La ambivalencia del tiempo
Eduardo
de la Serna
Es sabido que los griegos
tienen diferentes palabras para referir al “tiempo”. Los ejemplos clásicos, no
excluyentes, son los de los términos “kairós” y “jronos” (hay otros términos
como “días” [hêmera] o “eras” [aiôn, era, mundo, siempre, siglo] que también se
traducen por tiempo en algunas oportunidades, por ejemplo). El kairós es un
tiempo establecido, predeterminado, esperado. Así puede entenderse cuando uno
acuerda una cita con alguien. La “llegada” de ese tiempo es la concreción del
momento esperado. Obviamente en la Biblia se lo cargó de contenido teológico:
la llegada del tiempo anunciado y preparado por Dios para su intervención en la
historia, por ejemplo, el envío de su Hijo. Por ejemplo, los demonios le gritan
a Jesús que ha venido a “atormentarnos antes de tiempo” (kairós; Mt 8,29). Por
el contrario, el “jronos” se refiere al tiempo que transcurre, y por tanto está
sujeto a medición (crono-metro), así se usa por ejemplo para hablar de que
alguien se va “mucho tiempo” (Lc 18,4; 20,9). Es interesante, a modo de
paréntesis, que el kairós a veces marca una “era”. La llegada del Enviado de Dios
marca un antes y un después, una era antigua y una nueva.
En la vida cotidiana,
personal, social o política también hay jronos y kairós. Se espera una
determinada fecha en la que algo ocurrirá (una fiesta, un acontecimiento, un
encuentro), y a su vez se “cuentan los días” hasta que llegue el “momento esperado”.
Esos días que se cuentan pueden vivirse con angustia, tensión, esperanza,
alegría, nervios… depende fundamentalmente de aquello que se espera (y – por ocasiones
– de cómo será ese acontecimiento).
Todo parece indicar que
Macri apostó al kairós del encuentro (y la foto) con el Papa Francisco. Un
gobierno caracterizado por desentenderse de los pobres, y gobernar para los
ricos (o para los pocos muy ricos) necesitaba una foto de alguien identificado
con los pobres. Como utiliza la foto con Margarita Barrientos, por ejemplo. El
27 de febrero era un kairós. E incluso se preparó para ello. Por lo que se dice
hubo intentos de mejorar “la foto”: pero no dejaron viajar a Antonia (¡pobre
niña sólo parece útil para la foto!), no hubo conferencia de prensa posterior
que incluyera a una autoridad vaticana, y en uno más de los gestos que manifiestan
la ineptitud del presidente viajó con dos gobernadores peronistas que eran más “propaganda
en contra” que a favor: ¡un gobernador del norte, cercano al Opus Dei y una
gobernadora del sur, sobrina del cardenal Bertone, eyectado por el Papa de la
curia vaticana!
Y todo parece indicar que el
kairós devino jronos, y empezó a correr el tiempo. Y muy poco tiempo después el
presidente de unos muy pocos argentinos ya estaba afuera. Con declaraciones de
ocasión para la prensa.
Tronó Carrió, como era de
esperar de su equilibrio, quiso “arreglarla” Marcos Peña y diplomatizar
Malcorra. Pero ¡¡¡los 22 minutos!!! fueron 22 minutos. Contaditos uno a uno. Y
el kairós se disolvió en el tiempo, ese que devora a sus hijos.
Ahora seremos testigos de la
resurrección de Nisman, los disparos de Bonadío y los zócalos de TN para seguir
disimulando la inflación, los despidos, el dólar y el acuerdo con los “fondos-vinchuca”,
y esperar el nuevo kairós del discurso que mañana Macri LEERÁ ante el Congreso
esperando un nuevo pase de magia de Durán Barba. Y, mientras tanto, un kairós
puede asomar para el pueblo pobre gestado en la resistencia. Pero, por ahora,
de eso se trata: ¡resistir!
Foto del cuadro de Goya, Saturno devorando a su hijo tomada de statveritasblog.blogspot.com
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