domingo, 6 de julio de 2025

Una pseudo homilía en el Chaco

Una pseudo homilía en el Chaco

Eduardo de la Serna



Fiel a su costumbre de citar otros autores sin referir a ellos – lo que se llama normalmente plagio – Javier Milei, en su casi homilía evangélica mezcló harina con pan rallado.

Repitiendo a “Berthie” Benegas Lynch, hijo del prócer, según su delirio, señaló que toda referencia a la justicia social viola los mandamientos bíblicos 7° y 10° (en su versión catequística: “no robar” y “no codiciar los bienes ajenos”), es decir, los que según su desleal no saber ni entender atentan contra la propiedad privada.

https://www.infobae.com/politica/2023/10/20/alberto-bertie-benegas-lynch-defendio-los-dichos-de-su-padre-y-apunto-contra-las-autoridades-de-la-iglesia/

Repitiendo a su homenajeado español Jesús Huerta de Soto – esta vez citado – hizo una terrorífica exégesis de la escena bíblica de las tentaciones de Jesús, haciéndole decir al texto exactamente lo que no dice. Repitió que “el Estado es la encarnación del Maligno” y lo relacionó con las tentaciones de Jesús en Lucas 4,5 refiriendo a “la tercera y la más grave” (en realidad es la tercera en Mateo, en Lucas es la segunda), y lo de “más grave” puede discutirse. Y la conclusión es que los reinos (a los que curiosamente él llama “estados”) son demoníacos. De más está recordar que Milei llegó tarde a la sepultura del Papa Francisco por homenajear a Huerta de Soto, y cuando se encontró con el nuevo Papa León XIV le regaló dos libros de este “egregio” charlatán.

https://www.jesushuertadesoto.com/articulos/anarquia-dios-y-el-papa-francisco/

Esto, sin embargo, hay que recordarlo, ya lo había repetido Milei en una entrevista con Viviana Canosa cuando era su jefa de campaña. https://www.youtube.com/watch?v=vYQfxvscxrs&ab_channel=MILEIPRESIDENTE `

[minuto 23.30] usando entonces casi las mismas palabras que hoy (es decir, no tiene nada nuevo que decir; repitiendo ahora casi los mismos errores bíblicos de de Soto y de su primera referencia).

A esto, además, volvió a cuestionar la “justicia social” afirmando insólitamente – no sorprendentemente en su caso – que “la justicia social es un robo” (contra los mandamientos citados), es “la caridad impuesta por la fuerza” remató en su delirio. Anotemos que la caridad (= el amor) es un derecho, la justicia es un deber. Yo puedo amar o no a alguien por un acto de mi libertad, pero no puedo negar a alguien lo que le corresponde en justicia, sería – precisamente – un robo. Debo pagar el salario justo, debo pagar una mercadería cuando me la entregan… “Debo”, y, no hacerlo, ¡eso sí!, constituye un robo. El tema del amor (= caridad) es otro tema que merecería una interesante reflexión, pero que le es ajena a los profetas de la crueldad y el odio.

Curiosamente, para don Javier, todo esto sería “despertar a la fe”. Claro que, para quien palabras como “robo”, “libertad”, “justicia” dicen exactamente lo contrario de lo que dicen, no es fácil saber qué entiende él por “fe”. En la Biblia esto es edificar la vida sobre Dios, hundir las raíces en Él y sus caminos (es el sentido del sustantivo hebreo “amén”), el cual, además es colectivo, puesto que es la fe de un pueblo. Ese pueblo, afirmado en Dios, podrá mostrar con su vida de “derecho y justicia”, a todos los pueblos, que otro mundo es posible, un mundo sin dominados y dominadores, amos y esclavos, patrones y clientes, opresores y oprimidos, víctimas y victimarios, odiados y odiadores… un mundo de hermanos y hermanas, Se trata de ser “luz para iluminar a las naciones (a los otros pueblos)”. O, para decirlo fácil de entender, la fe se trata de vivir (es más que “despertar”, che) de un modo exactamente opuesto al que Milei propone e impone. A eso, Jesús lo llamó reino de Dios, y ese “reino” (que no “estado”) es el que se opone al reino de Satanás. Es decir, otra vez, al revés de la homilía chaqueña de don Javier en la que, además, no dijo nada nuevo a lo que nos tiene acostumbrados.


Foto tomada de https://es.pngtree.com/freepng/prayer-book-protected-with-padlock-and-chain-college_13049541.html

jueves, 3 de julio de 2025

La vida no vale nada

La vida no vale nada

Eduardo de la Serna



Un tema cada vez más recurrente en cada vez más ambientes es la crueldad oficial. Ya hemos comentado sobre eso… Se trata de gozar del sufrimiento de otras personas, disfrutarlo. Pero no se trata, solamente, del sufrimiento de aquel a quien se considera enemigo (por más que se despliegue una larga, ¡cada vez más larga!, lista de esos tales), algo ya de por sí preocupante y patológico, sino del padecimiento de todos aquellos que no somos “nosotros” (una lista de un “nosotros” cada vez más escueta, por cierto).

En ocasiones se ha hablado de su falta de empatía (¡hasta Elon Musk habló de ello!), pero, si así fuera, solamente se pensaría en una suerte de indiferencia, de no “sentir con”, o “en” (pathos) los otros, los que sufren… Y acá, pareciera, que lo que mueve es algo más potente, no es pasiva sino activa, es una actitud “contra” (anti) esos otros cada vez más numerosos. La lista es innecesaria de señalar; es por todos conocida (por todos los que quieren mirar, por cierto; porque siempre hay “peores ciegos” y “peores sordos”). Pero la cosa se agrava cuando el sufrimiento es creciente, incluso por causas ajenas a las políticas oficiales (aunque el cambio climático - ¡que sí existe! – no sea “tan” ajeno a eso, por cierto). La catástrofe de Bahía Blanca, la ola polar (y los muertos, incluso en ciudades económicamente solventes), la falta de gas (en el país de Vaca muerta), se suman a la falta de trabajo, educación, de salud, de pan (yerba, leche, carne; en el país “granero del mundo”), etc.

Ahora bien… que determinadas personas manifiesten ostensiblemente esa anti-patía, podría ser algo más o menos preocupante si se tratara de vecinos, o de simples panelistas de TV (en lo personal, creo que no conozco nada más insufrible que esos sujetos y sujetas) … pero cuando se trata de miembros de los distintos poderes de la República we’ve a problem! Y el “we” (nosotros) no se trata de yo y mis amigos, sino de un “we” social… ¡nacional! La Argentina tiene un problema. Y, para peor, cuando desde el poder se crea sentido (falso, por cierto; hegemónico, además) y convencen a muchos – de esos sordos y ciegos sociales – de que hacer lo contrario sería “populismo”, a lo que se añaden vomitivamente las cataratas oficiales de kukas, zurdos y hasta mandriles, resulta que la llamada “batalla cultural” parece presentar nuevos escenarios.

Si alguna persona milita políticamente manifiesta ostensiblemente un pathos que debe tener un límite para estos anti-páticos porque revela que siente con otros... lo que es detestable para la oficialidad Y, como siempre, desde hace bastante, nada mejor que los buenos amigos (o amigas, en este caso) en el Poder Judicial. Porque uno puede decir “cárcel o bala” sin ninguna repercusión crítica, pero no vaya uno (o una, en este caso, según dicen) a poner un pasacalle porque debe ser perseguido y sancionado y encarcelado sin ningún sentimiento en su favor… Y, ¡que conste que le perdonamos la bala!, parecen decir…

Muchos suelen entender que “el amor es un sentimiento”, algo que no creo, de ninguna manera, porque el amor no es “para mí”, como sería el sentimiento, sino “para otro/a/e” aunque con frecuencia sí “se sienta”. Pero sentir (“pathos”) nos puede mover favorablemente o no hacia otras personas y así nos introducimos en su vida, en cierto sentido (em-pathía), sentimos como ellos/as/es (sym-pathía) o actuamos decididamente en su contra (anti-pathía). Pero, insisto, esto, que puede ser un tema meramente ocasional cuando se trata de un simple hecho personal o familiar, es totalmente diferente cuando lo actúan los poderes de la república. Es decir, es política. Es destructivamente política. Otros creemos que la política es una expresión maravillosa del amor, pero, lamentablemente, experimentamos en el día a día que en los cuatro poderes de la república del amor ¡no entienden nada!

