viernes, 14 de agosto de 2020

Palabras episcopales

 Palabras episcopales


Eduardo de la Serna


Pareciera que los obispos iluminan... Aunque, quizás, no todos...


Montemayor: Hace unas semanas, el arzobispo de Cali, Colombia, pronunció una palabra mágica: genocidio. Se refería a los dirigentes sociales muertos (asesinados) desde la firma de los acuerdos de paz. Firma que boicotea el actual presidente Duque. Además, la aplicó a los muchos ex guerrilleros desmovilizados también asesinados. El nuncio (embajador) del estado vaticano ante el gobierno de Colombia afirmó que de ninguna manera correspondía utilizar ese término que era muy preciso en el derecho político internacional. Es cierto que sociólogos, periodistas, políticos y teólogos lo aplican al actual gobierno brasileño, pero Montemayor no es nuncio en Brasil. Como era de esperar, obsecuentemente, los obispos colombianos raudamente afirmaron que lo dicho por Dario Monsalve era a modo absolutamente personal y no reflejaba el sentir del Episcopado colombiano. El mismo que recibía a Uribe en las reuniones de la conferencia episcopal, y el mismo que saluda con frecuencia el accionar del gobierno y las fuerzas armadas. Hay cátedras, volúmenes enteros sobre genocidio, pero el señor nuncio, quizás por su pasado familiar en Argentina, resume un término a una fórmula. Algo que en otro terreno se llamaría fundamentalismo.

Sarah: el cardenal Sarah, prefecto para la liturgia del Estado Vaticano, entre otras tonterías, afirmó que hoy hay dos cosas perversas y demoníacas: el estado islámico y la ideología de género. De esta tal ideología hablan muchos (casi siempre del mismo arco ideológico) presentándola como la más absoluta perversión. Tal como se decía ayer del marxismo (e incluso, algunos los siguen ligando). La dictadura del relativismo, de la que habló el cardenal Ratzinger cuando hacía campaña para el pontificado, se expresa en esta ideología de un modo atroz. Casi podríamos decir que toda la antropología filosófica y teológica se resumen en una “X” y en una “Y”. Los aportes de las ciencias son solo adornos. Casi como al decir de aquel: “si lo que los libros afirman es coherente con el libro sagrado, ¡ya lo tengo allí! y si es contrario al libro, ¡debe destruirse!" De ahí a la quema de libros no hay más que un paso (paso que muchos han dado).

Viganó: otro ex nuncio, nada menos que en EEUU, no conforme con derramar su bilis contra el Papa Francisco en cosas falsas y calumnias, acaba de mandar una carta (seguramente instigado por un arzobispo argentino emérito, habituado a bilis semejantes) al obispo mendocino Taussig. Pareciera que el obispo no tiene derecho a cerrar un seminario (o, mejor, puede cerrar cualquiera, pero no “ese”). Y todo pareciera que radica en un tema fundamentalísimo como es la consagración de las manos, las que, como todo el mundo sabe, son infinitamente más impuras en los laicos. Y esto me hace acordar a la respuesta del ahora beato Gabriel Longueville al pobre obispo Vicentín (¡qué apellido, mamita!!!) que le negaba trabajar en una fábrica de ladrillos con las mismas manos con las que consagra la Eucaristía. La Positio, suavizando un poco la respuesta de Gabriel, dice que le preguntó al pobre purpurado si podía celebrar “con las mismas manos con las que me higenizo”.

Müller: el ex prefecto de la congregación para la doctrina de la Fe, empezó su campaña para el próximo cónclave, que espera pronto, mostrando a siniestra y siniestra (la diestra les pertenece) herejías y errores teológicos, desde el borrador, siempre “en haciéndose” (in fieri) y nunca terminado cambio de la curia romana que parece no urgir al papa (lo cual invita a pensar si es necesario, porque pareciera que se puede “gobernar” con esto vigente) hasta los textos del Sínodo de la Amazonía. Entre tanto, el que parece ser el principal asesor teológico del papa, el cardenal Kasper (autor de varios borradores), pareciera negado. Y, desde mi ignorancia, debo confesar que sospecho (con bastante fundamento, por cierto) que va a pasar mucho más a la historia del pensamiento teológico del s.XXI el cardenal Kasper que Müller, un casi ignoto teólogo que ha trascendido más por sus amistades que por su producción.

Burke: el cardenal Burke, que suele exhibirse en diversas fotos que parecieran de un casting para una película de cine sobre el medioevo o el romanticismo, ha hablado (convengamos que lo hace con frecuencia) sobre el candidato a la presidencia de los EEUU, Biden, que se autoproclama católico. Afirmó que, ya que el candidato se ha manifestado a favor del matrimonio homosexual y del aborto, darle la comunión sería sacrilegio. El evidente que los demás candidatos pueden declarar guerras, invadir países, vender armas, oprimir económicamente, restringir libertades, masacrar migrantes, alentar la esclavitud (por ahora encubierta) y demás maravillas. Pero nada de eso merece una palabra cardenalicia. Quizá la perversa ideología de género sobrevuele al candidato. Al fin y al cabo, que dos homosexuales (u homosexualas) se amen es ciertamente mucho más grave y preocupante para ese señor que las guerras, las torturas y las masacres (de genocidio, no hablamos).

Pareciera que para algunos la campaña para el futuro cónclave ya empezó. Y pareciera, además, que si miramos estos engendros no hará falta demasiada creatividad para filmar una nueva edición de “La Era del Hielo”: los personajes se asemejan demasiado.

 

dibujo tomado de https://www.fiestasconideas.com.ar/fiestas-infantiles/ice-age-la-era-del-hielo-invitaciones-editables-tarjetas-cumpleanios-imprimir-gratis.html

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