martes, 14 de noviembre de 2017

Domingo 33A

La gratuidad del Reino y su contraste imperial

DOMINGO TRIGESIMOTERCERO - "A"





Eduardo de la Serna




Lectura del libro de los Proverbios     31, 10-13. 19-20. 30-31

Resumen: el libro de los proverbios concluye con un salmo que canta a la mujer – sabiduría perfecta por lo que el marido es alabado. El comportamiento de la mujer “fuerte” en la casa es celebrado.


El libro de los proverbios – una colección bastante heterogénea en tiempo, temas y origen – finaliza con un poema acróstico (cada versículo, del 10 al 31 comienza con las letras del alefeto hebreo: es decir el v.10 comienza con “alef”, el v.11 con “bet” para terminar el v.31 con “tau”; algunas biblias lo indican en un costado del texto para que el lector lo sepa). Obviamente esto indica que el salmo tiene muy claramente el comienzo y el final. Este salmo canta a una mujer “hail”. El adjetivo hebreo “hail” indica fuerza, vigor, e incluso armamento. La Biblia griega lo traduce por “viril” (andreían). El texto está escrito desde la mirada del varón, y refiere a la mujer campesina. Se habla de la mujer “fuerte” en la sociedad patriarcal, es mujer “de varones”. Pero es muy probable (por el libro en general, y – especialmente por ser la conclusión – que se esté refiriendo a la “sabiduría” planteada como “mujer” (cf. Pr 8). Para el pueblo de Israel que regresa del exilio (al componerse la edición definitiva del libro) se lo invita a ser sabio: fuerte, libre, debe saber manejar su casa, y hacerlo con “respeto a Yahvé”. Lo que cuenta es la opinión del marido (vv.11.28-31) que elogia a esta mujer.


El trabajo doméstico de la mujer logra que el marido sea alabado “en la plaza” (v.23; v.31)


Así está estructurada esta parte central:


            A.- “no teme la nieve” (v.21)

                        B.- se confecciona mantas, viste de lino y púrpura (v.22)

                                   C.- Su marido es reconocido en la plaza (v.23)

                        B’.- teje y vende prendas de lino (v.24)

            A’.- se reviste de fuerza y dignidad y no le preocupa el mañana (v.25)


El marido puede estar en la “calle” porque la mujer se ocupa de la “casa” (el patriarcalismo es evidente). 


La opinión del marido, con lo que empezaba el salmo (vv.10-12), se retoma al final. Es una mujer sabia (para Proverbios el “temor de Yahvé es la fuente de la sabiduría, 1,7; 23,30-31)

Muchos temas centrales del libro se concentran en esta “mujer- sabiduría”: es fuerte, es ejemplo del discernimiento en la vida diaria, “abre la boca con sabiduría, y su lengua instruye (torah) con amor (jesed)” (v.26), se ocupa de los pobres y necesitados. 



Lectura de la primera carta de san Pablo a los cristianos de Tesalónica     5, 1-6

Resumen: Pablo destaca la cercanía de la venida de Jesús, por lo que ese “Día” está próximo, es inminente. Esto supone un modo de vida en los discípulos coherentes con el día, y no con la noche.



La carta a los Tesalonicenses está llegando a su fin. Luego de haber señalado Pablo que Cristo vendrá pronto, e incluso muchos estarán vivos – como él mismo espera estarlo – cuando ocurra esta venida, intenta dar respuesta a la pregunta obvia: ¿y esto cuándo ocurrirá? La frase “tiempo y momento” alude a los dos términos griegos que refieren al tiempo: jronos y kairós y se ha utilizado para aludir a un momento específico del plan de Dios (Dan 2,21; 7,12; Hch 1,7: “no les corresponde a ustedes conocer el tiempo y el momento que el Padre ha fijado con su autoridad”). En este caso Pablo señala que no es necesario escribir de esto, como ya lo ha dicho acerca del amor mutuo (4,9). Se refiere, evidentemente, a algo que los tesalonicenses ya saben porque Pablo les ha hablado de ello en su breve paso por la comunidad. Por eso lo refuerza con el “ustedes saben”. La fórmula ya la ha usado en la carta: “saben” del paso de Pablo por Tesalónica (2,1), “saben” que las tribulaciones forman parte de la vida que les espera a los seguidores de Jesús (3,3). 


El “Día del Señor” se refiere a un término habitual en los profetas: el momento que Dios mismo ha determinado actuar en la historia de su pueblo. Generalmente para sancionar, para intervenir drásticamente: Am 5,18-20; Joel 2,1-2; Sof 1,14-18; Mal 3,19.23. Pablo refiere a él como el día en que Dios intervendrá enviando la salvación: Rom 2,16; 13,12; 1 Cor 1,8; 3,13; 5,5; 2 Cor 1,14; 6,2; Fil 1,6.10; 2,16), día ciertamente ligado a Cristo. En este caso – y en otros – se refiere al “día” de la futura “venida” de Jesús, algo que Pablo debe anunciar, como una suerte de Elías.


La imagen del “ladrón en la noche” es frecuente en el ambiente apocalíptico para destacar lo imprevisible (2 Pe 3,10; Ap 3,3; 16,15; cf. Job 24,14; Lc 12,39). 


Abruptamente, entonces, el dicho romano de “paz y seguridad”, que alude a lo que se supone que el imperio garantiza a los suyos, se verá quebrado. Ciertamente está “pax romana” y la “seguridad” que garantiza a los súbditos del imperio, en nada se asemejan a los bienes definitivos que trae Cristo en su Día, ahora presentado como “dolores de parto”. La vida que trae Jesús (“parto”) en nada se asemeja a la “paz del imperio”, no es vida lo que éste trae. Y es “seguridad” sólo para los súbditos, no para las víctimas.