 

Foto tomada de https://secretsandiego.com/es/la-mesa-en-blanco/

Herodías y su hija

Herodías y su hija

Eduardo de la Serna




Para entender bien lo que queremos señalar hace falta ubicarnos un poco en la historia. Durante el Imperio Romano (es decir, en tiempos de Jesús) Roma solía poner, en los territorios conquistados, gobernantes que le fueran serviciales. Muy rara vez, a esos gobernantes, les daba el título de “rey”, cosa que – por otra parte – no era hereditario; y, entonces, muerto el rey, los hijos o los que Roma decidiera sólo podían tener ese título mostrando un servilismo que fuera conveniente para el Imperio. Así, por ejemplo, Herodes (apodado “el Grande”) fue nombrado rey, pero no ocurrió lo mismo con sus hijos (Arquelao y Antipas), que, por lo que sabemos, lo pretendieron sin conseguirlo. Tiempo después, Agripa (nieto de Herodes) sí fue nombrado rey ya que resultó muy favorable a los intereses del Imperio. Señalemos, por otra parte, que, en la tradición, era frecuente usar el nombre de un gran personaje para designar a sus sucesores. Es el caso del César, que se aplica a los sucesores de “Julio César”, o de los Herodes (Antipas, Agripa, por ejemplo), descendientes de “el Grande”. Es decir, Herodes, como nombre, sólo se aplica a “Herodes, el Grande”, mientras sus hijos y nietos son “Herodes” como cargo. Un último elemento, para no confundirnos, es que, en la Biblia, en ocasiones se habla de “el rey Herodes” (referido a Antipas, Mc 6,22) aunque, propiamente hablando, este no fuera rey. Y su mujer es imaginada como “reina”, aunque tampoco lo fuera. Así los llamaremos en esta nota, para facilitar el lenguaje.

Lo cierto es que – como es frecuente en tantos textos – la “reina” aparece como la malvada de la historia, mientras el “rey” queda como lascivo, o como débil de carácter, o como manejable… es frecuente que las mujeres (como es el caso de Jezabel, del que hemos escrito hace ya tiempo) aparezcan en los textos como las responsables de todos los males. En este caso, es Herodías, la nueva esposa del “rey” la que aborrece a Juan, el Bautista, porque éste le ha señalado al rey que no puede “tenerla” (Mt 14,4). Entonces, siempre según el texto, es ella la que incita a que Juan sea encarcelado (Mt 14,3; Mc 6,17) y luego conseguirá su ejecución. 

Siendo que Juan era muy respetado y escuchado por las multitudes, esto ponía en riesgo el rol de Herodías, y era por eso que lo “aborrecía” (Mc 6,19). Herodías era nieta de Herodes, el Grande, por lo que era sobrina de Antipas, aunque por distinta madre (Herodes tuvo 10 mujeres). De su matrimonio anterior con otro “Herodes” (Filipo, también pariente de ella) tuvo una hija, Salomé que es la que pareciera implicada en la fiesta del “rey”. Levítico 18,16 prohíbe expresamente la unión con “la mujer de tu hermano”, y a eso se refiere Juan. Pero Herodías, Antipas y los demás de la corte, no son propiamente hablando judíos. De ahí parte el conflicto, pero un conflicto que pone en riesgo a Herodías la que espera el “tiempo oportuno” (Mc 6,21). Los textos, que quieren transferir la maldad a la mujer (Herodias) nos suavizan la imagen de Herodes (“escuchaba con gusto a Juan”, lo protegía, sabía que era justo y santo… Mc 16,20). Con paciencia aprendida en su familia, Herodías esperó el momento oportuno, el cual llegó el día del cumpleaños de Herodes (Mt 14,6; Mc 6,21). La niña pequeña (Salomé, seguramente) bailó en presencia de todos y esto agradó al “rey” que fascinado por la pequeña (seguramente orgulloso de haber “quedado bien” delante de sus invitados, sin excluir el alcohol que abundaba en sus banquetes) le promete de regalo lo que pida, algo evidentemente exagerado y que nadie pretendería que fuera precisamente cierto. La pequeña (quizás tendría cerca de 13 años; la palabra “muchacha”, “pequeña” de 6,22.28 es la misma que se usa para la pequeña hija de Jairo que tenía 12 años, Mc 5,41.42) no sabe qué pedir y recurre a su mamá que aprovecha la ocasión: pide “en una bandeja” la cabeza de Juan (Mt 14,8).

Mirando superficialmente el texto, resalta la perversión y la calculadora actitud de venganza de Herodías, pero mirando atentamente, podemos ver que, aunque ella tuviera alguna responsabilidad en los hechos (y debamos desresponsabilizar a la pequeña Salomé) es el rey el verdadero responsable, el que encarceló a Juan (teniéndolo detenido cerca de su palacio, seguramente), y el que puede descubrirse– en todo caso – como débil y manejable (como se presenta a Ajab y Jezabel, cf. 1 Re 21) o directamente como partícipe del asesinato aprovechando las circunstancias (así lo vivió el pueblo de Galilea, por lo que sabemos). En todo caso, Herodías era digna esposa de tan sanguinario rey.


Imagen tomada de https://www.album-online.com/detail/es/ZmJhNDFmMA/durante-banquete-hija-herodias-salome-se-pone-a-bailar-pide-alb3237088

 

martes, 1 de julio de 2025

Domingo 14C

La paz y la vida son signo de que Dios está reinando y debemos ser testigos

DOMINGO decimocuarto - "C"


Eduardo de la Serna




Lectura del libro del profeta Isaías 66, 10-14


Resumen: en un canto muy armado, el discípulo de Isaías manifiesta su alegría desbordante por la intervención maternal de Dios en su historia llenándolo de sus dones que se manifiestan como abundancia y como paz.


Como corresponde a la poesía, no siempre es fácil encontrar una buena traducción a los juegos de palabras, las asonancias, los sinónimos. Y el texto de la liturgia de hoy es clara y bellamente poético. En 66,18 el tono pasa claramente a prosa, por lo que la unidad finaliza allí (además de la conclusiva “oráculo de Yahvé” de v.17), del mismo modo que la prosa de v.5ab marca el comienzo. En v.10 cambia el enfoque y ya no habla de Yahvé (5c-9) sino de Jerusalén. El v.14 concluye con la idea del “gozo”, como veremos y anuncia la siguiente parte del verso que refiere a los adversarios de Dios (vv.15-17). De todos modos, el texto es uniforme: la idea de la “gloria” (kabod) (verbo, v.5; sustantivo, vv.11.12.18.19); los enemigos (vv.6.15) y particularmente el campo semántico de la maternidad: “dolores… dio a luz… parto” (v.7), “dar a luz, nacimiento, dolores” (v.8), “abrir el seno... dar a luz” (v.9), “mamar… saciarse... chupar… pechos” (v.11), “alimentados, llevados en brazos, acariciados, en las rodillas” (v.12), “como una madre” (v.13). Lo que se destaca es la gestación (anticipada) de un pueblo (v.8), Jerusalén, entonces (vv.10-14) es destacada en cuanto representación del pueblo mismo. La finalización con la referencia a los enemigos alude a los que no siguen los caminos de Yahvé.

