Un fraterno abrazo a las mujeres víctimas
Eduardo de la Serna
Conmemoramos en
este día, a las mujeres víctimas de violencia. Particularmente a aquellos a las
que la vida les fue arrancada.
La frecuente
violencia doméstica, por ejemplo, se vio multiplicada notablemente en estos
tiempos de pandemia y aislamiento. Y no me refiero exclusivamente a los casos
denunciados, que los hay, sino a las miles de mujeres que temen
justificadamente hacer la denuncia imaginando, o sabiendo, que eso repercutirá en
más violencia aún. Y pienso, con nombres y rostros, en varios casos,
denunciantes o no, del barrio que acompaño.
Es cierto que
hay violencias, probablemente la mayoría, que no llegan hasta la violencia
física, y menos aún a la muerte; pero estas son la punta de un iceberg en las
que una violencia sistemática, frecuente y naturalizada queda escondida. Y que,
muy probablemente, aquellas no ocurrirían sin esta violencia primera.
¿Es razonable
(y la pregunta es retórica, porque ¡no lo es!) que las mujeres deban saber y
acostumbrarse a ser ofendidas, cosificadas, agredidas y mancilladas con gestos
o palabras por un macho que se las cruza por la calle?
¿Es razonable
que una autoridad (laboral, corporativa y hasta eclesiástica) se sienta, crea y
actúe como quien tiene derecho sobre la mujer maltratándola, desvalorándola,
usándola por el hecho de tener autoridad… o poder, que en este caso es lo
mismo?
¿Es razonable
que muchas mujeres hayan naturalizado hasta tal punto el sistema de dominación
y violencia que se resistan al feminismo (“soy femenina, no feminista”), o a
las justas y necesarias reivindicaciones y reclamos?
¿Es razonable
que no nos despertemos (varones incluidos, por cierto… porque no es sólo en
bien de la mujer sino de la humanidad toda) y tratemos obsesivamente de evitar
todo – aun pequeño y casi insignificante – signo de superioridad-inferioridad,
poseedor-poseída, dominador-dominada, etc., empezando por el lenguaje?
Puedo entender
(no me convence, pero lo entiendo) que haya quienes se resistan a un lenguaje
no-binario (todes, elles, etc.) pero el uso inclusivo de todas-todos,
nosotras-nosotros, etc. contribuye por lo menos a visibilizar a las mujeres
invisibles habitualmente también en el lenguaje. Y me voy a referir,
puntualmente, a un caso concreto de violencia oculta: las mujeres ¡no pueden
ser virtuosas! Porque eso implican cualidades del “vir”, es decir, el varón. La
mujer, se supone, debería simplemente obedecer, ser sumisa. ¿Si eso no es
violencia, qué sería?
Lo cierto, y
acá mi punto, creo que es urgente e imprescindible estar alertas, muy alertas,
a cuidar, pensar y militar nuestras actitudes frente a las mujeres, que nazcan
y alimenten en las palabras y los gestos actitudes de hermanos y hermanas,
amigos y amigas. Vaya como simple aporte a mis familiaras, amigas, conocidas…
Lo necesitamos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Cualquiera puede comentar y no será eliminado, aunque no este de acuerdo con lo dicho, siempre que sea respetuoso (caso contrario, será borrado). Pero habitualmente no responderé los comentarios, ni unos ni otros, para no transformar este blog en un foro. De todos modos, podrán expresar su opinión.