martes, 21 de febrero de 2017

Comentario domingo 8A

La búsqueda de la presencia del reino es lo único absoluto


TIEMPO DURANTE EL AÑO – 8 "A"


Eduardo de la Serna



Lectura del libro del profeta Isaías     49, 14-15

Resumen: el olvido y el abandono son algo imposible en Dios hacia su “esposa” e “hija” Israel. Hasta de quien no es espera el olvido podría esperarse, pero jamás de Dios que es –sugerentemente- comparado con una madre.


La fórmula “así dice Yahvé” marca los comienzos de las distintas unidades de esta unidad (49,8.22; 50,1) separando el segundo y el tercer canto del siervo de Yahvé (49,1-7 [la referencia a las “islas” y los “pueblos lejanos” (v.1) y los “confines de la tierra” (v.6) marca una inclusión que concluye en v.7 con “así dice Yahvé” dando a su vez comienzo a lo que sigue] y 50,4-11). En este caso, entonces, la unidad está enmarcada en 49,8-21. En la unidad anterior, Yahvé se había dirigido a las “islas” y “confines de la tierra”, siendo estas –probablemente- los miembros del pueblo de Dios que se encuentran en la “diáspora”. En esta unidad se canta la alianza y conformación del pueblo, y el regreso de aquellos que están lejos (“presos”, en “tinieblas”, v.9) ya que Dios los acompañará alimentándolos y saciándolos (v.9b-10), y allanará los caminos (v.11) tanto que la misma Creación (cielos, tierra, montes, v.13) se llenarán de alegría por la “consolación” y “compasión” que Dios ha manifestado por su pueblo (cf. 40,1-4). 


Con una metáfora femenina Yahvé responde a las dudas de Israel expresado como “Sión” (v.14) mostrándolo a continuación con una confirmación de las promesas de Dios con su pueblo (muros, reedificación, nupcias, proliferación de hijos, a pesar de las ruinas, y la esterilidad pasadas).


El texto litúrgico, entonces, está formado por la metáfora (femenina, como diremos) que explica a los dubitativos judíos que Dios se preocupe e interesa de su pueblo que sufre. 


El destinatario (¡destinataria!) de las palabras de Yahvé está en femenino (tatuada, v.16; como una novia, v.18; “era estéril… deportada y eliminada”, v.21). El lenguaje es el de las relaciones de amor entre una pareja: Dios y su novia / esposa Israel, pero mientras lo frecuente es que lo habitual es acusar a Israel de olvidarse (= abandonar) de su esposo (cf. Oseas 2,15; 4,10; 8,14; 13,6 y Jeremías 1,16; 2,13.17.19.32: 3,21… y frecuentemente en la tradición deuteronomista: Dt 6,12; 8,11.14.19; 28,20; 32,18; Jos 24,16.20; Jue 2,13; 3,7; 1 Sam 12,9…). Es interesante que –como es obvio- olvidar, abandonar (skh) es todo lo contrario de hacer memoria, algo que es fundamental en la historia de Israel y la Iglesia. En v.14b Yahvé está en paralelo con “Señor” (adôn) que es una imagen conyugal, “marido”, “señor”.


El planteo de Israel (cf. Lam 5,20) de que Yahvé lo ha abandonado (‘zb) / olvidado (skh) se responde con una pregunta retórica que espera respuesta negativa y luego a un ejemplo de lo evidente o improbable que “aunque así fuera” contrasta con la actitud de Yahvé (“aunque así ocurriera, yo no lo haría”; cf. Sal 27,10). El verbo “olvidar” –que como dijimos es clave en la unidad- se repite tres veces en la respuesta divina. 


El recuerdo de 40,1-4 que señalamos permite pensar que el libro del discípulo de Isaías empieza aquí una segunda parte reforzando la idea de la fidelidad  y el amor de Yahvé por su pueblo. La duda de la novia por el abandono de su esposo que presiente, queda aquí respondida. Sin embargo hay un cambio en la metáfora: el texto no habla del esposo enamorado, o de un marido fiel sino que cambia a una imagen materna. Sin decir que “Dios es madre” no renuncia a la imagen materna, algo que es frecuente también en otras partes del Segundo Isaías (cf. 42,13-14; 45, 10; 49,15; 44,2.24; 46,3) y otros textos de la Biblia hebrea. La posibilidad de que el autor de los oráculos del Segundo Isaías (o de algunos de ellos si la obra se trata de una colección, más que de un personaje único) sea una mujer, no debería descartarse rápidamente (40,6-9 abunda en verbos y sufijos femeninos).  El texto no afirma explícitamente que Dios es “madre”, como puede afirmarlo la teología posterior, pero sí establece una comparación: “¿puede una mujer olvidar?” (imagen de lo improbable)… pues aunque “estas (notar el plural) llegasen a olvidar, yo no te olvido” (notar el “te”). Pues aunque eso improbable ocurriera, “no ocurre en mi caso”; pero eso no debe descuidar que la imagen es expresamente femenina. La seriedad teológica del “olvido” y la “memoria” de Dios hacia su pueblo (y que se espera recíproca) se compara precisamente con el amor de madre (aunque es de notar que no dice “madre”; como tampoco en 45,10, es evidente que a ella se refiere).