Las metáforas que siguen: tinieblas, día, “hijos de la luz” son también tomadas del ambiente apocalíptico (eso no implica que el contenido lo sea; Pablo no parece tener una teología apocalíptica aunque en estos casos utilice su vocabulario). El clásico dualismo apocalíptico luz-tinieblas, día-noche se transforma también en “modo de vida”: “hijos de la luz”, “vivir en tinieblas”, velar, dormir, ser sobrios… aquí Pablo lo utiliza luego de haber hablado del “Día” para continuar con la imagen (en v.7 continúa la metáfora: “los que duermen, de noche duermen, los que se embriagan [contrapuesto a la sobriedad] de noche se embriagan”).



+ Evangelio según san Mateo     25, 14-30

Resumen: en una nueva parábola Jesús presenta un ejemplo mostrando por la contraria cómo es el reino de Dios. Totalmente diferente al señor del relato que es usurero y explotador. La dinámica del reino de Dios se mueve en un ambiente totalmente diferente.



La parábola del Evangelio se ha interpretado habitualmente de un modo estricto, en el que se destacarían las exigencias y responsabilidades que tenemos para con Dios. Sin embargo, recientemente se ha propuesto otra interpretación que parece dar respuesta a muchos temas que quedaban sin ser aclarados.


Para empezar el inicio no es el frecuente en otras parábolas en las que se afirmaba que el reino “es semejante a” (cf. 25,1; cf. 20,1; 13,31.33.44.45.47), aquí se afirma que “así cómo”, con lo que no es evidente que se refiera a algo “semejante”. Y – como veremos – no lo es.


El tema del “propietario ausente” es importante en los estudios desde las ciencias sociales: la tierra no es de los campesinos que la trabajan sino de miembros de las elites gobernantes que se han apoderado de ellas por impuestos, usura, préstamos y deudas… Es habitual que los ricos presten a los campesinos a usura sabiendo que no podrán pagar y más temprano que tarde se apropiarán de las tierras. Para que la tierra sea productiva debe ser trabajada, para lo que recurrirán a campesinos desocupados, esclavos (doulos), jornaleros. Era frecuente, en Oriente especialmente, que los que se habían empeñado trabajaran la tierra para seguir intentando pagar lo adeudado.


Es importante entender que – el castellano ayuda a confundir – el “talento” no es referencia a la capacidad de cada uno, sino que se trata de un valor monetario. Es interesante recordar que en los ambientes campesinos las transacciones se realizaban por canje o trueque, sólo en los ambientes de la burocracia se utilizaba moneda. Originalmente el talento es una medida de peso (de gran peso) y las había de oro, plata o cobre. Se ha calculado, en general, un valor de 6.000 jornales por talento. 


La “producción” de los dos primeros personajes de la parábola es llamativa. No es habitual que algo produzca un 100%; pero eso sí es comprensible en el caso de la usura. Sin embargo aquí se lo señala casi con normalidad. Pero el tercer siervo (doulos) no ha puesto a “producir” el talento, sino que lo devuelve intacto. Pero lo hace por “miedo” a su “señor” porque es “un hombre duro que cosecha donde no sembró y recoge donde no esparció” (v.24). Sorpresivamente, el señor le reconoce esta parte: “sabías que cosecho donde no sembré…” (v.6). En este caso, lo que “debería” era dar el dinero a los “banqueros” para recibir “intereses” (tokos). El término “intereses” en el NT sólo se encuentra en este texto y su paralelo de Lucas 19,23; y en todos los casos del Antiguo Testamento se trata de algo definitivamente contrario a la voluntad de Dios: Ex 22,24; Lev 25,36.37; Dt 23,20; Sal 14,5; Jer 9,5; Ez 18,8.13.17; 22,12… el ambiente no parece amable, sino el de la usura: el dueño ausente cosecha donde otros han sembrado y se han endeudado y empobrecido, y – por eso mismo – se ha quedado con sus tierras. 


Como castigo ante esto, al que no supo - o no quiso por "miedo"- hacer producir el dinero, se le quita el talento para dárselo al que más tiene, y a aquel se lo expulsa. Allí, a las “tinieblas de fuera”, al “llanto y rechinar de dientes”, algo muy parecido a la cárcel. La frase se encuentra también en 8,12 señalando que “los hijos del reino” serán arrojados allí, y el rey vengativo de 22,13 arroja al que no tiene vestido de fiesta. En estos casos el contexto parece aludir a la situación presente de las autoridades judías en tiempos de Mateo en la que resulta patente la violencia que Roma ha ejercido contra la ciudad y las autoridades al finalizar la guerra judía. El rechazo de Israel a Jesús ha permitido que los paganos se sienten a la mesa (8,12) y la ciudad es destruida e incendiada por el rechazo a los enviados del rey. Estar sin vestido de fiesta es un nuevo rechazo (22,7.13).


Podemos afirmar, entonces, que el propietario ausente y su actitud en nada se asemejan al “reino” (recordar el comienzo de la parábola). Es muy parecido, precisamente, a lo que la dinámica imperial y su economía esperan: usura, préstamos, premio al que produce, torturas y cárcel. La dinámica de la gratuidad del reino es exactamente lo contrario. El reino no se asemeja a ese señor, sino que está en las antípodas. El que es coherente con el reino es el que no presta el dinero a usura es ese, el último, el que es expulsado, torturado y rechazado por el capitalista.




Foto tomada de www.torcasajuv.com

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