Una mirada a las parábolas
Eduardo
de la Serna
Como
sabemos, Jesús con mucha frecuencia usaba parábolas para ilustrar a sus oyentes
con lo que estaba predicando. Como este modo de hablar era frecuente en su
ambiente, es posible que los evangelistas hayan añadido algunas propias también
con la misma finalidad: predicar.
Pero,
en realidad, no nos interesa acá tanto saber si una parábola la dijo Jesús o es
una creación de la antigua comunidad, sino tratar de ver qué quieren decir.
Porque es evidente que las parábolas suelen presentar un “cuento”, pero uno que
es probable (no es como las fábulas donde los animales hablan, por ejemplo).
Cuando cuenta algo que ocurre con un pescador, una siembra, una fiesta, lo que
la parábola narra es algo que todos los oyentes comprenden perfectamente. Pero,
en un momento (frecuentemente al final) destaca un elemento que es el que
quiere predicar. Otras veces lo encontramos al comienzo (“el reino de Dios se
parece a…”). Como buen narrador que es, Jesús, mira la realidad y la comenta
desde la vida cotidiana (generalmente desde la vida de un campesino, como él lo
era), y, la “adorna” con diferentes elementos para hacer atractivo el “cuento”.
Veamos un par de ejemplos conocidos para entendernos: frente a la realidad de
los rechazados y tenidos por pecadores por los “religiosos”, cuenta que hay
quienes se niegan a aceptar a aquel que viene y también hay quienes corren a
abrazarlo. Jesús ha predicado en voz alta a quien quisiera escucharlo, y como
una semilla sembrada, según donde caiga dará o no fruto.
Por
eso, las parábolas son de la misma “familia” de los refranes (= proverbios)
solo que narrados de un modo amplio. Por supuesto, como es obvio, las hay mejor
contadas o las hay más simples, pero siempre – como en el refrán – se invita a
reflexionar algo que ocurre y la parábola lo ilustra.
No
es justo pensar que cada cosa de la parábola tiene un sentido; no se pretende apuntar,
por ejemplo, a la espiritualidad, sino a actuar de una cierta manera (se suele
decir que las parábolas no se dirigen a la inteligencia sino a la voluntad).
Veamos:
en el refrán “más vale pájaro en mano que cien volando” es evidente que no
importa si se trata de un jilguero, un gorrión o una golondrina, y si se tiene “en
mano”, o en jaula o en la olla, y tampoco importa si se trata de 100 o de 98 o
124, la idea se entiende: muchas veces, por pretender algo más no valoramos lo
poco que tenemos, por ejemplo. Y esto, además, podría ponerse en forma de cuento
y narrar todo el intento de alguien de atrapar pájaros para la venta
clandestina (¡lamentable!, señalémoslo) y que después de una tarde entera sólo
logró atrapar uno. Finalmente, el sujeto señala que “al menos tengo uno”. La
idea sería semejante (y en este caso sirve para señalar, de paso, que no son
pocas las veces que en las parábolas en los Evangelios no se propone alguien
bueno como sujeto del relato; porque no es eso lo que cuenta sino el
desenlace).
Por
supuesto que, siendo que nuestro ambiente y mentalidad es muy diferente a la de
los tiempos bíblicos, es bueno, por ejemplo, saber cómo se sembraba, cómo era
un banquete, como era un matrimonio, o la pesca… Por supuesto que cuando el Evangelio
lo narra, todos lo entendían bien y todos sabían cómo era, con lo que la
ilustración era sencilla. Por ejemplo, un sembrador tiraba la semilla en tierra
y luego pasaba el arado, con lo que la tierra cubría la semilla; pero eso lograba
que muchas cayeran entre espinos, o piedras, como se ve en la parábola. Hoy,
que ni siquiera arado se utiliza ya que se envenena la tierra (y los que la
rodean) con agrotóxicos, ciertamente y con semillas transgénicas, difícilmente
sea fácil de entender sin volver los ojos a aquellos tiempos.
Jesús
era campesino, su auditorio también, y los Evangelios y las primeras
comunidades tienen un marco campesino en buena parte (aunque en ocasiones ya se
vislumbra un ambiente urbano). Ciertamente es importante, para entender los
ejemplos (= parábolas) hacer el esfuerzo de comprender cómo de vivía, se hacían
las cosas en aquellos tiempos y regiones, así sacaremos más provecho a los “cuentos”
y entenderemos mejor aquello de “¡ve tú, y haz lo mismo!” (Lc 10,37).
Imagen tomada de https://labandadiario.com/escuchen-el-sembrador-salio-a-sembrar/
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Cualquiera puede comentar y no será eliminado, aunque no este de acuerdo con lo dicho, siempre que sea respetuoso (caso contrario, será borrado). Pero habitualmente no responderé los comentarios, ni unos ni otros, para no transformar este blog en un foro. De todos modos, podrán expresar su opinión.