Una duda famosa
Eduardo de la Serna
Hace un tiempo, cuando encontrarse entre amigos era posible,
discutimos hasta tarde con Jorge. Al tema en cuestión era acerca de un
personaje de la política al cual ninguno de los dos apreciamos “ni un tantico
así”. La cuestión era si lo considerábamos inteligente o no. Nuestra
conclusión, en la que coincidimos finalmente, es que es diferente ser
inteligente a ser astuto, y que el sujeto en cuestión sí era lo segundo, más no
lo primero. De su mujer, esa vez, no hablamos.
Nuestra sociedad, tantas veces superficial, considera un valor la
inteligencia. Y, además, la atribuye a varios o varias de la farándula. aunque
quizás por aquello de que “el tuerto es rey”. En lo personal, no creo que sea
un valor la inteligencia, sino una cualidad. Valor es lo que se haga con ella,
al servicio de qué se ponga. Hay gente inteligente, y mucho, que – al menos en
lo personal – me resulta detestable. Por mercenario. Por lobista. Por los
intereses que defiende. Por fumar en cámara. Pero hay otros que ponen cara de
inteligentes (y a algunos, además, no les sale). Así como hay otras que ponen
cara de tontas y dicen tonterías frecuentemente, pero se podría sospechar si no
es parte del personaje que representan.
La astucia, en cambio, es otra cualidad. Es la que mide los
tiempos, los ambientes, para estar en la cresta de la ola en el momento oportuno.
Si el inteligente brilla, aunque sea en una cloaca, el astuto está allí donde
hay una luz. Quizás por eso, en ocasiones, se los confunde.
Esta misma sociedad, tan exitista, suele medir ambas cualidades en
función, precisamente, del éxito. Algo que se vislumbra según se lo o la
visibilice en las pantallas, por ejemplo. Un nuevo motivo para la confusión. El
imperio de las apariencias, entonces, puede preguntar a astutos o a
inteligentes sobre casi cualquier tema, y ambos saldrán más o menos bien
parados, aunque la dirección de las respuestas no necesariamente coincida. Es
otro tema, este, preguntarnos por qué en determinados temas suele ser más
importante la opinión de los famosos que la de los expertos. Pero de
apariencias se trata, no de conocimiento.
Esta reflexión me vuelve a la mente después de haber escuchado a un
famoso auto percibido periodista hablar de las escuchas a las que fue sometido
por sus amigos y mandantes. Y vuelvo a la pregunta original sobre la
inteligencia y la astucia. Descartando absolutamente la primera, por obviedad
manifiesta, me queda la duda de la segunda. Pero tampoco me animaría a
afirmarla; como la de la diva que ama a los perros salvo si la muerden jugando,
y que odia a Venezuela, ¡mi amor! No me animaría a cualificar la astucia o no,
y por suerte no me toca hacerlo. Al fin y al cabo, sumergirse en mentes a-sinápticas
suele ser tarea de buzos y espeleólogos, no de alguien común. Aunque entren en
nuestras casas cada tanto a desparramar sus naderías desde la cresta de una ola
y las luces de un set de intereses bancarios.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Cualquiera puede comentar y no será eliminado, aunque no este de acuerdo con lo dicho, siempre que sea respetuoso (caso contrario, será borrado). Pero habitualmente no responderé los comentarios, ni unos ni otros, para no transformar este blog en un foro. De todos modos, podrán expresar su opinión.