En el texto de la liturgia, el centro está dado por los términos que refieren a la “alegría”: tres términos se encuentran en el v.10, “alégrense” [samah], “regocíjense” [gîl], “gocen [sisû] de gozo [masôs]”, y v.14 [sûs]. Y podemos incluir también el “consuelo”: v.11 [tanaûm], o la “compasión” v.13, (3 veces [naham]). Otro elemento recurrente es la abundancia: “todos” [kal] se repite (vv.10 2x, 16), “llenos” (v.10; literalmente “exultantes con exultación”), “hartos [saba’], deleite [‘anûg], abundancia [kabôd]” (v.11), “desbordante [sataf]… abundante [kabôd; en estos casos parece que es conveniente traducirlos por “abundancia” más que por “gloria”, que es otra acepción del término]” (v.12). Todas estas imágenes, compuestas poéticamente destacan la alegría por la abundancia de Jerusalén. Pero veamos algunos elementos:

La escena es doméstica, en el seno de un hogar una madre da a luz antes de lo esperado (v.7), el clima es de ternura (amamantar, acariciar, rodillas…) y –especialmente- de alegría. La alegría es un tema recurrente en el Tercer Isaías (56,7; 60,18; 61,3.7.10; 65,13-19); pero  este nacimiento es el de un pueblo (v.8), y la madre ¡es Yahvé! (v.13; la imagen materna y femenina de Dios es recurrente en el discípulo de Isaías: ver cf. 42,14; 45,10; 49,15). La alegría es a causa de la nueva Jerusalén y su prosperidad, es el contraste entre la alegría y el duelo que hacían por ella (v.10). Ante una ciudad que vuelve a comenzar después del exilio; que había sido devastada, destruida, la imagen del nacimiento no sólo refiere a que Israel (y su ciudad capital) es re-creada, sino también que será poblada (ver el tema en 49,20-21; 54,1-4), estará “rebozante” de hijos y de abundancia. 

Este amamantamiento de los hijos es imagen de serenidad y de paz; la promesa del consuelo / compasión cierra lo comenzado en 40,1 (libro de la consolación). En esta ciudad renovada la paz (shalôm) será abundante como un río, y también lo será la prosperidad (kabôd) de las naciones. La paz alude al mismo nombre de la ciudad (Jerusalén termina con las mismas consonantes de shalom; ver Sal 122, especialmente vv.6-8). 

Pero la otra cara es el juicio a los enemigos. Por un lado tenemos la ternura y el consuelo de Dios, su “mano”, y en contraposición su ira a los enemigos (notar la llama y la espada, vv.15-16; y amenaza a los que practican ritos prohibidos v.17).



Lectura de la carta a los Gálatas 6, 14-18


Resumen: Pablo concluye la carta a los Gálatas pero –extrañamente- retoma y sintetiza todo el tema que ha desarrollado. Unos adversarios han predicado la circuncisión, y Pablo les dice que eso no cuenta, que lo que cuenta es Cristo, y que quién se deje modelar por Cristo ese tal recibe paz, misericordia y gracia, ese tal es el Israel de Dios, que nace por la circuncisión del corazón.


El fragmento que nos propone la liturgia es una pequeña parte –la final- del último párrafo de la exhortación de la carta (6,1-18). En realidad, esta parte parece comenzar en el v.11 con una suerte de “firma” de Pablo (si la carta es escrita –como muchas- por intermedio de un secretario, es habitual esta especia de “autógrafo”, ver 1 Cor 16,21; cf. Col 4,18; 2 Tes 3,17). Luego de esto, retoma el conflicto con los adversarios que se encuentra en toda la carta, en este caso volviendo sobre el tema de la circuncisión (el término lo encontramos repetido en vv.12.13 y 15). Pero veamos qué señala aquí Pablo en este tema sobre los adversarios en relación a la comunidad (vv.12-13):

         a. la “carne”

          b. circuncisión

               c. la cruz

                    d. se jactan en la carne de ustedes

 Esto es lo que dice de los adversarios en relación a la comunidad, y a continuación señalará la relación de él mismo con la comunidad en estos términos, y el orden por momentos parece inverso (vv.14-18):

                     d’. me jacto en la cruz

               c’. un crucificado

          b’. circuncisión ni incircuncisión

     a’. nueva creación


Es esta segunda parte, la relación entre Pablo y la comunidad, la que la liturgia presenta hoy. Sin embargo, notemos antes algunos elementos de la primera parte que ayudan a una mejor comprensión de la segunda:

Señalar que los “fuerzan” a circuncidarse es paradójico en esta carta ya que en Pablo 2,3 afirma que Tito no fue “forzado” a circuncidarse por los presentes (que parece referir a Santiago, Cefas y Juan, cf. 2,6.9), y en el conflicto con Pedro (2,14) lo que Pablo le cuestiona es que “fuerza a los paganos a judaizar”, es decir, actuar como judíos siendo que él vive como no judío. El verbo, entonces (cf. 2 Cor 12,11) está en la carta en contexto del debate por la circuncisión, precisamente. Estos adversarios, entonces, hacen lo contrario de lo que los importantes de Jerusalén decidieron. El único motivo de este “forzar” es evitar la “persecución por la cruz”. Pablo insiste en orar por los perseguidores (Rom 14,19; 1 Cor 4,12), pero a su vez recuerda que él mismo fue “perseguidor” (1 Cor 15,9; Ga 1,13.23; Fil 3,6) y es perseguido en el presente (2 Cor 4,9; Ga 5,11) y también lo son sus comunidades (Ga 4,29) mientras él mismo persigue ahora a Cristo pero para alcanzarlo y seguirlo (Fil 3,12.14). La circuncisión evitaría la persecución de parte de los judíos (aunque no nos quede claro en qué podría consistir ésta en territorio gálata, o qué gravedad podría tener). 

Pero lo único que le interesa a estos tales es jactarse (kaujáomai) “en la carne de ustedes”.

En cambio Pablo (y aquí comienza el texto litúrgico) afirma que sólo se jactará en la cruz de Cristo. El verbo kaujáomai es sumamente importante en Pablo (lamentablemente no es fácil descubrirlo en las traducciones que a veces prefieren “gloriarse” en lugar de jactarse. Lo encontramos 37x en el NT y salvo 2x en Sgo y 1x en Ef, siempre en Pablo (particularmente en 2 Corintios, 20x). El tema central es que una persona o colectivo pone su fuerza, su atención, “se gloría” en algo, pero para Pablo depende qué es ese algo, para que esa actitud sea sensata o necia. Para él sólo tiene sentido jactarse en Dios, en Cristo, o allí donde Cristo aparece transparente ante los ojos de la humanidad. Por eso, jactarse en cosas (aun buenas) es necio, “el que se jacte, que se jacte en el Señor” (1 Cor 1,31; 2 Cor 10,17); jactarse de la pertenencia al pueblo de la alianza, o de la circuncisión, es jactarse “en la carne” y eso es absurdo a los ojos de Pablo (ver 2 Cor 11,18). En cambio, jactarse en la propia debilidad (2 Cor 11,30; 12,5) manifiesta ante todos la fortaleza de Cristo (12,9). Así Pablo se gloría en la cruz, y en aparecer a los ojos del mundo como “crucificado”. 

El “crucificado para el mundo”: no es conveniente entender el término “mundo” en sentido joánico; en el Cuarto Evangelio el “mundo” es –en general- el conjunto adversario de Jesús, por eso el diablo es el “príncipe de este mundo” (12,31; 14,30; 16,11), por eso el mundo no conoció a la palabra de Dios (1,10) y aborrece a Jesús (7,7; 15,18), a su espíritu (14,17) y a los discípulos (15,19; 16,33; 17,14), que no es –por tanto- de “este mundo” (8,23) ni lo son sus discípulos (17,16), como su reino “no es de este mundo” (18,36) y él ha “vencido al mundo” (16,33). En Pablo, en cambio, “mundo” es la generalidad (en el sentido de “todo el mundo”), lo cual implica en ocasiones la maldad “del mundo”, pero no es intrínsecamente perverso como parece serlo por momentos en Juan. Es decir, Pablo aparece como crucificado a los ojos “de toda la humanidad”. Si Pablo y el mundo están crucificados el uno para el otro, entonces están muertos. Se debe leer esto en clave escatológica (cf. 2,20, “he muerto a la ley”; “crucificó la carne con sus pasiones y deseos”, 5,24). 

Estando incorporado en la novedad que trae Cristo, para Pablo ya nada cuenta (ni la circuncisión ni la incircuncisión), sólo cuenta la “nueva creación”. Pero veamos brevemente: la circuncisión era el rito necesario de incorporación a Israel. Los pequeños eran circuncidados a los 8 días de su nacimiento (cf. Lc 1,59; 2,21), incluso cuando algún adulto se convertía y quería incorporarse a Israel, luego de un “bautismo de purificación”, debía circuncidarse (estos eran llamados prosélitos). Pero ya el A.T. había hablado que no era sólo cuestión de circuncisión “física” (“en la carne”) sino que era necesaria una circuncisión “del corazón”. No que se anunciara una nueva circuncisión alternativa, sino que se destacaba que ser miembro del pueblo de Dios no era cosa “ritual” sino que debía manifestarse en las opciones de vida (“corazón”). 

