Se acerca la liberación de la esperanza
DOMINGO PRIMERO DE ADVIENTO – “C”
Eduardo de la Serna
Resumen: Jeremías anuncia la llegada futura de un rey que hará la voluntad de Dios y por ello el pueblo vivirá seguro y en paz ya que así también Israel y Judá serán fieles al proyecto de Dios de cumplir el derecho y la justicia.
Es sabido que el libro de Jeremías es muy desordenado (por ejemplo, la Biblia griega tiene otra numeración de capítulos). En ese contexto, y seguramente bastante tardío (y muy posiblemente no perteneciente al profeta) se encuentra esta unidad aludiendo a las esperanzas futuras. Pero no hay referencia a anuncio alguno de castigo, seguramente porque el “castigo” (= el exilio) ya ha ocurrido.
La unidad elegida en la liturgia es la primera parte del oráculo que finaliza en v.26. La elección y fidelidad de Dios a sus elegidos (Judá e Israel, es decir los reinos del norte y el sur) no está motivada por la fidelidad del pueblo (vv.23-24). Esto ocurrirá en un futuro indeterminado (“vienen días”), fórmula frecuente en los profetas para anunciar un castigo o también esperanza.
El texto del anuncio se encuentra casi idéntico en 23,5-6 donde añade que éste será “un rey prudente” y las que estarán a salvo serán “Judá e Israel”, no Jerusalén, como en este texto. Quizás este sea una repetición del anterior más centrado en el rey futuro e ideal (como David) que se espera, de allí que se aluda a Jerusalén.
Lo que se señala es que es un “germen”, “retoño” (tsemah) que será “justo” (tsedaqa’). La referencia a un brote de justicia es frecuente en el segundo y tercer Isaías (45,8; 58,8; 61,11; “germen” es el nombre misterioso de un siervo de Dios en Zacarías 3,8; 6,12). Se hace referencia a la intervención de Dios en favor de su pueblo, en este caso “encarnada” en un personaje monárquico que gobernará en favor del pueblo (todo lo contrario de lo que han hecho los reyes de tiempos de Jeremías).
Lo que caracteriza este rey esperado es que practicará “el derecho y la justicia” (mispat-tsedaqa’). Ambos términos, que se encuentran juntos 50x en el A.T. son el sentido fundamental por el cual Dios ha elegido a su pueblo. “Así” debe vivir (“practicar”), cf. Is 5,7. Así lo repite Jeremías (4,2; 9,23; 22,3.15). A causa de este reinado justo, que permitirá al pueblo (Judá e Israel, o Jerusalén) vivir conforme a la voluntad de Dios, es que Judá estará a salvo (iesa’) y Jerusalén estará segura (betah). Es interesante notar que ambos términos se repiten en el Sal 44,7 señalando que no están en las armas la seguridad y salvación, sino que – por el contrario – se encuentran en Dios (Sal 86,2).
Esto repercutirá en favor del pueblo ya que Yahvé es llamado “nuestra justicia” (no “mía”, lo que significa “Sedecías” que es el rey con el que Jeremías entra en conflicto, cf. 1,3; al rey se lo menciona 49x en este profeta). En el rey esperado, tan distinto del rey contemporáneo, la justicia, fidelidad a Dios y a su pueblo será un hecho. Ya vienen días.
Resumen: la expectativa en la “venida” de Jesús es una tensión que ha de estar marcada por la vida del amor, pero no solamente a los miembros de la comunidad sino también a todo el mundo. Eso debe caracterizar a los seguidores de Jesús.
La venida (parousía) futura e inminente de Jesús es tema recurrente en las primeras cartas de Pablo (1 Tesalonicenses y 1 Corintios; el término también alude a otras “venidas” como la de enviados de Corinto donde Pablo, de Tito, o de Pablo mismo a la comunidad, cf. 1 Cor 16,17; 2 Cor 7,6.7; Fil 1,26; 2,12). Por otro lado, en 1 Tesalonicenses es un término estructurante de algunas unidades a modo conclusivo (2,19; 3,13; 4,15; 5,23). El término “venida” (parousía) tiene su origen en el ambiente político y refiere a la “venida” a una ciudad de una autoridad (no particularmente el Emperador). Esta llegada, en muchos casos esperada, suele hacer a la comunidad el don gratuito (“gracia”) de los beneficios del Emperador (a causa de un desastre o una alianza, por ejemplo). Sin duda el uso por parte de Pablo de estos términos (como también de otros términos provenientes del ambiente político) son claramente contra-culturales y subversivos y así eran comprendidos por sus destinatarios. En 5,2 se identifica la “venida” con “el día del Señor”.
Como se dijo, en 3,13 finaliza la unidad. En 4,1 da comienzo una nueva parte expresada por los términos característicos (“exhortar”, parakaléô) y el vocativo “hermanos”. En este caso, solamente se destaca la introducción (ya que las instrucciones dadas por Pablo están omitidas, vv.3-12).
La indicación de vivir en el amor (distinguiendo, pero integrando, el amor “mutuo”, es decir entre los miembros de la comunidad, y “hacia todos”, es decir incluyendo al resto de la humanidad) marca la unidad. No sólo el discurso es diferente al de la cultura hegemónica, sino que también la conducta de los miembros de la comunidad ha de serlo (incluso en caso de persecución).
