Bicho vigilante, el tero
Eduardo
de la Serna
Es
un dato bastante conocido saber cómo “grita” el tero (Vanellus
chilensis, ave muy común en Sudamérica
donde tiene una variedad importante de nombres). Cuando experimenta algún riesgo,
especialmente para su nido, empiezan a volar a los gritos tratando de alejar al
potencial enemigo llevándolo cada vez más lejos de su cría o huevos. Incluso,
aunque no se debiera, hay quienes lo tienen como mascota no solo por su belleza
sino, también, como “vigilante” en sus casas. Sea en su estado natural o en
casas, el tero comienza con su grito – estridente, por cierto – ante lo que
percibe como amenaza. Por eso es visto como “guardián”. La idea de lo vigilante
es muy rica en castellano, porque alude a la “vigilia”, a estar “en vela”, y
hasta a las “velas” (cirios), a velar un difunto, etc. Refiere a estar sin
dormir para que otros puedan hacerlo, al cuidado de un colectivo sobre quienes
el “vigilante” tiene una responsabilidad. El potencial peligro es lo que
provoca que un vigilante vigile en la vigilia. El tero es un ejemplo vivo de
ello.
Así,
sabemos, en una ciudad, por ejemplo, la importancia de una alarma. La alarma es el grito de alerta, de preocupación o
preparación. Una alarma es un dispositivo que “grita” ante un potencial
peligro, sea de una casa o un lugar.
Valgan estos ejemplos para pensar en la existencia de
vigilantes que no vigilan (o que vigilan mal, como una alarma que “salta” por
el viento o por una hoja que se mueve).
Creo que, como en todos los mediadores, lo principal
está en los potenciales peligros y aquellos a quienes se debe alertar frente a
ello; el vigilador no es significativo sino en función de su rol. El que vigila
la ciudad, por ejemplo, no es importante, aunque su servicio sí lo sea. Insistimos:
no importa el “oficio” sino la ciudad… la casa… el pueblo. Lo que importa es
que la ciudad esté segura, tranquila, en paz, y que, si hubiera un peligro
real, alguien “alerte” a todos, no con una “falsa alarma”, sino ante riesgos
para la ciudad (no para el vigilante). No tiene mucho sentido un vigilador que
duerme en la vigilia, por ejemplo. Y, si por caso, no ocurriera nada en toda la
noche, nadie notará que el vigilante no vigilaba. Pero, y esto – creo – es lo
principal, lo que importa es el cuidado de la ciudad. O de la casa. O del pueblo.
En el momento en que el vigilante pasa a ser más importante que aquellos por
quienes tiene su servicio, algo se ha distorsionado; si el vigilante alerta
sobre peligros ficticios, como el cuento de “Pedro y el lobo”, algo se ha
distorsionado; si hay peligros reales y el vigilante calla, el perro no ladra,
el tero no grita, algo se ha distorsionado, hay un servicio que no sirve,
vigilantes que no vigilan, funcionarios que no funcionan… Vigilante, en griego
se dice “epískopos”.
Foto tomada de https://es.wikipedia.org/wiki/Vanellus_chilensis#/media/Archivo:Vanellus_chilensis_(close-up-2).jpg
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Cualquiera puede comentar y no será eliminado, aunque no este de acuerdo con lo dicho, siempre que sea respetuoso (caso contrario, será borrado). Pero habitualmente no responderé los comentarios, ni unos ni otros, para no transformar este blog en un foro. De todos modos, podrán expresar su opinión.