lunes, 25 de julio de 2016

¡Basta! ¡Se acabó!

¡Basta! ¡Se acabó!

Eduardo de la Serna



Hace unos cuantos años, lo que todos creíamos era que De la Rua era un presidente inactivo, débil, ausente. Los del “grupo Sushi” (bromeando podríamos decir que eran una suerte de Cámpora infeliz e inactiva, y  - como el nombre lo dice – nada más lejano a lo “nacional y popular”, entre los que revistaban además de los hijos del ex los inefables Lopérfido y Patito Bullrich) nos avisaron que pondrían cámaras en el despacho presidencial para que todo el mundo viera que trabajaba (no me imagino esas cámaras, por ejemplo, para Néstor o Cristina, nadie se plantearía seriamente si trabajaban o no, eso era evidente), y lo siguiente que le recomendaron fue que en sus apariciones públicas golpeara la mesa como signo de firmeza. Y así lo hizo, patéticamente, en el programa de Mariano Grondona.

Ante la imagen evidente de que el gobierno de Mauricio Macri es un gobierno de ricos y para ricos pareciera que su grupo de asesores (¿el “grupo lomo”?) le recomendó insinuar que “acá la justicia es para todos y los ricos no tienen coronita”, y entonces repitió que ahora, con el blanqueo de capitales ya no hará falta escondernos” (así, en primera persona). El blanqueo fue aprobado y reglamentado después de un tiempo prudencial para que quien quisiera esconderse o cambiar de lugar sus “cositas” pudiera hacerlo. Al fin y al cabo la plata mal habida es “López” no “nosotros”. Y ahora el “presidente Mau”, como lo llama la filósofa y paleontóloga argentina, dijo ante el nuevo Mariano Grondona: “se acabó la joda”. Obviamente, en la nueva cadena nacional de entrevistadores (periodistas es otra cosa) amigos y amigables Mau sabe que no habrá contra-preguntas tensas ni filosas. No sea cosa que termine reconociendo públicamente que la joda que se acabó es la de los pobres…

Pero dado el “nosotros” que utilizó, me surge precisamente la pregunta de cuál es la “joda” que se acabó: ya nos dijeron sus amigos en sendos programas oficialistas que antes se vivía una “fiesta” (entre paréntesis, ¡qué manía tienen los de la derecha de querer prohibir la fiesta popular!, ¿no?), una fiesta que incluía viajes, compras insólitas a las que no era normal acceder, como un celular, un auto o una moto… (en un nuevo paréntesis, me pregunto si no sería de desear, entonces, que se prohíban las publicidades de las cosas a las que no tenemos derecho a acceder, porque si se cuenta plata delante de los pobres, a veces la ocasión hace al ladrón). Y Heidi dijo que “les hicieron creer que podían tener calefacción”. Pareciera que esa es la joda que se empieza a acabar, al menos las vacaciones de invierno están mostrando que muchos empezaron a saberlo y ya no se toman el derecho que creían tener de viajar a la Costa, por ejemplo. Y si alguno no podía por A, B o Z viajar y creía que tenía derecho a ver fútbol gratis por TV sepa que “se acabó la joda”.

En realidad, y mirando bien, pareciera que “la mano invisible del mercado” es, y ¡ha de ser!, la que determina qué y quién tiene derecho a la joda, ya que ahora puedo comprar 5 millones de dólares por mes, puedo viajar sin controles venezolano-chavistas, puedo comprar “puerta a puerta”, y comprar importado, puedo blanquear sin que me controlen, aunque otros no puedan comprar lomo “trans-General Paz”, porque no tienen acceso a esa “joda”.

La “joda”, evidentemente, era esa de un Estado (¿a quién se le ocurre?) que controle, proponga leyes, intervenga en favor de los que históricamente “menos joda” han tenido. Y para frenar esa “joda” tenemos la palabra mágica: “corrupción”, porque todos ahora saben que “corrupción” se conjuga en pasado. La corrupción “era”, los corruptos “tenían”, y por eso son investigados por el “periodismo independiente” y la “justicia independiente” (que son lo mismo, y que son una entelequia) ante los cuales “el Estado” no interviene. Claro que uno puede preguntarse cómo es que antes, con corruptos y ladrones que se quedaban con la plata de los pobres, los pobres tenían acceso a más bienes que ahora con transparencia y honestidad donde la joda que se acabó no es la de la corrupción sino la de viajar a Mar del Plata o ver fútbol gratis por TV. ¡Ah! Y que nadie amague con querer volver a la joda pasada porque no sólo compramos balas de goma e hidrantes sino que además vamos a meter el ejército en las calles. ¡Todos saben que pocas cosas son más terroristas que los pobres festejando la vida!

El problema es que algunos creemos que “la joda que se acabó” es la de los más vulnerables, como se dice ahora, porque “sigue la joda” (que nunca dejaron de tener) de los poderosos, de los que no soportan ver que los pobres tengan piscina, entonces hay que encarcelar a Milagro Sala, que no soportan que “esos” puedan comprar y vender, trabajar y descansar, y hasta tener un auto o una moto. Con menos salario, o hasta sin él, las cosas van a volver a la normalidad. Es decir, se acabó eso de que el Estado intervenga en favor de los más desfavorecidos (o más jodidos) y que “la mano invisible del mercado” ponga las cosas en su lugar. El “derrame”, ese que nunca llega, hará el resto, es decir, llevará a los pobres al lugar de la eterna esperanza incumplida. O para usar palabras de otro, los que accedan al lugar de la pobreza sepan que “pierden toda esperanza los que lleguen aquí”. Porque ¡se acabó!


Foto tomada de www.motorpasion.com

2 comentarios:

  1. Padre De la Serna, siempre tan lúcido y certero en sus análisis. Ojalá haya cada vez más curas como Ud. que defiendan al pueblo de lacras como Macri y sus secuaces.

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  2. Muy buena descripción de nuestra dolorosa realidad. Espero que pronto podamos hacer tronar el escarmiento. Un abrazo.

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