Es posible que en el trasfondo de este texto paulino (como parece estarlo en el citado 1 Cor 1,31; 2 Cor 10,17) haya alusión a Jer 9,23-26:

«Así dice el Señor: No se gloríe el sabio de su saber, no se gloríe el soldado de su valor, no se gloríe el rico de su riqueza; quien quiera gloriarse, que se gloríe de esto: de conocer y comprender que soy el Señor, que en la tierra establece la lealtad, el derecho y la justicia y se complace en ellos –oráculo del Señor–. Miren que llegan días –oráculo del Señor– en que pediré cuentas a todo circunciso: a Egipto, Judá, Edom, Amón, Moab y a los beduinos de cabeza rapada. Porque todos, lo mismo que Israel, son incircuncisos de corazón».

Sobre la circuncisión del corazón, cf. Jer 9,23-25 (la Biblia griega lee “incircuncisos de carne”, de las naciones y “circuncisos de corazón” de Israel). La unión de Jer 23,23-24 a vv.25-26 remarca dónde se pone la jactancia de la que se ha hablado. [Entre paréntesis, notar que el texto pone a Judá entre las naciones]. El contraste "jactarse en la carne - jactarse en el Señor" se relaciona en la carta con circuncisión – incircuncisión. La circuncisión que vale es la del corazón: Deut 10:16; 30:6; Jer 4:4; Rom 2:28-29; Col 2:11-13. La nueva creación es “en Cristo” (2 Cor 5,17; cf. Rom 8,19-22); es que “en Cristo” ya no hay judío, ni griego… (3,28); cf. Is 65,17-25; 66,22. No cuenta circuncisión ni incircuncisión (v.15 = 5,6). Hay, de todos modos, un contraste entre Is 66,23 y Ga 4,10 ya que la novedad de Isaías implica cierta continuidad (litúrgica y ritual, por ejemplo) que Pablo no tiene en cuenta. Un texto ilustrativo es el citado 2 Cor 5,17: “el que está en Cristo es una nueva creación”; estar “en Cristo” es el ámbito, la novedad; es estando “en Cristo” que no cuenta todo lo antiguo (circuncisión - no circuncisión).

La “regla” (kanôn) es lo que revela al cristiano genuino. Es interesante que Flavio Josefo identifica “kanôn” y ley (nomos), mientras que aquí Pablo parece moverse por andariveles distintos (¿será que esta regla la “ley de Cristo” diferente de la Ley?, cf. 6,2; 1 Cor 9,21). El Israel de Dios son los que adhieren a esta nueva creación; no se refiere al “Israel de la carne”, sino que lo dice en relación a Cristo. Si empezaba toda la carta con un “anatema” (1,6-9) a los gálatas por seguir otro evangelio que estos adversarios les han predicado; ahora concluye con “paz y misericordia” a los que “se sometan a esta regla” (v.16). La “paz a Israel” es algo habitual en las familias y hogares y en su oración: (Sal 125:5; 128:6; Salmos de Salomón. 4:25; 6:6; 8:27-28; 9:8; 11:9; 13:12; 16:6; 17:45; 18:5; y en Qumrán, 11QPsa 23:11). Una clásica oración judía de este tiempo decía: “Que la paz… y la misericordia… esté con nosotros y con todo Israel tu pueblo” (Shemoneh Eshre). Cf. Is 54,10 (vv.11-12 “nueva creación”); Jer 16,5; Sal 85,10 (y Jubileos 22,8; y Qumrán, 1QH 13,5. 

Los adversarios de Pablo no han sacado todas las consecuencias de la cruz… su centralismo les impide entender que las fronteras de Israel se han expandido (ya no el Israel según la carne; 1 Cor 10,18). Israel es lo que cuenta, pero hay un modo “nuevo” de ser Israel (no implica un “nuevo Israel; cf. Fil 3,3; Ga 3,29). Hay que evitar algunos malentendidos en esto: Pablo no parece estar pensando en un “nuevo Israel” como sería propio de la teología de Mateo, y tampoco en el “cristianismo” como alternativo, o superador de Israel (la palabra “cristianismo” no existe hasta el s.II y el término “cristiano” Pablo jamás lo utiliza). Siendo que algunos profetas habían señalado que las fronteras de Israel se expandirían con las “naciones” que aceptaran a Dios (cf. Is 60,1-22), para Pablo esto viene dado con los “tiempos nuevos” iniciados “en Cristo”, con la donación de su “espíritu”. Todos aquellos que acepten esta novedad serán incluidos en Israel. Pero aquellos que no lo acepten, siguen siendo el “Israel según la carne” [recordar que Pablo establece un contraste entre “carne” y “espíritu” que remarca la aceptación o no de los nuevos tiempos inaugurados por la resurrección de Cristo]. Algo semejante señala en Ga 4,21-31 en la alegoría con las dos mujeres de Abraham, Agar y Sara y las dos alianzas que esto implica, la del Sinaí, la Jerusalén actual, y la Jerusalén “de arriba”.

La identificación con los sufrimientos de Cristo es la garantía del apostolado: (Rom 8:17; 2 Cor 1:5; 4:8-10; Fil 3:10; Col 1:24); es un tema clave en Pablo. Mientras algunos se “jactan” de su ser “judíos”, o de la vinculación con los apóstoles, Pablo –coherente con lo que hemos dicho- se jactará de su debilidad, de su asemejarse al Crucificado (2 Cor 6,4-10; 11,21-33); es en esto donde Pablo puede “mostrar” ser verdadero apóstol, no en las cosas en las que habitualmente se jactan los adversarios. 

Las señales (stigmata) que Pablo lleva parecen aludir a marcas son tatuajes o marcas de esclavitud, al estilo de las “marcas de ganado” (¿está aludiendo a que se siente esclavo de Cristo?); Pablo quiere ser identificado con la única marca de la nueva creación, la cruz (es decir, no la circuncisión). En realidad Pablo no alude a la circuncisión como otra “marca” y mostrar así la cruz como alternativa, pero no parece improbable que la circuncisión sea vista aquí también como marca. Lo cierto es que la identificación con la cruz, de la que los adversarios huyen, es lo que Pablo elige que lo marque, y de eso se jacta.

Finalmente termina otorgando la gracia con el “espíritu”, lo que es razonable si están en este nuevo tiempo. El espíritu (y la gracia) es todo lo contrario a la circuncisión, característica de “la carne”, del Israel que no ha sacado las consecuencias de su Ley y no la cumple. Los destinatarios (como en 6,1) son calificados de “hermanos”, y se refiere a los hermanos en la fe (6,10). “Amén” es una característica frase conclusiva en doxologías (Rom 1,25; 9,5; 11,36; 15,33; 16,27; Ga 1,5; Fil 4,20; 1 Tes 3,13).

Señalemos una pequeña nota conclusiva: no es común en las cartas de Pablo después de haber terminado un tema que lo retome en la conclusión de las cartas; allí suele haber doxologías (Rom 16,25-27; Flm 25), o saludos (Rom 16; 1 Cor 16; Fil 4,2-3.21-23; 1 Tes 5,23-28; Flm 23-24, cosa ausente en esta carta (salvo el Amén, como se ha dicho). En ese sentido, también es extraño que una carta de Pablo no tenga “acción de gracias” en el comienzo (ver Rom 1,8; 1 Cor 1,4; Fil 1,3; 1 Tes 1,2; Flm 4). Esta carta, entonces, es diferente en su conformación a las restantes de Pablo lo cual revela la libertad con que se mueve en la composición. Como se dice, es extraño que tenga una conclusión donde retoma el tema central de la carta y por tanto parece que se la puede considerar –entonces- como clave para entender toda la carta.



+ Evangelio según san Lucas 10, 1-12. 17-20


Resumen: Jesús envía un grupo más grande que los doce, envía Setenta y dos, que es el número de los pueblos al finalizar el diluvio. Lucas quiere mostrar que el Evangelio no sólo debe llegar a Israel (los Doce, como los hijos de Jacob) sino a todos los pueblos. Y los enviados deben ser testigos del reino, de la paz y del triunfo definitivo de Dios sobre el mal en la historia.