Lectura de la primera carta de san Pablo a los cristianos de Corinto     4, 1-5

Resumen: Después de haber criticado la existencia de partidos en el seno de la comunidad de Corinto, Pablo los invita a ver en él y los otros servidores de los misterios. Sólo cuenta cómo nos ve Dios, y no como nos ven los demás, o ni siquiera nosotros mismos. Lo que cuenta es que Dios esté conforme con nosotros, servidores de los demás.



La primera unidad de la carta a los corintios está concluyendo (caps. 1-4) para dar paso a nuevos temas (que quedan suspendidos por la irrupción de la pascua a partir del próximo domingo que continuará recién el domingo 6 de julio con el domingo 14º durante el año donde se leerá la carta a los Romanos cap. 8). Como se ha dicho, la división en “partidos” (de Pablo, Apolo, Cefas y Cristo) motiva esta parte  que culmina con un “por lo tanto” (houtôs). Los apóstoles no han de ser razón de división sino “servidores” y “administradores” (hypêrétês [única vez en Pablo, es sirviente, ayudante], oikonomos [en el NT –x10- sólo en los escritos con cierta influencia paulina])  de los “misterios”.


Hemos señalado hace dos domingos una nota sobre el “misterio” bíblico. Simplemente recordemos que lo propio del “misterio” en la Biblia es que es algo que será “revelado”, por tanto no se trata de algo “perpetuamente” incomprensible a la inteligencia humana sino algo del plan de dios que “por ahora” no se puede comprender hasta tanto Dios lo revele por intermedio de sus “servidores y/o administradores”.


Es evidente que lo que se pretende de un administrador es su “fidelidad” (como lo muestra la parábola de Lc 16,1-13), algo especialmente comprensible en sociedades en las que el “amo” dejaba todo en manos de su esclavo / administrador para dedicarse a filosofar. “Fidelidad” (pistos) parece que preferentemente ha de traducirse por “credibilidad” (pistos es adjetivo que viene de pistis, fe). Es esta credibilidad paulina la que parece en cuestión por parte de algunos (quizás manifestando su credibilidad preferente hacia otros, como Apolo). Para él sólo cuenta lo que Dios tenga para decir; no le importa lo que digan ni los demás, ni un tribunal, ni siquiera él mismo. Y por ello recomienda a los destinatarios que tampoco ellos juzguen sino que dejen eso a Dios mismo. Ese juicio al que se refiere (anakrinô; x1 en Lc, x5 en Hch y x10 en 1 Cor). En 2,14-15 había señalado que sólo con el espíritu se podía “juzgar”. En 9,3 vemos que hay quienes “juzgan” a Pablo, en 14,24 se nos indica que si los miembros de la comunidad hablan de parte de dios (= profetizan) lograrán que los asistentes se vean “juzgados”. En 10,25.27 encontramos una cierta semejanza con el texto que comentamos ya que al “juicio” se añade la “conciencia” (syneidesis). La conciencia “juzga” por ser una memoria colectiva (con-ciencia; syn-eidos [lo “sabido” por todos]). Esa memoria está en nuestro corazón y desde ella se “juzga” nuestro accionar; pues “ni siquiera” ella, pues aunque no le reprocha nada, sólo Dios es el juez definitivo, el que juzga y “declara justo” a alguien. 


El tiempo final (la “venida” del Señor [= Jesús], tema frecuente en las primeras cartas paulinas: 1 Tes 2,19; 3,13; 4,15; 5,2.23; 1 Cor 11,26; 15,23) es tiempo donde se manifestará lo escondido (oculto, tinieblas, intenciones, corazón). Es en este momento que el Señor (es decir, no la comunidad, no los partidos, no “los hombres”, ni siquiera Pablo, sino “el Señor” dará a cada uno su “valor” (epainos), es decir “elogio”, “alabanza”, “reconocimiento”. El reconocimiento de parte de Dios es bendición: 

“(los animales que son idolatrados) ni siquiera poseen la belleza de los animales que, a su modo, cautiva al contemplarlos; están excluidos de la aprobación de Dios y de su bendición” (Sab 15,19)

“El verdadero judío lo es en el interior, y la verdadera circuncisión, la del corazón, según el espíritu y no según la letra. Ese es quien recibe de Dios la gloria y no de los hombres” (Rm 2,29).



+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     6, 24-34

Resumen: la realización de la voluntad de Dios sigue siendo el eje conductor del Sermón de la Montaña. En este caso se insiste en que la preocupación angustiosa por la comida y el vestido suelen impedir que la persona humana se dedique plenamente a buscar el reino, y de esa manera termina como servidor del dinero.



