miércoles, 22 de marzo de 2017

La memoria y el olvido

La memoria y el olvido

Eduardo de la Serna



El verbo hebreo zakhar (y sus derivados), como suele ocurrir en esta lengua, y según sus tiempos tiene diferentes significados, pero todos giran en torno a la memoria. Puede significar un modo de invocación (“te recuerdo”, “te pienso” dice el salmista, Sal 63,6), puede tener una connotación legal / judicial (“recuerdo tus faltas”, Ez 21,24), puede indicar “hacer presente” (las oraciones, Is 63,7), alegrarse / entristecerse por lo hecho u ocurrido (Cant 1,4; Lam 3,19) o vivir / obrar de un modo (“recordar el sábado” es sencillamente descansar, Ex 20,8).

Como el judío al pasado lo tiene delante (y no detrás como es en nuestra mentalidad occidental) “recordar” es ver lo vivido para obrar en consecuencia. Por eso la institución judía “Memoria Activa” traduce con justicia la idea del término hebreo. La memoria no es “una cosa” que está ahí (y con frecuencia molesta) sino un impulso, un dinamismo. Recordar, hacer memoria, no es simplemente “acordarse”, sino traerlo al presente, vivirlo, “actuarlo”.

En el Nuevo Testamento (con el verbo griego mimnêskomai y el sustantivo anámnêsis) se mantiene la misma idea (notar, sin embargo, que el griego tiene una diferencia importante con el hebreo, obviamente; por eso no siempre las mismas palabras se traducen siempre del mismo modo) aunque no se trata de un verbo o sustantivo muy frecuente. De todos modos el sustantivo (tanto en la traducción griega del Antiguo Testamento, como en el Nuevo) tiene connotación litúrgica, y concretamente eucarística (de la tradición más griega – Pablo y Lucas – que semítica – Marcos y Mateo – notablemente).

En suma, “recordar” / “hacer memoria” se trata de una experiencia profunda y vitalmente religiosa para Israel y la Iglesia. Ser “desmemoriado” – por lo tanto – atenta contra el paso de Dios por la historia, desde Israel hasta la Pasión de Jesús.

Tener presente / hacer memoria de la Dictadura, el “día de la memoria” sin duda alguna es mirar a Dios, “recordar” nuestras miserias y pecados, y nuestros méritos o los “nombres” de quienes supieron caminar.

En lo personal, ver que algunas comunidades cristianas “aprovechan el feriado” del 24 de marzo para hacer retiros, encuentros, jornadas me parece no sólo que desvirtúan y atentan contra la memoria que nos ha marcado “a sangre”, además no contribuyen a “mantener la memoria”, a “hacerla viva”, a despertarla en aquellos y aquellas que no la tienen latente, y – además – pareciera que hay una pereza espiritual incapaz de profundizar y descubrir el paso de Dios en el genocidio.

Como ya lo señalaba el premio nobel de la paz (1986) Elie Wiesel en su libro “La Noche” en memoria de los campos de concentración de Auschwitz y Buchenbald cuando le preguntan “dónde está tu Dios” ante tres judíos colgados por los nazis. “Allí” responde Elie señalando los cuerpos.

Ver el paso de Dios en la dictadura – lamentablemente no el “paso de la Iglesia” – supone mirar las víctimas (“Iglesia” también muchas de ellas), los desaparecidos (30.000, por cierto), los y las torturados, las miles de mujeres violados, los y las niños secuestrados y apropiados, entre otros “objetos” de la memoria. Sólo sabiendo que Dios pasó por nuestro país, sólo haciendo memoria seremos fieles, “recordaremos” al Dios de la vida.

Recordar es – entonces – un “acto” profundamente espiritual y religioso; no se trata de un simple “objeto de estudio”. Se trata de poner delante de nuestros ojos lo bueno y lo malo, los nombres y la historia, los rostros para que nos ayuden a vivir según Dios. “Recuerda que fuiste” esclavo, o migrante es un impulso a cómo debe Israel comportarse ante los migrantes o esclavos (incluso el texto refuerza la idea: “Recuerda que fuiste esclavo en el país de Egipto. Por eso te mando hacer esto”, Dt 24,22).

El “olvido” en la Biblia tiene una misma connotación: olvidar los mandamientos (Pr 2,17), Dios no se olvida de los suyos, como una madre (Is 49,15), el pueblo “se olvidó” de Dios (Dt 8,14) algo que ocurre en los momentos de bienestar (Os 13,6). Con frecuencia es una amenaza de Dios: “no me acordaré de ustedes” que obviamente ha de entenderse como “no me ocuparé de ustedes” (Os 4,6), o también de un modo benéfico: “no me acordaré de sus pecados” en el sentido de “perdonar” (Is 43,25). En el Nuevo Testamento, no olvidarse de la hospitalidad, o de hacer el bien (Heb 13,2.6) sin duda es una invitación a obrar de esa manera.

Pobre de una Iglesia, o de los cristianos y cristianas que “olvidan”, que no “hacen memoria” de la historia, el lugar en el que Dios elige manifestarse, actuar y revelarse… Hacer memoria, el día de la memoria, sin duda se transforma para los cristianos en un día religioso, de espiritualidad. Un encuentro con Dios. Nada menos.




No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Cualquiera puede comentar y no será eliminado, aunque no este de acuerdo con lo dicho, siempre que sea respetuoso (caso contrario, será borrado). Pero habitualmente no responderé los comentarios, ni unos ni otros, para no transformar este blog en un foro. De todos modos, podrán expresar su opinión.