Habiendo comenzado el largo viaje de Jesús a Jerusalén, Jesús decide enviar mensajeros delante de él. Ya lo había hecho en 9,1-6 pero en este caso los enviados eran los Doce y aquí se alude a un grupo mayor. En general se piensa que el primero remite a Marcos como fuente, pero Lucas elige ampliar la idea con un nuevo envío más importante, este tomado del documento Q. Hay elementos en común entre ambos relatos, y también novedades. Veamos simplemente a modo ilustrativo:


Lc 9,1-6
Lc 10,1-12
Convocando a los Doce, les dio autoridad y poder sobre todos los demonios, y para curar enfermedades;
y los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar.
Después de esto, designó el Señor a otros Setenta (y dos),

y los envió de dos en dos delante de sí, a todas las ciudades y sitios a donde él había de ir.
Y les dijo:




«No tomen nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni plata; ni tengan dos túnicas cada uno.
Y les dijo: «La mies es mucha, y los obreros pocos. Rueguen, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies. Vayan; miren que los envío como corderos en medio de lobos.


No lleven bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y no saluden a nadie en el camino.
Cuando entren en una casa,


quédense en ella hasta que se marchen de allí.
En la casa en que entren, digan primero: «Paz a esta casa.» Y si hubiere allí un hijo de paz, la paz reposará sobre él; si no, se volverá a ustedes. Permanezcan en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No vayan de casa en casa.

En la ciudad en que entren y los reciban, coman lo que les pongan; curen los enfermos que haya en ella, y díganles: «El Reino de Dios está cerca de ustedes.»
En cuanto a los que no los reciban,
saliendo de aquella ciudad,
sacudan el polvo de sus pies en testimonio contra ellos».
En la ciudad en que entren y no los reciban, salgan a sus plazas y digan: 
«Hasta el polvo de su ciudad que se nos ha pegado a los pies, lo sacudimos. Pero sepan, con todo, que el Reino de Dios está cerca.» Les digo que en aquel Día habrá menos rigor para Sodoma que para aquella ciudad.
Saliendo, pues, recorrían los pueblos, anunciando la Buena Nueva y curando por todas partes.

            


Como se ve, aunque el esquema es semejante y la idea también, hay algunas notas interesantes para destacar: si bien empieza señalando la llegada del misionero a una casa, enseguida el acento está puesto en la ciudad (que recibe o no), el envío es “de dos en dos” (quizás para que el testimonio que darán sea valedero, ver Dt 17,6; 19,15, ya que no deben  predicarse a sí mismos sino ser “testigos”, ver 24,48), el pedido al dueño de la mies y el envío como corderos en medio de lobos remarca una nota de conflicto evidente (aunque en la era de la paz [Is 11,6] el lobo y el cordero serán vecinos; [ver 65,25]). La indicación de lo que no deben llevar es diferente, incluyendo que no deben saludar a nadie por el camino, lo que deben hacer en la casa a la que lleguen es donar la paz, aunque en las ciudades que los reciban o no repetirán la proximidad del Reino de Dios.

La novedad principal de este texto, sin embargo, viene dado por el número importante de enviados. Algunos manuscritos hablan de 70 y otros de 72. No es fácil decidirse. Si se tratara de 70, parecería aludir a los 70 ancianos que son delegados para ayudar a Moisés en su ministerio (Núm 11,16-25), aunque dos quedaron en el campamento (11,26-30) ¿suman 72? ¿O por 72 refiere a las tribus paganas surgidas a partir del diluvio? (Gen 10,2-31 que son 70 pueblos en la Biblia hebrea y 72 en la griega). Lo cierto es que sea lo que fuere es evidente que este número grande alude a la misión más amplia de las fronteras de Israel, es decir –y es tema propio de Lucas, como se sabe- la misión a los paganos. Así como la misión a Israel hace referencia a los Doce, aquí se nos prepara el camino para la misión a los no judíos.

Algunos elementos son característicos de este texto: como en el texto de Lc 9, la misión es pobre, y los misioneros deben serlo. Pero destacan aquí tres elementos nuevos:

     1. No saludar a nadie en el camino, ya que la misión es perentoria, y no pueden perder tiempo en los interminables saludos orientales.
     2. La idea de la “mies” también es indicio de la inminencia del anuncio. El tema ya se encontraba en los profetas (Is 33,11; 41,15-16; Jr 13,24; 51,2.33; Am 9,9; Jl 4,13) y fue retomado por el Bautista (3,16-17).
     3. La referencia al lobo y el cordero es imagen del pecador y el piadoso que no deben juntarse (Eclo 13,17), lo que contrasta claramente con la paz, como se ha dicho.

Dos breves notas:

a. La mies y el pedido al “dueño de la mies” se ha utilizado como texto “vocacional”, es decir “pedir a Dios vocaciones para determinado ministerio o comunidad”; sin embargo es importante notar que se está hablando de “obreros” de la predicación del reino; es decir, lo que se está pidiendo es que el grupo de discípulos de Jesús crezca para que el reino sea anunciado y ya no sean “setenta y dos” sino multitudes las que anuncien al mundo la paz y el reino.

b. La “paz” (en hebreo shalôm, en griego eirênê; que se encuentra en las 3 lecturas del día) no es simplemente ausencia de conflicto. Por eso contrasta con la “paz” de “este mundo”, es decir la pax romana que es la imposición imperial de guardar el orden. Para el mundo semita, el Shalom es un estado de plenitud (y en ese sentido debe entenderse también en el N.T. que es semita). La paz es el deseo (o la concreción) de que los destinatarios “estén bien, vivan bien, sean felices”. En ese sentido, “Shalom/eirênê" se parece más a plena felicidad que a lo que entre nosotros se entiende habitualmente por paz.

A este envío, le sigue una lamentación por las ciudades que no han escuchado el paso de Dios por sus vidas, que finaliza con el dicho: “el que a ustedes escucha, a mí me escucha; el que a ustedes rechaza, a mí me rechaza” [vv.13-16; dicho que se puede encontrar en otros evangelios de modo positivo (Mt 10,40; 18,5; Jn 13,20) o negativo (Jn 5,23)], y que está omitido por la liturgia que retoma con el regreso de los setenta (y dos) y una conclusión.

El mismo poder de Jesús sobre los demonios se ha manifestado en los misioneros que vuelven. Jesús afirma haber “visto a Satanás caer” (v.18). El enfrentamiento de dos reinos, el de Dios y el de Satanás es frecuente en Lucas, particularmente en los textos que sólo son de este Evangelio y hacen referencia al diablo / Satanás (cf. 4,6; 10,18; 13,16; 22,3.31), el Reino que Jesús predica e inaugura está en conflicto con aquel que simboliza la búsqueda sistemática de hacer el mal, de oponerse a la voluntad de Dios. Por eso Pedro sintetiza el ministerio de Jesús en Hechos como el de quien “pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo” (10, 38). Ese “hacer el mal” está expresado en las “serpientes y escorpiones” (v.19; ver Dt 8,15) que los discípulos pisarán sin daño. El dominio del mal está llegando a su fin con la venida del reino. En el libro de Dios están escritos los que son fieles a él (ver Ex 32,32-33), eso es lo único que cuenta.


el video con comentario al Evangelio en
https://youtu.be/aVzqn6Js5-g
o también en
https://blogeduopp1.blogspot.com/2025/06/video-con-comentario-al-evangelio-del.html


Dibujo tomado de http://cebiclar.cl/termino/lectura-comunitaria/page/2/

jueves, 26 de junio de 2025

Evodia y Síntique

Evodia y Síntique

Eduardo de la Serna


En Filipenses 4,2 Pablo menciona a dos personas, Evodia y Síntique, son dos nombres de mujer, los cuales se encuentran sólo aquí en toda la Biblia (aunque “euodia”, en griego, también significa éxito, provecho, solución, como lo encontramos en Tob 4,6; Pr 25,15; Eclo 10,5; 20,9; 38,13, pero nunca aparece como nombre).

