sábado, 1 de octubre de 2016

La difícil y fascinante artesanía de la paz

La difícil y fascinante artesanía de la paz


Eduardo de la Serna



En las Bienaventuranzas, en el Sermón de la Montaña hay una bienaventuranza que me parece oportuno comentar brevemente…

Se la suele traducir así: «Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios» (Mt 5:9). Y hay varios elementos interesantes a tener en cuenta…

1.- “Serán llamados”, como es frecuente en el Sermón, en el Nuevo Testamento y los últimos libros del Antiguo, la voz pasiva manifiesta que Dios es el que lo hace, es decir “Dios los llamará”. Por tanto hay un obrar de Dios sobre el que realiza determinada cosa que se valora positivamente.

2.- “Hijos de Dios” es un término que tiene cierta ambigüedad en la Biblia… hijos de Dios – en tiempos del NT – eran, por ejemplo, los ángeles (a partir de la lectura apocalíptica de Génesis 6,1-4 como se ve, por ejemplo en Qumrán y a lo que alude Judas 6; ver Deuteronomio 32,43; Job 1,6; 2,1), “hijo de Dios” también puede ser el rey porque Dios lo adopta como tal (2 Samuel  7,14; Salmo 2,7; pero en este caso es en singular, “hijo”), y también se refiere a Israel (en principio, también en singular: Éxodo 4,22; Oseas 11,1). Pero en este caso los judíos – por obvias consecuencias – se sienten “hijos de Dios” (en cuanto adoptados, escogidos por cierto; Deuteronomio 14,1; Juan 11,52; Romanos 9,26), y los seguidores de Jesús (“el Hijo”) – por ser Israel – se sienten también “hijos de Dios” (Romanos 8,14-22; Gálatas 3,26; Filipenses 2,15). Es decir, Dios llamará “hijos de Dios”, su pueblo escogido y amado a los merecedores de la felicitación. No parece muy diferente de lo que dice la Primera carta de Juan: “Miren qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! (1Jn 3,1). También es semejante (en cuanto al verbo en voz pasiva y la consecuencia) a lo que dice Pablo en Romanos: en el lugar mismo en que se les dijo: No son mi pueblo, serán llamados: Hijos de Dios vivo” (9,26; cita de Oseas 2,1).

3.- También Isaías usa la misma voz pasiva:
  • “A los restantes de Sión y a los que quedaren de Jerusalén, se les llamará santos: serán todos los apuntados como vivos en Jerusalén” (4,3);
  • “Le he suscitado del norte, y viene, del sol naciente le he llamado por su nombre” (41,25);
  • “para darles diadema en vez de ceniza, aceite de gozo en vez de vestido de luto, alabanza en vez de espíritu abatido. Se les llamará robles de justicia, plantación de Yahveh para manifestar su gloria” (61,3). 

En los tres casos se trata de Dios que “llama” a Israel. Llamar es poner un nombre nuevo. “Poner el nombre” en la Biblia es asignar una nueva misión, un encargo de Dios a sus hijos.

4.- Pero quienes son beneficiarios de todos estos dones por parte de Dios son los que se traduce que “trabajan por la paz”. El término ‘pacífico’ o ‘lleno de paz’ es eirênikos, “estar” en paz (Mc 9,50; Rom 12,18; 2 Cor 13,11; 1 Tes 5,13) es eirênêúo, ambos remiten a la raiz eirên— “paz” (eirênê). Pero Mateo usa aquí un término diferente: eirênopoioí sustantivo del verbo eirênopoieô (Colosenses 1,20). El verbo está dado por el final, “poieô”, obrar, hacer, ser artesano. Se refiere así a los “hacedores de la paz”, los “artesanos de la paz”. Fuera de estos dos textos el término se encuentra en Proverbios 10,10: “El que guiña de ojos, dará disgustos, quien reprende a la cara (parrêsía), proporciona paz (eirênopoiei)”. Las situaciones de conflicto, es el caso, deben enfrentarse con libertad, cara a cara, y conducen a la paz. Dice el discípulo de Pablo: “por medio de él quiso reconciliar consigo todo lo que existe, haciendo la paz por la sangre de la cruz tanto entre las criaturas de la tierra como en las del cielo” (Col 1,20).

5.- Sin duda hay una estrecha relación entre la “paz” y Dios. Dios es Dios de paz, y la otorga a los suyos. Pero los suyos deben a su vez ocuparse de que esta paz “se edifique”, “hacerla” precisamente porque son “llamados” como “hijos”. Dios está del lado de la paz y de ese lado han de quedar sus “hijos”, es más, “serán llamados hijos” en la medida que sean “artesanos de la paz”.

Quiera Colombia ser llamada “hija de Dios”. Quiera América Latina y el mundo todo serlo edificando la paz artesanalmente en el día a día. Dios nos felicitará por ello.


Foto tomada de www.radiohrn.hn

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