jueves, 23 de octubre de 2025

María, la mamá de Juan y la muchacha Rode

María, la mamá de Juan y la muchacha Rode

Eduardo de la Serna



El título de este artículo, a propósito, es confuso. Lo es con la intención de ayudarnos a estar atentos. Marías, en la Biblia hay muchas, y también hay muchos Juanes. Pero en el libro de los Hechos de los Apóstoles se hace referencia a una María que es madre de Juan, a quien también llaman Marcos y se señala que ella tiene una muchacha llamada Rode (algunas biblias traducen Rosa).

Es muy poco lo que se nos dice de ambas, pero la situación nos permite extraer algunos elementos para el comentario.

Pedro había sido detenido y encarcelado por Herodes y, milagrosamente, fue liberado por “un ángel”. Rápidamente debe huir porque sabe cual será su destino (el mismo que corrió Santiago, el hermano de Juan de Zebedeo: la muerte; Hch 12,2-3). Entonces se dirige donde sabe que estará reunida la comunidad en Jerusalén: la casa de María. El texto, adrede, crea un ambiente de suspenso. Imaginemos al fugitivo Pedro golpeando la puerta; sin duda necesita que abran cuanto antes y cierren para que los guardias no lo descubran. Pero Pedro golpea y Rode, que reconoce la voz (12,14) no abre y corre contenta a anunciarles a todos los reunidos que Pedro está a la puerta. Para aumentar la tensión, el autor de Hechos nos dice que no le creen, “estás loca”, le dicen (12,15), o que seguramente el que está es el “ángel” de Pedro. Pedro sigue golpeando (12,16), lo imaginamos casi desesperado por que le abran. Finalmente lo hacen y la tensión desaparece. Ahora Pedro narra lo sucedido y después de dar indicaciones se va con rumbo desconocido (12,17).

Podemos saber que María tenía un pasar acomodado: tiene una casa amplia para reunir una comunidad y, además, tiene una muchacha. No se hace referencia a su marido, por lo que probablemente ya hubiera muerto. Del que se hace mención es del hijo Juan, que por el modo de mencionarlo parece joven aún. Quizás todavía soltero. De hecho, acompañará a Pablo y Bernabé en la primera misión (12,25), los abandonará (13,13), lo que provoca el enojo de Pablo y su posterior ruptura con Bernabé (15,37-40).

Sabemos que hay bastantes casos de cristianos que ponen sus casas al servicio de las comunidades para que allí puedan celebrar, rezar, reunirse (es bueno recordar que la palabra “Iglesia”, en griego, quiere decir “reunión”, “asamblea”). La casa de María es la única que conocemos que es frecuentada en Jerusalén (aunque más tarde se hace alusión a que Pablo visita a Santiago, quizás en su “casa”, donde luego se reúnen con ellos los “presbíteros”; 21,18). Sabíamos que los discípulos de Jesús “partían el pan en las casas” (2,42), en ocasiones las vendían (casas y campos) para compartir el dinero en la comunidad (4,34) y en las casas y el Templo eran el lugar donde enseñaban (5,42). El perseguidor Pablo los buscaba allí, en las casas (8,3) y luego, incorporado al movimento de Jesús, allí, en las casas, predicaba (20,20). Es en la casa de María que “muchos”, un número considerable de cristianos, estaban “en reunión y en oración”. Y es allí donde Pedro se dirige porque sabe que ertarán.

Siendo María la encargada de la casa, se supone que es ella la que anima la “reunión y la oración”, es la animadora de la comunidad. De hecho, siendo que las mujeres suelen tener una presencia casi invisible en el ambiente antiguo, que se mencione tanto a María como a la muchacha Rode, sin duda es indicio de que para la primera comunidad de Jerusalén se trataba de personas importantes y significativas, y no solamente por la posterior importancia de su hijo Juan. Después del clima de tensión que el autor de Hechos supo crear, Pedro fue protegido, y pudo abandonar la ciudad después de dar los encargos correspondientes. Quizás podamos pensar que sin María a lo mejor no hubiera habido Pedro. Nada menos.


Imagen tomada de https://www.figurasbiblicas.com/maria-madre-de-juan-marcos/


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