Lo que sabemos es que estas dos mujeres están distanciadas, quizás peleadas, y por eso Pablo le encarga a un compañero que las ayude para que “sientan en el Señor”, es decir, que su modo de actuar cambie, que modifiquen sus “sentimientos”. Es interesante que, en esta carta comunitaria, Pablo de golpe pasa a escribir en singular y le pide a un “compañero” que las anime a ese sentimiento. No sabemos a quién se dirige (puede ser un varón o también una mujer) pero pareciera tener una cierta importancia en la comunidad como para que Pablo la o lo mencione en privado y como para que las dos mujeres puedan cambiar sus sentimientos por iniciativa de este “compañero” o “compañera” de Pablo y de todos.

Pero de estas mujeres, Evodia y Síntique, todavía se dicen otras cosas: (1) que lucharon-juntos (a Pablo y a otros) por el Evangelio; que son (2) “colaboradoras”, como también lo son otros, entre los que se menciona a un tal Clemente, y que (3) sus nombres están en el “libro de la vida”.

1.- “Luchar-juntos” es algo que Pablo reconoce, también en esta carta, como algo propio de los “ciudadanos del Evangelio” (Fil 1,27), unidos por el espíritu. No se trata de ser “ciudadanos” como pide el Imperio Romano sino como nos invita el evangelio.

2.- “Colaboradores” (es decir que “trabajan juntos”) es un término que Pablo usa mucho para referirse a sus compañeros en la misión evangelizadora: en 2,25 lo dice de Epafrodito, que también es “compañero de armas” (ver Flm 2), es decir que ha “luchado junto” a Pablo en la misión. En Filemón 1 y 24 y Rom 16,3.9.21 lo dice de otros varios personajes; y particularmente lo dice de Tito (2 Cor 8,23) y de Timoteo (1 Tes 3,2). Es decir, se trata de misioneros como lo es Pablo que es, a su vez, “colaborador de Dios”, es decir compañero (1 Cor 3,9).

3.- El “libro de la vida” es una imagen (ver Ap 3,5; 20,15) que supone un rollo en el que Dios escribe los “nombres” de sus amigos. Ese libro se abrirá (imaginan) al final de los tiempos ya que todavía “se sigue escribiendo”.

Nos encontramos, entonces, con dos mujeres que han sido misioneras activas en la comunidad. Que han trabajado con mucho entusiasmo en el anuncio del Evangelio y Pablo sabe que Dios no es indiferente a esto. Algo ha ocurrido entre ellas – y no sabemos qué – y Pablo exhorta a su compañero a que busque la reconciliación de ambas.

A modo de conclusión, Pablo anima a todos, por tanto, también a las dos mujeres, a tener la “alegría del Señor” (4,4). En 4,1 había dicho “mantenerse” en el Señor, “mantenerse firmes” dice en 1,27, “firmes en la fe”, especifica en 1 Cor 16,13, “en pie” (Rom 14,4). Lo que señala, a modo de conclusión, pero como signo evidente de la vida de la comunidad, es la “alegría”. Mantener la alegría es la actitud propia de la realización de la voluntad de Dios, aunque pueda resultar dolorosa (ver Fil 1,17; 2,18.28). Es dedicarse a eso que debe el o la compañera, así “ayudarlas” (v.3) porque así ellas, re-encontradas, vivirán “en el Señor”, “sentirán” con el Señor y su vida, en la comunidad, será testimonio, será anuncio del Evangelio.

No está mal tener esto presente en nuestras comunidades para ayudar a los distanciados, animarlos al reencuentro para que así, una comunidad reconciliada sea un buen testimonio del Evangelio y seamos así “colaboradores” de Jesús y con él luchemos para que Cristo sea mejor conocido y más amado en el ejemplo vivo de una comunidad de compañeros, hermanas y hermanos.

 

Imagen tomada de https://www.flickr.com/photos/eldeljuano/3960741385/ 

El fundamentalismo y la pereza

El fundamentalismo y la pereza

Eduardo de la Serna



Con el título «Exégesis bíblica en la sociedad contemporánea: Conflictos, fundamentalismos y resistencias» se ha desarrollado en Costa Rica, los días 23 a 27 de junio el III Congreso Internacional de Estudios Bíblicos [el I en Buenos Aires, el II en Bogotá]. Como suele ocurrir en este tipo de congresos, hay conferencias y mesas temáticas con paneles. Ante la invitación a participar, hice llegar a los encargados una propuesta de reflexión frente al fundamentalismo la cual fue aprobada para participar en una mesa con otros tres panelistas sobre el tema. Del mismo participé de modo virtual porque, obvias razones económicas, me impidieron participar presencialmente del mismo.

Como suele ser lo habitual, tuve que realizar mi comunicación en 15 minutos. Y, acá mi inconformidad. Cuando presenté mi propuesta, tenía la sensación que el tema era bastante serio y merecía un detenido análisis; las 6 páginas que yo presentaba me resultaban pobres, limitadas, insuficientes. Y, tener que comunicar esto en 15 minutos, reducía ese texto todavía a la mitad. Sé que ese es el modo en que los congresos se realizan, por tanto, nada tengo que decir a la organización, pero debo confesar mi cada vez mayor incomodidad con “la Academia”. Creo que impone un corsé a congresos, artículos, conferencias que terminan más concentrados en la forma que en el contenido, y, entonces, algo se evalúa si sigue las normas X, si presenta o no un abstract, si las palabras clave (que las veo totalmente absurdas e innecesarias) son adecuadas, en lugar de concentrarse en la seriedad o no, lo desafiante o no, lo propositivo o no del texto. En lo personal, yo colaboraba con cierta frecuencia en revistas académicas y me han desalentado absolutamente (por no añadir, todavía, el excesivo protagonismo que se atribuyen algunos árbitros desalentando todo diálogo, debate o análisis) … En lo personal (que no es importante, porque lo que cuenta es el buen desarrollo del congreso, por cierto) terminada mi presentación quedé con una insatisfacción muy profunda, como que los participantes perdieron 15 minutos en los que no se les aportó nada. Una pena. Especialmente porque creo que el tema – como dije – sí es importante para pensar y desafiante para la acción.

Acá presento el texto original, como fue enviado a los organizadores.


Palabras clave: pereza, individualismo, nutrimiento de la palabra, otro evangelio, responsabilidad pastoral.

 Introducción

Es sabido que la pereza constituye uno de los llamados “siete vicios capitales”. Algunos pensamos que es quizás el más grave de todos,[1] especialmente porque en los restantes puede haber una variante positiva, como cuando se habla de “sana envidia”, o de “justa ira”, por ejemplo. La pereza, en cambio no toma la decisión de levantarse, de ponerse en camino, del esfuerzo arduo.

Es sabido que históricamente en nuestro Continente, la lectura de la Biblia estaba ligada no solamente al esfuerzo, sino también, en no pocas ocasiones, al martirio. Esto era habitual, ya en tiempos y lugares distintos, en los que tener una Biblia, y que esta revelara ser muy usada, sería tenido por algo subversivo en tiempos pasados.[2]

La proliferación de grupos fundamentalistas en América Latina y el Caribe es harto evidente. Ya es sabido – y no es acá el caso de profundizar la idea – la relación entre muchos de estos grupos con el proyecto de dominación del Norte, pero no es menos cierto que la lectura fundamentalista “ha sido recibida” en muchísimas comunidades de distintas iglesias cristianas.

Siendo, como se había dicho, que América Latina y el Caribe es “el continente de la Biblia”,[3] no era fácil eliminarla del horizonte popular; mucho más sencillo, y a su vez conveniente para quienes la veían como un peligro, era “domesticarla”. Domesticar la Biblia significaba descartar de ella toda mordiente que afectara la realidad y que comprometiera a comunidades en su transformación.

