Cierto que no somos racistas
Eduardo de la
Serna
Alguien dijo
una vez, y muchos lo creyeron, que Argentina no es un país racista.
Queda por
ver, pero no es acá donde se hará, por qué parece que han “desaparecido” los
indígenas y la negritud que abundaban, como en toda América Latina, para
transformarnos en un país “blanco”. Y, antes que nada, aclaro: que nos han
hecho creer que somos una nación blanca es cierto, pero – aunque la proporción actualmente
visible de indígenas es menor en Argentina que en Bolivia y la de negros, menor
que en Uruguay (por citar países vecinos), no es menos cierto que ambas son
importantes, aunque – por un tiempo, afortunadamente ido – hubo quienes
escondían su propia realidad para ser incluidos, para sentirse “parte” de una
nación “evidentemente europea” (sic). Tampoco deja de merecer ser tenido en cuenta
que, aunque en ningún gobierno haya habido una justa reivindicación (y
reparación) no es menos cierto que no es lo mismo con unos gobiernos que con
otros. La reivindicación de Julio A. Roca, ya en la Dictadura cívico militar
con bendición eclesiástica – que celebró “los 100 años de la Campaña al
Desierto” –, y durante el macrismo y el actual gobierno es buena expresión de
esto.
Me inspira estos
pensamientos el maravilloso trabajo de E. Raul Zaffaroni, Colonialismo y
Derechos Humanos (Buenos Aires: Taurus 2022) destacando la enorme relación
entre colonialismo y racismo, en nuestro caso en la Argentina.
Me permito
señalar dos citas:
(El)
tema de los mapas es interesante como indicador de superioridad, que depende
del lugar en que se ubique quien los traza (…) para llevar a cabo esta empresa
de limpieza de sangre apeló (España) a un biologismo racista (…) lo que
realmente se inventó con el colonialismo originario fue el racismo por melanina
(45-46)
La
difusión académica de los diletantismos racistas sufrió un golpe de gracia
cuando en 1950 la Unesco, repitiendo palabras del biólogo Julián Huxley,
declaró «los graves errores ocasionados por el empleo de la palabra ‘raza’ en
el lenguaje corriente hacen deseable que se renuncie completamente a él cuando
se aplica a la especie humana y que se adopte la expresión ‘grupos étnicos’»
(192)
También es
interesante notar que ese racismo no es menos vigente en la misma “pura”
Europa, ya que no es lo mismo ser alemán, francés o inglés, que español, portugués
o italiano (y no es lo mismo serlo del norte que del sur) … Y la Argentina que
se autopercibía europea, quería ser económicamente inglesa y culturalmente francesa.
La ciudad de Buenos Aires especialmente (aunque en algunas doctas ciudades esto
no les sea ajeno) era la abanderada de esa dizque argentinidad.
Resulta que
ahora los periódicos nos informan de dos casos terribles:
- En un club de golf del balneario de
Pinamar una mujer paseaba y descansaba, como, parece, lo hacía frecuentemente.
Pero una pareja que jugaba la atacó con un palo de golf, y, roto este, con otro.
Y, por lo que parece, a los gritos de “pago 50.000 dólares para venir acá”, “esto
no es Ostende”, “ratas, vayan a tomar mate al Conurbano” … y un testigo, que
filmaba, afirmó: “tiene razón (sic) pero no es para pegarle”.
- En el barrio las Cañitas (pleno
Buenos Aires) un joven estaba con la bandera del estado Palestino. Y un señor
empezó a insultarlo a los gritos. Los insultos fueron los mismos de siempre, a
los que nos tiene habituados el gobierno y sus brazos armados, y decía, además,
“váyanse de mi barrio (sic)”, “yo soy rico y ustedes unos negros de…”, “los
ricos no vamos presos”, “¡váyanse de acá!”
Y me acordé
que “no somos racistas”, y que el mapa mental de estos engendros es un mapa
sacro y blanco, y que la no menos sacra “propiedad privada” de su club, su
barrio, su derecho los autoriza al insulto y la agresión impune porque no vamos
presos. Y viendo esto, y mirando tantas cosas no tan grotescas, pero sí
semejantes, puedo entender por qué ganó Milei. Por qué perdimos los humanos.
Imagen toimada de https://www.facebook.com/MafaldaDigital/posts/humor-de-viernes-libertad-/1789207054527674/
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