no es cosa que además de tragarse
sapos, encima, estos estén crudos y desabridos… Hay funcionarios que no funcionan,
para decirlo repitiendo sabias palabras.
Obviamente
hay diferentes miradas (o cristales y colores). Y eso es razonable. Pero, y
este es el punto mínimo, creo, hay cosas que definitivamente están mal: alentar
un golpe de estado en un país vecino, por ejemplo, está mal; boicotear la
campaña de vacunación, está mal; mentir está mal; fomentar miedos inexistentes
está mal. Ah… Graciela, y el plan Qunita ¡¡¡está bien… muy bien!!!
Foto
tomada de https://pxhere.com/es/photo/1047205?__cf_chl_jschl_tk__=pmd_c55f32770a2ea0df7b2ed5ed52e802a98ddb474f-1627056660-0-gqNtZGzNAeKjcnBszQh6
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