Pasteurizando el Evangelio
Eduardo de la
Serna
Varias veces
tuve – esta semana – que insistir en el tema del “camello y el ojo de la aguja”;
no voy a repetirme, sino que ahora quiero ir por otro costado del planteo…
Quiero empezar
con una nota histórica, una “fake news” de la antigüedad.
Es sabido que
Orígenes, de Alejandría, fue quizás, el más grande estudioso de la Biblia de la
historia. Sea como fuere, su característica exegética fue que, impregnado de
neoplatonismo, leía la Biblia en clave “espiritual”, es decir, el texto dice
algo, pero, más allá de la letra, hay un algo más escondido; algo superior. Su
abundante obra literaria muestra una profunda lectura bíblica en clave
alegórica. Ahora bien, por algún extraño motivo, alguien, que pretendía
desvalorizarlo, cuestionarlo negativamente, dejó trascender la noticia de que
Orígenes había tomado al pie de la letra el texto de Mateo 19,12 donde Jesús
dice que hay quienes se hacen a sí mismos eunucos por el Reino de los cielos y,
entonces, Orígenes se habría castrado. Eso pretendía – ¡y logró! – desvalorizarlo,
y desalentar cualquier intento de reconocimiento oficial de su persona. No hay
ninguna constancia seria que permita afirmar la automutilación de Orígenes,
pero – además – resultaría curioso que alguien que toda lectura bíblica la hizo
en clave alegórica, justo un texto alegórico no lo haya entendido de ese modo.
Es evidente
que todo texto “es leído” y el lector, su lugar, su ideología, sus miradas, su
situación, llevan a acentuar ciertos textos y limitar otros. Pero, no es menos
cierto, que lo razonable es leer cada texto en su contexto, y no es sensato
hacerle decir a los textos lo que los textos no dicen, por más que me gustaría
que lo haga o me molestaría si lo hiciera…
Así, en ciertos
ambientes cristianos, actualmente, resulta notable
- Si alguien dice que los
homosexuales no van a entrar en el reino…
- Si alguien dice que las relaciones
sexuales fuera del matrimonio son “pecado grave” …
- Si alguien dice que las relaciones
sexuales prematrimoniales son aberrantes y, nuevamente, “¡pecado grave! …
quienes dicen
ese tipo de cosas (“curiosamente” centradas siempre en el sexo) no causan
demasiados problemas… y se apoyan – afirman – en textos bíblicos. Pero si uno
osara decir que un rico no entra en el reino de Dios, porque no pasa un camello
por el ojo de una aguja, inmediatamente se empieza a “pasteurizar” el evangelio,
y se empieza con que un camello en realidad es una soga (mal leído por el texto
griego) o que el ojo de una aguja es en realidad una puerta (que jamás
existió), la cosa es espiritualizar un texto en el que Jesús fue duro y claro.
¿Por qué
molesta tanto que Jesús sea crítico con los ricos?
Supongamos
por un minuto que el texto no dice lo que dice… en el Nuevo Testamento abundan
los textos que son tanto críticos con los ricos, como abrazando a los pobres. Textos
que deben ser interpretados (como todos los textos), ¡por supuesto!, pero no
deformados, no “ablandados”. Y curiosamente los que se ablandan son los textos que
son críticos con los ricos y abrazan a los pobres… Así se pusieron “reyes” en
el pesebre (¿de dónde se concluyó que “unos magos” eran reyes? Pero no es cosa
que solamente haya pobres, ¿no?); que siempre los pobres son “de espíritu” (¿de
donde se sacó que las 34 veces que se encuentra el término “pobres” en el NT
siempre han de leerse a la luz de un solo texto [Mt 5,3] que claramente refleja
una intencionalidad teológica de Mateo?); que dar a los pobres solo es
necesario si se quiere “ser perfecto” cosa que no es para todos (¿de dónde se
concluye semejante lectura de Mt 19,21?); que la divinización del dios “Dinero”
no tiene que ver con el manejo del dinero en la “cosa pública”; que la actitud
de Pablo diciendo que una eucaristía donde no están todos sentados en torno a
la misma mesa “no es la cena del Señor” (1 Cor 11,20) y el terrible “Ay de
ustedes, los ricos” de Santiago (5,1) es mejor simularlo. A lo que debe añadirse
que el Magnificat debe leerse espiritualmente (porque es más importante
el supuesto “silencio de María” que su canto profético, que el Ay de Lucas a
los ricos debe leerse en clave espiritual (6,24; por Mt 5,3 [sic]), que la parábola
del pobre Lázaro es solamente una parábola (Lc 16,19-31), que la crítica de
Lucas a los fariseos porque eran “amigos del dinero” (Lc 16,14), del discípulo
de Pablo de que la “avaricia es una forma de idolatría” (Col 3,5), de que la
traición de Judas en Lucas queda reafirmada en la traición a su mensaje porque “compró
un campo” (Hch 1,18); que la comunidad ideal comparte los bienes y no hay
necesitados entre ellos porque los que tenían bienes los vendían… todo eso
puede “cajonearse”. Los textos podrían multiplicarse, y casi no hace falta que
Jesús diga que es imposible para un rico entrar en el Reino de Dios, porque es
imposible que un camello pase por el ojo de una aguja. Pero… pero, ¡lo dice!
Perón decía
que el órgano más sensible del cuerpo humano es el bolsillo. Pues así parece.
Cuestionar temas sexuales no parece tan grave como hacerlo con temas
económicos, a pesar que los primeros sólo dicen relación a una persona (y su
entorno) mientras que el segundo tiene connotaciones sociales, políticas,
eclesiales… Y, curiosamente, además, es algo defendido incluso por quienes no
son ricos (quizás teniendo un rico introyectado, o expresar aspiraciones de
serlo). La cuestión no es qué me gustaría que dijera o no, qué es más fácil de
decir en la comunidad… la cuestión es, sencillamente, ¿qué dice? Al fin y al
cabo, al menos algunos, creemos que es “palabra de Dios”, es decir, “así es
Dios”; no es poca cosa verlo, conocerlo y abrazarlo tal cual es y no que sea un
“Dios a mi imagen y semejanza” (ese, en la Biblia, es lo que es un ídolo).
Foto tomada de https://cpnavarro.wordpress.com/2013/06/18/vino-con-soda-por-favor/
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