El Sermón de la montaña continúa en la liturgia, y después de las “antítesis” (han oído que se dijo, pero yo les digo”) ha presentado una religiosidad superadora (es decir, sólo para Dios, no para “los hombres” presentando alternativas a la oración, la limosna y el ayuno). Ahora señala dónde debe estar puesto el corazón: hay que acumular “tesoros en el cielo” (v.20), hay que “buscar el reino” (v.33). La idea de la primera parte está centrada en la limosna (tema que también se encuentra en Lucas aunque con una intención claramente diferente: en Mateo la religiosidad nueva, en Lucas la solidaridad). Las imágenes del corazón y del ojo (vv.21.22.23) no sólo refieren a la persona entera, sino a su decisión. En la medida en que esta es la realización de la voluntad de Dios en la que toda la persona está implicada volvemos a la imagen de la “perfección”, la “plenitud de la ley” y la “justicia mayor” que anteceden esta unidad. Si el hombre no pone su ojo (o su corazón) en los caminos de Dios, es precipitado en las tinieblas.


El texto litúrgico comienza en v.24 con una alusión a los “dos señores” (texto que también en Lucas tiene otra connotación, ver lo dicho el domingo 25 ciclo C). Este dicho es el punto de partida, Dios requiere una atención absoluta. Sobre “odiar”, recordar –como se ha visto en más de una ocasión- que ha de entenderse en el modo semítico de “amar menos”, “no amar tanto”, o hasta ser indiferente. El acento en Mateo está puesto en la exclusividad que Dios requiere (en Lucas el dinero como divinizado es fundamental). 


Este es el punto de partida, a continuación lo desarrolla (“por eso…”, v.25): 


I.              Presentación: no preocuparse (v.25)

II.             Ejemplos de la Creación (vv.26-30)

a.    Las aves (vv.26-27)

b.    Los lirios (vv.28-30)

III.            Ampliación de la presentación (vv.31-32)

IV.           Síntesis: buscar el Reino (v.33)

V.            Añadido popular (preocupación por el mañana, v.34).


El término clave es la preocupación (merimnaô, x7 en Mateo, x6 en esta unidad); los tres aspectos por los que los seres humanos se “preocupan angustiosamente” son la comida, la bebida y el vestido, lo único que cuenta es la vida (psyjê). 


Con las imágenes de los pájaros (Lc 12,24 los relaciona con las cornejas) ilustra la comida (y bebida) y los “lirios” ilustran el vestido, flores silvestres que duran apenas un día (se suele pensar en las anémonas rojas). El contraste –por otro lado- viene dado con el trabajo campesino (“no siembran, ni cosechan, ni guardan en graneros”, v.26), al trabajo –habitualmente- femenino (“hilar”) y un contraste con el rey caracterizado por el lujo y el esplendor: Salomón. El contraste es un característico kal wahomer, es decir un “de menor a mayor”: si Dios se ocupa de las aves y las flores, “¡cuánto más!” se ocupará de ustedes. 


Antes de continuar hay un tema central que señalar (y ante el cual alertar). Mateo no está hablando de una actitud pasiva, de desentenderse y poner todo en las manos de Dios. Esa concepción de la “Providencia” es griega, no bíblica. No habla de no trabajar (algo impensado en el ambiente bíblico) sino de no trabajar “con angustia” [como no debe entenderse el trabajo como un “castigo por el pecado original”, sino que lo que ocurre es el trabajo arduo e infructuoso, “con el sudor de la frente”]. Dios no se desentiende de los humanos (“¿quién puede añadir un codo?”), pero esto no quiere decir que estos deben quedarse “sentados” a la espera de que Dios los alimente y vista. Esa expectativa “providencial” es propia de “los gentiles”. La “vida” es la idea principal de la unidad. Y esto implica confianza (= fe). La “poca fe” (v.30) es un tema frecuente en Mateo (8,26; 14,31; 16,8; 17,20) dirigida claramente a sus discípulos (y contrastando con la “gran fe” de una mujer y un varón, ambos paganos (8,11; 15,28). 


En v.33 Mateo presenta la clave de toda la unidad, de lo único que debe preocupar: la búsqueda (zêteite) del reino (“de Dios”, en muchos manuscritos) y su realización (= “justicia”). Nuevamente la “voluntad de Dios” enmarca la unidad como es característico del Sermón de la Montaña. En Cristo se revela a la humanidad el camino para llegar a Dios y realizar su voluntad, por eso “el que busca, encuentra” (7,8). El que busca dejar que el reino venga, no se angustia por su futuro sino que busca la realización plena de la voluntad de Dios.


Así Mateo añade un dicho popular (“no preocuparse por el mañana”) en este caso como consecuencia obvia de la fe.


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