jueves, 10 de noviembre de 2022

Exorcismos

Exorcismos

Eduardo de la Serna



Cada tanto se ponen de moda los exorcismos… y las o los endemoniados. Ya hemos hablado algo del tema, por lo que quiero detenerme particularmente en los primeros.

Obviamente, un exorcismo supone la expulsión de uno o varios demonios de una persona; y las primeras preguntas que surgen serían ¿cómo “entró” ?, ¿para qué? … Pero, además, en nuestro tiempo, acompañado por las ciencias, cómo podríamos saber que determinada manifestación se trata verdaderamente de una “posesión” y no de un problema psicológico o neurológico (algo totalmente ignorado en los tiempos bíblicos), por ejemplo, tan habitual y – por otro lado – tan fácil de “creer” en intervenciones “espirituales”.

Cuando yo tenía menos de un año de cura me llamaron a ver a una muchacha que, según la familia, estaba endemoniada… rompía rosarios, tiraba al piso imágenes de la Virgen… Cuando llegué, vi un caso, a mis simples ojos, de epilepsia evidente (y grave). Como los familiares pensaban que sería un demonio, le ponían rosarios, o le acercaban imágenes y, en la epilepsia, las rompía… como hubiera roto un termo si le ofrecían un mate… Pero en el imaginario, es más fácil atribuir ese “poder destructivo” a fuerzas externas que maltratan a la persona.

Pero digamos, más allá de lo que ya hemos señalado de los demonios, que un exorcismo es un ritual. El escritor judío, del siglo I, Flavio Josefo habla de los exorcismos y señala a Salomón como un gran exorcista, por lo que algunas plantas o amuletos que referenciaban al viejo rey, eran usados para expulsar demonios. Veamos – aunque sea extenso – su texto, que es ilustrativo:

«Dios también le permitió [a Salomón] aprender esa habilidad de expulsar los demonios, que es una ciencia útil y saludable para los seres humanos. Compuso tales encantamientos también por los cuales se alivian los malestares. Y dejó la manera de usar los exorcismos, por los cuales se ahuyentan a los demonios, para que nunca regresen; y este método de curación es de gran fuerza hasta el día de hoy; porque he visto a un hombre de mi tierra, cuyo nombre era Eleazar, soltar gente endemoniada en presencia de [el Emperador] Vespasiano, de sus hijos, de sus capitanes y de toda la multitud de sus soldados. La manera de la curación era ésta: ponía un anillo, que tenía una raíz de una de esas especies mencionadas por Salomón, en las fosas nasales del endemoniado, después de lo cual sacaba al demonio por sus fosas nasales; y cuando el hombre cayó inmediatamente, le advirtió que no volviera más a él, mencionando todavía a Salomón y recitando los encantamientos que compuso. Y cuando Eleazar quería persuadir y demostrar a los espectadores que tenía tal poder, colocaba un poco lejos de una taza o palangana llena de agua, y ordenaba al demonio, mientras salía del hombre, que la volcara, y así para que los espectadores supieran que había dejado al hombre; y cuando esto fue hecho, la habilidad y sabiduría de Salomón se mostró muy manifiestamente: por lo cual es, para que todos los hombres puedan conocer la vastedad de las habilidades de Salomón, y cómo fue amado por Dios, y que las virtudes extraordinarias de todo tipo con que fue dotado este rey, no puede ser desconocido para pueblo alguno bajo el sol, por esta razón, digo, es que hemos procedido a hablar tanto de estas cosas» [Antigüedades Judías, cap. 8].

Como se ve, un exorcismo implica un ritual que incluye anillo, raíces, fórmulas, nombres. Si tenemos esto en cuenta, es evidente que Jesús no hace nada de esto; Jesús “expulsa”, “ordena”, “manda callar”. Es la autoridad de Jesús la que libera a una persona (generalmente vulnerables como niños/as, mujeres) con su palabra. No hay “espectáculo”, no hay “manifestaciones” (“para que” crean) sino que hay un reino de Dios que se hace presente liberando a las personas de lo que las atormenta.

La única vez que en toda la Biblia se habla de un “exorcismo” (es decir, de un “ritual”) dice que 

«Unos exorcistas ambulantes judíos intentaron invocar sobre los poseídos de espíritus malignos el nombre de Jesús con la fórmula: Yo los conjuro por el Jesús que Pablo predica» (Hch 19:13) 

y, los demonios no les obedecen. Como se ve, hay conjuro, hay fórmula, y una autoridad “el nombre de Jesús”. Como se ve, no hay “exorcismos” en la Biblia.

En nuestro tiempo, es habitual que haya quienes – a veces desde cierta ignorancia, o desde el miedo, o desde situaciones que nos sobrepasan – imaginan que alguna persona estaría endemoniada. Es indispensable y necesario que antes de recurrir a cualquier instancia supuestamente “espiritual” se agoten todos los medios científicos en orden a buscar la curación, o al menos el alivio, de las personas implicadas. Recién cuando ya no haya respuestas serias y sensatas tendría sentido pensar o evaluar otra instancia, como un exorcismo… Y debo confesar que en mis más de 40 años de cura no fui testigo de ni un solo caso que lo ameritara.

 

Imagen de un supuesto anillo de exorcismo tomada de https://www.amazon.com/-/es/Benedicto-protector-cazafantasmas-inoxidable-exorcismo/dp/B06XWGBGRB

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