Lo que Pablo pedirá en la exhortación está omitido en el texto, pero tiene que ver especialmente con no vivir como vive el mundo (romano) del cual han salido los que ahora pertenecen al movimiento de Jesús. No vivir cómo viven los de afuera es la expresión visible de la “separación” y es lo que agrada a Dios.
Resumen: en un día indeterminado los habitantes de la tierra temblarán de susto por los signos cósmicos que se avecinan; pero los que se mantengan fieles y expectantes estarán de pie y con dignidad ante el hijo del hombre que viene a juzgar.
Un texto muy semejante al evangelio del domingo pasado da comienzo al tiempo del Adviento (de hecho, expresamente se omiten los vv.29-33 con la metáfora de la higuera que estaba presente en el texto de Marcos).
Es evidente que el importante capítulo escatológico de Marcos (c.13) ampliado en Mateo (cc.24-25) es bastante breve en Lucas limitándose a unos pocos versículos. Hay algunos elementos propios de Lucas que merecen destacarse en esta unidad.
La referencia a las señales cósmicas en Marcos, citando Is 13,10 se limitan a ser solo mencionadas (v.25) pero añadiendo referencia al rumor de las olas, aludiendo al salmo que canta la intervención de Dios que responde en la creación salvando y a quien se le da gracias por ello (cf. Sal 65,8). Pero (como Marcos) retoma Is 34,4 destacando que eso no exime a los seres humanos de desfallecer de miedo y angustia por lo que vendrá ante el sacudón de “las fuerzas del cielo”. Es en este marco dramático pero expectante en el que se verá “el hijo del hombre”, personaje al que refería la Primera lectura el domingo pasado. Como allí se dijo, esta figura originalmente colectiva (= Israel), en tiempos del NT ya era vista de un modo individual, aludiendo a un personaje (mesiánico) que hará su intervención judicial en la historia. Esa venida puede ser terrible o benéfica depende la actitud de los testigos. La nota de esperanza de Lucas se reafirma con su frase conclusiva (propia de Lucas): “cuando esto empiece a suceder estén erguidos y levanten la cabeza porque se acerca la liberación”. Estar erguido (anakyptô) es precisamente lo que Satanás no permite a la mujer a la que somete hace años (13,11). En Dn 13,35 es la actitud de la confianza en Dios (cf. Job 10,15) o ante los otros (Jn 8,7.10). “Levantar cabeza” es la actitud de la dignidad, del orgullo o la alegría contraria a la opresión (cf. Zac 1,21). El motivo de esta doble actitud es la cercanía de la “liberación” (apolytrôsis). El término apolytrôsis viene de lyô y remite a “desatar”. Se utiliza en Pablo, y las cartas de sus discípulos, en el sentido de ser “desatados de los lazos del pecado” (Rom 3,24; 8,23; 1 Cor 1,30; Ef 1,7.14; 4,30; Col 1,14 y en Heb 9,15; 11,35). Es la actitud de redimir a los esclavos. El contexto político y cósmico de este texto de Lucas invita a preferir “liberación” (no se hace alusión a los pecados, por ejemplo en toda la unidad, pero si al conflicto).
Luego de la referencia a la higuera (omitida, como se dijo) el acento está puesto en la actitud velante que se ha de tener. Esto supone evitar lo que impide velar (borrachera, embriagueces, preocupaciones) contrastante con la actitud de orar a fin de “mantenerse en pie” ante el hijo del hombre que viene. Invita a estar atentos, tener cuidado (cf. 12,1; 17,3; 20,46), prestar atención (Hch 5,35; 8,6.10.11). Lo que se debe buscar es que el corazón (sede de las decisiones) no esté “pesado” por las actitudes que impiden pensar con claridad: borracheras (sólo aquí en la Biblia), embriagueces (usado en los códigos de vicios por Pablo, cf. Rom 13,13; Ga 5,21) y preocupaciones, o ansiedad (8,14 es una de las actitudes, como lo son las riquezas, que ahoga la palabra que fue sembrada). Estar atentos hará estar “preparados” para la venida súbita de “aquel día”. El día de Yahvé es el momento decisivo de la intervención de Dios y alude aquí a la venida del hijo del hombre. En Lucas tiene que ver con la llegada definitiva del Reino (10,11-12) que es algo imprevisto (12,46; 17,31; 21,23). Este día será universal (todos los habitantes de la tierra, literalmente “sentados en la faz de la tierra”, seguramente para reforzar el relajamiento y lo improviso de la venida). El “lazo” es la trampa, la captura (Rom 11,9), hay que evitar caer en los lazos del diablo (1 Tim 3,7; 2 Tim 2,26) o del dinero (1 Tim 6,9).
Estar despiertos y en oración permitirá prevalecer y “escapar” de lo terrible que se avecina (todas las cosas por venir) y mantenerse de pie, parados “delante” (14,2; 19,4.28) de este hijo del hombre que viene.
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Foto tomada de palabradediosdiaria.wordpress.com
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