A esto, creo, que se ha de añadir, el auge de los individualismos: el individualismo en las espiritualidades: intimismos, espiritualismo desencarnado y sin “otros”, que se refleja en cantos en primera persona del singular, o en modos de piedad, pero también el individualismo en corrientes políticas, etc. En este caso, el texto bíblico “me habla a mí”, a “mi situación concreta”, sin un “nosotros” …

Es en este contexto que, creo, y deteniéndome especialmente en quienes tienen responsabilidades pastorales (ministros, catequistas, celebradores), que es el ámbito donde entra la pereza. La lectura literal, sin el esfuerzo del análisis, de la crítica, del contexto, del estudio, es ciertamente más fácil, más cómodo. Es más fácil dejarse enseñar por las mini series “Moisés”, o “The Chosen”, que cuestionar, leer, investigar. Y, en esto, creo, radica la gravedad de la irresponsabilidad pastoral.

Si los que tienen responsabilidades en las comunidades recurren a fundamentalismos evidentes, ¿por qué cuestionaríamos ese mismo modo de lectura en quienes de ellas y ellos han aprendido?

Y no me refiero, en este caso, a los fundamentalismos bíblicos en los que incurren evidentemente funcionarios políticos (como sería el caso de Jair Bolsonaro o Javier Milei, por caso) gravísimos, por cierto, sino directamente a las responsabilidades “pastorales”, eclesiales.

En otra ocasión hemos propuesto que hay diferentes lecturas de la Biblia que se deben retroalimentar mutuamente: una pastoral, una popular y una académica.[4] Una lectura de mero escritorio, sin contacto con el Sitz im Leben und im Tode del pueblo que vive, celebra y padece, puede terminar en dar respuestas insustanciales a preguntas bizantinas; una lectura popular sin la anterior puede aproximarse, por ejemplo, al fundamentalismo,.

Mirando u oyendo reflexiones o documentos pastorales (por cuestión de pertenencia me referiré particularmente a lo que ocurre dentro de la Iglesia católica romana, pero, por lo que sé, no es exclusivo de ella) es habitual que se publiquen textos escritos en los que los autores dicen lo que ellos creen que deben decir, a lo que, después, se le añaden algunos textos bíblicos a modo casi decorativo; en ocasiones se citan textos de los que estudios académicos dicen cosas muy diferentes; e, incluso, en otras oportunidades, ni siquiera se cita la Biblia.

Es verdad que los documentos “oficiales” de la Iglesia católica romana dicen que la Biblia ha de ser “el alma de la teología”[5], y, por tanto, también debiera serlo de la pastoral, pero no es menos cierto que eso en la práctica casi no ocurre.

Es evidente, por cierto, que una homilía o una pastoral no han de ser una “clase de Biblia”, pero no es menos verdadero que la Biblia, lo que ésta dice a su pueblo, ha de nutrir la palabra o el texto y ha de ser su punto de partida.

Biblia

La referencia a los pastores en Ezequiel 34 alude claramente a los reyes de Judá: no se han ocupado de su pueblo, se han “apacentado a sí mismos” y el pueblo está disperso (clara alusión a las consecuencias de la destrucción de Jerusalén de 587 a.C.).[6] La referencia a David (v.23) confirma que, por pastores, se alude a la monarquía a la cual se responsabiliza, por su mal ejercicio, de la “dispersión” de las ovejas de Israel, especialmente las débiles. Por tanto, Dios mismo se ocupará de alimentarlas y llevarlas a los montes de Israel (v.14), el alimento será la justicia (v.16).

Es muy probable que el texto de Ezequiel haya inspirado el discurso de Jesús en Juan 10, sobre el buen pastor.[7] Sin embargo, es interesante destacar las diferencias. Mientras el texto de Ezequiel pone su acento en los malos pastores (a los que el profeta contrastará con Dios, el pastor quien, luego, llamará a David), en Juan no se hace referencia a los malos pastores sino a Jesús como pastor bueno (lit. bello).[8] Sin embargo, sí hay contraste entre los que entran o no por la puerta (v.1), los que son o no seguidos por las ovejas (vv.4-5). Los primeros son calificados de ladrones y salteadores (vv.1.8.10) o también de extraños (v.5), que, sin entrar por la puerta, escalan al redil, y lo hacen para “matar, sacrificar y destruir” (v.10); los segundos no son conocidos por las ovejas, y – por lo tanto – ellas no los siguen; el mutuo conocimiento entre pastor y oveja está ausente: él no conoce sus nombres, ellas no conocen su voz (vv.3-4). Sin embargo, el contraste principal está dado por el cuidado de la vida: los ladrones buscan “robar, sacrificar y destruir” mientras el pastor Jesús se pone delante del peligro arriesgando su vida (psyjê, vv.11.15.17) en favor de las ovejas para que tengan vida (zôê, v.10) pero una vida “eterna” (v.28), es decir divina, lo cual constituye “un mini Evangelio”.[9] De allí que aquí el contraste esté dado entre el pastor, a quien pertenecen las ovejas, con el asalariado, que no arriesgará su vida ante el peligro. La vida, y vida plena del rebaño, es la clave del relato, vida que trae Jesús, (a quien conocemos, nos conoce y reconocemos su voz).

En la Segunda Carta a los Corintios,[10] Pablo debe defenderse de quienes le han cuestionado su apostolado. Ya en 1 Cor 9,1 vemos que hay quienes niegan que él sea en verdad “apóstol”, algo que, para Pablo, constituye un motivo de jactancia por la gracia de Dios (1 Cor 15,10). Sabemos que hay quienes han ofendido a Pablo o a alguien del equipo apostólico, y esto motiva su defensa. Pero esta crítica supone, a su vez, el reconocimiento, por parte de los corintios, de otros ministros, de los que Pablo afirma críticamente: que él no se recomienda a sí mismo (3,1; 5,12), como sí lo hacen sus adversarios, (10,12), ya que es recomendado por Dios (4,2; 10,18) y lo hace como ministro de Dios (6,4) y deberían haber sido los mismos corintios quienes lo hicieran (12,11). Precisamente porque actúa delante de Dios es que no “falsifica la palabra de Dios” sino que manifiesta la verdad (4,2). Pablo y su equipo no “negocian” con ella, sino que actúan con sinceridad, con pureza de razones (2,17). Por un lado, se ha de tener en cuenta que Pablo tiene una relación tensa con (o con algunos de) los corintios, particularmente en el terreno económico. Es probable, por un lado, que muchos le cuestionen que sea realmente apóstol puesto que Jesús dijo que los suyos debían ser mantenidos por la comunidad, y, en este caso, Pablo no acepta dinero de ellos (particularmente de los corintios) sino que trabaja con sus propias manos para autoabastecerse. Así resuena muy irónica la frase de 2 Cor 12,13: “¿En qué fueron menos que otras Iglesias salvo en que yo no me convertí en una carga para ustedes? Perdónenme esa ofensa”. Por otra parte, Pablo intenta, en toda la carta, mostrar una identificación simbólica entre el apostolado, que él reivindica para sí y su equipo, y el crucificado: el apostolado está marcado por el sello de la cruz. [11] Los falsos apóstoles (11,13), a los que – nuevamente con ironía – califica de “apóstoles excelsos” (11,5; 12,11), predican “otro espíritu”, “otro evangelio”; Pablo predica sin cobrar y “nadie me privará de ese honor” (11,10), es la gracia la que actúa en la debilidad (palabra clave en ambas cartas a los corintios):[12]

Pero él me dijo: «Mi gracia te basta, que mi fuerza se muestra perfecta en la debilidad». Por tanto, con sumo gusto seguiré jactándome sobre todo en mis debilidades, para que habite en mí la fuerza de Cristo.

Por eso me complazco en mis debilidades, en los insultos, en las necesidades, en las persecuciones y las angustias sufridas por Cristo; pues, cuando estoy débil, entonces es cuando soy fuerte. (12,9-10)

La debilidad es expresión de Jesús crucificado (13,4) y manifiesta la fidelidad de Pablo al apostolado. Los falsos (o excelsos) apóstoles no predican con verdad la palabra de Dios, negocian con ella, se jactan de sus propias fuerzas (es decir, no en la de Dios).

