David, un rey ejemplar
Eduardo de la Serna
Los personajes más importantes de la Biblia merecen, por
supuesto, mucha atención. Mucha más de la que le podemos dar en el espacio del
que disponemos. Eso puede decirse, por ejemplo de Moisés, Abraham o David en la
Biblia hebrea, o Pedro, Pablo, María o – por supuesto – Jesús, en la Biblia cristiana.
Por ese motivo es sensato dedicar más de un artículo, o
presentar aspectos principales sin ser detallistas. Es lo que queremos hacer
aquí al referirnos a David. Es que, siendo que la Biblia está conformada por
muchos libros y – por lo tanto – por diferentes autores con diferentes
perspectivas y diferentes tiempos, hay diferentes miradas sobre estos grandes
personajes (para darnos una idea, David es mencionado más de 1100 veces en la Biblia).
La situación política era muy compleja: las diferentes
tribus del Norte se encontraron asediadas y dominadas por los filisteos, gente
de guerra (ver Jue 13,1; 1 Sam 4,1-2). Es por eso que deciden unirse y darse un
rey, Saúl, para poder enfrentar unidos el adversario que venía “del mar” (1 Sam
9,16-17). Algunos grupos del Sur también se unen a ellos porque el enemigo era
el mismo para todos. Entre esos grupos se encuentra David, que era jefe de una
banda, quizás no muy honestos. Conocedor del terreno, y hábil guerrero, David
empieza rápidamente a ser reconocido y valorado (1 Sam 18,5), e incluso se le
atribuyen hazañas portentosas (1 Sam 17,49-50). Pero esto causa celos y
envidias en algunos del Norte (1 Sam 18,8). David debe huir y se dirige al Sur (21,11)
donde algunos lo nombrar rey (2 Sam 2,4). Los filisteos derrotan a Saúl y
mientras en un primer momento se nombra rey a su hijo Isbaal (2 Sam 2,10),
otros prefieren a David y lo eligen, unificando así ambas regiones (2 Sam 4,8). Los dos
reinos tienen, ahora, un mismo rey.
Con su capacidad, David logra contener al enemigo filisteo y
logra llevar una cierta tranquilidad. Acá es donde es difícil saber con
precisión lo ocurrido ya que hay diferentes miradas, pero lo que parece más
probable es que David toma la ciudad de Jerusalén, entonces en manos
extranjeras y establece allí la capital de su doble reino (2 Sam 5,6-7). Jerusalén
queda en el Sur pero, muy cerca de la frontera Norte, con lo que garantiza las
peregrinaciones de ambos grupos al lugar donde pondrá los signos históricos del
Éxodo.
Pero David es guerrero, no organizador. Esa tarea - siempre según dicen los textos - la llevará
adelante su hijo, Salomón, que hará un palacio, un templo y una corte bien
armada según el modelo egipcio.
Una de las cosas que se suelen atribuir a David es la composición de varios salmos (2 Sam 23,1). Sin duda escribió muchos, y con el tiempo se le atribuyeron otros más. Es frecuente en la Biblia esta actitud; lo mismo ocurre con los proverbios que compuso Salomón, quien es presentado como un rey sabio; con el tiempo cada vez se le atribuyeron a él más proverbios y otros libros de sabiduría, aunque hubieran sido compuestos muchos siglos después de su muerte.
Otro elemento interesante a tener en cuenta es que la Biblia
no tiene ningún disimulo en mostrar defectos y pecados aún de sus grandes
varones y mujeres. En el caso de David no duda en presentar varios de ellos, el
más grave es su adulterio o la violación de Betsabé, que era mujer de un jefe militar de su
ejército (2 Sam 11,3). Siendo que queda embarazada (v.5) no duda en hacer matar
a Urías para quedarse con su esposa (v.17). Un profeta, Natán, le señalará
claramente su pecado (2Sam 12,1) y el texto hace referencia a su
arrepentimiento (v.13), e incluso a la composición de un salmo de penitencia
(Sal 51,1). Pero no es este el único pecado de David, aunque sí – quizás – el más
grave.
Sin embargo, con el tiempo, David es presentado como un rey
ejemplar, modelo de cómo deben ser todos los demás reyes. Incluso los libros de los Reyes
valorarán a los soberanos según se hayan o no parecido a David (ver 2 Re 12,20;
14,3; 18,3).
Seguramente los buenos historiadores de hoy matizarán mucho
de lo que los libros bíblicos dicen (muy pro-davídicos, por cierto), pero lo
que aquí nos interesa es destacar lo que la Biblia nos dice de uno de sus
personajes fundamentales, un rey que buscó - con sus pecados y limitaciones - dejar que Dios sea el verdadero rey
de Israel y someter su gobierno a las leyes de Dios (2 Cro 6,16), e incluso
cuando no lo hizo, supo dejarse enseñar por los profetas y corregir los caminos
para que Dios fuera el protagonista principal de la historia. ¿Aprenderemos de
lo que la Biblia nos enseña?
Imagen tomada de https://es.wikipedia.org/wiki/David#/media/Archivo:David_SM_Maggiore.jpg
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