Palabras ofensivas
Eduardo de la
Serna
Es sabido que
la palabra “diccionario” proviene de “dicción”, esto es “acción de decir; el
modo de expresión” con el sufijo “-ario/aria”, que es forma adjetiva que indica
relación con…
Señalo esto
para comenzar, a partir de la sobreactuación del comediante Ariel Lijo
pretendiendo que la Real Academia Española elimine de su diccionario la
acepción despectiva del término “judío”, entendido como “avaro”, por ejemplo.
Señalo tres cosas breves: quizás Lijo deba pretender purgar su pasado avalando el
partido nazi de Biondini, pero no es así como – creo yo – debiera hacerlo; creo
que es más que lamentable, ¡detestable! esa acepción del término “judío”, pero
puesto que existe (insisto, ¡lamentablemente!) es comprensible que un
diccionario la consigne. Lo aberrante es que se use, no que se diga que se usa;
y no es “cancelando” que se arregla el tema, sino aprendiendo a no usarla. Las
palabras dicen, y al decir (en la “dicción”) algo expresamos (a veces, más algo
que tenemos dentro que lo que “hay fuera”). Finalmente, “matar al mensajero”,
ya lo sabemos, no es un acto de sensatez. Pero, ya lo sabemos, Lijo pretende
acceder a la Corte Suprema, y “chuparle las medias” al presidente es un buen
(sic) paso para alcanzar la meta.
Pero me sirve
todo esto para pensar un poco más. Se ha dicho, y no me parece falso, que
tenemos que aprender a hablar de nuevo en decenas de cosas (“deconstrucción” lo
llaman). Y, en la misma línea, hay decena de palabras que con el tiempo se han
utilizado como insultos, es decir, partiendo de una “dicción” despectiva del
término, siendo que – lo sabemos – de ninguna manera se han de tomar hoy como
tales. No hace falta poner ejemplos, pero no deja de ser interesante que
algunas de ellas son usadas en el peor sentido por el soez lenguaje del primer mandatario
(sin que Lijo lije la lengua procaz).
Es evidente
que al usar un término en un sentido y no en otro, cuando la palabra tiene
diferentes acepciones, es algo que se hace en el cotidiano; pero no es menos
cierto que hay términos que es sensato, razonable y justo dejar de usar (claro
que razonabilidad, sensatez y justicia son vocabularios incomprensibles en la
presidencia). La RAE afirma que “decir” es manifestar en palabras el
pensamiento, y, también, nombrar o llamar. Y no deja de ser curioso – por decirlo
suavemente – el intento de expresar un pensamiento o de llamar cosas en un
sentido totalmente distinto al que la sensatez, la razonabilidad y la justicia
indican hacerlo. Ya se vio desde el comienzo del gobierno con la eliminación de
la palabra “presidenta” (después que decenas de ágrafos e iletrados intentaron
denostar su uso) a pesar que la misma RAE (y debo señalar que nada me importa
lo que la RAE diga, pero sirve, al menos de referencia): “hoy el femenino específico presidenta,
documentado en español desde finales del siglo xv y único que se recomienda
usar en la actualidad”
(¿leí bien? ¿desde el s. XV? ¿se recomienda?).
Y voy a un tema más actual… Mirando el término “raza” me
llaman la atención algunas cosas: la primera acepción que indica la RAE es “casta”,
la 3ª y 5ª alude a “grieta”, y refiere, además, a “algunas especies biológicas
y, precedida por “de”, dicho de un animal. Si añadimos, “civilización”
encontraremos que se trata de un “Estadio cultural propio de las sociedades
humanas más avanzadas por el nivel de su ciencia, artes, ideas y costumbres”.
Acoto que – siempre en la RAE – el término “indio” presenta la acepción (5ª): “inculto”
(¿teléfono para Lijo?).
Pero como lo propio y la dirección del lenguaje milenarista
es el insulto (que viene de “saltar contra alguien”, según parece) no extraña
que no se haga nada sin pretender ofender, lastimar, agredir. De paso, en el
diccionario de la RAE el término “zurdo” no brinda la acepción perversa tan
usada por la dicción oficial (y para oficial). Otra tarea para el pretendiente
a supremo.
Otro término hoy en boga es “descubrir”, es decir “manifestar”,
o “destapar lo que estaba tapado o cubierto” (término usado desde 1140,
parece). Yo podría aceptar – con alguna dificultad – que se diga que en 1492
los españoles “descubrieron” que existía otra realidad, “otro mundo” que no se
les había manifestado, pero a condición que se diga, a su vez, que los americanos,
ese mismo día, en el mismo momento, “descubrimos” [notar la primera persona del
plural] que había otro mundo y otra realidad que era Europa. Pero nada de esto
sin tener, además, en cuenta todas las consecuencias que ese nuestro “descubrimiento”
trajo: que existía la crueldad, la barbarie en lengua castellana, la
esclavitud, el tratar a los y las demás como cosas o seres inferiores (y no
niego que eso existía también en el interno de la luego llamada “América”; los
mexicas, por lo que sé, no eran candidatos al nobel de la paz). Pero es
comprensible – o, por lo menos, no me extraña “ni un tantico así” – que los
términos raza, descubrimiento, civilización y progreso (ir hacia adelante;
avance, perfeccionamiento [sic]) sean usadas por este gobierno, sus laderos,
secuaces y lacayos [ver RAE]); lamentablemente esto es lo que imaginaba que con
estos sucedería. Pero también sigo imaginando “otro mundo posible”, o – si se
quiere – una “utopía”. ¡Allá vamos! Ah… y puesto que los estudiosos de la
apocalíptica dicen que allí “Endzeit ist Urzeit” (los tiempos futuros
son los tiempos originales), ¡volveremos!
Foto tomada
de https://telaviva.com.br/25/11/2019/documentario-mesa-para-todos-estreia-no-videocamp/
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