domingo, 17 de noviembre de 2024

Derecha y derecho

Derecha y derecho

Eduardo de la Serna



Los términos con los que titulamos estos párrafos, parecen, y quizás en algunas ocasiones lo sean, simplemente las versiones masculinas y femeninas de un mismo momento, acontecimiento o sujeto. Por ejemplo, una persona que escribe con la mano diestra es derecha o derecho, según el género del sujeto; una persona que camina erguida, también. Pero…

Pero no es menos cierto que, en otros ámbitos, derecha y derecho son como el agua y el aceite. Pueden estar en un mismo espacio, pero no se juntan ni se mezclan.

No es ninguna novedad lo que afirmamos, no es creatividad alguna, es simplemente una constatación: la derecha sistemáticamente niega los derechos, y los defensores de los derechos no pueden convivir con las derechas.

Es que es evidente, que, al decir derechos, no se está hablando de lo que “me” gusta o no; “yo” no soy el tema, sino que lo es una determinada situación. Y plantearlo en clave “me” gusta, “me parece”, “estoy (o no) de acuerdo” o demás cosas es mirarME y no mirar el hecho. Es evidente que el individualismo es característico de las derechas, los derechos ¡no! El derecho a vivir, a comer, a tener salud o educación o trabajo digno, por ejemplo, no son derechos en derechas. Los derechos de los aborígenes o de las mujeres a no sufrir violencias, no son derechos en las derechas muy derechas en la ONU; los derechos humanos no lo son para aquellos que las derechas entienden como infrahumanos que son las no-derechas, las que – por definición – son zurdos (es obvio que a la no-derecha de la derecha está la izquierda, ¿no?). Y así se puede seguir y seguir y seguir. Si se ha trabajado y aportado toda la vida, la jubilación o pensión no es un derecho en derecha; si se ha ejercido un cargo, no se es acreedor de derechos por derecha si no “le” gusta el en-cargado (o en-cargada) de los derechos (adquiridos) al monarca.

Monarca proviene del griego “monos” (y no es ironía), que significa “uno”, una unidad. Sólo una persona ejerce el primer lugar (arjé, en griego es – en este caso, porque es un término polisémico – poder, autoridad; como también se ve en olig-arca, tetr-arca, etc.). Se trata de cuando uno (monos) ejerce el poder (arjé), y no el pueblo (y volvemos al “me” y al rechazo de lo colectivo, comunitario, social…); no es un pueblo (demos) el que ejerce el poder (kratos) y aparece la derecha con toda su fuerza, poniéndose en primer lugar (arjé) y dejando a todos – o casi todos – en el último (esjatón). Así, uno solo (monos) deja que unos pocos (oligos) gocen de las mieles que tan generosamente derrama mientras la olla, abajo, empieza a juntar presión; la presión de los derechos conculcados por las derechas y que, en algún momento, tarde o temprano, reclamarán las víctimas.

Sabemos el problema que significa cuando no hay reconocimiento sistemático de los derechos: todos y todas y todes aquellxs a quienes les fueron vulnerados empiezan, con mayor o menos vehemencia, o firmeza, o rigor, o violencia… a reclamar. Si hay un gobierno defensor de los derechos, esto puede encauzarse por canales razonables, pero si hay un gobierno de derecha, que los ha negado o ninguneado, empieza cada quien a reclamarlos (con derecho) y emerge el caos (o el rio revuelto), y los trabajadores reclaman, los ancianos reclaman, los estudiantes reclaman, las disidencias reclaman, los enfermos reclaman, los gremios (a veces) reclaman, los indígenas reclaman, las cooperativas reclaman… ¡la vida reclama! Y tanto clamor (en la biblia es el grito del dolor de las víctimas) se vuelve re-clamo y tanto re-clamo se vuelve llamarada. Y, como siempre, la derecha acusará – con todo su poder y bombardeo mediático – a las víctimas del incendio que ellos mismos gestaron. Pero no es menos cierto que derechos y derechas no conviven ni convivirán; y no es menos cierto que habrá mareas altas o mareas bajas, pero a los seguidores del Nazareno – aunque nos miren ideológicamente como ideologizados – simplemente nos encontrarán reclamando más y más y más derechos. De eso se trata que tengan buenas noticias (en griego, evangelio) los pobres.


Imagen tomada de https://www.significados.com/la-monarquia-parlamentaria/

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