Ester, una bella reina
Eduardo de la Serna
Hemos dicho que en la Biblia hay una serie de
novelas edificantes; es el caso de Rut, Jonás, Tobías, o Susana, por ejemplo; y
también de la bella Ester.
Su historia
transcurre en el mundo persa, allí el rey era Asuero que, como era habitual en los reyes de su tiempo era
todopoderoso y gustaba hacerlo notar con fastuosas fiestas, con exigencias de
sumisión y crueldad si lo consideraba oportuno. La reina Vastí era mostrada con orgullo por sus joyas y su belleza (es
decir, era tratada como objeto). Pero bastó que la reina (en un acto de dignidad) desairara al rey para que fuera públicamente expulsada de palacio para
que ninguna mujer hiciera cosa semejante con sus maridos a quienes debían honrar. El rey, entonces, entre “sus”
muchas mujeres elegirá a una nueva “preferida” (Est 1).
En este contexto, en el relato, aparece un judío deportado, Mardoqueo que cuida una sobrina huérfana,
Ester, (ambos nombres son persas,
Ester se llama Hadassá [2,7], por eso
el nombre no vuelve a encontrarse en la Biblia). Ella es llevada al harén de donde el rey llama a la que desea (nadie puede presentarse ante él sin ser llamada). Ester “se ganó la gracia de
cuantos la veían” (2,15) y el rey se encantó con ella y la nombró reina en
lugar de Vasti (pero aun siendo reina
no podía presentarse sin permiso, y seguía siendo parte del harén, aunque
fuera la preferida).
El primer
ministro Amán también gustaba ser
reverenciado (5,11), pero Mardoqueo, por
ser judío, se negaba a hacerlo. Esto provocó su ira y decidió acabar con todos
los judíos del reino, cosa que el rey avaló con su sello irrevocable. Así se
decidió “exterminar, matar y aniquilar a todos los judíos, jóvenes
y ancianos, niños y mujeres, y saquear sus bienes, en el espacio de un solo
día, el trece del mes doce” (3,13).
Esto implicaría también a Ester
(4,13-14), aunque nadie sabía que era judía (2,20). Mardoqueo, entonces,
le pide a Ester que interceda ante el
rey, pero el problema es que este “hace un mes” que no
la llama (4,11) y presentarse sin ser convocada es motivo de pena de muerte
salvo la “gracia” real. Ester,
entonces, decide “jugarse la última carta”: se presentará ante el rey y
arriesgará su vida por su pueblo; pero pide que todos los judíos hagan ayuno
para gozar del favor de Dios (4,16; es de notar que en el relato hebreo Dios jamás es mencionado aunque "sobrevuela" todo el relato). Luego, con “ropas de reina” se presentó ante Asuero quien le manifestó su perdón por haberse hecho presente sin autorización (5,1-2) y le promete otorgarle “aunque sea la mitad de mi reino” (5,3).
Ella lo invita a un banquete junto con el ministro Amán en sus aposentos. La noche anterior, no pudiendo dormir, el rey se hace leer el
libro de las memorias donde encuentra una referencia a un momento en el que Mardoqueo salva la vida de Asuero (2,21-23) y nota que no fue
debidamente recompensado (6,3), cosa que pretenderá, entonces, hacer. Amán se presenta ante el rey para pedir la horca de Mardoqueo pero, antes que este hablara, el
rey le pregunta qué debe hacer con quien él quiere honrar (por Mardoqueo). Amán, que piensa que se trata de él mismo (6,6) le propone una honra
pública (6,7-9). El rey le encarga cumplir en detalle, pero, ¡con Mardoqueo!, lo que entristece al
ministro (6,12). Zeres, su mujer, le
afirma que si Mardoqueo es judío “nada podrás contra él” (6,13).
Comenzado el banquete, del que sólo el rey y el ministro
participan, Asuero reitera la oferta
de “la mitad de mi reino”, frente a
lo que Ester pide “mi vida” y “la de mi pueblo” amenazado. Cuando el
rey pregunta quién propuso “semejante cosa” ella le dice que es Amán, allí presente, quien “quedó aterrado” (7,6). El rey sale muy
irritado y Amán suplica compasión
caído sobre el lecho de la reina; en ese momento Asuero vuelve y malinterpreta la situación (7,7-8) condenándolo a
la misma horca que él había preparado para Mardoqueo.
Mardoqueo es nombrado primer
ministro y se les concede a los judíos la posibilidad de defenderse [8,11]
ante el ataque que se había ordenado (8,8). “Para los judíos todo fue esplendor, alegría, triunfo y gloria” (8,16);
vencieron sobre sus enemigos que esperaban aniquilarlos (9,1; con lo que la
“profecía” de Zeres se cumplió a
cabalidad).
Para nuestra mentalidad el final resulta chocante: se
celebra que los judíos mataron 75.000 adversarios además de los 10 hijos de Amán. Por esto celebran todos los años
este día ya que “la aflicción se trocó en
alegría y el llanto en festividad; que los convirtieran en días de alegres
festines y mutuos regalos, y de donaciones a los pobres” (9,22) haciendo memoria de lo pasado (9,24-25)
llamándola fiesta de purim que se
celebra “de generación en generación”
y en todas partes (9,28).
Debemos reiterar que se trata de una novela, porque el texto puede herir nuestra sensibilidad; pero esta no puede entenderse sino en el contexto en que fue escrito: estamos ante un texto de resistencia (el pueblo está oprimido por el imperio), y - como suele ocurrir - se manifiesta burlescamente (el débil es fuerte, el fuerte es débil, hay excesos por doquier...). El texto debe entenderse en clave irónica que pretende que los lectores festejen entre risas y fiesta desbordante un Dios ausente siempre presente en su historia. Entendiendo
esto, hay varios elementos que se quieren destacar:
- En primer lugar, que Dios protege y
acompaña a su pueblo cuando este es fiel a sus proyectos: no postrarse sino solo ante
Él, el ayuno, o la “casualidad” que justo todo coincide en el mismo tiempo: que
Mardoqueo sea exaltado, que el rey esa noche lea las memorias, que Amán decida
su muerte.
- En segundo lugar, los instrumentos que Dios
elige para hacerlo no son necesariamente poderosos,
en este caso ante un rey todopoderoso, una débil mujer logra que el pueblo de
Dios alcance la salvación (no es la primera ni será la última vez que
encontramos que, para acontecimientos importantísimos, Dios se vale de “instrumentos”
débiles o insignificantes para su ambiente).
- En tercer lugar, se “explica” el origen de
una fiesta religiosa muy importante, la de los “purim” (fiesta que en cierta manera puede compararse con nuestro carnaval; con el tiempo, en esta fiesta, los judíos comenzaron a leer el libro
de Ester).
- Y no es casualidad tampoco que esta mujer sea hermosa. En este tiempo las mujeres eran más rechazadas que en tiempos pasados; la belleza valorada era la masculina. Pero, como se ha dicho, también abundan textos de esta época en los que se destaca la belleza femenina y, jugando ellas un rol de vida o salvación: Susana, Judit, la mujer del Cantar de los Cantares… Dios no mira los instrumentos para hacer llegar a sus amigos la vida, la gracia y la paz, sólo pretende fidelidad para poder derramarla a manos llenas.
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