Una de las características que tiene, en Pablo, el verbo “jactarse” (kaujaomai) es que la clave no está en sí mismo sino en el objeto de la jactancia. Jactarse por la obra de Dios de la que el apóstol es un mero instrumento, es dar cabida a Dios y su gracia en el seno de la comunidad, en cambio, jactarse en las propias fuerzas, es mirarse a sí mismos antes que a aquellos con los que se tiene una responsabilidad pastoral.[13] El primer modo se asemeja a “gloriarse” (doxazô, de hecho, muchas traducciones ponen “gloriarse” donde Pablo dice kaujaomai, lo cual puede prestarse a confusiones) lo que es siempre positivo por cuanto edifica a la comunidad. En cambio, el segundo modo, se asemeja a fysióô, que es hincharse, pavonearse, es decir, mirarse a sí mismos: “La ciencia [gnôsis], hincha [fysióô], el amor [agápê], edifica [oikodoméô]” (1 Cor 8,1). Es interesante que “pavonearse” es algo característico de los corintios [el verbo aparece solamente 7 veces en el NT, 6 de ellas en 1 Cor]. La edificación de la comunidad es lo que cuenta, para Pablo. Ese es el sentido de su apostolado, mientras otros se miran a sí mismos, negocian, se aprovechan…

Pereza

Mirando estos textos, que se podrían multiplicar, es oportuno preguntarnos por la responsabilidad o la pereza pastoral en la responsabilidad con el pueblo de Dios. ¿Cuál es el nutrimento que, como pastores, se está dando al pueblo? Porque, es evidente, que un pueblo subalimentado será un pueblo débil o frágil frente a la dificultad. La fortaleza, necesaria para enfrentar la tormenta, las raíces, o los cimientos sobre los que se edifica la comunidad, que están en el origen del término hebreo amén, requieren una predicación sólida y firme a su vez.

Ya desde el comienzo de sus escritos Pablo celebra que los tesalonicenses recibieron su predicación como lo que verdaderamente es: “palabra de Dios” (1 Tes 2,13).

Pero ¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Cómo creerán en aquel a quien no han oído? ¿Cómo oirán sin que se les predique?” (Rm 10,14)

La fe / creer, palabra central en Pablo (142 veces), nace de la predicación (cf. 1 Cor 15,11), pero – como es sabido – una casa edificada sobre arena no resiste la tempestad, mientras que edificada sobre roca (YHWH es mi roca) puede resistir.

Como hemos visto, tanto en 2 Corintios, como también en Gálatas, Pablo confronta con quienes han predicado “otro Evangelio” (2 Cor 11,4; Gal 1,6-7). La predicación paulina, dirigida a los paganos, les insiste que son verdaderamente miembros del pueblo de Dios a partir del bautismo; ya no es necesaria la circuncisión que los convertiría en prosélitos. Sumergidos “en Cristo” los bautizados se unen y reciben plenamente los dones de Dios. Esta predicación le trae a Pablo numerosas dificultades por parte de los que él llama “el Israel según la carne” (1 Cor 10,18), “los de mi raza según la carne” (Rom 9,3); sin circuncisión – afirman – no hay verdadera incorporación en la comunidad. Para Pablo es la recepción del espíritu lo que nos integra en el “Israel de Dios” (Gal 6,16), con una “circuncisión en espíritu” (Rom 2,29). Por eso, ese “otro evangelio” es, a su vez, “otro espíritu” (2 Cor 11,4). Por eso, con mucha frecuencia Pablo es perseguido por sus “hermanos”, precisamente por su predicación (Gal 5,11). La novedad de su anuncio tiene su raíz en el espíritu (Rom 7,6), es una “nueva alianza” con espíritu (2 Cor 3,6). Con su raíz farisea sería de esperar que Pablo se hubiera limitado a invitar a los paganos a incorporarse a Israel por el bautismo de los prosélitos y la posterior – e indispensable – circuncisión; pero la novedad que él descubre lo lleva a anunciar que el espíritu de Dios se recibe en el bautismo (1 Cor 12,13). Pero esta novedad le provoca, como decimos, dificultades y persecuciones. No solamente la ruptura con Pedro o con Bernabé sino, también, la presencia frecuente de misioneros que predican lo contrario en las comunidades paulinas, anuncian “otro evangelio”. Sin embargo, Pablo, por el bien de aquellos a los que se dirige les dice que a los judaizantes “ni por un instante cedimos, sometiéndonos, a fin de salvaguardar para ustedes la verdad del Evangelio” (Gal 2,5). El bien de la comunidad es aquello que Pablo no cede, a pesar que eso significa cárceles, azotes, torturas… (es decir, semejanza con la cruz). Ciertamente no es la comodidad, lo fácil, lo que Pablo elige y vive.

La responsabilidad con las comunidades exige predicar el Evangelio del reino. Es verdad que el individualismo que señalábamos, sumado a la comercialización con la palabra de Dios (no son pocas las motivaciones económicas en pastores y pastoras en la concreción de un anuncio de un evangelio light) conducen a la superficial y cómoda “teología de la prosperidad”.[14]

La responsabilidad de los pastores y pastoras en la predicación en las comunidades, no puede estar movida por la pereza. Es su compromiso alimentarse seriamente de la palabra de Dios, y, nutridos por ella, compartirla a su vez con el pueblo que les ha sido confiado. La realidad de nuestra América Latina es grave, la situación de injusticia, violencia, opresión es creciente. Y la palabra de Dios no puede ser una excusa para predicar la resignación.[15] La palabra bien nutrida y nutriente permitirá al pueblo la resistencia, y, quizás también, elementos para que la sociedad cambie y se asemeje un poco más (o mucho más) a algo más parecido a lo que Dios, quiere, eso que Jesús llamó “Reino de Dios”.



Notas

[1] Eduardo de la Serna, Los vicios capitales, Buenos Aires, ed. Paulinas 1997, 101.

[2] Cf. María López Vigil, Piezas para un retrato, El Salvador: UCA ed., 2014, 281.

[3] Cf. Rafael Aguirre, La utilización política de la Biblia, Estella (Navarra), Verbo Divino 2024, 161.

[4] E. de la Serna, “La Biblia y la Teología de la Liberación. Un desafío”, Alternativas 44 (2012/2) 37-52.

[5] Concilio Vaticano II, Dei Verbum 24. Incluso, cuando Juan Pablo propone un examen de conciencia en la Iglesia al aproximarse el tercer Milenio, la primera pregunta que se formula es “¿En qué medida la Palabra de Dios ha llegado a ser plenamente el alma de la teología y la inspiradora de toda la existencia cristiana, como pedía la Dei Verbum?”, Tertio Millennio Adveniente 36.

[6] Paul M. Joyce, “Ezekiel”, en John J. Collins et al, The Jerome Biblical Commentary for the Twenty-First Century. Third Fully Revised Edition, London – New York: t&t Clark 2022, 996.

[7] Cf. Xavier Léon-Dufour, Lecture de l’Évangile selon Jean, tome II, Paris: Ed, du Seuil 1990, 380-381.

[8] Jean Zumstein, El Evangelio según Juan (1-12) [BEB 152], Salamanca: ed. Sígueme 2016, 439.

[9] Mary L. Coloe, John 1-10 (Wisdom Commentary), Collegeville, Minnesota: Liturgical Press 2021, 255.

[10] Cf. E. de la Serna, “Segunda carta a los Corintios”, en A. Levoratti (dir.) en Comentario Bíblico Latinoamericano, Estella (Navarra): Verbo Divino 2003, 859-894.

[11] Sobre el tema ha escrito Santiago Guijarro en Servidores de Dios y esclavos vuestros. La primera reflexión cristiana sobre el ministerio [BEB minor 17], Salamanca, 2011, aunque no resalta que se trata propiamente del ministerio del apostolado ni la identificación de este con el Crucificado.

[12] Cf. E. de la Serna, “El ‘Cuerpo de Cristo’ en San Pablo”, Proyección 272 (enero-marzo 2019) 71.

[13] Cf. E. de la Serna, Primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto. Comentario [Estudios Bíblicos 72], Estella (Navarra), Verbo Divino 2019, 49.57.100

[14] R. Aguirre, La utilización política de la Biblia 181-185, “El fundamento bíblico de la teología de la prosperidad es extremadamente endeble”, 185.

[15] “No puedo predicar la resignación” decía el beato mártir Enrique Angelelli, Crisis 13 (1974) 54-57 (lo mismo afirmaba Eva Perón, Mi Mensaje, https://www.agenciapacourondo.com.ar/cultura/eva-peron-mi-mensaje cap. 21).